DISCURSO DÉCIMO. DE CASTIDAD
El sereníssimo rey David dize en el
Salmo noventa y siete que se ha de alabar Dios con
trompeta de metal y con trompeta de cuerno, que es la corneta. El metal lábrase a grandes golpes, y
assí, por la trompeta de metal se denota nuestra carne, que se ha de mortificar, por donde se entiende
que puede dezirse que alaba a Dios con trompeta de metal el que castiga su cuerpo con ayunos y
disciplinas, y le sujeta al espíritu. También el cuerno nace de carne y muda la blandura de carne en
dureza de huesso, y assí, aquél alaba a Dios con corneta que tiene su conversación en los Cielos,
porque, siendo de carne, no tiene resabios de carne, sino que es muy espiritual, no pretendiendo las
cosas del suelo, sino del Cielo. Y esto todo hazen los castos, y de la
Castidad trata el presente Discurso. Aunque antes de entrar en él se advierta que dize el Apóstol San
Pablo en la Primera Carta que escrivió a los de Corinto, en el
capítulo siete, que no pone precepto a las vírgines, porque
es una virtud más angélica que humana, sólo les aconseja que, no obstante que puede la donzella
casarse, porque el casamiento es bueno, mas que es mejor el no casarse y permanecer donzella. Y
deste testimonio se infiere que es mejor y más alto estado el de las vírgines que el de las viudas
continentes, y éste que el de las casadas; aunque casadas, viudas y donzellas pueden salvarse.
Refiérese en el capítulo diez y nueve del
Éxodo que para aver de hablar Dios a Moisés en el monte
Sinaí, oyéndolo el pueblo, le dixo que les avisasse para tercero día, y que en este tiempo viviessen
castos, y que ni los casados llegassen a sus mugeres. Y de aquí también se infiere que la castidad es
de más alto grado que el de los casados, pues para aver éstos de oír a Dios quiere que por tres días
sean castos. Y en el Levítico, capítulo veinte y uno,
| se mandava a los sacerdotes que si se casassen,
como les era lícito en aquella Vieja Ley, que no fuesse con viuda ni con muger que otro oviesse
repudiado y dexado, sino con donzella. Y también se colige de aquí que la virginidad excede en
grado al estado de viudas castas. Lo dicho es de Marulo, libro cuarto.
[EJEMPLOS DE LAS SAGRADAS ESCRITURAS]
[1] Josef, moço de lindo parecer y particular hermosura, siendo amado de la egipcia ama suya, no
consintiendo a sus importunos ruegos, quiso hazerle fuerça; assióle de la capa, la cual dexó en sus
manos, y huyó de su presencia. ¡Oh fuerte mancebo y de invito ánimo, que siendo de edad inclinada
al deleite menospreció los ruegos, tuvo en poco las amenazas, todos los designos y artificios del
pecho encendido de aquella muger estimó en nada y, como repentino fuego, casi desnudo saltó de
casa por guardar ilesa y sin daño su castidad! Es del
Génesis, capítulo treinta y nueve.
[2] Moisés Profeta, aunque fue casado y tuvo hijos, como los más de la Ley Vieja, mas Josué, que
figuró la Ley Evangélica, ni tuvo hijos ni muger, y éste, virgen, entró en la Tierra de Promissión, y
el otro, casado, solamente la vido, sin entrar en ella. También se dize que Elías y Eliseo, santos
profetas, ni tuvieron hijos ni mugeres, y de ninguno sino déstos se sabe que antes del
Evangelio resuscitasse muertos, porque la particularidad del milagro declare algo del mérito de la castidad. A
Jeremías assí mismo le fue mandado que no se casasse, y el permanecer virgen vino bien con el ser
santificado en las entrañas de su madre. Refiérelo Marulo, libro cuarto.
[3] Exemplo notable de castidad fue Susana, que quiso más ponerse en peligro de muerte que
consentir en torpeza. Y assí dixo, como se refiere en el capítulo treze de Daniel: «Mejor me está sin
consentir /49r/ en pecado caer en las manos de los hombres, que, cometiéndole, caer en la indignación
de Dios».
Favoreció el Señor tan ilustre intento, no permitiendo que muriesse, ni dando lugar a que
quedasse infamada. Quedó con fama y con vida, y sus acusadores, sin vida y sin fama, cubiertos de
piedras y declarados por falsarios, a lo cual los truxo su desenfrenada luxuria. Refiérelo Marulo,
libro cuarto.
[4] Las riquezas y juvenil edad con grande hermosura pedían a Judit, muerto su primer marido, que
repitiesse las bodas y segunda vez se casasse. Mas ella estuvo firme en permanecer en estado de
viuda continente, trocando el vestido blando y delicado en un áspero cilicio, el deleite en ayuno, el
sueño y la ociosidad en vigilias y oración y, con estas armas armada, cortó la cabeça, no sólo a
Holofernes, sino también al demonio, no dándole lugar para que le pudiesse hazer daño. Y assí le
dixeron cuando bolvió con la cabeça de Holofernes:
-Tu coraçón se ha fortificado, porque amaste la castidad y muerto tu marido, no admitiste
otro. Por esto la mano del Señor te ha confortado, y serás bendita para siempre.
Refiérese en su Libro, capítulo catorze.
[5] Ana Profetisa, hija de Fanuel, vivió siete años casada, y llegó a edad de ochenta y cuatro, en que
vido a Jesucristo cuando le presentó en el templo su Sagrada Madre. Y dél profetizó grandes cosas.
Y si se ha oído el premio de la castidad vidual, óigase con qué sal se sazonó para que no se dañasse:
dize della San Lucas, en el capítulo segundo, que no se apartava del templo, ayunando y rezando,
sirviendo a Dios de día y de noche.
[6] Avemos llegado con las viudas al templo, y podemos ya con las vírgines entrar en el
Sancta Sanctorum, siendo assí que el que no cabe en los Cielos, el vientre de su Sacratíssima Madre le tuvo
en sí recogido. Y fue esta Señora escogida para que pariesse a Dios Hombre, Jesucristo, Hijo de
Dios, siendo su verdadera Madre, y, junto con serlo,
| fuesse Madre y Virgen, Virgen y Madre de Dios. Y las que siguieron a esta Señora, no de hombre mortal, sino de Cristo, Hombre y Dios
verdadero, son y deven llamarse esposas, pues por Él menospreciaron serlo de los hombres en la
tierra. Marulo, libro cuarto.
[7] Nuestro Redemptor y Señor Jesucristo, para mostrar lo mucho que ama toda limpieza y castidad
no sólo quiso ser virgen, sino nacer de Madre Virgen, y virgen que lo fue antes y después que le
parió. Quiso también que su precursor San Juan Baptista, que avía de anunciar su venida al mundo
y que le avía de baptizar estando en el mundo, que fuesse virgen. Y hablando dél el Hijo de Dios,
dixo que era más que profeta, porque era profeta y virgen. Dixo también dél que entre los nacidos
de mugeres ninguno era mayor que él, y esto, entre otras razones, porque con el mérito de la perfeta
castidad ya estava contado entre los ángeles. Dixo assí mismo por el Baptista, refiriéndolo en su
nombre el profeta Malaquías: «Embiaré un ángel que aparejará el camino delante de mí»; donde se
llama ángel el Baptista, porque pueden llamarse ángeles en la tierra los que guardan perfeta virginidad.
Del Evangelista San Juan, que era el amado y regalado de Cristo, podemos dezir que ayudó mucho
a este regalo y amor el ser virgen. Y lo mismo para que le encomendasse su Sagrada Madre estando
en la Cruz. Lo dicho es de Marulo, libro cuarto.
[8] Jacobo el Menor, llamado el Justo y hermano de Cristo, en tanto se preció de castidad y santidad
que a los incrédulos judíos era admiración. A él sólo era permitido entrar en el
Sancta Sanctorum. Y porque le mataron sin culpa, era opinión de muchos dellos que sucedió la des truición de Jerusalem.
Es de Eusebio, en la Historia Eclesiástica
, libro segundo, capítulo 23.
[9] Y aunque se halla en el Evangelio
que San Pedro tenía suegra y hijo, y por lo mismo tendría
muger, es cierto que assí él como los demás Apóstoles que antes eran casados las dexaron por
seguir a Cristo, y assí /49v/ lo dixo en nombre de todos el Apóstol San Pedro, y lo refiere San Lucas
en el capítulo diez y ocho por estas palabras:
-Señor, advertid que avemos dexado todas las cosas por seguiros.
Y que dexassen las mugeres infiérese de la respuesta que dio Cristo:
-En verdad os digo que no abrá alguno que dexe casa, padres, hermanos, muger o hijos por
el Reino de Dios, que no lo reciba mejorado en esta vida, y después en el Cielo.
Refiérelo Marulo, libro cuarto.
[10] San Pablo Apóstol exorta a las viudas y vírgines que guarden castidad con su exemplo. Y assí
dize en la Primera a los de Corinto, capítulo siete: «Bueno les será que
| permanezcan en lo que yo permanezco»; que fue dezir: «Que sean castas como yo lo soy». Y no lo dixera si no se viera casto
en la obra y en el desseo. Y es el que dize de sí que fue arrebatado hasta el tercero Cielo, y que vido
cosas tan grandes que no es lícito al hombre dezirlas. Y añade que el ser levantado hasta el tercero
Cielo ignora si fue en cuerpo o fuera de su cuerpo. Assí los que guardan castidad no saben que estén
en su cuerpo, porque las afecciones y siniestros malos no los siguen, sino que levantan su ánimo
sobre el Cielo, considerando divinos misterios, los cuales ignoran los dados a deleites carnales.
Colígese lo dicho de la Sagrada Escritura
por la mayor parte.
[EJEMPLOS CRISTIANOS]
[1] Ifigenia, hija de Egipo, rey de Etiopía, por la predicación del Apóstol y Evangelista San Mateo,
no sólo recibió la fe de Cristo y se baptizó, sino que consagró a Dios su virginidad. Edificó monasterio,
y presidía en él a muchas santas vírgines. La cual, por ruegos ni amenazas que de parte del rey
Hirtaco, sucessor del reino de su padre, le fueron hechas para que le acetasse por marido y se
pusiesse corona en su cabeça, no pudo acabarse con ella, diziendo que era esposa del Rey del Cielo
y que no le quería dexar para casar con otro. Por ver en esta determinación a Ifigenia, Hirtaco,
trocando su amor en furor, mandó poner fuego al monasterio para quemarla con cuantas monjas
estavan con ella. Puesto el fuego, la llama, sin dañar la virginal pudicicia, saltó en la propria casa
del rey Hirtaco y, quedando él y un hijo suyo libres, la casa fue quemada. Después el hijo murió
atormentado del demonio, y el padre, tocado de mal de coraçón, no pudiendo sufrir el tormento que
le causava, él mismo se dio la muerte. Y assí el que pretendía quitar la vida a Ifigenia con sus santas
vírgines miserablemente pereció con su hijo. Es de Abdías en la Vida de San Mateo.
[2] Tecla Virgen, predicando el Apóstol San Pablo en Iconia a Jesucristo, creyó en Él, y siendo
desposada repudió el espo- so | y se conservó virgen. Y por la confessión de la fe fue echada en una
hoguera sin que se quemasse, porque cayó grande tormenta de agua que mató el fuego. Después la
pusieron en un teatro a que fuesse despedaçada de leones, ossos, toros y otros ferozes animales, que
con su vista se amansaron, y quedó libre. Parecióle al procónsul que era afrenta atormentar más a
quien tan ferozes bestias avían perdonado, y assí la perdonó. Y por esta razón se libró de muerte,
aunque sintió los espeluzos della diversas vezes. Tócalo San Ambrosio, libro segundo
De Virginibus, y Surio, tomo quinto.
