------------------------------ BOLETÍN ELECTRÓNICO ANTIMILITARISTA (BEA) Nº 1 / ENERO 1998 MOVIMENT D'OBJECCIÓ DE CONSCIÈNCIA (MOC VALÈNCIA) Roger de Flor, 8 baix - 46001 València - tf: (96) 391 67 02 Archivo del BEA: http://www.fortunecity.com/victorian/duchamp/33/moc.htm ------------------------------ Este mail te ha sido enviado bien por solicitud tuya, bien porque has tenido alguna relación con nosotras y nosotros que nos hace pensar que puede interesarte, o bien hemos tomado tu dirección de una fuente de acceso público. Si no deseas seguir recibiéndolo en tu dirección electrónica, por favor, disculpa las molestias y envíanos un mensaje a , señalando en el subject , indicándonos en el cuerpo del mensaje tu e-mail y solicitándonos borrarte de nuestro directorio. Gracias. ------------------------------ POR EL CONTRARIO, SI ES DE TU INTERÉS, POR FAVOR, COLABORA DIFUNDIENDO POR TODOS LOS MEDIOS POSIBLES ESTE DOCUMENTO ------------------------------ ÍNDICE DEL BOLETÍN: 1/ NOTICIAS. * Nueva condena de prisión militar para la "insumisión en los cuarteles". 2/ ESTÁN USTEDES HABLANDO CON UN DELINCUENTE, por Xabier Agirre Aranburu. 3/ ¿ES POSIBLE UNA SOCIEDAD INSUMISA?, por Rafael Ajangiz. 4/ LA INSUMISIÓN EN LOS CUARTELES. UNA NUEVA ESTRATEGIA ANTIMILITARISTA DEL MOC, por Movimiento de Objeción de Conciencia. * Qué es la insumisión en los cuarteles. * Por qué y para qué de la insumisión en los cuarteles. 5/ SE BUSCAN DESERTORES, por Jorge Riechmann. ---------------------------------------- NOTICIAS El 22 de enero pasado, Ignacio Ardanaz (Taxio) fue juzgado en A Coruña por un Tribunal Militar en Consejo de Guerra. Taxio, antimilitarista del Movimiento de Objeción de Conciencia (MOC Iruñea), fue acusado de deserción, delito por el que el Fiscal Militar pidió 3 años de reclusión. Acaba de ser hecha pública la condena: 2 años y 4 meses de prisión militar. Taxio aún espera un nuevo juicio por allanamiento de recinto militar, ejercido en diversas acciones noviolentas de denuncia realizadas en el interior de un Cuartel o en el Gobierno Militar de Pamplona, dentro de la campaña de insumisión. El 19 de febrero de 1997 Taxio se incorporaba al Cuartel de Aizoain donde había sido destinado para realizar el Servicio Militar. Dos días después desertaba de su unidad. Tras 15 días en la clandestinidad, el 6 de marzo, se presentaban en el Gobierno Militar de Madrid junto a otros 4 desertores más, todos ellos antimilitaristas. Ante el Juez Decano Militar se declararon insumisos en los cuarteles, haciendo así pública su desobediencia dentro de la nueva campaña de desobediencia civil promovida por el MOC. El objetivo de esta nueva campaña antimilitarista es empezar a cuestionar el nuevo modelo de Fuerzas Armadas Profesionales que se está construyendo de espaldas al control popular. Para el MOC es preciso abrir un debate en profundidad sobre la defensa en la sociedad: ¿qué queremos defender?, ¿de qué tenemos que defenderlo?, ¿cómo debemos hacerlo? Otros 3 insumisos en los cuarteles han sido ya juzgados y se encuentran cumpliendo condena en prisiones militares, además de los 100 insumisos a la mili y la PSS actualmente encarcelados. A ellos hay que añadir otros 12 desertores declarados en todo el Estado. Desde que comenzó la insumisión en los cuarteles se ha recabado el apoyo de distintas asociaciones, sindicatos, colectivos (como Aedenat, Justícia i Pau, SOS Racismo, CCOO, Asociación Española de Escritores, CGT, EntrepueblosŠ), así como de distintas personalidades (como Agustín García Calvo, Antonio Escohotado, Xavi Pastor, Juan Antonio Bardem, Juanma Bajo Ulloa, Fernando Trueba, Montxo Armendáriz, Ariadna Gil, Javier Krahe, Lluís Llach, Bernardo Atxaga, Rafael Grasa, Pepe Beunza, Vicenç Fisas, Joan Ribó, y un largo etcétera). Su solidaridad se ha concretado bien a través de la firma de un manifiesto o de su propia inculpación como inductores de la deserción. En este mismo Boletín encontrarás escritos que desarrollan la campaña de desobediencia civil que promueve la insumisión en los cuarteles. A continuación, los datos de los participantes en la insumisión en los cuarteles sometidos a Consejos de Guerra. Además de los miembros del MOC mencionados, algunos de los encarcelados pertenecen la Asamblea de Objeción de Conciencia de Galiza (ANOC): Ignacio Ardanaz Ruiz (19 años) Nacido en: Iruña Estudios/trabajo: Bellas Artes Destino militar: Cuartel de Aizoain (Nafarroa) Declaración de insumisión en los cuarteles: 7 de marzo de 1997 Petición fiscal: 6 años y medio Juzgado en: A Coruña Plácido Ferrándiz Albert (28 años) Nacido en: Elx (Alacant) Estudios/trabajo: Sacerdote Destino militar: El Ferrol (A Coruña) Declaración de insumisión en los cuarteles: 7 de marzo de 1997 Condena: 2 años y 4 meses (cumplidos 5 meses en la prisión militar) Juzgado en: A Coruña (1 de julio) Ramiro Paz Correa (23 años) Nacido en: Catoira (Pontevedra) Estudios/trabajo: Derecho Laboral Destino militar: El Ferrol (A Coruña) Declaración de insumisión en los cuarteles: finales de enero de 1997 Condena: 2 años y 6 meses (cumplidos 8 meses en la prisión militar) Juzgado en: A Coruña (15 de mayo) Elías Rozas Álvarez (22 años) Nacido en: Vilagarcia d'Arousa (Pontevedra) Estudios/trabajo: Filología alemana Destino militar: El Ferrol (A Coruña) Declaración de insumisión en los cuarteles: finales de enero de 1997 Condena: 2 años y 4 meses (cumplidos 8 meses en la prisión militar) Juzgado en: A Coruña (15 de mayo) ---------------------------------------- ESTÁN USTEDES HABLANDO CON UN DELINCUENTE por XABIER AGIRRE ARANBURU (Como sabéis, el Gobierno del Estado español y aledaños llevan ya un tiempo sumidos en un galimatías: concebir e impulsar un proceso de transición del Modelo Militar de Defensa, cuyos pasos comprenden, entre otros, el de abolir el Servicio Militar Obligatorio en el plazo de unos años. Antes de entrar en la materia de cuál es el posicionamiento y las alternativas que plantea el movimiento antimilitarista a los proyectos institucionalmente sancionados -temática que iniciamos en este envío y que, naturalmente, continuará en otros- hemos querido enviaros un escrito que enfoca de una manera concisa la situación actual de transición del Modelo Militar(ista) de Defensa y el papel jugado, y por jugar, por parte del movimiento antimilitarista en el Estado español. Nuestro compañero Xabier Agirre Aranburu fue invitado en mayo del pasado año 1997 a declarar como especialista ante la Comisión Mixta Congreso-Senado encargada de tratar la transición al nuevo modelo de Fuerzas Armadas: el escrito que a continuación podrás leer -publicado asimismo en la revista El Viejo Topo, nº 111, octubre de 1997 (El Viejo Topo: Aragón, 259 E 1º C, 08007 Barcelona, tf 93/ 415 74 94, fx 93/ 416 05 23)- fue su intervención de 21 contundentes puntos ante Sus Señorías. Xabier Agirre ha sido activo dentro del Movimiento de Objeción de Conciencia y de SOS Balkanes . Se ha publicado recientemente su libro "Yugoslavia y los Ejércitos. La Legitimidad Militar en Tiempos de Genocidio", Madrid, Los Libros de la Catarata, 1997). Buenas tardes tengan ustedes y gracias por su invitación. Mi nombre es Xabier Agirre Aranburu. He venido directamente desde La Haya (Países Bajos) donde estoy trabajando en la Fiscalía del Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia y Ruanda, gracias a una beca concedida por el Ararteko (Defensor del Pueblo del País Vasco); el mismo Xabier Markiegi ha comparecido ante esta Comisión hace unas semanas. Tengo entendido que las razones para invitarme han sido diversos estudios elaborados y mi experiencia personal sobre las cuestiones que les ocupan. Pueden ustedes ver mis contribuciones en el dossier que les he entregado. Mis opiniones se expresan a título particular. 1. He de comenzar advirtiéndoles que, de acuerdo con las leyes que ustedes mismos han aprobado, están ustedes hablando con un delincuente. Soy insumiso, juzgado y condenado a un año de prisión, y en el momento actual me encuentro en libertad provisional. Sus leyes me han convertido en un delincuente, pero no han podido impedir que me sienta orgulloso de mi delito, que hago lo posible por extender. 2. Precisamente por mi condición de insumiso es hoy para mí una satisfacción estar aquí, participando en las últimas etapas del proceso de abolición del Servicio Militar Obligatorio. Hoy puedo decir ante ustedes con legítimo orgullo que soy parte del colectivo de insumisos, porque sé que, sin nuestro esfuerzo, ustedes probablemente no estarían hoy aquí reunidos. 3. Ha sido preciso andar un largo camino para llegar hasta este punto. Han de saber y ser conscientes de que hay poco de espontáneo en el fenómeno de la insumisión. Se trata del fruto de mucho esfuerzo anónimo, del trabajo organizado del movimiento antimilitarista. Cuando la mayoría de ustedes no prestaban mayor atención a este tema, nosotros ya nos pasábamos días enteros discutiendo en nuestras asambleas, viajando para aprender de compañeros y compañeras y de víctimas del militarismo en otros países, nos preparábamos cuidadosamente para la desobediencia civil contra el Ejército; no sólo para luchar por la abolición del Servicio Militar Obligatorio, sino para hacer además de este acontecimiento un paso de desmilitarización social, para acercarnos de esta manera hacia la abolición efectiva del mismo Ejército. 4. Cuando en 1989 empezamos a presentarnos ante los Gobiernos Militares, expresando de manera pública, directa y noviolenta nuestra desobediencia, la mayoría de la gente pensaba que la abolición de la mili era inconcebible, una locura radical. Sin embargo en las elecciones de aquel mismo año sus partidos políticos tomaron nota de la cuestión y el tema entró en la feria de las promesas electorales. Luego vendrían las reformas del año 91 y otras, incluyendo numerosos esfuerzos por disuadir la Objeción de Conciencia y castigar la insumisión. 5. Pero la abolición del Servicio Militar Obligatorio era una cuestión elemental de derechos humanos y libertades democráticas. Si desde el XVIII entendemos que la democracia es el régimen de la voluntad popular y los derechos humanos, no podía haber institución más opuesta a ambos criterios, más antidemocrática, que el reclutamiento militar forzoso. Desde el derecho a la libertad hasta, en ocasiones, el derecho a la vida, el Servicio Militar atentaba directamente contra los principios más elementales de la dignidad humana y ciudadana. Que la voluntad popular era contraria a su mantenimiento era algo del todo evidente. Y sin embargo durante años el esfuerzo de muchos de ustedes ha sido primordialmente marginar y castigar a quienes, asumiendo compromisos y riesgos personales, estaban reclamando el fin de esta imposición humillante. 