La actividad del lingüista como corrector de estilo

Jornadas de Lengua Española: las profesiones del filólogo

Valencia, 16-18 de noviembre de 2004

Antonio Hidalgo Navarro

Grupo Val.es.Co. Universitat de València

 

  1. La importancia de escribir "correctamente" en la sociedad actual
  2. La sociedad actual está dominada por la escritura. Nuestra actividad se halla continuamente envuelta por los textos escritos; y textos de muy diversa índole, desde los cuadernos y manuales escolares hasta los prospectos de las medicinas, pasando por las facturas de los bancos, la declaración de la renta, el periódico, etc. La sociedad de la información (a través de la informática) ha incrementado aún más si cabe el peso e importancia de la escritura, hasta el punto de que sobre el teclado del ordenador podemos reproducir en determinadas circunstancias (al "chatear" p.e.) el lenguaje oral mismo: la escritura ha llegado a suplantar, pues, al dicurso oral. Una posición fundamental ocupan en este estado de cosas los textos académicos, que deben reflejar conocimientos adquiridos, de acuerdo con la capacidad de su autor para seleccionar información relevante, para argumentar, demostrar, refutar, verificar hipótesis, etc. En suma, un buen o mal dominio de la escritura pueden condicionar decisivamente el éxito o fracaso de nuestra actividad profesional, sea esta académica o no.

    La comunicacióin escrita, pues, domina gran parte de la actividad social y económica de nuestras vidas y a ello obedece que un texto "bien" escrito sea, las más de las veces la mejor tarjeta de presentación, tanto para un particular como para el más laureado de los literatos.

    Efectivamente, la multiplicidad de textos escritos se refleja en un amplio arco de posibilidades que, a manera de ejemplo, por su importancia como medio de transmisión, podríamos ejemplificar en los llamados textos "expositivos" (monografías, informes, proyectos, etc.) o en las cartas profesionales, comerciales y/o privadas. En la conferencia anterior se aludió también a un tipo de textos fundamentales cuales son los periodísticos, con lo que obviaré hacer referencia a ellos. No hay que olvidar, por lo demás, los textos literarios. Con todo ello, podría decirse que las posibilidades o campos de actuación de un corrector de estilo son, cuando menos, no escasas.

    La cuestión es ¿qué papel corresponde en este bosque textual al corrector de estilo? No importa que se trate de textos breves o amplios, personales o de divulgación, el hecho es que todos ellos son susceptibles en mayor o menor medida de "corrección"; las empresas que editan los diarios, los periódicos y las revistas, así como todas las editoriales de libros cuentan con personas dedicadas a corregir los textos escritos. Son los correctores de estilo, encargados de leer y releer cada párrafo para corregir errores. No sólo deben controlar las faltas de ortografía (erratas), sino también la sintaxis y la semántica de cada oración, es decir asegurar que esté correctamente construida y que se entienda la idea que se quiere transmitir.

    Por otro lado, no cualquiera puede ser corrector de estilo. Aunque no es necesario tener un título universitario, es un oficio para el que hacen falta una gran concentración y muchos conocimientos generales. En este sentido, y como se verá después con más detalle, el mejor aliado de un corrector es el diccionario, al que deberá recurrir en casos de duda.

    La corrección de estilo es un oficio histórico, que surgió con la aparición de la imprenta. Es también un trabajo humano irreemplazable, porque aunque hoy los ordenadores tienen programas que corrigen la ortografía, ninguna máquina es capaz de controlar el estilo y el ajuste de significado de un texto.

    Pero el corrector de estilo no es sólo un operador a posteriori sobre el trabajo final. Un buen corrector de estilo debería tener en cuenta además cuáles son los pasos implicados en la planificación, elaboración y revisión final de un texto. Veamos, pues, en qué puede consistir su especialización profesional.

     

  3. Actividades relacionadas con la confección de un texto "correcto"
  4. Cuando hablamos de texto "correcto" somos conscientes (se ha comprobado en 1.) de la diversidad tipológica de los textos y de que, en consecuencia, la corrección no supone lo mismo en todos ellos. No obstante, por el carácter general de mi exposición me permitiré cierta extrapolación y entenderé por texto correcto aquel que se corresponde con un uso contextual del idioma adecuado a los distintos casos y ámbitos de interés particulares. En este uso, creo entender que existe un denominador común: el uso correcto del idioma es el que atañe al nivel culto-formal (del español en nuestro caso), independientemente de la especialidad del texto (humanidades, ciencias empíricas, artes, etc.).