[3] Agata Virgen, en la ciudad de Catania de Sicilia no pudo ser vencida de Afrodisia, madre de
muchas malas mugeres, ni del pretor Quinciano con sus promesas, amenazas y tormentos. Todo lo
menospreció por ofrecer su virginidad limpia y casta a Cristo. Apareciósele en la cárcel el Apóstol
San Pedro para curarle los pechos que el malvado Quinciano le avía desgarrado, y recelóse de que
el hombre la tocasse, y huía la mano del çirujano, hasta que supo quién era, y, apartándose el
Apóstol, quedó sana. Y siendo mandada que anduviesse sobre texas agudas y carbones encendidos
desnuda, menos le dolió la pena deste tormento que la ignominia de ver su cuerpo descubierto. Y no
sufriendo esta /50r/ maldad, la tierra tembló, los muros de la ciudad hizieron sentimiento, y algunos
favorecidos y privados del pretor murieron. Y porque no fuesse él sin castigo de lo que hizo padecer
a la gloriosa Agata, un cavallo suyo lo acoçeó y mató. La santa donzella, vencedora de todos los
tormentos con que la atormentaron, desseosa de morir y verse con Cristo, fuele concedido, muriendo
alegre y muy contenta, mereciendo que un ángel se hallasse en su entierro y pusiesse sobre su
sepultura un epitafio que dezía: «Aquí está el cuerpo de un alma santa que procuró la honra de Dios
y la libertad de su patria». Y assí no careció en su muerte de loas de los ángeles la que en vida, por
su castidad grande, fue igual a ellos. Es de Surio, tomo primero.
[4] Lucia Siracusana tuvo en más la virginidad que la vida. No quiso juntarse con un mancebo, con
quien estava desposada, por juntarse con Cristo, cuyo amor la truxo a que constantemente padeció
martirio. Siendo juez Pascasio, pretendió violar su castidad, y para esto mandóla llevar al lugar de
las malas mugeres. Mas fuerça de hombres, ni muchos pares de bueyes que truxeron para este
intento, no pudieron hazerla dar passo, porque avía ofrecido a Dios su limpieza. Y en el mismo
lugar en que la puso Dios como fuerte roca la pretendieron quemar y, visto que la llama no le hazía
daño, passáronle por su cuello un cuchillo, y desta manera dio su alma al Señor. Es de Sigiberto, y
de Surio, tomo sexto.
[5] En Catarina de Alexandría los filósofos vencidos dieron testimonio de su sabiduría, los tormentos
sufridos pacientemente, de su constancia, y las ruedas de cuchillos despedazadas en daño de los
idólatras, de su merecimiento. Y porque no faltasse quién le diesse de su pureza virginal, de la
herida de su cuello, con que murió, salió leche. Su cuerpo ya difunto fue sepultado por manos de
ángeles, y su monumento manava óleo. Y si tanta honra se da en la tierra a Catarina muerta, con
cuántas ventajas la tendrá viva en el Cielo. Es del Metafraste.
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[6] Cecilia Virgen, a Valeriano, con quien estava desposada, el mismo día de sus bodas de tal
manera atemorizó, diziendo que tenía un ángel defensor de su virginidad, que no osó tocarla, sino
que, dexando el error de la gentilidad, se convirtió a Cristo, y mereció ver visiones de ángeles, y al
cabo padecer martirio en compañía de su hermano. De manera que no sólo quedó Cecilia intacta
del esposo que la amava tiernamente, sino que fue ocasión de su remedio. No osó profanar lo que
vido que era defendido con virtud divina, y assí merecieron ambos ser coronados por un ángel
de rubicundas rosas y de blancas açuçenas, siendo lo uno insignia de virginidad y lo otro, de martirio;
y no pudiendo vencer los tormentos a los que no venció el deleite sensual. Es de Surio, tomo sexto.
[7] Margarita Antioquena quiso más padecer las persecuciones de su padre gentil y que su cuerpo
fuesse tormentado con terribles tormentos, que ser casada con Olibrio, prefeto de la misma ciudad
de Antioquía. Sufrió pacientemente el eculeo, varas de hierro, uñas azeradas, fuegos y tormentos
más graves que la muerte, y al cabo el ser descabeçada, por no trocar su virginidad con el desposorio
y bodas. Y de aquí vino que por Olibrio que no quiso, recibió al Señor del Paraíso, por breves penas,
eternos gozos y, por la muerte temporal, Vida Eterna. Y no sin causa, siendo tragada de un dragón,
rompiendo el vientre salió libre la que cercada de carne, con el veneno de la carnal impudicia no
pudo ser inficionada. Con la vergüença venció la torpeza, guardando en el cuerpo frágil la integridad
de la alma. Dízelo Marulo, libro 4.
[8] Bárbara, ciudadana de Nicomedia insigne en hermosura, en linaje, en riquezas, en edad florida,
todo esto lo tuvo en poco y menosprecio con el ardor de la fe. Como la pidiessen muchos, con
ninguno quiso casar, diziendo que era cristiana y que avía consagrado su virginidad a Cristo. Por lo
cual Dióscoro, su padre, como infernal furia, con una espada desnuda la fue siguiendo por un lugar
des- poblado /50v/ y montuoso, escondiéndole las duras piedras a la donzella, mostrán dose con
ella más blandas que no él, aviéndola engendrado. Hallóla y llevóla de los cabellos a Marciano
Presidente para que la atormentasse. Hízolo él y, después de averla hecho padecer graves tormentos,
mandóla llevar descubierta a la vergÜença por la ciudad. La santa donzella, sintiendo más verse
desnuda que la muerte, hizo oración a Dios, y baxó un ángel que curó su cuerpo de las llagas que
tenía y le cubrió con una vestidura blanca. Este milagro se atribuyó a arte mágica, y assí fue mandada
degollar. Y su padre, llegando la crueldad a lo sumo, tomó cargo de verdugo y con sus proprias
manos la degolló; el cual, más cruel que las crueles bestias, pudo matar a la hija que engendró, y no
acabó con ella que adorasse ídolos o que trocasse el estado de virgen por el de casada. Es de
Marulo, libro cuarto.
[9] Inés Virgen despreció las bodas del hijo de un prefeto, el cual, por verse menospreciado y su
hijo tenido en poco, teniéndole él en mucho por el linaje de que descendía y por las riquezas que
posseía, mandóla llevar al lugar de las mugeres públicas desnuda. Fue Inés desnudada por manos
de hombres, mas cubrióla Dios de su mano por medio de sus cabellos, que rodearon por todas
partes su cuerpo. Y, estando en aquella casa infame, baxó del Cielo una claridad que la ilustró y
hizo resplandecer, y a los que entravan a deshonrarla hizo huir, y el hijo del prefeto, que pensó a su
salvo gozarla, fue repentinamente muerto. Pusiéronle fuego para quemarla, y la virgen quedó libre
dél, y los ministros de aquella maldad, mal chamuscados. Al cabo fue degollada, aunque su virginidad
quedó intacta, ofreciéndola a Cristo, su esposo, a quien ella sigue en el Cielo adonde quiera que va,
gozando de su compañía eternamente, aviendo recebido la palma de vitoria porque venció a los
pertinazes perseguidores de su honra. ¡Oh vitoria felicíssima, cuyo premio |
es Cristo! Dízelo San Ambrosio en el Sermón noventa.
[10] Y porque se entienda que tiene particular cuidado Jesucristo de favorecer la castidad y defenderla
en quien pone en Él su confiança, pondránse desto algunos exemplos. Santa Columba, en tierra de
los senones, que son en Francia, cerca de los belgas o flamencos, siendo llevada al lugar de las
malas mugeres, un ferocíssimo osso la defendió que no fuesse deshonrada. A Marciana defendió
una pared en Cesarea, que se levantó y puso entre ella y los que ivan a deshonrarla. A Irene libró un
ángel en Roma, burlando de los que la llevavan a la casa pública. Flavia Domicila, en Terracina, fue
libre de los que intentavan su deshonra, perdiendo repentinamente el juizio. Serafia, en la ciudad
vendinense, también se libró de deshonra por un temblor de tierra que dexó sin sentido a los que la
querían hazer fuerça. Justina, con la Señal de la Cruz fue libre de los encantos de un mago que
pretendía su deshonra. Lo dicho se colige de Adón y de Surio. Refiérelo Marulo, libro cuarto.
[11] Del mismo propósito y constancia se mostraron otras donzellas, como Dorotea, que padeció
martirio en Cesarea, Eufemia en Calcedonia, Juliana y Dula en Aquileya, Susana, Basilia, Anastasia
y Felícula en Roma, Vitoria en Tiburi, Valeria en Lemovici, Ursula con sus onze mil vírgines en
Colonia. Éstas y otras muchas antepusieron la castidad a las bodas y dieron la vida por Cristo, sin
dexarse vencer de los deleites de la carne ni de los tormentos del tirano. Es de Marulo, libro 4.
[12] Ni sólo de los que querían hazerles fuerça y deshonrarlas se estrañavan las santas vírgines,
sino que también los lícitos matrimonios dexavan, y con maravillosas industrias se escusavan por
conservarse castas a su esposo Cristo. Y déstas fue Brígida, donzella escosesa hermosíssima, la
cual, como fuesse demandada por muger de varones no sólo cristianos sino nobles y ricos, y ella
oviesse consagrado /51r/ a Dios su virginidad, pidióle con grande instancia que con alguna
deformidad de su cuerpo la afeasse, de modo que los que la molestavan descuidassen della. Oyóla
el que nunca cierra sus orejas a los que de coraçón le llaman. Tenía los ojos por estremo hermosos
y de repente se le afearon, hinchándosele y corriendo dellos un humor asqueroso. Y fue antídoto y
medicina para los penados de su hermosura, con que sanaron, y de suerte que mayor pena les
causava su vista que antes les dio gusto y contento. Ellos la dexaron y recibióla Dios, a quien
parecía más hermosa su alma cuanto su cuerpo estava más feo. Hízose monja y professando quedó
con la hermosura de primero. Es de Surio, tomo 2.
[13] Bien parecida a Brígida fue Andragasina, donzella francesa reinando en Francia Lotario, la
cual, siendo desposada por voluntad de sus padres, aunque contra la suya, con Aniberto Príncipe
(que después fue obispo rotomagense), con muchas lágrimas rogó a Dios que no consintiesse que
ella dexasse de ser virgen. La oración se acabó y ella se halló cubierta de lepra. Vista su fealdad, fue
dexada libre. Y porque se viesse la ocasión della, entrando en un monasterio y professando, quedó
sana. Entiéndese que fue su oración de suerte que de mejor gana padeciera estar leprosa toda la vida
que una hora carecer del don de virgen. Es de Surio en la Vida de Ansberto,
tomo primero.
[14] Farra, donzella, como por voluntad de su padre Agerico, que era de los principales privados de
Teodeberto, rey de Francia, se tratasse de casarla con persona igual a su linaje, ella lloró tanto y tan
de gana que perdió la vista. Mas, tornando a cobrarla por oraciones de San Eustaquio Obispo,
bolvió el padre a molestarla, de suerte que se fue huyendo a la iglesia. Visto por él que estava firme
en su propósito y que ni con amenazas ni malos tratamientos hazía mudança, aplacóse y dio lugar
a que entrasse monja. Dize Marulo: «Pudiéramos llamarla mártir, aviendo padecido tanto por la
castidad, si | no lo pusiera en duda ser fiel su padre. Aunque parece que el premio de mártir no le
perdió quien, siendo tan guerreada en la castidad, la guardó». Es de Gregorio Turonense y refiérelo
Marulo, libro cuarto.
[15] Gregoria, donzella romana, el mismo día de su desposorio se fue a un monasterio y hizo voto
de perpetua virginidad. Dexó el marido y abraçóse a Jesucristo. Dexó los deleites del cuerpo y gosó
los del Paraíso. Avisada determinación y dichoso sucesso, y que pocas vezes sucede en semejante
caso. De grande prudencia es darse prissa a llegar al puerto antes que se levante la tempestad, de
que ay ciertas señales. Es de San Gregorio en el Libro Tercero de
sus Diálogos, capítulo catorze. El
mismo santo escrive de otra donzella espoletana que, siendo hija de un príncipe y ilustre y rico,
como tuviesse hecho concierto de casarla, sin dar cuenta a persona alguna se fue a un monasterio y
recibió el velo de monja. Y si esperara el día de las bodas ay duda si pudiera aprovecharse de huir,
porque con mayor solicitud procurara el esposo su esposa que el padre la hija, aunque indignado
por ello la desheredó. Mas a la que desheredó el padre, Dios la hizo heredera de su Celestial Reino,
y lo que no recibió ni pudo recebir de su padre recibió de Dios, que lançasse demonios, como los
lançava de los cuerpos humanos, según afirma della San Eleuterio Abad. Lo dicho es de San Gregorio.
