DISCURSO CUARENTA Y DOS. DE LECCIÓN


Grande autoridad dio Jesucristo, Nuestro Señor, a la Sagrada Es- critura, | cuando dixo (y refiérelo San Mateo, en el capítulo quinto): «El Cie- lo /(223v)/ y la Tierra faltarán, antes que aya falta en una letra o punto de la Escritura». Y por San Lucas, capítulo veinte y uno, ratificando lo dicho, dixo: «El Cielo y la Tierra pueden faltar antes que mis palabras falten». Y San Pedro, en su Segunda Carta, capítulo primero, dixo: «No por voluntad o esciencia humana se halló la Profe cía, sino inspirados por el Espíritu Santo hablaron los varones santos». De lo cual se infiere, como advierte Marco Marulo, que no sin bastante causa son reprehendidos los que agradados de los figmentos y mentiras de poetas gentiles, no quieren ni aun mirar los libros sagrados. Déstos dize San Pablo, en la Primera Carta a Timoteo, capítulo cuarto, que eligieron maestros que saborean las orejas y apartan de la verdad el oído, y se deleitan con las fábulas, y con esto llegaron a tanto atrevimiento, que se tienen por sabios, no sabiendo sino mentiras». Y llega el mal a que alcançan fama de muy doctos y son estimados y en mucho tenidos. «Por ventura -dize Marulo-, cuando les aya faltado la vida y estén en los Infiernos padeciendo terribles tormentos, ¿aprovecharles ha que en el mundo sean tenidos por grandes letrados? ¿No les será causa de mayor aflición acordarse de lo que le fue causa de estar en tan miserable estado? ¡Cuánto quisieran en tal sazón, para bien de sus almas, no aver procurado vanagloria y sobervia, viendo allí que el canto suave y deleitoso del mundo se tornó lloro, la bihuela y harpa, temblor de dientes, por los juegos, burlas y risas, hambre, tinieblas, fuego y roedores gusanos, y que durará su tormento para siempre! Éste será el fruto y el premio de los que anteponen la poesía al Evan- gelio, | Barrabás a Cristo. Bien es verdad que muchos santos ponen versos en sus escritos, mas tienen sabor de Cristo y no de Gentilidad. Muy lexos están de sus bocas Saturno, Júpiter y Marte, con los demás portentos, que los verdaderos cristianos con ningunos tormentos ni amenazas pudieron ser convencidos para adorarlos». Lo dicho sirva para aficionar al estudio de la Divina Escritura , especialmente siendo, como es, origen de muchas virtudes el estudio y lección, sin la cual de ordinario nadie puede aprovechar y crecer en alguna arte o disciplina. Y si de alguno se sabe lo contrario, y que sin lección y sin estudio vino a ser sabio, deve atribuirse a que tiene ingenio prodigioso, o que fue dado graciosamente del Cielo. De la Lección trata el presente Discurso.


[EJEMPLOS DE LAS SAGRADAS ESCRITURAS]


[1] El profeta Esdrás fue de tan felice memoria (aunque se entiende bien aver sido don y favor del Cielo), que recitava sin libro todos los de Moisés. Los cuales avían procurado los reyes de Caldea consumir y acabar, por aborrecimiento que tenían al pueblo hebreo. Mas por la buena memoria de Esdrás se tornaron a escrivir, y permanecen con aprobación del Espíritu Santo, que son los mismos que Moisés dexó escritos. Tócase en su Primero y Segundo Libro.

[2] Nicaula, reina de Egipto y Etiopía, aviendo oído dezir de la sabiduría del rey Salomón, dexando sus estados y reinos fue a Judea para aprender dél. Y assí le propuso algunas cuestiones subtiles y delicadas conforme a aquellos tiempos, a lo cual todo satisfizo él muy a su desseo. Y haze esto que nos maravillemos menos de Pitágoras, Platón y A- polonio, /(224r)/ que anduvieron diversas provincias y tierras por aprender esciencias, pues Nicaula, siendo muger, ni la flaqueza de serlo, ni el ponerse en ocasión de perder su estado, la pu- so | temor para dexar de hazer tan largo y dificultoso viaje. Es del Tercero de los Reyes, capítulo dézimo, y refiérelo Cristo, Redemptor Nuestro, por San Lucas, capítulo onze.

Lo dicho se toca en la Sagrada Escritura. |


[EJEMPLOS CRISTIANOS]


[1] San Augustín, buscando a Cristo entre los sofismas de los Dialécticos, dio en el error de los Maniqueos, mas, rebolviendo las Epístolas de San Pablo , halló escrito: «Vestíos a Nuestro Señor Jesucristo», y apartadas las tinieblas del error, començó a ver la luz de la verdad. Consultó a San Ambrosio, y díxole que le convenía leer primero en la Escritura Sagrada para más radicarse en la fe católica, y aconsejóle que leyesse a Isaías, porque lo más que sucedió a Cristo en el discurso de su vida, comunicando a los hombres, lo explicó más por menudo, y la vocación de la Gentilidad sucedida mucho después la escrivió como presente. Al fin fue baptizado de San Ambrosio, y leyendo los libros de la Divina Escritura, no sólo quedó fiel, sino que fue Doctor prestantíssimo de la Iglesia. Cuando sólo estudiava esciencia seglar fue su contrario y la hazía guerra, avíase levantado contra la Iglesia en favor de Maniqueo; después, bolviendo por ella, al mismo Maniqueo y a todos los demás hereges convenció. Lean, pues, las Escrituras Sagradas los que quisieren ser ilustrados con la luz de la verdad pura y sincera, diziendo David, en el Salmo ciento y diez y ocho: «Lucerna y hacha encendida es a mis pies, Señor, tu palabra, y luz en mis caminos». Dízelo el mismo San Augustín en el libro octavo de sus Confessiones , capítulo doze. |

[2] El bienaventurado San Hierónimo, por el gusto que tomava en leer en Cicerón y en otros autores señalados en elocuencia y elegancia perdía algún tiempo que le pudiera gastar en otros más provechosos estudios, y por esto le castigó Dios, como él mismo lo afirma en una carta que escrivió a Eustoquio, santa donzella, y comiença Audi filia..., donde dize estas palabras: «Yo, miserable pecador, ocupávame en la lección de Tulio, deleitándome en su elocuencia, y si después tomava en las manos algún profeta y leía en él, desgustávame la manera del hablar y el estilo llano y sin artificio. Diome una recia calentura en medio de Cuaresma que me puso en lo último, tanto que los estavan comigo davan orden y aparejavan lo que era necessario para mi sepultura. Estando en esta disposición fui arrebatado en espíritu y llevado a juizio delante el Trono Real de Jesucristo, y siendo preguntado de mi condición y fe, respondí libremente que era cristiano. Dixo el Juez:
-Antes das muestra que eres ciceroniano, porque donde está tu tesoro, allí tienes el coraçón.
Oyendo esto, enmudecí. Mandóme açotar crudamente el Juez. Yo, llorando y gimiendo, començé a dezir:
-Perdóname, Señor; Señor, perdóname.
Y con todo esto, ni su castigo ni mis lágrimas cessavan. Lo cual visto por muchos ángeles que estavan presentes, pusiéronse de rodillas y /(224v)/ suplicáronle que me perdonasse el error de mi mocedad y me diesse lugar para enmendarme, con tal condición que si en mí no huviesse enmienda, quedasse obligado a mayor castigo. Quisiera yo prometer mayores cosas, según el estrecho en que estava. Juré de cumplirlo, y hecho el juramento fui dexado libre y torné a mi sentido. Y nadie piense que fue -dize- éste, sueño vano. Testigo es el Juez, en cuya presencia yo fui açotado, testigos fueron los Santos Angeles y testigos fueron también las señales que en mi cuerpo quedaron por muchos días de los açotes. Afirma también lo dicho San Isidoro, en su Breviario.

