EN UN RINCÓN DEL ALMA

 

Las novelas surgen de la realidad. O al revés. A veces lo real cobra vida desde las páginas de la ficción. A veces, muchas veces, los personajes inventados se escapan de las novelas y como en aquellas larvas ocupadas por cuerpos extraños en una excelente película de hace muchos años, se ponen a llenar las calles que conocemos y hasta el mismo rellano de la casa donde vivimos.  Eso pasa en las impresionantes novelas del escritor francés Patrick Modiano. La realidad y la ficción se mezclan para ofrecer a quien las lee una de las mejores literaturas de la memoria que se han escrito en el siglo pasado y lo que llevamos de éste. Hace más de treinta años leí “La rue des boutiques obscures” en una dificultosa traducción latinoamericana. Ahora acaba de publicar Anagrama otra versión y sobre todo reseño una feliz aparición: Dora Bruder. Los libros de Modiano son de pocas páginas. Así me gustan. Desdicen esas dimensiones la tontería impuesta por una falacia que cunde en los mentideros del oficio: uno es escritor cuando escribe una novela de quinientas páginas. Ésta que les cuento tiene 127, incluido el prólogo de Adolfo García Ortega, otro escritor excelente enamorado de la obra del autor francés: es una de las mejores novelas que he leído nunca. Fue editada hace diez años, desapareció del mapa y era imposible encontrarla. Ahora regresa en una limpia y hermosa edición de Seix Barral. Una desaparición sucede en el invierno de 1941. La Francia ocupada. Una adolescente judía sale de casa y su rastro se pierde. Tiempo después aparece engrosando una lista de deportados a los campos nazis. Un escritor lee la noticia de esa desaparición muchos años después. Y dedica su tiempo a investigar lo que pasó. El horror puede ser contado, a pesar de la sentencia de Adorno y de lo que digan quienes todavía hoy defienden el silencio como único discurso posible en el relato de aquel horror. Casi diez años antes de esta magnífica, imprescindible novela, Patrick Modiano escribió “Viaje de novios”, otra de sus obras excelentes, para llenar un hueco que en “Dora Bruder” permanece velado. Es el misterio que hace grandes algunas novelas. Ese misterio que siempre se quedará agazapado en el último rincón, y más desconocido, del alma humana. Y en los pliegues incógnitos de las mejores novelas de la historia de la literatura. Como “Dora Bruder”, sin ir más lejos. Poco más de cien páginas que valen por quinientas. Un lujo.