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El 7 de enero de 1830
murió la reina Carlota Joaquina de Portugal, viuda del rey
Juan VI y hermana del rey Fernando VII de España.
El 20 de enero se
reuniò en Bogotá la asamblea constituyente convocada
por Simón Bolívar. Con Venezuela clamando por la
independencia, Bolívar presentó su dimisión
como presidente del gobierno, pero no fue aceptada.
A finales del año anterior, un senador de Connecticut
propuso en el Senado estadounidense una ley que limitara la venta
de tierras en los territorios del oeste. Con ello expresaba los
recelos de Nueva Inglaterra de que la formación de nuevos
Estados cada vez más grandes y más poblados en el
oeste terminara por reducir a la insignificancia a los
pequeños Estados del este. Obviamente, su propuesta tuvo
muchos detractores y un senador de Misuri terminó acusando
abiertamente al noroeste de conspirar contra el oeste. Dicha queja
fue recogida gustosamente por el senador Robert Young Hayne, de
Carolina del Sur, que pronto desvió el asunto para defender
la teoría sobre los derechos de los Estados a las que
Carolina del Sur se acogía cada vez con más
vehemencia. Le replicó el senador Daniel Webster, de
Massachusetts, dando inicio al debate
Hayne-Webster, el mayor despliegue de oratoria
jamás visto en la nación. Webster negó que el
noroeste fuese hostil al oeste, pero pronto dejó ese asunto
espinoso para centrarse en una fervorosa defensa del unionismo.
Ambos se pronunciaron sobre las cuestiones fundamentales. Los
discursos de Hayne los escribía el más elocuente
defensor de los derechos de los estados, el vicepresidente
Calhoun, que también era de Carolina del Sur. Webster no
necesitaba ayuda de nadie, y es considerado uno de los mejores
oradores estadounidenses. Su intervención más
destacada fue un discurso que dividió en dos sesiones, los
días 26 y 27 de enero. Se conservan sus
últimas palabras:
Cuando mis ojos contemplen por última vez el sol en el cielo, que no lo vea yo sobre los fragmentos rotos y deshonrados de una Unión antaño gloriosa; sobre Estados separados, discordantes, beligerantes: sobre una tierra desgarrada por las disputas civiles o, quizá, anegada de sangre fraterna. Que su débil y persistente mirada contemple, en cambio, la magnífica enseña de la república, hoy conocida y honrada en toda la Tierra, aún plenamente desplegada, sus armas y trofeso brillando con su lustre original, sin ninguna franja borrada ni manchada, sin una sola estrella oscurecida, llevando como lema, no una miserable pregunta, como ¿de qué vale todo esto?, ni esas otras palabras engañosas y absurdas: la libertad primero y la unión después; sino, en todas partes, estampada en vivos caracteres, resplandeciente en todos sus amplios pliegues, al ondear sobre el mar y sobre la tierra, y a todos los vientos bajo la totalidad de los cielos, ese otro sentimiento, caro a todo verdadero corazón americano: ¡Libertad y unión, ahora y siempre, unidas e inseparables!
Esta estremecedora imagen de los Estados Unidos terminando como
sus vecinos del sur impresionó a muchos, pero no a Carolina
del Sur, que siguió reivindicando los derechos de los
Estados, sin dejar de insinuar la posibilidad de la
secesión.
El 3 de febrero Francia, Gran
Bretaña y Rusia acordaron proponer como futuro rey de
Grecia al príncipe Leopoldo de Sajonia-Coburgo, viudo de la
única hija legítima del rey Jorge IV de Gran
Bretaña, que había muerto de parto (junto con su
hijo). Sin embargo, cuando se informó sobre la
situación política de Grecia, declinó la
oferta.
Entre los portugueses exiliados a Gran Bretaña tras la
usurpación del trono de Portugal por el rey Miguel I se
encontraba Pedro de Sousa,
el marqués de Palmela,
a quien el emperador Pedro I del Brasil nombraba ahora tutor de su
hija Isabel, la reina legítima de Portugal, y en su nombre,
Palmela, con ayuda británica, tomó la isla Terceira,
en las Azores, y organizó allí una regencia.
En Chile se iba cumpliendo el protocolo estipulado en el pacto de
Ochagavia. Se había constituido un Congreso para modificar
la ley electoral y nombrar un gobierno provisional. El pacto de
Ochagavia establecía que este gobierno debía estar
presidido por el liberal Ramón Freire, pero el 17 de febrero José
Tomás Ovalle, el presidente de la Junta de Gobierno
provisional, se las arregló para que su sucesor fuera el
conservador Francisco Ruiz-Tagle, mientras Ovalle se
convertía en vicepresidente. Más aún, Freire
fue depuesto como jefe del ejército y fue sustituido por
José Joaquín Prieto. El resultado fue que Freire se
sublevó y las hostilidades continuaron.
En las Provincias Unidas del Río de la Plata, el 25 de febrero el ejército del
unitario José María Paz derrotó al del
federalista Juan Facundo Quiroga en la batalla
de Laguna Larga. Tras ella Paz se hizo con el control de
la provincia de Córdoba y Quiroga tuvo que refugiarse en
Buenos Aires.
Ese mismo día se estrenó en París Hernani, un drama de Victor
Hugo en el que los románticos admiradores del autor
tuvieron que acallar a gritos a los clasicistas que abucheaban la
obra.
Stendhal publicó su primera obra maestra: la novela El rojo y el negro, que tuvo
un gran éxito. Lamartine publicó sus Armonías poéticas y
religiosas.
El rey Carlos X de Francia demoró todo lo que pudo la
convocatoria de las Cortes, ya que los liberales tenían la
mayoría, pero el 2 de marzo
tuvo que inaugurar la nueva legislatura. Se esperaba un discurso
moderado, pero el rey elogió su propia actuación, y
en particular su elección del ultramonárquico
Polignac como jefe del gobierno. Los liberales consideraron el
discurso como una provocación.
Puskin terminó su Eugenio
Onegin. De esta época son también sus Relatos de Belkin. y sus "pequeñas tragedias",
la más famosa de las cuales es la titulada Mozart y Salieri, en la que
recoge una teoría popular sin fundamento según la
cual Antonio Salieri envenenó a Mozart por envidia.
Mary Shelley vendió los derechos de autor para una segunda
edición de Frankenstein.
Ese año escribió también la novela Perkin Warbeck.
El 11 de marzo Bellini
estrenó en La Fenice de Venecia su ópera Los Montescos y los Capuletos,
para la cual adaptó la música que había
escrito para Zaira.
El 18 de marzo los liberales
franceses aprobaron un decreto por el que los ministros nombrados
por el rey debían contar con la aprobación del
Parlamento. Temiendo algo así, el día anterior el
rey había convocado nuevas elecciones para dentro de cuatro
meses, y el 19 de marzo
disolvió el Parlamento.
El 26 de marzo estaban
disponibles para la venta los primeros ejemplares del Libro de Mormón. Sin
embargo, en los meses siguientes, apenas se vendió un solo
ejemplar. Harris, desesperado, trató de venderlos por
sí mismo, pero acabó aceptando resignado que nadie
quería comprarlo. Esto le supuso la pérdida
definitiva de su granja. Los pocos ejemplares que se vendieron no
los compraron precisamente adeptos, sino que sirvieron para
constatar que muchas partes del texto estaban copiadas o
mínimamente adaptadas de la Biblia.
En la isla de Java, el príncipe rebelde Diponegoro estaba
siendo acorralado por los neerlandeses. Exigía que la isla
fuera considerada un estado libre gobernado por un sultán y
reclamaba para sí el título religioso de Califa. Los
neerlandeses se ofrecieron a negociar y declararon una tregua. No
obstante, el 28 de marzo,
cuando acudió personalmente a participar en las
negociaciones, fue hecho prisionero y enviado al destierro. La
guerra había provocado la destrucción de las
cosechas, por lo que siguió un periodo de hambre y
epidemias. El nuevo gobernador neerlandés de las Indias
Orientales, Johannes van den
Bosch, tomó medidas para que la isla compensara
las pérdidas ocasionadas por la guerra: desarrolló
un sistema de cultivos obligatorios, por el que los nativos
tenían que cultivar productos de interés para la
exportación.
