DISCURSO QUINTO. DEL AMOR DE HIJOS A PADRES Y DE PADRES A HIJOS


Refiérese en el capítulo treze del Segundo Libro de Reyes que, aviendo Amnón, hijo de David, hecho fuerça y deshonrado a Tamar, hermana de su hermano Absalón, y no contento de deshonrarla la echó de su aposento con menosprecio y afrenta, de todo lo cual hecho cierto David, amándole tiernamente por ser su mayorazgo, ni le castigó ni le dixo palabra que le pesasse. Por lo cual le vido después muerto a puñaladas de Absalón. | Y es figura de los padres que por amar a los hijos dissimulan con ellos en sus liviandades y vicios, por donde vienen a parar en mal, con grande quebranto suyo. Del Amor de hijos a padres, y de padres a hijos , trata el presente Discurso.


[EJEMPLOS DE LAS SAGRADAS ESCRITURAS]


[1] Por ley natural y divina están obligados los hijos a reverenciar a sus padres, mandando Dios en la Ley Antigua, y refrescándolo en la Nueva y de Gracia, que se honre el padre y la madre, señalando premio aun en esta vida al que lo hiziere, que /21r/ vivirá largos años. Refiérese en el Éxodo, capítulo veinte; en el Deuteronomio, capítulo quinze, y por San Mateo, quinze, y por San Marcos, siete.

[2] Sem y Jafer merecieron bien la bendición de su padre Noé, porque cubrieron su desnudez. Al contrario de Cam, que por burlar dél viendo desnudo su cuerpo, mereció ser maldito en Canaán su hijo. Dízese en el capítulo nono del Génesis.

[3] Aunque Esaú, hijo de Isaac, era malo y reprovado de Dios, teniendo aborrecimiento de muerte a su hermano Jacob, no quería poner en él las manos en vida del padre. Y assí, cuando le apretava la passión de verse sin el mayorazgo que le avía vendido, y sin la bendición que la avía ganado, dezía:
-Vendrán días en que lloremos la muerte de nuestro padre y que yo quedaré de Jacob satisfecho.
En lo cual le dava honra, temiendo de ofenderle y de hazer cosa que le diesse disgusto. Es del Génesis, capítulo veinte y siete.

[4] Grande era el amor del patriarca Job a sus hijos, pues tenía cuidado cada día de ofrecer sacrificios a Dios por ellos para que fuessen libres de culpas y no cayessen en algún pecado. Es de su Libro, capítulo primero.

[5] Reprehendió Helí, sumo sacerdote, a dos hijos traviessos que tenía, y porque no le obedecieron castigólos Dios muriendo ambos en una batalla. Es del Primero de los Reyes, capítulo segundo.

[6] Al tiempo que David andava huyendo de Saúl, su suegro, tuvo cuidado particular de sus padres y encomendóselos al rey de Moab, y Dios le libró de sus enemigos. Al contrario le sucedió a su hijo Absalón, que por procurar de quitarle el reino y aun la vida al mismo David, su padre, vino a morir moço, colgado de sus cabellos de un roble y alanceado por el mayor amigo que tenía en el reino, que era Joab. Dízese en el Segundo de los | Reyes, capítulo quinze y diez y ocho.

[7] Llegó Betsabé a hablar a Salomón, su hijo, estando en su real silla, y, viéndola descendió della, abraçóla y hízola assentar a su lado, reverenciándola como a madre, aunque era él rey y ella una muger particular. Es del Tercero de los Reyes , capítulo segundo.

[8] Entre otros consejos que el santo viejo Tobías dio a su hijo, fue uno dezirle: «Cuando Dios sea servido que yo muera, enterrarás mi cuerpo y tendrás cuidado de honrar a tu madre todos los días de su vida». Es de su Libro, capítulo cuarto.

[9] Fue huyendo del cerco de Jerusalem Senaquerib, aviéndole muerto un ángel ciento y ochenta y cinco mil hombres de sus assirios, y, llegando a su tierra, dos hijos suyos se conjuraron contra él y le mataron a puñaladas. Y ninguno dellos reinó después dél. Refiérese en el Cuarto Libro de los Reyes, capítulo diez y nueve.

[10] Hizo Jesucristo uno como açote de cordeles y con él echó del templo los tratantes y negociadores, diziendo:
-No hagáis la casa de mi Padre casa de negocios.
En lo cual mostró que bolvía por su honra. Dízelo San Juan, capítulo segundo.

[11] Del mismo Hijo de Dios refiere San Lucas, en el capítulo dos, que siendo de doze años iva y bolvía con la Virgen Sacratíssima su Madre y con el Santo Josef de Nazaret, donde estava de ordinario, a Jerusalem, y que les estava obediente. Y cuando se halló colgado de la Cruz no se olvidó de lo que devía al honor de su Sagrada Madre, y assí se la encomendó a su amado discípulo San Juan; en lo cual se echa de ver el cuidado particular que siempre della tuvo, pues ni en la hora de la muerte la puso en olvido. Es de San Juan, capítulo diez y nueve.

Lo dicho se refiere en las Divinas Letras.


[EJEMPLOS CRISTIANOS]


[1] La bienaventurada Santa Bárbara fue grandemente perseguida, porque era | cristiana, de su propio padre infiel y idólatra. Prendióla y presentóla a Marcia- no /21v/ Presidente para que la atormentasse, como él hizo. Y, al cabo, sentenciándola a muerte, el mismo padre Dióscoro quiso ser el verdugo. Y aviéndola cortado la cabeça, bolvía a la ciudad gloriándose de aver hecha una grande azaña en servicio de sus dioses falsos, mas el Verdadero le tiró un rayo que le quitó la vida. Y assí en un mismo tiempo la hija subió al Cielo a gozar eterna gloria y el padre baxó al Infierno a padecer eterno tormento. Refiérese en su Vida , escrita por Simeón Metafraste.

[2] Entre cuarenta mártires que por mandado del emperador Licinio fueron presos en la ciudad de Sebaste y atormentados por la fe de Cristo, teniéndolos toda una noche en un lago frigidíssimo, uno dellos, y el de menor edad, se llamava Melitón; tenía madre y, hallándose presente era grande su contento en ver padeçer a su hijo y que llevava los tormentos con ánimo valeroso. Y, porque salidos del lago mandó el tirano que les fuessen quebrantadas las piernas y sus cuerpos llevados a una hoguera y quemados, murieron todos cuando les quebrantaron las piernas, excepto Melitón, que quedó con vida. Los verdugos, aviendo puesto en carros los cuerpos de los demás mártires para llevarlos al fuego, dexavan a Melitón por estar vivo. Visto por su madre, assió dél y púsole sobre sus hombros, diziendo:
-Hijo mío, acabad vuestra carrera con vuestros hermanos; no os apartéis de tan ilustre coro, porque en la presencia de Dios no seáis inferior a ellos.
Llevándole desta manera dio su alma a Dios. Y ni por esto ella turbada, sino mostrando alegre rostro, le puso en un carro con los otros, y con ellos fue quemado. Dízelo San Basilio en la Homilia veinte.

