DISCURSO DÉCIMO QUINTO. DE COMPAÑIA PROVECHOSA DE BUENOS Y DAÑOSA DE MALOS


Refiérese en el capítulo doze del Primero Libro de los Reyes que, teniendo superioridad los filisteos sobre los is- raelitas, | vedávanles el tener herreros en sus ciudades y pueblos para necessitarlos a que passassen a contratar con ellos. Y era invención del demonio para que comu- nicándolos /(94v)/ se les pegassen sus idolatrías y pecados. Siempre ha pretendido el demonio necessitar a los buenos a que traten con malos, porque sabe que de ordinario antes el malo lleva tras sí al bueno, que el bueno al malo. Vido Faraón en un sueño que tuvo siete vacas gruessas y siete flacas, y dize que las flacas se comieron a las gruessas, y advierte Ricardo que hazen grande daño las ruines compañías. De modo que la compañía de los malos es dañosa y la de los buenos provechosa, como se verá por exemplo en este Discurso.


[EJEMPLOS DE LAS SAGRADAS ESCRITURAS]


[1] Porque tuvo Eva conversación y plática con la serpiente en que estava revestido el demonio vino a ser desobediente al mandato de Dios, y persuadió y acabó con Adam su marido que hiziesse lo mismo, por lo cual fueron echados de los deleites del Paraíso Terreno a las miserias deste mundo. Es del Génesis, capítulo tercero.

[2] Salió Abraham de Caldea, donde los naturales eran idólatras y malos. Con ellos se vido en peligro y sin ellos en grande privança con Dios, que se lo dava por cargo para obligarle a que le sirviesse fielmente, como le sirvió, y assí le dixo: «Yo soy el Señor que te saqué de Ur de los caldeos». Y hase de advertir que estando con ellos, aunque se presume que era bueno, no se dize que se le apareciesse el Señor, sino estando apartado dellos, que frecuentemente se le aparecía. Como parece en el Génesis, por los capítulos onze, treze, quinze, diez y siete y diez y ocho.

[3] Mucho es de considerar que si fueran hallados diez varones justos en Sodoma y en las ciudades comarcanas a ella, por su ocasión perdonara Dios a los demás, y porque no se hallaron fueron abrasados con fuego del Cielo para que se vea lo mucho que vale la compañía de los buenos. Y también el daño que haze el comunicar con malos vídose en Lot, cuando vivía entre sodomitas que le atormentavan la alma, viendo sus malos hechos, como advirtió San Pedro en una carta, y después | perdió a su muger bolviendo a ver aquellas ciudades cuando se abrasavan, aviendo mandado Dios lo contrario. Perdió lo más y mejor de su hazienda, que sólo lo que sacaron a braços él y sus dos hijas, esso se dize en las Divinas Letras que libró de aquel incendio; esto sin lo que le sucedió con sus hijas. Todo fue causado de tratar entre gente mala. Refiérese en el capítulo veinte y uno del Génesis.

[4] Jugavan Ismael, hijo de la esclava que fue primero y después concubina y muger de menos nombre de Abraham, con Isaac, hijo de Sara, la señora de casa, y no lo consentía ella, ni que se juntasse con él, porque era malo y su compañía no podía serle sino dañosa. Es del capítulo veinte y uno del Génesis.

[5] Labán, idólatra y malo, estava pobre antes que Jacob, justo y bueno, entrasse en su casa, y venido a ella se enriqueció. Y assí se lo dixo el mismo Jacob, quexándose de los agravios que le avía hecho: «Pobre de hazienda estavas cuando vine a tu casa y aora te ves rico, porque te bendixo el Señor entrando yo en ella». Es del Génesis, capítulo treinta. Y en el capítulo treinta y tres se dize que bolviendo el mismo Jacob de Mesopotamia, aunque ofreció dones a Esaú, su hermano, no quiso acompañarse con él, dado que lo procuró Esaú y le mostró señales de amor; recelávase Jacob que le sería su compañía peligrosa por ser él malo.