[16] Eufrasia Donzella, hija de Antígono Patricio, como fuesse prometida en esposa a un principal
cavallero de la corte del emperador Teodosio, estando en un monasterio de la Tebaida y siendo
pedida por el emperador que fuesse a Constantinopla a celebrar sus bodas, respondió que tenía
esposo en el Cielo y que no le quería en la tierra, y que estava determinada a padecer cualesquier
penas antes que faltarle en la fe dada. Replicó Teodosio que a las riquezas que ella tenía de su
patrimonio añadiría él otras de grande precio y estima. La respuesta fue dezir:
-Mis riquezas son Cristo; tus dones dalos a otro.
No sé qué admire más, o la /51v/ anciana
sabiduría de una niña en responder o su constancia
admirable de permanecer en tan santo propósito. Mas el mismo enseñó a Eufrasia lo que devía
responder a un príncipe cristiano como Teodosio, que a Catarina a los argumentos y dificultades de
los filósofos gentiles. Y el que hizo que Lucía no pudiesse ser movida de hombres ni de bueyes,
hizo que ni Eufrasia se moviesse a los dichos del mismo emperador. Perpetuo habitáculo del Espíritu
Santo es la virgen limpia que se dedica a la perpetua castidad. Es del libro De
Vitis Patrum.
[17] María de Decegnies, donzella de doze años, desposándose por voluntad de sus padres y contra
la suya con un ilustre hombre llamado Juan, fue parte por medio de su santidad y sabiduría a que la
dexasse donzella intacta, y perseverando en virginidad fue célebre en muchas virtudes y milagros.
Y en su muerte se apareció Jesucristo con sus Apóstoles y muchos ángeles, de cuya vista recibió
tanto consuelo que no sintió las angustias de la muerte. Y apartada la alma del cuerpo, fue vista
acompañada de la Virgen Sacratíssima María y de muchos ángeles, que iva a las Celestiales Moradas,
y dello dio fe el obispo de Tolosa. No sin causa alcançó tan grande bienaventurança la que conjunta
en matrimonio al varón no admitió su varonil trato, y librándose del jugo de casados, al cual estava
ya sujeta, permaneció incorrupta en cuerpo y alma. Es de Jacobo de Vidriaco y refiérelo Surio,
tomo tercero.
[18] Edeltrude, donzella ilustríssima, hija de Ana, reina de Inglaterra, contra su voluntad fue casada
con Candeberto, príncipe de los girvios australes, y hallándose juntos, ella le supo dezir tales cosas
en loor de la castidad que ambos hizieron voto de guardarla perpetuamente, como la guardaron.
Murió Candeberto, y de nuevo también contra su voluntad fue desposada con el rey Cefordo, y con
él vivió doze años conservando su | virginidad. Passado
este tiempo y de voluntad del rey entró en
un monasterio y hízose monja, donde, aunque estava más segura, no vivió menos casta que allí en
los palacios reales y en los aposentos de los reyes. Su virtud de castidad cuánta fuesse puede
considerarse en que la apegava a los con quien se casava, haziéndolos vivir castos. Y es raro exemplo,
y no sé que se halle otro semejante de que se case dos vezes una donzella y siempre virgen. Es de
Sigiberto y refiérelo Beda en su Historia, libro cuarto,
capítulo diez y nueve.
[19] Siempre virgen y casada (aunque sola una vez) fue Cunegunde, muger del emperador Enrique.
De la cual estando él una vez sospechoso acerca de su castidad, por assegurarle, teniendo inspiración
de Dios para hazerlo, anduvo los pies descalços sobre unas planchas de hierro hechas fuego, sin
daño alguno. Muerto el marido, pudo más libremente servir a Dios, tan casta como de primero,
porque no quiso más casarse por no perder también su limpieza aviendo perdido a Enrique. Y
porque los dos en estado de matrimonio vivieron castos, gozaron de un reino más seguro y más
perpetuo que el que dexaron. Refiérelo Marulo, libro cuarto.
[20] Una donzella francesa hija de Gunzón, duque de Narbona, estando endemoniada fue libre del
demonio por la oración de Galo Abad. Hizo voto de virginidad y començó a habitar el Espíritu
Santo donde el demonio avía huido. Pidióla por muger el rey Sigiberto de Francia y entregósela el
padre. Y estando en su presencia dixo que era esposa de Jesucristo, Rey Celestial. A esta voz el rey
se estremeció y no osó llegar a la donzella, sino embióla a un monasterio diziendo que la entregava
a quien dezía que era su esposo. Y assí mereció ser conjunta a Cristo en la Bienaventurança, porque
en tanto que vivió estimo en más la castidad que el ser reina de Francia. Es de Surio en
la Vida de San Galo, tomo quinto.
[21] Edita Donzella, hija de Edgaro, rey de /52r/ Inglaterra, muerta de algunos años, abriendo su
sepulcro pareció su cuerpo convertido en ceniza y su vientre entero y sin putrefación. Admiráronse
muchos desto; aparecióse a un siervo de Dios la misma virgen Edita y díxole ser aquel caso ordenado
del Cielo, por razón de que nunca, ni con la obra ni con el desseo, pecó contra la castidad. También
le fue revelado a Dunstano Obispo que estava en el Cielo en compañía de las esposas de Cristo y
que era voluntad de Dios se le celebrasse fiesta en la tierra, y assí lo hizo. Grande es el mérito de la
castidad, pues honra Dios por él la alma en el Cielo y quiere que también lo sea el cuerpo en el
suelo. Es de Marulo, libro cuarto.
[22] Luceya, donzella romana, siendo captiva de Ancio, rey bárbaro, y queriendo hazella fuerça,
ella le dijo que temiesse ser castigado del Rey del Cielo, cuya esposa era. Oído por él, dexóla libre
y embióla a Roma. Hízose cristiano y desde algún tiempo oyó dezir que avía padecido martirio en
Roma Luceya. Y encendido en fuego del Cielo, por la buena suerte de su captiva, dexó el reino y
fue a Roma, donde padeció graves tormentos por la confessión de la fe, desseando más reinar en el
Cielo que en la tierra. Y todo esto le vino de la veneración que tuvo a la virgen Luceya. Dízelo el
Metafraste.
[23] Eugenio, rey de Africa bárbaro, llevó captivas de Italia a Flora y Lucila, hermanas y donzellas
consagradas a Dios. Sabiendo dellas su estado, temió de les hazer fuerça y embiólas libres a su
monasterio. Después, saliendo a algunas empresas pedía favor a las dos santas donzellas y alcançava
vitoria. Vino a hazerse cristiano y passó a Roma en traje dissimulado con intención de recebir
martirio. Estava cierto que la corona de su reino era frágil y la del martirio estable y eterna. Allí se
dize que en compañía de las mismas vírgines Lucila y Flora fue martirizado. Todo este provecho le
vino de aver honra- do | la virginidad. Dízelo Marulo, libro cuarto.
[24] Petronila Virgen, hija del Apóstol San Pedro, estando enferma y preguntando a su padre por
qué sanando a otros a ella le dexava enferma, respondió:
-La donzella en la enfermedad aprende a ser fuerte, y estando sana trata de los deleites del
cuerpo.
Y assí, Petronila quiso más morir casta que vivir casada con Flaco Cónsul, de quien era
pedida por muger. Rogólo a Dios y oyóla, y libróla con su muerte del cónsul que tratava de le hazer
fuerça. Y la que no quiso ser esposa de hombre lo fue del Espíritu Santo, y gozó de las Bodas
Celestiales porque menospreció las terrenales. Es de Lipomano.
[25] Por mandado del emperador Numeriano fue mandada llevar Daría, donzella santíssima y esposa
del santo mártir Crisanto, en Roma al lugar de las mugeres públicas. Fue assí hecho, y puesta la
santa donzella en aquel afrentoso lugar, proveyó Dios de un león, que saliendo de cierto corral en
que estava se fue a poner delante della con muestra de la querer defender. Entró ignorando esto un
moço desvergonçado y atrevido con intento de deshonrar la donzella. Salió a él el león y derribóle
en el suelo, y pisándole con sus pies mirava a la santa para ver lo que dél quería que hiziesse. Daría,
visto lo que passava, dixo:
-Conjúrote por Jesucristo que no le hagas mal, sino que me des lugar que yo le hable.
Hablóle y díxole:
-Mira cómo la ferocidad del león obedece al nombre de Jesucristo, y tú, siendo hombre y
acompañado de razón no temes ofenderle.
El moço, temblando, puesto de rodillas delante de la santa, dixo:
-Haz, señora, que no me mate esta bestia, que yo te prometo de publicar por toda Roma que
no ay otro Dios sino el que tú adoras.
Mandó Daría al león que le dexasse ir libre; apartóse el león y el moço salió dando vozes
por la ciudad, cumpliendo su promesa. Y si se cançava y callava bolvía a ver si
/52v/ estava el león a sus espaldas. Otros entraron donde estava la santa y les sucedió lo mismo, de suerte que salían
convertidos y publicando a Cristo por Dios. Celerino Prefeto fue informado del caso y mandó
poner fuego al aposento donde Daría estava, mas por su oración ella y el león salieron libres. El
león se fue a los montes y ella quedó para padecer mayores tormentos por Cristo, en los cuales
acabó la vida y començó a gozar la Eterna en el Cielo. Refiérelo Simeón Metafraste.
[26] Nizéforo, libro siete, capítulo treze, escrive de una donzella de Nicomedia, la cual porque no
quiso sacrificar a los ídolos fue mandada llevar al lugar de las mugeres públicas. En el camino vido
a un obispo de la misma ciudad llamado Antimo; preguntóle cuál era mayor mal, perder la castidad
o la fe. El obispo respondió:
-Hija Eufrasia (que assí se llamava la donzella) hermoso don es el de la castidad virginal,
aunque el de la fe es mayor y más importante, por lo cual si en la castidad forçosamente ha de aver
falta, procura que permanezca la fe en tu alma, y si el cuerpo padeciere fuerça, la misma sufrida por
Dios ayudará a tu corona.
Oído esto por la casta donzella, rebolvía en su ánimo cómo pudiesse conservarlo todo, assí
la fe como el don de virgen, y estando ya en el lugar público y con ella un feroz soldado que
pretendía primero que otros semejantes despojos, Eufrasia le habló y dixo:
-Si tú, valiente soldado, abstiniéndote de hazer lo que pretendes en daño de mi honestidad,
la defendieres de otros que también como tú la pretenderán hazer guerra, yo te daré un reparo
contra las heridas que en cualquier trance y batalla puedes recebir, de modo que ninguna arma de
enemigo te hiera o saque sangre, y la experiencia desto puedes hazer en mí, y hallándola cierta
harás lo que te ruego.
El soldado, contentíssimo de lo que oía, dixo que acetava de buena gana el partido. Eufrasia,
que se halló acaso con un pedaço de cera, ablandóla, y puesta |
en su cuello dixo al soldado que desnudasse su espada y la hiriesse con grande fuerça por la garganta, y vería la experiencia. Hízolo
assí, hirióla el cuello y derribóle bien lexos la cabeça, que fue lo que Eufrasia pretendía para
conservarse virgen, aunque a costa de la vida, y siendo este hecho (como se presume) guiado por
Dios, también ganó en él corona de mártir. Este caso, si no es otro, escrive Luis Vives en su
Muger Cristiana, libro primero; sólo diferencia en que llama a la donzella Drasila, y dize que era hierva la
que se puso al cuello, que fue una la primera que se halló a mano, diziendo tener semejante virtud.
