DISCURSO SESENTA Y OCHO. DE RELIGION Y CULTO DIVINO


Aviendo de tratar en este Discurso de Religión y Culto Divino, me parece puedo entrar con la oración del Pater Noster, que es el blanco y paradero de nuestra religión cristiana, en la cual pretendemos alcançar las peticiones que en ella se contienen, y en cuanto oración, sirve al culto divino. Della dize San Cipriano que se puede entender lo que dixo Esaías, que el Señor hizo una palabra breve, la cual comprehende las más peticiones que se contienen en la Divina Escriptura, pues todas las vezes que los profetas y santos pedían que fuesse glorificado el nombre del Señor y demandavan el Mesías prometido, dezían: «Señor, sea santificado vuestro nombre». Cuando David pedía que sus pisadas fuessen concertadas por Dios, era dezir: «Señor, hágase vuestra voluntad». Pedir Salomón que ni pobreza ni riqueza le diesse Dios, era dezir: «Dadnos nuestro pan de cada día». Alegar David su mansedumbre contra las persecuciones que padeció con Saúl y Absalón, su hijo, era dezir: «Como yo perdone a mis enemigos, perdonadme, Señor, mis pecados». Pedir San Pablo ser libre de la tentacion que padecía, es dezir: «Señor, no nos permitas caer en la tentación». Suplicar el mismo Apóstol ser libre deste pecado y penoso cuerpo, era dezir: «Líbranos de mal. Amén». Esta religión cristiana siguieron nuestros mayores, dexando la superstición de los gentiles, y en tanto la estimaron que, bien considerado, ninguna cosa ay en nuestra vida que no huela a religión. En naciendo somos bañados con la agua del Baptismo por sacerdotes, que es sacramento y el | fundamento de toda la religión cristiana. Siendo de más edad y baptizados, preséntannos al obispo, para ser confirmados. El Matrimonio, que también es sacramento, sin estar presente el proprio sacerdote no se celebra. Las primeras semillas, en algunas partes suelen ser echadas en los campos por manos de sacerdotes. Una vez en el año, de obligación, y muchas, de devoción, nos presentamos al sacerdote y le confessamos sacramentalmente nuestras culpas, y recebimos dél absolución y la Sagrada Comunión. En la muerte también nos aparejamos con el mismo sacramento de la Comunión y Eucaristía, y con el de la Extrema Unción, por manos de sacerdotes. Y los emperadores y muchos reyes no son tenidos por proprios y naturales en sus reinos y imperios si no los ungen sacerdotes con óleo santo. Y entre los mismos cristianos, los que guardan no solamente los preceptos del Santo Evangelio, sino los consejos, y biven bien reformados, con observancia de nuestra cristiana religión, llámanse por excelencia religiosos. Esto nos enseñaron nuestros mayores, y juntamente a que honremos y reverenciemos religiosamente el divino culto, el cual reverenciaron y honraron todas las gentes, y desto tratará el Discurso.


[EJEMPLOS DE LAS SAGRADAS ESCRITURAS]


[1] De Enós, hijo de Set y nieto de Adam, se dize en el capítulo cuarto del Génesis que començó a invocar el nombre del Señor, y sería esto con algunas ceremonias santas que señalaría para el culto divino, como declaran los expositores deste lugar.

[2] Al Patriarca Abraham le cabe buena parte de zelo a la religión y culto divino, pues quiso sacrificar a su hijo Isaac por averle pedido Dios que se le ofreciesse en sacrificio, teniéndole ya rendido /(429v)/ sobre un altar, vendados sus ojos y levantado el braço para descargar el golpe; como parece en el capítulo 22 del Génesis.

[3] El mismo zelo de religión y guardar el juramento que avía hecho, pareciéndole estar a ello obligado, le puso a Jepte, capitán del pueblo hebreo, a que quisiesse sacrificar una sola hija que tenía, viniendo triunfador de sus enemigos, por aver hecho voto que sacrificaría a Dios, si bolvía con vitoria, lo primero que de su casa viesse. Es del Libro de los Juezes, capítulo onze.

[4] David Rey también se mostró muy religioso cuando, trasladando la Arca del Señor a Jerusalem, ordenó, por honrarla, una processión solemníssima de músicos y cantores, no se avergonçando él mismo de ir en medio de todos. Dexadas las insignias reales y con vestidos humildes, y ya cantando, ya tañendo, y ya dançando, dava honra al Señor, que le avía a él honrado sin echar de ver que en los ojos de su muger Michol, la perdía y se afrentava. Es del Segundo de los Reyes, capítulo sexto.

[5] Bolviendo los judíos de la captividad de Babilonia a Jerusalem, primero se pusieron en reedificar el templo que los muros de la ciudad, aunque tenían muchos enemigos de que se temía el día y la noche. Refiérese en el Libro Primero de Esdrás, capítulo 3.

[6] Los macabeos pudieron preciarse deste zelo de religión, pues guiados por Matatías a un desierto, y estando escondidos en cuevas de un fragoso monte, huidos de los exércitos del rey Antíoco, aunque se defendían valerosamente seis días de la semana, el sábado se dexavan matar, por parecerles que quebrantavan la fiesta y ivan contra su religión si se defendían. Es del Primero de los Macabeos, capítulo segundo.

[7] Aviendo alcançado Judas Macabeo una insigne vitoria de los gentiles que contaminaron el templo, antes de hazer mención de sus casas y haziendas, dixo el religioso varón a sus hermanos y gente:
-Visto avéis el vencimiento de nuestros contrarios. Su- bamos | al templo y limpiémosle de las inmundicias con que le tienen profanado.
Es de su Primero Libro, capítulo cuarto.

[8] El rey Demetrio estableció por decreto y ley que cualquiera que se retruxesse en el templo de Jerusalem de todos sus estados y tierras, estuviessen allí seguros de cualesquier culpas y excessos que huviessen cometido. Dízese en el Primero de los Macabeos, capítulo quinze.

[9] Aunque era grande el aborrecimiento que tenían los judíos con San Pablo, hallándole en el templo, no le quisieron allí matar o maltratar, sino que le sacaron fuera, como parece en el libro de los Hechos Apostólicos, capítulo veinte y uno.

[10] Al contrario de lo dicho hizieron otros, que menospreciaron la religión y culto divino, por donde vinieron a caer en grandes desastres. Ozías, rey de Judá, queriendo usurpar el oficio a los sacerdotes, tomando un incensario para incensar el altar, de repente ,quedó leproso, perdió el reino y fue echado de entregentes. Nadab y Abiu, sacerdotes, hijos de Aarón, por faltar en lo que eran obligados acerca del oficio de sacerdotes, trocando el fuego de los incensarios en que ponían el encienso para el sacrificio, cayó fuego del Cielo que los abrasó. Oza, por querer detener la Arca del Señor que iva sobre becerros en una trasladacion que della se hazía, dando muestra de caerse, porque en este hecho hizo cosa contra la voluntad de Dios, Dios embió sobre él una muerte de repente. Y a ciertos pueblos llamados betsamites, porque atrevidamente miraron la misma Arca, que a la sazón era un Noli me tangere , murieron algunos millares dellos. Todos éstos menospreciaron la religión, y assí fueron castigados. Lo dicho se colige del Segundo del Paralipomenon, capítulo 26, y del Levítico, capítulo dézimo, y del Segundo de los Reyes, capítulo sexto, y del Primero, también capítulo sexto.

[11] Antíoco Epifanes, rey de Siria, profanó el templo de Dios, mató sacerdo- tes /(430r)/ y hizo otras crueldades en Jerusalem. Castigóle Dios con una enfermedad suzia y asquerosa, de tal suerte que sus criados no podían sufrirle, ni él se podía sufrir. Cayó en la cuenta de dónde le venía el daño, lloró su pecado, mostrando dolor de averle cometido, y dize dél la Escritura en el capítulo nono del Segundo Libro de los Macabeos una razón que no poco atemoriza oírla a quien bien la considera: «Orava a Dios el malvado, de Quien no avía de alcançar misericordia». No le avía de alcançar porque no la avía de pedir de veras y con las condiciones que deve pedirla el que quiere alcançarla. Fue semejante su dolor al de Caín, Esaú y Judas, imperfeto y sin provecho, por donde se condenó como ellos se condenaron.

[12] Nabucodonosor, aviendo vencido a Joaquín y Sedequías, reyes de Judá, robó el templo de Jerusalem, llevando los vasos y otras riquezas dél a Babilonia, su tierra, donde le castigó Dios con quitarle el sentido de hombre, y traerle por los campos como bestia fiera. Y porque su hijo Baltasar profanó los vasos del templo, sirviéndose dellos en combites profanos, Ciro, rey de los persas, le quitó el reino y la vida. Lo dicho se halla en el Cuarto Libro de los Reyes, capítulo veinte y cuatro, y en el Profeta Daniel, capítulo cuarto.

[13] Seleuco, rey de Assia, tuvo nueva que | en el templo de Jerusalem, reedificado de nuevo, avía grandes tesoros. Embió a un privado suyo, llamado Heliodoro, a que se los truxesse. Fue por ellos y, llegando a Jerusalem, como se entendió a lo que era su ida, causó grande alteración, sentimiento y lágrimas en toda la ciudad, porque el dinero que estava allí era de mucho provecho a pobres y necessitados. No obstante la contradición que le fue hecha, entró de hecho para sacar el dinero del templo. Mas castigóle Dios con un ángel, que en hábito de cavallero armado sobre un feroz cavallo le dio de pernadas, derribándole en tierra, y aparecieron luego dos ángeles en forma de mancebos, que, desnudándose, le començaron a açotar reciamente, y perdiera la vida si no hiziera oración por él el sacerdote Onías, a quien dixeron que agradeciesse la vida que le dexavan. Bolvió a su rey Heliodoro sin dinero y cargado de açotes. Y preguntándole si traía recaudo, dixo:
-No fui yo bastante.
-Pues, ¿quién lo será? -replicó el rey.
Añadió Heliodoro y dixo:
-Si tienes sentimiento que alguno quiere quitarte el reino y anda por matarte, embíale allá, que, a bien librar, si no muriere, bolverá como yo, bien açotado.
Fue pena bien merecida por el sacrilegio y menospreciar la religión. Esto se escrive en el Segundo Libro de los Macabeos, capítulo tercero.