6. Veo a la gente más joven que yo y tengo la satisfacción de saber que ellos no tendrán que pasar por la humillación de vestir un uniforme militar contra su voluntad, ni tendrán que simular ninguna enfermedad para evitarlo, ni tendrán que acabar en la cárcel si deciden oponerse. Me felicito por ello, y nos encargaremos de explicarles a las generaciones que van a verse liberadas de esta servidumbre que esto fue posible porque antes que ellos un puñado de hombres y mujeres libres decidieron organizarse, luchar y desobedecer las órdenes militares sin esperar a que los políticos resolvieran este problema ni atender a sus consejos de obediencia. 7. La abolición de la mili es una conquista social histórica. Cientos de miles de personas, la sociedad entera, se va a ver directamente beneficiada por el fin de esta imposición, y en gran parte deberán estar agradecidas al movimiento antimilitarista y a los insumisos por ello. Si se olvida o menosprecia la contribución de la insumisión a esta conquista social, como pretende el discurso oficial de la profesionalización, con su jerga tecnocrática y su oportunismo político, será preciso reivindicar una y otra vez la memoria de todo el trabajo colectivo, la movilización y represión que fueron necesarias para alcanzar la abolición del Servicio Militar Obligatorio. 8. Ahora los insumisos y antimilitaristas podemos sentarnos y contemplar satisfechos el espectáculo del fin de la mili, y seguir con interés todas las dificultades que ustedes se están encontrando para hacer realidad esta medida, al mismo tiempo tan popular y tan difícil de realizar sin dañar el sistema militar. 9. ¿Han pensado ustedes sobre lo absurdo de la represión contra los insumisos? Ustedes siguen castigando a jóvenes por oponerse a una institución cuya abolición ustedes mismos ya han asumido. La conducta de los insumisos no presenta peligrosidad social alguna. Lejos de amenazar a nuestra sociedad, es vista con simpatía por amplios sectores, y como ustedes saben, los estudios de opinión coinciden en señalar que nuestra sociedad desaprueba la represión contra este colectivo. Por este motivo, en buena lógica democrática, el castigo penal no tiene ninguna justificación. Ustedes además han aprobado nuevas formas de represión aún si cabe más infames contra los insumisos, como es la inhabilitación, utilizando la presión y la ansiedad que las dificultades para encontrar un empleo provocan entre los jóvenes como un instrumento de represión. Si ésta es su sensibilidad a una cuestión de esta importancia, quién puede extrañarse de que la falta de interés e ilusión por el sistema democrático se extienda entre los jóvenes. 10. La guerra es el asesinato a las órdenes del Estado. El antimilitarismo tiene como objetivo desterrarla de nuestra cultura, mediante la oposición sistemática a todos sus preparativos. De esta manera, sería deshonesto ocultarles que nuestro sueño es ver a los Generales en las colas del INEM, situación por lo demás tan común para tanta gente de mi edad. 11. Por eso no estoy seguro sobre si los antimilitaristas tenemos mucho que aportar en un lugar como éste, pues el esfuerzo de ustedes está consistiendo en asistir a las Fuerzas Armadas en sus problemas de impopularidad, de persistente deslegitimación. Y el nuestro, por el contrario, en celebrar esta impopularidad de lo militar como un síntoma de salud moral e ideológica de nuestra sociedad, y hacer lo posible por ahondarla y darle consciencia política, hasta alcanzar a disolver por completo la institución militar. 12. Los planes oficiales, y en concreto el informe "Nuevo Modelo de Fuerzas Armadas" que inauguró las sesiones de esta Comisión, vienen acompañados de declaraciones grandilocuentes del tipo: "el objetivo que se persigue no es profesionalizar las actuales Fuerzas Armadas, sino algo más ambicioso: construir unas nuevas Fuerzas Armadas profesionales", y otras similares. Este género de declaraciones constituyen una exageración publicitaria, una manera de hacer más atractivo el producto, y no están en modo alguno justificadas por los planes expuestos, que son básicamente una serie de especulaciones estadísticas y medidas de viabilidad incierta, concebidas precipitadamente para realizar la abolición de la mili de la manera menos traumática para la estructura militar. 13. Prácticamente se puede decir que los únicos aspectos veraces del informe del Ministerio de Defensa aparecen al referirse a las dificultades prácticas para establecer un Ejército profesional. 14. La primera de ellas, la financiación, pues no se puede obviar la impopularidad del gasto militar: "la sociedad... es reacia al incremento del gasto de Defensa". Se reconoce que el gasto militar es impopular, pero en lugar de atender a esta sensibilidad y reducir en consecuencia las partidas militares, que sería lo propio en buena lógica democrática, el Ministerio propone convencer a la sociedad de que "el gasto en Defensa es gasto en seguridad y en estabilidad, factores imprescindibles para el desarrollo y bienestar económico y social". 15. Reconociendo que "existe una debilidad preocupante de la conciencia de defensa nacional en la sociedad española en su conjunto, que no percibe claramente su necesidad", la solución que se apunta es "fomentar el sentido de la Defensa", "insistir en la difusión de la idea de que los Ejércitos son parte de la sociedad", "fomentar también la identificación entre el pueblo y los Ejércitos". 