[27] Eusebio Cesariense en su Historia Eclesiástica,
libro octavo, capítulo doze, escrive de dos
donzellas y una madre, todas tres cristianas y muy hermosas, que estando en un pueblo cerca de
Antioquía, donde se avían retirado por huir la persecución de Diocleciano, que andava muy sangrienta
en la ciudad contra los cristianos, teniendo noticia dellas fueron presas, y trayéndolas a Antioquía,
llegando cerca de un río, la madre les habló y dio a entender el peligro en que ivan de ser deshonradas,
que mejor les sería ahogarse en aquel río que perder la castidad. Fue poco necessario persuadirles
esto a las que tenían intento de morir antes que dexarse deshonrar. Apartáronse un poco de los
soldados y lançáronse en el río, donde fueron ahogadas. Nicéforo, libro siete, capítulo doze, escrive
de otras dos donzellas que, trayéndolas en un navío también a Antioquía para el mismo efeto, se
echaron a la agua. A una de las cuales nombra San Ambrosio, y dize que se llamava Pelagia. Es en
el libro tercero de Vírgines. Y Antonio Sabélico, en el libro quinto de
Exemplos, dize que siendo la ciudad de Aquileya saqueada de los hunos, una ilustre donzella, viniendo en poder de cierto soldado
y queriendo deshonrarla, ella le rogó que no fuesse en lugar público donde estava, sino que se
subiessen a lo alto de la casa. Concedió con ella el bár- baro.
/53r/ Subió a un aposento donde estava una ventana sobre el río que passava por aquella ciudad, corrió a ella y dixo al soldado:
-Si quieres gozarme, sígueme;
y lançóse en el río. El intento déstas y de otras muchas que hizieron cosas semejantes, que fue por
guardar castidad, de todos es alabado, mas la obra de matarse y ser homicida de sí mismas ninguna
loa merece. Y assí San Augustín, en el libro primero de la Ciudad
de Dios, capítulo diez y siete, reprehende el matarse uno a sí mismo. Bien es verdad que Dios, que es Señor de nuestras vidas,
pudo dar licencia a todas éstas para que se matassen y conservassen castas, y en tal caso merecieron
y tendrán en el Cielo aureola de mártires, pues quien padeciesse muerte por no cometer algún
pecado mortal -como lo es la fornicación- verdadero mártir sería.
[28] Julián Antioqueno Mártir y Basilisa, aviendo celebrado las bodas, salía de la cama un olor
suavíssimo de rosas, con ser tiempo de imbierno, y admirada dello Basilisa y no sabiendo la causa,
Julián le dixo que era aquel olor la limpieza virginal, de cuya suavidad enamorada la donzella se
determinó de conservar con su esposo virginidad. El propósito y determinación confirmó una visión,
apareciéndoseles Jesucristo con su Sagrada Madre, agradesciéndoles su desseo y obra. Vivieron
juntos algún tiempo y después se apartaron y fueron ambos ocasión de que muchas almas se salvassen,
y al cabo padecieron martirio por Cristo. Refiérelo Surio, tomo primero.
[29] Baptista Fulgoso en el libro cuarto escrive que el año de Cristo de mil y dozientos y noventa y
uno, ganando sarracenos la ciudad de Tolemaida, que es en tierra de Palestina, estando en ella un
monasterio de monjas, la abadesa les amonestó que para defensa de su honestidad se cortassen las
narizes. Hiziéronlo assí, entraron los infieles y vistas con semejante fealdad, los rostros bañados en
sangre, sin les hablar palabra las mataron a todas. No les era lícito a éstas con su proprio pa- recer
| mutilarse. Aunque bien se presume que en el espacio que uvo desde que se cortaron las narizes
hasta que fueron muertas pudieron tener, y que de veras le tendrían, pesar de lo que fue culpa en
aquel hecho, ayudando a esto que fue mandato de su perlada, el dolor que padecían y Dios
principalmente, que miraría el intento con que lo hizieron, y assí, contritas y muertas se salvarían.
Refiere lo mismo San Antonio de Florencia, y llama Ancona a la ciudad.
[30] Osita, hija de Fritevaldo y de Vuiltevurga, reyes de Inglaterra, contra su voluntad fue casada
con Sigero, rey de los saxones orientales. Resistió algunos días a la voluntad del rey con diversos
modos que tuvo; mas, viendo él sus dilaciones y acrecentando la tardança su desseo, un día se
encerró con ella en su aposento determinado de cumplir su voluntad de grado o de fuerça. Mas assí
como entró, por voluntad de Dios vinieron a dezirle que avía parecido en el monte un maravilloso
ciervo, a cuya caça siendo el rey muy inclinado, dexando a Osita se fue con sus caçadores a buscar
el ciervo, donde se detuvo algunos días. Quedó la santa donzella como quien se libra de un terrible
naufragio, y embiando a llamar ciertos obispos que de Inglaterra su patria estavan allí venidos, ella
les habló y declaró su intento, y movidos por Dios, sin mirar el modo como el rey lo llevaría, hizo
en sus manos tres votos, pusiéronle ellos velo y quedó perfeta monja. Buelto el rey de su caça
ganoso de verse con la reina, cuando entró en su aposento y la halló puesta velo negro, y supo que
avía hecho professión y era monja, sintiólo tanto que estuvo en punto de matarla. Mas fuele Dios a
la mano para que no lo hiziesse. Trocóle el amor en aborrecimiento, embióla a una villa llamada
Chinchense, donde edificó un monasterio, y acompañada de otras ilustres donzellas hazía vida
santíssima. Tuvo della embidia el demonio, conmovió los ánimos de ciertos daneses, que entrando
en navíos con intento de robar /53v/
(y fue el año del Señor de seiscientos y cincuenta y tres),
llegaron a la parte oriental de Saxonia, y saliendo en tierra acometieron la villa de Chinchense,
donde executaron grandes muertes y robos. Entró el capitán de esta gente en el monasterio de
Osita, y viendo la santa monja, sabiendo quién era, hablóla con dulces palabras y con ruegos y
ofrecimientos procurava atraerla a que dexasse su religión y fe y adorasse ídolos como él adorava,
amenazándola de muerte si no lo hazía. La santa donzella, teniendo en poco sus ofrecimientos y en
menos sus amenazas, respondió que perdería primero la vida que negasse a su esposo Cristo, y que
no adoraría dioses falsos. Por lo cual el tirano, no pudiendo sufrir su constancia ni oír menospreciar
sus dioses, hízole abaxar la cabeça, y con su espada se la cortó. Y aviendo caído en tierra, baxóse el
cuerpo y tomóla en sus manos, donde con passos bien compuestos fue hasta una iglesia de los
Apóstoles San Pedro y San Pablo, que distava de allí trecientos pasos, y hallando las puertas cerradas,
con las manos sangrientas dio golpes para que abriessen, quedando señales de la sangre en ellas, y
con esto se dexó caer allí. Y en el lugar donde fue degollada manó una fuente provechosa para
diversas enfermedades. Es de Surio, tomo quinto.
[31] Macrina, hermana de San Basilio y de Gregorio Niseno, estando concertada de casar con
cierto moço de muy buenas partes, y muriendo antes del desposorio, ella perseveró en no querer
casar con otro. Y diziéndole sus padres que lo hiziesse, respondía que tenía por malo no honrar el
matrimonio que primero le avían señalado, sin pretender otro, que assí como naturaleza ordenó un
solo nacimiento y una sola muerte, assí era bien que oviesse un solo matrimonio, y que aquél con
quien la avían desposado, aunque era para otros muerto, para ella estava vivo, con la esperança
cierta que tenía que avía de resuscitar; y que le juzgava sólo estar ausente y assí era maldad grande
no guardar la fe al | esposo que avía ido a alguna otra tierra, aunque distante y por largo tiempo. Con
estas razones se defendía de sus padres y perseveró en honestidad hasta la muerte, que fue en
religión y estado de monja. Antes que entrasse en el monasterio tuvo una enfermedad en la garganta,
donde se le hizo una hinchazón grande que le causava mucha pena y mostrava ser de peligro si no
se curava. Quiso su madre que se le llamasse cirujano, mas ella, que sentía no menos que la muerte
el descubrir el cuello a hombre, recusávalo. Dezía la madre:
-Dios declaró la arte de la Medicina a los hombres para que aprovechándose della unos
curen a otros, ¿de qué te recelas?
Todavía se escusava Macrina que hombre viesse su garganta, y assí con grande fe entró en
un oratorio con su madre y estuvo en oración toda una noche, derramando lágrimas, pidiendo a
Dios la sanasse. La madre cansada ya cerca del día le dixo:
-Hija, todavía quiere Dios que llames médico.
Ella respondió:
-Madre mía, tú sola lo has de ser. Hazme la Señal de la Cruz en la garganta sobre el mal, que
yo espero en su Magestad quedar sana.
La piadosa madre hizo la Señal de la Cruz sobre la hinchasón, y de repente desapareció,
dexando una pequeña señal para evidencia del milagro y que siempre tomasse de aquí motivo para
darle gracias. Es de San Gregorio Niseno y refiérelo Surio, tomo cuarto.
[32] Eduardo, rey de Inglaterra, por persuasión de los grandes de su reino casó con Edita, y las
primeras palabras que entre sí tuvieron fue concertarse de vivir castos, no queriendo otro testigo
para esto sino a Dios. Y assí fue muger la reina del rey en el espíritu y no en la carne, y fue el rey
marido de la reina en la palabra y no en la obra, aunque entre los dos fue verdadero matrimonio y
assí teníanse amor de casados y bivían recatados. Amávanse las almas y guardávanse los cuerpos,
y como otra Abisag calentava la reina el casto pecho del rey con espiritual amor, y el rey insistía en
que permane- ciesse /54r/ entre los dos su honor. Quiso Dios honrar al rey y que fuesse conocida su
santidad en que, pidiéndole un contrahecho que le llevasse sobre sus hombros hasta entrar en una
iglesia y llegar con él al altar mayor -el cual dezía que avía visitado la iglesia de San Pedro de Roma
por cobrar salud y que tuvo allí revelación que si hazía esto con el rey Eduardo que sanaría-, el rey
con mucha humildad le levantó de tierra y puso sobre sus hombros y fue mucho de ver el pobre con
su vestido de remiendos, suzio y asqueroso, con sus braços que avían arrastrado el suelo y le
servían de pies, abraçado al cuello del rey. De los que estavan presentes unos se reían, otros afirmavan
que el pobre se avía querido burlar del rey y ayudavan ellos a la burla, y otros juzgavan que esta
simplicidad del rey resultava de ser indiscreto y necio. Mas bolvió Dios por su siervo Eduardo, y
fue assí que no avía bien entrado en la iglesia cuando se le descogieron los nervios al contrahecho
y los pies se le despegaron de las espaldas, la carne magra y de mal color tomó otro lustre, fortificó
los huessos y quedó perfetamente sano. Semejantes obras concede Dios a la castidad.
Era muy devoto Eduardo de San Juan Evangelista, y ninguna cosa que por su amor le
pidiessen la negava. Pidióle un día limosna un peregrino por aquel nombre, y no teniendo qué darle
sacó un anillo de oro de su dedo y diósele. Ivan después dos ingleses a visitar el Santo Sepulcro a
Jerusalem, y tomándoles una noche en despoblado fatigáronse mucho. Mas llegó a ellos un viejo
venerable y díxoles que le siguiessen; hiziéronlo ellos y en poco espacio los puso en poblado y
llevó a cierta posada, donde les dio bien a cenar y durmieron lo que de la noche quedava. A la
mañana hablóles el viejo y díxoles:
-Sabed que yo soy el Apóstol de Dios San Juan y amo tiernamente a vuestro rey, porque
vive casto. Él me dio este anillo de oro, pidiéndole limosna en mi nombre en traje de peregrino.
Bolvédsele y dezidle de mi parte que ya se le llega el día de su muerte, que será dentro de seis
meses, y que nos | veremos juntos, siguiendo al Cordero Inmaculado.
Dicho esto desapareció el santo Apóstol. Ellos bolvieron a su tierra y dieron cuenta al rey de
lo que avían visto y oído. Cayó luego enfermo, y murió santamente, y lo mismo la reina Edita,
subiendo a gozar en el Cielo la compañía de los castos. Refiérelo Surio, tomo primero.