Lo dicho se coligió de la Divina Escritura. |


[EJEMPLOS CRISTIANOS]


[1] San Gregorio Nazianzeno, en la Oración undécima que hizo en la muerte de su padre, dize de su madre que tenía en los templos sumo silencio. No hablava palabra en ellos con persona alguna, no escupía en ellos, y cuando salía, era de suerte que no bolvía las espaldas al altar donde estava el Santíssimo Sacramento.

[2] San Ambrosio, en el libro tercero De Virgines, escrive de un sacerdote que mandó a las ranas de una laguna que callassen, porque estorvavan el oficio divino de cierta | iglesia cercana, y que quedaron mudas.

[3] San Juan Crisóstomo, en la Homilia treinta y seis sobre la Epistola Primera a los de Corinto , capítulo catorze, dize que avía iglesias en su tiempo donde los legos no hablavan palabra unos con otros. Y sucedía verse padres y hijos de nuevo, viniendo de otras tierras, y no hablarse hasta verse fuera de la iglesia.

[4] San Martín, obispo de Turón, tenía gran respeto a las iglesias y templos, don- de /(430v)/ jamás fue visto estar assentado, sino de rodillas o en pie. Tenía su rostro en semejantes lugares amarillo y temeroso. Preguntada la causa, dezía:
-¿No queréis que tema, que está aquí Dios?
Es de su Vida, escrita por Severo Sulpicio.

[5] Fortunato, en la Vida de San Hilario Obispo , escrive de dos mercaderes que, llegando a la ciudad Pictaviense, después de su muerte, sabiendo que hazía Dios algunos milagros donde estava su cuerpo sepultado, dixo el uno al otro que sería bien visitassen su sepulcro y le ofreciessen una figura de cera por los dos. Pesóle desto al otro, y porque no le tuviesse por avaro y indevoto, disimuló y dio muestra que le agradava. Ofrecieron la imagen, la cual repentinamente se partió por medio de alto abaxo, y la media quedó junto al sepulcro, y la otra media fue lançada de allí. Declaró el mercader como de mala gana avía consentido en la ofrenda, y que por esto el santo no le avía recebido. Pesóle dello y ofreció otras cosas de más precio al santo antes que de allí partiesse.

[6] San Isidoro y otros historiadores afirman que el rey Agila de los godos, sucessor de Teudiselo, haziendo guerra a los de Córdova en España, profanó la iglesia de San Acisclo Mártir, donde estava su cuerpo sepultado, aposentando en ella sus cavallos y soldados, por estar fuera de la ciudad. Hizo Dios milagrosa vengança de su santo mártir en el malvado rey, porque en la primera batalla que dio a los de Córdova, le vencieron y destrozaron, matándole a un hijo y a todos los más principales de su exército. Y él con grande dificultad fue libre, dexando sus tesoros por presa a los de la ciudad. Y llegando Agila a Mérida, fue muerto por su gente.

[7] En la vida de San Ginés Mártir, escrivano, escrita por Surio en el tomo cuarto, se refiere de San Hilarión, obispo de la ciudad de Arles en Francia, un milagro que | sucedió estando él presente, y fue que, celebrándose en aquella ciudad con mucha solemnidad la fiesta del mismo mártir San Ginés, iva mucha gente a su iglesia, y avían de passar una puente del río Ródano. Cargó sobre ella al tiempo que se avía de celebrar el oficio tanta multitud, que se hundió. Fue cosa dolorosa los muchos que cayeron en la agua, a bueltas de las peñas y cantos de la puente, hombres, mugeres y niños. Estava allí el obispo que a la sazón era de Arles, llamado Honorato, grande siervo de Dios. Púsose de rodillas pidiendo a San Ginés alcançasse de Dios remedio para toda aquella gente, que por irle a honrar padecía tal desgracia. «¡Oh cosa maravillosa! -dize Hilario-. Yo lo ví, porque acabava de passar la puente cuando se cayó. No avía concluido su petición Honorato, el santo prelado, cuando se vido que salían del río cuantos en él avían caído. Ninguno quedó ahogado, ninguno tullido de pie o mano, ninguno descalabrado. Mojados, todos, y todos muy alegres, viéndose libres de tal peligro. Abraçávanse unos a otros, dávanse la buenhora. No le faltó a muger manto o rosario, ni a hombre capa o espada. Vídose un milagro, y muy cumplido, pues todos se vieron en peligro de muerte y ninguno murió, ni padeció otro mal que mojarse, y fue assí necessario para la evidencia del milagro. Passaron en barcas el río, y fueron a la iglesia de San Ginés a dar gracias a Dios por la merced que les avía hecho por intercessión de su santo, y celebraron con mayor regozijo que otros años su fiesta».

[8] En la Vida de San Alberto Carmelita , escrita por Paleonidoro, se dize que después de su muerte sucedió un alboroto en Sicilia, y por parte de gente estrangera fue ocupada la iglesia donde estava el cuerpo de San Alberto. Profanáronla, entrando con sus cavallos dentro della y haziendo allí grandes abominaciones y males. Oyóse un grande ruido dentro de la arca donde estava el santo cuerpo, y siguióse luego la /(431r)/ muerte de repente en muchos de aquellos que profanavan el templo; otros quedaron degollados, y los que se libraron de la muerte quedaron enfermos con enfermedades diversas. De modo que se vido aver sido castigo del Cielo. Quedó la iglesia libre. Llegaron a ver el cuerpo del santo, y qué avía sido el ruido, y hallaron quebrada la arca dentro del sepulcro, y el cuerpo puesto de rodillas, como que pedía a Dios alguna cosa, y fue el castigo de aquellos sacrílegos.

[9] Pedro Damián Cardenal, varón santo, en un tratado que hizo de milagros particulares, escrive de Arnoldo, obispo aretino, que tomó un cáliz de oro de cierto monasterio sugeto a él. Avíale ofrecido una devota muger, y puesto maldición a quien le enajenasse del monasterio, y estava escrito en el mismo cáliz. Poco después vido un fraile siervo de Dios de aquel monasterio en sueños un lago de fuego, que despedía de sí humo de malíssimo olor. A la orilla dél andavan unos etíopes de grande estatura, y dentro dél parecían mostruos horribles, y entre ellos era visto en tormentos espantosos el obispo Arnoldo. Vido también dos de aquellos etíopes que llegavan a él, y el uno traía un cáliz de oro en sus manos, y el otro una sarten de hierro, y éste recogía de aquel licor sulfúreo, y echava en el cáliz, y el otro dava a bever del cáliz al obispo, mal de su grado. Contaron esta visión al obispo amigos suyos, por averla descubierto el fraile, y aconsejáronle que restituyesse el cáliz al monasterio. Él lo dilatava, dando muestra de no lo querer hazer. Estava un día assentado al sol, en tiempo de imbierno, y por ser muy dezidor, tenía con sus domésticos y criados sabrosa conversación. Sintió de repente un dolor en la cabeça, como si fuera golpe de espada, dio una boz, diziendo: «Muerto soy»; y de a poco espiró.

[10] Pedro, Abad Cluniacense, santo varón, en el libro segundo, capítulo primero, De | Milagros, que hizo, escrive que en una ciudad cerca de León de Francia, llamada Matisco, tenía el señorío della con título de conde un tirano, el cual, sin temor de Dios, se apoderó de las rentas de las iglesias y clérigos de su condado, y a los que se quexavan mandava desterrar. Perseveró en esto algunos días. Llegó uno en que celebrava fiesta en su palacio a personas principales de su estado. Entró por una puerta extraordinaria del palacio un grande cavallero, cuya vista atemorizó a los presentes. Llegó al conde, y con imperio le mandó se levantasse y fuesse con él. Sacóle por aquella puerta a una plaça, donde tenía un temeroso cavallo, subió en él y hízole subir a las ancas, y, subido, a vista de los que tenía en su palacio que avían salido tras él, y de otra mucha gente, el cavallo se levantó en el aire y tomó carrera velocíssima, dando el miserable conde grandes gritos, pidiendo favor. Mas ninguna cosa le valió para que no se fuesse -dize este autor- a ser vezino y morador en los Infiernos. La puerta por donde salió fue tapiada para memoria deste hecho, y porque quiso abrirla Orgerio, prepósito de Vuilyelmo, señor de aquel estado, passados algunos años, y començando a romper la pared, estando presente el Orgerio, súbito fue levantado en el aire y dexado caer en tierra, con tan mal golpe que el braço se le quebró.

[11] Gauberto Fabricio, del Orden de San Bernardo, escrive de un rey de Aragón, que quitó en Tarragona algunas possessiones de la iglesia catedral de Santa Tecla. Fue el año de 1386, y aunque los canónigos reclamaron, no huvo medio que el daño cessasse. Estava el rey en Barcelona por la Pascua de Navidad, despertó de noche dando bozes, como las pudiera dar un hombre herido mortalmente. Vinieron sus pages, y díxoles el rey:
-Llamadme presto, médicos, a mi confessor, y a los de mi consejo, que yo soy muerto, porque una hermosa donzella entró aquí y me dio /(431v)/ una bofetada que moriré della, por averme juntamente sobrevenido una fiebre mortal.
Vino el confessor, y entendió por lo que el rey dezía que la donzella era Tecla, cuyo patrimonio él avía destruido. Hizo testamento, en que mandó a su heredero que, antes de tomar la possessión de los reinos, restituyesse a la iglesia de Tarragona los daños y menoscabos que se le huviessen hecho, con lo principal. Possible fue embiar Dios un ángel, como el que mató a los assirios en tiempo del rey Ezequías, el cual con la figura de Santa Tecla tratasse al rey de aquella suerte para que restituyesse lo que tenia mal de su iglesia, y fuesse escarmiento a otros que no desheredassen las iglesias.

[12] En el Prado Espiritual de Mosco Evirato se escrive de dos ladrones que desnudaron dos cuerpos de difuntos en las cuevas donde estavan sepultados, y los mismos cuerpos asieron dellos, y el uno quedó sin ojos ciego toda la vida, el otro, porque prometió hazerse monge, siendo una donzella a la que avía robado, y tornándole sus adereços, salió libre y cumplió su voto.

