El cistoscopio

Nicasio Benlloch Giner

 

"Optica del cistoscopio
La óptica del cistoscopio no es más que un periscopio, en cuya constitución entra: una lente objetivo, un prisma, una o varias lentes intermedias para recoger y enderezar las imágenes y otra lente ocular, como lo muestra la figura 79, por lo que entramos en farragosas descripciones. Añadiremos tan sólo que introducido el sistema óptico en la pieza de iluminación a modo de fiador de un trocar, el objetivo debe asomar por la ventana situada detrás del codo de la muleta.
Queda así constituída la totalidad del aparato propiamente dicho como nos lo presenta la figura 80, en la que se añade la pinza, figura 81, que pone en conexión el cistoscopio con el manantial eléctrico.
La incandescencia de la lámpara, la proporciona cualquiera de estos medios; una pila de inmersión o pila húmeda, una pila seca, un acumulador o la corriente de la instalación general modificada en intensidad por un reostato, en caso de corriente continua; o modificada en su forma, por un transformador para la corriente alterna.
Conocido el aparato, tócanos enumerar, sin más detalles, dado lo elemental de este tratado, dos interesantes apartados:
A) Condiciones que se requieren para una exploración cistoscópica fructífera.
B) Aplicaciones al diagnóstico de las afecciones urinarias.

A) Respecto a lo primero se requiere: 1º un calibre de uretra que permita el fácil paso del cistoscopio. 2º Una capacidad vesical que alcance al menos 80 centímetros cúbicos y aun para los muy prácticos 50 centímetros cúbicos. 3º. Una transparencia perfecta del medio vesical por sucesivos lavados, hasta conseguir que el agua inyectada y en la cantidad señalada antes, permanezaca perfectamente límpia, al objeto que la distancia entre la lente objetivo y la pared vesical, esté ocupada por medio transparente, propio, por tanto, para transmitir las imágenes de la mucosa sin mácula ni alteración alguna.

No entramos en la técnica de la cistoscopia porque nos parece salirnos del marco del libro.
B) Las aplicaciones al diagnóstico encuentran plena justificación 1º en toda alteración de la pared vesical; 2º en toda modificación de los meatos uretrales, tanto anatómica como de función denunciada por eyaculaciones anormales y que son sintomáticas de la patología propia o del riñón correspondiente; 3º en las enfermedades de órganos próximos extra-urinarios pero que repercuten en vejiga.

Enumeradas a la ligera, será, pues, de utilidad, para comprobar columnas y celdas vesicales propias de los distendidos y tabéticos, diverticulos (generalmente congénitos), fístulas vesicales post-traumáticas, específicas, neoplásicas, varices localizadas o no.
Cistitis en todos sus grados (edema, ulceraciones, neoformaciones de origen inflamatorio); y de todas etiologías colibacilar, gonococcica, estafilococcica, tuberculosa, sifilítica.
En los cálculos vesicales, poniendo de manifiesto su tamaño, número, superficie, engastamiento o fijeza, diferenciándolos de cistitis, incrustadas. Cuerpos extraños de vejiga los más variados; de introducción a veces inconfesables (horquillas, lápices). En la leucoplasia, malacoplasia y púrpura, tumores vesicales cuyo tratamiento hoy casi lo absorbe el método endoscópico.
Entre las afecciones genitales, no olvidemos que los prostáticos (hipertrofia y cáncer) en el hombre y uterinas y anexiales en la mujer (cáncer de cuello), reclaman la cistoscopia incluso para señalar los límites de la operabilidad.
Por la importancia alcanzada no queremos dejar de señalar la cromocistoscopia o sea el teñido de la orina por ciertas sustancias indigocarmín, principalmente inyectadas en el torrente curculatorio, las que al eliminarse por la orina coloreada en el momento de la eyaculación ureteral denuncian la función renal, según lo hagan más o menos intensamente, con mayor o menor precocidad o retardo con ritmo más o menos intensamente, con mayor o menor precocidad o retardo con ritmo más o menos normal. Inútil parece añadir que cuando hay diferencias en estos datos entre ambos riñones la observación alcanza todo su valor.

 

Nicasio Benlloch Giner, Cateterismo urinario. Cateterismos y endoscopias de las vías urinarias. Valencia, José Olmos, 1936, pp.11-13. Este trabajo estaba incluído en Ramón Vila Barberá, Medicina exploratoria (Clínica y laboratorio), 4 vols., Valencia, José Olmos, 1932-36, en el volumen 4.