[33] En el monasterio de Santa Brígida en Hibernia estava una monja de poca edad, la cual, siendo
atormentada gravemente del vicio deshonesto por aver puesto los ojos en un perverso hombre que
la solicitava, y oídole algunas razones, vino a concertarse con él de le hablar una noche por lugar
acomodado para semejante maldad. Aguardó que estuviesse durmiendo Santa Brígida -la cual no
dormía, antes sabía bien en lo que ella andava y rogava a Dios con grande instancia se doliesse de
aquella alma-; ya iva la otra a poner en obra su mal propósito cuando ofreciéndosele en la memoria
el temor de Dios y los buenos consejos de Santa Brígida, tomó brasas y puso sus pies desnudos
sobre ellas, y desta manera con un fuego apagó otro fuego y con el dolor del cuerpo venció el ardor
libidinoso que la atormentava. Hablóla otro día Santa Brígida y díxole:
-Porque esta noche peleaste valerosamente y el fuego de la luxuria no te acabó de abrasar,
de aquí adelante serás libre dél y escusarás el del Infierno.
Con esto hizo oración por ella, y quedó sana de las llagas que tenía en sus pies hechas por el
fuego que puso debaxo dellos, y sin más tentaciones semejantes. Refiérelo Surio, tomo primero.
[34] Vivía en la santa ciudad de Jerusalem una monja muy religiosa y de grande exemplo de vida en
su casa particular, de quien teniendo embidia el demonio, solicitó a un mancebo para que aficionado
a ella sobremanera la persiguiesse. Visto por la santa donzella, y que el negocio iva adelante, quiso
quitar con su ausencia el escándalo que le causava su vista. Tomó un cilicio y en un vaso cierto
manjar cozido y fuese al desierto del Jordán, de donde vino /54v/
que el moço no viéndola perdió su
memoria y fue libre de la tentación que padecía. Y ella con la soledad tuvo más seguridad y se
aumentaron sus méritos. Después de muchos años vídola un ermitaño por dispensación divina,
queriendo Dios que se manifestasse su santidad. Preguntóle:
-¿Qué hazes aquí, madre, en esta soledad?
Ella, queriendo encubrirse, dixo:
-He perdido el camino, ruégote que me enseñes por dónde tengo de ir.
El monge, enseñado de Dios, replicó:
-Créeme, madre, que tú no erraste el camino, ni le buscas, mas pues sabes que la mentira es
del demonio, dime la causa por que veniste a la soledad.
-Perdóname, abad -dixo la sierva de Dios-; lo que passa es que un moço se escandalizó por
causa mía, y vine al desierto teniendo por mejor morir que ser estropieço al próximo.
Añadió el monje:
-Dime, señora, ¿y qué tanto tiempo as residido en este lugar?
Ella dixo:
-Doy por ello gracias a Jesucristo, que ya van para diez y siete años.
-¿Y de qué te as sustentado? -preguntóle el monje.
Ella respondió:
-En un vaso truxe cierto guisado, y este cilicio, el cual por divina dispensación me ha cubierto
mi cuerpo, sin que el guisado se aya acabado aunque siempre que tengo necessidad uso dél. Y más
quiero dezirte, padre, que por estos diez y siete años, ningún hombre me ha visto sino tú aora,
aunque yo los veía andar por este desierto.
Oído esto por el ermitaño, alabó a Dios. Es del
Prado Espiritual, capítulo ciento y setenta y nueve.
[35] En Francia, en la provincia Laodiense, avía grande número de mugeres religiosas, que estavan
en sus casas de por sí. Y aunque muchas avían tenido padres ricos, trabajavan todas de sus manos,
vivían en castidad, frecuentavan los Sacramentos; si caían en algún pecado, aunque fuesse fácil y
ligero, lloravan más por él que otros por los muy graves. Eran perseguidas de gente mala y viciosa,
y aun de otros de estados altos, poniéndoles nombres afrentosos, murmurándolas, diziendo que ni
eran carne ni pescado, sino gente desapro- vechada | y inútil. Lo
cual ellas padecían con grande
paciencia, acordándose de Cristo, que le llamaron samaritano por afrenta. Sucedió que la ciudad
donde residían las más fue saqueada de enemigos y estas honestas mugeres se escondían por las
cuevas y lugares inmundos, queriendo más morir de mal olor que perder su limpieza. Algunas que
se veían assir de los soldados, no teniendo otro remedio y deviendo aver oído voz del Cielo para
hazerlo, se lançavan en el río y en poços. De las cuales una, llevándola el río con su corriente,
entraron ciertos soldados en una barca y sacáronla de la agua en la misma barca, donde viendo que
uno dellos la quería forçar, assida dél se arrojó otra vez en el río, donde el soldado quedó ahogado
y ella salió libre. Cessó esta persecución y sucedió otra de hambre, en la cual se averiguó que con
ser algunos millares los de estas religiosas, ninguna murió de hambre, teniendo Dios cuidado dellas,
como le tuvo antes muy particular en que ninguna fuesse deshonrada. Entre éstas avía una llamada
Marta, donzella inocentíssima, sin malicia y muy abstinente, y dada a la oración. Ésta, estando un
día en la iglesia, vido alrededor de sí muchas manos puestas, como que la rogavan algo que hiziesse.
Rogó a Dios le declarasse qué era aquello, y fuele dicho que eran almas que penavan en Purgatorio
y se encomendavan a ella; y assí tuvo particular cuidado de rogar a Dios por ellas, y algunas
salieron de pena por su oración. A esta sierva de Dios, cierto religioso que la confessava, sin mal
intento le tomó una vez la mano. Ella sintió luego de allí, y después en su casa, algunos movimientos
sensuales. Començóse a entristecer, no sabiendo qué cosa aquello fuesse, porque era inocentíssima,
fuese a la oración y pidió el favor de Dios. Oyó una voz que dixo:
Noli me tangere. Tomóla de memoria y con sinceridad grande, porque no entendía latín, bolviendo al confessor le dio cuenta de
aquella novedad, y añadió:
-Esta voz he oído: Noli me tangere. /55r/ No
sé, señor, qué signifique. Declarádmelo.
El confessor entendió que Dios, por no avergonçarle delante de aquella su sierva le avía
querido avisar que no tuviesse más semejantes tocamientos de manos, aunque fuessen sin mal
intento, y assí vivió recatado en adelante. Lo dicho es de San Antonio de Florencia en su
Segunda Parte Historial, título diez y nueve, capítulo doze. Y añade desta sierva de Dios que le fue revelado
cómo la Madre de Dios estava en el Cielo en cuerpo y alma, y lo mismo los que resuscitaron cuando
Cristo resuscitó.
[36] A Potamiena, donzella hermosíssima y no menos honesta, tenía por esclava cierto hombre
rico. Era él pagano y ella cristiana, encendióse en amor deshonesto el amo de la esclava, y como le
resistiesse valerosamente, fuese él al adelantado de Alexandría por el emperador Maximino, grande
perseguidor de cristianos, y concertóse con él que amenazasse de muerte a la donzella con título de
que era cristiana, mas si consintiesse con él de hazer su voluntad se la bolviesse libre. El inicuo juez
lo tomó a su cargo, y ni por palabras de amenaza que le dixo, ni de ofrecimientos que le hizo, pudo
acabar con ella que faltasse a su casto propósito. Por lo cual indignado mandó henchir una grande
caldera de pez, y puesta en el fuego, y estando ardiendo, mandó poner dentro a Potamiena desnuda.
Ella le conjuró por la vida del emperador que no la desnudasse, sino que vestida la pusiesse dentro,
y el juez lo mandó assí. Donde, estando por tres horas padeciendo terrible tormento, al cabo dellas,
sin que la pez le llegasse al cuello, acabó la vida. Y fue verdaderamente mártir, pues murió por
guardar la castidad. Refiérelo Paladio en su Lausiaca.
[37] En una cueva estava encerrada sin salir della ni ser visto su rostro de persona humana Alexandra.
Dávanle de comer por una pequeña ventana, y passó desta vida al dozeno año de su encerramiento.
Contava della Melania Romana, muger santíssima, que estando cerca de la ventana por donde le
davan la comida sin verla, porque | ella no se dexava ver, le rogó que le dixesse la causa por que se
avía ido de la ciudad y encerrado en aquella cueva o sepulcro. Respondióle:
-Sabrás, señora, que cierto moço andava enamorado de mí y me perseguía. Yo, por librarme
dél y no darle ocasión de que ofendiesse a Dios con mi vista, que le era estropieço y escándalo, me
encerré aquí.
Replicó Melania:
-Dime, sierva de Dios, cómo puedes passar la vida sin hablar con alguno y peleas con la
ociosidad y con los pensamientos importunos.
Respondió ella:
-Desde la mañana hasta hora de nona estoy en oración y hilando lino. En las otras horas
rebuelvo en mi coraçón las Vidas de los santos padres y patriarcas, y los martirios de los santos
Apóstoles y mártires, y venida la noche glorifico a mi Dios y passo la mayor parte della en oración
y espero el fin cuando seré desatada deste cuerpo y presentada en la presencia de Jesucristo, mi
Dios.
Refiérelo Paladio en su Lausiaca.
[38] San Gregorio Turonense escrive en su Historia Francesa que en tiempo de los emperadores
Arcadio y Honorio, un mancebo de linaje de senadores de la ciudad de Anverna muy rico y virtuoso,
se desposó con una donzella noble y muy principal. La noche que se vieron juntos estava la donzella
tristíssima y muy llorosa. Preguntada la causa, respondió que tenía hecho voto de castidad y que
sus padres contra su voluntad le avían hecho que viniesse en casarse, y sintía la muerte en hazer
falta a Jesucristo, a quien primero avía dado la fe de esposa. Afirmava que le sería ocasión de su
muerte, añadió tales y tantas razones en loor de la castidad, que el mancebo, siendo bien inclinado,
vino en que los dos viviessen castos, lo cual guardaron fielmente, aunque vivían en una casa y
dormían en un aposento, hasta que la donzella murió. Y al tiempo que la ponían en la sepultura dixo
él:
-Gracias te doy, Eterno Señor Mío, porque restituyo a tu piedad este tesoro de la manera que
de ti le recebí encomendado.
Vídose el rostro de la difunta a esta sazón con un alegre son- riso,
/55v/ y oyóse que dixo:
-¿Para qué dizes lo que no te preguntan?
No mucho después murió él y sepultáronle en la misma iglesia, en otro sepulcro aparte, mas
el siguiente día fueron hallados juntos, y por esto en aquella ciudad fueron llamados «los dos castos
amantes».
[39] En una ciudad de Alemaña vivía cierta señora casada rica y de linaje, y muy sierva de Dios,
cuya hermosura se tenía por milagro de naturaleza. De partes diversas venían personas de cuenta a
sólo verla, de que ella sentía grave pena porque la desasosegavan. Y su sentimiento crecía
pareciéndole que su vista era ocasión de escándalo a muchos. Encerróse un día en su oratorio, y
derramando lágrimas hablando con Dios, dixo:
-Bien vees, Señor, que resulta grande peligro de la forma y parecer que en mí pusiste.
Porque mediante tu misericordia, aunque esté yo segura de ofenderte cayendo en alguna torpeza,
mas temo de ser ocasión a gente débil y flaca para caer en tentación sensual, por tanto pídote,
Señor, que trueques mi rostro y corporal hermosura en tanta fealdad que si hasta aquí dava agrado
con mi vista, en adelante sea ocasión de horror y pena. Dicho esto cubrióse de lepra, hincháronse
sus ojos, la nariz se acorbó, la boca se le pudrió, y el rostro se pobló de postulas. Era espanto
mirarla. Salió del oratorio, y vista de su marido, sólo en el vestido la conoció, y cierto que era su
muger, no ay dezirse lo que sintió con toda la familia y parientes. Llamáronse médicos, y todos
afirmaron que era lepra incurable. Dieron parecer que fuesse llevada donde no habitassen gentes,
porque no inficionasse el pueblo todo. Confessávase con un fraile del orden de Predicadores; visitóla
y viéndola de tal suerte y muy contenta, preguntó la causa, y sabido della, que se lo dixo, reprehendióla
ásperamente, diziendo aver hecho agravio notable a su marido, y encargóle la conciencia que pidiesse
a Dios le bolviesse su primera figura para que cessassen inconvenientes precisos que de estar assí
podría seguirse, en espe- cial | que dava a su marido causa de estropieço y caída. Ella quedó
afligidíssima de oír esto. Encerróse en su oratorio y pidió a Dios, que pues avía demandado aquel
açote por más libremente servirle, afirmándole su padre espiritual no aver sido acertado, que le
bolviesse su primera figura, siendo assí su voluntad y conveniendo para su servicio. Dicho esto
quedó sana y con la hermosura y parecer de primero. Y saliendo a vista del marido, familia y
parientes, a todos alegró y dio sumo contento. Publicóse la ocasión de la lepra y recuperada salud,
y fue sumamente alabada de casta y recogida. Vivióle el marido después deste acaescimiento año y
medio, y quedándole una hija, con ella y con su patrimonio, que era amplíssimo, se entró en un
convento de monjas de Santo Domingo llamado Levental, donde vivió y murió santamente. Lo
dicho es del Promptuario de exemplos.
