Martin Heidegger

Aproximaciones culturales a Heidegger

22 junio 1995

Frente al Dasein como necesidad de salir, de abandonar el viejo SER se enfrenta Frichte cuando dice que al afirmarse el Yo como determinante nace la aspiración a suprimir la limitación que él mismo se ha impuesto. Y esta tesis rompería esa imagen de “infinitud” que Heidegger sostiene como un teorema reiterado. Es muy difícil seguir el camino que lleva hacia el “sentido del ser”, ya que el filósofo inventa palabras pese a su desdén por la semántica. No sigue las normas de Derrida de rompiendo las palabras descubrir nuevos sentidos y este dato conduce hacia esa tentación de que el Dasein tenga una “historia” de tal manera que el símbolo temporal aparece ahora encubierto. Sein und Zeit se convierte entonces en un camino hacia el SER y ese ritual de buscar lo perdido conduce hacia una “abertura” que el Dasein inventa para poder penetrar en su interior. La verdad no abre el Dasein y Sartre recogerá con perplejidad este punto. Y desde este modo oscuro de enhebrar el ser en sus sucesivos modos de “acceso” se puede sospechar que esa “casa del hombre” que es el ser es una metáfora demasiado “literaria” como para tener un significado.
 La “casa del ser” es la nada. Dice Sartre que el hombre y Dios viven una angustia parecida. Y la angustia en Heidegger es la expresión entre los nombres propios y las frases descriptivas y esta imagen, que Donal Davison no aceptaría lleva hacia Heidegger cuando explica que “el pensar acerca del ser es la búsqueda del ser mismo”. Estas imágenes semánticas llevan a un punto de perplejidad ya que ese peligro de “poetizar el ser” es una constante en el método lírico del autor que al acercarse a Hölderlin alcanza las mayores garantía morales. Pero al hacer posible el lenguaje entramos en una disyuntiva sintáctica donde las ideas de Chomsky sobre la “estructura profunda” serían como el ámbito donde tener una teoría de la receptividad mística del ser.
 Heidegger habla, con enorme ironía, de que “hay que conmemorar el ser para que no caiga en el olvido”. Y esta nostalgia del ser, que nos acercaría a Wittgenstein cuando habla del “recuerdo de las palabras” se organiza de modo místico como cuando Quine profiere: “Ser es el valor de una variable” y desde este teorema se puede avanzar hacia Lacan al proferir que el “lenguaje del subconsciente es el lenguaje del otro” lo que implica una compañía que en Heidegger estaría proscrita. Armonía y continuidad suponen el esquema dinámico donde Leibniz opera y ese dilema debemos acercarlo a las metáforas que Sein und Zeit esconde y que son como un sistema donde la “ausencia de caminos posibles” se va configurando como una alegoría de la angustia que el propio autor quiere proferir. Y ese ser del que se habla, y en “cuya casa habita el hombre” es la propia realidad semántica del ser con lo que entramos en unas variantes bipolares de la hermeneutica de Heidegger al intentar hacer de la nada un camino donde “recuperar lo perdido”. No debemos huir del ser y si está escondido debemos buscarle. Es como un juego demasiado literario que nos recuerda una especie de recherche del etre perdu que sería como una metáfora de la propia psicología-angustia y huidiza de su autor, que en los bosques de Friburgo sueña con la llegada de un salvador de Alemania. Esta actitud wagneriana es también una proclamación del ser como una nec sin moral que venga a resolver los problemas que un mundo vacío han generado.



©2001, Cándido Pérez Gállego.
Página creada y actualizada por grupo "mmm".
Para cualquier cambio, sugerencia, etc. contactar con: fores@uv.es
© a.r.e.a./Dr.Vicente Forés López
Universitat de València Press
Creada: 22/02/2000 Última Actualización: 17/01/2001