16. Este enfoque supone una transgresión clara de los principios democráticos: el Gobierno, en lugar de atender a la sensibilidad popular en cuestiones militares, se propone por todos los medios adoctrinar a la sociedad sobre la necesidad de los Ejércitos, imponer ideológica y políticamente un sistema de Defensa que la sociedad realmente no demanda ni siente como suyo. 17. La segunda gran dificultad actual para hacer realidad la profesionalización está en los recursos humanos, el número de soldados necesarios para que el sistema de reclutamiento no quiebre por completo en la fase de transición y se cubran los objetivos de tropa profesional. El informe advierte que en el "periodo transitorio" existe "un riesgo considerable por el eventual efecto de desplazamiento de jóvenes hacia la Objeción de Conciencia o hacia el aplazamiento por prórroga, lo que podría llegar a deja a las Fuerzas Armadas sin los efectivos necesarios". Actualmente unas 800.000 personas disfrutan de prórrogas, cifra que puede llegar hasta un millón, según las estimaciones del Ministerio, para el cual resultaría algo inaceptable que nada menos que un millón de personas escaparan del Ejército por el sencillo procedimiento del aplazamiento. La solución que se propone es la "reducción progresiva de la bolsa de personal en prórroga", es decir, introducir restricciones en el sistema de aplazamientos, que beneficia a estudiantes o jóvenes trabajadores en su primer empleo. Estas medidas, que no son sino una forma más de represión indiscriminada para evitar el desmoronamiento del Ejército, van a provocar una huida de gran parte de los afectados a la Objeción o a la insumisión. Durante el periodo de transición (en principio hasta el año 2003) es probable que se produzca una desbandada bajo la consigna "tonto el último" y el sistema de reclutamiento haga aguas por todas partes según se acerque el día del fin de la mili. Así ha ocurrido en todos los casos similares (Holanda, Bélgica, EE.UU.), en los que tampoco se han cumplido en ningún caso los objetivos de reclutamiento voluntario por falta de incentivos o motivación, es decir, porque la juventud de estos países no ha tenido gran interés en alistarse tras la abolición del Servicio Militar Obligatorio. 18. Tras una apariencia pomposa bajo el lema de la "profesionalización" y el "nuevo modelo de Fuerzas Armadas", en realidad el Gobierno se ha visto obligado a improvisar precipitadamente una serie de medidas dudosamente practicables para encajar la demanda popular de abolición de la mili. Las contradicciones de esta decisión van a ponerse de manifiesto en la fase de transición en los aspectos de financiación y contingente. Van a faltar dinero y reclutas para llevar a cabo los planes de la profesionalización, y van a faltar en última instancia porque estos planes no cuentan con respaldo popular, nuestra sociedad no desea ni financiarlos ni ver a sus jóvenes en esas unidades militares. 19. De todos los terrenos de la vida pública, el militar es aquél en el que la lógica democrática se tropieza con la razón de Estado con mayor frecuencia y peor fortuna. Ante el llamado "divorcio Fuerzas Armadas - sociedad", es una realidad reconocida hasta por los analistas más orgánicos, el sentido democrático demanda una lectura alternativa a la que se está promoviendo desde las instancias oficiales. La clase política, desertando de su mandato de representación popular, se sitúa en esta disyuntiva del lado de las Fuerzas Armadas, y se propone solucionar su déficit de legitimidad adecuando la conciencia social a las necesidades militares: primero se fijan los objetivos militares y luego se busca la manera de adecuar a ellos la sociedad, hasta en su conciencia y opiniones. 20. Una comprensión democrática del divorcio Fuerzas Armadas - sociedad requiere invertir los términos de esta lógica, situarse en el punto de vista de la sociedad. Asumir desde la sociedad en su sentido más positivo esta desafección por lo militar. Corresponderá al movimiento antimilitarista y otros movimientos sociales actuar como agentes democratizadores, reivindicando ese divorcio y promoviendo formas alternativas de Defensa, participación política y relaciones internacionales. 21. Gracias por su atención, y hasta la próxima. ------------------------------ ¿ES POSIBLE UNA SOCIEDAD INSUMISA? Por Rafael Ajangiz. Publicado en En Pie de Paz, nº 40, primavera de 1996 (En Pie de Paz: Gran de Gràcia, 126-130 - 08012 Barcelona - tf 93/ 217 95 27 - fx 93/ 416 10 26). Ajangiz es miembro del KEM/MOC de Bilbo; coautor de "Objetores, Insumisos. La Juventud Vasca ante la Mili y el Ejército", publicado por el Departamento de Cultura y Turismo del Gobierno Vasco, 1991; participó asimismo en el libro colectivo "Objeción e Insumisión. Claves Ideológicas y Sociales", Pedro Ibarra (ed.), Madrid, Fundamentos, 1992. Se apelotonan los aniversarios en este tramo final del siglo y no sé muy bien cómo asimilarlo. Por un lado percibo con satisfacción que es posible la promiscuidad, que la simultaneidad lo abraza, confunde y relativiza, que hay un espacio compartido. Pero por otro me desconcierta ver que, en vez de unirse definitivamente para potenciar ese espacio, parece que rivalizan y compiten entre ellos para hacerse un hueco, sabedores de que al final algunos habrán de celebrarse y que otros apenas llegarán