[6] Josef entró a servir al egipcio a quien le revendieron los ismaelitas, aviéndole comprado de sus hermanos, y dize la Divina Escritura en el capítulo treinta y nueve del Génesis que bendixo Dios su casa por respeto de Josef que estava en ella, aunque con título de esclavo.

[7] Levantóse contra Moisés un motín embidiándole y murmurándole, y eran las cabeças Core, Datán y Abirón, siguiéndoles docientas y cincuenta personas. Y aunque él los habló pacíficamente y se puso a razones con ellos de que si él mandava y capitaneava el pueblo, Dios le avía escogido para aquel ministerio, y que /(95r)/ estava muy determinado, mandándoselo su Magestad, de dexarle y obedecer a quien señalasse para aquel cargo; que fuesse otro día Core, que era de la tribu sacerdotal de Leví, con un incensario a la puerta del tabernáculo, y allí mostraría Dios si era voluntad suya que él fuesse Sumo Sacerdote y cabeça, y siendo assí que él y todos se le humillarían; vino en este concierto Core, iva con su incensario siguiéndole los dozientos y cincuenta rebeldes y amotinados, habló Dios a Moisés y a Aarón, diziendo:
-Manda que se aparten todos desta gente porque quiero castigarlos.
Intercedió por ellos Moisés, mas prosiguió el Señor en su determinación, por lo cual Moisés, como buen obediente, mandó pregonar que todos se apartasssen de las tiendas y tabernáculos de Core, Datán y Abirón. Hízose assí. Avían ellos puéstose a las puertas de sus tiendas con sus mugeres y hijos, hablóles Moisés oyéndole el pueblo, y dixo:
-Oy veréis si el Señor me escogió a mí para regir este pueblo, si muriéredes con muerte extraordinaria.
Y acabando su razón se abrió la tierra y los tragó vivos. Lo cual se dize en el capítulo diez y seis de los Números. Y en el capítulo veinte y seis del mismo Libro se declara que los hijos de Core quedaron libres porque no consintieron en el pecado de su padre, diziéndose allí estas palabras: «Abrió la tierra su boca y tragó a Core, y salió fuego que abrasó dozientos y cincuenta que seguían su parecer, y sucedió un gran milagro, que pereciendo Core, sus hijos no perecieron».

[8] Por ocasión de Acán, que contra el mandato de Dios guardó algunas joyas del saco de Jericó, estando entre los hebreos perdieron batallas y murió gente, hasta que advertidos del caso le apedrearon. Y faltando aquella mala compañía vencía el pueblo. Y tócase en el libro de Josué, capítulo siete.

[9] Cuando dio Dios la possessión de la Tierra Prometida a los hebreos, aunque les avía mandado que no dexassen algunos de los enemigos idólatras entre sí, ellos, | como en otras cosas, dexaron de obedecer, quedando mezclados entre sí unos con otros, y fueles muy mal con su compañía. Y assí dize la Escritura Sagrada que les eran como clavos en los ojos y como lanças en los costados. Es del libro de los Números, capítulo treinta y tres, y del de los Juezes, capítulo primero y segundo.

[10] Agraviaron algunos atrevidos y deshonestos de la tribu de Benjamín a la muger de un levita que se aposentó de noche en su ciudad, deshonrándola hasta matarla. Y por el pecado déstos murieron en diversos rencuentros veinte y cinco mil hombres de aquella tribu, quedando solos seiscientos. Como parece en el libro de los Juezes, capítulo veinte.

[11] El trato y conversación de mugeres es assí mismo peligroso para los hombres, y el de los hombres para ellas, pues su vista y familiaridad causó al fortíssimo Sansón la muerte, a David, varón santíssimo, que fuesse adúltero y homicida, a Salomón, sapientíssimo, que idolatrasse. Y assí, ¿quién se tendrá por seguro? El mismo Salomón dize en el capítulo quinto de los Proverbios: «Aparta lexos de las mugeres tus passos, no llegues a sus puertas». Ninguno mejor conoce el peligro que quien experimentó el daño. Es del Libro de los Juezes, capítulo diez y seis, y del Segundo de los Reyes, capítulo onze, y del Tercero de los Reyes, capítulo veinte y uno.