[3] En el tiempo que predicava en Padua el bienaventurado San Antonio con grande aprovechamiento de los oyentes, solía assentarse a confessar algunas vezes después del sermón, y entre otros llegó a confessarse un moço, y acusóse que avía dado a su madre una coz. El santo, después | de averle oído, reprehendióle ásperamente aquel pecado y díxole que el pie que avía herido a su madre merecía ser cortado. El penitente estava con tanto dolor y pena que fue a su casa y él mismo se cortó el pie. Divulgóse el caso, contándolo el mismo penitente. Súpolo San Antonio; hízole traer ante sí y con la señal de la cruz le restituyó el pie. Refiérese en su Vida, escrita por un fraile del Orden del Seráfico Padre San Francisco.

[4] El bienaventurado San Román, estando en presencia de Asclepíades, prefeto de los romanos en Antioquía, y queriendo provar que la fe de Jesucristo era la verdadera, pidió que le truxessen allí un niño menor de siete años y que le preguntassen sobre este caso, y de su respuesta se entendería la verdad. El juez consintió en ello. Truxeron un niño, el cual dize San Isidoro que se llamava Teodulo. Preguntóle San Román:
-Dezidnos, niño, ¿qué es lo más verdadero y cierto, adorar a Jesucristo o a los muchos dioses que los gentiles adoran?
Rióse el niño y respondió:
-Sólo ay un Dios, que es Cristo, y el aver muchos dioses ni los niños pueden dezirlo, y menos creerlo.
Quedó el tirano confuso oyendo esto. Preguntóle:
-¿Quién te enseñó lo que as dicho?
Respondió el niño:
-Mi madre. Y a mi madre se lo enseñó Dios.
Mandó traer allí a su madre y delante della açotar al niño y darle otros tormentos, con que los presentes mostravan mucho sentimiento. Sólo la madre era la que se holgava de ver a su hijo padeçer por Cristo. Ni se contentó con esto el tirano, sino que, temiendo lo que diría cuando varón perfeto el que niño de siete años, avía confessado en público juizio a Jesucristo por Dios y negado la adoración de los ídolos, mandóle degollar. Y assí fue hecho, llevándole su misma madre al martirio, y abraçándole y besándole cuando le entregó al verdugo, y cantando al tiempo que lo degollavan aquel verso de David, que dize: «Preciosa es la muerte de los santos delante del Señor». Lo dicho es de San Isidoro y de Prudentio.

/22r/ [5] Pafuncio, discípulo de San Macario, refiere en su Vida de un monge llamado Marcos, que tenía de memoria el Viejo y Nuevo Testamento. A el cual dize que le truxo una leona un su hijuelo ciego y le dexó a sus pies. Marcos le puso en los ojos de su saliva, hizo oración y quedó con vista. Diole a la leona, la cual le llevó mostrando mucho regozijo. Bolvió otro día y trúxole una piel de oveja como en remuneración de aquel beneficio. Escrivió esto Paladio y refiérelo Lipomano y Surio.

[6] En una ciudad de Normandía vivía cierto hombre rico aunque de baxo linaje. Tenía un hijo, y para él su hazienda que era amplíssima. Sucedió que otro hombre de claro linaje y falto de bienes de fortuna tenía una hija muy hermosa. Éste, acompañado de otros parientes suyos, habló al rico y díxole:
-Vós tenéis un hijo, yo una hija. A vos os sobra hazienda, a mí me falta, aunque por la parte que me hazéis ventaja en riquezas os la hago yo en nobleza. Si lo tenéis por bien, yo os daré mi hija para vuestro hijo, mas ha de ser con condición que les deis luego vuestra hazienda, que ellos os regalarán y darán como son obligados lo necessario para la vida.
El padre estuvo suspenso algún tanto, y por ser importunado de los que estavan presentes, que le davan a entender estarle muy bien, vino en ello. Celebráronse las bodas; entregó el viejo su hazienda, quedando él y su muger, madre que era del novio, en su propia casa, donde por tres años el hijo y nuera los regalaron, aunque el regalo iva siempre en diminución. Passados los tres años, y harto el hijo de padres, por quererlo assí la muger los hizo mudar a otra casa cerca donde ellos vivían, y allí padezían grande lazeria. El vestido era pobre y la comida miserable. Estavan ya en edad decrépita; sobrávales vida y faltávales comida. Embiavan a casa del hijo por lo que les era necessario para no morir y dávaseles con grande escaseza. Un día vido la madre que estavan assando un | ganso en casa del hijo; dixo al marido:
-Passad allá, y pues tiene oy buena comida, siquiera un día matad vuestra hambre.
El viejo, afirmado en su báculo, passó a casa del hijo. El cual, como sintió que venía, hizo esconder el assador con el ganso y, reprehendiéndole por aquella venida ásperamente, le hizo bolver a su casa vergonçoso y triste. Quisieron tornar el assador al fuego, y vídose pegado a él un bufón o sapo grande y ponçoñoso. Dieron vozes los criados; llegó a verle el señor y saltóle el sapo al rostro, aferrándose en él de suerte que con ningún remedio humano se le pudieron desasir. Dávale grande pena, y si tocavan al sapo y querían desaferrársele y matarle, era tan grande su tormento que no avía sino dexarle. Vídose ser castigo de Dios, por la inhumanidad que tuvo con su padre aquel mal hijo. El cual fue al obispo diocesano y confessó su culpa. Diole por penitencia que anduviesse por todas las ciudades y villas de Normandía publicando su pecado, para que por su exemplo los hijos aprendiessen a honrar a sus padres y entendiessen que era muy ofensivo a Dios Nuestro Señor ser crueles con ellos. Después desto, por oraciones de siervos de Dios fue libre de aquel tormento y el sapo desapareció. Lo dicho es de Tomás de Cantiprado, en el libro segundo, capítulo séptimo, De apibus misticis.

[7] Un padre grande jugador y que se andava de taverna en taverna, llevava consigo un hijo pequeño que tenía, y acostumbróse tanto a esto el moço, que siendo grande, faltándole dinero para jugar, dio en hurtar. Començó en casa de su padre, passó a la del vezino, y al cabo hurtava como ladrón famoso. Dos vezes estuvo a punto de ser ahorcado y el padre, con dineros que dio, le libró. Vino la tercera vez y, no valiendo dineros ni aprovechando favor, fue llevado a la horca. Y estando al pie de la escalera pidió que le hiziessen venir allí a su padre. Vino muy lloroso. El hijo le rogó que le perdonasse los males que le avía hecho y en señal de perdón le besasse /22v/ en el rostro. Llegó el viejo y el moço le mordió las narizes y se las llevó entre los dientes. Todos los que estavan a la mira se indignaron de muerte contra él; dezíanle afrentas, llamávanle ingrato, traíanle a la memoria que por dos vezes le avía su padre librado de la horca y que lo mismo hiziera ésta si pudiera. El ladrón dixo:
-Lo hecho ha sido acertado y con mucha justicia, porque él fue la causa de que aora me ahorquen, pues cuando moço nunca me castigó ni reprehendió por males que hiziesse, de donde vine a ser ladrón y a la horca.
Lo dicho es del Promptuario de exemplos.

