Ingrid Thulin
La actriz sueca Ingrid Thulin (1929-2004)
, fue descubierta por el cineasta Ingmar
Bergman. Rubia de ojos azules, fría y misteriosa, personificaba
la belleza nórdica. A los 19 años, abandonó
su ciudad natal para tomar cursos de danza y teatro en Estocolmo,
donde descubre el teatro en Adela o la margarita
de Jean Anuilh, y luego el cine en El hijo
del mar de Rolf Husberg. Cuando Bergman la descubre en
el teatro municipal de Malmoe, donde actúa en la obra La guerra de Troya no
tendrá lugar de Giraudoux, su vida cambia por completo.
El gran director sueco la incluye de inmediato en el reparto de
Fresas
salvajes (1956), lanzando una carrera cinematográfica
que había comenzado con papeles secundarios en una quincena
de películas. Al año siguiente, en 1957, rueda con
Bergman En
el umbral de la vida, película por la cual comparte
el premio de interpretación femenina en Cannes con Bibi
Andersson y Eva Dahlbeck. Siempre con Bergman, Ingrid Thulin
interpreta a la compañera de un charlatán en El
rostro (1958), a una maestra atea enamorada de un pastor que
duda de Dios en Los
comulgantes (1962), a una alcohólica que se libra a
los placeres solitarios en El
silencio (1963) y a una de las tres hermanas de Gritos
y susurros (que recibe el Oscar en 1973). La actriz sueca
también tuvo papeles en producciones internacionales a
partir de los años 60, por ejemplo en Los
cuatro jinetes del apocalipsis de Vincente Minelli (1961),
La Guerra acabó de Alain Resnais
con Yves Montand (1966), o Los condenados
de Luchino Visconti (1969). Ingrid Thulin estuvo casada con el
actor sueco Claes Sylwander y luego durante más de treinta
años (1956-1989) con Harry Schein, el cofundador del Instituto
de cine sueco. Tras haberse instalado en Italia con Schein a mediados
de los 60, permaneció en ese país tras su divorcio.
Precisamente fue en Italia donde actuó por última
vez en un film, La casa de la sonrisa (1990)
de Marco Ferreri. Enferma de cáncer, Ingrid Thulin regresó
hace poco tiempo a Suecia para ser tratada en su país natal,
eligiendo finalmente morir cerca de sus familiares y amigos.
Fresas salvajes (1957) de Ingmar Bergman