[13] El Bugato Milanés, en la Historia General , escrive de Fronto, arçobispo treinta y dos de Milán, que, siendo simoníaco, y reprehendiéndole por ello un clérigo siervo de Dios, enojado contra él, dio orden como le fuessen impuestos algunos crímines y delitos falsos, por donde le mandó quemar, entregándole al braço seglar. Estando junto al fuego, pidió a Dios declarasse su inocencia, y súbitamente el fuego se movió y fue a donde estava el arçobispo. Él huyó, y el fuego tras él, y anduvo desta manera por grande parte de la ciudad, permitiéndolo Dios para que se declarasse su maldad y la inocencia del sacerdote. Al cabo, se abrió la tierra y tragó bivo al miserable simoníaco y perseguidor del inocente sacerdote.

[14] Antonio de Torquemada, en el Coloquio tercero , escrive de cierto cavallero | rico y de linage que tratava amores con una monja. Concertáronse de verse dentro de la iglesia por medio de unas llaves falsas. Fue al concierto solo de noche. Llegó a la iglesia y vídola abierta, y dentro grande claridad de hachas, y sonavan bozes como de personas que hazían oficio de algún difunto. Admiróse y llegó a ver qué sería. Mirando a todas partes halló la iglesia llena de clérigos y frailes y, en medio, unas andas, y hachas alrededor encendidas. Avía otra mucha gente, y a nadie conocía. Llegó a uno de los clérigos y preguntóle quién era el difunto, y respondióle que un cavallero, dándole su mismo nombre. Rióse él, y dixo:
-Esse cavallero yo sé que está bivo.
Tornó a dezir el clérigo:
-Engañáisos, porque él está muerto y presto le enterraremos.
El cavallero, algo confuso, llegó a otro, a quien hizo la pregunta que al primero, y recibió la misma respuesta. Quedó muy espantado, y sin aguardar más, salió de la iglesia para ir a su casa. Mas, a los primeros passos, se le pusieron a los lados dos mastines negros y muy grandes, y por más que hizo, amenazándolos con la espada, no quisieron dexarle. Entró en su casa como fuera de sí, donde a criados suyos que le esperavan y vieron tal, preguntando la causa, él lo contó todo. Y los mastines, que eran dos demonios y sólo esperavan esto, para que el castigo déste se supiesse y otros en él escarmentassen, siendo esto pretendido de Dios, que con esta limitación les dio lugar a lo que hizieron, y fue que entraron en su aposento, y sin que pudiesse ser defendido, hizieron assalto en él y le mataron. Su muerte se atribuyó a otro acidente, dado que no pocos lo entendieron, y por muchos días se trató el negocio, aunque por la autoridad del hombre, siempre con recato y entredientes.

[15] Eneas Silvio, que después fue Papa y se llamó Pío Segundo, dize que en la provincia de Estiria, en Alemaña, avía un cavallero al cual tentava grandemente el demonio para que se ahorcasse, y no /(432r)/ hallando remedio como librarse desta tentación, aconsejóle un religioso con quien lo comunicó que procurasse oír cada día Missa. Y assí lo hizo, que, recibiendo en su casa un capellán, yéndose a vivir a un lugar suyo, no faltava día de oír Missa, con lo cual se le quitó totalmente la tentación, y vivía en paz. Sucedió que en una aldea vezina se hazía cierta fiesta un domingo, y el cura del lugar vino a combidar a este capellán para que fuesse a dezir Missa a su iglesia. El capellán pidió licencia al cavallero, y él se la dio, diziendo que iría él allá a oírla. Mas por negocios que tuvo forçosos no pudo ir hasta casi al mediodía. Iva turbado, temiendo si le avía de hazer luego guerra la tentación de ahorcarse, hallando dicha la Missa. Encontróse con un labrador que venía de aquella aldea. Preguntóle si quedava Missa por dezir. Respondióle que ya los oficios eran acabados, y no avía más Missa. El cavallero maldezía su ventura y afligióse en gran manera. Viéndole assí el labrador, díxole que no se congoxasse tanto, porque si se lo pagava, él le traspassaría todo el mérito que avía ganado en la Missa que avía oído aquel día. Fue dello muy contento el cavallero, y dándole la capa que llevava, el labrador la tomó, y dixo que le renunciava y trapassava todo lo que avía en la Missa merecido. Fuese con esto consolado el cavallero al aldea, y aviendo hecho oración en la iglesia delante el Santíssimo Sacramento, bolviéndose a su casa y llegando al lugar donde avía hecho el trueco con el labrador, vídole ahorcado en un árbol, que parece fue permissión divina para que se viesse lo mucho que en oír bien una Missa se gana, y lo mucho que se pierde en perderla. Y el cavallero, buelto a su casa, perseveró toda su vida sin aquella tentación, oyendo cada día Missa, y acabó en servicio de Dios.

[16] Como los úngaros se fuessen apoderando de Alemaña, llegaron a la ciudad de Hamburg, la cual saquearon. Robaron sus iglesias, pegáronles fuego, y degolla- van | a los sacerdotes sobre los altares. Siguióse luego castigo de Dios por este sacrilegio, y fue que del fuego que ardía en las iglesias saltavan grandes centellas, que ivan a dar en las bocas de los paganos, y por huir dellas, o se dexavan caer y ahogar en el río, o se entravan por el exército de los cristianos, de los cuales eran luego muertos. Sucedió este caso año de Cristo de novecientos y treze. Dízelo Crancio, libro tercero, capítulo segundo.

[17] En Licia avía un monasterio en que residían cuarenta monjas, de las cuales cinco, estando cansadas de religión y clausura, concertaron entre sí de irse de noche y dar orden como casarse en el siglo. Vino la hora del concierto, juntáronse, y estavan tratando cómo saldrían, y queriéndolo poner por obra, dio Dios licencia a un demonio para que con unos gruessos ramales, ya descargava açotes en la una, ya en la otra, sin perdonar a alguna. Cuando ya las tuvo bien açotadas, y vino el día, el diablo se fue y las dexó. Quedaron ellas llenas de llagas y de sangre, sus carnes como amapolas, aunque muy arrepentidas del mal intento que tuvieron de dexar la religión, y davan gracias a Dios que por los açotes del cuerpo avían sido libres de los tormentos eternos de sus almas. Es del Prado Espiritual, capítulo ciento y treinta y cinco.

[18] Vivían en una ciudad dos çapateros, casados ambos, el uno tenía hijos, y el otro, no. Los dos trabajavan con igual cuidado, aunque el uno començava su trabajo al principio del día, el otro, después de aver oído Missa, siendo ordinario el oírla cada día, junto con que guardava las fiestas, lo que no hazía el otro. El uno estava rico, y el otro, pobre. El pobre pidió al rico encarecidamente que le mostrasse el camino como avía enriquecido, estando él tan pobre, pues a razón avía de ser al contrario, teniendo él hijos chicos, que son costosos, y no trabajando las fiestas, y él careciendo dellos y no guardando día de fiesta. Respondió el ri- co: /(432v)/
-Yo quiero hazer lo que dezís, con que algunos días os vais comigo en amaneciendo.
Hízolo ansí, y llevóle a la iglesia, donde los dos oían Missa, y sin más dezirle se bolvián a sus casas a trabajar. Al día tercero fue por él, y el pobre dixo:
-Si venís, señor, a llevarme a la iglesia como dos días avéis hecho, yo sé bien el camino. Si queréis enseñarme algún tesoro donde vais y os enriquecéis, iré con vos, y haréisme buena obra.
El rico respondió:
-Dígoos de verdad, hermano, que no tengo ni he hallado otro tesoro sino oír cada día Missa, como lo he hecho lo más de mi vida. Guardo las fiestas y empléolas en lo que Dios manda. Y con esto me haze su Magestad merced. Hazedlo vós, que mercedes le sobran que puede comunicaros.
Tomó este consejo el çapatero pobre, y vino a ser rico. Es del Promptuario de exemplos.

[19] Un sacerdote de Dacia, llamado Andrés, fue en compañía de otros peregrinos a Hierusalem, y llegó allá en la vigilia de la Pascua, y venido otro día, luego de mañana quisieron los que ivan con él salir de la ciudad para bolver a su tierra. El sacerdote les dixo:
-Oy es día de Pascua de Resurrección. Oigamos Missa y recibamos el Santíssimo Sacramento de la Eucaristía, y luego nos partiremos.
No les dio gusto el consejo, salieron de la ciudad, quedando el sacerdote en ella, que hizo lo que dixo, de oír Missa y comulgar. Y aviendo comido, siguió solo su camino a pie, procurando alcançar la compañía. Mas juntóse con él un hombre a cavallo, y preguntóle cómo, siendo peregrino, iva solo. Él le dio la razón, que por oír Missa y comulgar perdió la compañía. Díxole el de a cavallo:
-Sube aquí a las ancas.
No se hizo de rogar, subió, y muy presto se quedó dormido. Siendo ya tarde despertó, y mirando dónde estava, preguntóle el cavallero si conocía aquel lugar. Él, muy admirado, dixo:
-Sí conozco, que aquella es mi iglesia, y allí está mi casa, y ésta es Dacia, mi tierra.
Dezía esto con admiración y con- tento | grande. Replicó el portador:
-Bien dizes, que ansí es, y por ello da gloria a Dios, cuyo Sacramento recebiste, y en cuyo servicio peregrinaste diversas tierras, y no temiste perder tu compañía por oír Missa.
Con esto, desapareció, siendo ángel en tal figura. El sacerdote dava loores a Dios y contava la merced que le avía hecho. Y comprovóse la verdad de lo que dezía cuando, después de algunos meses, llegaron los que no quisieron aguardarle, que dezían lo mismo que él dixo. Refiérese en el Promptuario de exemplos.

[20] Alarico, rey de los godos, criado siempre en guerras, sin religión ni culto divino, como entrasse en Italia con grande exército en tiempo del emperador Honorio, traído por la maldad y perfidia del capitán Estilicón, entró por fuerça de armas la ciudad de Roma, y antes que los soldados la saqueassen, mandó con público pregón que nadie hiziesse daño a las personas y bienes de los que se oviessen recogido y amparado en el templo de los Apóstoles, dando muestra el bárbaro que se deve tener grande respecto a la religión y culto divino. Refiérelo Fulgoso, libro primero.