[8] Viéndose un padre que por amar tiernamente a sus hijos faltava en lo que devía al servicio de Dios, queriendo remediarse hizo un combite, al cual quiso que todos se hallassen presentes. Y en tanto que comían, siendo imbierno y teniendo cerca un brasero de lumbre, dixo a uno de los hijos en quien tenía más confiança que si de veras le amava pusiesse el dedo menor de la mano sobre las brasas. Escusóse el hijo y no quiso hazer lo que el padre le dezía, pareciéndole locura y vejés. Fue de uno en uno el padre diziéndolo a todos los hijos, y la respuesta que le dio el primero dieron todos. Con esto les descubrió su intento y dixo:
-Ya veis, hijos, que ninguno de vosotros por mi amor, y aviéndoselo rogado, ha querido poner el dedo en las brasas, con ser fuego que passa presto y en sólo un dedo. Pues ¿qué razón ay para que yo, por amaros, dexándoos hazienda mal ganada, vaya a arder alma y cuerpo en el fuego eterno del Infierno?
Con esto restituyó lo que tenía mal ganado y, aunque pobre, vivió en adelante con grande recato y procuró salvarse. Lo dicho es del Promptuario de exemplos.

[9] Hizo su testamento un hombre muy rico, y mandó a clérigos y a frailes algunas buenas mandas porque hiziessen oraciones y sufragios por su alma. Dexó un hijo, y apoderóse de mayorazgo y de bienes muebles y raízes, muerto el padre. Los frailes y clérigos vinieron a pedirle cumpliese las mandas del testamento, y | no quiso darles cosa alguna, formando razón sobrello con ellos en esta manera:
-Vosotros -dize- predicáis, y ello es assí, que no aprovechan los sufragios y oraciones al que está en el Infierno, y que no tiene dello necessidad el que está en el Cielo. Yo no sé si mi padre está en el Cielo o en el Infierno. Si en el Infierno, nada le aprovechará cosa que por él se haga; si en el Cielo, no tiene dello necessidad. Pues demos que esté en Purgatorio; él saldrá por sus cabales, que no será acertado gastar los bienes que me pertenecen de herencia en cosa dubdosa por mi padre.
Con estos dichos se quedó el vellaco con la hazienda toda. Lo dicho se refiere en el Promptuario de exemplos. Y aún se podría juntar con esto, si no es fábula, lo que algunos afirman: que dexó un padre dos hijos y tres açotes, mandando que se vendiessen, y que el precio de los dos se diesse a los dos hijos y el precio del tercero fuesse para hazer bien por su alma. Estando concertando de vender los açotes, ya muerto el padre, volóse uno y fuese. Dixo el un hijo: «Vaya aquél por la alma de mi padre»; y el otro lo aprovó.

[10] Un padre muy rico dio su hazienda a un hijo que tenía, entendiendo que tendría cuidado de proveerle de lo necessario a su vida. Mas correspondió mal, assí en la vida como en el vestido, porque ni le dava vestido con que se defendiesse del frío, ni comida con que matasse la hambre. Sacó cuatro varas de paño, después de avérselo llorado el pobre viejo, para hazerle una ropa, y quitó las dos, diziendo que aunque fuesse estrecha le calentaría más. Tenía un hijuelo de poca edad este mal hombre, el cual escondió las dos varas de paño que sobraron de la ropa que ya quedó en ropilla. Y, andando a buscarlas, al fin el rapaz dixo que las tenía escondidas. El padre le preguntó:
-Pues, ¿para qué las escondiste?
Respondió:
-Para hazeros, padre, una ropilla cuando yo sea hombre y vós viejo, conforme a la que avéis hecho a mi abuelo.
-Pues, ¿cómo? -dixo el padre- ¿y no me la harás mejor?
-No por cierto, y aun me lo devéis agradecer que sea tal.
De aquí /23r/ tomó ocasión para tratar mejor a su padre y regalarle, todo por mano del mochacho, para que aprendiesse a hazer con él lo mismo. Lo dicho es de Guillelmo Lugdunense. Y refiérelo el Promptuario de exemplos.

[11] Descuidávanse dos hijos de su padre, aviendo repartido entre ellos su hazienda. Y, visto por él, y aconsejado de un amigo suyo, hizo una arca bien herrada y cerrada con tres llaves, y dio a cada hijo la suya, quedando él con otra. Díxoles que tenía allí joyas de grande precio y escrituras de rentas, que las repartiesen entre sí después de su muerte, y que por no gastarlas él y que ni ellos se apoderassen dellas, como de lo demás, y se descuidassen dél, quería que tuviessen todos tres las llaves. Con esto los hijos le regalavan a porfía, esperando parte en aquella arca, no osándose descuidar dél, porque no las distribuyesse y gastasse. Vino a morir el viejo; abrieron los hijos la arca y hallaron dentro un martillo de hierro y una cédula que dezía: «Quien da su hazienda antes de su muerte, merece que le den con un martillo en la frente». Es del Promptuario de exemplos.

[12] Un hombre rico, estando cercano a la muerte, llamó tres hijos que tenía y díxoles:
-Yo, hijos míos, os dexo muchas possessiones y riquezas. Pudiera aver dado mucho desto a pobres por la salud de mi alma, mas he querido guardároslo, entendiendo que, siendo yo muerto y estando en Purgatorio, saldré de allí mediante lo que haréis por mí. Cada uno diga lo que piensa hazer.
El mayor señaló millares de missas y largas limosnas. El mediano dixo lo mismo. Mas el menor se estava riendo. Preguntóle el padre:
-Y tú, ¿de qué te ríes?
Respondió:
-Porque no pienso, padre, dar por vos un real.
Indignóse el viejo contra él, mas añadió el hijo y dixo:
-En tanto que vivís, padre mío, devéis hazer bien por vuestra alma, sin dexarme esse cargo a mí o a mis hermanos; porque, estando apoderados de vuestra hazienda, ¿cómo queréis que por vos la demos, pues vós por noso- tros | no la dais? Cada uno procurará más su proprio provecho que el vuestro, no teniendo de vos algún cuidado.
Oído esto por el padre, abraçóle diziendo que le avía descubierto la verdad. Y fue ocasión para que luego distribuyesse parte de su hazienda para bien de su alma. Lo dicho es del Promptuario de exemplos.

