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Consolallo
pudiera el peregrino con las de su edad corta historias largas si, vinculados todos a sus cargas cual próvidas hormigas a sus mieses, |
510 |
no
comenzaran ya los montañeses a esconder con el número el camino, y el cielo con el polvo. Enjugó el viejo del tierno humor las venerables canas y, levantando al forastero, djjo: |
515 |
En el segundo verso tenemos una nueva alusión a
las desdichas amorosas del peregrino (tan graves que podrían
consolar
al viejo de la pérdida de su hijo), que aparecen ya en el verso
10, donde el peregrino da al mar "lagrimosas de amor dulces querellas"
y el mar se conduele.