a nombrarse. Por si acaso, corro a nombrar mis más cercanos: setenta y cinco años de la Internacional de Resistentes a la Guerra, veinte del Movimiento de Objeción de Conciencia, diez de insumisión. Diez años también de En Pie de Paz. Esta saludable revista, que nació de un fracaso relativo del movimiento pacifista/antimilitarista, ha sido cómplice y testigo fiel de este éxito del movimiento antimilitarista/pacifista, necesariamente relativo también, que es la insumisión. Estoy, por tanto, en el lugar y en el momento perfecto para resumir el pasado y así pensar mejor el futuro. Y es desde las razones y sinrazones de ese juego entre pacifismo y antimilitarismo desde donde me resulta más sugerente hacerlo. L@s insumis@s hemos oído ya muchas veces eso de que somos buena gente, que tenemos razón, que hay que quitar la mili, que nuestra postura es de admirar, que no hay derecho a que nos metan en la cárcel y que merecemos todo el apoyo del mundo. Y nos apoyan, y estamos encantad@s. Es lo que esperamos de nuestras madres y padres, de l@s amig@s y de la sociedad en abstracto. Es un puntazo que sean cómplices de una desobediencia y que sean capaces de razonarla y defenderla a su manera. Pero nuestras expectativas para con las gentes del abanico pacifista y alternativo en general son razonablemente distintas. La insumisión es mucho más que una defensa de la libertad individual o que una cuestión de conciencia y coherencia personal, es un proyecto de sociedad puesto en marcha. Por eso considero decepcionante, y no quiero que nadie se ofenda, que entre compañer@s de utopía sea tan escaso el debate sobre los contenidos más centrales de ese proyecto societario, o que incluso alguien pueda llegar a decir que la insumisión no tiene otra traducción política que la desaparición de la conscripción y la reformulación del modelo de Defensa. Sobre todo, y aquí está la contradicción, cuando al mismo tiempo se reivindica la tarea colectiva de construir una nueva cultura de paz y de igualdad. No sé si la razón de ese reduccionismo se encuentra en una opción por reformar el modelo básico de democracia formal y de organización social que tenemos pero evitando que se descomponga el orden establecido. O si se entiende por militarización y militarismo sólo aquello que tiene que ver con armas y militares. En cuyo caso, evidentemente, no estamos de acuerdo. Muy brevemente, como se refleja en nuestra declaración ideológica [del MOC] y como hemos repetido hasta la saciedad, nosotr@s entendemos el antimilitarismo como un compromiso de lucha por la justicia social, por un cambio radical de las relaciones humanas y sociales -basta repasar nuestros escritos en En Pie de Paz para comprobar que hemos sermoneado sobre todo: género, ecología, educación, economía, relaciones internacionales, autodeterminación, participación política...-. Y ahí entre lo verde, lo rojo, lo violeta y lo que haga falta para completar el arcoiris alternativo. Esta globalidad es la que nos hermana y la que nos permite intersubjetivizar nuestras experiencias, la que hace posible y la vez indeclinable que profundicemos en las movilizaciones como la insumisión. Y es que l@s antimilitaristas, no sólo individualmente, sino sobre todo colectivamente, hemos vivido la evolución de la objeción a la insumisión como un aprendizaje intenso e integral y tenemos cosas que contar y compartir. Por ejemplo, que hemos aprendido a pensar y a tomar decisiones compartidas. Y eso que cada cual era de su madre y de su padre. Quiero decir que había de todo entre nosotr@s: formad@s en las más diversas ideologías, de esas que lo explican todo o casi todo, informad@s pero no formad@s en ideología alguna, y también desinformad@s -hoy adjetivarían al movimiento de plural, ¡qué tontería!-. Y la verdad es que eso no constituyó ningún problema. Simplemente recurrimos al sentido común, nos pareció de lo más natural volcar ese todo sobre la asamblea, derretirlo en un "melting pot" en el que, huelga decirlo, nunca hubo un a priori indiscutible, y cuyo resultado final era lo que terminaba pasando el tamiz del consenso. Un consenso que, por otra parte y como resultado de nuevas incorporaciones, era algo siempre inacabado, imperfecto, en constante reelaboración. No éramos de nadie. Lo que salía de allí era lo que nosotr@s decidíamos, ideológica, organizativa y estratégicamente. Y a su vez esos consensos, como la pescadilla que se muerde la cola, nos definían a nosotr@s. Y ello unido a las solidaridades y lazos afectivos que se dan en todo proceso colectivo y a ese subidón de adrenalina que es jugarse la libertad dio como resultado lo que los doctores llaman identidad colectiva y que nosotr@s llamamos movimiento. Ideológicamente, esa identidad colectiva se fue convirtiendo en vacuna contra el pragmatismo radical, ese que vicia la política de partidos. ¿Que por qué? Pues porque vivíamos la incertidumbre de un proyecto siempre inacabado, siempre decidiéndose, obligadamente utópico. Un proyecto que no se construía sobre pasos necesarios o un diseño preestablecido, sino en referencia constante a unas líneas maestras tan imposibles como irrenunciables. Y la utopía no es algo que nos la podamos jugar a la carta de los pactos a corto plazo y de los posibilismos de la política formal. Y es que además éramos un poco mesiánic@s: ese proyecto nos trascendía, no era nuestro bienestar lo que