[13] Estando para morir una muger casada, con muchas lágrimas y pidiéndole perdón declaró al marido que de tres hijos que tenía el uno sólo era suyo, y los dos de adulterio. No pudo dezir más porque le atajó la muerte. Quedó confuso el padre sin saber qué determinar acerca de su hazienda, que era grande. Y viniendo a morir, en su testamento declaró lo que su muger dixo a la hora de su muerte, y que por tanto él dexava su hazienda al que de los tres era proprio hijo suyo. Murió el padre y fueron los tres moços delante el rey, y mostraron el testamento, alegando cada uno que era el verdadero hijo. El rey, aconsejado de algunos sabios, mandó que desenterrassen el cuerpo del padre y le atassen a un palo, y que, de los tres hijos, el que tirando con un arco le enclavasse una saeta más cerca del corazón, éste huviesse la herencia. Tiraron los dos enclavando en el cuerpo sus saetas, mas el tercero dixo:
-No quiera Dios que yo hiera el cuerpo de mi padre por interesse humano. Piérdase la herencia, que no seré tan desacatado que ponga las manos en quien me engendró, aunque esté muerto.
Oyó esto el rey, y declaró ser el hijo proprio y verdadero, y no los otros, y assí le dio la herencia. Refiérese en la Suma de virtudes y vicios de Gullelmo de Peraldo.

[14] Alexandre de Alexandro, libro cuarto, capítulo diez y nueve, escrive que estando en Nápoles un grande amigo suyo, hombre de verdad, siendo de noche oyó desde la posada en que estava grandes gritos en la calle, de persona que se quexava y pedía le favoreciessen. Aparóse a una ventana y vido él, y vieron otros muchos, a un moço, a quien andava haziendo mal un demonio, y él se defendía huyendo a unas /23v/ partes y otras. Era cosa de mucho temor ver la fealdad del demonio. El afligido moço acordó a pedir favor a Dios y a sus santos, y desta manera se libró del diablo, y quedó como pasmado sin poder hablar. Desde algún tiempo se confessó por grande pecador, y que avía dicho la tarde antes palabras afrentosas a su padre, que fue la ocasión por donde le vino aquel castigo.

[15] Otro moço desobediente assí mismo a sus padres, y que avía determinado de poner las manos en el uno dellos, salió de Roma y iva cierto camino, en el cual se hizo encontradizo un demonio en forma humana, y caminando con él llegaron a una posada, donde, estando dormiendo el moço, fue a él el demonio y quiso ahogarle. Despertó y dio bozes llamando a Dios y a Santa María. Lo cual oído del espíritu maligno, no teniendo licencia para más, huyó de allí rompiendo el texado y dexando los maderos dél rotos y ahumando. Al ruido se levantó el huésped y otros muchos que estavan allí aposentados, pareciendo que toda la casa se hundía. Y visto por el moço el peligro en que estuvo, enmendó su vida. Refiérelo Ludovico Domenichi en Historia varia.

[16] En España, en tiempo de gentiles, avía dos hermanos; tenían padre y era muy pobre. Sucedió que Epasto Tirano quitó la vida injustamente a un hombre rico llamado Paciente. Los hijos deste procuraron vengarle y concertáronse con los dos hermanos hijos del viejo pobre que matassen al tirano Epasto y que darían doze mil maravedís al viejo, en caso que ellos padeciessen. Hízose assí, que los dos moços mataron al tirano, perdiendo ambos las vidas, teniéndolo por buena ganancia porque a su padre se diesse aquel dinero con que remediasse su necessidad. Dízelo Valerio Máximo, libro quinto, capítulo cuarto. Y en este exemplo sólo se alaba la piedad de los hijos con sus padres, y no lo que fue pecado de querer los unos vengar a su padre y los otros dar la muerte a Epasto Tirano por interesse, que fue grave pecado. |

[17] Ludovico Guicciardino, en el libro que hizo de la Descripción de Flandes, hablando de la ciudad de Delset, que es en Holandia, dize que se pegó fuego el año de 1536, y se quemó grande parte de la ciudad, y que en el incendio se vido una cosa notable. Y fue que, aviendo muchos nidos de cigüeñas y siendo el día tercero de mayo, tenían polluelos, y como viessen llegar el fuego y no lo pudiessen remediar, poníanse sobre ellos abiertas las alas, y dexávanse quemar juntamente con ellos. El mismo Ludovico Guicciardino en este libro, hablando de la Baronía de Grimberghem, dize que ay costumbre allí que hereden el estado los hijos menores, porque el año de 1140 Galtero ofendió gravemente a su padre, que era príncipe de la tierra, tomando armas contra él; mas, llegando a batalla, el hijo fue vencido con otros que eran de su vando. Hallóse sin culpa en este caso un hermano suyo menor, y el padre le dexó el estado, haziendo ley que hereden los hijos menores.

[18] Cheldeberto y Clotario, reyes de Francia hermanos, trayendo guerra sobre el estado, y estando para darse batalla en que se esperava grande mal y daño, llegó allí su madre Clotilde, y pudo tanto con sus ruegos y lágrimas que dexaron las armas y quedaron en buena paz. Es de Sabélico, libro tercero.

[19] Lambadoria, capitán de la armada genovesa, teniendo batalla naval en el mar Adriático con los venecianos, donde alcançó dellos una insigne victoria, en el ardor de la pelea le vinieron a dezir que un hijo suyo era muerto peleando valientemente. Él, sin mostrar punto de alteración, dixo:
-Pues echen su cuerpo en el mar, que no puede tener más honrado sepulcro que ésse, aviendo muerto por la patria.
Dízelo Fulgoso, libro quinto.

[20] Hómulo, jurisconsulto napolitano, estando en Roma y ocupado en negocios gravíssimos, viniéndole a dezir que un hijo suyo era muerto, sin mudar voz ni rostro dixo a los que estavan presentes /24r/ que por una hora le diessen lugar para cumplir con el paterno afeto. Entró en un aposento y estuvo allí una hora llorando amargamente. Lavóse el rostro y salió a entender en los negocios de primero, como si nada huviera passado. Dízelo Fulgoso, libro quinto.

[21] Mazuco, pisano jurisconsulto y de dignidad ecuestre, dexando el siglo entró en el orden de los Menores; donde, sabiendo que Farinatas, hijo suyo, avía sido muerto por Benito Caprariense, no sólo se halló a su entierro sin lágrimas, sino que viendo después al Benito, para que entendiesse que no le tenía enemistad, llegó a él y besóle la mano. Es de Fulgoso, libro quinto.