[21] El emperador Teodosio, siendo prohibido de San Ambrosio públicamente la entrada en el templo de Milán, si primero no satisfazía por la sangre que derramó sin culpa en Tesalónica, ciudad de Panonia, sufrió la reprehensión con grande paciencia, sin entrar en el templo, hasta que cumplió enteramente todo lo que le fue mandado que hiziesse por el santo prelado Ambrosio. Deprendan los príncipes cristianos a reverenciar a los sacerdotes y ministros del culto divino, en un emperador, assí mismo cristiano y señor del mundo, el cual, lleno de victorias, con muchas lágrimas se presentó a los pies del santo prelado Ambrosio, y le fue obediente a lo que le mandó. Dízelo Fulgoso, libro primero.

[22] Porque el culto divino fuesse reveren- ciado /(433r)/ como es razón, no solamente contra los vivos se mostraron ásperos y rigurosos algunos prelados, sino también con los muertos. Como hizo el Papa Bonifacio Octavo contra Hermano Pongilupo Ermitaño, cuyo cuerpo estava en Ferrara, y era tenido en grande veneración; después de veinte años, le mandó sacar del sepulcro y, quemado, echar sus cenizas en un río, porque descubrió que avía seguido el error de los hereges llamados Fratricellos. Y Inocencio Tercio mandó al obispo de París que hiziesse desenterrar el cuerpo de Almario, doctor parisiense, porque en vida tuvo algunos errores, de los cuales mostró retratarse, mas viendo que, después de muerto, sus discípulos tornavan a tratar dellos, hízole quemar el cuerpo. Y en Milán, siendo duque Mateo Vicecómite, fueron descubiertos Andrés Seramita y Gulielma, los cuales onze años antes avían sido cabeças de ciertos hereges, hombres y mugeres, que se juntavan de noche en un lugar oculto llamado Bariloto, y allí hazían ritos y sacrificios, siendo Gulielma el ministro, y quien los ofrecía vestida con ornamentos sacerdotales, y los demás, en traje clerical, como corona que las mugeres se raían en sus cabeças; matavan luego las luzes, y juntávanse como bestias, cada uno y cada una con quien le dava gusto. El Andrés, siendo vivo fue preso y quemado con otros de su secta, y el cuerpo de Gulielma, que estava sepultado en el monasterio de San Bernardo de Claraballe, y tenido allí en mucha reputación, fue desenterrado y quemado. Lo dicho escrivió Bugato, en su Historia Universal, y refiérelo Fulgoso, libro primero.

[23] Celebrándose la dedicación de una iglesia en la Marcha, tierra de Brabancia, ocurrió diversidad de gente, y entre los demás, un tañedor de flauta y tamboril, el cual dentro de la iglesia gastó muchas horas en tañer y cantar sones suzios y letrillas deshonestas, con que provocava a hombres y mugeres de poca edad a que, dançando y bailando, hiziessen bailes y | danças deshonestas y suzias, sin tener respecto al lugar sagrado. Acabóse la fiesta, y bolvíase el tañedor a su pueblo, haziendo lo mismo, prosiguiendo en su música detestable. Vino de repente un torvellino y, a vista de algunos pastores, vieron descendir un rayo, y que le dio en un braço. Quedó el hombre muerto, y el braço fue visto de los mismos pastores ir por el aire con la tormenta, y entendióse que era prenda que llevavan por suya los demonios. Fue pedido al cura de aquella iglesia que enterrasse en sagrado el cuerpo, y contradezíalo él, porque murió de repente, aviendo poco antes estado tan desacatado en la iglesia. Replicavan que su venida fue por regozijar la fiesta. Convencido de ruegos, enterróle en el cimiterio, mas el siguiente día hallaron el sepulcro abierto, y que faltó dél el cuerpo, presumiéndose que le llevaron diablos a donde tenían el braço. Sirva esta exemplo de temor a los que profanan lugares sagrados. Es del libro segundo De Apibus, capítulo cincuenta y seis.

[24] Aviéndosele rebelado al emperador Honorio, hijo de Teodosio y hermano de Arcadio, cierto visorrey que tenía en Africa, llamado Gildo, con algunas tierras, embió contra él a Mascezel, hermano del mismo Gildo. Éste tuvo tan buen aviso que prendió y mató al tirano, y reduxo la tierra al servicio del emperador. Sucedió que el Mascezel, ensoberveciéndose con muchas vitorias que tuvo, sacó cierto delincuente de la iglesia para justiciarle, teniendo cargo de govierno. Lo cual, sabido por Honorio, aunque dél avía sido bien servido, por sola esta ocasión tuvo modo como prenderle y, preso, le mandó matar, porque quebrantó la libertad de la iglesia. Dízelo San Antonio de Florencia, Parte Segunda, título nueve, capítulo nueve.

[25] Carlos Martel, rey de Francia, viéndose necessitado en tiempo de guerra, atrevióse a robar las iglesias, y tomava las /(433v)/ décimas de los eclesiásticos, y todo lo distribuía entre sus soldados. Murióse, y fue llevado al Infierno el cuerpo y la alma, de que huvo indicios porque, abriendo su sepulcro el obispo aurelianense, no halló en él sino una serpiente de terrible grandeza. Refiérese en las Corónicas del duque de Vabiera.

[26] Eusebio, en el libro octavo, capítulo primero, De preparatione evangelica, dize que un Teodoto, componedor de comedias, quiso hazer algunas de la Escritura Sagrada, y que cegó; mas después, llorando su pecado, cobró vista.

[27] Hugón, prefecto fanense, sacó un Viernes Santo en la noche cierto retraído de una iglesia y ahorcóle. Vino luego a que, sin estarlo, le tenían por loco. Dízelo Pedro Damián, en una carta que escrivió a Desiderio Abad, y refiérelo Surio, tomo séptimo.

[28] En la ciudad de Heliópolis de Fenicia residía un representante llamado Gayano, el cual, en sus representaciones y farsas, delante del pueblo dezía blasfemias contra la Madre de Dios. Ella se le apareció en sueños, y le dixo:
-¿Qué agravios has recebido de Mí, que me blasfemas en presencia de tanta gente?
No se enmendó el mal hombre por esto, aunque fueron tres vezes las que se le apareció en sueños la Sagrada Virgen, y le amonestava que cessasse de blasfemar della, en perjuizio notable de su alma; antes, con mayor menosprecio y desvergÜença proseguía en sus blasfemias. Sucedió que, estando durmiendo después de comer cierto día, llegó a él esta Señora, y sin dezirle cosa alguna, tocóle con un dedo las manos y pies. Despertó Gayano, y vídose cortado los pies y las manos, y desta manera vivió el miserable algunos años, en angustia y lágrimas, confessando públicamente su pecado, y que avía sido castigado con misericordia, siendo tan grave y aviendo estado en él tan pertinaz. Refierese en el Prado Espiritual, capítulo cuarenta y siete. |

[29] En tiempo del emperador Mauricio vino un exército de sarracenos, trayendo por cabeça a Namanes, y destruía las tierras de los católicos. Donde sucedió que un abad llamado Nicolao vido cerca de Arón que tres paganos avían prendido un moço hermosíssimo, de edad de veinte años, el cual, viendo al monge, començó a llorar, y él se enterneció sobremanera de ver sus lágrimas y de que le rogava le librasse de aquel captiverio. Llegó el abad a los sarracenos y pidióles con grande instancia que dexassen libre aquel moço. Respondió uno dellos en lenguage griego que no tenían voluntad de dexarle. Replicó el monge:
-Llevadme a mí por él, que es flaco y no podrá sufrir el trabajo del captiverio.
-Ni aun esso queremos hazer -dixo el soldado.
Añadió el monge:
-Pues dádmele y daros he el precio que quisiéredes por él.
Respondió el pagano:
-No le podemos dar, porque prometimos al sacerdote de nuestros ídolos que si captivássemos algún hombre de buen parecer y hermoso se le llevaríamos para que se le ofreciesse en sacrificio. Por tanto, déxanos de importunar y vete de aquí. Donde si no lo hizieres, quitarte he la cabeça de sobre los ombros.
Oyendo esto, el abad Nicolao derribóse en tierra y hizo oración, diziendo:
-Cristo, Salvador Mío, salva a este tu siervo y líbrale del trabajo en que está.
En diziendo esto, los tres sarracenos, apoderándose dellos el demonio, pusieron mano a las espadas, y como furiosos, hiriéndose unos a otros, se mataron, y el abad llevó al captivo a su celda. De cuya compañía él no quiso apartarse, sino que, vestido el hábito de monge, y haziendo vida admirable, perseveró siete años, y al cabo dellos murió en el Señor; el cual era de la ciudad de Tiro. Es del Prado Espiritual, capítulo ciento y cincuenta y seis.

[30] En la villa de Kallo, en Saxonia, noche de Navidad, diez y ocho hombres y quinze mugeres estavan bailando a la puerta /(434r)/ de una iglesia, y no dexavan dezir Missa a un clérigo con la grita y ruido que tenían. Embióles a rogar que lo dexasssen; no quisieron oírle. Rogó a Dios que se estuviessen bailando todo un año, y oyóle. Y assí fue que por todo el año no dexaron la dança, sin entender en otra cosa, hasta que vino Horeberto, arçobispo de Colonia, que les echó su bendición, y dexaron de bailar. Murieron luego tres mugeres; otros estuvieron durmiendo sin despertar tres días y tres noches; otros quedaron con temblor de cuerpo por toda la vida; otros bivieron en grande penitencia. Fue en tiempo del Papa Benedicto Octavo, y refiérelo en su Vida el autor de la Historia Pontifical, y es de San Antonio de Florencia en la Segunda Parte Historial, y dize que fue en tiempo del emperador Enrico Segundo.

[31] Excomulgó el Papa Gregorio Nono a cierto hombre rico, el cual no hizo caso de la excomunión. Criavan sobre su casa cigüeñas, las cuales, el día que le notificaron la excomunión se fueron de allí a otra parte. Consideró esto aquel hombre, y consideráronlo otros amigos suyos, y, entendiendo la causa, por persuasión de los amigos el excomulgado obedeció y fue absuelto, y el mismo día bolvieron las cigüeñas a nidificar sobre su casa. Refiérese en el Promptuario de exemplos.

