La Reconquista de
Aznar
Justo Serna
Levante-EMV, 26 de septiembre de 2006
Ya lo saben: el ex presidente
del Gobierno José María Aznar se refirió días atrás a las declaraciones del
Papa aprovechando para preguntar cuál era la razón por la que Occidente siempre
ha de excusarse y los musulmanes..., no. “Ellos ocuparon España durante ocho
siglos” y nadie ha pedido perdón, añadió. En fin.
Numerosos
especialistas en el mundo islámico o en terrorismo han señalado el historicismo
fantasioso en el que se fundamentan los líderes de Al Qaeda para justificar sus
atentados. Al Andalus sería, efectivamente, un referente último, una herida aún
lacerante. El paso de los siglos no habría achicado el dolor: por tanto, la
Reconquista de Al Andalus para el islam sería tarea impostergable en la
mentalidad fundamentalista. Entre otros analistas contemporáneos, Bernard Lewis
ha tratado con gran perspicacia esas fantasías históricas de los islamistas
radicales: las ideas que exhiben acerca del pasado son exacerbación de
representaciones en parte reales y en parte inventadas.
En el Occidente
contemporáneo, precisa Lewis, la unidad básica de organización es la nación.
“Los musulmanes, en cambio, no contemplan una nación que engloba varios grupos
religiosos sino una religión subdividida en naciones”. ¿A qué se debería? La
mayoría de los estados-nación que forman el Oriente Próximo moderno son de
creación bastante reciente, “resultantes de la época de la dominación
imperialista anglofrancesa que siguió a la derrota del Imperio otomano, y
conservan la estructura del Estado y las demarcaciones fronterizas de sus
antiguos dueños imperiales. Incluso sus nombres reflejan esta artificialidad”.
El proceso es extraordinariamente complejo, pero en buena medida el fracaso de
un auténtico proceso nacionalizador, que en Occidente incluyó una creciente
secularización, habría dado como resultado unas pertenencias, unas identidades,
más arraigadas en la comunidad de creyentes (la Umma) que en los artificiales
Estados del siglo XX.
La Europa moderna fue
una contienda inacabable de choques religiosos, pero a largo plazo un laicismo
creciente y el inicio de una separación del poder temporal y del poder
espiritual permitieron edificar monarquías y luego estados-nación en los que la
identidad principal ya no era la de la cristiandad primitiva o medieval. Lo que
George Mosse llamó la nacionalización de las masas de los siglos XIX y XX fue
un proceso ambivalente que, en parte, originó horrores bélicos, cierto, pero
fue también un modo de afirmar la pertenencia política de la ciudadanía. Pues
bien, si hemos de creer lo que dice Bernard Lewis, esto es lo que ha fracasado
entre la comunidad musulmana. “Los jefes de Estado o ministros de Asuntos
Exteriores de los países escandinavos y el Reino Unido”, añade para ilustrar la
paradoja, “no se reúnen en cumbres protestantes”, cosa que de suceder sería
anacrónica o absurda. “No es anacrónico ni absurdo en relación con el islam”,
admite Lewis.
Recuerdo cuando,
meses atrás, el ex presidente del Gobierno español afirmó su orgullo de español
católico frente a los fanáticos, un español católico que celebraba retrospectivamente
la gesta de nuestros antepasados, la de aquellos que derrotaron al islam. Aznar
sostenía que España se habría resistido a ser un trozo más del mundo musulmán y
que, por tanto, habría podido preservar o recuperar su identidad. Pero si eso
fue lo que dijo el ex presidente, entonces su concepción del pasado medieval y
su noción misma de la identidad (de lo español) sería aún la propia de un
católico premoderno, con fantasías historicistas. En Ocho años de gobierno
dice expresamente que fue la Monarquía Católica (atención a esas mayúsculas de
vértigo) la que hizo a España y a la que le deberíamos lo mejor de nuestra
identidad, algo previo a la invasión musulmana y algo duradero que llegaría
hasta hoy: una identidad reconquistada, permanente, basada en unos valores que
se oponen al nihilismo, al hedonismo ateo. Es éste un precipitado ideológico
hecho del credo católico tradicional y anterior al liberalismo y al sistema
democrático. Por eso, para Aznar –y no sólo para los fundamentalistas -- la
Reconquista aún estaría muy cercana. Uf...