El rey Fernando VII de España había tenido una
única hija que murió en el parto junto con su madre,
la segunda esposa del monarca, y ahora, María Josefa de
Sajonia, su cuarta esposa había quedado embarazada. La
noticia desesperó a los ultras, que —al igual que media
España— esperaban con ansia la muerte del rey (que
aún iba a cumplir los cuarenta y seis años) para que
su hermano Carlos asumiera la corona. Su única esperanza
ahora era que la reina diera a luz a una niña, porque
Felipe V, el primer rey de la dinastía borbónica en
España, había promulgado la ley sálica poco
después de acceder al trono, luego si nacía una
niña el infante don Carlos seguiría siendo el
heredero legítmo. Sin embargo, Fernando VII quiso evitar
esa posibilidad y el 31 de marzo
publicó la pragmática
sanción, por la que derogaba la ley sálica.
Se podría discutir si el monarca tomó alguna vez una
decisión acertada en su vida, pero, ciertamente,
ésta sería la última que podría
considerarse como tal: la única —y no poca— utilidad de que
todos los habitantes de un país se resignen a aceptar como
rey al que le toca por nacimiento de acuerdo con unas normas
claras de sucesión, por muy nefasto que pueda ser el
heredero de turno —y Fernando VII había demostrado que
podía ser mucho más nefasto de lo que cualquiera
hubiera podido imaginar— era evitar las sangrientas guerras de
sucesión que periódica e indefectiblemente han
azotado a todas las naciones suficientemente grandes con un
sistema de gobierno electivo (salvo los Estados Unidos). Cambiar
las normas de sucesión en un momento en el que ello altera
el sucesor es provocar un conflicto que no puede acabar sino en
una guerra civil, destruyendo la única razón de ser
de la monarquía.
La situación era más compleja, porque, en realidad,
había sido Carlos IV el que derogó en su día
la ley sálica e hizo que las cortes aprobaran su
decisión. Ello sucedió cuando el rey actual
tenía cinco años, y su hermano Carlos uno. Carlos IV
había perdido varios hijos anteriores a los pocos
años de su nacimiento, y temía que Fernando y Carlos
pudieran correr la misma suerte, así que derogó la
ley sálica para que, en caso de que murieran, sus hermanas
mayores pudieran heredar la corona. A pesar de que en ese momento
la reforma no habría suscitado ninguna controversia, no
hizo público el decreto, de modo que pocos conocían
su existencia. Ahora Fernando VII se limitaba a hacer
pública una ley ya aprobada, pero, claro, los carlistas
pensaron que se trataba de una manipulación descarada del
rey, otra de sus muchas mentiras cínicas, y estalló
la polémica.
El presidente chileno Ruiz-Tagle no sólo no fue aceptado
por los liberales, que se habían rebelado bajo la
dirección de Freire, sino que el propio jefe del
ejército gubernamental, el conservador José
Joaquín Prieto, hacía caso omiso de sus
instrucciones. Por ello Ruiz-Tagle aceptó el consejo de
dimitir para que el vicepresidente Ovalle reasumiera la
presidencia el 1 de abril, ya
que se llevaba mejor con los conservadores.
El 6 de abril Joseph Smith
fundó la Iglesia de
Cristo, que contaba en esos momentos con unos treinta
seguidores, aunque el número de bautizados aumentaba poco a
poco. Unos días más tarde realizó un
exorcismo en Colesville
por el que fue procesado, aunque resultó absuelto. No
obstante, Smith y Cowdery tuvieron que salir huyendo de la ciudad
para evitar ser linchados por una multitud.
El 13 de abril se
delebró en Washington "el día de Jefferson", en
conmemoración de su nacimiento. El senador Hayne, en
colaboración con otros senadores de Carolina del Sur,
organizó una cena en la que pretendían reforzar los
vínculos entre los Estados del sur y los del oeste contra
los del norte. El presidente Jackson fue invitado con la esperanza
de que se decantara por ellos. Hasta la fecha no se había
pronunciado ni como unionista ni como defensor de los derechos de
los Estados. El momento más destacado se produjo a la hora
de los brindis. El primero en brindar fue Hayne, que dijo: "La unión de los Estados, y
la soberanía de los Estados". A este siguieron
varias decenas de brindis, la mayoría exaltando los
derechos de los Estados, mientras Jackson permanecía
sentado en silencio. Finalmente le tocó el turno y todas
las miradas estaban puestas en él. Se levantó y,
mirando fijamente a Calhoun, con voz resonante dijo: ¡Nuestra Unión
Federal... debe ser conservada! Y si Jackson decía
que debía ser conservada, todos podían estar seguros
de que la defendería a muerte. Calhoun, nervioso,
trató de rebajar las palabras del presidente con su
intervención: Nuestra
Unión, después de nuestra libertad, es lo
más caro para nosotros. Ojalá que siempre
recordemos que sólo puede ser conservada distribuyendo
los beneficios y las cargas de la Unión. Pero
Jackson siguió mirando a Calhoun con severidad. Estaba
claro que, mientras Jackson fuera presidente, la carrera
política de Calhoun estaba acabada, y que nunca
llegaría a la presidencia. Al parecer, poco antes alguien
había hecho saber oportunamente al presidente que, en
contra de lo que siempre había creído, había
sido Calhoun y no John Quincy Adams quien había pedido que
se le abriera un consejo de guerra a raíz de su
actuación en Florida, diez años atrás.
El 17 de abril las tropas
gubernamentales chilenas dirigidas por José Joaquín
Prieto derrotaron a los liberales rebeldes dirigidos por
Ramón Freire en la batalla
de Lircay, que puso fin a la guerra civil. Muchos
liberales fueron exiliados. La situación permitió al
presidente Ovalle tomar medidas autoritarias. Introdujo una
férrea censura de la prensa y centralizó en Santiago
la política del país.
El 29 de abril fue proclamada
la nueva constitución colombiana.
Simón Bolívar pidió poderes dictatoriales
para entrevistarse con Páez, pero su petición fue
denegada. El 4 de mayo
renunció definitivamente a la presidencia colombiana. Fue
sustituido por Joaquín
Mosquera, si bien, por su ausencia, el gobierno
quedó temporalmente en manos del vicepresidente, Domingo Caycedo.
El 6 de mayo un congreso
reunido en Valencia proclamó la independencia de Venezuela.
José Antonio Páez fue reconocido como presidente de
la república hasta que se celebraran elecciones.
Al enterarse de la secesión venezolana, un grupo de la
aristocracia de Quito se reunió el 13 de mayo y declaró también la
independencia del territorio, bajo el nómbre de
república de Ecuador.
Eligieron como presidente provisional al general venezolano Juan José Flores.
El 16 de mayo murió el
matemático francés Jean Baptiste Joseph Fourier. Su
muerte ocasionó que se perdiera un artículo que un
joven matemático de diecinueve años le había
enviado en calidad de secretario de la Academia de Francia para
optar al premio anual que ésta otorgaba. El aspirante se
llamaba Evariste Galois,
y el trabajo versaba sobre qué ha de cumplir una
ecuación polinómica para ser resoluble por
radicales. Galois acababa de conocer el trabajo de Abel y se dio
cuenta de que sus resultados coincidían parcialmente,
así que se puso a estudiar más a fondo la
teoría de funciones elípticas.
Tras un acalorado debate, el Congreso de los Estados Unidos
aprobó la Ley de
traslado de los indios, que autorizaba al gobierno a
negociar tratados con los indios para trasladarlos al oeste del
Mississippi. El presidente Jackson firmó la ley el 28 de mayo. En realidad ya se
habían firmado muchos tratados de traslado, tanto por parte
del gobierno federal como de Estados individuales.
Teóricamente los traslados tenían que ser
voluntarios, es decir, que la ley no obligaba a los indios a
firmar ningún tratado que no consideraran conveniente, pero
había muchos medios de hacerlos firmar: desde el simple
engaño hasta el aceptar como vinculante la firma de unos
pocos jefes sobornados a tal efecto.
El 4 de junio fue asesinado en
una emboscada Antonio José de Sucre. Existen diversas
teorías sobre quién o quiénes organizaron su
asesinato y por qué. Una de ellas afirma que la provincia
de Pasto quería
incorporarse a la república de Ecuador y que Sucre fue
asesinado por orden del general José
María Obando, en previsión de que Sucre
tratara de retenerla bajo la soberanía colombiana. Otra
versión dice que Sucre se dirigía a Ecuador y que
Juan José Flores lo hizo asesinar para que no le arrebatara
la presidencia, etc.