[32] En la villa de Valladolid, que es en el reino de Castilla en España, hizo cierto hombre un hurto de un jarro de plata. Andávanle rastreando y cerca de prenderle. Passó por junto a la iglesia de la Madalena, y vido allí un grande álamo, que estava hueco en el tronco por una parte. Puso allí el jarro de plata, y sobre él algunas piedras y tierra, con intento de que no le hallando con el hurto en las manos le dexarían, y él tornaría por su jarro. Y no fue assí; antes, sin tener lugar para sacar el jarro, él se huyó o se murió, porque no se supo más dél. Vino el | negocio a que el señor del jarro de plata sacó cartas de excomunión contra quien le robó y tenía en su poder. Publicó las cartas, y passó el término señalado en ellas. ¡Oh, cosa maravillosa, que el álamo perdió su color y frescura, tornándose amarillo, y se le cayó la hoja sin tiempo! Querían ya cortarle por tenerle por cosa seca y inútil los vezinos, mas sucedió que unos niños se entraron a esconder en el hueco del tronco del árbol, haziendo juegos convenientes a su edad, y quitando algunas piedras pareció el jarro, y vino a noticia de su dueño, que le cobró y quitó la carta de excomunión. Lo cual hecho, el árbol de repente reverdeció, y yo mismo le vi verde y muy hermoso después deste acaecimiento, por el año de mil y quinientos y ochenta y ocho. Y en boz de los vezinos de aquel barrio sucedió lo dicho, como se ha escrito y declarado.

[33] A un eclesiástico descuidado en la vida cristiana se le apareció Jesucristo en una Cruz, y le dixo:
-¡Oh, hombre desagradecido! ¿Por qué no consideras lo que por ti padecí? ¿Por qué estimas en más y antepones el ornato y gala de tu cabeça a mi corona de espinas, tus vestidos curiosos y costosos a mi desnudez, tus músicas y razones vanas y descompuestas a mis sospiros y gemidos, tu ceñidor de seda a la llaga de mi costado, tus guantes de olor y calçado de seda a las heridas de mis pies y manos, tus risas desordenadas y lascivas a mis lamentos y lágrimas? Conviene que, dándote a deleites y contentos ilícitos, contrarios a la disciplina y religión cristiana, que lo pagues con eterna muerte.
Lo dicho se refiere en el Promptuario de exemplos.

[34] Un religioso novicio tentado de deshonestidad andava por dexar el hábito y irse del monasterio para cumplir su mal intento. Tomó el demonio figura humana de mancebo mundano y, llegándose a él, díxole:
-Entiendo poco más a me- nos /(434v)/ tu desseo. Quiero tu amistad, y como amigo darte contento. Sabe que cerca de aquí, entre unos çarçales y arboledas están ciertas mugeres mundanas. Podrás seguramente entretenerte con una dellas.
Oyendo esto el tentado, no aguardó más, sino, mostrando agradecérselo, y que en otra ocasión se lo pagaría, dixo que se adelantasse, que él le seguiría. El demonio iva adelante y el novicio le seguía. Avía ya entrado en la silva y arboleda, cuando se le puso delante Jesucristo en trage de religioso anciano del mismo convento, y preguntóle:
-¿Dónde vas, hijo?
Respondió el novicio:
-Vós no sois mi padre, ni maestro que os va en saber dónde voy.
El religioso le dixo:
-Ciertamente que tú eres mi hijo.
Indignóse el otro y, con boz alta, dixo:
-Dexadme, no me seáis molesto, que vós no sois mi padre, que pueda estorvarme el camino.
El religioso apartó el hábito y mostróle las manos y el costado sangriento con las llagas, como lo está en crucifixo, y díxole:
-Aora creerás que soy tu padre.
Derribóse el novicio en tierra, con dolor y quebranto grande de su culpa, diziendo:
-Dios mío y Señor mío.
Cristo replicó:
-Ve y confiessa tu pecado, y sabe que el que te guiava al çarçal era el demonio, y te llevava a donde quisiera quitarte la vida.
Bolvió el novicio al monasterio, aviéndosele desaparecido el Señor, y vido al demonio que bolvía en su seguimiento, y traía tal passo que le alcançó presto; mas llegando a él, desconocióle, y passava adelante, diziendo:
-Ciertamente éste no es, porque todo era mío, y poder llevava para le matar entrando en el çarçal.
Entendió el novicio la misericordia que Dios usó con él, entró en el monasterio y confessó su pecado, y bivió en adelante con más recato. Es del Promptuario de exemplos.

[35] Entró monge un moço que en el siglo bivía regaladamente, y passado el ferbor con que recibió el hábito, hazíasele dificultosa aquella vida. El pan era ne- gro | y duro, el vino, avinagrado, los ayunos, las vigilias, la obediencia; todo le era dificultoso. Fue a su prelado a que le diesse licencia para irse, significándole que no podía sufrir la vida de religioso. Díxole el prelado:
-Mirad, hijo, que es tentación del demonio. Pedid a Dios que, como a otros da fuerças para llevar esta vida, os las dé a vos. Poned los ojos en que es camino de la Vida Eterna.
Con estas razones, y otras que le dixo, se entretuvo algunos días, mas, ya agonizando con la religión, de hecho pidió su vestido de seglar, y se bolvía al siglo. No se avía apartado mucho del monasterio cuando vido que le seguía otro mancebo, el cual era Jesucristo en aquella efigie y figura. Dezíale que le esperasse, llamándole por su proprio nombre, y que se irían juntos. El otro, amohinado de que le nombrasse y siguiesse, corría más por apartarse dél. Seguíale Cristo, llamándole siempre, hasta que, convencido de su porfía, le esperó. Preguntóle el Señor dónde iva, y respondió:
-Y a vos, ¿qué os importa saberlo? Voy donde me conviene, como hazéis vos y hazen todos los que caminan.
Mas porfió tanto el Redemptor que le declaró la verdad, cómo dexava la religión y se iva al siglo. Levantó el Señor su vestido, y mostróle la herida de su costado, derramando sangre, y díxole:
-Buelve al monasterio, y cuando vieres el pan denegrido y duro, y todas las demás asperezas, llégalas a mi costado y báñalas en mi sangre, y hazérsete han dulces y sabrosas.
Desapareció Cristo, y el moço bolvió a la religión, donde bivió santamente. Y por esto dize San Gregorio que si la Passión de Cristo se trae a la memoria, ninguna cosa se nos hará grave y difícil. Lo dicho es del Promptuario de exemplos.

[36] A un enfermo y siervo de Dios que estava peligroso, tratando de darle la Unción, oyéndolo él, dixo:
-No se trate de dármela, porque a todos los que se la dan, /(435r)/ luego mueren.
Esto dixo, no porque tuviesse en poco el Sacramento de la Unción, sino por temor de que se moriría luego, y con lo que quiso estorvar la muerte, la halló, porque se murió luego. Y al tiempo que le amortajavan, siendo voluntad de Dios, bolvió el espíritu al cuerpo, abrió los ojos y habló estas palabras:
-Porque fui negligente en recebir el Sacramento de la Unción, la justicia divina me ha señalado cien años de Purgatorio, si no soy favorecido con sufragios y oraciones de mis deudos y conocidos, y si recibiera la Unción sanara desta enfermedad.
Con esto, quedó muerto. Y lo dicho es del Promptuario de exemplos.

[37] Passava un rústico con una vaca y un becerrillo por la falda de un monte, riberas del mar en Apulia, donde está un templo de San Miguel, al cual ocurren peregrinos de diversas partes, y en sus trabajos y necessidades se encomiendan al santo Arcángel. Vídose el rústico en peligro en este camino de que el mar con tormenta levantava las olas y llegava cerca dél poniéndole en peligro de muerte. Oyéronle otros que hazían aquel mismo viaje que, llegando una grande ola, el rústico dixo:
-¡Oh señor San Miguel, libradme deste peligro, que yo os daré la vaca y el becerrillo!
Cessó la ola, y quedó libre el villano y, viéndose libre, dixo:
-Por cierto, señor San Miguel, que no os tengo yo de por tan poco entendimiento que creyéssedes que os avía de dar la vaca ni el becerrillo.
Vino otra ola y, viéndose en el mismo peligro, tornó a dezir:
-¡Ea, señor San Miguel, que ya quiero dar becerrillo y vaca! Yo os prometo de lo ofrecer en vuestra iglesia.
Cessó la ola, y tornó el sayagués a dezir:
-Que no creo yo, San Miguel, que vós penséis que de veras os ofrezco vaca y becerro.
Dicho esto, vino otra ola, que arrebató becerro, vaca y villano, y los ahogó a todos, y fue castigo porque nadie burle de los santos. Es del Promptuario. |

[38] Geroncio, abad del monesterio de Eutimio, iva con otros dos monges por un monte cerca del Mar Muerto, que es en Palestina, y vieron de lexos un anacoreta y religioso que caminava cerca del mar. Saliéronle al camino ciertos sarracenos ladrones, y el uno dellos, poniendo mano a su espada, le cortó la cabeça. Geroncio y los que ivan con él, vista la muerte del anacoreta, derramaron lágrimas, con pena grande que tuvieron por aquella maldad; mas vieron luego que baxó de lo alto una ave estraña y de gran cuerpo, que arrebató en sus uñas al sarraceno y, levantado en alto, dexóle caer, quedando de la caída despedaçado y muerto. Es del Prado Espiritual, capítulo 21.

[39] Contra la voluntad de sus padres se entró en religión una donzella en la ciudad de Espoleto en Italia, y aunque era grande su patrimonio, fue poco lo que la asignaron para su dote. Esta entrada agradó tanto a Nuestro Señor que, estando presente Eleuterio Abad, y viniendo allí un rústico endemoniado furioso, la santa monja mandó al demonio que saliesse y le dexasse. El demonio habló por la boca del rústico, y dixo:
-Si de aquí salgo, ¿dónde entraré?
Andava allí cerca un puerco pequeño pariendo.
-Entra en aquel puerco -dixo la religiosa.
El demonio salió del rústico y entró en el puerco, al cual mató luego y se fue. Tanto agradó a Dios el dexar el mundo y entrar en religión. Escrive esto San Gregorio, libro tercero de los Diálogos, capítulo 21.