[40] Hizo voto de castidad una santa donzella llamada Eufemia, y guardávale en despecho del
demonio, enemigo de todo lo que es virtud y santidad. El cual solicitó a su padre que la casasse y él
lo hizo dándosela por esposa a un conde, señor de mucha renta. No fue parte para que el desposorio
se evitasse el contradezirlo cuanto le fue possible la santa donzella, y visto que no tenía remedio,
sino que su castidad y voto corría peligro, encerróse en un oratorio, y derribada de rodillas delante
una imagen de la Madre de Dios, pedíale afetuosamente que le diesse favor cómo conservar su
limpieza. Y considerando que su rara hermosura y particular belleza le hazía guerra en aquel
particular, teniendo inspiración divina para que assí lo hiziesse (porque sin ella y guiándose sólo
por su parecer fuera culpa) con un pequeño y agudo cuchillo se cortó parte de las narizes y labios.
Visto esto por su padre, tornándosele tirano cruel, entrególa a un villano, tanto y más en la condición
como en la sangre, el cual tenía a cargo una casa suya en el campo. Éste le hazía muy malos
tratamientos, forçándola a que trabajasse /56r/ más de
lo que buenamente podían sus fuerças y
poniendo en ella las manos. La honestíssima donzella lo sufría todo con grande paciencia, dando
gracias a Dios, que la avía puesto en estado en que padeciesse algo por su amor. Esta vida tuvo siete
años. Llegó la víspera del Nacimiento del Hijo de Dios, y hallándose en casa de su padre, la familia
toda se llegó en una sala y mesa a hazer las sumptuosas colaciones que se acostumbravan en algunas
casas de grandes señores aquella Santa Noche. A este tiempo, acordándose Eufemia que el Hijo de
Dios avía tenido por aposento un establo, fuese a tener en él su fiesta y a alabar al Señor. El rústico,
su amo, echándola menos, tomó un bastón ñudoso y fue al establo, entendiendo que allí la hallaría,
porque otras vezes lo avía hecho como lugar más solo para a solas meditar en su esposo amado,
Cristo. Cuando el villano llegó al establo, vido en él grande claridad. Parecióle que era fuego y
llegando más cerca vido a la Sacratíssima Virgen María acompañada de vírgines y de ángeles, que
le hablava y dezía:
-Muéstrate, hija, firme y constante, que por este servicio se te dará corona en el Reino de los
Cielos.
Visto por el rústico, convocó toda la familia, y llegando allí vieron a Eufemia con labios y
nariz, y que su rostro resplandecía como el sol, y a todos tenía suspensos su hermosura. Oyó esto el
padre, vino a verla, pidióle perdón de lo hecho y en el establo donde se vido esta maravilla fundó un
monasterio de vírgines, y en él se encerró Eufemia y vivió pocos años, por llevarla presto su esposo
Cristo a gozar el premio de sus trabajos en la bienaventurança. Lo dicho es del
Promptuario de exemplos.
[41] Siendo saqueada la ciudad de Leodio por los de Brabancia, algunas honestas donzellas, con
zelo de guardar su honestidad viéndose en peligro de perderla, se echaron en un río. De las cuales
una, estando agonizando en las ondas, fueron de los contrarios en una barca con intento de
aprovecharse della. Sacáronla del río, y teniéndola en la barca, como la donzella enten- diesse
| su mal propósito, porque luego se le declararon, con mayor gana que primero de morir antes que verse
afrentada, de nuevo se arrojó en el río. Quisieron detenerla los soldados, y cargando al un lado de la
barca, tratornóse en el río, quedando todos en la agua. Favoreció Dios al buen intento de la donzella,
que llevada de la corriente abaxo salió libre assí de la muerte corporal como de la fuerça que en su
honra esperava, y los soldados ambos quedaron ahogados. Alábase aquí el intento honesto desta
donzella, que por guardarse casta no temía perder la vida. Es del
Promptuario de exemplos.
[42] Una donzella de linaje, rica y hermosa, ofreció a Jesucristo y a su Sagrada Madre su castidad
con voto hasta la muerte. De lo cual indignado el enemigo de todo lo bueno, Lucifer, dio traça como
un hombre principal se enamorasse della y la procurasse por muger. Era esto con tantas veras que
no dava hora de reposo a la donzella ni a sus padres, a ellos con ruegos, a ella con dádivas y
presentes ricos y de precio. Ofrecíale su estado y persona, digno todo de estima. Ni dexava el
demonio de atizar por otra parte el casto pecho de la sierva de Cristo, la cual, puesta entre tantos
contrarios, vino a blandear, y al cabo, olvidada del voto y del Cielo, dio el consentimiento de
casarse. Fue nueva de grande contento para sus padres y más para el que la desseava por esposa.
Señalóse día, y la noche antes, estando en casa de sus padres tuvo un sueño y visión en esta manera:
Parecíale que estava junto a la boca de un poço de estraña grandeza. Salía dél una exalación y vapor
tan hedionda que amenazava pestilencia en toda la tierra. A bueltas parecía un humo tan espesso
que escurecía la claridad del sol y convirtía en tiniebla el mundo. Dentro del poço se mostravan
serpientes espantosas de diversas formas, que se rebolvían entre las llamas y fuego. Oíanse clamores
terribles de gente que era allí atormentada. Vido salir con furia grande unos etíopes hechos fuego y
con alas, los cuales eran ministros para atormentar
/56v/ las miserables almas que allí estavan.
Llegaron de improviso a la donzella, y echáronle sus pesadas manos procurando lançarla en el
poço. Vídose afligidíssima y sin remedio. Levantó el rostro y pudo ver bien lexos a la Madre de
Dios, su antigua Señora. Y aunque le pareció que la tenía enojada por mostrar el rostro buelto a la
otra parte, tomó alguna esperança, y en voz alta le dixo:
-¡Oh Virgen Sacratíssima y Señora de la Vida, socorred a vuestra esclava en esta grande
necessidad!
La Reina de los Cielos se llegó más cerca y díxole:
-Y tú, ¿quién eres?
-Soy -respondió- una esclava vuestra, dedicada a vuestro servicio y que siempre tuve en
Vos mi confiança.
La Virgen dixo:
-No es assí. No eres mía, sino de aquel por quien me as menospreciado y le estimás en más
que a mi Soberano Hijo. A él pide remedio. Él te libre del peligro en que estás.
La afligida donzella, no sufriendo palabras de tanto desvío, dixo:
-¡Oh mi Señora, que ya no quiero dél acordarme, ya no tendré dél memoria! Vós, Señora,
me librad, que no me trague el profundo, ni cierre sobre mí su boca.
Diziendo estas razones, los demonios mostravan más gana de echarla en aquel baratro y
profundidad, mas la Virgen la assió con su mano y sacó de su poder, quedando ellos muy confusos
y atemorizados, vista que esta Señora la tomava en su protección y amparo. Hablóle blandamente
la Virgen, consolóla y díxole:
-Éste es el premio del deleite sensual. Si tu intento fuere adelante de casarte aviendo hecho
voto, en esta profundidad y Infierno cairás. Y pues te han avisado mira por ti, procura con todas tus
fuerças de conservarte casta, y con oraciones y ruegos piadosos aplacar a mi Soberano Hijo, que le
tienes indignado, y yo te favoreceré con El.
Esto le dixo y desapareció. Bolvió en su sentido, y venida la mañana, llegando de parte de
aquel hombre poderoso para que el desposorio y bodas se concluyessen, ella, más brava que una
onça, los despidió con mal, llamándolos ministros de muerte y del eterno fuego.
| Habló a sus padres y a otra gente de sus deudos y dioles cuenta de aquel negocio. Las palabras y modo con que
lo dezía eran infalibles testigos de la verdad, y assí, dándole crédito, cessó el desposorio y a ella
dieron licencia y lugar como perseverasse en su santo intento, en el cual santamente acabó la vida.
Lo dicho es del Promptuario de Exemplos.
[43] El amor de la castidad hizo que Eufrosina Alexandrina dexó su casa y padres con la patria, y
porque no fuesse entregada a un mancebo con quien contra su voluntad fue desposada, vestida de
varón y llamándose Esmaragdo entró en un monasterio de monges y hizo professión. Y a quien
preguntare por qué huyendo de un hombre se confió de la compañía de tantos, respóndese que de
los que confió tenía certenidad que eran castos, y de quien huyó sabía que era otro su intento.
Aunque no se puede negar ser cosa dificultosa que una donzella, con verse con hombres y tenga
sana intención, porque es como navío que va navegando entre rocas, puede temer el peligro. Y en
esto se verá la fortaleza de Eufrosina, que por medio de los peligros llevó la mercaduría de su
honestidad sin peligro, hasta ponerla segura en el puerto. Es del De Vitis Patrum.
[44] La misma maravilla corrió en Margarita, donzella egipcia, la cual del tálamo del esposo passó
al de Cristo. Porque la primera noche que se vido con él, estando muy cansado de averle empleado
el día todo en danças y bailes, luego que cayó en la cama quedó dormido. No podía dormir la santa
donzella, rebolviendo consigo cómo podría librar el tesoro de su virginidad de las manos de aquel
ladrón dissimulado. Levantóse de la cama, vistióse el vestido del marido dexándole el suyo en
trueco, salió de casa y fuese a un monasterio que estava en la soledad. Llamándose Pelagio recibió
el hábito. Y primero se le acabó la vida que començasse a descubrir que era muger. Y puede sacarse
deste exemplo que la donzella, cuando corre riesgo /57r/ su honra, no deve
dormir sino velar, y huir
si quiere conservar su tesoro. Y si tiene intento de conservarse virgen nunca se confíe de hombres,
porque donde ay sexos diversos de necessidad ha de aver peleas de pensamientos y desseos diversos.
Es de Simeón Metafraste.
[45] Yendo a visitar San Martín a una donzella que tenía fama de santa, no dio ella lugar a que
entrasse en su casa, sino embióle a dezir:
-Santo varón y padre mío, ruega por mí, que nunca hombre me visitó.
El santo dio gracias a Dios que estuviesse tan bien enseñada a guardar su voluntad casta. Y
echándola desde allí su bendición, sin verla se fue. Dízelo Severo Sulpicio en su
Vida, y San Hierónimo en la Epístola a Océano.
[46] San Hilario, obispo de Poitiers, aviendo enseñado a su hija Abra a vivir casta y santamente, y
ella algún tiempo perseverando en propósito de permanecer virgen, temiendo no le mudasse el
entendimiento y desseo la malicia, rogó a Dios que se la llevasse y pusiesse en lugar seguro. Fue
oído, murió la donzella y llevóla a la sepultura tan alegre como estava antes cuidadoso de lo que
sería della. Con este exemplo tema la sierva de Cristo su daño y piense cómo esté segura, y si
sucediere caso, pierda primero la vida que la castidad. Refiérese en la
Vida del mismo San Hilario.
[47] Natalia Viuda, muger que fue del mártir San Adriano, siendo muy hermosa pidióla por muger
el tribuno de Nicomedia. No avía negar petición de hombre tan principal, y la sierva de Cristo no
sabía qué remedio escoger. Pidió espacio de tres días para aconsejarse y entretanto rogó afetuosamente
al Señor que le guardasse la castidad que le tenía ofrecida. Y siendo amonestada en sueños, entró en
un navío y huyó a Constantinopla. Lo cual sabido del tribuno, entró en otro y fue en su seguimiento.