    Todo corrector de estilo deberá tener en cuenta, pues, cuáles son los principios fundamentales que rigen la buena escritura de un texto, y con ello no nos referimos sólo, claro está, a la buena "ortografía".

    1. Fundamentos de la escritura correcta.

Veamos a continuación cuáles puedan ser los requisitos principales en el proceso de redacción de un texto (recuérdese que, en cualquier caso, este tipo de contenidos debería formar parte inseparable del curriculum académico del corrector de estilo).

2.1.1 Contextualización y coherencia

Un primer aspecto que debería tenerse en cuenta a la hora de escribir es la necesidad de que el texto producido posea un adecuado grado de contextualización y coherencia (Reyes, 2001:121-158). Efectivamente, para que un texto funcione debe conectarse con los marcos de referencia que posee su potencial lector: sus datos deben ser compartidos al menos parcialmente por autor y lector, y, evidentemente, el responsable de que esto se cumpla es en gran medida el autor (este aspecto debería ser tenido en cuenta por un corrector de estilo eficiente).

Cuando se habla de contextualización se hace referencia a la conexión de los significados textuales con datos extratextuales; es un proceso con dos aspectos complementarios (Reyes, 2001:123): en primer lugar el texto debe adecuarse al entorno comunicativo en que va a insertarse; en segundo lugar, hay que crear, a través del propio texto el conjunto de datos que permiten a los lectores potenciales interpretar lo que el autor dice o escribe. El contexto, pues, en parte es preexistente al texto y en parte va siendo creado progresivamente.

Cuando hablamos o escribimos decimos poco, pero sabemos y entendemos mucho más de lo dicho o escrito, y este es un factor de estilo que tampoco debe perderse de vista.

Otra cuestión fundamental en relación con la coherencia del texto es la necesidad de que esté organizado lógicamente. Un texto será coherente si su estructura significativa tiene organización lógica, armonía sintáctica, semántica y pragmática entre sus partes y si su significado es interpretable porque ayuda al lector a hacer las inferencias necesarias. En este camino es fundamental el proceso de interpretación del texto: por un lado descodificamos los signos lingüísticos atribuyéndoles significados, por otro lado inferimos todo lo que no está dicho. La coherencia surgirá, pues, de la interacción entre la estructura del texto y la interpretación del lector. Para ello deben cumplirse las llamadas "condiciones de coherencia" (Reyes, 2001:131):

el texto debe ser relevante

el texto debe presuponer correctamente la información conocida

el texto debe tener un tema central

el texto debe argumentar de manera adecuada

el texto debe emplear los mecanismo de cohesión necesarios

De los aspectos considerados algunos afectan más directamente a la labor del corrector de estilo: así, si la trabazón lógica de las partes de un texto no funciona el texto resultará incoherente: el proceso de argumentación, en su caso, debe ser en la medida de lo posible escrupuloso y preciso. Por otra parte la cohesión entre las partes del texto a través de mecanismos lingüísticos resulta ineludible; para ello se deben emplear determinados recursos tales como los conectores textuales, los elementos deícticos y anafóricos, el recurso a la repetición sinonímica, a la elipsis, etc.

A ello se añaden otros recursos capaces de crear coherencia, como p.e. el orden de palabras. No siempre estructura semántica y estructura informativa van de la mano: en este sentido el orden de palabras en español es flexible, sí, pero no se elige un orden al azar, sino según las necesidades comunicativas (la información conocida o tema va primero y la nueva o rema va al final de la oración). Cada palabra debe ocupar en la oración el lugar en donde más claramente se vea a qué otra u otras palabras se refiere. Ello supone que lo que sepamos o no en cada momento dependerá de cada texto particular: así, p.e. en la conversación los hablantes van calculando rápidamente lo conocido y lo nuevo y, en su caso, van corrigiendo o reponiendo cuando resulta oportuno; en cambio, la información conocida de un texto es un cálculo que debe hacer el autor que, si falla por exceso o por defecto, acabará produciendo un texto incoherente.

Algunos recursos usuales para el realce de la nueva información son la anteposición con refuerzo, las denominadas estructuras ecuacionales (p.e. en fue Juan quien mató al fugitivo), los intensificadores (algunos marcadores discursivos son habitualmente intensificadores: también, lo que es peor, además, etc.)