[12] Embió Saúl a prender a David, que estava con ciertos profetas, y en llegando los mensajeros y juntándose en la compañía, profetizavan con ellos. Llegó el mismo Saúl, y no uvo entrado donde estavan como les hizo compañía en profetizar; era cantar loores de Dios y referir sus maravillas. Es del Primero de los Reyes, capítulo onze.

[13] Tomó amistad Amnón, hijo de David, con Jonadab. El cual le dio un mal consejo, cómo gozasse de Tamar, hermana de Absalón, su hermano, de quien estava enamorado. Y costóle morir a puñaladas, como parece en el Segundo de los Reyes, capítulo treze. /(95v)/

[14] Fue Josafat, rey de Judá, a la guerra en compañía de Acab, rey de Israel, que era mal hombre, y vídose en peligro de muerte. Es del Tercero de los Reyes, capítulo veinte y dos. No escarmentó desta, tomó amistad con Ocosías, hijo de Acab, y hizieron una grande armada con designo de passar en la India y traer muchas riquezas; mas en el camino se hundió y perdió todo. Y avísole dello Eliezer Profeta, que avía hecho aquella pérdida por la amistad de Ocosías, que era malo. De donde parece cuán dañosa es la amistad de los malos, pues o que en la alma, o que en la vida, o que en la hazienda, siempre se sale dellos con pérdida. Es del Segundo del Paralypomenon, capítulo veinte.

[15] Tobías, embiando a su hijo a tierra de los medos, distante de donde tenía su casa y assiento, díxole:
-Procura hallar algún varón fiel y que sepa el camino, para que vaya contigo.
Buscóle y hallóle, que fue el ángel San Rafael, con quien hizo aquel camino muy bien y a su provecho. Y deste exemplo se puede colegir qué compañía devemos buscar, que sea fiel y tenga experiencia del camino del Cielo, y ni que faltando en lo uno o en lo otro vamos despeñados al abismo. Es de Tobías, capítulo tres.

[16] Con humildad santa dava gracias a Dios Sara, muger de Tobías el Moço, porque nunca se avía juntado con gente liviana y de costumbres estragadas. Y assí, aunque un tiempo le persiguió el demonio y padeció trabajos, al cabo quedó con victoria y en mucho descanso. Es del mismo Libro y capítulo.

[17] Jonás Profeta, rebelde a los mandamientos de Dios, entró en un navío, y levantándose tempestad por su ocasión, los que ivan en su compañía estuvieron a punto de perder las vidas, y por bien de paz quedaron sin haziendas, que echaron en la mar, aliviando el navío. Y no se vieron fuera de peligro hasta que Jonás, que era la ocasión, fue echado en la mar y tragado de un pece. Siempre sale con pérdida | el que trata con malos; cuando no otra cosa, a lo menos págalo la hazienda. Es de su Libro, capítulo primero.
[18] Por mandado del rey Nabucodonosor devían morir todos los sabios de Babilonio, y era el delicto que no le davan razón de su sueño que avía tenido. Y por hallarse entre ellos Daniel con sus tres amigos, a quien reveló Dios el sueño y su declaración, fueron libres, y assí ganaron las vidas por la compañía de tales varones. Es del capítulo segundo de Daniel.

[19] Determinado iva Judas Macabeo de apoderarse de la ciudad de Escitópolis, aunque fuera con daño de los vezinos della, y por saber de algunos hebreos que vivían dentro, que avían sido tratados bien de los naturales, no les hizo daño, sino que les dio gracias y exortó a que en adelante fuessen benignos y piadosos con los de su linaje, de lo cual se les seguiría importante provecho. Es de su Segundo Libro, capítulo doze. Del mismo lugar y de otros de sus dos libros se colige que siempre que Judas, confiado en el favor de Dios, peleava por su pueblo, salía con victoria, y tomando amistad con los romanos, que eran idólatras, aunque muy poderosos, perdió la primera batalla que dio, y murió en ella. Y lo mismo le sucedió a Jonatás, su hermano: primero alcançó victorias muy importantes; tomó amistad con los romanos, fue preso -aunque a traición- y muerto.