[3] Siendo San Juan Crisóstomo arçobispo de Constantinopla, diole gana de escrevir sobre las Epístolas de San Pablo. Hizo primero mucho tiempo oración a Dios, pidiéndole que fuesse su declaración conforme al intento que el santo tuvo escriviéndolas. Y para que se viesse que Dios le concedió esta petición, sucedió que estando un caballero principal ausentado de Constantinopla por averle ciertos contrarios suyos puesto en mal con el emperador Arcadio, que en aquel tiempo vivía, vino de secreto a hablar con Crisóstomo a su casa, para por medio suyo, vista su inocencia, ganar la gracia del emperador. Aguardó que fuesse noche y entrando en su casa habló con Proclo, camarero de Crisóstomo, para que le llevasse a su aposento. Fue Proclo, y por un resquicio vido al santo que estava escriviendo, y un hombre de grande autoridad junto con él a su lado, que mostrava dezirle lo que avía de escrivir. Admiróse de aquello Proclo, assí de ver que estuviesse perso- na | humana con él, no aviéndole visto entrar, como de que él dixesse lo que el santo escrivía. Aguardó a que se acabasse el razonamiento. Iva al resquicio, y como durasse hasta passada la media noche, habló con el cavallero, diziéndole que ya veía como no era possible comunicarle aquella noche, que se bolviesse otra. Hízolo assí. Vino la siguiente noche y sucedió lo mismo. Quexávase el gentilhombre de Proclo, que huviesse admitido al aposento del obispo otro antes que él. Jurava Proclo que tal no avía consentido ni visto. Y siendo hora de Maitines le dixo que bolviesse la tercera noche, que él le dava su palabra de guardar el aposento, que nadie entrasse en él. Vino la tercera vez al concierto, díxole Proclo:
-Aora bien seguro podéis estar que nadie ha entrado, porque solo se encerró y siempre le he guardado la puerta.
Agradecióselo mucho el cavallero, llegaron al aposento y miraron por el resquicio, y vieron lo mismo que las dos noches de antes avían visto. Dixo Proclo:
-Este negocio es de Dios, que no quiere que tú hables al obispo. Vete en buena hora, que a la mañana yo le daré cuenta de tu venida y sabré dél su voluntad.
Fuese el gentilhombre con grande fatiga y pena. Venida la mañana, el mismo Crisóstomo habló a Proclo y le dixo:
-¿Qué es la causa que no he tenido visitas estas tres noches passadas? ¿Ha venido alguno y no le has dexado entrar? Si es assí, mira que me das enojo en ello. A cualquiera hora que venga alguna persona necessitada, da lugar a que me hable, que las puertas del prelado nunca han de estar cerradas para los necessitados.
Díxole Proclo:
-Antes, /(225r)/ señor, ha venido todas tres noches una persona bien afligida a hablarte, y viendo que estavas ocupado no le he dexado entrar, aunque siempre esperó hasta hora de Maitines.
-¿Y con quién estava yo ocupado? -preguntó Crisóstomo.
-Con un viejo calvo -dixo Proclo- te vi todas tres noches. No sé para qué lo preguntas.
Espantóse Crisóstomo desto, y pidióle las señas de aquella persona que dezía aver estado con él. Díxole Proclo que era viejo, calvo, con una grande barba y que se parecía mucho a una imagen de San Pablo que tenía el mismo Crisóstomo en su aposento y la mirava frecuentemente cuando escrivía sobre sus Epístolas . Cayó en la cuenta el Santo Pontífice de que avía Dios por este medio dádole a entender que oyó su petición. Despidió a Proclo por un poco de su aposento, y, derribándose de rodillas, con muchas lágrimas dio las gracias a Dios por semejante merced que le avía hecho. Mandó después a Proclo que llamasse al gentilhombre, y oyéndole, tuvo modo como reconciliarle con el emperador, y él prosiguió con mayor cuidado el escrivir sobre las Epístolas de San Pablo. Es de su Vida , escrita por Simeón Metafraste, Nizéforo Calixto, y otros.
[4] Siendo San Isidoro de poca edad iva al estudio de las primeras letras, y porque se le hazía dificultoso el aprenderlas, aunque él trabajava todo lo que podía, desconfiado dexó el estudio con propósito de no bolver más a él. Púsose pensativo sobre un brocal de un pozo, y vido que en el duro mármol estavan hechas unas canales y surcos de las sogas con que se sacava la agua. Consideró en sí, y dixo: «Pues en cosa tan dura como es este mármor una soga con el continuo uso basta a hazer tal señal, assí -dize- el continuo uso del estudio puede hazer mella y señal en mi duro entendimiento, hasta que venga a saber algo». Bolvió a estudiar, y porfió tanto que vino a ser lumbre de toda España y luze- ro | de la Cristiandad. De tal manera que, en su tiempo, en Letras Divinas pocos supieron tanto como él, y en Humanas, ninguno le igualó. Fue grande hombre de lenguas, entendiendo y hablando la latina, la griega y la hebrea. Fue grandíssimo filósofo, excelentíssimo médico y consumadíssimo teólogo. Coligióse de su Vida, escrita por San Braulio, obispo de Çaragoça, y de Breviarios antiguos de España.

[5] San Martín, confessor y doctor en León, aviendo ido en romería a Roma y recebido la bendición del Papa Urbano, bolvió a su tierra, ordenóse sacerdote y tomó el hábito de canónigo reglar en San Isidoro de León, y en poco tiempo alcançó nombre de más perfecto religioso y de más santo sacerdote entre todos los de su convento. No avía estudiado la Sagrada Escritura, y tenía grandíssimo desseo de saberla y entenderla. Hazía oración particular a Dios para que pudiesse alcançar esto que tanto desseava, y de su parte procurava lo que podía darse a este estudio, aunque ni tenía maestro que le enseñase ni su entendimiento le ayudava. Estava una noche en oración pidiendo esto muy encarecidamente a Dios, y apareciósele San Isidoro, el cual traía un libro en sus manos. Díxole:
-Toma este libro y cómele, y darte ha el Señor ciencia de la Escritura Sagrada.
Ponía por escusa el santo varón que ayunava y que por esto no osaría comer el libro.
-No te quitará el mérito del ayuno aunque le comas, porque yo soy -dize- Isidoro, patrón deste lugar, y me embía Dios a que te diga esto de su parte.
Casi forçado, tomó Martín el libro y comióle. Desapareció San Isidoro, y quedó Martín tan inflamado en sabiduría divina como un hierro en la fragua con el fuego. Mostró tanta ciencia y sabiduría de las Divinas Letras, y tanta facundia, que ningún teólogo de su tiempo le llegó, y él hizo a todos ventaja. Tuvo disputas con muchos he- reges, /(225v)/ y con grande facilidad los convencía. Está en su Vida, escrita por don Lucas de Tuid.

[6] Santo Tomás de Aquino, estando comiendo a la mesa de San Luis, rey de Francia, dio un golpe con la mano en ella, diziendo:
-Concluido he contra tales hereges.
Tenía al lado al prior de su convento, el cual, oyéndole dezir tales razones, trabóle del hábito y díxole:
-Padre Maestro, mire que está a la mesa del rey, y no a la de su convento.
Avergonçóse él y pidió perdón, diziendo que no advertía en lo que estava. Lo cual no pequeña admiración causó en el rey, verle aun a su mesa tan ocupado en su estudio. Es de Juan Garçón en su Vida.

[7] A todos los estudiosos parece hazer ventaja Didimo Alexandrino, el cual, estando privado de la vista, siendo de cuarenta años, sabía Gramática, Geometría, Dialéctica, y en todo salió consumadíssimo. Y aunque cuando escrivía usasse de agena mano, y lo mismo en los números y dimensiones, escrivió sutilíssimamente muchas cosas, y hizo comentos y glossas sobre la Divina Escritura. Advirtiólo Fulgoso, libro octavo.
[8] Orígenes Adamancio, aunque fue un tiempo pobríssimo, aviendo perdido su patrimonio por causa de la religión cuando su padre Leónidas fue martirizado, y secrestados todos su bienes, escrivió (según dize San Hierónimo, que afirma averlo visto) seis mil volúmines y libros de grande doctrina, trayendo consigo de ordinario siete escrivientes. Es de Eusebio, en la Historia Eclesiástica.

[9] San Ambrosio estava enfermo y cercano a la muerte, y cada día dictava cosas que se escriviessen. Y comentando el Salmo cuarenta y tres, le sobrevino la muerte, sin acabarle. Refiérese en su Vida.

[10] Paula, romana y de nobilíssimo linaje, y no tanto esclarecida por esto y porque sabía la lengua hebrea, grie- ga | y latina, como porque siguió la verdadera y cierta Filosofía, dexó a Roma, su patria, navegó el mar y fue a Palestina, adonde oyó de San Hierónimo, que residía en aquella tierra, lo que convenía para el bien y provecho de su alma. Allí, porque sus riquezas, que eran grandes, no le fuessen estorvo a la contemplación, las distribuyó a pobres y en obras pías. Adviértelo Fulgoso, libro octavo.