2.1.2. El proceso de planificación textual

Un segundo aspecto no menos importante que el de contextualización y coherencia es el de la planificación del texto ("precomposición" en términos de Reyes, 2001:192-216). La planificación, obviamente, es el proceso de reflexión previo a la escritura, y hay que otorgarle la importancia que tiene: antes de lanzarse a escribir hay que detenerse a pensar en las circunstancias que rodean al texto, esto es, debemos hacernos ciertas preguntas previas, tales como ¿para qué se escribe el texto?¿a quién va dirigido el texto? ¿qué lector estamos seleccionando? ¿qué imagen pretende transmitir el autor al lector? ¿qué debe decir el texto exactamente y cómo debe organizar dicha información? ¿a qué género se adscribe tipológicamente el texto? ¿qué secuencias textuales (argumentación, exposición, descripción, narración) se emplean o van a emplear en el texto? Es necesario que el corrector conozca bien en qué consiste este proceso de planificación, si no el del texto particular que está revisando, sí al menos como proceso reflexivo necesario en la confección de todo texto.

Es obvio que un texto escrito se elabora habitualmente para transmitir información: suele tener, pues, en su mayor parte, valor informativo. Algunos textos, como los científicos, añaden a este propósito informativo otro más, el deseo de convencer: tienen inicialmente un carácter expositivo, pero pueden ser también argumentativos; intentan convencer al lector de las teorías y puntos de vista que defiende el autor.

En cualquier caso, las características de estilo y estructura de un texto vienen determinados por sus objetivos. Una cosa es clara, en general, es positivo que cualquier texto sea de agradable lectura, pero su amenidad puede ser más o menos necesaria en función de la "aridez" del tema, del mismo modo que prescindir de la exposición de datos, por farragosos que estos resulten, puede constituir un fraude en el caso de un texto científico.

Como paso previo, en el proceso de planificación es necesaria una adecuada selección del destinatario: el conocimiento del lector ayuda a crear un texto lo más adecuado posible. Antes de escribir un texto es conveniente, pues, recopilar todos los datos disponibles acerca del lector (conocimientos, edad, intereses, ideología, extracción sociocultural, etc.). El escritor experto debería escribir textos a medida del lector que ha seleccionado, y sin duda la forma y estilo en que lo haga exigen un esfuerzo notable. El corrector debería velar por que esta sintonía se consiga en una medida óptima.

En este sentido, en relación con la información que deba conocer el lector, hay que hacer algunas consideraciones: un texto que contenga información obvia resultará tan aburrido como incomprensible el que incorpore conocimientos desmesurados para el lector destinatario.

Tan importante o más que la selección del destinatario es la imagen del autor: así, para que el texto alcance sus objetivos resulta conveniente que el autor:

manifieste conocimiento sobrados sobre el tema

manifieste certeza sobre el interés intrínseco del tema sobre el que está escribiendo

Aspecto esencial en la planificación textual es el de la producción y organización de ideas. En el texto deben figurar las ideas estrictamente pertinentes. El primer paso, pues, es conseguir la información necesaria relativa a tales ideas. A este proceso se le denomina fase de documentación. Tal fase es compleja: hay que reunir toda la información posible, pero ello no basta, después hay que relacionar entre sí las informaciones. Finalmente, la labor original del autor será la de valorarlas aplicando su sentido crítico.

A tal efecto el autor debe llevar a cabo una tarea de selección: la tarea de selección suprema es, precisamente, la capacidad de someter todo un texto a una idea central, esto es, de otorgar un título al texto que lo resuma completamente.

Progresivamente el autor deberá ir reordenando la información y organizarla en subtemas, para lo cual será especialmente adecuado que los sitúe en el marco de un esquema claro, en partes bien definidas. El corrector de estilo deberá ser especialmente sensible a este aspecto, crucial en la fácil, difícil o imposible comprensión de un texto.

2.1.3. Planificación y secuencias textuales

¿Qué características debería cumplir un texto "correctamente" escrito? Ante todo las de precisión, claridad y objetividad (esta última fundamental si se trata de un texto académico). La claridad es resultado del empleo de un léxico idóneo y de una planificación escrupulosa: no cabe la improvisación en el texto "correcto".

Muchos de los textos escritos posibles comparten características de estilo, comenzando por el hecho de que en su mayor parte se construyen atendiendo a las mismas secuencias textuales: descripción, narración, exposición, argumentación y diálogo.

Cada tipo de secuencia textual lleva aparejado un modo distinto de organizar, una estructura específica y unas convenciones propias. El corrector de estilo deberá estar muy atento a todo ello. Veamos esto último con algún detalle.