[20] Venían los Magos de Oriente a buscar a Cristo, nacido en Betleem, guiados de una estrella, mas llegando a Jerusalem, como tratassen allí con Herodes y con otra gente malíssima, desaparecióseles la estrella. Dexaron éstos y salieron de la ciudad, tornóseles a aparecer guiándolos /(96r)/ hasta el lugar donde Cristo estava nacido. ¿Qué es esto, sino que se nos escurece la lumbre de la recta razón cuando nos juntamos con los que están curados de niebla de vicios y torna a resplandecer cuando dexamos semejante compañía y nos convertimos a buscar a Dios, porque es luz y en Él no ay tiniebla alguna? Es de San Mateo, capítulo tercero.

[21] Pidió licencia a Cristo uno de sus discípulos (como escrive San Mateo, capítulo octavo, y San Lucas, capítulo nono) para enterrar a su padre, que era muerto, y díxole el Salvador:
-Dexa a los muertos que entierren sus muertos.
Marulo, libro tercero, dize que no le dio el Señor licencia, porque avía de tratar con gente viciosa y mala, que por esso Cristo los llamó muertos, y avía peligro que se le pegasse de su ponçoña y malicia. |

[22] San Pedro Apóstol, teniendo a Cristo amor ardentíssimo sobre los demás Apóstoles, refrióse cuando entró en el atrio de Caifás, juntándose a conversación y pláticas con gente malíssima, y vino a negar el conocer al que antes confessó por Hijo de Dios vivo. «Dáñanse -dize San Pablo en la Primera de los Corintos, capítulo quinze- las buenas costumbres con palabras malas y depravadas, y el que toca la pez será contaminado della». Es de San Mateo, capítulo veinte y seis.

[23] Iva San Pablo navegando con grande copia de gente y levantóse tempestad grande, y por ocasión de tener consigo al Apóstol fueron todos libres della. Y assí le dixo un ángel: «El Señor te ha hecho gracia de todos los que navegan contigo». Es del Libro de los Hechos de los Apóstoles, capítulo veinte y siete.

Hasta aquí se coligió de las Divinas Letras. |


[EJEMPLOS CRISTIANOS]


[1] San Juan Evangelista temióse de bañar en un baño donde se bañava Cerinto Herege, y dixo a los que ivan con él:
-Huyamos de aquí, porque el baño no se hunda con todos nosotros aviéndose lavado en él Cerinto, enemigo de la verdad.
No sólo entendió San Juan que peligrava la fe en tratar con hereges, sino también la vida. Es de Eusebio, libro cuarto, capítulo cuatorze, y de San Ireneo, libro tercero, capítulo tercero.

[2] Policarpo, discípulo de San Juan, preguntándole Marción Hereje si le conocía, respondió:
-Conózcote por primogénito del Diablo.
Pues si la compañía del demonio es peligrosa, también se entienda que lo es el tratar con hereges, y assí santamente es vedado su trato y conversación. Tráelo Marulo, libro tercero.

[3] Los dos santos mártires Marco y Marceliano, aviéndoles dado treinta días de término un tirano para que deliberassen en negar a Cristo y adorar ídolos, en este tiempo les dieron batería de muerte sus padres, sus mugeres y sus amigos, poniéndolos en punto esta ruin compañía de renegar, si no se hallara presente el valeroso | mártir San Sebastián, que los confortó para el martirio. Y es de su Vida, referida por Surio, tomo primero.

