Justicia solidaria POR JOSÉ MARÍA TOMÁS TIO El 25
de mayo el mundo entero "celebra" el "Día de la solidaridad
con los pueblos que luchan por la Independencia y los Derechos Humanos". Desde
este primer mundo nos gusta fijar fechas para otros sin contar con ellos. Al
pueblo que vive esclavizado o temeroso de obtener lo que para nosotros es
básico, no le debe hacer mucha gracia que otros lo celebren, ni que vayamos
brindando por su día de fiesta. ¿Celebrar qué? Estamos
recién llegados de Addis Ababa (Ethiopía),
donde La
altísima religiosidad (ortodoxa etíope y musulmana hasta el 90%) condena y
compadece, transige y justifica. Como
en tantos sitios, la clase dirigente se sigue aprovisionando de recursos,
quizá para la supervivencia en cuanto otros los echen del poder. Llevan a la
guerra a los conciudadanos (hasta hace poco con Eritrea) como única solución
para encauzar su agresividad y destinan un millón de dólares diarios a tan
beligerante menester. El país tiene el honor de ocupar el tercer lugar en la
Orden de los Más Pobres. La
magnitud del caos no justifica lamentaciones, impulsa al compromiso. Somos
deudores de Justicia, de una Justicia solidaria, que nos obligue a invertir
ilusión, recursos, inteligencia y disponibilidad, confiando en quienes puedan
darnos razón de su buen uso y adecuado destino. Quizá sea una reiteración
poner apellidos a la Justicia, pues no se puede entender la Justicia sin
Solidaridad, ni la Solidaridad sin Justicia. Son perspectivas de un mismo
horizonte. Es el
camino de una Justicia solidaria, que hemos de ir acostumbrándonos a recorrer
sin pisotear a nadie, porque "ellos" están en este mundo global que
a la Justicia llama y sus Derechos exigen. En esa propuesta de la Fundación
por la Justicia os esperamos. |