El 13 de junio Joaquín
Mosquera asumió la presidencia de Colombia.
El 14 de junio una flota
francesa desembarcó en Argelia com más de 37.000
soldados dispuestos a vengar "el
asunto del abanico", bajo las órdenes de Louis-Auguste-Victor de Ghaisne,
conde de Bourmont y
mariscal de Francia. El gobernador argelino reunió en pocos
días un ejército de unos 10.000 hombres.
El 26 de junio murió el
rey Jorge IV de Gran Bretaña. Dejó cuatro hijos
ilegítimos, dos de ellos varones, pero ninguno que pudiera
sucederle. Su hermano Federico había muerto tres
años atrás, también sin descendencia,
así que la corona la heredó su siguiente hermano,
que se convirtió en el rey Guillermo IV, a punto de cumplir sesenta y cinco
años de edad. Había tenido dos hijas que murieron al
poco de su nacimiento, así que su herdera era su sobrina
Victoria, la hija de su hermano Eduardo, que tenía ya once
años. Su madre, la duquesa Victoria de Sajonia-Coburgo, se
llevaba mal con el nuevo monarca, y trató de mantenerlo
apartado de su hija. En cierta ocasión Guillermo IV dijo
que ojalá que pudiera reinar hasta la mayoría de
edad de Victoria.
El nuevo rey resultó ser mucho más sensato y eficiente que su hermano. El duque de Wellington declaró que en diez minutos despachaba más asuntos con Guillermo IV que con su hermano en varios días. Otro de sus allegados declaró que el nuevo rey hacía todas las preguntas necesarias para comprender cada problema, mientras que su hermano evitaba preguntar para no evidenciar ignorancia y su padre preguntaba mucho, pero no atendía a las respuestas.
El 28 de junio el
ejército francés estaba preparado para asediar
Argel.
El 4 de julio cayó Sultan-Khalessi, el principal
fuerte que defendía Argel y el 5
de julio la ciudad capituló. Los franceses
entraron en la ciudad con un balance de 415 muertos en sus filas.
Bourmont organizó un gobierno provisional de la ciudad,
contando con el apoyo de jefes locales que desde el primer momento
se habían aliado con los franceses.
Ese mismo día José María Paz
constituyó la Liga
Unitaria, que unía a nueve provincias de las
Provincias (teóricamente) Unidas del Río de la
Plata, las provincias interiores, que establecían una
alianza defensiva y ofensiva contra las provincias federalistas
del litoral.
Los ultras franceses se estaban viendo en dificultades para
amañar las elecciones al Parlamento, así que el 6 de julio Polignac urgió al
rey Carlos X a que invocara al artículo 14 de la
Constitución que permitía suspenderla en caso de
emergencia, otorgando poderes extraordinarios al monarca. El plan
era anular las elecciones en curso y convocar otras más
adelante, después de haber nombrado "a dedo" prefectos
provinciales ultramonárquicos que pudieran amañar
adecuadamente los resultados electorales para que la voluntad de
Dios se impusiera sobre la de los franceses.
El 9 de julio llegó a
París la noticia de la toma de Argel. El rey Carlos X
pensó que este éxito le ayudaría a imponerse
sobre los liberales, pero lo realmente importante fue que lo
privó del apoyo británico. El rey respondió
altaneramente a los británicos cuando le pidieron
explicaciones sobre sus intenciones en Argelia.
El 18 de julio se
aprobó la constitución del Estado
Oriental del Uruguay, que fue el nombre que adoptó
la que los rioplatenses llamaban Banda Oriental y los
brasileños Provincia Cisplatina.
El 17 de julio un inventor francés llamado Barthélemy Thimonnier patentó una máquina de coser y se dispuso a abrir una empresa que fabricaría uniformes para el ejército francés mediante sus máquinas. Sin embargo, su fábrica fue incendiada por obreros que temían perder sus trabajos si se difundía el uso de las máquinas de coser. Thimonnier trabajó muchos años perfeccionando su invento, pero nunca consiguió que fuera aceptado y murió en la pobreza.
El 26 de julio el rey Carlos X
de Francia anunció que, de acuerdo con el artículo
14 de la constitución, reforzaría su gobierno con
unas ordenanzas, las cuales (firmadas e día anterior)
establecían entre otras cosas: la supresión de la
libertad de prensa, la disolución de la Cámara de
los Diputados, una reducción del número de diputados
en las futuras cámaras y la exclusión de la
burguesía del proceso electoral. Habían sido
preparadas tan en secreto que ni la policía había
sido advertida para contener posibles revueltas el día de
su publicación. Los liberales, que esperaban alguna clase
de maniobra ultrarrealista, no se esperaban algo tan
drástico y tan pronto, así que las ordenanzas
causaron principalmente estupor. Inmediatamente se produjeron
reuniones clandestinas, especialmente de los principales
periodistas liberales.
El 27 de julio, desafiando las
ordenanzas, cuatro periódicos parisinos publican sin
autorización una protesta de los periodistas en la que las
declaran inconstitucionales. El prefecto de policía ordena
la incautación de las prensas y se producen enfrentamientos
entre la policía y los trabajadores de los
periódicos. A lo largo de la tarde empiezan a aparecer
grupos de manifestantes que montan barricadas y hostigan a los
soldados tirándoles piedras, ladrillos, macetas...
Finalmente asaltan una tienda de armas. Hacia la puesta del sol
los soldados empezaron a disparar contra los manifestantes.
El 28 de julio París
estaba lleno de barricadas. Unos 10.000 insurgentes asaltaban los
arsenales cantando la Marsellesa, prohibida desde los tiempos de
Napoleón. A las once de la mañana el gobierno se
refugia en el palacio de las Tullerías, desde donde
Polignac envía un mensaje al rey Carlos X, que estaba en el
palacio de Saint-Cloud,
instándolo a reaccionar con rapidez. Hacia el
mediodía, los manifestantes enarbolaron la bandera tricolor
revolucionaria.
Mientras tanto, los diputados liberales tratan de negociar con el
gobierno. Éste exige el fin de las revueltas como primer
paso, mientras que aquéllos piden la derogación de
las ordenanzas. Sin embargo, la discusión no duró
mucho, pues Polignac, en una habitación contigua, se
negó a recibir a los diputados.
En la mañana del 29 de julio
dos regimientos que defendían la plaza Vendôme se
pasan al lado de los insurgentes. El marqués de La Fayette,
a sus setenta y tres años, acepta el ofrecimiento de
ponerse al frente de la Guardia Nacional, disuelta tres
años atrás, y que se acaba de reconstituir. Incluso
se le llega a proponer la presidencia de una nueva
república francesa, pero él declina y sugiere que se
ofrezca la corona al duque Luis Felipe de Orleans, primo del rey.
El duque había regresado a Francia tras la caída de
Napoleón, y había sido uno de los principales
beneficiarios de las compensaciones que Luis VIII y Carlos X
habían decretado para los exiliados por la
revolución francesa. Contaba con el afecto del pueblo en
gran parte gracias al recuerdo de su padre, Felipe Igualdad. Desde
su regreso a Francia había adoptado una vida esencialmente
"burguesa" y había manifestado una oposición
moderada a los ultras. La idea de proponerlo como rey no era
original de La Fayette, sino que ya se venía barajando
desde hacía algunos días, y los liberales lo
habían tanteado al respecto. Él mantuvo en todo
momento una posición cauta que no lo comprometía, de
acuerdo con las recomendaciones de los propios liberales.
Para el duque de Orleans trabajaba como escribiente un joven de
veintiocho años de escasa formación, pero de
excelente caligrafía, llamado Alexandre Dumas. El joven completaba su
formación de forma autodidacta, y había publicado un
vaudeville y una novela.
Ese año estrenó un drama histórico titulado Enrique III y su corte, con
el que adquirió cierta notoriedad (no sin provocar cierta
polémica: la obra fue calificada de "escándalo en prosa",
en alusión al Hernani
de Hugo, al que sus detractores calificaron de escándalo en verso).
El rey Carlos X aceptó finalmente las presiones de los
insurgentes y destituyó a Polignac y al resto de su
gobierno, disponiendo la formación de un nuevo gabinete.