[40] Avía entrado monja en un monasterio que estava fuera de poblado una donzella de edad de dos años, cuya simplicidad era tan grande que, saltando por una pared dentro del encerramiento una cabra, no aviendo visto otra en su vida, preguntó qué cosa era aquella, y otra monja para provarla le dixo que era muger seglar, y que cuando eran viejas les nacían cuernos y barbas. Ella quedó muy con- tenta /(435v)/ por saber esto de nuevo. Su vida fue de modo que en su muerte se hallaron presentes Cristo con su Sagrada Madre y muchos santos, a los cuales ella conocía bien, y nombrava por sus nombres, y fue a gozar de sus buenas obras en su compañia. Refiérese en el Promptuario de exemplos.

[41] En cierto monasterio del Orden de Cistel en Alemania estava un monge enfermo en la enfermería. Sintióse congoxado por apretarle mucho una aguda fiebre, y para tomar algún alivio quitóse la capilla y el hábito. Oyóse luego un ruido tan grande y espantoso que parecía caerse la enfermería. Estava a esta sazón orando un monje del mismo convento, al cual se apareció el demonio, y dixo:
-Por indignación grande que tengo contra ti he hecho este ruido, y es la causa que con tu oración me has impedido que no me apodere de un monge que se desnudó el hábito de tu orden en la enfermería y le atormente.
Oyendo esto el religioso, fue con passo acelerado el enfermo, reprehendióle y hízole que luego se tornasse a vestir el hábito, y le pesasse de lo hecho. El cual, de la misma enfermedad, muy devoto, aviendo recebido los Sacramentos, murió. Es del libro segundo De Apibus, capítulo séptimo.

[42] Yolanda, hija del Conde de Viena, nieta de un emperador de Roma y sobrina de otro de Constantinopla, y hermana del Príncipe de Acaya, por un sermón que oyó a fray Ubaltero, del Orden de Predicadores, dio de mano a cuanto el mundo le ofrecía, y persuadiendo a su madre que fuessen a cierto monasterio del mismo Orden, llamado Llegudasalla, como la madre se entretuviesse con la gente que la acompañava en ver la iglesia, estando la hija de concierto, se entró con las monjas en el capítulo, y hizo voto de religión en manos de la prelada, y se vistió el hábito, començando ella a cantar un responsorio que dize: Regnum mundi contempsi, &c . Oyó la madre la música, preguntó la causa y, sabido, estuvo en punto de perder el juizio de pena. Trabava del Cielo con sus manos, dezía palabras de mucho desconsuelo, y rematóse el negocio que, arrebatada de passión, ayudándose de la gente que la acompañava, por fuerça sacó la hija del convento y llevóla a su casa, encerrándola en un aposento de su alcáçar de Viena, y poniéndole guardas. Estando allí la santa monja, no pudo acabarse con ella que comiesse sino lo que estando en su convento comiera, y porque le quitaron sus hábitos por fuerça, no siendo honesto tener su cuerpo desnudo, se puso un vestido de color contra su voluntad, porque en todo lo demás guardava su religión precisamente. Fue allí combatida de obispos, abades, frailes y monjas por tres años, o que dexasse su intento y se casasse, pues era tanto de estimar su linage y decendencia, con que Dios sería servido, o ya que no podían traerla a esto, que entrasse en otra religión de menos aspereza, y nada se pudo acabar con ella, hasta que, cansados sus padres, visto que su intento era firme, diéronle lugar a que permaneciesse en aquel estado y orden santo, donde bivió vida admirable y acabó santamente. Es del libro segundo De Apibus, capítulo veinte y nueve.

[43] En una Congregación de canónigos reglares del reino de Francia, estando cantando Completas en cierta solemnidad y fiesta, al tiempo del dezir: In manus tuas, Domine, commendo spiritum meum , todos procuravan mostrar su boz y mejorarse con contrapuntos, de modo que era mucho de oír la música tan concertada. Callaron todos al tiempo de dezir el Credo, como se dize en silencio, y oyóse una boz del Cielo que dixo:
-No ha sido oído sino el ronco.
Espantáronse todos, y luego echaron de ver que se dezía por uno que estava al rincón despreciado, que tenía la boz triste y desentonada, el cual era de muy santa vida. Es del /(436r)/ libro segundo De Apibus, capítulo 40.

[44] En el convento de monjas de Argensolio, tañendo a maitines, sola la abadessa fue al coro, porque a las religiosas tenía el demonio con un engañoso sueño trascordadas, de modo que ninguna se levantó. Oyó la abadessa al demonio, que dava grandes risadas burlando della, porque no tenía quien le ayudasse a dezir los maitines. Llamó a algunas por sus nombres, y por oración que hizo oyeron lo que la abadessa avía oído al demonio. Tornándolo a repetir, y contándolo unas a otras, quedaron todas mal contentas, por ver que el maldito se burlava dellas. La abadessa las penitenció en el capítulo, por donde el demonio, avergonçado, no usó con ellas en adelante semejantes burlas. En otro monasterio de monges, siendo uno muy tentado de sueño, porque luego que se assentava en el coro en su silla y se començava el canto se dormía, vido éste una noche en sueños al demonio, que con una escudilla de pez derretida andava dando a bever a los frailes, y en beviendo quedavan dormidos. Llegó a él, y poniéndole a la boca la pez, quemándole, huyó la cabeça atrás reciamente, y diose en la silla una mala calabaçada. Despertó y vídose herido, y fuele ocasión para que en adelante estuviesse alerto a los maitines. Refiérese en el libro segundo De Apibus, capítulo cuarenta.

[45] Religiosíssimo se mostró el emperador Constantino Magno, cuando, juntándose el Concilio Niceno por orden del Papa San Silvestre, hallándose presente en él el mismo emperador, como le cargassen de cédulas los obispos que assistían a él, en que formavan quexas unos de otros, juntándolas todas sin leer una y a vista del concilio las quemó, diziendo:
-Vosotros, padres míos, me avéis de regir a mí, y yo tengo de obedeceros. De vuestros pleitos y diferencias Dios tiene el cargo, como vuestro superior. Aora entendamos en lo que conviene al bien y utilidad de su iglesia, a que nos avemos juntado.
Haze con lo mismo del zelo a la religión deste grande emperador las | muchas iglesias que edificó y enriqueció; el dexar al Romano Pontífice su casa y silla que tenía como emperador en Roma, y de que tanto otros emperadores se avían preciado, dándolo libremente a San Silvestre Papa y a sus sucessores; la honra que hizo a la Santíssima Cruz, vedando que no fuesse más instrumento de muerte de malhechores, sino señal y vandera de emperadores y reyes; el estimar en tanto los clavos con que Cristo, Nuestro Redemptor, fue enclavado en la Cruz, embiándoselos de Jerusalem su piadosa y devota madre, la reina Helena, siendo hallados por ella al tercero día en que halló la Santa Cruz, como dize San Isidoro, rezando de su invención su Breviario. De los cuales, uno puso por cimera en su cavallo, usando dél cuando entrava en alguna peligrosa batalla, o, como dize San Ambrosio, sobre su real corona. Lo dicho se refiere en la Vida del mismo Constantino.

[46] El emperador Heraclio también tuvo zelo un tiempo a la religión, pues saliendo a pelear con Cosdroes, rey de Persia, no aviendo aceptado el bárbaro algunas condiciones de paz que él le ofrecía bien a su provecho y honra, por parecer que le tenía vencido y rendido, ocurrió Heraclio al divino favor, pidiendo a Dios bolviesse por su causa contra aquel sobervio rey. Empleóse él y sus gentes en oraciones y ayunos, salió de Constantinopla el día de Pascua, llevando en las manos una imagen de la Madre de Dios muy devota, y por este medio alcançó vitoria de sus enemigos, recobró tierras del imperio que le tenía ganadas, y el madero de la Santa Cruz en que Cristo murió, que le tenía robado en Persia, y bolvióle al lugar propio y ciudad santa de Jerusalem, de donde el tirano la avía llevado. Refiérese lo dicho en la Historia de la Exaltación de la Cruz.

[47] Luitprando, rey de los longobardos, mostróse religioso en que, aviendo edificado iglesias y monasterios, dotándolos magníficamente, passando de Africa a la isla de Sardinia, hallando allí el cuerpo del beatíssimo doctor San Agustín, /(436v)/ le trasladó a Pavia, donde tenía la silla y assiento de su reino. Y afírmase que el mismo rey acompañó desde Génova el santo cuerpo, caminando a pie hasta ponerle en el monasterio de su orden de aquella ciudad de Pavia. Refiérelo Fulgoso, libro primero.

[48] Julio Filipo, primer emperador cristiano, aviendo muerto mal a Gordiano, hombre principal, privóle de la Sagrada Comunión San Fabián Papa, vedándole la entrada en la iglesia a él y a todos los que fueron con él en aquella muerte, si no la satisfacían con pública y verdadera penitencia. Obedeció al Pontífice y hizo cuanto por él le fue mandado, sin parecerle que desautorizava la dignidad imperial, ofreciéndose caso en que convenía se procediesse assí para honra y autoridad de la religión. Refiérelo Fulgoso, libro primero.
[49] De Teodosio Emperador, también es notorio su zelo a la religión. El cual, estando en Milán, vedóle San Ambrosio, que era arçobispo en aquella ciudad, la entrada en la iglesia hasta que satisficiesse y hiziesse pública penitencia por aver derramado mucha sangre en Tesalónica, sin proceder jurídicamente; porque, aviéndole muerto en aquella ciudad con tropel y furia popular un corregidor, mandó él a su exército que entrasse por ella, y de la misma forma, con tropel y grita de bárbaros, matassen cuantos se les pusiessen delante, hombres y mugeres, viejos y niños, llegando el número de los muertos a siete mil. Por esto le excomulgó San Ambrosio, y vedó la entrada en la iglesia hasta que satisfizo conforme al orden que por él le fue dado, el cual guardó, y con mucha humildad cumplió. Refiérese en la Vida de San Ambrosio.

[50] Grande menospreciador de la religión fue Juliano Apóstata. Era cristiano, y ordenado de diácono. Dexólo todo y hízose gentil idólatra. Persiguió a los | cristianos, matando y atormentando, o quitando honras, dignidades y haziendas a muchos, y con el mismo Cristo, Dios Nuestro, traía sus enojos y pleitos. Sucedió que en una batalla que dio a los persas fue herido de una lança sin dueño que vino por el aire, y viéndose que moría, hinchió su mano de la sangre que corría dél, y arrojándola en alto contra el Cielo, dixo:
-Vencido me has, Galileo (que este nombre dava a Cristo).
Y en dezir semejante palabra dio muestra que moría por menospreciador de la religión. Refiérese en la Vida de San Basilio.