[11] No es razón passar en silencio lo que de la Madre de Dios escriven algunos santos, y lo refiere Marco Marulo en el libro segundo, que desde la hora de nona, que es a las tres de la tarde, hasta la puesta del Sol, se exercitava en lección del Viejo Testamento, para darnos exemplo, y que se entienda ser necessario tener tiempo señalado a este estudio, como a la oración y a otros importantes negocios.

[12] Cecilia, romana de linaje patricio, aunque su fe se aventajava al linaje, siempre traía consigo un libro de los Evangelios. Escondíale en su seno cuando iva de una parte a otra. Y sus pláticas de ordinario eran de lo que traía escrito en su pecho. Guardó castidad y llegó a recebir palma de martirio, padeciendo graves tormentos en su cuerpo. Y para todo sacó caudal del libro que traía consigo, cuya dulcedumbre le dava cada día nuevos sabores y gustos leyendo en él. Refiérelo Surio, tomo sexto.

[13] Silvia, o Silvania, hermana de Rufino, prefecto de Alexandría, gastava la mayor parte de la noche en estudio de la Sagrada Escritura. Dízese della que fue elocuentíssima y que vivió solitaria en la Tebaida, aunque el estudio la avía enseñado cómo no estuviesse sola en la soledad. Es de Paladio.

[14] Amalasunta, hija de Teodorico, rey de los ostrogodos en Italia, y heredera de su estado, fue doctíssima en lenguas, porque sin la griega y latina hablava todas las de los occidentales que en algún tiempo hizieron guerra al Impe- rio, /(226r)/ con los cuales negociava sin intérprete. Y fue mucho de maravillar que siendo muger, y ocupada en govierno de reino, tuviesse tiempo para estudiar y aprender tantas diferencias de lenguas, sin lo que es verisímil que se entretenía en otros estudios de Filosofía. Refiérelo Fulgoso, libro octavo.

[15] Rosuida, abadessa en Saxonia, en tiempo de Lotario Primero, emperador, fue muy docta en la lengua griega y latina. Escrivió diversas obras con mucha erudición y doctrina. Hizo un tratado para monjas, exortándolas a las virtudes y servicio de Dios, y al culto divino. También compuso algunas oraciones en loor de la Virgen y de otras santas. Escrivió Historia de los hechos de los emperadores otones . De Rosuida fue discípula, y después tuvo su cargo de abadessa, Santa Isabel de Schonaugia, que escrivió también diversas obras de documentos para sus monjas, del camino del Cielo, y muchas epístolas. Baptista Prima, hija de Galeacio Malatesta y muger de Guidón, conde de Urbinas, diversas vezes disputó con personas doctíssimas y consiguió particular loa suya. Escrivió en latín algunos tratados, como De la Verdadera Religión y De la fragilidad humana . Isota Novarula Veronense estudió Filosofía y Teología, escrivió diversas cartas a Nicolao Quinto y a Pío Segundo, Sumos Pontífices. Hizo un diálogo famoso en que trata quién pecó más, Adam o Eva. Casandra Fidele Veneciana, muchas y diversas vezes ganó grandíssima loa en la Universidad de Padua argumentando con doctíssimos varones. Hizo un libro del Orden de las Ciencias. Afírmalo Fulgoso, libro octavo.

[16] Gervasio y Protasio, dos hermanos nacidos de un parto y parecidos no sólo en figura, sino también en las costumbres, como por huir una persecución levantada contra los cristianos | estuvieron escondidos en una casa diez años, en todo este tiempo su ordinario exercicio era orar y estudiar, y cuán provechoso era este modo de vivir se apareció en la embidia que el demonio les tuvo. El cual, hablando acerca de los ídolos, dezía que no respondería a lo que le era preguntado hasta que Gervasio y Protasio le ofreciessen encienso y le sacrificassen. Mas los que aprovecharon en la fe leyendo, y en la constancia orando, pudieron ser muertos y no vencidos, y sucedió que a los que pretendía el demonio perder, vido coronados de mártires. Quiso quitarles de las manos las armas de lección y oración, y con ellas fue vencido. Es de San Ambrosio, en la Epístola ochenta y cinco, del Metafraste, y de Surio, tomo tercero.

[17] Servulo, pobre y enfermo, de limosnas que le davan comprava libros de la Sagrada Escritura, y no sabiendo él leer, siempre que hallava ocasión hazía que le leyessen en ellos, y de oírlos leer salió muy sabio, y tanto que llevó con grandíssima paciencia la enfermedad y pobreza. Es de San Gregorio, en sus Diálogos, en el cuarto libro, capítulo catorze.

[18] Nizéforo Griego Monge, en su Historia Eclesiástica, que prosiguió por años, dize que en el de cuatrozientos y sesenta, Timoteo Herulo, que fue herege y homicida y por tiranía y fuerça alcançó el obispado de Alexandría, hallando algunas obras de San Cirilo Alexandrino que no estavan divulgadas, las contaminó, mezclando en ellas muchos errores, y dio dello testimonio Pedro, presbítero alexandrino.

[19] Quiso un religioso estudiar después de Maitines, y en poniendo los ojos en el libro quedava dormido. Y como porfiasse por despertar y tornarse a dormir, se dixo con impaciencia:
-¿Qué es esto, que oy más que nunca prevalece el sueño contra mí?
Respondióle el demonio, estando presente y siendo esta obra suya:
-No se han /(226v)/ cerrado las ventanas.
Preguntó el fraile:
-¿Y cómo se cierran?
Replicó el demonio:
-Desde la frente hasta el pecho y desde una oreja hasta otra.
Denotó en esto el misterio de la Cruz, que importava muchíssimo que se signe con ella el que se pone a estudiar o quiere escrivir, o ha de hazer otro exercicio semejante. Signándose con la Señal de la Cruz, la obra va más perficionada. Es del libro segundo De Apibus, capítulo cincuenta y seis.

[20] Equicio Abad, en el monasterio de Valeria, porque no se le passasse el día sin estudio, a dondequiera que iva llevava sus mangas llenas de libros, y no tenía por pesada semejante carga considerando el provecho y utilidad que de aquí sacava. Como al valiente soldado, que no le es estorvo ni tiene por peso el arnés de hierro, la lança y espada con que anda en la guerra cargado, siendo esto todo medio con que conserva la vida, porque con semejante provissión entra en la batalla y con el enemigo, confiado de salir con vida y con victoria. Assí, el que con la lección de la Sagrada Escritura se exercita, y para esto se provee de libros y los trae siempre en las manos, fácilmente desbarata y vence los engaños del demonio. Dízelo San Gregorio, en sus Diálogos, libro primero, capítulo quinto.

[21] San Bernardo Abad, cuyas obras admirables dan testimonio de su alto entendimiento y mucha sabiduría, la cual no alcançó por industria y diligencia de algún maestro, sino la costumbre de orar y leer le hizo sacar de la Escritura místicos sentidos, y fue assí que el desseo y gana de entenderlos le hizo que los leyesse, y la oración que los entendiesse. Para impetrar esto fue el todo la santidad de su vida. Assí dessee, assí ore, y assí viva el que assí quiere entender, enseñándole el Divino Espíritu. Refiérelo Surio, tomo cuarto.

[22] San Bernardino, excelente predi- cador | del orden de los Menores, primero se exercitó en el estudio del Derecho Canónico y después en el de Teología, en que aprovó tanto y tomó tal gusto, que dexó el siglo, entró en religión, y assí el estudio del Derecho haze a un hombre bueno, mas la Teología passa adelante y házele perfecto. El un estudio enseña a no ofender al próximo, y el otro a negarse a sí y tomar la Cruz de Cristo, Nuestro Redemptor, y persuadir a todos que sigan a Cristo, y acábanlo con algunos. Es de Marulo, libro segundo.

[23] Eadmundo, arçobispo de Canturia, estando leyendo en la Biblia quedóse dormido. Cayóse una vela ardiendo sobre la misma Biblia abierta, y la vela toda se consumió y no dexó señal alguna la llama. Gastóse la cera y no dañó el papel. Vedósele el dañar las letras, las cuales guardó el Señor para que fuessen leídas de todos. Dízelo el abad Floricense, y refiérelo Surio, tomo sexto. Los mismos autores dizen dél, que otra vez se durmió cansado del estudio y cuando despertó halló muerta la luz, y doliéndose de que perdería algunas horas de lección por falta della, hizo oración a la Madre de Dios, y de repente vido una vela en su mesa acendida. Prosiguió en su estudio, dando gracias a Dios y a su Sagrada Madre, que assí favorecen a los estudiosos. Refiérelo Marulo, libro segundo.