[22] Popilio, rey de Polonia, y su muger, la reina, hiziéronse a una y mataron a sus padres por heredarlos. Sucedió que, estando en un combite poco después, salieron del sepulcro del padre muchos ratones, que los hizieron entrar, huyendo dellos, en una barca, y ni por esto pudieron librarse, que entraron nadando en la barca y la royeron, de modo que se iva a hundir. Salieron de allí, subiéronse a una torre, adonde subió tanta multitud de ratones, que mataron a bocados a la muger y a dos hijos, y al cabo al parricida Popilio. Dízelo Holao Magno en su Historia Septentrional, libro diez y siete, capítulo veinte y dos. También refiere de Hato, obispo de Maguncia, que murió comido de ratones porque no hizo limosna a pobres en tiempo de hambre; antes los afrentava, llamándolos «ratones de la república».

[23] Trayendo diferencias el rey don Pedro de Castilla, llamado de unos el Justiciero y de otros el Cruel, con su muger, la reina doña Blanca, por razón que se dezía que estava el rey mal amigado con otra muger, embió la reina a Toledo para que estuviesse como presa en el alcáçar. Ella entró en la ciudad y dixo que la dexassen ver la Iglesia Mayor y hazer oración delante la imagen de la Madre de Dios. Los que la traían en guarda diéronle lugar para esto. Y, estando en la iglesia, | no quiso ir al alcáçar ni salir de allí. Hiziéronse de su parte muchos cavalleros y hombres particulares de Toledo, diziendo que morirían porque el rey no la hiziesse agravio. Súpolo el rey y indignóse contra los toledanos. Vino a la ciudad, y porque quisieron algunos grandes del reino que se hallaron presentes y favorecían a la reina defenderle la entrada, él, con su gente que traía, por fuerça de armas entró por la puente de San Martín, dexando derribada una torre della, la primera por la parte de afuera, que después remendó el arçobispo don Pedro Tenorio, perlado de la misma ciudad de Toledo. Estando el rey don Pedro en la ciudad, mostró grande ira con los vezinos della por el servicio que intentaron de hazer a la reina y, prendiendo a treinta ciudadanos los mandó degollar. Entre estos presos y sentenciados a muerte estava un platero viejo; tenía un hijo, mancebo de buena edad y disposición. Éste, con piedad que tuvo del padre, fue al rey y rogóle que dexassen libre a su padre y le matassen a él. Muchos quisieran que el rey los perdonara a ambos, vista la piedad de aquel tan buen hijo, mas, usando de ferocidad, mandó que se hiziesse assí. Dexó libre al padre y degolló al hijo. Esto se refiere en diversas Historias de España, y tráelo Fulgoso, libro quinto.
A este cuento podemos juntar otro. Sucedió en Villanueva de la Xara, en tiempo de los Reyes Católicos don Fernando y doña Isabel; y fue que, teniendo diferencias sobre la propriedad del reino de Castilla con el rey don Alonso de Portugal, llegaron diversas vezes a las manos los castellanos y portugueses. Sucedió que en un rencuentro mataron los portugueses a un cavallero de mucho nombre en Castilla, llamado don Jorge Manrique. Por lo cual, muy sentidos los castellanos, ahorcaron ciertos portugueses de los que tenían captivos, a vista de sus reales y campo. Y, queriendo tomar desto vengança los portugueses, ahorcaron otros tantos castellanos, que también tenían presos algunos. Entre /24v/ estos castellanos estava un hombre de edad con muger y hijos, el cual tenía un hermano, que también estava preso y en poder de portugueses, aunque no era del número de los sentenciados a muerte. Éste habló al hermano diziendo que quería morir por él, y dio algunas razones, como de que su muerte no sería tan sentida ni dañosa como la suya, que era casado y tenía muger y hijos, y él por el contrario solo y sin tantas obligaciones. Contradezíalo el hermano grandemente. Al cabo la porfía del menor fue de suerte que el mayor quedó con vida y él sin ella.
Ambos fueron hechos dignos de memoria, y en que mostraron el amor grande que tenían el uno a su padre y el otro a su hermano. Pues, como dize el Hijo de Dios y lo refiere San Juan en el capítulo quinze, mayor caridad no puede tener alguno que poner la vida por su amigo.

[24] A fray Tomás de Villanueva, del orden de San Augustín, siendo arçobispo de Valencia, quiso irle a ver su madre, que era una labradora viuda honrada y residía en Villanueva de los Infantes, lugar en el Campo de Montiel del arçobispado de Toledo. Y, llegando a Liria, cuatro leguas de Valencia, salió a verse con ella y llevóla a o- tro | pueblo llamado Villar, donde como buen hijo la regaló y consoló mucho. Y en passando quinze días dio orden como se bolviesse a su tierra. Y aunque ella holgara de ver a Valencia y se lo significó, no lo consintió, diziendo:
-Si vuestra merced va a Valencia, es cierto que ha de posar en mi casa, y con esta ocasión querrán muchas señoras y damas de la ciudad, por hazerme a mí merced, visitarla y acompañarla. Y yo no quiero visitas de mugeres, aunque sean con tan justa causa, en mi casa.
Mostró ser de veras hijo del grande Augustino, de quien escrive Posidonio que no consintía que en su casa viviesse su hermana, porque las criadas de la hermana no eran sus hermanas. Esto escrive dél el Maestro fray Miguel Salón, en su Vida, libro segundo, capítulo séptimo. Y afirma del mismo fray Tomás de Villanueva que en todo el discurso de su vida no se halló que vez alguna fuesse a tomar recreación, por lícita que fuesse, ni saliesse de su aposento una sola hora, sino con urgente necessidad que se ofreciesse, y, resumido aquel negocio a la hora, se bolvía a su celda y aposento. |


EXEMPLOS ESTRANGEROS


[1] Quintiliano, libro y capítulo primero, dize que no ay mejor leche para el niño que la de su propria madre, y refiere de uno que, aviéndole criado con leche de puerca, se echava en loda çales.

[2] De Crates Tebano escrive Demetrio Magnesio, y refiérelo Diógenes Laercio en su Vida, que tenía grande hazienda. Hízola dineros y púsolos en poder de persona de confiança en su muerte, mandándole que si sus hijos creciendo fuessen sabios y avisados, repartiesse aquel dinero entre ciudadanos pobres, afirmando que el sabio y filósofo no tiene necessidad de riquezas; mas, si fuessen necios, lo repartiesse entre ellos.

[3] Plutarco, en sus Morales, en el de la | vengança de Semiramis, dize que cierto soldado llamado Besus, aviendo muerto a su propio padre, encubrióse algún tiempo el negocio. Sucedió que, estando comiendo con otros amigos suyos, derribó un nido de golondrinas con una lança y pisó los polluelos. Preguntándole los presentes por qué avía hecho aquello, respondió:
-Muchos días ha que estas malditas aves con gran mentira andan diziendo que yo maté a mi padre.
Supo esto el rey, llamóle, diole tormento, confessó la verdad y condenóle a muerte.

