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Coros tejiendo, voces alternando | 540 |
sigue la
dulce escuadra montañesa del perezoso arroyo el paso lento, en cuanto él hurta blando, entre los olmos que, robustos, besa, pedazos de cristal que el movimiento |
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libra en
la
falda, en el coturno
ella, de la coluna bella, ya que celosa basa, dispensadora del cristal no escasa. |
La complejidad de estos versos se corresponde con la atención
y la habilidad que ha de tener un observador "lascivo" (que
diría
Góngora) para ver los tobillos de las mujeres en el arroyo
aprovechando
el baile.