Con ello decepcionó a los ultras y se quedó aislado
políticamente. Por la tarde los insurgentes dominan
París y el ejército ha tomado posiciones para
defender el palacio de Saint-Cloud, donde se encuentra
todavía el rey. La revolución había
triunfado. Los tres últimos días son conocidos en la
historia de Francia como las
tres (jornadas) gloriosas.
Los periodistas liberales redactaron unos carteles que los
parisinos pudieron leer en las paredes de la ciudad en la
mañana del 30 de julio:
Carlos X no puede volver a París. Ha hecho derramar la sangre del pueblo.
La república nos expondrá a divisiones horribles y nos enfrentará con Europa.
El duque de Orleans es un príncipe dedicado a la causa de la Revolución.
El duque de Orleans nunca se ha enfrentado a nosotros.
El duque de Orleans ha llevado a fuego la enseña tricolor.
El duque de Orleans puede llevarla de nuevo. No queremos a otro.
El duque de Orleans se ha pronunciado: acepta la Constitución como siempre la hemos querido y entendido. Obtendrá la corona del pueblo francés.
Ese día llegaron a los insurgentes las noticias sobre el
cese del gobierno decretado por el rey, pero ya era tarde, se
había formado un gobierno provisional que había
anunciado que Carlos X ya no era rey de Francia.
El 31 de julio el rey Carlos X
se vio obligado a abandonar Saint-Cloud cuando una multitud se
disponía a saquear el palacio. Se refugió en
Versalles mientras Luis Felipe de Orleans entraba en París
y aceptaba el cargo de Lugargeniente General del Reino que le
ofrecía la Cámara de los Diputados. Por la noche el
rey llegaba a Rambouillet,
un pueblo cercano a París.
El 1 de agosto Carlos X
sorprendió a todos enviando al duque de Orleans en el que
lo nombraba Lugarteniente General del Reino. Según sus
propias palabras:
El señor duque de Orleans está en París, donde los rebeldes ya lo han nombrado Lugarteniente General del Reino. Es posible que nombrándolo yo mismo haga un llamamiento a su honor al que no será del todo insensible. Es posible igualmente que este paso lo obligue a renunciar a sus planes culpables. Mi confianza en él puede forzarlo igualmente a defender los intereses de la corona.
La respuesta del duque fue:
El señor duque de Orleans ha recibido con respeto el mensaje que M. de Girardin le ha entregado de parte del rey y se ha sentido muy emocionado. Se siente orgulloso de que el rey haga justicia a su afecto. Pero las circunstancias son tales que le será imposible darle otra respuesta sin comprometer sus mayores intereses. Él desea vivamente ser útil al rey, ve con un dolor inexpresable la posición en la que se encuentra el rey, así como los príncipes y princesas que lo acompañan, y no dejará de hacer todos los esfuerzos que pudieran estar en su poder para preservarlos de todo peligro. Le ruega a M. de Girardin que le pida al rey que le haga saber en el más breve plazo posible qué medidas podría tomar para preservarle de los peligros que lo amenazan.
Ese mismo día encargó que se contrataran los dos
mayores barcos estadounidenses que pudieran hallarse y que fueran
llevados a Cherburgo. El
prefecto marítimo de esta ciudad recibió
instrucciones secretas en las que se le recomendaba que "Su majestad el rey Carlos X y su
familia fueran rodeados de los signos del mayor respeto tanto en
Cherburgo como a bordo de los barcos". En suma, Luis
Felipe preparó el exilio del rey.
El 2 de agosto el rey Carlos X
intentó una nueva maniobra por salvar la dinastía, y
escribió al duque de Orleans en los términos
siguientes:
Primo mío:
Estoy profundamente apenado por los males que afligen o que podrían amenazar a mis pueblos por no haber buscado un medio de prevenirlos. Por ello he tomado la resolución de abdicar de la corona en favor de mi nieto el duque de Burdeos. El Delfín, que comparte mis sentimientos, renuncia también a sus derechos en favor de su sobrino.
Vos deberéis, pues, en calidad de Lugarteniente General del Reino, proclamar el advenimiento de Enrique V a la corona. Tomaréis además todas las medidas que os conciernen para regular las formas de gobierno durante la minoría de edad del nuevo rey [...] y me comunicaréis lo antes posible la proclamación por la que mi nieto será reconocido bajo el nombre de Enrique V. [...] Os reitero, primo mío, el testimonio de los sentimientos por los que me considero vuestro primo afectuoso.
El duque de Burdeos tenía entonces diez años, y era
hijo del duque de Artois, que había muerto asesinado diez
años atrás. La idea era que el Delfín Luis
Antonio, el duque de Angulema, era tan ultramonárquico como
el propio Carlos X, por lo que los revolucionarios no lo
habrían aceptado de ninguna de las maneras, mientras que de
este modo el duque de Orleans podía complacer a los
insurgentes convirtiéndose en el rey de facto, pero se
conservaría la legitimidad dinástica. El duque de
Orleans convocó un consejo de gobierno y terminó
resolviendo que no era él quien debía recibir (ni
mucho menos aceptar) la abdicación del rey, y a medianoche
contestó a Carlos X haciéndole saber que
había depositado el mensaje en los archivos del Parlamento
para que fuera debidamente considerado. Más tarde
explicó por qué había renunciado a aceptar la
abdicación del rey: Por una parte, los revolucionarios no
querían a los borbones, y hubiera sido imposible imponerles
uno, fuera cual fuera, además el duque de Borbón
habría estado bajo la influencia de su familia y, por
último, su salud era enfermiza: "Al menor cólico me habrían acusado de
haberlo envenenado".
Ese mismo día el duque de Orleans envió al rey
cuatro comisarios encargados de acompañarlo al exilio, pero
el rey manifestó su voluntad de permanecer en Francia hasta
que su nieto fuera proclamado rey. Ante esta decisión, Luis
Felipe ordenó a La Fayette que marchara a Rambouillet al
frente de un ejército que hiciera comprender al rey su
situación. El 3 de agosto
La Fayette reunió a unos veinte mil voluntarios sin
uniforme y los envió bajo el mando del general Pierre Claude Pajol y el
coronel Jean-François
Jacqueminot, que observó: al primer disparo de metralla,
saldrán espantados del campo como gorriones.
Previamente los comisarios volvieron a reunirse con Carlos X para
advertirle que, si no partía de inmediato tendría
que explicar sus motivos a una muchedumbre de cuarenta mil hombres
(al parecer, se equivocó al contarlos). El rey tomó
el camino de Cherburgo. Luis Felipe le envió una suma de
dinero y dio instrucciones a sus emisarios de que trataran al rey
con el máximo respeto y que procuraran que la bandera
tricolor no fuera enarbolada en su presencia. Ese día
concedió una pensión a Rouget de Lisle, el autor de
la Marsellesa, que tenía ya sesenta años. La
prohibición que Napoleón había establecido
sobre el himno revolucionario fue levantada, aunque éste no
recuperó su antiguo status
de himno de Francia.
El 7 de agosto el Parlamento
francés modificó la Constitución.
Eliminó el preámbulo que aludía al antiguo
régimen y la presentó como un pacto entre la
nación y el rey, y no como una concesión de
éste último. La religión católica
dejaba de ser la religión del Estado, se suprimía la
censura de la prensa y se adoptaba la bandera tricolor.
El 9 de agosto se
anunció en el Parlamento francés la
abdicación del rey Carlos X (pero no la designación
de Enrique V como
sucesor) y el duque de Orleans, tras jurar la Constitución,
se convirtió en Luis
Felipe I, rey de los
franceses (y no de Francia), para indicar que eran los
franceses quienes le otorgaban la soberanía. El reinado de
Luis Felipe I se conoce como "monarquía
de julio", porque fue en julio cuando tuvo lugar la
revolución de "las tres
gloriosas" que le dio la corona.
La abdicación de Carlos X dividió a los ultras en legitimistas, que consideraban que el auténtico rey era Enrique V, y los auténticos legitimistas, que consideraban nula la abdicación de Carlos X y lo seguían teniendo por el verdadero rey de Francia.
El 16 de agosto llegó
Carlos X a Cherburgo y allí embarcó hacia Gran
Bretaña. Estableció su residencia en Dorset, pero el
acoso de los acreedores de las deudas que había
contraído en su anterior exilio lo llevaron unos meses
después a trasladarse a Edimburgo.