[4] Junio Bruto, cónsul de Roma, después de echados los Tarquinos del reino por la fuerça que hizo uno dellos a Lucre- cia, /25r/ oyendo dezir que dos hijos suyos -Tito y Sempronio- se avían conjurado con otros muchos para que bolviesse al mando y señorío de primero -estando puesta pena de la vida a quien cayesse en aquel crimen-, averiguado el negocio, Bruto los sentenció a muerte. Atáronlos a dos palos para açotarlos primero que los degollassen, como era costumbre de romanos, y era de ver el padre en medio de los dos hijos mandando executar la sentencia, estando el pueblo ya mirando a los hijos y al padre, y más al padre que a los hijos, porque mostrava grande ánimo en aquel hecho, en que tuvo más cuidado del bien de su república que del suyo particular. Dízelo Tito Libio, libro primero, Década primera, Valerio Máximo, libro quinto, capítulo octavo, Plutarco, Eutropio y Orosión.

[5] Estava sentenciada a muerte una muger romana en tiempo del Triunvirato, cuando sólo bastava para morir el aver tenido este o aquel apellido. Avíala puesto el carcelero en un aposento para que muriesse allí de hambre. Visitávala una hija suya parida de pocos meses, y durándole más la vida a la madre de lo que le pareció al carcelero que bastava para morir, púsose de secreto a mirar lo que hazía la hija cuando entrava a visitar a la madre, y vídola que le dava el pecho y que con su leche la sustentava que no muriesse. Fue con este cuento el carcelero al Triunvirato; tuvo dello noticia el pretor, y al cabo vino a oídos del cónsul, los cuales todos dieron parecer que la madre fuesse libre y se le entregasse a su hija por el afeto y piedad que avía tenido con ella. Refiérelo Sabélico, libro quinto.

[6] De otro caso semejante haze mención Valerio Máximo, libro quinto, capítulo cuarto, y fue que una muger en Grecia, estando su padre sentenciado a que fuesse muerto por hambre, ella le dio leche de sus pechos, sustentándole mucho tiempo sin que muriesse.

[7] Dando por rehenes los cartaginen- ses | a los romanos algunos hijos de nobles, ivan con ellos sus madres hasta verlos embarcar, y fue tan grande el sentimiento que tuvieron algunas dellas de verlos apartar de sí que cayeron allí muertas. Es de Sabélico, libro tercero.

[8] Agripina, madre de Nerón, preguntó a algunos sabios caldeos acerca de su hijo, si sería emperador de Roma. Dixéronle que lo sería, aunque, siéndolo, mataría a su madre. «Sea él emperador -replicó ella- y máteme»; y assí sucedió. Refiérelo Fulgoso, libro quinto.
[9] Eneas Troyano honró tanto a su padre Anquises que, dándole licencia que llevasse él y los demás troyanos nobles lo que quisiessen sobre sí de la ciudad que ardía, primero llevó los dioses penates y, dándole licencia que sacasse otra cosa, sacó a su padre, passando por llamas y espadas hasta que le puso en salvo en el monte Ida, temiendo más el daño que le podía venir que el de su muger Creusa, o el de su hijo Julio, que le iva siguiendo. Es de Sabélico, libro quinto.

[10] Manlio, que por ganar en batalla un collar de oro a cierto francés tuvo sobrenombre de Torcuato (queriendo dezir torques, collar), estava por mandado de su padre, llamado Manlio como él, en una alquería, donde comía y se vestía pobremente, aunque por ser hijo obediente llevava con paciencia la condición áspera y desabrida de su padre. Tuvo noticia desto un tribuno de Roma y puso demanda al padre de que hazía agravio a la República en tener desterrado della un tan noble ciudadano como su hijo. La demanda era de suerte que el padre se vido en aprieto. Señalósele día para oír sentencia. Tuvo noticia dello el hijo. Vino de secreto a Roma; llegó al amanecer, fue a casa del tribuno, el cual le admitió en su aposento pareciéndole que le tenía muy obligado por bolver por él contra su padre. Mas el hijo, que se vido solo con el tribuno, echó mano a un puñal y púsosele a los pechos, afirmando /25v/ que le daría con él allí la muerte si no jurava de dar por libre a su padre y no molestarle más. Lo cual juró el tribuno lleno de temor, y cumplió. Es de Sabélico, libro tercero.

[11] Aviendo alcançado una insigne vitoria Paulo Emilio del rey Perseo, grande enemigo de los romanos, y concediéndosele triunfo, cuatro días antes se le murió un hijo y, tres días después, otro. El sentimiento que tuvo de sus muertes declaró en una oración o razonamiento que hizo después en el Senado, en la cual dixo estas razones entre otras:
-Como temiesse, oh Romanos, algún desastre para vuestra República en tan grande felicidad, pedí al cielo que si algún caso adverso os amenazava, diesse en mi casa, y quedássedes libres Y sucedió assí, porque con la muerte de mis dos hijos que conocisteis, tan agraciados en la vista como valientes en la persona, vosotros antes os doleréis de mí que yo os tenga lástima. Es de Valerio Máximo, libro quinto.

[12] Viendo Marco Crasso que le avían muerto un hijo solo que tenía -sin esperança de aver otro por ser muy viejo- en la batalla que dio a los partos, y que todo el exército estava sentido y turbado con aquella muerte, aunque fue su sentimiento excessivo anduvo de unas partes en otras diziendo en voz alta que no fuesse parte la muerte de un solo hombre para acovardarlos, sino que tomassen ánimo y se acordassen de su valor y de la patria, y que a él solo dexassen la vengança de aquel dolor y pérdida. Es de Fulgoso, libro quinto.

[13] Coriolano, ciudadano de Roma, varón de grande ánimo y de alto consejo, aviendo servido a la República fielmente, fue tratado con desagradecimiento, desterrándole de la patria. Passó a ser morador entre los bolscos, enemigos a la sazón de los romanos, donde, siendo conocido su valor de un trançe en otro, | vino a que todos le obedecían y él a todos mandava. Començó a hazer guerra a Roma y a vengarse de la ingratitud usada con él; venció sus exércitos diversas vezes y llegó su gente hasta poner cerco sobre la ciudad, esperando ganarla por fuerça de armas. Embiáronle embaxadores con tratos de paz y no hizo caso dellos; fueron sacerdotes con insignias sacerdotales y bolvieron sin efeto. El Senado estava temeroso, el pueblo afligido, hombres y mugeres lamentavan su destruición, que veían a los ojos. Estava dentro de Roma Veturia, madre de Coriolano, la cual, llevando consigo a su muger Volumia y hijos, salió al real de los bolscos y, siendo vista del hijo, corrió apressuradamente a abraçarla. Ella, viendo la fuerça que tenía con él, las palabras de ruego con que pensó hablarle trocó en otras de ira y enojo, y assí le dixo:
-Antes que me abraces quiero saber si vengo a ver hijo o enemigo, y si estoy en tus reales con título de madre o de captiva. Mi larga vida y miserable vejez me ha traído a que te viesse primero desterrado de tu patria y después enemigo della. ¿Cómo? ¿Y será possible que quieras destruir y assolar esta tierra donde naciste y te criaste? Por grande felicidad tuviera no averte parido, pues con esto se librara Roma de ser destruida.
Otras palabras semejantes le dixo, y ayudó la muger con los hijos llorando, de suerte que su duro pecho se ablandó. Abraçó a su madre diziendo:
-Vencido me as, señora y madre mía; yo te doy a Roma libre. Y esto se te agradezca a ti por averme parido.
Con esto levantó los reales y se bolvió a su gente, y Roma agradeció a Veturia el ser libre desta persecución y calamidad, aviendo podido ella más con el afeto de madre que la ciudad famosa con sus exércitos y armas. Dízelo Valerio Máximo, libro quinto.