2.1.3.1. DESCRIPCIÓN

La descripción representa (o trata de representar) la realidad circundante. La información debe aparecer ordenadamente en el texto descriptivo, según partes bien definidas, de lo externo a lo interno, de izquierda a derecha, etc. Por supuesto, de acuerdo con el tipo de texto descriptivo los rasgos de estilo vienen establecidos por el predominio de ciertas categorías gramaticales (p.e. sustantivos referidos a terminología científica, uso de verbos en presente, enumeraciones, etc. en los textos científicos).

Otra estrategia habitual en textos descriptivos complejos es la analogía (comparar lo que se describe con alguna otra cosa que el lector entienda fácilmente).

2.1.3.2. EXPOSICIÓN

Su objetivo principal es transmitir la experiencia y saber de una comunidad. Toda secuencia expositiva consta al menos de dos movimientos:

señalar cuál es el problema

desarrollar su solución

Toda secuencia expositiva debe seguir, pues, un esquema claro y pormenorizado, sin saltos en el vacío. Por lo demás, lo importante de la estructura expositiva es mostrar el orden del razonamiento, siguiendo un orden lógico. A tal efecto son fundamentales las estrategias discursivas del texto expositivo:

reformulación (paráfrasis)

inserción de ejemplos

citas de autoridad

clasificación: permite ordenar y sistematizar la información

Todos ellos son aspectos que debería supervisar un buen corrector de estilo. Además, conviene una presentación jerárquica de la información: hay informaciones primarias y secundarias que el autor debe hacer ver al lector con claridad.

2.1.3.3. ARGUMENTACIÓN

Argumentar es intentar convencer a otro de una afirmación u opinión del autor. Los textos escritos actuales están repletos de secuencias argumentativas. Una secuencia argumentativa se construye como respuesta a una (o varias) opiniones contrarias. El autor debe, pues, necesariamente presuponer la existencia de dos o más interlocutores (el autor y el otro u otros), de modo que toda secuencia argumentativa deberá incluir dos tipos de información:

la tesis

los argumentos que sustentan la tesis

El autor debe formular explícitamente la tesis. En cualquier caso, dicha tesis debe apoyarse siempre en argumentos racionales. Y dichos argumentos deberían ir ensamblados adecuadamente mediante los recursos lingüísticos apropiados, entre los más destacados figuran los conectores: en esencia se trata de procedimientos gramaticales o textuales que se utilizan para engarzar entre sí las oraciones que forman parágrafo, o bien para engarzar distintos parágrafos entre sí. Los conectores atienden adecuadamente a las relaciones lógico-semánticas existentes entre dos o más oraciones o entre dos o más parágrafos, en este sentido actúan como "señales de tráfico": advierten de las características, de la importancia, relevancia o irrelevancia de la información que relacionan. Son imprescindibles en el proceso de construcción textual: un texto poseerá mayor articulación interna, mayor cohesión, mayor claridad en la medida en que utilice más adecuadamente las expresiones conectivas. Ahora bien, no debe introducirse cualquier expresión conectiva gratuitamente buscando un falso efectismo estilístico: el corrector de estilo debería velar por evitar este defecto en el texto revisado. En caso de dudas siempre será preferible, obviamente, el uso del diccionario.

Otros elementos del razonamiento argumentativo a los que deberá prestar mucha atención el corrector de estilo son:

la regla general: es una creencia o un supuesto más o menos aceptado por la comunidad que puede permitir ciertos saltos en una argumentación

la fuente: fundamento de la información que se proporciona para garantizar las reglas generales o la verdad de los datos que agrupan la tesis; aparece generalmente como cita de autoridad

la reserva: el propio autor puede albergar alguna reserva sobre las posibles consecuencias que se deriven de sus argumentos

Hay, pues, múltiples recursos argumentativos para un autor: citas de autoridad, ejemplificación, analogía, exposición de causas y consecuencias, apoyo de datos objetivos, discusión o desestimación de posibles objeciones a la tesis de partida (contraargumentación). De todos ellos es especialmente interesante la contraargumentación, que consta de tres fases: presentación del contraargumento, desarrollo de la refutación y refuerzo de la tesis principal. Papel fundamental en este plano es el que corresponde a los conectores contraargumentativos y sobre su manejo por parte del autor debe incidir especialmente la labor del corrector de estilo.