[24] Heliodoro, obispo tricense en Tesalia, escrivió un libro que intituló Historia Etiópica, del cual se temía que podía ser dañosíssimo a gente moça por hallarse en él acaecimientos amorosos. Advirtióse desto en un Concilio Provincial que se celebró a la sazón, y fuele mandado que recogiesse los traslados que dél andavan y los quemasse juntamente con el original, y no haziéndolo, que fuesse privado del obispado. Oído por él, quiso antes dexar el obispado y perderle que quemar el libro. /(227r)/ Dízelo Nizéforo Calixto, libro doze, capítulo treinta y cuatro. Deste exemplo se pueden sacar dos documentos: uno de lo mucho que cuesta un libro a su autor, pues éste quiso antes dexar el obispado que perder el trabajo que tuvo en hazerle, quemándole, aunque el libro es bien pequeño; otro es que devrían evitarse muchos libros en que ay cosas lascivas y deshonestas, que hazen daño muy notable en gente moça, pues todo un Concilio vino en que se quemasse el libro de Heliodoro, de la Historia Etiópica, que anda en español y se intitula de Teágenes y Clariquea. El cual, aunque su autor le escrivió en griego, anda traduzido en diversas lenguas. Yo le he leído en lenguaje latino y en el proprio de España, y aunque es de humanidad, tiene un artificio maravillosíssimo y no las deshonestidades y pensamientos atractivos a mal de que otros libros andan llenos.

[25] Passeando un rey moço por la plaça de cierta ciudad principal suya en tiempo de feria, vido un hombre estrangero y de persona autorizada arrimado a una parte. Preguntóle quién era y si traía que vender. Respondió que era filósofo y que vendía sabiduría. El rey, tomándolo por entretenimiento, díxole:
-Pues dame cien ducados (como si dixéssemos) de essa mercaduría.
El filósofo repitió:
-Por esse precio te daré un consejo, y es que ninguna cosa hagas sin mirar muy bien primero lo que te puede suceder.
El rey y los que le acompañavan rieron desto, aunque se le mandó dar el dinero. Después, considerando la fuerça de aquellas palabras, el rey, como discreto y sabio, dixo:
-Yo quiero, pues me cuestan mi dinero, aprovecharme dellas.
Mandólas escrivir en algunos aposentos de su casa real y esculpir en vassos muy preciosos de oro y de plata de su servicio. Sucedió que, desseando regir su reino con grande rectitud y justicia, mos- tróse | muy contrario a algunos grandes dél porque oprimían a la gente pobre. Y fue ocasión que le desseavan mal de muerte. Trataron de matarle, y al cabo concertáronse con su barbero, de que, rayéndole la barva a navaja, le matasse, prometiéndole que ellos estarín a la mira y le librarían, dándole un gran tesoro. Ofrecióse el barbero a salir con la empressa. Vino día en que le llamaron a su oficio. Quitóle el cavello, y al tiempo que tomó la navaja para raerle la barva vido en una bacía de plata la discreta sentencia que compró el rey del filósofo, que dezía: «Ninguna cosa hagas sin mirar lo que te puede suceder». Parecióle que hablava con él. Turbóse, y la navaja se le cayó de la mano. Quiso encubrir su turbación. Al cabo, con tormentos confessó y pagó lo que merecía, y el rey se libró de muerte por los cien ducados que compró de sabiduría del filósofo. Es del libro segundo De Apibus, capítulo cuarenta y tres.

[26] El abad Ciriaco, de la Laura Calamón, que es cerca del Jordán, estava un día en su celda y vido como en sueños passar una señora de grande magestad, vestida de púrpura y muy honesta. A sus lados ivan dos varones, que se conocieron ser el uno San Juan Baptista, y el otro el gran teólogo San Juan Evangelista. El abad salió a la puerta de la celda y pidió humilmente a aquella Señora, que era la Madre de Dios, fuesse servida de entrar dentro. Mas dio muestra que no le oía. Perseveró el abad, y dixo:
-No permitas, Señora, que yo, pobre y humilde, quede confundido y ageno desta tan grande merced.
Oído esto por la Virgen Sacratíssima, con boz severa le dixo:
-Tienes dentro de tu celda a mi enemigo, ¿y quieres que entre dentro?
Diziendo esto, desapareció. Quedó el monge muy afligido, y despierto pensava por qué le avía dicho la Sagrada Madre de Dios semejante razón, y si en aquella celda alguno la huviesse ofendido con pecado o maldad /(227v)/ cometida contra ella. Mas estava cierto que sólo él residía allí, y no se acordava que en cosa alguna la huviesse ofendido. Rebolvía a mirar a todas partes, y poniendo los ojos en un libro, quiso leer en él y consolarse con la lección en la pena que tenía por aquel acaecimiento. Avíale prestado el libro Isiquio, sacerdote hierosolimitano, y rebolviéndole, halló al cabo dos tratados del herege Nestorio, el cual entendió que era el enemigo de la Sagrada Virgen María, por aver publicado errores sacrílegos contra su honor. Embió luego el libro a su dueño, diziendo:
-Toma, hermano, tu libro, que no he recebido dél tanto provecho y utilidad como daño y pérdida.
Y queriendo Isiquio certificarse del caso, refiriósele por orden, y con grande zelo de la honra de Dios quitó del libro aquellos dos tratados de Nestorio y echólos en el fuego, diziendo:
-No estará en mi compañía enemigo de la Madre de Dios y siempre Virgen, María.
Es del Prado Espiritual, capítulo sesenta y seis.

[27] Estavan en cierto monasterio dos hermanos, el uno lego y el otro clérigo. El clérigo gastava su tiempo ya leyendo, ya escriviendo. Éste preguntó al lego del tiempo, en qué le gastava. Y respondió:
-En tres letras estudio, y las rebuelvo en mi coraçón cada día. La primera es negra, la segunda, bermeja, y la tercera, blanca.
Preguntóle los nombres destas letras y su significación. Respondió:
-La primera es memoria de mis pecados, que, como carga pesada atormenta mi coraçón y le torna negro y amargo. La segunda es memoria de la sangre roxa que mi Redemptor Jesucristo derramó en la Cruz por mí, pecador, de los cinco manantiales y arroyos de sus preciosíssimas llagas, con tanta abundancia. La tercera letra es de los gozos del Cielo, y de ser uno de los que en vestiduras blancas siguen al Cordero por dondequiera que va.
Oyendo esto el hermano clérigo y le- trado, | avergonçóse, pareciéndole que todas sus letras y sabiduría eran vanas y de ningún provecho y respeto de las tres letras del hermano idiota, y en adelante procuró de componer más su vida con devoción y meditación. Es del Promptuario de exemplos.

[28] Murió un rústico, el cual nunca quiso oír sermón, sino al tiempo que se començava se iva de la iglesia, y estándole diziendo los oficios de muertos y su cuerpo en las andas, vieron todos los presentes una imagen de Cristo Crucificado, que, desclavándose las manos, ponía los dedos en los oídos como para no oír los oficios que los clérigos hazían por aquel difunto. Era el cura siervo de Dios y avíale amonestado diversas vezes sobre que oyesse sermones. Aora, viendo lo que el Crucifixo hazía, cayó en la cuenta, y dixo en boz alta para que todos lo oyessen:
-Sabed, hermanos, que este hombre que está aquí muerto era enemigo de oír la Palabra de Dios. Aora Dios muestra que no quiere oír lo que por él rogamos, estando en poder del diablo su alma, y por esso se cierra los oídos. Y pues su Magestad no quiere oírlo, no ay para qué nos cansemos. El cuerpo se eche luego en una hoya fuera del lugar sagrado.
Y assí se hizo. Lo dicho es del Promptuario de exemplos.