[4] Honorico, rey de Africa, herege ariano, procuró que se juntasse un Concilio en Cartago. Y estando un día todos los obispos católicos congregados de por sí en cierta parte, embió gente que les tomassen juramento que tendrían por rey después de sus días a Hilberit, su hijo. Unos juraron, otros no quisieron. A los que no quisieron jurar mandó desterrar, diziendo que eran rebeldes, pues no querían por rey a su hijo; y a los que juraron mandó también desterrar, afirmando que lo hazía porque ivan contra el Evangelio, que manda que no juren. Hizo esto el perverso tirano porque, quitados los católicos del Concilio, los hereges harían cuanto quisiessen. Mas los obispos no quisieron ir al destierro, aunque les costava comer hierbas del campo por aver mandado el rey con grandes penas que nadie les diesse comida, y assí ivan cada día al Concilio, haziendo su presencia por ser buenos y santos mucho provecho y bien en él. Como por el contrario se temía de los hereges, que por /(96v)/ ser malos sería su presencia en él muy dañosa. Dízelo San Antonio de Florencia en la segunda parte, título nono.

[5] Basilio, hechizero y mago, por librarse de la muerte que se dava en Roma a los de su trato, con fingimiento y hipocrisía se vistió hábito de monge y llegóse al obispo de Amirtina. Éste le llevó a Equicio, abad en un monasterio de la provincia de Valeria y varón santo; rogó le tuviesse consigo. Puso en él Equicio los ojos atentamente, y dixo al obispo:
-¿Este hombre, señor, me encomiendas? Sabe que no es monge sino demonio.
El obispo replicó:
-Esso dizes por tener ocasión de no hazer lo que te ruego.
Respondió el abad:
-Yo digo lo que él es, y porque no parezca que niego tu petición, yo lo recibiré.
Passaron algunos días, y estando ausente del monasterio Equicio sucedió que en otro de monjas sujetas a él cayó enferma una dellas en edad moça y de grande hermosura. Dava muestra de que se le acabava la vida, y con vozes descompuestas dezía que le truxessen allí a Basilio Monge, que él sólo podía darle salud. Avisaron desto al abad Equicio, el cual entendiendo el engaño, y que el fingido monge Basilio era causa de la enfermedad de aquella monja y que pretendía su deshonra, mostrando en su rostro un sonriso, dixo:
-Ya avisé yo que éste era más demonio que hombre en los hechos; id y echalde del monasterio. Y de la monja no tengáis cuidado, que luego quedará sana.
Echaron al hipócrita de la congregación y sanó la religiosa. Al tiempo que salió Basilio del monasterio, dixo, oyéndolo muchos monges:
-Diversas vezes he levantado con arte mágica este edificio y casa en el aire, y nunca he podido hazer daño a alguno, porque la santidad de Equicio me lo estorva.
No passó mucho tiempo que el Basilio fue quemado en Roma por nigromante y hechizero. Dízelo San Gregorio, en el primero de sus Diálogos, capítulo cuarto.

[6] Los dos santos mártires Cayo y Alexandre, siendo condenados a degollar por la fe de Cristo y llevando los verdu- gos | en su compañía para ser también muertos con ellos ciertos hereges marcionistas, dieron dineros a los ministros del presidente para que los degollassen aparte, porque su sangre no se juntasse con la de aquellos que se apartavan de la verdadera fe de la Iglesia Católica. Refiérelo Fulgoso, libro primero, capítulo primero.

[7] Por la muerte del abad de cierto monasterio, junto al que habitava San Benedicto en el desierto, con importunidad de los monges y resistencia suya fue electo en perlado. Y començando su govierno, siendo bien diferentes las costumbres de los electores y del electo, no frisando ni en las condiciones ni en las obras, començaron los súditos a murmurar y aun a dessear la muerte al glorioso padre, su superior. Mezclaron ponçoña en una garrafa de vidro y, puesta en la mesa, el santo varón, queriendo bever, hizo la Señal de la Cruz sobre la bevida como era su costumbre, y no fue de menor virtud aquella Sancta Señal que si una piedra arrojada con braço fuerte disparara en el vaso, quedando hecho pieças y derramada la ponçoña. Entendió San Benedicto el secreto y con rostro risueño habló a los monges, diziendo:
-Dios Omnipotente os perdone, hermanos, lo que avéis pretendido hazer en mí. ¿Yo no os dixe primero que vuestras costumbres y las mías eran diferentes? Pues buscad padre y perlado a vuestro modo, que de oy más yo no lo seré.
Con esto se fue y los dexó. Lo dicho es de San Gregorio, libro segundo de sus Diálogos, capítulo tercero.