2.1.4. La (s)elección del léxico y el significado

Aspecto fundamental en la elaboración de textos, y por tanto en los conocimientos y trabajos que debe saber aplicar el buen corrector de estilo es el de la selección del léxico y vocabulario en el texto. Efectivamente, uno de los principales problemas en la composición de un texto es encontrar las palabras justas para expresar lo que se quiere. Debe haber adecuación al género y al tema; por supuesto, el registro también desempeña un papel decisivo en la elección léxica.

Un buen sistema para adquirir vocabulario es la lectura de buenos textos, pero no disponemos en nuestro conocimiento de todas las palabras ni de las más justas: no conocemos todo el vocabulario de nuestra propia lengua. Hay Por lo demás, es imprescindible un vocabulario abundante para escribir, pero eso no implica aprender todas las palabras posibles del vocabulario. En todo caso, la ausencia de vocabulario producirá textos vagos y/o repetitivos.

Si, finalmente, tenemos dificultades para hallar la/s palabra/s necesaria/s deberemos acudir al diccionario: el corrector de estilo debe ser frecuente consultor del mismo. Algunos diccionarios aptos para el corrector son:

En todo caso, son sin duda importantes los grandes diccionarios para el corrector de estilo, es decir, aquellos que poseen gran cantidad de información (DRAE, 1992), también son muy necesarios los diccionarios ideológicos, uno de cuyas más recientes muestras corresponde al Diccionario Redes coordinado por Ignacio Bosque.

En el ámbito del léxico merece especial atención el uso de neologismos (algunos de los cuales son simples barbarismos innnecesarios). Por neologismo se entiende toda palabra reciente que se refiera a cosas o hechos nuevos, o que se aplique a denominaciones nuevas. Actualmente la mayoría procede del inglés. Es difícil que un diccionario general recoja rápidamente un neologismo, pero hoy los diccionarios modernos (Larousse, p.e.), recopilan todas las palabras que circulan, sin descartar los neologismos.

En otro sentido, hay que saber discriminar los préstamos y los calcos. Los primeros pueden ser necesarios, pero los segundos son construcciones ajenas que copian exactamente del original, violentando así los patrones sintácticos o semánticos del español. Los préstamos son particularemente útiles en el lenguaje científico, necesitado de términos técnicos, precisos, unívocos, etc. Hay que conocer, pues, estos términos, a la hora de traducir o bien, al revisar el estilo de un texto científico. Los calcos en cambio deberían rechazarse siempre.

En cualquier caso, no se puede escribir correctamente si no se escribe en "buen español": el español rico, flexible, matizado, etc. Los anglicismos u otros extranjerismos usados innecesariamente empobrecen el caudal léxico del español.

En el ámbito de los significados, al margen de los explícitos, existen significados de palabras y expresiones que no están en los diccionarios, y que tampoco son siempre significados previsibles. Se trata de aquellos significados posibles de una palabra, a excepción de los denotativos y se llega a ellos por inferencia; hay varios tipos, los más frecuentes son los connotativos (se deben a los contextos habituales en que aparecen ciertas palabras, asociadas así a determinados contenidos) y los contextuales (sus implicaciones son inferidas gracias al contexto).

Hay, en suma, muchos tipos de significados implicados, y una disciplina lingüística que trata de explicarlos, la pragmática. No le son, pues, ajenos, al corrector de estilo, los conocimientos sobre esta disciplina; al menos deberá estar familiarizado con sus principios fundamentales.

Algunas cuestiones particulares de dificultad en la selección del léxico:

Llegados a este punto, el siguiente paso es enfrentarse directamente con el texto. Una vez el corrector tiene asumidos una serie de conocimientos teóricos y prácticos, metodológicos y empíricos, etc., deberá enfrentarse al texto, tratando de responder a las expectativas que su cliente (autor, autores, empresa, institución, etc.) han depositado enél. ¿qué deberá hacer para enfrentarse al texto? Veámoslo con detalle a continuación.

3. Actividades relacionadas con la corrección de un texto (académicamente correcto). La revisión

La revisión de texto, la fase en que el papel del corrector es determinante está condicionada por por factores muy diversos, que van desde la ineptitud del autor para la redacción hasta la tendencia de este a resultar excesivamente "florido" en su expresión. Se hace necesario, pues, asumir una serie de consideraciones preliminares sobre la base de las cuales deberá operar el corrector de estilo.

