Conferencia inaugural
Educación, tecnología y sociedad:
productores, prosumidores y profesores
prof. Mariano Fernández Enguita (UCM)
El
desarrollo tecnológico, sobre todo el de las tecnologías de la
información y la comunicación (TIC) y en particular su expresión en los
nuevos medios sociales (NMS), los servicios de redes sociales (SRS) y
las comunidades en línea (CEL), están alterando radicalmente el lugar
del aprendizaje en las relaciones sociales, de la educación en el
aprendizaje y de la escuela en la educación.
Nuestro
modelo escolar se basa en el privilegio de que la institución era la
ventana al mundo y el supuesto de que el acceso a la información
resultaba altamente costoso, por lo que ésta debía ser vehiculada por
el programa, el profesor y el libro de texto. Hoy, sin embargo, la
información está casi al alcance de todos, lo que, paradójicamente
genera escasez de conocimiento en la economía y déficit de atención en
la escuela. Al mismo tiempo, el conocimiento se torna también más
accesible fuera de la institución, y las maneras de acceder a la
información y al conocimiento fuera de ella se contraponen y llevan al
cuestionamiento de las maneras de hacerlo dentro de ella. En suma, la
institución se ve implícita y hasta explícitamente cuestionada en su
necesidad y en su idoneidad.
Y es
que la sociedad de la información y las redes entraña un
cuestionamiento a fondo de las viejas jerarquías de la sociedad
industrial y de consumo. Como futuros trabajadores, los estudiantes de
hoy deben prepararse para unas relaciones de producción que requieren
más autonomía, iniciativa, capacidad de trabajo en equipo, creatividad,
etc. que la vieja subordinación a la jerarquía propia del trabajo
fabril. De hecho, como trabajadores de su propio proceso de aprendizaje
ya se encuentran ante esa demanda, al menos fuera de la institución
escolar. Como consumidores presentes y futuros pasan de meros
consumidores inermes ante la publicidad a contertulios,
digamos lo así, en esas conversaciones que son los mercados. De hecho,
como consumidores de educación ya se valen de esas nuevas posibilidades
creadas por las redes y están tan poco dispuestos a aceptar sin
condiciones los mensajes de la escuela como los de la publicidad.
Como
nativos digitales, y a pesar de las brechas sociales en el acceso y en
el uso, en el entramado de las TIC, los NMS, los SRS y las CEL se
forman en una relación con su objeto de actividad y aprendizaje bien
distinta de la que la escuela les reservaba. Aprenden haciendo y
experimentando, en relaciones de colaboración horizontales, siguiendo
sus propios intereses, sin las viejas constricciones de tiempo y
espacio, a su propio ritmo y manera, etc.
Todo
esto sitúa a la institución escolar ante un desafío sin precedentes, el
de preparar a las nuevas generaciones para una sociedad en la que la
tecnología no es un dato constante para la inmensa mayoría (y una
variable para una minoría), sino una variable para todos sobre la que
es preciso obtener cierto grado de conocimiento y control. Pero también
ante el riesgo de sucumbir ante una tercera brecha digital, la que hoy
por hoy mantiene a la institución a la zaga de la sociedad y a la
profesión au-dessus de la mêlée en vez de a la altura de las circunstancias, brecha que amenaza con mantener, si no con agravar, la primera y la segunda.