[8] Llegó al monasterio de las Celdas un monge estrangero y pidió al abad que le diesse una ermita en el desierto, donde habitasse, la cual avía sido de un herege llamado Evagrio. Pedíala con grande instancia, significando que allí más que en otra parte podía servir a Dios y salvarse. El abad le dixo que no era de parecer que allí hiziesse habitación, porque estava un demonio crudelíssimo dentro della y era el que engañó a Evagrio y le apartó de la verdadera fe, y maltratava a /(97r)/ los que pretendían residir en él. El monge estrangero porfiava que le diessen aquella morada. El abad, cansado de sus ruegos, le dixo:
-Pues assí lo quieres, ve y mora en ella.
El monge estuvo una semana dentro, y venido el domingo fue al monasterio a oír missa y recebir la Sagrada Comunión, como era costumbre de los demás solitarios que vivían en ermitas apartados de la congregación. Viéndole el abad, que tenía especial cuidado dél, holgóse mucho. Passó otra semana, y venido el domingo, no fue al monasterio. Embió el abad a visitarle y halláronle ahorcado, que aun el estar donde han estado hereges y malos hombres es peligroso. Refiérese en el Prado Espiritual, capítulo ciento y setenta y siete.

[9] San Antonio Abad solía dezir que no era conveniente a los siervos de Cristo ir a visitas de seglares y de gente mundana, porque assí como los peces sacados de la agua luego se marchitan y mueren, assí el religioso fuera de su celda, ocupándose en pláticas de seglares, queda tibio y sin jugo de cosa buena, y muy tardo en lo tocante al servicio de Dios. Dízelo en su Vida San Atanasio.

[10] Aprobando muchos este dicho de San Antonio tuvieron por mejor hazer vida en los desiertos entre bestias salvajes que en compañía de hombres, porque entre los hombres se distraían y olvidavan de Dios, lo que en la soledad no hazían, sino que tenían su consideración en Dios, sus desseos en Dios y sus obras todas eran de Dios. Preguntado Arsenio por qué evitava el trato y conversación de los hombres con tanto cuidado, respondió que no podía estar con ellos y con Dios juntamente. Es del libro Vitis Patrum.

[11] Paulo, el primer ermitaño, estuvo sin ser conocido de hombres noventa y siete años, y Onofre, setenta. Mas al tiempo que avían de ser trasladados del destierro desta vida al descanso de la Eternidad, quiso Dios que fuessen vistos y conocidos de los hombres para que su memoria diesse a | todos exemplo de virtudes. Dízelo el Metafraste en su Vida.

[12] Mucho conviene huir las casas y tratos de personas poderosas seglares a los que renunciaron al mundo, como por el contrario les importa la conversación y visita de personas santas a los que pretenden vida perfecta. San Hilarión, siendo moço, tuvo desseo de ver a San Antonio Abad, fue al desierto, vídole, hablóle, y su habla y vista hizo en él tanta impressión, que dexó el traje seglar y se vistió hábito de religioso. Detúvose con él dos meses considerando el modo de proceder de su vida, la gravedad de sus costumbres, cuán continuo era en la oración, cuán humilde en recebir a los hermanos de su convento, cuán severo en corregir faltas, alegre en dar buenos consejos, perseverante en la aspereza de la vida, sin que por enfermedad ni mala disposición la mudasse. Con estos buenos documentos fue al desierto y llegó a tanto su santidad, que buscando dónde esconderse de gentes no hallava cómodo, porque los milagros que hazía le descubrían. De todo esto fue grande parte el trato y conversación, aunque por solos dos meses, de San Antonio. Y assí suele acontecer lo que dize David en el Salmo diez y siete, tomándolo en el sentido como la letra suena: «Con el santo serás santo, con el electo, electo, y con el perverso, perverso».