Las noticias sobre la revolución en Francia caldearon la
política de los Países Bajos, donde el sur estaba
cada vez más descontento con el rey Guillermo I. Las
tensiones lingüísticas y religiosas (el sur era
mayoritariamente francófono y católico, frente al
norte de lengua neerlandesa y protestante) habían
polarizado otros aspectos de la vida política: el sur se
había vuelto liberal y el norte absolutista. La
política del rey se volvía cada vez más
autoritaria y desde el año anterior recurría a la
censura de la prensa y al exilio de los activistas más
conflictivos. Durante las semanas siguientes a las tres gloriosas empezaron
a multiplicarse los disturbios: lecturas públicas de
periódicos franceses, aparición de carteles y
panfletos, etc.) El 24 de agosto
se celebraba el aniversario de Guillermo I. En Bruselas, los
festejos comenzaron la noche anterior con unos fuegos de artificio
en los que se distribuyó la consigna: Lundi,
23. août, feu d'artifice; mardi, 24. illumination,
mercredi, 25. revolution. El programa se cumplió
fielmente: el 25 de agosto se
representó la ópera La muette de Portici (La mudita de Portici) del
compositor Daniel-François-Esprit
Aubert, una Grand
Opéra romántica estrenada en Francia dos
años atrás. El argumento trataba sobre una antigua
sublevación contra el gobierno español en
Nápoles, y durante la representación se empezaron a
oír vivas a la libertad. A la salida la muchedumbre se
descontroló y asaltó una armería, una
juguetería (para hacerse con tambores) y acabó
tomando el palacio de Justicia.
Poco después de que estallara la revuelta en Bruselas, en
varios puntos de la ciudad se enarbolaron banderas francesas,
pero, como esto suscitó recelos, el 26 de agosto los insurgentes diseñaron una
bandera tricolor, roja, amarilla y negra (colores tomados del
escudo de Bravante) que presentaron como la bandera de Bélgica. La
burguesía formó una guardia burguesa para restablecer el orden, y
logró controlar el centro de la ciudad, pero los
insurgentes se desplazaron a la periferia.
Tan pronto como el rey Carlos X hubo abandonado el territorio
francés, Luis Felipe I envió cartas a todas las
naciones europeas pidiendo el reconocimiento de la nueva
monarquía francesa. Explicaba que las tres gloriosas habían sido una
catástrofe que le hubiera gustado evitar, pero que
había aceptado la corona que se le ofreció como mal
menor para evitar que Francia cayera en la anarquía.
También aseguraba que Francia respetaría todos los
tratados internacionales y que, en particular, no trataría
de obtener ningún incremento territorial. Gran
Bretaña estaba harta de Carlos X, así que fue la
primera en reconocer la monarquía de julio y el ministro de
asuntos exteriores británico comunicó a Metternich
que Gran Bretaña permanecerá neutral ante los
cambios políticos internos en Francia mientras el
país se mantenga en calma. El 27
de agosto el emperador Francisco I de Austria
recibió al enviado francés, al cual expresó
su opinión de que lo sucedido en Francia era algo
lamentable, que ese estado de cosas no podía durar, pero
que él no puedía hacer nada que favoreciera la
anarquía y que, por consiguiente, reconocería a Luis
Felipe I como nuevo rey de Francia. La reacción del rey
Federico Guillermo III de Prusia fue similar. El zar
Nicolás I se mostró más hostil y su primera
reacción fue prohibir los viajes a Francia de sus
súbditos rusos.
Mientras tanto las revueltas de Bruselas se extendieron a Lieja,
Lovaina y otras ciudades. El rey Guillermo I envió a sus
hijos Guillermo y Federico, al primero con
instrucciones de negociar y al segundo al frente de seis mil
soldados "negociadores", para esgrimir otra clase de argumentos si
fueran necesarios. El 31 de agosto
Guillermo I recibió a una delegación de Lieja y a
otra de Bruselas, pero no cedió a ninguna de sus
peticiones, remitiendo toda decisión a los Estados
Generales que acababa de convocar. La delegación de
Bruselas tuvo que enfrentarse a una multitud furiosa en las calles
de La Haya. Ese mismo día, el príncipe Guillermo
exigió a los insurgentes que depusieran su bandera y
anunció que al día siguiente entraría en
Bruselas al frente de su ejército. Los habitantes de
Bruselas respondieron preparando barricadas en las calles. Al
enterarse, el príncipe Guillermo cambió de idea y el
1 de septiembre entró en
la ciudad acompañado únicamente de su estado mayor y
protegido por la guardia burguesa. Allí fue convencido para
que aconsejara a su padre convertir a los Países Bajos en
una federación en la que Bélgica tuviera sus propias
leyes e instituciones. Durante las semanas siguientes el rey no
tomó iniciativa alguna. Mientras tanto los
periódicos belgas, que recogían la opinión de
los cabecillas de la revuelta, no pedían la independencia
de Bélgica, sino únicamente la separación
administrativa entre Bélgica y Holanda.
En Colombia estalló un enfrentamiento entre un regimiento
militar leal a Bolívar y otro leal al exiliado presidente
Francisco de Paula Santander. El presidente Mosquera trató
de trasladar al primero, pero esto provocó el levantamiento
de los venezolanos residentes en Bogotá. Los bolivarianos
se impusieron y Mosquera abandonó la capital junto con el
vicepresidente Caycedo. Ello hizo que el 5 de septiembre el general Rafael Urdaneta
(bolivariano) asumiera la presidencia del gobierno, con la
esperanza de convencer a Bolívar para que volviera a
ponerse al frente de Colombia.
El 6 de septiembre una
revuelta obligó al príncipe elector Guillermo II de
Hesse a autorizar que se redactara una constitución.
Cauchy marchó a Suiza, donde colaboró en la
fundación de la Academia
Helvética. Poco después fue requerido a
volver a Francia para prestar juramento de lealtad al nuevo
régimen. Se negó a ello y, como consecuencia,
perdió su puesto de trabajo y todos sus cargos en Francia.
La ley británica establecía que tras la muerte del
rey debían convocarse elecciones generales. Así fue,
y el 14 de septiembre se
reunió el nuevo parlamento, en el que los tories del duque de
Wellington, habían perdido la mayoría frente a los whigs, dirigidos por Charles Grey, que unas semanas
más tarde se convertiría en el nuevo primer ministro
y no tardó en anunciar un proyecto de reforma del sistema
electoral, que había cambiado muy poco desde el siglo XV.
Había grandes ciudades, como Manchester y Birmingham, que
no elegían diputados, mientras que otras como Old Sarum (en la que
había siete votantes) elegían dos diputados. A
menudo, las ciudades pequeñas, a las que llamaban burgos podridos y ciudades de bolsillo,
vendían sus votos a algunos aristócratas. Por esta
época los whigs
empezaron a ser más conocidos como liberales.
El rey Miguel I de Portugal estaba negociando con el duque de
Wellington que Gran Bretaña lo reconociera como rey
legítimo, pero el cambio de gobierno arruinó sus
planes.
El 15 de septiembre, el duque
de Wellington, todavía en funciones como primer ministro,
inauguró la primera línea de ferrocarriles entre
Liverpool y Manchester, cuyas locomotoras habían sido
construidas por George Stephenson.
Francisco Morazán ganó las elecciones
presidenciales de la República de Centroamérica.
Tomó posesión de su cargo el 16 de septiembre y, excepcionalmente, pudo
ejercerlo durante el periodo previsto por la ley. Su gobierno fue
el primer gobierno liberal que pudo aplicar sus ideas en
Hispanoamérica, muchas de ellas inspiradas en la
Ilustración.
El 22 de septiembre Chopin
estrenó en un concierto particular dado en su casa el que
hoy se conoce como su Concierto
para piano No 1, que en realidad era el segundo que
componía.
Mientras tanto se aprobaba la Constitución de Venezuela, y
el 23 de septiembre se aprobaba
la de Ecuador.
Ese mismo día el príncipe Federico de los
Países Bajos entró en Bruselas con su
ejército. La mayor parte de los cabecillas de la guardia
burguesa huyeron de la ciudad pensando que todo estaba perdido.
