Ésta que presentamos es una serie de retratos de personas anónimas donde no aparecen sus caras, “retratos sin rostro”. Con el posado imperante en nuestra sociedad actual se ha perdido la espontaneidad del retrato que expresa el gesto real. Se dice que estamos en un momento histórico en el que reina la imagen, pero quizás nos encontremos saturados y aturdidos por un exceso de imágenes controladas, impostadas y retocadas para adecuarlas a los actuales cánones sociales.

Sin embargo, podríamos decir que no todo está controlado, fingimos un gesto pero el resto de nuestro cuerpo puede ser libre de expresar una realidad que no llegamos a maquillar.

Se propone una narración desde un lenguaje fotográfico basado en el fragmento. Gestos, detalles en los que no reparan sus protagonistas que pasan a ser modelos sin saberse observados, imágenes fragmentarias e incompletas que obligan al espectador a imaginar el contexto y profundizar en el relato.

El fragmento como elemento discursivo nos obliga a ser lectores activos y reflexivos. Las imágenes pueden hablar por si solas pero siempre hace falta un interlocutor para que haya diálogo, y estas imágenes incompletas obligan a la interpretación haciendo que nuestra observación sea más pausada y profunda. El espectador deberá imaginar un contexto involucrándose en esa situación.

Andrés Castillo