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Llamáralo
aunque muda, mas no sabe el nombre articular que más querría; ni lo ha visto, si bien pincel süave lo ha bosquejado ya en su fantasía. Al pie —no tanto ya, del temor, grave— fía su intento y, tímida, en la umbría cama de campo y campo de batalla, fingiendo sueño al cauto garzón halla. |
La narración sigue dándonos todos los detalles de lo que pasa
por la mente de Galatea: quiere encontrar al dueño de la ofrenda
y le desespera no saber su nombre. A pesar de no saber nada de
él, su imaginación se ha puesto a trabajar rápidamente.
Finalmente se decide a buscarlo no sin algunos nervios (tímida).