[13] Fue a visitar a San Bernardo una hermana suya con grande fausto y pompa, y no la dexaron entrar en el monasterio, y sabida la causa asentóse a la puerta, y derramando lágrimas dezía:
-En aver usado de tales adereços de mundo entiendo que he pecado, pues Bernardo mi hermano assí lo dize, mas por los pecadores murió Jesucristo. Si menosprecias y desechas a la que pecó, recibe a la que quiere enmendarse.
Admitióla el santo hermano, y, admitida, avisóla de cuánta vanidad era aquel adereço con que la carne que se avía de convertir en tierra era adornada. Bolvió a su casa, y alcançando licencia de su marido entró en religión /(97v)/ y sirvió a Dios en adelante tan humilde, cuanto antes al mundo con ambición y sobervia. Grande cosa fue sin duda que una muger en edad moça, de bastante hermosura, tan presto aborreciesse el vestido de seda y oro, los collares y sortijas con engastes de piedras finíssimas y perlas, y todos los demás ornamentos de gala y autoridad de mundo, dexándolo y olvidándose dello. Y más fue dexar el marido y deleites de los casados. Todo esto hizo después que habló a su hermano; tanta es la fuerça que tienen las palabras de los sanctos. Refiérese en la Vida de San Bernardo, libro primero, capítulo siete.