    1. ¿Qué revisar?
    2. Hay tendencia a pensar que sólo deben corregirse los errores ortográficos y/o gramaticales. Pero también es muy importante la revisión del contenido. El corrector, pues, no sólo ha de ajustarse a la prescripción de la gramática normativa. Hay que cuidar de que el texto sea comprensible y no contenga pasajes de difícil interpretación. Sólo debe incluirse información relevante para el desarrollo textual, evitando las ambigüedades y las redundancias. Debe huirse en lo posible de las valoraciones personales (sobre todo si el texto es de carácter formal o académico).

      En general, la unidad de sentido preserva la inteligibilidad del texto. Deben quedar bien explicitadas las relaciones entre las distintas partes del texto, no basta con que las ideas estén bien conectadas en la mente del autor. Una buena forma de conseguir esa unidad de sentido es cambiar de tema lo menos posible a lo largo de un párrafo y evitar introducir sin necesidad digresiones evitables.

      Otro elemento eliminable del texto es la ambigüedad. Un texto sólo debe poseer una correcta interpretación. En este plano la sintaxis puede ayudar a clarificar al máximo su interpretación.

      Asimismo, las redundancias informativas afectan negativamente a la coherencia del texto. Las informaciones redundantes no suelen ser pertinentes, sino innecesarias. Hay que evitarlas.

      Otra cuestión fundamental es la adecuación del contenido a la situación comunicativa: así, en un texto formal no caben coloquialismos excesivos; del mismo modo que en una situación informal es inadecuado por pedante el recurso a términos cultos.

    3. Necesidad de facilitar la lectura

Cuando un texto se lee con dificultad es porque el tema es difícil en sí mismo, o bien porque el lector no se halla suficientemente interesado por dicho tema. O bien simplemente el texto está mal escrito: hay que hacer lo posible para facilitar la lectura. Hay que ser claro, ordenado, calcular bien los conocimientos del lector destinatario del texto.

Existen además diversas estrategias de captación del lector que el buen corrector de estilo deberá tener en cuenta en caso de haber de tener que aconsejar a un escritor no demasiado competente:

    1. Control sobre el uso de recursos retóricos o efectistas
    2. Es correcto el uso de ciertos recursos como la metáfora, que a veces hace más claro y comprensible un texto. Pero hay ciertos recursos que conviene emplear con cautela, por ejemplo el de la ironía. Evítese el riesgo de ambigüedades o faltas de entendimiento por parte del lector.

    3. La importancia de la presentación

Entre los defectos de presentación más usuales a que se debe enfrentar el corrector de estilo están:

    1. La importancia del estilo
    2. Por supuesto la revisión afecta a la puntuación, a las disposiciones de la gramática normativa, al vocabulario, al estilo. El estilo es un aspecto fundamental, para conseguir un texto con buen estilo resulta fundamental prestar atención a cuestiones de léxico y sintácticas. Hay que atender así a la longitud de las oraciones y evitar alargarlas innecesariamente.

      En general tres son los principios básicos de un estilo correcto, claridad, naturalidad y propiedad. La claridad en la expresión se alcanza según la elección de palabras apropiadas y exactas. De las palabras comunes han de utilizarse las más sencillas y breves, de las técnicas y cultas las inteligibles. La naturalidad de estilo se alcanza escribiendo sobre cosas de las que se tenga conocimiento y que interesen al lector; hay que prevenirse en este sentido contra la tentación de querer singularizarse, por lo que debe analizarse con cuidado toda expresión antes de emplearla. La propiedad se alcanza siempre que se utilicen palabras que no expresen una idea distinta de la que se quiere comunicar, evitando en lo posible los término genéricos y tratando de que las palabras no presenten las ideas de forma más compleja de lo que son en realidad.

      3.5.1. Sintaxis

      La armonía del período depende, por una parte, de las construcciones, de la coordinación y la distribución de todos los miembros en el período y, por otra, de la cadencia final.

      En este sentido es fundamental atender a la longitud de las frases. No hay prescripciones claras sobre cuál deba ser la extensión apropiada de una frase en un texto. Depende en gran medida del estilo de cada uno. Así p.e. a partir de la segunda mitad del S. XX se observa cierta inclinación hacia la frase breve, sobre todo en los textos científicos y técnicos. Pero no por ello una frase larga es necesariamente errónea. Todo depende de la habilidad del escritor para conseguir que no se pierda el hilo discursivo. Lo cierto es, en todo caso, que cuanto más larga sea una frase más posibilidades habrá de que se incurra en anacolutos o inconsecuencias sintácticas. Ello no supone, sin embargo, que las frases deban ser telegráficas. En todo caso, la extensión de las frases es una cuestión que supone en muchos casos una marca de estilo: p.e. las frases largas, con abundancia de subordinación, paráfrasis, complementos circunstanciales, referencias espaciales y temporales, etc. desarrollan un tempo lento, apropiado para textos de tono serio, grave, como los jurídicos.