perseguíamos sino el de la sociedad, el bien común. Organizativamente, estaba muy claro que había que materializar, ensayar el futuro. Se hace camino al andar, el árbol está en la semilla, y todo eso. Y si queríamos una sociedad horizontal e igualitaria, lo más natural era trabajar en asamblea y prescindir de cargos, jerarquías o diferenciación de funciones. Y allí lo social y lo personal se confundían, se determinaban recíprocamente. La asamblea era el triunfo de lo colectivo y el consenso era el triunfo del individuo. El valor ejecutivo de una asamblea de voluntari@s se cimentaba en que el compromiso era a la vez de tod@s y cada un@. Ah, y las asambleas se subsumían en asambleas mayores, de tal manera que el movimiento se convertía en un red de redes donde la distancias físicas no se traducían en distancias políticas y donde hablar de centro y periferia no tenía sentido. Estratégicamente, el punto de salida y de llegada era la sociedad. Había que implicarla activamente en su propia transformación, convertirla en la protagonista de su propio destino, eso de recuperar el poder prestado y ejercerlo, eso de la autodeterminación autodeterminada. Aquí el discurso era importante: la movilización del consenso antecede -y acompaña siempre- a la movilización social. Pero igual de importante era diseñar herramientas que tradujesen el consenso en acción y rompiesen la esclavizante equivalencia de participación igual a voto de representación -y de paso esa otra de movilización igual a manifestación convocada para refrendar al representante-. Pero, claro, toda lucha hace frontera con sus obviedades. Y la nuestra es que no teníamos poder, no éramos nadie en el juego político, tan sólo portador@s de unas ideas tan ambiciosas como poco prácticas, de unos discursos que encajaban mal con los programas de nuestro entorno más próximo. Y entonces decidimos desobedecer. Primero por coherencia, todo hay que decirlo, era nuestra forma de ser. Pero luego porque la desobediencia nos hacía fuertes. Y es que empezamos a comprobar la certeza de ese pensamiento típicamente libertario que dice que el de arriba se mantiene sobre nuestro consentimiento. Una desobediencia noviolenta, claro, no debía reproducir lo que no aceptábamos. Hasta aquí la teoría, una teoría que debería bastar para entender por qué éramos tan pesad@s en ciertas cosas allá por el referéndum, que nos ganaron -nos llevaron a su mesa de juego, a jugar con sus cartas, y nos empujaron a apostarlo todo a una carta; una y no más, nos prometimos-. Si bien no todo era teoría, también había una práctica, la de la [declaración de objeción] colectiva, los sobrevenidos, la educación para la paz, la objeción fiscal, los campos de tiro... Es decir, que había una base, ciertamente sólida, cuando nos llegó el momento de la verdad, el momento de la desobediencia. Y montamos la insumisión. Nadie decidió por nosotr@s, lo decidimos en asamblea, entre tod@s. No fue una apuesta sino un caminar sobre seguro, sobre el seguro de nuestra propia grupalidad construida de convicciones y solidaridades -ésta es la fuerza que sostiene a quien se enfrenta a la cárcel-. Elegimos el conflicto sabiendo que la represión se metamorfoseaba en un coste de legitimación para el represor y al mismo tiempo en catalizador de procesos alternativos de participación política, de autogestión social. Que la sociedad se entiende y se construye desde la utopía compartida y no a partir de complejas matrices de elecciones racionales en función del ratio coste/beneficio de cada cual. Y metimos las manos en el barro, y nos las manchamos bien, no crean, porque conocíamos los límites, la coherencia de nuestro proyecto, nuestra propia identidad colectiva. Y en la vorágine de la acción aprendimos más cosas. Aprendimos a relacionarnos con la selva mediática, a proveer formatos noticiables que se autoexplicaban sin palabras. Aprendimos a servirnos de la potencia simbólica de las instituciones y de las mediaciones políticas y a evitar que decidieran por nosotr@s, a movernos con soltura por encima de las barricadas de siempre para construir consensos resistentes a la manipulación partidaria. Aprendimos a crecer organizativamente, a ser eficaces sin pervertir los modos, a no depender económicamente de nadie. Aprendimos a combatir el desaliento de los abandonos, la frustración de los fracasos, el cansancio de la rutina, aprendimos de nosotr@s mism@s. Han pasado algunos años de eso -a mí personalmente me parece un siglo- y han pasado muchas cosas en el mundo, también en nuestro mundo alternativo: algunas movilizaciones se han apagado y otras han nacido. Hay quien dice que es ley de vida. También quien se mortifica con el sonsonete de que son malos tiempos para la música. Ahí, en este tipo de creencias, es precisamente donde la movilización antimilitarista tiene el valor de la excepción: lleva veinte años dando la vara y su insumisión sigue siendo hoy de lo más contundente que podemos llevarnos a la boca. Con todo, habrá personas que no estén de acuerdo con lo escrito, que me acusen de haber exagerado las tintas. Y con razón. Ninguna realidad es tan perfecta. Pero tampoco tan imperfecta como para pasarla por alto. Es decir, que si la insumisión funciona y l@s que estamos en ella consideramos que no hemos renunciado a los principios que nos definen como personas y como movimiento, algo habrá que merezca la