[14] No le avían començado a nacer barbas a Escipión Africano cuando, hallándose en una batalla contra Aníbal en Italia, cerca del río Ticino, y viendo en ella a su /(26r)/ padre -que era cónsul y el que regía el campo romano- malherido, rompió por medio de los enemigos. Y pudo tanto el afecto paternal que, contradiciendo su edad de moço, el ser nuevo en la milicia, llevar los enemigos la victoria, libró de muerte a su padre y ganó la corona que se dava en Roma a los que libravan al general de muerte o prissión. Es de Valerio Máximo, libro quinto.

[15] Siendo procónsul en Asia Publio Dolabela, truxéronle una muger natural de la ciudad de Esmirna, la cual avía muerto a su marido y a un hijo porque los dos le mataron a otro hijo que tenía del primer marido, moço de grandes esperanças. Averiguado el caso, no osó determinarse Dolabela, sino remitió el juizio a los sabios de Atenas, los cuales, después de diversos pareceres, considerando la grande ocasión que tuvo la muger de vengar muerte de hijo tan amado, mandaron que se fuesse y que passados cien años bolviesse a oír sentencia. Dolabela se libró de aquel juizio, remitiéndole a los sabios de Atenas, y ellos con diferirle por cien años también se libraron dél, estando ciertos que entretanto se moriría la muger. Dízelo Valerio Máximo, libro octavo.

[16] En el tiempo del Triunvirato fue proscripto y sentenciado a muerte en ausencia Opio, ciudadano romano. Teníale escondido un hijo suyo y, visto que era dificultoso el conservarle la vida, vistióle en hábito de pobre mendicante enfermo, y él con otro semejante vestido, le sacó de Roma sobre sus ombros y dio con él en Sicilia, donde Sexto Pompeyo favorecía a los proscriptos y huidos de Roma. Después, sabiéndose lo que el hijo del Opio hizo por él, perdonaron al padre y dieron oficio honroso de edil al hijo. Dízelo Fulgoso, libro quinto.

[17] El emperador Tiberio César perdió un hijo llamado Druzo, moço de gran- des | esperanças, y aunque le amava tiernamente tanto por su virtud como por la sangre, acabando de hazer sus exequias se fue al Senado a tratar los negocios de la República. Adviértelo Fulgoso, libro quinto.

[18] Viendo el rey Egeo venir de lexos un navío en que su hijo Teseo avía ido a una empresa dificultosa, teniendo concertado con él que bolviendo victorioso mudasse las velas en color alegre y de fiesta, olvidado Teseo del concierto, aunque venía con vitoria, y teniéndole muy en la memoria el viejo padre, creyendo que avía perdido al hijo quiso perder la vida, y assí se despeñó de una torre alta en el mar. El hecho fue malo, mas procedió del amor grande que tenía a su hijo. Refiérelo Sabélico, libro tercero.
[19] Por aver dado leyes Solón en Atenas era su nombre famoso en toda Grecia, publicándole por sapientíssimo. Residía en Mileto y tenia allí amistad estrecha con Talete, que fue uno de los Siete Sabios de Grecia. Passeávanse los dos en público un día, y vínole a Solón un mensajero que le dixo como era muerto un hijo que tenía. Oyéndolo Solón, fue la pena tan grande que recibió que se dexó caer en tierra. Arrancábase los cavellos y las barbas a dos manos, despedaçava el vestido, llorava y dava vozes que se oían bien lexos de allí. Y fue su pena tanta que se llegó mucha gente y todos se admiravan de ver un espectáculo tan indigno de tal persona. Talete, que fue el autor desta nueva, y era falsa, le dixo:
-Ten buen ánimo, Solón, que tu hijo vive y yo quise experimentar si me era conveniente el casarme y tener hijos como tú hiziste. Después de averlo mucho resistido, y por lo que en ti he visto, entiendo que no me conviene a mí tomar semejante estado, pues hallo que basta el amor de los hijos a tornar loco un hombre sabio.
Es de Sabélico, libro tercero.

[20] Entrando de repente en el aposento del rey Agesilao un privado suyo, vídole entre /(26v)/ sus hijos sobre un cavallo de caña andar jugando. Quedó confuso de que un rey tan sabio y mirado estuviesse entretenido en tales baxezas. Reprehendióselo, y Agesilao le dixo:
-No respondo a lo que dizes hasta que te vea que eres padre. Y encárgote que no digas de mí lo que has visto hasta que tengas hijos.
Refiérelo el Eborense.

[21] Hizo guerra Darío, rey de Persia, a los escitas, y fueles ganando la tierra. Ivanse ellos recogiendo sin pelear con él, hasta los últimos y solitarios lugares de su imperio. Embióles Darío embaxadores, queriendo saber dellos cuando acabarían de huir o començar a pelear. Respondiéronle que ni tenían ciudades ni campos labrados por que deviessen pelear, siendo pobres y preciándose dello, mas, si tanta gana tenían de venir con ellos a batalla, que se descomidiesse y tratasse mal los sepulcros de sus padres y mayores, y vería luego lo que los escitas valían por armas. Con esta respuesta tan fundada en piedad que dieron los escitas se ablandó Darío y los dexó libres de guerra. Dízelo Valerio Máximo, libro quinto.

[22] Ganaron los persas la ciudad a Creso, rey de Lida, y entrando algunos soldados en la sala donde estava, uno de ellos, sin conocerle, levantó el braço con la espada para matarle. Hallóse allí cerca un hijo del mismo Creso que era mudo y, viendo tan cerca la muerte de su padre, hizo en él tal impressión que se le desató la lengua, y dixo en voz alta:
-No mates a Creso.
Fue parte la piedad con el padre para dar voz al que por tiempo estuvo mudo. Dízelo Valerio Máximo, libro quinto.

[23] Artaxerxes Primero, rey de Persia, amava a su muger con ardentíssimo amor, a la cual dio la muerte Parisatis, madre del mismo Artaxerxes y, aunque él fue cierto dello y lo sintió sumamente, pudo tanto el afeto maternal que ni vengó la muerte ni le dixo palabra descompuesta o desabrida. Dízelo Fulgoso, libro quinto.

