Las feromonas son compuestos químicos segregados por
organismos vivos, que provocan determinadas respuestas en el comportamiento, la
reproducción o el desarrollo de otros miembros de la misma especie.
Se han encontrado evidencias de feromonas tanto en invertebrados como en vertebrados. Las hormigas,
por ejemplo, acostumbran emplear feromonas para indicar el rastro que lleva hasta la
comida, para provocar ataques contra enemigos , para seņalar la necesidad de huir o para
identificar sus larvas en la oscuridad del hormiguero.
Muchos mamíferos marcan con regularidad los límites de sus territorios
con feromonas secretadas por glándulas especializadas. De esta forma son capaces de
reconocerse entre sí.
Desde hace bastante tiempo se sospecha que los humanos también son
capaces de intercambiar información a través de feromonas. Por ejemplo, es bien conocido
que los ciclos hormonales de las mujeres pueden y suelen sincronizarse
cuando viven juntas. Esta sincronización podría deberse a las feromonas humanas, tal y
como proponen Martha K. McClintock y Kathleen Stern en su artículo "Definitive
evidence of human pheromones" (Nature,
12 de marzo del 1998).
Estas investigadoras recogieron olores femeninos sobre almohadillas de algodón. Luego las
pasaron por el labio superior de otras mujeres todos los días a lo largo de dos cíclos
menstruales. Encontraron alteraciones sistemáticas de los ciclos de estas mujeres. Olores
recogidos a lo largo de la fase folicular del ciclo menstrual aceleraron la aparición de
la hormona luteninizante, (hormona que precede a la ovulación), acortando el ciclo
menstrual, mientras que olores recogidos en fases posteriores del ciclo (durante la
ovulación) retrasaron la aparición de la hormona, alargando el periodo menstrual.