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ESTROFA LIII | SIGUIENTE |
Marítimo alcïón roca eminente sobre sus huevos coronaba, el día que espejo de zafiro fue, luciente, la playa azul, de la persona mía. Miréme y lucir vi un sol en mi frente, cuando en el cielo un ojo se veía: neutra, el agua dudaba a cuál fe preste, o al cielo humano, o al cíclope celeste. |
Polifemo describe también con orgullo su rostro. Nuevamente usa
una metáfora empleada ya por el narrador (su ojo es un sol) y,
pese a ello, cada vez es más patente el contraste entre la
valoración que el cíclope hace de sus cualidades y la que hacen
los demás.
Algunos comentaristas han cuestionado que el último verso se
pueda considerar endecasílabo, debido a lo forzado que resulta
leer en una única sílaba "no o al". Una lectura posible es:
O al - cie - lo hu - ma - no, o
al - cí - clo - pe - ce - les - te.
donde hemos marcado las sílabas tónicas en negrita. La lectura
resulta natural y resalta el texto si se va retardando el ritmo
desde la sinalefa inicial O al, hasta pronunciar muy
lentamente no, o al, de modo que la lentitud del ritmo
permita pronunciar noal, con una "o" levemente más larga
de lo normal, para luego acelerar bruscamente el ritmo desde cí
hasta les, y terminar el verso a velocidad normal.
El resultado es la entonación que correspondería a un Polifemo
que duda si describirse con una hipérbole tan desmesurada, pero
que finalmente decide sostenerla con aplomo.