Teníala ya cerca y pensava averla en su poder, mas embió Dios un viento contrario que le bolvió
adonde salió. Y Natalia llegó adon- de | pretendía.
Y allí en estado de viuda, en contino ayuno y
oración acabó su vida sirviendo a Dios, y si se casara passáralo sirviendo a hombre. Es de
la Vida de San Adrián.
[48] Paula Romana, por testimonio de San Hierónimo se sabe que después de la muerte de su
marido no sólo aborreció otro casamiento, sino que ni aun comer en compañía de hombre se vido.
No le parecía que era viuda la santa y honesta muger si con otro sexo diferente ni aun por el tiempo
que durava una comida se hallava estar acompañada. Y con esto conservó santamente su viudez y
presidió en un monasterio de vírgines santas, a las cuales igualava en castidad, haziéndoles ventaja
en otras virtudes. Es de San Hierónimo en el Epitafio de Paula.
[49] Elísabet, muger de Lansgrave, hizo voto que si alcançava de vida al marido, que serviría a
Dios en castidad, por donde aun siendo casada alcançó mérito de aquel casto propósito y
determinación. Murió el marido, y de muy rica vino a estraña pobreza. Apoderáronse en su hazienda
los que se nombraron herederos del difunto, y assí fue recebida del obispo Banbergense y sustentada
en casa particular. El cual como la amonestasse que se casasse segunda vez, respondió que si en
este caso le fuesse hecha fuerça se cortaría las narizes o se afearía el rostro de suerte que nadie se
obligasse a serle marido. Y assí la santa muger ni se dolió de la fortuna próspera passada que avía
perdido, ni ofrecida la segunda la aceptó, porque sólo la castidad le dio gusto y le hizo dezir aquella
arrojada palabra de querer verse antes sin narizes que con marido, aunque fuesse a cargo de se las
cortar ella misma. Cuánta fuesse su santidad puede entenderse en que no ay discurso de virtud en
este libro de las que dizen con una muger que en ella no se halle. Y es bien de creer que si no amara
con tantas veras la castidad no subiera a tanta perfeción. Es de Marulo, libro cuarto. /57v/
[50] Galla, hija del cónsul Símaco, al tiempo que los godos hazían guerra en Italia, muriendo su
marido -con el cual sólo vivió un año- no quiso casar con otro, aunque era moça en la edad y muy
hermosa. Cayó enferma y paróse su cuerpo con una escabrosidad y dureza, que dezían los médicos
que moriría o a bien librar le nacerían barbas como a hombre, lo cual todo podía escusar casándose.
Mas ella, ni la fealdad de la barba ni el peligro de muerte mudó su propósito casto. Llegó el día de
su muerte y apareciósele el Apóstol San Pedro, y certificóle que le eran perdonados sus pecados y
que tenía cierta la Vida Eterna. Llamávala que se fuesse con él, y la santa alma se despidió de su
cuerpo y muy alegre fue a gozar el fruto de los castos, que es la Vida Eterna. Es de San Gregorio,
libro cuarto de sus Diálogos, capítulo treze.
[51] Eufragia, madre de la santa virgen Eufragia, no teniendo más que a ella de su marido Antígono,
vivió castamente. Y siendo él muerto, porque su edad, su hermosura y sus riquezas era todo
aventajado, persuadíala la emperatriz, muger del emperador Teodosio, que segunda vez se casasse.
Y aunque hazía esto por tenerle particular amor, ella sintiéndolo mucho, cargando de su hazienda
en un navío y con su hija, navegó en Egipto y llegó a la Tebaida. Dexó la hija en un monasterio,
repartió a pobres grande parte de sus riquezas y entreteníase ella en obras santas. Vido la abadessa
en cuyo monasterio estava la hija, en un sueño que tuvo, a Antígono, que estava gozando de Dios y
pedía a su Magestad le llevasse consigo a su muger. Concedióselo, y señalóle el día, y el mismo
acabó alegremente esta vida. Donde recibió tantos bienes, assí por la castidad que guardó como por
las obras buenas que exercitó, que si se casara segunda vez nunca el emperador pudiera darle tanto.
Es de Surio, tomo segundo.
[52] Salaberga, teniendo cinco hijos de su marido Aldivino, capitán de Dangoberto, rey de Francia,
alcançó dél que pudiesse |
vivir en castidad adelante sirviendo a Dios. Y assí, edificando un monasterio
cerca de León, juntándose en él trecientas monjas, fue ella su presidente y priora. Y Dios por ella
hizo muchos milagros. Y porque dexó el marido y los hijos por guardar castidad reina con Cristo,
donde está lo sumo de la Bienaventurança, y goza de su indissoluble compañía y se regozija con su
vista. Es de Surio, tomo quinto.
[53] Radegunde, muger de Clotario, rey de Francia, como viviesse en compañía del marido algunos
años en mucha paz, mas teniendo desseo de conservar castidad, pidióle consentimiento para apartarse
y entrar en un monasterio, y alcançándola, la que avía sido muger de rey vino a ser esposa de Cristo,
y resplandeció después más en milagros que antes con el reino que dexó. Es de Surio, tomo cuarto.
[54] Melania, hija de Urbano Pretor, siendo casada y teniendo dos hijos, como los perdiesse de
poca edad, no tuvo cuidado de reparar aquella pérdida siendo madre de otros, sino de guardar
castidad. Hizo tantos ruegos al marido que acabó con él que distribuyesse parte de su hazienda a
pobres y que se entrassen en dos monasterios. Él se hizo monge entre monges y ella se hizo monja
entre monjas, y sin ser viudos vivían en viudez santa y casta, ligándose con voto perpetuo. Es de
Paladio en su Lausiaca.
[55] En Alexandría hazía vida monástica dentro de su casa una santa monja, donzella honestíssima.
Su exercicio era continuo ayuno, vigilia y oración, y dava grandes limosnas. Embidióla Satanás y
levantó contra ella grande polvareda, y fue que incitó a un mancebo que se enamorasse della
perdidamente. De ordinario estava en su casa rondándole la puerta, y si la veía salir de casa para ir
a la Iglesia a hazer oración, llegava a ella y con palabras torpes y meneos lascivos la molestava
tanto que le era forçoso no salir de casa por no ver y oír a aquel enemigo. Y por tener esto muy
afligida a la santa donzella, un día embió a llamarle con una
/58r/ su criada. El otro vino muy contento y ganoso de cometer un nefando estrupo. La santa monja estava assentada en su estrado
con mucha honestidad, y viendo al mançebo, díxole:
-Assiéntate,
Y assentado començó a le hablar assí:
-Dime, yo te ruego hermano, ¿por qué eres tan molesto que no me dexas salir de casa?
Respondió él:
-Verdaderamente, señora, la causa es porque te amo tiernamente, y viéndote inflámome en
tu desseo.
Dixo la donzella:
-¿Y qué fue lo que viste en mí que te pareció hermoso por donde començaste a me amar?
-Tus ojos -dixo él- me traen muerto.
Oyendo esto la santa y honestíssima monja, arrebatada de un zelo de Dios y inspirada por
Él, con un pequeño cuchillo se sacó los ojos y se los ofreció, diziendo:
-Tómalos y déxame.
Visto esto por el enamorado moço, con grande quebranto y compunción fuese de allí al
monasterio sitiótico, pidió el hábito y vivió monge santíssimamente. Este hecho más es para admirar
que para imitar. Si tuvo instinto de Dios -como se presume averle tenido- esta donzella para hazer
semejante hecho, muy meritorio fue, mas quien sólo se rigiesse por su antojo, haría cosa mal hecha
y pecado. Es del Prado Espiritual, capítulo sesenta.
[56] Aviendo cumplido con mugeres castas, que es justo se les dé primer assiento porque son más
en número los exemplos aquí puestos dellas que los que se pondrán de varones, y porque siendo
vaso más flaco parece es más de estimar en ellas esta virtud, proseguiré la materia en exemplos de
hombres castos. Y aunque destos en la Ley Antigua fueron pocos, los cuales ya se han puesto al
principio deste Discurso, mas en tiempo de la Ley de Gracia es mayor el número. Y da la razón
desto Marco Marulo diziendo que en la Ley Vieja, por aver poco que el mundo se avía criado y
estar vacío de gente, dioles Dios precepto que creciessen y multiplicassen, y por lo mismo se les
dava licencia a muchos que tuviessen muchas mugeres, mas estando ya el mundo bien poblado da
ha entender su Magestad que le | agrada mucho el vivir castos los hombres. Y assí nos amonesta por
San Lucas que andemos ceñidos, que es enseñarnos castidad. Y por San Mateo afirma que son
bienaventurados los que se hizieron eunucos por el Reino de Dios, esto es, que vivieron castos.
[57] Ananías, obispo de Alexandría y discípulo de San Marcos Evangelista, viendo una muger
hermosa sintió que la muerte entrava por las ventanas de su rostro, y teniendo para ello licencia de
Dios Nuestro Señor según lo que sucedió (porque de otra suerte fuera culpa el hazerlo), sacóse el
ojo que le escandalizava. No bastó para que el fuego se apagasse lo hecho; entró en agua casi elada,
ayunava, tenía vigilias, passando sin dormir de noche, y con esto salió vitorioso de su enemigo. Y
el que tanto trabajo tuvo para salir casto, después se dixo dél que con grande facilidad pasó un
monte de Numidia a Babilonia, para prueva de la verdad de nuestra religión cristiana. Dízelo Marulo,
libro cuarto.
[58] Nizeta Mártir, siendo atormentado en Nicomedia por la fe de Cristo con tormentos terribles,
sufriéndolos con ánimo constante, mandó Maximiano, que era el que le atormentava, que le pusiessen
sobre un cobertor blando de pluma, el rostro al Cielo, desnudo y atado, que no fuesse señor de sí, y
con esto vino allí salariada una muger deshonesta, hermosa y atrevida, la cual no sólo con palabras
sino con obras pretendía que el santo perdiesse la castidad. El cual, viendo el peligro en que estava,
con los dientes se cortó la lengua y sangrienta dio con ella en el rostro a la ramera, dexándola
bañada en sangre y llena de admiración considerando aquel hecho. Desta manera, con la fuerça del
dolor venció en sí la fuerça del deleite y derribó los intentos y bríos de la ramera, dando por vencida
su industria y desvergüença con la constancia del mártir, y con esto se fue, quedando Nizeta sin
lengua, aunque con vitoria. Otro exemplo semejante a éste refiere San Hierónimo en la Vida
de San Pablo, el primer ermitaño. Dize que en la persecución de Decio y Valeriano
/58v/ padeció en Egipto un mancebo grandes tormentos. Y visto que por aquí no avía vencerle, pareciéndole al
tirano que si le destruía la castidad tenía andado grande camino para hazerle perder la fe y
adorarídolos, mandóle poner en un huerto entre flores y rosas, aunque desnudo y bien atado, con el rostro
al Cielo, donde llegó otra endiablada muger armada con hermosura y atrevimiento. Procuró vencerle,
mas cortándose la lengua y dándole con ella en el rostro la derribó de sus intentos y hizo ir
avergonçada, quedando el mártir entero en la castidad, aunque mutilado en la lengua. Refiérelo San
Hierónimo en la Vida de San Pablo, el primer ermitaño, como se ha dicho.
[59] Suele el demonio por medio de una muger deshonesta acometer y pretender victoria del que
diversas vezes él ha sido vencido. Y assí solicitando a ciertos mancebos ministros suyos, y éstos a
una ramera, para que combatiesse la castidad de un santo ermitaño, fue ella cerca de la noche a su
ermita, fingió aver errado el camino, mostró temer ser comida de fieras, pidióle la hospedasse y
dexasse en un rincón aquella noche. Recibióla él y apartóse a un cabo, y el semblante que vido en
ella començó a le hazer guerra de suerte que se halló en término de perderse. Quiso ver si podría
sufrir el fuego del Infierno, acendió una vela, llegó el dedo a la llama y dexósele abrasar, y el dolor
que padeció le hizo resfriar la tentación. La muger a este tiempo por juizio de Dios murió. Vinieron
los que fueron en esta maraña a la mañana y hallaron al santo ermitaño quemada su mano y a la
ramera muerta. Mas entendiendo el caso el santo varón de ellos mismos, y que estavan con mucha
pena por lo hecho, no quiso dar mal por mal, sino que hizo oración por aquella miserable muger y
bolvió a la vida. Y presúmese que se enmendó aviéndose visto en tal término. Es del
De Vitis Patrum.