pena para otras gentes hermanas. Y viceversa, claro, el aprendizaje vicario es una necesidad de tod@s. L@s del arcoiris gastamos más tiempo en hablar de emancipación que en emanciparnos. Llevamos demasiados años reivindicando, mirando hacia arriba, volcad@s en la denuncia de lo que hace y deshace el Poder, y esa atracción fatal nos impide ver lo aprovechable que hay en nosotr@s mism@s y en las pequeñas cosas que conseguimos hacer funcionar, las que en verdad construyen la sociedad del futuro. Hay propuestas creativas y globales en marcha y una de ellas es la insumisión. ¿La conocemos? Pues comprobar si todos los verbos que hay en este artículo tienen también conjugación es muy fácil: basta con acercarse al movimiento antimilitarista -salvando algunas distancias geográficas si hace falta-, y sumergirse un poquito en él. Las puertas están abiertas, como siempre. Sean tod@s bienvenid@s. ------------------------------ LA INSUMISIÓN EN LOS CUARTELES. UNA NUEVA ESTRATEGIA ANTIMILITARISTA DEL MOC. (Revisión del documento elaborado por el MOC València en marzo de 1997 a partir de documentos de trabajo del KEM-MOC / Grupo Antimilitarista Iruñea. Este escrito fue en su momento una breve carta de presentación de la nueva campaña de desobediencia civil del Movimiento de Objeción de Conciencia que seguimos deseando tenga una presencia constante dentro del trabajo transformador y emancipatorio de los grupos de base. En próximos envío del Boletín incluiremos información acerca del desarrollo de la campaña y, en concreto, sobre los Juicios Militares a insumisos ya celebrados). Desde hace ya prácticamente tres años venimos considerando la necesidad de profundizar en la estrategia de desobediencia civil antimilitarista que ha venido siendo la insumisión, articulando las respuestas que requieren, en primer lugar, las transformaciones actuales del Modelo Militar de Defensa, y en segundo término los intentos de amortiguar la repercusión pública que la campaña de insumisión ha tenido en los últimos años, principalmente mediante la sustitución de parte de las penas de encarcelamiento con que se ha venido castigando la disidencia antimilitarista por las nuevas modalidades de muerte civil y condena al ostracismo (inhabilitaciones). Queremos presentaros, por lo tanto, esta nueva campaña que llamaremos insumisión en los cuarteles. Tras muchos meses de preparación, algunos antimilitaristas insumisos pertenecientes al MOC han respondido al llamamiento para incorporarse a filas, sometiéndose en apariencia a la obligatoriedad del Servicio Militar. Una vez obtenida su condición de militares, los insumisos del MOC han abandonado los cuarteles respectivos para hacer una presentación pública y colectiva de la campaña el jueves 6 de marzo de 1997 en Madrid. Como parte de esta presentación los insumisos realizaron una acción colectiva con la cual pretendían forzar su detención por parte de los militares. Ésta tuvo lugar en el Gobierno Militar de Madrid, y mientras unas 40 personas se manifestaban a la puerta de dicho organismo encarando de forma pacífica los malos modos y la amenazas armadas de los cancerberos militares, los insumisos se autodenundiaron ante el Juez Militar. Tras declarar y ser liberados, celebraron ruedas de prensa y entrevistas de presentación de la campaña. Ésta fue, entonces, nuestra primera presentación pública y colectiva de insumisos en los cuarteles. En esta ocasión se trataba de cinco insumisos provenientes de Bilbao, Pamplona, Elche y Valencia. Es decir: dos de los primeros insumisos en los cuarteles provienen del País Valenciano, quienes habían abandonado días atrás sendos cuarteles en Cáceres y El Ferrol para poner en marcha definitivamente esta nueva campaña antimilitarista del MOC. En semanas posteriores se repitieron las acciones a nivel local con el fin de forzar en algún momento la detención de los insumisos; otras presentaciones han tenido e irán teniendo lugar de forma escalonada. La insumisión en los cuarteles, como la insumisión hasta ahora practicada, es una estrategia basada en la desobediencia civil. Por ello conviene subrayar desde un primer momento lo siguiente: que la desobediencia no es una práctica sagrada para los antimilitaristas y las antimilitaristas, ni constituye tampoco necesariamente su esencia transformadora. La desobediencia para nosotros y nosotras es parte de la propuesta de defensa social alternativa a la defensa militar; una herramienta de incisión discursiva, la más eficaz que hemos encontrado en la actual situación política, con vocación de transformación de la realidad. Pero es una herramienta que puede ser puesta asimismo al servicio de pretensiones reaccionarias. Por lo tanto, en nuestro empeño transformador se hace imprescindible ser cuidadosos con aquellos aspectos que le confieren un sentido de cambio social: el discurso y las prácticas que la acompañan. Respecto al primero, es necesario tener presente que el Ejército no es un poder aislado sino interrelacionado por completo con el resto de los poderes que dan estabilidad al estado de cosas presente. Siendo nuestro objetivo provocar una transformación de éste, nuestro discurso no debe solamente referirse a la deslegitimación del Ejército sino que debe tener en cuenta una perspectiva globalizadora. En cuanto a las actitudes, no podemos reeditar aquellas que criticamos en otras instituciones. Es