[29] Fray Francisco Titelman, flamenco y fraile del Orden de los Menores, varón doctíssimo y que escrivió libros de mucha erudición y doctrina sobre la Sagrada Escritura, tuvo noticia en su tierra de la ferviente y estrecha reformación del Orden que en Italia se hazía por los frailes llamados capuchinos, que trabajavan por representar al mundo la vida y pobreza del Padre San Francisco y de su tiempo, por lo cual, con zelo grande de servir a Dios en aquella reformación, con otros dos frailes de su mismo intento passó de Flandes a Italia, adonde fue recebido con mucho amor y afabilidad del Vicario General de los /(228r)/ Capuchinos, y con su bendición fuese al Hospital de Santiago de los incurables, en Roma, y allí servía a los enfermos con tanto amor y fervor como si en ellos viera a Jesucristo. Barría los aposentos, limpiava y labava los paños y otras inmundicias de los enfermos, curávales sus llagas asquerosas y todo con tanta alegría, y teniéndoles el respecto que si fueran ángeles, y después de servirles y curarles los cuerpos entendía en curarles las almas, con la santa doctrina que les enseñava de paciencia y conformidad con la voluntad de Dios. Preguntado allí el varón de Dios por qué no se dava al exercicio de enseñar y escrivir como solía, pues tenía recebido de Nuestro Señor el don de ciencia según parecía en lo que ya tenía escrito, respondió que mucho más quería unirse a Jesucristo, humilde, y darse a los exercicios de humildad, que a los de las ciencias humanas, como más importantes y provechosos. Avíase en tanta manera mortificado, que en sus palabras y pláticas ya no era oída de su boca cosa de ciencia o especulación curiosa, mas todas sus razones salían de coraçón humilde y lleno de caridad de Dios, o de la salud del próximo. En Roma le visitaron algunos dicípulos suyos en el hospital donde curava los enfermos, y le dixeron por qué no leía en aquella ciudad y componía obras para aprovechar a muchos con su doctrina, como avía hecho en Lovaina. A los cuales él, con mucho fervor de espíritu, respondió que en ninguna manera lo haría, y señalándoles con el dedo uno por uno aquellos incurables enfermos, dixo:
-Éste es mi Orígenes, aquél es mi Hierónimo, y el otro es mi Augustino, y aquél otro mi Crisóstomo. Éstos son los libros que quiero estudiar, y éstas son las obras que desseo componer.
Refiérese en las Crónicas de San Francisco.

[30] El cardenal y arçobispo de Toledo, don fray Francisco Ximénez, hizo imprimir la Biblia Trilingüe en Al- calá, | y estuvo casi quinze años en acabarse, desde el de mil y quinientos y dos, que se començó. Aprovechóse de Demetrio Cretense, griego; de Antonio Nebrisense, de Lope de Astúñiga, y de Bernando Pinciano, griegos y latinos; de Alfonso, médico de Alcalá, de Paulo Coronello y de Alfonso de Çamora, hebreos. Buscó exemplares antiquíssimos, donde siete dellos hebreos, que dexó al Colegio de Alcalá que él fundó, costaron cuatro mil ducados. Toda la impressión se tassó que le avría costado con las costas y gastos cincuenta mil ducados. Dízelo el Maestro Alvar Gómez, en su Crónica.

[31] Imperando Federico Tercero, estava en la Universidad de Colonia Nicasio, ciego sin vista, doctíssimo en el Derecho Canónico y Civil. Passó a Lovaina y estudió Teología con grande aceptación de todos los doctos en aquella facultad. Predicó muchíssimo tiempo, y aunque con agena mano, escrivió doctamente sobre los Libros de las Sentencias , y algunas Cuestiones teológicas y Epístolas. Dízelo Fulgoso, libro octavo.

[32] Juan Fernández, nacido en los Estados de Flandes, de padre español, ciego de su nacimiento y muy pobre, venció con su admirable ingenio estas dificultades. Estudió Lógica y Filosofía, fue músico excelentíssimo, componía cuatro bozes, cantava maravillosamente y tañía diversos instrumentos, con que admirava y deleitava las orejas de los oyentes. Es de Fulgoso, libro octavo.

[33] Don Alonso Dézimo, rey de Castilla, fue llamado el Sabio, por lo mucho que se dio al estudio y letras. En lo cual pudo igualarse a los antiguos sabios y filósofos. El cual, aunque tuviesse ocupado el tiempo en govierno del reino y en guerras, también dava sus horas señaladas al estudio, especialmente a la Astrología, en que fue singular hombre, como dan dello testi- monio /(228v)/ las Tablas que se nombran suyas, obra dificultosíssima en aquella facultad, y siempre son estimadas y tenidas en gran precio de Astrólogos. Tocólo Fulgoso, libro octavo.

[34] Don Alonso, rey de Aragón y Sicilia, aunque tenía la administración de tres reinos y le ocupavan continuas guerras, todo esto no fue parte para estorvarle que de edad de cincuenta años se sujetó a preceptor de Gramática Latina, por no carecer de los libros que en ella solamente se hallan. Y porque los españoles de Aragón, su tierra, gozassen de la Historia de Tito Libio, la traduxo en aquella lengua. Es del mismo Fulgoso, libro octavo.

[35] El ya nombrado Rey don Alonso de Nápoles, estando enfermo en Capua y no hallando remedio los médicos para su salud, diole Antonio Panormitano un libro, que fue la Historia que escrivió Quinto Curcio del rey Alexandre, y con ella recibió tanto contento que recobró la salud. Y viéndose sano, burlava de los médicos, diziendo que para otros enfemos se aprovechassen de Avicena, que para él Quinto Curcio era cierta medicina. Refiérelo Panormitano, en el libro primero de sus Hechos.

[36] No es justo dexar en olvido en este Discurso a un español, de los insignes en letras que ha tenido nuestra España. Y no entiendo qué me adelanto en esto, | considerando y visto bien lo que dexó escrito. Fue éste don Alonso de Madrigal, obispo de Avila, llamado comunmente el Tostado, de quien he oído dezir que personas curiosas hizieron cuenta de lo que vivió, que fueron cincuenta y cinco años, y de lo que escrivió. Hállase que cada día desde el en que nació hasta el en que murió caben a tres pliegos, y assí, ningún librero caudaloso ni mercader codicioso se han atrevido a imprimir sus obras, después que la primera vez se imprimieron, que fue por orden y a su costa del emperador Carlos Quinto, en quien el poder y el querer se juntaron para esta insigne obra.

[37] A quien imitando bien sus pisadas el católico rey don Filipe, segundo deste nombre, hijo suyo y señor nuestro, hizo imprimir a sus espensas la Biblia Trilingüe Regia, con nuevas adiciones y escolios, obra verdaderamente real y de príncipe que estima y precia las letras, y faborece y premia a letrados, como se ha visto y es juez dello toda España. Que, desde que está a su cargo nombrar personas para prelacías y obispados, todos han sido eminentes en letras y de vida exemplar, como también para oidores en los Consejos y Cancillerías ha sabido tan bien escoger, que puede preciarse que los ha tenido y tiene, los más insignes letrados que jamás los tuvo príncipe cristiano. |


EXEMPLOS ESTRANGEROS


[1] Sócrates, dado en el oráculo délfico por el más sabio de su tiempo, siempre mostró un mismo semblante grave y reposado. Ni el día que se casó mostró más alegría que el día en que fue sentenciado a muerte, tristeza. Este varón fue fuente de toda la sabiduría griega. Fue envidiado y sentenciado públicamente a muerte de que beviesse veneno, y después de muerto hízose riguroso castigo en los acusadores. Pusiéronle una estatua pública. Y desta manera la multitud y pueblo con libiandad ama y aborrece. Dízelo Sabélico, libro I. |

[2] El mismo Sócrates Filósofo siendo ya viejo començó a tomar liciones de guitarra, y dezía que mejor era aprender música tarde que nunca. Poco era añadirse esta ciencia a las muchas que sabía Sócrates, sino que la gana que tenía de saber le hazía guerra para que ni de música quedasse ageno. Y fue de manera que siempre se tuvo por pobre para aprender el que era riquíssimo para enseñar. Es de Valerio Máximo, libro octavo.

[3] Platón tuvo por patria a Atenas y por maestro a Sócrates. El maestro y el /(229r)/ lugar del nacimiento le faborecieron mucho, y su divino ingenio, por donde vino a ser tenido por el más sabio hombre de su tiempo. Dezían dél los gentiles que si Júpiter estuviera en el Mundo no usara de mayor facundia ni de mayor elegancia que la de Platón. Fue a Egipto y aprendió de los sacerdotes Geometría y Astrología. Y a este tiempo era desseado sumamente y pedido de los mancebos estudiosos de Atenas, mas él quería ser dicípulo de los viejos de Egipto y buscávalos por las riberas y espaciosos campos del río Nilo. También passó en Italia y comunicóse con Arquita Tarentino, con Timeo, Arión y Ceto, dicípulos de Pitágoras, cuyos preceptos y documentos recibió dellos. Andava recogiendo de unas y otras partes letras y sabiduría para estenderla después por todo el orbe. Murió de ochenta y un años aprendiendo Arismética, y assí ni la postrera hora de su vida faltó del estudio, sino que, en ella, lo que le parecía que le faltava aprendía. Es de Valerio Máximo, libro octavo.

