La arquitectura del cielo

de Emanuel Swedenborg

Traducción de Christian Kupchik

ISBN: 987-1156-12-X


 

Arquitectura del Cielo es una obra alucinante del genial erudito sueco Emanuel Swedenborg quien, en plena Edad de la Razón, representó, según los estudiosos, el movimiento de mayor independencia hasta ahora iniciado en la historia del pensamiento religioso. Hasta 1744 ­cuando sufre su crisis espiritual­ Swedenborg había contribuido de manera decisiva al conocimiento científico. A partir de entonces afirma tener permanente contacto con ángeles y espíritus y mantener interminables conversaciones con seres espectrales, hasta asumirse como un visitante habitual de los reinos celestiales, para dedicar las últimas tres décadas de su vida a describirlos como si estuviese promocionando nuevos paraísos turísticos.

La obra de Swedenborg debe tomarse como un poema infinito que nos describe un extraño país de hábitos y leyes naturales que escapan al alcance terrenal. Algo no muy distinto resulta de la confrontación con la sensibilidad oriental: existe una tensión allí que escapa a la geometría del conocimiento que se aplica en Occidente. Esta poética a la que Swedenborg se dedicó con verdadera pasión durante treinta años, representa en su inagotable energía mucho más que un curioso testimonio de la capacidad fantástica del ser humano: constituye en sí un sistema de pensamiento y de modo particular, una utopía. Esta utopía nos habla de una vida más digna de la que podemos conseguir atenazados por las mezquinas limitaciones de la existencia terrenal. Al fin y al cabo, el sueño de una vida eterna también forma parte de nuestra condición humana.

La cuidada edición de Christian Kupchik ­traductor del libro­ incluye ensayos críticos, notas, bibliografía y un estudio final, Swedenborgeana, en el que se analiza el fervor de Jorge Luis Borges por la obra de Emanuel Swedenborg.


 

Emanuel Swedenborg nació en Estocolmo en 1688. Su vida transcurrió entre las tradiciones de una civilización tambaleante y el súbito arranque de una nueva época que su mente anticipaba. Su padre fue el obispo luterano Jesper Svedberg. Desde los cuatro hasta los diez años ­le escribió más tarde Swedenborg a un amigo­ me dediqué constantemente a pensar en Dios, en la salvación, en las aventuras espirituales de los hombres. Varias veces revelé cosas que maravillaron a mis padres y les hicieron pensar que los ángeles hablaban por mí.

Asistió a la Universidad de Uppsala, donde estudió matemáticas y mecánica y dio muestras de poseer verdadero talento poético. Allí se doctoró con honores en Filosofía y Letras, a los veintiún años de edad. Además de griego y latín, comprendía bien el francés, el inglés, el holandés, el alemán y el italiano, idiomas que aprendió durante sus numerosos viajes. Proyectó vehículos mecánicos, artefactos voladores y un buque submarino, anticipándose a la invención del automóvil, el aeroplano y el submarino. También inventó armas y máquinas de todo tipo. Bosquejó la teoría atómica y la hipótesis nebular, con muchos años de anticipación a Laplace. Sus aportes a la biología fueron fundamentales. Se dedicó con pasión a la música. Era el modelo de enciclopedista inquieto. A partir de 1716 fue consejero del rey Karl XII de Suecia.

Su primera obra filosófica se publicó con el título Química, en 1720, pero la más representativa está reunida en tres volúmenes, publicados en 1734: Obras Filosóficas y Mineralógicas. Posteriormente escribe Infinito. Agobiado por lo sombrío de la época que le tocó vivir, se retiró a la vida espiritual en 1744 y pasó 29 años de su vida casi en la pobreza. Pero antes de dedicarse por completo a la religión dejó escritos un total de sesenta libros y opúsculos, entre los que se destacan Los Primeros Orígenes de las Cosas Naturales , El Cerebro , La Economía del Reino Animal y Psicología Racional . Sus predicciones lo colocaron en el lugar del visionario. Tal como lo había anunciado seis meses antes, Swedenborg murió el 29 de marzo de 1772.