[51] Valente, emperador ariano, fue sacrílego en ser medio como los godos recibiessen con el nombre de cristianos la heregía de Ario, pues pidiendo con buen intento maestros que los enseñassen en la Fe santa, él les embió hereges que los pervirtieron en la heregía de Ario. Mas pagósela con lo que ellos pudieron ser pagados, que fue con su vida. Avíanle ganado los mismos godos a Antioquía; salió huyendo della, entróse en una casa pajiza del campo para esconderse y librarse de los que ivan en su seguimiento, mas allí fue quemado, que es propria muerte de herege. Refiérelo Fulgoso, libro primero.

[52] El abad Juan Anacoreta, ya viejo bivía en una cueva cerca del lugar llamado Socho, que distava de Jerusalem viente millas, y tenía consigo una imagen de la Madre de Dios, en cuyos braços estava su Sacratíssimo Hijo y Salvador Nuestro. Acostumbrava ir a algunas romerías a Jerusalem a adorar la Cruz Santa donde se obró nuestro remedio, o al monte Sinaí a orar. Ya iva a Efeso a visitar el sepulcro de San Juan Evangelista, donde entró vivo, aunque dél no se halla allí alguna cosa, ya a Euchaita, donde está el cuerpo del santo mártir Teodoro, ya a Seleucia de Isauria, a reverenciar el de Santa Tecla. Siempre que iva a hazer semejantes romerías, acendía una vela y /(437r)/ poníala delante de la imagen de la Virgen, y hazía oración, diziendo: «Santa y Señora Mía, Madre de Dios, porque tengo de ir camino largo y detenerme algunos días, tenednos, Señora, cuidado desta vela, que no se apague, porque yo confiado en vuestro favor hago el viaje». Dicho esto, salía de su celda, cerrava la puerta y iva su camino, en el cual se detenía algunas vezes un mes, otras, dos, y aun llegava al quinto y sexto mes; a la buelta hallava encendida la vela y sin echarse de ver lo que se avía gastado. Este milagro hazía Dios por respeto de aquella santa imagen de su Sagrada Madre. En un viaje déstos que hazía el santo abad Juan, llegó a un camino muy estrecho, estando de la una y otra parte muchas çarças, de las que ponen los labradores para guardar sus heredades, y vido venir de la otra parte un fiero león. No quiso bolver atrás. Antes, llegando a encontrarse, como el uno sólo pudiesse passar, enpinóse el león a un lado, recogiéndose cuanto pudo, y assí dio más lugar al santo viejo para que passasse y, aviendo pasado, siguieron ambos su camino. Es del Prado Espiritual, capítulo ciento y ochenta, y ciento y ochenta y dos.

[53] En el año de mil y trecientos y cinco, fue electo Sumo Pontífice Clemente Quinto, el cual passó a la ciudad de Aviñón, en Francia, la corte romana, en cuyo tiempo, y a instancia del rey Filipe, fueron muertos los Templarios. Dízese que les vino este trabajo por dos cavalleros de su mismo orden, que, teniéndolos el maestre para justiciar por delitos que avían cometido, ellos depusieron dél y de todo el orden grandes crímines y excessos, por donde fueron condenados a muerte. El maestre Jacobo, con otros principales, estando en León de Francia para ser justiciados públicamente, confessaron que morían | sin culpa, y recibieron las muertes con grande paciencia. Otros dos cavalleros, llevándolos a matar y passando por donde estavan el Papa y el rey de Francia, los citaron para que pareciessen delante de Dios a dar cuenta de sus muertes dentro de un año, y ambos murieron, el Papa al cabo de un año, y el rey, desde a poco. Las haziendas déstos por la mayor parte quedaron a los cavalleros de San Juan de Malta. Acerca de aver sido estinguido este Orden de los Templarios, y de las muertes de sus cavalleros, han escrito diversos autores. Yo no tengo que dezir, visto lo que dize dellos un concilio celebrado en Francia en tiempo del mismo Papa Clemente Quinto, al cual me remito.

[55] León Cuarto, emperador de Constantinopla, tomó una corona de oro del templo de Santa Sofía que avía dado el emperador Mauricio, y entre otras piedras tenía un carbunclo de valor grandíssimo. Púsola en su cabeça, y fue herido luego de un carbunclo, apostema pestilencial, con que miserablemente murió. Dízelo Blondo, Década Segunda, libro primero, y Platina, con otros autores graves. Y afirman que fue castigo del Cielo por el desacato que hizo en tomar y querer servirse de corona ofrecida al culto divino.

[56] En la Vida de San Barbaciano, escrita por Hierónimo Rubeo, referida por /(437v)/ Surio en el tomo séptimo, se dize que Galla Plácida, madre del emperador Valentiniano, estando en Rávena de assiento, quiso edificar un templo de San Juan Evangelista, por aver sido libre de cierta tempestad del mar por medio suyo. Edificóle, y muy sumptuoso, y en él hizo pintar una figura de Dios Nuestro Señor, con grande magestad. Tenía un libro en la mano, y dávasele a San Juan, que estava pintado más abaxo. El libro tenía un título: Juan Evangelista. De otra parte estava pintado un estendido mar, y en él, dos navíos en peligro de anegarse por tormenta. En el uno parecía San Juan Evangelista, que dava favor a la emperatriz. También avía otras pinturas en que parecían algunos de los misterios que escrive en el Apocalipsi. El altar deste templo era de plata, avía en él grandes riquezas, en todo estava perfecto y acabado, cuanto a la fábrica y hechura dél. Solamente faltava alguna reliquia del Apóstol y Evangelista San Juan para cumplir con la costumbre de los concilios y santos de aquel tiempo, que era poner siempre reliquias en el altar de cualquiera iglesia o templo del santo en cuyo nombre se dedicava. Esto afligía el ánimo de la emperatriz Galla Plácida. Inquiría si en alguna parte del mundo se hallasse reliquia del Evangelista San Juan, para traerla a su templo, y a la diligencia de buscarla añadía ayunos y vigilias, para que Dios se la revelasse. Y porque le pareció que eran necessarios más méritos que los suyos, embió a llamar de Roma a Barbaciano, varón santo. Venido a Rávena, y dádole parte de su desseo, él la aconsejó que con sus donzellas y otra honesta compañía tuviesse vigilia en el mismo templo edificado por ella, y que él se hallaría presente. Lo cual se hizo por tres noches continuas, y en la última, después de aver gastado parte della en oración, la emperatriz y los que la acompañavan se adurmieron. Barbaciano estava tam- bién | medio dormido cuando vido un venerable viejo con vestiduras blancas y mitra de Pontífice, cuyo rostro era hermosíssimo, y salía dél grande claridad, el cual andava con un incensario incensando el templo por todas partes. Despertó del todo Barbaciano, muy admirado de ver semejante visión, y levantándose con passos sossegados, fue a la emperatriz y, despertándola, mostróle al Santo Evangelista, y díxole:
-¿Ves, señora, allí al que dedicaste el templo?
La emperatriz Plácida, commovida de un fervor de religión y santo, con passo acelerado fue al Evangelista sagrado, que llegava ya junto al altar mayor, derribóse a sus pies y assióle dellos. El glorioso Apóstol se fue de su presencia, y dexóla en sus manos el sandalio, que es el calçado pontifical del pie derecho. Quedó la devota señora muy contenta por aver conseguido el fin de su desseo y, venido el día, no sin derramar lágrimas de devoción y alegría, contó a su hijo Plácido Valentiniano y a mucha otra gente lo que avía sucedido, y assí se celebró la dedicación de aquel templo, el tercero día antes del fin de febrero.

[57] Zelo tuvo a la religión cristiana San Luis, rey de Francia, cuando hizo un copioso exército con que passó a defender lo que se iva perdiendo de la Tierra Santa, que antes con el mismo zelo avía ganado Gudufre de Bullón; donde el cristianíssimo rey Luis padeció grandes infurtunios, hasta ser preso y rescatado, rescatando él assí mismo grandes millares de cristianos que estavan captivos entre aquella gente infiel y bárbara. Y no cansado con esto, buelto en su reino, de nuevo levantó exército para tornar a aquella santa expedición. Y llegando a Africa y teniendo cercada a Túnez, murió herido de peste con un hijo suyo y mucha otra gente. Refiérelo Fulgoso, libro primero. /(438r)/

[58] También fue zelo de la religión el obedecer a los mandatos de la iglesia, como obedeció Luis Séptimo, rey de Francia, hijo de Luis Sexto, llamado «el Gruesso», el cual, estando casado con Heleonora, duquesa de Guiana, y teniendo della dos hijas, hallándose que eran parientes, y no queriendo dispensar con ellos el Papa, se apartaron. Heleonora, llevando consigo el ducado de Guiana, casó con Enrique, a la sazón Duque de Normandía, y después rey de Inglaterra, Tercero de aquel nombre, y Luis casó con doña Constança, hija del rey de Castilla. Y por lo mismo de ser parientes en tercero grado dexó don Alonso, rey de León, a doña Teresa, hija del rey de Portugal, y a doña Berenguela, hija del Conde de Barcelona, con las cuales ambas se avía casado, una después de otra, y por lo mismo de no querer dispensar con él el Papa, se apartaron, como parece en las Corónicas de España.

[59] Don Ramiro, por falta de heredero en Aragón, fue sacado de su monasterio y hecho rey. También le dieron muger, y della tuvo una hija llamada doña Urraca, y visto que dexava quien heredasse el reino, con zelo de religión bolvió a su monasterio, sin que pudiesse estorvárselo amor de muger ni de reino. Y Bermudo el Primero, teniendo dos hijos, acordándose que era ordenado de diácono primero que se casasse, dexó la muger, y nombrando rey a un su sobrino, tomó el hábito de monge, zelando assí mismo la religión. Refiérese en las Corónicas de España.