[4] Pitágoras Filósofo ninguna cosa dexó por mover para salir perfeto en todas ciencias. Fue a Egipto y comunicóse con los sacerdotes, y aprendió su lengua y vido sus antigüedades, de que sacó mucha luz y claridad para lo tocante a historias. Fue a Persia y aprendió de los magos los movimientos y cursos de las estrellas y planetas y las propiedades de diversas cosas de naturaleza. Navegó a Creta y fue a Lacedemonia investigando las leyes y costumbres de Grecia, y hallóse en los juegos del monte Olimpo. Era conocido en toda Grecia y muy estimado por su rara sabiduría, donde, preguntado cómo quería ser llamado, no se atrevió a llamarse sabio porque tenían apropiado a sí este nombre los Siete Sabios de Grecia, sino llamóse filósofo, que es lo mismo que amigo de sabiduría. A Italia passó, en la cual dio muestra de su mucho saber en las principales ciudades della. Cuya ardiente hoguera llena de veneración en su muerte vido Metaponto, siendo las obras de | Pitágoras una memoria y monumento más claro y noble que el de sus cenizas. Es de Valerio Máximo, libro octavo.

[5] Demóstenes, príncipe de la elocuencia griega, siendo moço y començando a exercitarse en los estudios no podía pronunciar la primera letra del alfabeto, y trabajólo tanto que después nadie mejor que él la pronunciava. Tenía la boz áspera y desgraciada, mas con el uso vino a tornarla graciosa y dulce. Tenía flaco el un lado y causávale cuando orava (que era como el predicar de nuestros tiempos) que hazía malos meneos, y también esta falta con el continuo uso y trabajo la remedió. Ivase a las corrientes de los ríos, donde el sonido de la agua era vehemente, y recitava allí sus oraciones, quebrantando la boz y haziéndola fuerte, para que el concurso y ruido de la gente no le hiziesse estorvo. Poníase piedrezillas en la boca cuando se ensayava para lo que avía de recitar en público, porque libre de aquel embaraço tuviesse la lengua más despierta. Peleó con naturaleza en todas estas menudencias y salió con victoria, de manera que se pudo dezir que parió su madre un Demóstenes, y otro, la industria y estudio. Dízelo Valerio Máximo, libro octavo.

[6] Demócrito Filósofo, teniendo grandes riquezas por ser hijo del que dio de comer un día al exército de Xerxes y averle heredado, guardando para sí parte dellas, lo demás repartió en su patria, y esto por tener el ánimo más desocupado para los estudios. Y assí fue a Atenas y residió en aquella insigne universidad muchos años sin darse a conocer el que avía sido ni el que era. Todo su cuidado ponía en aprender Filosofía y salió en ella tal cual sus escritos manifiestan. Es de Valerio Máximo, libro octavo.

[7] Carneades, soldado perpetuo de sabiduría, aviendo cumplido noventa años no hazía pausa en sus estudios, trabajava como el primer día. Estava tan absorto en lo que estudiava que, assentado para comer, estendía el braço al manjar y quedávase olvidado. Para semejantes ca- sos /(229v)/ traía consigo una muger llamada Melissa, que con sus manos le dava comida y le servía y regalava para que por falta desto no muriesse. De suerte que podía dezir Carneades que solamente era suyo el espíritu y ánimo, y que estava cercado del cuerpo como si fuera estraño. Es de Valerio Máximo, libro octavo.
[8] Cineas Filósofo, embaxador de Pirro a los romanos, al tercero día que llegó a Roma conocía de nombre a todos los senadores, y del orden ecuestre, que eran los cavalleros, y los nombrava uno por uno, con que los senadores passavan de trezientos y los cavalleros llegarían a tres mil. Hizo este filósofo siendo estrangero en breve tiempo lo que no hizieron los que eran nacidos en Roma en muchos años. Dízelo Valerio.

[9] Plinio escrive de Carneades Griego que si entrava en una librería por grande que fuesse y veía los libros que estavan en ella, salido de allí los repetía de memoria sin faltar uno. Tráelo Fulgoso, libro octavo.

[10] También dize de Carneades Diógenes Laercio, que era tanto su estudio, que se dexava llegar las uñas a crecer como si fueran de fieras, y era la ocasión no tener lugar para cortárselas por el mucho estudio.

[11] Guido Bituricense dize de Praxágoras que se atava un cordel al cavello, y aquél a un clavo para no dormirse, sino estudiar mucho. Para el mismo efeto de estudiar y no dormirse quemava otra persona que conocí yo cavellos, y le dava con aquel humo en las narizes, y con esto, de tal manera se quitava el sueño, que cuando quería dormir no podía y andava a punto de perder el juizio.

[12] También escrive Laercio de Aristóteles que dormía poco, y para despertar tenía sacado el braço de la cama y en la mano una bola de azero, y debaxo una vacía de metal, para que, durmiéndose mucho, cayesse, y el ruido le despertasse y se levantasse a estudiar.

[13] Plutarco, en la Vida de Demóstenes , | y Eliano, en el libro séptimo, dizen del mismo Demóstenes que se estava en una cueva encerrado dos o tres meses, imponiéndose en la manera que avía de tener en el orar al pueblo, y que por no salir de allí se hazía rapar la media cabeça, para que la vergüença de no mostrarse en público le detuviesse en aquel lugar hasta que le crecía el cavello.

[14] El mismo Plutarco, en los Apotegmas de los Griegos , dize que estando Foción Ateniense solo, esperando a hazer una oración delante de los atenienses, preguntándole otro que si estudiava lo que avía de dezir, respondió:
-Antes estudio qué es lo que no tengo de dezir.

[15] Dionisio el Menor, rey de Sicilia, embiando a llamar a Platón de Atenas para verle y aconsejarse con él, saliendo de un navío le recibió en carro triumfal y le llevó a su ciudad con grande honra y magestad, declarando en esto lo que estimava, aunque tirano, la ciencia y sabiduría. Refiérelo Sabélico, libro séptimo.

[16] El mismo Dionisio, preguntado qué le avía aprovechado la amistad y trato de Platón aviéndole quitado el reino, respondió:
-Que lleve con buen ánimo tal mudança de fortuna.
El mismo, antes de perder el reino, dixo a Platón, aviéndole hecho algunos agravios, que no dixesse mal dél en su tierra, y respondióle:
-No tiene Platón tan poco que hazer que gaste en esso el tiempo.

[17] Siendo embiado Carneades Filósofo por embaxador de Atenas a Roma, oyéndole Catón Censorino, persuadió al Senado que presto le despachassen y hiziessen bolver a su tierra, siendo peligrosa su estada en la ciudad, porque tenían tanta fuerça sus palabras y era tal su elocuencia, que estando disputando no se podía bien discernir lo falso de lo verdadero. Es de Fulgoso, libro octavo.

[18] Bías Filósofo, viendo que se entrava de enemigos su ciudad y que los ciudadanos huían llevando cada uno consigo lo más precioso y de estima que tenía, él se iva mano sobre mano. Preguntáron- le /(230r)/ por qué iva de aquella suerte, y respondió:
-Mis bienes y riquezas comigo los llevo (entendiendo de la sabiduría).
Refiérelo Brusón.

[19] Diógenes dezía que la lección y sabiduría era a los moços entretenimiento ilustre, a los viejos, consuelo, a los pobres, riqueza, y a los ricos, ornato. Es de Brusón.

[20] Estándose muriendo Temístocles de ciento y siete años, dixo:
-Pésame que me muero cuando començava a saber algo.
Refiérelo Brusón.

[21] Los de Mitilene, en cierta jornada de armas que tuvieron por mar y la ganaron, quedando enseñoreados dél, aviéndoles faltado algunos de su propria nación, no queriendo hallarse en tal hecho, entrando en acuerdo sobre penitenciarlos, fue acordado que se les vedasse enseñar letras a sus hijos, teniendo por castigo riguroso la ignorancia de las artes liberales al que vive en esta vida. Dízelo Eliano, libro séptimo.

[22] Amasis, de los últimos reyes de Egipto, fue sapientíssimo. El cual considerando las prosperidades de Polícrates, rey de los samios, y que le avía traído en el buche de un pece cierta piedra preciosa de grande valor que avía echado en el mar por sólo tener algo de pena, embió por cartas a despedirse de su amistad, afirmando que le esperava algún grande infortunio, como le sucedió al cabo, que le quitaron el reino y murió en un palo. Refiérelo Sabélico, libro tercero.