Sin embargo, el ejército fue detenido por pequeños
grupos de ciudadanos que combatían sin coordinación
alguna. El 24 de septiembre se
formó en Bruselas un gobierno provisional. La noche del 26 de septiembre el ejército
realista abandonó la ciudad dejando cerca de un millar de
muertos.
Ese mismo día el general José
Domingo
Espinar, comandante militar de Panamá,
declaró la independencia de Panamá respecto de
Colombia. Espinar ofreció a Bolívar el gobierno de
Panamá para que desde allí tratara de recomponer
Colombia. Sin embargo, Bolívar se encontraba enfermo y
declinó la oferta, a la vez que le pedía que
reintegrara a Panamá en Colombia.
El 27 de septiembre los
Estados Unidos firmaron el tratado
de Dancing rabbit Creek con los indios choctaw, que habitaban junto
al Mississippi, en ambas orillas. Por el tratado, se
comprometían a emigrar más allá de la orilla
occidental del río, a lo que pasó a llamarse, el "Territorio Indio". Los choctaw eran una de las "cinco tribus civilizadas",
junto a los cherokees,
los creeks, los chickasaw y los semínolas, llamadas
así porque habían adoptado muchas costumbres
occidentales. Los choctaw
habían adoptado un sistema constitucional, poseian
prósperas granjas y rebaños y un buen sistema
docente. El tratado permitía a los choctaw elegir entre
trasladarse al Territorio Indio o convertirse en ciudadanos
estadounidenses sujetos a las leyes estatales y federales. En tal
caso se asignaría 640 acres de tierra a cada familia que
optara por quedarse. A los que se trasladaran se les
pagaría una indemnización y se les
facilitaría el traslado.
El 29 de septiembre los
Estados Generales de los Países Bajos aceptaron las
peticiones belgas de división administrativa, pero ya era
tarde: el ejército del rey había derramado la sangre
de los belgas y ahora éstos exigían la
independencia.
El 4 de octubre el gobierno
provisional proclamó la independencia de Bélgica y
anunció el proyecto de redactar una constitución. El
5 de octubre el príncipe
Guillermo se presentó en Amberes para proponerse como rey del nuevo Estado,
solución que complacía a un sector importante de los
insurgentes. Mientras tanto el ejército real se
deshacía a medida que buena parte de sus soldados se
amotinaba y se ponía de parte de los belgas. Algunos
oficiales fueron encarcelados por sus soldados.
Tras el triunfo de la revuelta parisina, cuatro ministros del rey
Carlos X, entre ellos Polignac, fueron encarcelados como
responsables de los intentos de reprimir la rebelión. Desde
entonces, se había debatido mucho sobre qué hacer
con ellos. La izquierda exigía sus cabezas, pero el 8 de octubre la Cámara de los
Diputados aprobó por una amplia mayoría que se
solicitara al rey un proyecto de ley que aboliera la pena de
muerte, al menos por causas políticas. El rey Luis Felipe I
no estaba dispuesto a autorizar ejecuciones, pues temía que
desencadenaran una oleada de terror que terminara dando pie a la
intervención extranjera. Por ello recibió con
entusiasmo la propuesta.
El 10 de octubre dio a luz la
reina de España, María Cristina de Borbón.
Tuvo una niña que fue llamada María
Isabel Luisa. Así la pragmática sanción se
volvía decisiva, pues según ella la pequeña
Isabel se convertía en la heredera de su padre, mientras
que sin ella el heredero seguía siendo el infante don
Carlos.
Chopin se disponía a salir de Polonia para completar sus
estudios de música, y el 11 de
octubre se organizó un concierto de despedida en
el Teatro Nacional de Varsovia, en el que interpretó su Concierto para piano No 1 y
su Gran fantasía sobre
aires polacos, por el que recibió una larga
ovación.
El 17 y el 18 de octubre una multitud de
republicanos parisinos trató de liberar a los ministros de
Carlos X de su prisión para poder lincharlos. Esto suscita
discusiones entre los ministros, unos favorables y otros
contrarios a la prohibición de la pena de muerte. El rey se
vió obligado a aceptar dimisiones y aceptó el
ofrecimiento del banquero Jacques
Lafitte, hasta entonces ministro sin cartera, para
organizar un nuevo gobierno. El rey no simpatizaba con el
liberalismo radical de Lafitte, pero le hizo creer que contaba con
su apoyo para que el liberalismo se desgastara con su gobierno sin
que se pudiera acusar al monarca de haberse opuesto a él.
Durante las tres gloriosas,
el pintor Delacroix estuvo en el Louvre asegurándose de que
los cuadros no sufrían desperfectos. Ahora pintaba una de
sus obras más famosas: La
libertad guiando al pueblo, en el que representa una
barricada durante la lucha en las calles de París. Por ella
le sería concedida la Legión
de Honor.
El 26 de octubre el
príncipe Guillermo de Orange dejó Amberes sin haber
llegado a un acuerdo sobre su posible soberanía. Poco
después entraron en la ciudad guerrilleros voluntarios
belgas y el general David
Chassé, que estaba al mando del ejército
del rey, se replegó para evitar combates y negoció
un alto el fuego. No obstante, los belgas no lo respetaron y el 27 de octubre Chassé
ordenó bombardear la ciudad durante seis horas. Esta
acción produjo casi un centenar de muertos y cerró
las puertas a que cualqueir miembro de la casa de Orange pudiera
reinar en Bélgica. Por estas fechas los ejércitos
realistas habían sido expulsados de prácticamente
toda Bélgica.
El 2 de noviembre Lafitte pudo
iniciar su labor de gobierno en Francia.
Las elecciones dieron la presidencia de Uruguay a Fructuoso
Rivera, que tomó posesión el 6 de noviembre.
El 8 de noviembre murió
el rey Francisco I de las dos Sicilias, primo del rey Fernando VII
de España. Fue sucedido por su hijo Fernando II.
Hacía seis años que se había fundado en
París un periódico titulado Le Globe, que paulatinamente
se había convertido en defensor de la ideología
liberal. Sin embargo, la revolución de julio había
dividido a sus redactores entre orleanistas
y republicanos. El
resultado final fue la disolución, pero finalmente no
desapareció, porque lo compraron los saintsimonianos, que
desde el año anterior se habían organizado
según una estructura "religiosa" en la que Prosper Enfantin
y Saint-Amand Bazard
ejercían de "padres supremos". Bazard había
propuesto a La Fayette que encabezara una dictatura que permitiera
poner en práctica las reformas económicas
saintsimonianas, pero éste había rechazado la
propuesta. El "cuartel general" de los saintsimonianos era la casa
de Enfantin en París, pero se produjo una ruptura cuando
Enfantin propuso nuevas reglas que ponían a las mujeres en
pie de igualdad con los hombres en en seno de la "orden".
Mientras tanto, Auguste Compte, el que fuera secretario del conde
de Saint-Simon, publicaba el primer tomo de su Curso de filosofía positiva,
en el que sienta las bases del llamado positivismo, doctrina según la cual el
conocimiento humano se limita a los fenómenos, de los que
sólo tenemos un conocimiento relativo, es decir, que
desconocemos por completo su esencia o las causas que los
producen. Lo único que podemos conocer son las leyes a las
que están sometidos. Compte no pretende atribuirse ni el
nombre (que es de Saint-Simon) ni mucho menos el contenido de esta
doctrina, pues no negaba que la han seguido en la práctica
todos cuantos han hecho alguna contribución a la ciencia, y
afirmaba incluso que ya había sido expuesta en su esencia
por teóricos como Bacon, Descartes o Galileo,
auténticos fundadores a su juicio del positivismo. Sin
embargo, Compte lleva el positivismo hasta sus últimas
consecuencias al negar que siquiera tenga sentido cualquier
presunto conocimiento que pretenda ir más allá de lo
que positivamente puede afirmarse sobre la experiencia. Esto
convierte en pura palabrería a la metafísica y, en
particular, a la teología. Según Compete, el
positivismo es el tercer estado de la evolución del
pensamiento humano, o estado de madurez, que sigue al estado
teológico (infancia del pensamiento) y al estado
metafísico (adolescencia del pensamiento), en el que los
dioses son sustituidos por entidades abstractas, como la
Naturaleza de Spinoza, el Dios geómetra de Descartes, la
Materia de Diderot o la Razón de la ilustración). La
madurez del pensamiento llega cuando éste se desprende de
semejantes artificios y comprende que el único objeto del
conocimiento son los hechos y las leyes generales
(científicas) que pueden constatarse sobre ellos. Los
análisis de Compte sobre el conocimiento científico
hacen que algunos lo consideren el fundador de la filosofía
de la ciencia en el sentido moderno.