      Un aspecto sintáctico más: los incisos no deben interrumpir caprichosamente una oración. Es preferible su colocación al final de la frase que así podrá leerse de un tirón sin incómodas interrupciones.

      3.5.2. Aspectos léxicos

      Otra cuestión importante desde el punto de vista léxico es el cuidado por la combinatoria de palabras: no todas las combinaciones de palabras son posibles. Deben evitarse asimismo las repeticiones léxicas, recurriendo p.e. a la sinonimia para mejorar el estilo.

    3. El problema de la revisión informática

Hay que considerar que con los correctores informáticos no se ha resuelto el problema de la corrección de textos. Los ordenadores han supuesto la aparición de errores nuevos que hay que tener en cuenta. Así, los correctores ortográficos y gramaticales son de gran ayuda, sí, pero también plantean problemas. No siempre discriminan efectivamente categorías gramaticales, ya que corrigen sistemáticamente siguiendo un criterio por defecto, lo que hace que cometan frecuentemente ciertos errores (p.e. cuando y cuándo, p.e. en cabezando una interrogación aparecerán siempre corregidos como "cuándo").

4. Conclusiones. Recapitulación final.

Al margen de todas las consideraciones anteriores no debemos perder de vista ciertas ideas fundamentales:

a)Corrección tipográfica.

El corrector debe desarrollar un control integral de la calidad de la composición: detectar y corregir las erratas y los errores tipográficos y la partición incorrecta de palabras, así como las líneas sueltas al final y al principio de página (viudas y huérfanas), los espacios mal colocados, los guiones en hilera...

Los correctores reflejan su trabajo en signos de corrección universales y anotaciones claras y concisas que facilitan la mejora de la obra y la revisión del proceso de edición. Todas las correcciones y enmiendas se anotan sobre la primera galerada, que simultáneamente se coteja con el manuscrito original con el fin de comprobar que no se ha perdido o trastocado ningún fragmento del texto original durante el proceso de volcado. Todo el proceso de corrección debería apoyarse en las normas que dicta la RAE, en sus distintas publicaciones, y una vasta literatura de apoyo.

b) Corrección gramatical. Se trata aquí de problemas de ortografía y/o morfología. Hay que saber distinguir entre error gramatical y error de estilo. La ortografía, la gramática y la puntuación de los textos deben ser en todo momento las correctas, en base a un adecuado uso del lenguaje; ello incluye la comprobación de que no se produzcan errores de tipográficos. La corrección ortográfica consiste en la minuciosa revisión del texto con el fin de comprobar que se adecua a las normas ortográficas.

c) Corrección de estilo. No hay que perder de vista que el corrector no es el autor. A partir de aquí se tendrá en cuenta el uso de los manuales de estilo, lo que permitirá definir un método de trabajo: revisión y corrección atendiendo a criterios de coherencia y cohesión semántica. La corrección de estilo buscará siempre la palabra exacta, evitando reiteraciones innecesarias y atendiendo constantemente a la finalidad, precisión y buen sentido del texto. La corrección de estilo consiste en una revisión general de todos los elementos que componen la obra: el estilo, la correcta elección de los términos empleados, la corrección o la adecuación de localismos, extranjerismos y modismos, la aplicación de las normas establecidas en los manuales de estilo... Con todo ello se pretende no sólo pulir la calidad general de la publicación, sino darle además una coherencia global.

  1. El Plan de Estudios de Filología Hispánica en la Universitat de València y la corrección de estilo (oferta para el curso 2004/2005)

No existe en la actualidad ninguna asignatura específica en nuestro Plan de Estudios (vigente desde 2000); lo que nos mueve a pensar que en un futuro no muy lejano debería pensarse en algún módulo específico, al menos optativo, que reúna los contenidos necesarios para formar a profesionales de la corrección de estilo.

No obstante esto, existen asignaturas diversas que, a la vista del panorama que hemos venido presentando aquí, ofrecen contenidos idóneos, si bien complementarios, para la formación de estos profesionales.

Así, el conocimiento de buenos textos literarios, conditio sine qua non para la adquisición de un buen tono léxico se puede adquirir en las diversas asignaturas de nuestro Plan (véase anexo):

a lo que se añaden las diversas optativas de primer y segundo ciclo del plan de estudios (seis en primer ciclo y siete en segundo ciclo).