[23] Entre otras joyas que ganó Alexandre Magno en la batalla donde venció últimamente a Darío, rey de Persia, fue una arquita pequeña hecha de oro y piedras de grande valor, y preguntándole si pensava tener en ella perfumes y ungüentos como avía tenido Darío, respondió que no, sino que la quería para guardar en ella el libro donde estavan las obras de Homero, en lo cual dio a entender lo mucho en que estimava las letras y lección. Refiérelo Sabélico, libro séptimo. |

[24] Las mugeres que celebra la Antigüedad por dadas a letras son: Arsenia Romana, que oró delante de Lucio Ticio Pretor en su defensa, y fue libre; Anfrasia, muger de Licinio Brución; Hortensia, hija de Hortensio Orador, ambas también romanas; Carmenta, madre de Evandro; Damófila, muger de Pámfilo; Safo, que compuso himnos que se cantavan en el templo de Diana; Amalsunta, hija del rey Teodorico, muy sabia en latín y griego; Aspasia, hija de Pitágoras y maestra de Sócrates en la Oratoria, como dize Platón. Y refiere lo dicho todo Ludovico Brusón.

[25] Lastenia Mantinea y Axiotea Fliasia, según afirma Dicearco, dissimulando el hábito feminil y vestidas en traxe de varones ivan a la escuela de Platón y oían su doctrina juntamente con sus dicípulos. Desseo tenían de saber, pues que mudavan hábito y dexavan regalo por salir con su intento. Dízelo Fulgoso, libro octavo.

[26] Hiparquia Maronea, muger muy rica y muy hermosa, desseosa de aprender, desechó casamientos que se le ofrecían con aventajadas condiciones, menospreció riquezas y bienes de mundo, y hízose dicípula de Crates Filósofo. Y por seguir la secta y doctrina de los cínicos, descalços los pies iva filosofando por diversas tierras y regiones. Dízelo Fulgoso, libro octavo.

[27] Antístenes Filósofo, teniendo dicípulos a quien enseñava y ellos aprendían dél Filosofía, oyendo dezir de lo mucho que Sócrates sabía, fue a oírle, y quedó tan prendado de su doctrina que bolvió a su escuela y dixo a sus dicípulos que buscassen maestro, porque él iva a ser dicípulo de Sócrates. Vendió su hazienda y repartióla, y con una sola capa al hombro se fue con Sócrates, libre de todo lo que podía estorvarle sus estudios. Es de Fulgoso, libro octavo.

[28] Anaxágoras Filósofo, después de larga peregrinación en que anduvo buscando buenos maestros de quien apren- der /(230v)/ letras y sabiduría, buelto a su tierra y viendo sus heredades y labranças destruidas, dixo:
-No fuera yo salvo si éstas estuvieran salvas y sin perderse.
Dixo bien, porque si se uviera ocupado en la labrança del campo uviera faltado en la Filosofía. Es de Valerio Máximo, libro octavo.

[29] Arquímedes, filósofo y matemático, estando en su patria Siracusas y siendo entrada por los romanos, cuyo capitán general era Marcelo, teniendo noticia dél mandó a sus soldados que le guardassen la vida y no hiziessen daño en su cassa. Sucedió que entró un soldado en su casa desnuda la espada, con intención de robar. Vido al Arquímedes que estava entendiendo en sus líneas y círculos en un mapa tendido en tierra. No le conoció el soldado, preguntóle cómo se llamava, y si le dixera su nombre quedara con la vida. No se le dixo, sino elevado en lo que estava haziendo, dixo al soldado:
-Desvíate allá, no me borres estas rayas y líneas.
El otro, teniéndole por sin juizio, descargó el golpe y matóle. De modo que primero le defendía de muerte su ciencia y arte, y después se la dio. Dízelo Valerio Máximo, libro octavo.

[30] Cleante era tan amigo de saber, que como la pobreza contradixesse a sus desseos, de noche sacava agua de poços para regar huertos y con lo que ganava deste trabajo se sustentava, y estudiava de día. Vino a ser gran filósofo y tenía muchos dicípulos a los cuales enseñó hasta edad de cien años. Y ay dificultad en qué mereció mayor loa, o en ser dicípulo o en ser maestro. Es de Valerio Máximo, libro octavo.

[31] Solón fue estudioso toda la vida. Preciávase de saber cada día algo de nuevo. Siendo viejo y estando cercano a la muerte, acompañávanle otros filósofos, y como confiriessen entre sí negocios de Filosofía, levantó Solón la cabeça, aunque con grande fatiga. Preguntáronle para qué lo hazía y respondió:
-Quiero saber esso que razonáis y mo- rirme. |
No avría tanta ignorancia en los hombres si tuviessen el desseo de aprender cuando nacen que tuvo Solón cuando se murió. Dízelo Valerio Máximo, libro octavo.

[32] Sabiendo Euclides que tenían los atenienses ley que ningún hombre de Megara entrasse en su ciudad con pena de la vida, vestíase trage de muger, y por parte de tarde entrava en la ciudad y oía algunas horas lección a Sócrates Filósofo, y bolvíase a Megara cuando amanecía, andando en ida y vuelta veinte mil passos.

[33] Quinto Ascanio Pediano, gramático y historiador, de setenta años perdió la vista, y doze vivió ciego sin dexar este tiempo de escrivir historias con mucha verdad y elegancia. Es de Fulgoso, libro octavo.

[34] Temístocles, capitán ateniense, fue de feliz memoria. Conocía por sus nombres proprios a todos los vezinos de Atenas, ciudad populosíssima en Grecia. Fue por embidia desterrado della y passó en Assia al rey Xerxes, a quien antes avía vencido y desbaratado, aunque primero que se viesse con él aprendió el lenguaje de Persia por no tener necessidad de intérprete. Es de Valerio, libro octavo.

[35] Ciro sabía los nombres de todos sus soldados. Mitrídates entendía las lenguas de veinte diferencias de gentes que tenía debaxo de su Imperio. Éste hablava con sus súbditos y vassallos sin intérprete. Aquél dava los buenos días y premiava a su tiempo a los que militavan debaxo de sus vanderas. También es de Valerio Máximo, libro octavo.

[36] Arquelao nunca se levantava de la cama, o se acostava en ella, sin aver leído algunos versos de Homero, y cuando pedía el libro, dezía:
-Dame a mi querido.
Dízelo Guidón en el De exemplos .

[37] Demócrito Abderite fue tan estudioso que pasó en Caldea por saber Astrología, y por ser geómetra fue a Persia. Y después desto, para hazerse consu- mado /(231r)/ en otras ciencias y facultades fue a Atenas, y para darse a la contemplación ay quien diga que se sacó los ojos. Refiérelo Fulgoso, libro octavo.

[38] Diodoro Sículo se empleó treinta años en escrivir historias y para enterarse en la verdad de lo que escrivía, viendo que otros avían errado por creerse ligeramente, él por sí mismo passeó la mayor Asia y grande parte de Europa. Es de Fulgoso, libro octavo.

[39] Epicteto Filósofo era tan pobre que no tenía con qué hazer puertas a una pequeña casa que tenía. Y con su pobreza estudió, y le lució tan bien el estudio que salió consumadíssimo filósofo y escrivió libros maravillosos. Con Epicteto se puede juntar Cleante, también filósofo y tan pobre que por falta de papel escrivía las lecciones que oía en texas quebradas. Dízelo Fulgoso, libro octavo.

[40] Apolonio Tianeo Filósofo no se contentó con igualar en ciencia a los sabios de su tierra imperando Vespasiano, sino que con desseo grandíssimo de saber iva a las partes donde entendía que hallaría quién le pudiesse enseñar algo de nuevo, sin ponérsele por obstáculo peligro ni dificultad alguna. Y assí para aprender la ciencia de los bracmanes fue a Persia, llegó al monte Caúcaso, passeó los escitas y masagetas y ni se olvidó de la India, sino que se vido en ella y navegó el río Pisón hasta que llegó a verse con los bracmanes que tanto desseava. Y oyó de Hiarca (uno dellos) Filosofía y Astronomía, y otras ciencias. Cuando le pareció que estava bien instruido dio la buelta por los elamitas, babilonios, caldeos, medos, partos, assirios, fenices, árabes y palestinos, dando consigo en Egipto, no hallando en toda esta peregrinación quién supiesse más que él sabía, ni tanto. Y no apagada su sed de saber passó en Etiopía a los ginosofistas, a cuyo príncipe y maestro Tespesión oyó. Y pareciéndole que ya no le quedava más que aprender de lo que | pueden enseñar los hombres, bolvió a su tierra. Y para conservar lo que aprendió sustentávase con pan y yervas, beviendo agua, y con esto tenía más prompto el ingenio para el estudio. Era riquíssimo de patrimonio, alcançó grandes riquezas y no quiso echarlas en el mar (como hizo Crates Tebano por darse más a la Filosofía) sino que, dando parte a un hermano, lo demás repartió a pobres o que le eran cercanos en parentesco o en amistad. Refiérelo Fulgoso, libro octavo.