El 10 de noviembre se
reunió por primera vez el Congreso Nacional belga,
resultado de las elecciones realizadas una semana antes. El 18 de noviembre aprobó por
unanimidad la independencia de Bélgica.
Ese mismo día Francisco Espoz y Mina entró en
España desde Francia con algunos hombres con la
intención de restablecer la monarquía
constitucional, pero pronto tuvo que volverse a Francia al
constatar que no contaba con el apoyo que había esperado.
Llegaba a destiempo. Ahora eran los liberales los que sólo
tenían que esperar la muerte del rey para tener las mejores
expectativas de hacerse con el gobierno. Los carlistas
también esperaban la muerte del rey, pero iban a necesitar
algo más de habilidad para que su candidato al trono
acabara ocupándolo.
El 22 de noviembre el Congreso
Nacional belga aprobó que el sistema de gobierno del
país sería la monarquía parlamentaria. Se
discutió a continuación si convenía que
ésta recayera sobre algún miembro de la casa de
Orange, pero se concluyó que ésta quedaba excluida
del trono belga a causa del bombardeo de Amberes.
El rey Guillermo I de los Países Bajos había
solicitado ayuda a las grandes potencias europeas para sofocar la
revolución belga. Austria, Prusia y Rusia se mostraron a
favor de mantener a Bélgica bajo la soberanía
neerlandesa usando la fuerza si era necesario, pero sólo
Rusia prometió un ejército. Gran Bretaña no
tenía inconveniente, en principio, en admitir la
independencia de Bélgica, pero no estaba dispuesta a
tolerar que ésta acabara anexionada a Francia. Ciertamente,
en Francia había un sector favorable a intervenir en
Bélgica con vistas a la anexión, pero el rey Luis
Felipe I comprendía que las potencias europeas no lo
tolerarían, así que su política fue asegurar
a las demás potencias que Francia no intervendría en
Bélgica, pero que tampoco toleraría que otra
potencia interviniera. También propuso que la
cuestión belga fuera tratada en la próxima
reunión que se iba a celebrar en Londres para tratar la
independencia de Grecia.
La ayuda Rusa a Guillermo I no llegó a presentarse, pues
el 29 de noviembre
estalló una revuelta en Polonia a la que tuvo que hacer
frente. Desde hacía más de un año, Piotr Wysocki, instructor de
la escuela de infantería de Varsovia, estaba organizando
una conspiración contral el gran duque Constantino Pavlovich, el
hermano del zar Nicolás I y comandante en jefe del
ejército polaco, que era unánimemente detestado por
la disciplina prusiana que intentaba imponer. El detonante de la
revuelta fue precisamente el rumor de que el zar pensaba enviar el
ejército polaco a derribar la monarquía de julio y
sofocar la revuelta belga. Esa noche, Wysocki con 29 de sus
hombres se apoderó del palacio de Constantino con la
intención de asesinarlo, pero el gran duque escapó
de milagro. Entonces se apoderó del arsenal. El 30 de noviembre la revuelta militar
se había convertido en una insurrección ciudadana, y
toda Varsovia estaba en rebeldía.
Chopin se enteró en Viena de los sucesos que
ocurrían en su patria. Había llegado a la ciudad
hacía poco más de una semana. Un compañero de
viaje decidió volver para unirse a la revolución,
pero convenció a Chopin para que no hiciera lo mismo. Su
segunda estancia en Viena no fue tan grata como la primera. "El
público sólo quiere oír los valses de
Lanner y Strauss", escribiría a un amigo.
Además, los austríacos condenaban la
revolución polaca y miraban con recelo a cualquier polaco.
Durante los ocho meses que estuvo en la ciudad, dio
únicamente dos recitales con un éxito modesto.
Paganini pasó ese año en Frankfurt y Estrasburgo.
De esta época son sus conciertos
para
violín números 3, 4 y 5. En Frankfurt
impresionó a un joven músico de 19 años que
se propuso llegar a ser para el piano lo que Paganini era para el
violín. Se llamaba Robert
Schumann. Sin embargo, poco después sufrió
una lesión en su mano derecha que frustró
irremediablemente su proyecto de llegar a ser un virtuoso (aunque
no le impedía tocar el piano). Schumann decidió
entonces dedicarse a la composición. Había empezado
a componer a los siete años.
El 1 de diciembre murió
el Papa Pío VIII. Parecía haber un candidato claro
para la sucesión, el cardenal Giacomo Giustiniani, pero un cardenal
presentó en el cónclave el veto del rey Fernando VII
de España, que acusaba a Giustiniani de haber estado
implicado en las revoluciones liberales durante la época en
que fue nuncio en Madrid. Esto complicó mucho la
elección, y las votaciones inconcluyentes se sucedieron una
tras otra.
El general polaco Józef
Chlopicki, que consideraba la insurrección como
una locura y condenaba a los conspiradores, decide, no obstante,
ponerse al frente de la revuelta para restablecer el orden y
negociar con Rusia una salida razonable del conflicto. Por ello,
el 5 de diciembre se
autoproclamó dictador y envió un emisario a San
Petersburgo proponiendo al zar que releve de su cargo al gran
duque Constantino y que prometiera que la constitución
polaca sería respetada.
Ese mismo día se estrenaba en París una pieza
musical que suponía la mayor innovación en cuanto a
la orquestación desde la novena sinfonía de
Beethoven. Su autor era un joven compositor de veintisiete
años llamado Hector
Berlioz. Tres años atrás había
asistido en Londres a una representación de Hamlet. Berlioz no
sabía una palabra de inglés, pero no necesitó
entender el texto de Shakespeare para enamorarse de Harriet Smithson, la actriz
que representaba a Ofelia,
tres años mayor que él. Las numerosas y apasionadas
cartas que le escribió no hicieron efecto alguno,
así que Berlioz concibió el plan de conquistarla con
la música. El resultado fue la sinfonía que
tituló: Episodio de la
vida de un artista. Sinfonía fantástica en cinco
partes. El programa explicaba el significado de cada
parte, de tal modo que la actriz no podía dudar de que
estaba inspirada en ella o, más concretamente, en las
cartas que Berlioz le había enviado. El estreno fue un
éxito. Entre los presentes estaba Ferenc Liszt, que
había conocido al compositor el día anterior y
quedó muy impresionado. No obstante, la musa de la pieza no
estuvo presente.
El 11 de diciembre, de acuerdo
con el deseo expreso de Bolívar, el general Espinosa
anunció que Panamá volvía a aceptar la
soberanía colombiana.
Simón Bolívar planeaba marcharse a Europa, pero no
pudo cumplir su proyecto porque el 17
de diciembre murió de tuberculosis.
El 20 de diciembre las
potencias europeas reconocieron en Londres la independencia de
Bélgica. El representante francés era el ministro de
asuntos exteriores nombrado por el rey Luis Felipe I, que no
era sino el incombustible Charles-Maurice de Talleyrand, que a sus
setenta y seis años y demostraba que podía poner sus
aptitudes al servicio de Francia fuera cual fuera su gobierno.
El 21 de diciembre
terminó el juicio en Francia contra los ex ministros de
Carlos X, que había durado seis días. La firme
actuación del ministro del interior salvó en varias
ocasiones a los acusados de ser linchados por los republicanos que
se manifestaban en el exterior del palacio en el que se celebraba
el juicio. El veredicto final fue de cadena perpetua.
Gaetano Donizzeti era un
compositor italiano muy prolífico. A sus treinta y tres
años había compuesto ya treinta y siete
óperas, la última de las cuales (la cuarta del
año, escrita en treinta días) se estrenó el 26 de diciembre en Milán, y
fue la primera que le dio fama en Europa. Se titulaba Ana Bolena.
En la revolución parisina habían tomado parte
muchos estudiantes, pero el director de la École Normale
encerró a sus estudiantes para evitar que tomaran parte en
los disturbios. Entre ellos estaba Evariste Galois, que
trató de escalar la pared para escapar del encierro, aunque
no lo logró. Últimamente el director había
escrito varios artículos de periódico en los que
censuraba a los estudiantes, y Galois replicó con otro
artículo donde le reprochaba haber encerrado a los
estudiantes. A consecuencia de ello, fue expulsado de la École Normale y
se unió a la Artillería de la Guardia Nacional. Sin
embargo, el rey Luis Felipe I recelaba de las inclinaciones
republicanas radicales de dicho cuerpo y lo abolió el 31 de diciembre.