El nivel fónico y el conocimiento del componente vocal del español se desarrolla en 13828 (anexo) en primer curso, y a ello se añade la optativa de primer ciclo13880 (anexo). El conocimiento de las categorías gramaticales se imparte en 13871, en segundo curso (anexo), y la optativa de primer ciclo 13882 (anexo). La sintaxis es asumida en 13871 de segundo curso (anexo) y en 13888 de tercer curso (anexo). Del componente léxico-semántico se trata en 13831 de cuarto curso (anexo), 13855 de quinto curso (anexo), y la optativa de primer ciclo 13881 (anexo). La adecuación del uso de la lengua a la situación puede asumirse desde 13831 de cuarto curso (anexo), y las asignaturas optativas 13823 (anexo), 13873 (anexo), 13820 (anexo) y 13889 (anexo). Finalmente, el estudio pormenorizado de los rasgos lingüísticos de un texto en su globalidad se aborda con 13817 (anexo).

Así pues, un somero repaso a la oferta académica ofrece un panorama si no óptimo, sí al menos razonable para la formación profesional de correctores de estilo. Falta aún, eso sí, lo advertíamos unas líneas más arriba, la formación específica. Pero esperamos que en pocos años sea ya una realidad la especialidad de "corrector de estilo" en la Licenciatura de Filología Hispánica. Bolonia y la preconizada convergencia europea en materia de programas universitarios, y nosotros mismos como integrantes de la comunidad universitaria española tendremos mucho que hacer al respecto. Esperemos cumplir con nuestro cometido.

BIBLIOGRAFÍA

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Gómez Tórrego, L. (1989). Manual del español correcto. Madrid: Arco-Libros.

Gutiérrez Cuadrado, J. y Pascual, J.A. (proyecto y dir.): Diccionario Salamanca de la lengua española. Madrid. Santillana.

Lázaro Carreter, F. (1996). El dardo en la palabra. Madrid: Galaxia Gutemberg.

Linton, M. (1978). Manual simplificado de estilo para la preparación y redacción de artículos en psicología, ciencia y literatura. México: Trillas.

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Martín Alonso, A. (1960). Ciencia del lenguaje y arte del estilo. Madrid: Aguilar.

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Strunk, W., Jr., & White, E. B. (1979). The elements of style (3ª ed.). New York: Macmillan. Trabajo clásico que ofrece consejos claros y precisos sobre cómo escribir correctamente (en inglés).

Trimble, J. R. (1975). Writing with style: Conversations on the art of writing. Englewood Cliffs, NJ: Prentice-Hall. Ofrece consejos informales sobre los fundamentos de la escritura, cómo comenzar y cómo seguir, y sobre la importancia de pensar con claridad para escribir con claridad; ofrece asimismo consejos específicos sobre citas, puntuación y uso general del lenguaje.

Zinsser, W. (1990). On writing well: An informal guide to writing nonfiction (4ª ed.). NewYork: HarperCollins. Discusión informal sobre los principios que subyacen a una escritura correcta.

AÑADIR DICCIONARIOS

2. Textos orientativos en español sobre la confección de trabajos científicos

Cremmins, E. T. (1982). The art of abstracting. Philadelphia, PA: ISI Press. Describe en detalle cómo crear un abstract; se focaliza en las habilidades cognitivas utilizadas (leer, pensar, escribir y editar).

Eco, U. (1982). Cómo se hace una tesis: Técnicas y procedimientos de investigación, estudio y escritura. Barcelona: Gesisa.

Linton, M. (1978). Manual simplificado de estilo para la preparación y redacción de artículos en psicología, ciencia y literatura. México: Trillas.

López Piñero, J. M. y Terrada, M. L. (1993). La información científica y técnica. Instituto de Estudios Documentales e Históricos sobre la Ciencia. Valencia: Universidad de Valencia - CSIC.

Primo Yúfera, E. (1994). Introducción a la investigación científica y tecnológica. Madrid: Alianza.

Romera, J., Pérez Priego, M. A., Lamíquiz, V., y Gutiérrez Araus, M. L. (1995). Manual de estilo. (2ª Ed.). Madrid: UNED.

Sierra, R. (1996). Tesis doctorales y trabajos de investigación científica. (4ª Ed.). Madrid: Paraninfo.

Solomon, P. R. (1989). Research report writing in Psychology. Glenview, IL: Scott, Foresman and Co. [Versión española: (1989). Guía para redactar informes de investigación. México: Trillas].