LA MODA
ELEGANTE
Justo
Serna
Distinguirse
es marcar una diferencia real o presunta con el ánimo de sobresalir, de
destacar, de separarse. Pero distinguirse es también reconocerse, reconocer a
otros con quienes compartir esa diferencia real o presunta. Es auparse, aunque
también identificarse, admitirse igual a otros. Cuando a principios del siglo
XX, Georg Simmel dictaminaba sobre la moda elegante encontraba en la distinción
esa doble función. En una época de aluvión, de democratización y de crisis de
la vieja sociedad respetable del ochocientos, esa moda elegante aún marcaba las
diferencias visibles. Irrumpen las masas, se concede el sufragio universal
masculino, se multiplican las tiradas de los periódicos: todo parece volverse
prosaico y vulgar y el escenario social y político da acogida a nuevas voces
que reclaman lugar, protagonismo y presencia. Probablemente fue la moda
elegante el último vestigio visible que se democratizó. Las buenas familias,
justamente las personas distinguidas, siguieron arropándose con atavíos
distintos y distantes, atatavíos que marcaban esa barrera apreciable que las
muchedumbres contemporáneas se aprestaban a rebasar. En efecto, la moda siguió
siendo la manera de crear vistosamente un espacio propio, una reserva egocéntrica
en la que identificar a quienes son como uno cree ser. El largo siglo XIX se
prolongó hasta 1914, como también las maneras de vestir. Levitas oscuras,
tristísimas, cuellos almidonados, sedas apagadas, corsés y miriñaques. Vemos a
petimetres envejecerse deliberadamente hasta convertirse en adultos obesos con
barbas hirsutas, con patillas descomunales y con bigotes retorcidos; vemos a
damiselas ceñidas por la armadura de unas telas que agigantan los pechos al
tiempo que los cobijan; vemos a familias de recta presencia, de patriarcal
postura, rodeando al severísimo padre, centro y tutela de la progenie y de la
esposa. Así nos describían aquellos
tiempos agudos memorialistas de antaño y así podemos regresar con Stefan Zweig
al mundo de ayer, el mundo que aún podcemos ver, espiar, exhumar en esta
muestra fotográfica.