En los Estados Unidos hacía ya tiempo que se oían
voces contrarias a la esclavitud. No obstante, éstas eran
moderadas. En los Estados no esclavistas, la gente solía
contentarse con no ver esclavos a su alrededor, pero consideraban
una impertinencia la idea de decirles a otros Estados si
podían o no podían tener esclavos. Un detractor
típico de la esclavitud era Benjamin Lundy, de cuarenta y un años. Era
cuáquero y argumentaba como todos los cuáqueros: con
humildad y moderación. A sus veintiséis años
había fundado en Ohio la Sociedad
Humana de la Unión, y cuatro años
más tarde el periódico Philanthropist, en el que difundía sus
ideas contra la esclavitud. Después había marchado a
Misuri para oponerse a la expansión de la esclavitud en ese
Estado. Después abrió un nuevo periódico en
Baltimore: The
Genius of Universal Emancipation, que ahora
cumplía los nueve años de antigüedad.
Había visitado Haití en busca de un posible refugio
para esclavos liberados, y hacía un par de años
había emprendido un viaje a pie por los Estados del este
para difundir sus ideas a través de discursos. Ahora se
encontraba en México, buscando aún un buen lugar
para enviar esclavos liberados (Haití no le había
parecido una buena opción), y había dejado su
periódico bajo la dirección de William Lloyd Garrison, un
joven de veinticinco años que estaba dando sus primeros
pasos en la defensa de los negros. Al principio se había
adherido a la American
Colonization Society, que enbarcaba a los negros hacia
Liberia, pero pronto se dio cuenta de que así lo
único que se conseguía era llevarse de
América a los negros libres, que sólo eran una
molestia para los esclavistas y quienes más fuerza
podían hacer por la libertad de sus semejantes. De hecho,
los Estados esclavistas eran los principales impulsores de la
Sociedad. Cuando se encontró con el periódico de
Lundy en sus manos, cambió la línea editorial y
publicó artículos muy agresivos. En uno de ellos
acusaba de trato de esclavos a un tal Francis Todd, que presentó una demanda
contra Lundy y Garrison. Lundy fue absuelto por estar ausente
cuando se publicaron los artículos, pero Garrison fue
condenado a una multa que no pudo pagar y que fue transformada en
seis meses de cárcel (aunque a las pocas semanas fue puesto
en libertad porque un abolicionista pagó la fianza).
Estos incidentes hicieron que Garrison se separara de Lundy, y
entonces fundó su propio periódico, The liberator, financiado
principalmente por negros libres, en el que pudo dar rienda suelta
a su vehemencia. El primer ejemplar salió el 1 de enero de 1831, y en el
editorial podía leerse:
Estoy al corriente de que muchos presentan objeciones por la severidad de mi lenguaje; pero ¿no existe un motivo para tal severidad? Seré tan duro como la verdad, y tan descomprometido como la justicia. En este aspecto, no deseo pensar, o hablar, o escribir con moderación. ¡No! ¡No! Pedidle a un hombre cuya casa está en llamas que presente una alarma moderada; pedidle que rescate moderadamente a su esposa de las manos del violador; pedidle a la madre que separe gradualmente a su bebé del fuego en el que ha caído; – pero no me presioneis para emplear la moderación en una causa como la presente. Soy serio – No me equivocaré – No me disculparé – No retrocederé ni un solo paso – Y SERÉ ESCUCHADO.
The liberator se
oponía a la esclavitud, a la masonería, a la
prisión por deudas, al alcohol y al tabaco. Denunció
a las Iglesias como órganos de opresión y hasta
defendió la igualdad entre hombres y mujeres. Garrison fue
uno de los primeros en hablar abiertamente de abolicionismo, palabra poco
conocida hasta entonces.
El 4 de enero Juan Manuel de
Rosas, el gobernador de Buenos Aires, firmó con las
provincias litorales el pacto
federal por el que se constituía la Liga del Litoral, dispuesta a
enfrentarse a la Liga Unitaria
de José María Paz, ahora también conocida,
por oposición, como Liga
del Interior.
El 5 de enero fue promulgada
la Constitución de Hesse.
El 7 de enero llegó a
Varsovia la respuesta del zar Nicolás I al mensajero
enviado por Chlopicki: Exigía una sumisión completa
y el reconocimiento de la autoridad del gran duque Constantino.
Ante este fracaso, Chlopicki dimitió.
Felix Mendelssohn, durante su viaje a Gran Bretaña,
visitó Escocia y, tras reponerse de un accidente que le
lesionó la rodilla, marchó a Italia. Allí
conoció a Berlioz, que el año anterior había
ganado el premio de Roma
con su cantata Sardanápalo,
el cual incluía un año de estancia en Italia.
Allí compuso Lélio
ou le retour à la vie, que él mismo
describe como un complemento a la Sinfonía fantástica. Allí
trató de olvidar a su Harriet y cortejó a una joven
pianista llamada Camille Moke.
El matemático Johannes Lejeune Dirichlet fue admitido en
la Academia de Berlín
y el consecuente aumento de sueldo le permitió contraer
matrimonio. Se casó con Rebecca
Mendelssohn, una de las hermanas del compositor Felix
Mendelssohn.
Mendelssohn y Berlioz coincidieron en Roma con un músico
ruso de veintisiete años llamado Mikhail Glinka, que estaba en Italia por
recomendación de su médico. Allí estuvo
estudiando varios años, pero se convenció de que no
debía convertirse en un músico italiano, sino que
debía hacer para la música Rusa lo que Donizetti y
Bellini estaban haciendo para la música italiana. De esta
época datan varias piezas para piano con variaciones sobre
temas de las óperas de estos compositores. Bellini
estrenó ese año en Milán dos de sus obras
maestras: La sonámbula
y Norma.
A primeros de año Paganini estuvo en París, donde
dio 12 conciertos, y luego marchó a Gran Bretaña.
Tras dar alrededor de una veintena de conciertos en Londres,
visitó Norwich, Dublín, Edimburgo y Bristol.
Schumann presentó al público su Opus 2: Papillons, una
colección de escenas de danza para piano que hicieron ver
en él un futuro prometedor.
Victor Hugo publicó Nuestra
Señora
de París, una novela que le costó un gran
esfuerzo, pero que fue muy bien recibida por la crítica y
se ha convertido en un clásico de la novela
romántica.
Balzac consiguió su primer gran éxito con su novela
fantástica La piel de
zapa, que fue elogiada tanto por el público como
por el anciano Goethe.
Similarmente, Alexandre Dumas consiguió su primer gran
éxito con el estreno de su drama Antony.
Washington Irving publicó sus Viajes y descubrimientos de los compañeros de
Colón.
James Fenimore Cooper publicó su cuento The Bravo, ambientado en
Venecia, en el que denuncia la oposición en Europa a los
sistemas de gobierno republicanos. Aunque Venecia era formalmente
una república, estaba dominada realmente por una
oligarquía que Cooper presenta como despiadada e
intrigante. Esta obra tuvo una amplia difusión tanto en
Europa como en los Estados Unidos.
Pushkin ingresó como funcionario en la cancillería
rusa de asuntos exteriores. Ese año conoció a un
joven ucraniano de veintidós años llamado Nikolai Gogol, al que
animó a seguir la carrera de escritor. Ese año Gogol
publicó un volumen de historias ucranianas titulado Tardes en una granja cerca de
Dikanka.
Ese año se publicó Rosa y blanco, una novela escrita en
colaboración por el novelista francés Jules Sandeau y la baronesa Amandine Aurore Lucile Dupin,
que firmó con el pseudónimo de George Sand. Tenía
veintisiete años y hacía dos que se había
separado de su marido, el barón Casimir Dudevant, y se había instalado en
París con sus dos hijos. Solía ir por la calle con
ropa masculina y fumaba tabaco, algo totalmente insólito en
una mujer de la época y se relacionaba con los principales
artistas de la sociedad parisina. Ese mismo año
terminó su novela Valentine.
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