imprescindible mantener tanto la coherencia como la conciencia del superior potencial de transformación de lo que se hace sobre lo que se dice. Se trata para nosotras y nosotros, por lo tanto, no de acabar con el Ejército sin más, sino de transmitir en el proceso una ética transformadora y emancipatoria a través de discursos y hechos. En este proceso queremos trabajar para encontrar vías de actuación y expresión que nos permitan aparecer no como un movimiento "anti", sino constructor de algo alternativo. QUÉ ES LA INSUMISIÓN EN LOS CUARTELES La insumisión en los cuarteles quiere ser una nueva estrategia del movimiento antimilitarista en un momento en el que los proyectos de cambio en el Ejército exigen una nueva dinamización que nos permita hacer frente a la hegemonía del pensamiento único. Básicamente consiste en acudir al cuartel cuando así se le requiere al joven para, una vez adquirida la condición de militar, abandonarlo y realizar presentaciones colectivas, explicando los motivos de la desobediencia. Posteriormente, el insumiso asumiría las consecuencias legales que de su acto se deriven y que se materializarán previsiblemente -y así ha ocurrido de hecho en los primeros casos- en penas privativas de libertad, determinadas por Tribunales Militares en Consejos de Guerra. POR QUÉ Y PARA QUÉ DE LA INSUMISIÓN EN LOS CUARTELES Como ya hemos insistido, nuestro principal objetivo es profundizar en el proceso deslegitimador del Ejército, evidenciando sus verdaderas funciones e iluminando su lado oculto, haciendo especial énfasis en el Ejército humanitario y en ese nuevo modelo profesional que la población está percibiendo en ocasiones con un matiz positivo porque viene a solucionar las tensiones que el mantenimiento de la conscripción causa. Por lo tanto, nos parece imprescindible enviar un mensaje claro, crítico, repetido y distinto al oficial en el momento en que el "nuevo" Ejército se está alumbrando. Hemos de estar presentes en el nacimiento de la enésima metamorfosis de la bestia, obstaculizándola antes de que se consolide entre la adhesión acrítica de amplios sectores sociales. Nuestro proyecto necesitaba de un medio diferente que le aportara la fuerza que lo novedoso posee para atraer el interés de la sociedad y cuya imagen no esté tan estrechamente unida a la mili como la de la insumisión que hasta ahora se ha practicado. Queremos evitar así, en lo posible, apriorísticas asociaciones de ideas, invitando a otras personas y colectivos a escuchar nuestro mensaje y nuestras propuestas. Además, la insumisión en los cuarteles continúa evidenciando que hay un conflicto entre el Ejército y la sociedad que hoy gira en torno al Servicio Militar pero que, con esta nueva estrategia, trataremos de ampliar al modelo de Ejército en gestación, para contribuir al desarrollo y extensión del debate respecto del modelo que Defensa que la sociedad necesita y desea. La insumisión en los cuarteles, estrategia que es compatible con otras que han venido desarrollándose y sustituible por cualquiera que pudiéramos considerar más adecuada, efectiva y coherente en un futuro, nos permite además, a nuestro juicio, resituar el debate de nuevo en el terreno militar, lo cual puede facilitar tanto la adecuación de nuestro discurso como la percepción social de la insumisión como una reacción al militarismo en sus múltiples expresiones y no como una vía de escape para insolidarios sociales que merecen reprobación y castigo. Con la insumisión en los cuarteles pretendemos responder a uno de los principales interrogantes que se nos abren en el presente, a saber: ¿qué podemos hacer para acabar con el militarismo en sus metamorfosis actuales? Esta estrategia, como en general la desobediencia civil que hemos venido practicando, supone un trabajo colectivo participativo y abierto, frente a la especialización y limitación creciente en las responsabilidades de la Defensa Militar que supondrá la profesionalización del Ejército y las pretensiones de profundizar el secretismo institucional que rodea a las cuestiones de Defensa. ------------------------------ SE BUSCAN DESERTORES (Para los objetores de conciencia e insumisos de mi país, quitándome el sombrero). Me atravesó la línea de fuego. Se buscan desertores cotidianos de las viejas normas, de las costumbres viejas. SE BUSCAN DESERTORES de la violencia, del patriarcado, del cinismo. De la resignación. Del juicio empedernido. Del aparejo de humillar y del tibio hábito de ser tan humillado. Del pesebre multivitamínico para animales mansos. SE BUSCAN PROFESIONALES DE LA FUGA. Así canto en voz baja la perseverancia admirable del desertor al criar a un niño, preparar la comida, desplazarse en ciudad o buscar trabajo. Canto contra mí MISMO, TAN COBARDE que no deserto prácticamente nunca. SE BUSCAN SUBMARINISTAS MENOS DUCHOS en nadar guardando la ropa. Se buscan profesionales de la fuga. Me atravesó la línea de fuego. Alumbradme, desertores de la muerte. (Por Jorge Riechmann. Extraído de su libro "Baila con un Extranjero", Madrid, Hiperión, 1994. Aparte de una ingente obra poética, Riechmann es autor de dos libros en colaboración con Francisco Fernández Buey: "Redes que dan Libertad. Introducción a los Nuevos Movimientos Sociales", Barcelona, Paidós, 1994; y "Ni Tribunos. Ideas y Materiales para un Programa Ecosocialista", Madrid, Siglo XXI, 1996). ------------------------------