[24] Seleuco, rey de Siria, sabiendo por in- dustria | de Erasístrato, médico suyo, que Antíoco su hijo estava enamorado de su muger Estratónica, madastra del mismo moço, aunque la amava excessivamente, venciendo el amor del hijo, que tuvo por cierto moriría si no se la dava, hízolo assí, que le casó con ella. Y fue esto no sólo dar vida al hijo, sino vencerse a sí, que es grande hazaña en un hombre valeroso. Aunque si lo miramos cristianamente, el padre y el hijo y la misma Estratónica cometieron un pecado de los feos y abominables que en semejante caso puede cometerse, y por lo mismo no merece loa, sino afrenta y vituperio el Seleuco. Refiérelo Sabélico, libro tercero.

[25] Dión Siracusano, estando tratando con amigos suyos negocios graves del reino, oyó alboroto grande en el palacio y, queriendo saber la causa, dixéronle que un hijo suyo avía caído de una fenestra y quedado muerto de la caída. Él, sin mudar semblante, dixo:
-Pues entiérrenle.
Y prosiguió con su plática adelante hasta concluir aquellos negocios. Es de Fulgoso, libro quinto.

[26] A Anaxágoras le truxeron nueva de la muerte de un hijo y respondió con mucha serenidad:
-No me dizes cosa nueva, ya yo sabía que lo engendré mortal.
Escrívelo Valerio Máximo, libro quinto.

[27] Diose una batalla cerca de Lacedemonia y, viendo una muger (la cual tenía en ella cinco hijos) que llegava a la ciudad un soldado del campo, preguntóle cómo iva el negocio de aquella república. Respondió que sus cinco hijos eran muertos en la pelea. Ella replicó:
-No te pregunto esso, sino si los negocios desta ciudad van bien encaminados.
El soldado respondió que sí.
-Pues poco va -añadió la muger valerosa- en que mueran mis hijos, como la patria esté victoriosa.
Es de Fulgoso, libro quinto. El mismo autor refiere de otra semejante muger que, deziéndole que avía muerto un hijo suyo en cierta batalla, dixo:
-Pues entiérrenle, que yo embiaré otro.

[28] Estando Xenofonte ofreciendo sacrificio en presencia de mucha gente, dixéronle /(27r)/ que el mayor de dos hijos suyos, llamado Grillo, avía muerto en cierta batalla. Tenía la corona en su cabeça de rey; quitósela y preguntó cómo fue su muerte. Y respondiéronle que peleando valientemente. Tornó a ponerse la corona en la cabeça y juró por aquél a quien sacrificava que le avía dado mayor contento el saber que su hijo murió como valiente, que recibió pena de su muerte. Dízelo Valerio Máximo, libro quinto.

[29] Ariobarzanes, rey de Capadocia, dio el reino en vida a su hijo, y lo mismo hizo Tolomeo, rey de Egipto el primero. Ambos quisieron más ser padres de reyes que reinar. Lo primero dize Valerio Máximo, libro quinto, y lo segundo dize Fulgoso, también libro quinto.

[30] Tigranes, rey de Armenia, andando a caça, derribóle el cavallo y de la caída pareció quedar muerto. Llegaron allí dos hijos suyos, y el mayor, creyendo que estava sin vida, tomó la corona que se le avía caído de la cabeça y púsola en la suya, no queriendo perder tiempo. Mas el menor quiso certificarse si estava del todo muerto su padre y, visto que aún tenía vida, hízole remedios, por donde tornó en sí, y después quedó del todo sano. Donde, sabiendo lo que los dos hijos avían hecho, al mayor mandó matar y al menor dexó el reino después de su vida. Dízelo Fulgoso, libro octavo.

[31] Cosroes, rey de Persia y enemigo cruel de los cristianos, después de seis años que tuvo guerra con el emperador Heráclito, como señalasse por rey para su muerte a un hijo menor, agraviado dello Sinocio, que era mayor, queriendo vengarse hizo guerra al padre, vencióle y quedó preso en su poder. Púsole en una torre que el Cosroes avía hecho para guardar sus tesoros y dávale de comer pan y agua. Dezíale palabras ásperas, que comiesse del oro que avía allegado con derramar sangre en toda la tierra. Sacóle de allí, y en su presencia quitó la vida al hermano que dexava por rey y a otros muchos. Al cabo le mandó cortar la cabeça, | y quiso que su cuerpo estuviesse por cinco días hecho blanco a muchos ballesteros que le tiravan. Dízenlo Paulo Diácono, libro diez y ocho, y Rezino, libro primero. Yo digo que las crueldades de Cosroes merecieron el castigo que le vino, y con esto no dexaría el hijo de pagar en esta vida o en la otra el mostrarse tan cruel con su propio padre.

[32] Por la muerte de Julio César, teniendo el imperio su sobrino Augusto, quitó a muchos romanos la vida. Y, desseando aver en su poder a Quinto Cicerón, hermano de Marco Tulio, un hijo suyo le escondió, por lo cual fue preso y atormentado gravemente, sin que bastassen tormentos a que declarasse dónde le tenía. Supo el padre lo que el hijo padecía por él y, siéndole peor de sufrir que la muerte, salió de su gana de donde estava escondido y presentóse al riguroso juez, y ofrecióse a la muerte porque el hijo fuesse libre de los tormentos con que era atormentado. Dízelo Xifilino en la Vida de Augusto.

[33] Quexávanse ciertos legados de Macedonia de Junio Silano, hijo de Tito Manlio Torcuato, que siendo pretor les avía hecho grandes agravios. Quería el Senado castigarle; dixo el padre que le dexassen a él aquel cargo. Y, vista la culpa y comprovada, le mandó dar en su casa un garrote, y no quiso hallarse en su entierro. Dízelo Brusón.

[34] Severo, emperador de Roma, tuvo un hijo, el cual cierto día le corrió con una espada desnuda, y si no le detuvieran sus soldados le matara. No por esto el padre se indignó contra él, sino que el mismo día cumplió con las obligaciones que tenía fuera de casa y, buelto a ella, mandó traer a su hijo en su presencia, y estando allí Papiniano y Cástor, amigos del moço, reprehendióle del mal que quiso hazer. Afeó gravemente su pecado, y luego díxole:
-Si todavía estás en tu dañado intento de matarme, aquí puedes hazerlo, y si tú no te atreves, o no quieres, manda a Pa- piano /(27v)/ que me mate.
Estas palabras enternecieron al hijo, dexándole muy confuso, y el padre sin más memoria ni acuerdo de su atrevimiento para castigarle ni | dárselo en el rostro, porque hasta aquí llega el amor de los padres con los hijos. Dízelo Dión Niceo, y Xifilino en su Vida.

Fin del Discurso de Amor de hijos a padres y de padres a hijos. |