Bautizar a un hijo sin morir en el intento

Hay que ver como ha cambiado el cuento con esto del euro. Me explico: Resulta que estoy intentando buscar un sitio decente para realizar el banquete del bautizo de mi hija.

Entenderán que ante tal evento lo lógico es invitar a los más próximos (que no son siempre los más allegados) para poder festejar tamaño acto social, pero no por ahorrarme pasta sino para quedar como un señor con los que tienes más cerca en los momentos más delicados, que son a la postre los que están, quedan y son.

Pues bien, a resultas, después de visitar cienes y cienes de sitios, lo cierto es que mi desesperación ha llegado a donde jamás creí que debía llegar: al paroxismo, al summum de la histeria, de la sinrazón, de la extenuación y de la locura. Y ¿porqué?: pues muy sencillo: No entiendo como el euro ha podido convertirse en el monstruo de 7 cabezas capaz de engullirlo todo, sin razón aparente.

No entiendo como el euro ha llegado a esos extremos, a esas barbaridades tan injustificables y tan inexplicables, cantidades que por mucho que mi finita mente lo intente no alcanza a comprender. No entiendo como los que han tenido la oportunidad de evitar este disparate de subidas inconmensurables de precios, han podido autorizar y consentir una situación tan intolerable, tan salvaje y tan agresiva para nuestras maltrechas economías. No entiendo, insisto en la idea, en tan descomunal subida de precios, injustificadas, agresivas y galopantes. Francamente, no lo entiendo.

Como es posible que para una celebración tan íntima como la que quiero emprender tenga que empeñar un riñón, cuando no hace mucho tiempo por el mismo dinero me podía ir de vacaciones a Cancún, Todo Incluido, durante un mes, con toda mi familia. Tampoco alcanzo a comprender como los que se aprovechan de los demás en estas situaciones, tan cotidianas ellas, alcanzan tales niveles de vileza, villanería, pillería y ultraje, pero lo cierto es que estoy deprimido porque como siga el euro el ritmo que lleva o la escalada continúa y constante que produce en los precios, me temo que por mucho que trabaje 18 horas diarias, muy difícil lo voy a tener como para cubrir mis más perentorias necesidades y la de los míos. Semejantes despropósitos sólo pueden producirme algún que otro retortijón estomacal, que como cura presenta una placentera, inigualable y regocijante sentada ante el espejo de lo finito, que es donde todos nos damos cuenta de nuestra vulnerabilidad y volatilidad.

¿Es que en España siempre "semos" y seremos diferentes?. Desde los años 60 hasta nuestros días, el turismo y la hostelería han sido motores de la economía....pero coño ¿tanto?.

Con todo, no entiendo como los banqueros todavía están por encima en la clasificación o ranking de los más ladrones de éste, nuestro querido gran, país de marionetas, rinconete y cortadillo y el Peret.

Supongo que hoy en día se ha perdido la decencia y la honradez de la gente de otras épocas, nuestros padres y abuelos (sin ir más lejos).

Más que esta sensatez que recuerdo en mis mayores, se impone hoy en día la máxima que no respeta a nadie: “roba siempre lo que puedas porque si no lo haces te robarán a ti”. Por eso, he pensado en irme al campo, hacer una paella e invitar a toda mi familia, como un día normal. Sin duda, quedaré como un señor y mi mente descansará tranquila pensando que ese día, en algún lugar del campo.....nadie le robó......a manos llenas......

* La presente columna de opinión fue publicada en Astrolabio.net y en el foro de Las Provincias.

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