[60] De San Hilarión Abad escrive en su
Vida San Hierónimo que padeciendo una grave tentación
tomó ira consigo mismo, de suerte que hería su pecho con las manos cerradas | como
si pudiera a puñadas apartar de sí semejante tormento. «Yo, -dize-, asnillo, te haré que no coçes; quitarte he la
cebada y cargarte he con carga que procures más la comida que la lascivia». Con esto se estava tres
y cuatro días sin comer, teniendo oración larga, y a tiempos cavava la tierra, y era doblado el trabajo
por el ayuno. Y enseñónos este santo tres remedios contra las tentaciones sensuales: ayuno, oración
y trabajo de manos. Está en la Vida del mismo San Hilarión, en el capítulo segundo.
[61] Evagrio Presbítero, en Hibernia, para templar los fuegos deshonestos se entrava en poços de
agua frigidíssima. Audomaro se rebolcava en abrojos y zarzos, y San Bernardo se bañava en una
laguna elada, a el cual viniendo de noche en una posada donde se aposentó yendo camino, una
muger con mal intento de dañarle en la castidad, dando vozes que venían ladrones la echó de allí.
San Tomás de Aquino, a otra que venía con el mismo denuedo, con un tizón encendido la corrió, y
ella se le fue por pies, que el santo la tiznara el rostro si esperara, en pago de que ella le quería tiznar
la alma. Apeles Monge, siendo primero herrero y estando en su fragua, viniendo el demonio en
figura de muger hermosa y galana a tentarle las coraças, él le sacudió un mandoble con el hierro
que tenía hecho fuego en la fragua, y fue de suerte que descubrió quién eran ambos, Apeles, casto
y la muger, demonio. Es de Marulo, libro cuarto.
[62] Estava un día San Benedicto en el desierto y una ave negra llamada mirla volava cerca de su
rostro con importunidad. Signóse con la señal de la Cruz y la ave se fue. El siervo de Dios quedó
embuelto en una tentación carnal tan vehemente y furiosa que en su vida tuvo otra semejante.
Trúxole el demonio a la memoria, y parecía tenerla delante de sus ojos, una muger que en otro
tiempo vido, en cuyo desseo se ardía y su pecho se abrasava, de suerte que rebolvía en su imaginación
si dexaría el desierto y iría a buscarla. Mas favorecido de la Divina Gracia bolvió en sí, y viendo a
una parte de aquella /59r/ soledad muchas espinas, hortigas y abrojos, desnudándose en carnes se
dexó caer entre ellos y se rebolcó de una y otra parte, hasta que su cuerpo quedó hecho una llaga,
derramando de todas partes sangre. Y con esto, quedando la carne herida, el espíritu quedó sano,
porque el deleite se convirtió en dolor y el fuego ilícito interior se apagó con la sangre que santamente
derramó en lo exterior; y el pecado quedó vencido trocándose el fuego. Y desde este tiempo (como
se afirmó después a sus discípulos) quedó vencido el apetito sensual y deshonesto, que nunca más
sintió en sí rebelión y pena. Lo dicho es de San Gregorio en el segundo libro de los
Diálogos, capítulo segundo.
[63] El mismo Patriarca San Benedicto, siendo famoso por sus obras maravillosas y por los discípulos
que tenía en el desierto, dexando cada día diversas gentes el siglo por seguir su instituto y mirar sus
santas costumbres, Florencio, a cuyo cargo estava una iglesia parroquial allí cerca, incitado del
demonio tomó dél grande embidia y procuró de perseguirle, porque quisiera para sí la fama y loor
de santo sin obligarse a vivir como vivía y hazer las obras santas que hazía. Embióle presentado un
pan que en lo exterior mostrava regalo y en lo interior tenía veneno. Recibióle con rostro alegre el
santo, aunque no se le encubrió el mal que venía allí encubierto. Tenía de ordinario un huésped San
Benedicto a su mesa, que era un cuervo venido a la hora que comía de una silva allí cercana, y
dávale de su mano un pan. Diole el que tenía el veneno y díxole:
-Mándote en virtud de Dios, criatura suya, que le lleves donde ningún hombre le vea, porque
no le venga dél algún daño.
Abrió el cuervo la boca y andava graznando alrededor dél como diziendo que pretendía
obedecer y que no le convenía. El santo varón le hablava diziendo:
-No quiero que le comas, sino que le lleves donde nadie le coma.
Assió dél el cuervo y llevóle de allí. Y passando espacio de tres horas bolvió, y el santo le
dio su acostumbrada | ración. Dolíase del sacerdote Florencio más que de sí mismo San Benedicto.
El cual, no pudiendo dañarle a él en el cuerpo, procuró dañar las almas de sus discípulos con les
representar a sus ojos un escándalo y estropieço de muerte. Concertóse con siete mugercillas rameras
desvergonçadas y pagóselo para que desnudas se presentassen delante dellos y hiziessen juegos
deshonestos y lascivos para provocarlos a mal. Hizieron ellas lo que les fue dicho. Y el santo, visto
el escándalo tan grande para sus discípulos y monges, quiso evitarle, y desamparando el monasterio
y dexándole solo se iva a otra parte. Tuvo dello noticia Florencio, y estando en un terrado de su casa
celebrándolo con grande regozijo y contento como si huviera alcançado una grande victoria, vino
sobre él el castigo con que Dios amenaza a los que ponen escándalo a sus próximos, que fue su ira,
cayendo de repente aquella parte de casa, quedando lo demás de pie y él muerto. Fue avisado San
Benedicto de lo acaescido y sintió tiernamente el mal y daño de aquel próximo. Dízelo San Gregorio
en el libro segundo de sus Diálogos, capítulo octavo. Pónese aquí este exemplo para documento de
que el huir es buen remedio de la castidad.
[64] San Antonio de Florencia, en la Segunda Parte Historial,
dize que en año de mil y dozientos fue un religioso llamado Juan Bueno, el cual en una tentación grande de carne que tuvo se puso
cañas agudas por entre las uñas de los dedos y estuvo del dolor sin sentido algún tiempo, y assí fue
libre de la tentación.
[65] Visitó al abad Juan en su celda un labrador, y llevóle primicias de los frutos que avía cogido
aquel año, y halló allí un endemoniado, por quien haziendo oración el abad, no quiso salir el demonio.
El cual dio vozes luego que el labrador llegó, como espantado, diziendo que no podía estar más allí
en su presencia, y con esto le alabava y engrandecía. Admiróse el abad Juan; pidióle que le diesse
/59v/ cuenta de su vida. Él negava tener cosa buena, y por ser importunado dixo que era labrador y
que con su trabajo y labor del campo sustentava su casa, que siempre que iva o bolvía de trabajar
dava gracias a Dios por el sustento que dél tenía. Que de los frutos que cogía pagava fielmente
diezmos y primicias. Que si sus bueyes passavan por campo ageno les cubría las bocas porque no
hiziessen daño. Aunque todo esto era bueno, no le pareció de tanto mérito al abad para que el
demonio tanto le respetasse. Porfió más en que le confessasse la verdad de su vida, y el labrador por
tener respeto al santo varón le descubrió que se avía casado por hazerle fuerça sus padres, desseando
ser monge, y que por onze años, con tener en casa su muger, ambos avían guardado castidad y eran
vírgines. Oyendo esto el abad, no pudo irse a la mano que no diesse vozes diziendo que no sin causa
el demonio le tenía tanto respeto, pues teniendo el fuego tan cerca de sí no le quemava. Es de
Casiano.
[66] En el monasterio del abad Moisés, que era en Egipto, cayó enfermo un viejo, cuya vida avía
sido muy exemplar, y por no ser pesado a los monges y convento dixo que se quería ir a curar a la
ciudad. El abad le aconsejó que no fuesse allá, por que cairía en pecado deshonesto. No se curó
dello, diziendo:
-No ay qué temer en essa parte, que mi cuerpo está ya muerto.
Fue a la ciudad, y curándose en una casa particular, servíale una donzella, la cual, aviendo
ya convalecido, deshonró, y vino a que parió un hijo. Aguardó el viejo un día de fiesta y tomó el
niño en sus braços, y fue a su monasterio y en presencia de los monges, hechos sus ojos fuentes y
dando grandes gemidos, confessó su culpa y pecado. Lloravan los monges viéndole y oyéndole. Él
les dixo:
-¿Veis este infante, hermanos míos? Pues sabed que es hijo de inobediencia. Porque
desobedecí a mi perlado permitió Dios que cayesse en semejante culpa.
Encerróse en una celda, donde lloró y hizo penitencia
| lo restante de su vida. Lo dicho es del Promptuario de exemplos
.
[67] Dize Eracio Monge de sí mismo: «Como una grave tentación carnal me molestasse, salí del
monasterio y fui a un ermitaño viejo de setenta años que estava solo en el desierto, y referíle mi
tentación, pidiéndole consejo. Díxome:
-No se te haga nuevo lo que padeces, porque después de aver yo residido en esta celda
cuarenta y cuatro años, todo este tiempo fui molestado de semejante tentación, y tuve por mejor
morir que dexarme vencer della. Vime una vez tan apretado que salí de aquí y me dexé caer a la
puerta de la cueva de una bestia fiera para que me despedazasse, lo que no hizo, antes lamía mi
cuerpo desde los pies a la cabeça. Y visto por mí, entendiendo que Dios quería que yo viviesse,
bolví a mi celda, y estando en ella transfiguróse el demonio en figura de una donzella que yo avía
visto, y sentándose a mis pies provocávame a deshonestidad con movimientos y tocamientos lascivos.
Parecíame a mí que ya avía consentido y caído en aquella miseria, mas tomando ánimo y coraje
levanté la mano y dile una bofetada, y assí desapareció aquella visión. Mas por dos años quedó mi
mano con un tan mal olor que no avía sufrirlo. Ni se acabaron en esto mis males, porque creciendo
la tentación me fui al desierto buscando modo como vencerla. Vi una pequeña sierpe, assíle con la
mano y lleguéla a mi cuerpo en la parte donde sentía más la guerra, para que mordiéndome y
emponçoñándome, yo muriesse. Mas la voluntad de Dios fue que no lo hiziesse, antes sonó una voz
que me dixo:
-Vete en paz a tu celda, que si he dado lugar a que seas tentado y combatido ha sido para que
conozcas tu flaqueza y procures favores divinos.
Con esto quedé quieto hasta el día presente.»
Es del Promptuario de exemplos.
[68] Avía criado cierto niño un santo ermitaño, el cual siendo mancebo vídose tentado del vicio
deshonesto. Dio cuenta dello al ermitaño, y él le dava buenos consejos y remedios. Entretúvole
/60r/ en esto por dos años, mas creciendo la tentación, resumióse en que no quedaría con él. Lo cual
visto por el siervo de Dios, díxole:
-Pues en esso estás determinado, ve a la ciudad y cásate, que en el estado del matrimonio
puedes salvarte. Sola una cosa te ruego, y es que primero que vayas al siglo estés junto a la fuente
que está en esta silva, aquí cerca, por cuarenta días ayunando, y pedirás a Dios que te dé buena
muger.
Concedió el moço con esto, y recibiendo del viejo manjar conveniente para los cuarenta
días se fue a la fuente, y aviendo estado en aquel lugar y ayunado por veinte días, sintió por espacio
de dos oras un malíssimo olor, que no avía poderlo sufrir. Vido luego acercarse a él una muger
feíssima y abominable por estremo -sus ojos legañosos y su cuerpo leproso-, de la cual salía aquel
mal olor. Llegando al moço, díxole:
-¿Dónde estás, amigo? Por mucho tiempo te he buscado. Mucho te amo, sobre cuantos ay
en el mundo te desseo. Por tu amor he venido aquí y quiero que comamos y durmamos juntos.