[41] Erina Rodia escrivió versos en lengua dórica que competían con los de Homero. Corina escrivía en verso diversas obras. Y según afirma Suidas, cinco vezes tuvo contienda con Píndaro, famoso poeta, y tantas alcançó dél victoria. Areta Cirenaica, hija de Aristipo Filósofo, muerto el padre quedó ella en su escuela y leyó Filosofía todo el tiempo de su vida con grande reputación y loa suya. Leoncia Griega mostró su ingenio en escrivir contra Teofrastro, filósofo con grande aplauso de toda Grecia. Cleobulina, hija de Cleóbulo Filósofo, era tan elocuente que sus escritos y sentencias eran alegados de sapientíssimos filósofos. Teseleide escrivió doctíssimas epigramas, y no menos fue clara en Filosofía Hiparquia, ambas griegas y estimadas de su nación. Argentaria, muger del poeta Lucano, con el mismo estilo, gravedad y elegancia que su marido escrivió su libro (dexándole imperfecto le acabó ella). Y lo mismo se dize de Calfurnia, muger de Plinio Segundo. Cornificia, donzella romana, fue en tiempo de Augusto César tenida por diviníssima en Poesía. Sulpicia, matrona romana, escrivió en verso heroico los tiempos infelices de Domiciano Emperador, y della haze algunas epigramas Marcial. Proba Romana, muger de Adelfo, muy sabia en letras griegas y latinas, de los versos de Virgilio, o que enteros traídos a otras materias, o que despedaçados, juntando unos con otros hizo /(231v)/ unos centones en que maravillosamente se escrive la vida y hechos de Cristo, y lo mismo hizo en griego de los versos de Homero. Lo mucho que supo Maltea Sibila Cumana, en los libros que ella dexó al pueblo romano se vido, los cuales eran tenidos como oráculos para el govierno de aquella república. Zenobia, reina de los palmirenos, no contenta con la lengua griega, aprendió la pérsica y egipcia; hizo un compendio de los hechos de Alexandre con maravilloso estilo. Lo dicho todo es de Baptista Fulgoso.

[42] De Plauto, poeta cómico, dize Marco Varrón que escrivió con tanta elegancia, que si las musas hablaran en lengua latina usaran del estilo y modo de Plauto. Era tan pobre que para sustentarse la mayor parte del día molía una atahona, y lo que le sobrava no lo gastava en ocio sino en leer y escrivir. Bien es creíble que dexara escrito mucho más si le sobrara tiempo y tuviera de bienes de mundo, que sobran a otros, lo que le bastara para su congrua sustentación, pues faltándole esto y teniendo de tiempo tan poca sobra, escrivió tanto y con tanta elegancia. Refiérelo Fulgoso, libro octavo.

[43] Dioscórides, médico y de dignidad ecuestre, con diligente estudio y singular diligencia, y no pequeña costa, escrivió propriedades de hiervas, de piedras, de animales y de especies aromáticas, en lo cual alcançó tanta fama que es leído y estimado de graves autores, porque de lo que escrivió hizo bastante prueva. También lo dize Fulgoso, libro octavo.

[44] Cuanto Platón estimó y imitó a Filolao Filósofo, tanto imitó y estimó Marco Tulio a Platón, que parece ser transformado en él. También Isócrates, enamorado del dulce y galano estilo de Demóstenes, procuró imitarle y fue de suerte que llegó donde él y passó adelante. Dízelo Sabélico, libro segundo. Quiera Dios que diga la verdad.

[45] Virgilio Marón rebolvía con sumo | gusto los versos de Ennio Poeta en que hallava conceptos y pensamientos diviníssimos, aunque dichos con palabras mal labradas. Y assí, preguntado un día qué hazía estando rebuelto con sus papeles, respondió:
-Saco granos de oro y piedras preciosas del estiércol de Ennio.
Sabélico, libro segundo, lo afirma.

[46] Grande fue el amor que Julio César tuvo al estudio, pues en el tiempo que tenía su exército en el campo y andava cada hora a las puñadas con sus enemigos, no se olvidava dél. Si de día peleava, de noche estudiava y escrivía sus Comentarios , alabados, y aun de sus proprios enemigos. Y si iva a algunos juegos públicos y assistía a ellos como cabeça y principal a quien se desseava contentar y servir en ellos, llevava su adereço y leía o escrivía en algunos intervalos que tenían las fiestas. Adviértelo Fulgoso, libro octavo.

[47] Augusto César, aunque ocupado en el gobierno del Imperio Romano, muchos horas dava al estudio, y assí escrivió algunas obras en verso en lenguaje latino y griego. Fulgoso lo dize.

[48] Tiberio César estimava tanto a Partemio, Ario y Euforión, tres poetas, que puso sus imágines y retratos en algunas famosas librerías, a los cuales, si no leyera sus obras frecuentemente, no tanto los favorecería. Y no es uno el afecto y elección de todos los ingenios, antes son varios y diversos: unos apruevan uno y otros, otro, y en tanto los juizios son diversos que a Tito Livio y a Virgilio Marón, con ser dos lumbreras de la lengua latina, los aborreció sumamente y los quisiera echar del Mundo el emperador Cayo Calígula. Afírmalo Sabélico, libro segundo.

[49] Del filósofo Séneca, español cordovés y maestro del emperador Nerón, se dizen cosas mostruosas de su grande y tenaz memoria, que por averse adquirido en gran parte por la continua lección y estudio se pone su exemplo, y el de otros semejantes en este Discurso. /(232r)/ Leíanse en su presencia dos mil nombres, tornava él a repetirlos por el orden que los oyó. Vino a Nerón un poeta y leyóle dozientos versos, y inmediatamente Séneca, para ostentación de su memoria, tornó a recitarlos al revés, començando del postrero y acabando en el primero. Y lo que más admira es que sabía de nombre, conociéndolos y nombrándolos cuando se ofrecía, a todos los ciudadanos de Roma. Dízelo Juan Tritemio en su Catálogo de escritores eclesiásticos.

[50] Plutarco, en sus Morales, en el De industria animalium, dize que en Roma cierto barbero tenía una picaça que imitava estrañamente las bozes humanas y los sonidos de otras bestias fieras. Acaeció que en cierto triumfo que passó por casa de aquel barbero ivan tañendo unos ministriles, y acaso paráronse junto a la picaça y estuvieron allí algún tanto tañendo. Desde este punto quedó muda la picaça, con grande quebranto de su dueño y de otros que se holgavan de oírla. Dezían algunos si la avían dado veneno, o si las bozes de las trompetas le avian muerto su boz, y era el caso que estava estudiando y adaptando el órgano, como después pareció, que repentinamente començó a sonar las trompetas tan al proprio, que no avía más que dessear, añadiendo esto a lo que más ella sabía y parlava.

[51] Adriano Emperador fue tan dado a los estudios que se le notava por vicio. Fue peritíssimo en Arismética y en Geo- metría, | era valiente pintor, grande músico, y en Astrología no se halló en su tiempo quién le igualasse. Y era tenido por cosa milagrosa que juntamente escrivía él y dava a otro qué escrivir, oía lo que le dezían y hablava. De modo que se tenía por cosa prodigiosa en un emperador que cumpliesse con tantas obligaciones, de las cuales las medias a un hombre desocupado si las tomara a su cargo, era mucho el cumplir con ellas. Es de Fulgoso, libro octavo.

[52] Todo estudio y toda diligencia en letras parece que queda corta con la de Cayo Plinio, el cual, con ocuparse toda su vida en negocios de armas y de oficios de república y govierno, y cumpliendo en todo conforme a su obligación, escrivió tanto, tan doctamente y con tanta verdad que aun a los ociosos se les haría dificultoso leer lo que él dexó escrito, porque sin los libros de Natural Historia, escrivió otras muchas y muy varias obras. Ni se contentava con darse al estudio cuando estava ocioso: cuando comía tenía quién le leyesse o notava lo que otros escriviessen. Y si iva camino hazía lo mismo en una litera en que caminava. Era tan diligente y solícito en apurar verdades, que quiriendo por vista de ojos averiguar la causa del Vulcano Vesuvio, que está siempre despidiendo llamas de fuego de sí, acercándose mucho, con el humo y fuego fue ahogado y muerto. Dízelo Fulgoso, libro octavo.
Fin del Discurso de Lección. |