[14] Alberto, hijo del conde Flanche Bergense en Alemania, siendo de edad de treze años fue embiado de su madre al rey de Francia, deudo suyo, para que se criasse en compañía de sus hijos. El cual, luego que se vido en París, como residiesse en aquella ciudad fray Jordán, Maestro en Teología y General de la orden de Predicadores, por ser de su tierra y tener consigo otros frailes, también sus conterráneos, el moço Alberto los visitó, y tomando gusto de su trato y conversación continuó las visitas, y fue de suerte que la compañía de aquéllos, que eran buenos, le hizo que muy de veras desseasse ser bueno. Començó a tener en poco los regalos y deleites del mundo y a amar los del Cielo. Vino a dessear entrar en aquel santo orden, pidió el hábito al General fray Jordán, y aunque él alabó su intento, no concedió con él por verle de poca edad y que era legítimo heredero del condado y señorío de su padre. Exortávale a que estando en possessión dél, rigiesse sus súditos con mansuetud y temor de Dios. Llegando a edad de diez y seis años embió su madre por él para casarle altamente y que tomasse el govierno de sus estados, por razón que el padre era ya viejo y quería passar en él aquel cuidado y descansar. Visto por el moço como estava en un punto el descomponerse sus intentos, fuese al General fray Jordán y díxole que venía a despedirse dél, y le que- ría | hablar en secreto, estando allí otros frailes de su tierra. Con los cuales y con otros maestros del orden, encerrándose en un aposento, Alberto se derribó a los pies del General y dixo:
-A Dios pongo por testigo que estoy oy aparejado a dexar el mundo y servir a Jesucristo en vuestra religión, y si no me recibiéredes en ella, el mismo Cristo Verdadero Dios vengue en vosotros mi sangre.
Oído esto por el General, derramó lágrimas de ternura, y los demás frailes quedaron suspensos de ver la fuerça con que aquel moço tan favorecido del mundo pedía librarse dél. Encomendaron a Dios aquel negocio, y juntando el convento, dando y tomando sobre el caso, al cabo se determinaron de darle el hábito. Y sabido por los criados, fueron a dar la nueva a sus padres, que les llegó a punto de muerte su sentimiento. Y aunque el padre era viejo, fue a París, y queriendo por fuerça sacar el hijo del convento, juntándose muchos novicios que residían en él y estudiavan en aquella Universidad de París, resistiéronle y defendiéronle valientemente. Por lo cual el padre, apessarado, se bolvió a su tierra. Estava en la misma ciudad estudiando un arcediando alemán, tío del moço Alberto, hermano de su madre, de poca edad y de la más linda persona, que se hallava clérigo en Francia. Éste, sintiendo mucho la entrada a fraile de su sobrino, detúvose algunos días sin verle, y queriendo bolver a su tierra, embióle a dezir que le quería visitar. Oído por fray Alberto, ocurrió a su maestro y a otros padres espirituales y rogóles que pidiessen a Dios guiasse aquel negocio para su servicio. Vino el arcediano y entráronse en una capilla. Assentáronse y derramando lágimas y mostrando grande sentimiento habló el tío al sobrino, diziendo:
-¿Cómo, amigo, has podido hazer tal cosa, que dexasses a tu madre y hermana mía, no teniendo otro hijo sino a ti, y me dexasses a mí, que te amo cuanto un pariente puede ser amado? Oigo dezir que tu madre de tristeza /(98r)/ se muere, y yo he quedado como muerto desde que supe de tu entrada a ser fraile, y no tendré contento hasta que te vea en este año de aprobación bolver al siglo.
El santo moço, con mucha dissimulación y gracia, respondió:
-Mirad, señor tío, en aquella vidriera que están tres imágines, una de Cristo en la Cruz, otra de su Sagrada Madre, y otra de su amado discípulo Juan, y considerad que aunque Cristo amava tanto a su madre y la viesse que un cuchillo de dolor traspassava su alma por verle en la Cruz, y a su discípulo y sobrino de la misma Virgen San Juan tan atormentado por lo mismo cuanto puede encarecerse, y siendo poderoso para baxar de la Cruz y consolarlos, no lo hizo, sino que en ella quiso morir. En semejante manera, sabed, tío señor, que yo subí con Cristo a la cruz desta santa religión, de donde aunque vea morir a mi madre de dolor y a vos, señor, que lo sentís tanto como lo dais a entender, yo determino no descendir sino permanecer inmovible en semejante cruz hasta que muera. Y aun si me creyéssedes sería bien que subiéssedes, señor tío, en ella, donde seríades libre de los engaños del mundo, porque no os enredásedes en ellos y quedasses sin remedio.
A esto añadió razones el nuevo soldado de Cristo, con que el tío bañado en lágrimas quedó compungido. Y favorecido de la Divina Gracia, ayudando | la fervorosa oración del sobrino y de otros religiosos, passados algunos días vino a la religión y fue fraile con admiración y espanto assí del clero como de los nobles de Francia y de su tierra, y los dos acabaron en ella santamente. Es del libro De Apibus, segundo, capítulo veinte y ocho.

[15] En el monasterio del orden de San Hierónimo de los Toros de Guisando, en el reino de Toledo, entró un día cierto ladrón, y viendo algunos vasos y joyas ricas y de precio del servicio del altar, diole gana de robarlas. Y no hallando modo, acordó de pedir el hábito, y si le alcançava, una vez que otra podría hazer el hurto a su salvo. Pidióle, y por tener partes exteriores en lo que se dexava ver en él acomodadas para tan santo instituto, perseverando en pedirle, diéronsele. Estando ya con hábito de freile y debaxo una intención y desseo de ladrón, en tanto que se le hazía comodo para dar el santo, viendo y considerando la vida de aquellos siervos de Dios, su humildad, su conformidad unos con otros, su oración, la quietud y sossiego que tenían, con todo lo demás que se usa y exercita entre buenos y bien reformados religiosos, mudó intento, confessó su pecado y quedó de veras fraile, y fuelo de buen exemplo. Lo dicho es del libro impresso de las Corónicas de los frailes hierónimos.

Fin del Discurso de Compañía provechosa para buenos y dañosa para malos.