[60] Traían entre sí cruda guerra, en tiempo de Felipe, Adeodato, rey de Francia, y los condes de Roan y de San Egidio, sin que bastasse toda Francia a ponellos en paz. Tomó el negocio a su cargo un hombre pobre, llamado Durante Podiense, el cual, con una imagen de Nuestra Señora pintada en un pergamino que tenía alrededor un letrero y dezía: Agnus Dei, dona no- bis | pacem , afirmando que Dios se la avía dado, fue medio para que los discordantes tuviessen paz, y fue zelo que los movió a la religión. Dízelo Fulgoso, libro primero.

[61] En la Vida de Austregisilo, obispo vituricense , referida por Surio, tomo tercero, se dize que un molinero llamado Monulfo quiso picar la muela de su molino en domingo, y ordenó Dios que se le aferrasse el instrumento a la mano, sin que fuesse possible quitársele. Salíale sangre de entre los dedos, y podrecíasele la mano, dando malíssimo olor. Vídose que era castigo de Dios para escarmentar a otros que en cosas de más momento quebrantan las fiestas. Fue llevado al obispo Austregisilo, hizo oración por él, y luego con facilidad le quitó de la mano aquel instrumento de hierro, y quedó sano. En la misma Vida se dize que siendo muerto Austregisilo, hizo Dios por él grandes milargros, y particularmente defendió su iglesia y ciudad de tiranos y vexaciones, porque, viniendo de parte del rey Teodorico un su privado llamado Guarnerio a pedir ciertos tributos y subsidios para la guerra a la ciudad vituricense, siendo vivo el santo varón Austregisilo, y resistiéndole con causas bastantes y justas, bolvió siendo muerto, y por fuerça cobró aquel dinero. Y aviéndolo cobrado, entró en la iglesia donde estava sepultado el siervo de Dios, que era un monasterio fuera de la ciudad, y visto que su sepulcro le tenía adornado de oro y plata la devocion de los fieles, dixo con grande arrogancia:
-Bien fuera que Austregisilo dexara por herederos a los pobres de su hazienda, pues la avía adquirido por la iglesia, y no mandara que cubrieran su sepulcro de oro y plata como está.
Dixo esto, no porque tuviesse cuidado de los pobres, sino como Judas bolvía por ellos, siendo codicioso. No se avía apartado bien de allí, cuando cayó un madero de lo alto, y dándole en la cabeça, le hizo rebentar sangre, dexándole el rostro y barba /(438v)/ bañado en ella, y cayendo en tierra con grande abundancia. Viéndose herido Guarnerio, le dixo en alta voz con grande enojo:
-Austregisilo en vida se me mostró enemigo, y en muerte quiere matarme.
No fue parte esto para que pidiesse perdón al siervo de Dios y cessasse su tiranía, afligiendo los pobres con su cobrança de los tributos injustos, y assí le castigó Dios con muerte rabiosa, cayéndosele sus intestinos del cuerpo, a la traça de Judas el Apóstata, y diziendo en vozes altas que Austregisilo y Sulpicio (que fue el que le sucedió en el obispado) le quitavan la vida. Y fue esto ocasión para que en adelante no se cobrasse más de aquella ciudad semejante tributo. También en tiempo del rey Pipino de Francia, yendo a dar batalla a Eudo, duque de Aquitania, como su gente se descomidiesse y profanasse una casa que estava cerca de la ciudad vituricense, que era tradición de los vezinos de un lugar llamado Corobeyas, donde estava, que avía sido del santo, y Dios por él hazía allí milagros, no obstante esto, aviéndola profanado los soldados de Pipino, pegáronla fuego. Mas vino luego sobre ellos el castigo de Dios, porque de los culpados se apoderaron demonios, y unos se despedazavan sus miembros a bocados, y otros se echavan en llamas. Sabido esto por el rey Pipino, mandó por público pregón que nadie hiziesse daño en cosa tocante a Austregisilo. Después desto, Eudo puso cerco a la ciudad vituricense, el cual mandó a un capitán suyo llamado Agno que se apoderasse del monasterio donde estava el cuerpo de Austregisilo. Éste recogió todo lo que vido de provecho en la casa y repartiólo entre sus soldados, y siendo ya señor de la ciudad Eudo, Bertando, abad del monasterio robado, hallándose con un vaso de plata, llevósele a Agno, diziendo:
-Toma, señor, este pequeño don que nos queda en el monasterio, y dexa libres a los monges, porque | puedan rogar a Dios por ti.
Agno, con gran sobervia, respondió:
-Eudo, mi señor, me tiene mandado que te lleve captivo, ¿y ruegas por tus monges?
El abad, muy afligido, congregando su convento, dioles cuenta de aquella áspera respuesta, y los monges se fueron al sepulcro de Austregisilo, y con lágrimas le pidieron les alcançasse de Dios remedio en aquella necessidad. Y hablando con su Magestad, dezían: «Mira, Señor Omnipotente, que nos han robado estos malos hombres lo que teníamos recibido de Ti para mejor servirte». Entretanto, dio buelta Agno por todas las tierras del monasterio y robó cuanto halló de precio, y ívase. Apareciósele durmiendo Austregisilo, y con rostro amenazador le dixo:
-¿Por qué has robado mi monasterio y perseguido mis monges?
Con esto, le hirió en la cabeça. El miserable despertó dando vozes, diziendo:
-¡Ay de mí, que Austregisilo Obispo me ha muerto!
Llamó su gente, mandóles que fuessen a Eudo y le dixessen que estava herido de muerte por los robos que avía hecho en el monasterio de Austregisilo, que mandasse le fuessen restituidos si no quería ver sobre sí otro castigo semejante. Oyendo esto Eudo, recibió grande temor. Mandó bolver al convento todo lo que Agno avía llevado, y estando a la mesa, embió al mismo Agno un vaso de plata para que le ofreciesse a Dios en satisfación de sus culpas. Y visto por él, dixo:
-Pequeño es este don para ser ofrecido por tan graves pecados como son los míos.
Y diziendo esto, espiró. Otros castigos semejantes hizo Dios en los que se atrevían a hazer daño en el monasterio donde estava el cuerpo de Austregisilo y en la ciudad. Y permítelo porque se tenga mucho respeto a los santos, pues su Magestad los estima y tiene en mucho, llamándolos amigos y queridos suyos.

[62] En la Vida de San Friderico, obispo de Traiecto , en Francia, referida por Surio /(439r)/ en el cuarto tomo, se dize que un sacristán de la iglesia catedral de Traiecto se mostró profano y atrevido en la capilla de San Juan Evangelista, donde estava el cuerpo del santo mártir Friderico. Dormía allí, y cumplía con las necessidades de su cuerpo, siendo causa que no se visitasse aquel lugar de los fieles por estar sucio y de mal olor. Apareciósele el mismo santo con otros dos obispos, Alfisco y Ludgero, que le avían sucedido y estavan sepultados en la misma capilla, y reprehendiéronle porque tenía en aquel lugar su cama, y echava sobre ella vestimentos sagrados, y tenía el lugar sucio y de mal olor. Mandáronle que sacasse de allí su cama y le limpiasse. Él no hizo caso dello, aunque dio cuenta de la visión a otros ministros de la iglesia. Avisáronle la segunda noche los mesmos tres obispos, y menos se curó dello. Aunque, tornando a contarlo, le dixo un ministro de la iglesia que hiziesse lo que le era mandado, y que temiesse algún castigo de Dios. No lo hizo él, por lo cual a la tercera noche fue castigado, de suerte que como no tañessen a los maitines que se dezían a la alva del día, ni se abriesse la iglesia, buscando los clérigos modo como entrar, hallaron el miserable abrasado, y su cama ardiendo con fuego de alquitrán. Sacáronle de allí para sepultarle en el campo, y el cuerpo iva echando de sí un fuego a modo de relámpago, que denotava cuán grande avía sido su pecado en desacato del mártir San Friderico, y desde aquella sazón se tuvo mucho respeto a su sepulcro.

[63] En la Vida de San Estevan Abad , que anda entre las obras de San Juan Damasceno, y lo refiere Surio, tomo séptimo, se dize que siendo emperador de Constantinopla León, Tercero deste nombre, siendo herege, dio en perseguir las santas imágines, quitándolas de los templos y iglesias. Sucedió | y fue assí, que estava sobre la puerta de la iglesia catedral de la misma ciudad de Constantinopla una imagen de Cristo, con que la ciudad toda tenía particular devoción. Mandávala el sacrílego emperador derribar de allí. Púsose una escala, y subía por ella el ministro desta maldad, mas juntáronse algunas devotas mugeres con zelo grande del servicio de Dios, y tomando ánimo y osadía, llegaron a la escala y derribáronla en tierra con el que estava en ella, el cual de la caída murió, y fue éste el premio de su sacrilegio. Ni contentas con esto, entraron en la iglesia cargadas de piedras, y dan en un patriarca que avía puesto allí el tirano, llamado Anastasio, tan malo y perverso como él, aviendo quitado la dignidad a Germano, que era católico y santo varón. Llamávanle intruso y falso, lobo y no pastor, mercenario y no prelado, y sobre esto llovía sobre él tal pedrisco que más con miedo que vergüença dio a huir, y valióle la vida tener ligeros los pies. Fue al emperador y contóle lo sucedido, el cual embió gente bien armada que mataron a algunas de aquellas valerosas mugeres. Adelante desto se dize que, teniendo preso en la cárcel al mismo San Estevan Abad el impío emperador sobre el negocio de las imágines, defendiendo el santo su adoración, embió gente mala y facinorosa para que cruelmente le matassen. Fueron de tropel, y entran dando vozes, diziendo:
-Dadnos a Estevan, enemigo de nuestro emperador, para que muera.
Oído por él, con grande ánimo y rostro alegre y sereno se les puso delante, diziendo:
-Yo soy el que venís a buscar.
Llegaron ellos y derribáronle en tierra, quitáronle las cadenas que tenía a los pies y sacáronle, hiriéndole y maltratándole, unos con piedras, otros, con palos, y aun otros le acoceavan, sin dexar modo alguno de mal tratamiento que executar en él. Llegaron al templo de /(439v)/ San Teodoro Mártir, y viéndose a la puerta Estevan, hizo fuerça con las manos en tierra, y levantó la cabeça para hazer reverencia al santo, no olvidándose en tanta calamidad y trabajo de semejante obra de piedad. Advirtió esto uno de los atormentadores, llamado Filomacio, y con furor y ira grande, en voz alta dixo:
-¿Veis lo que éste haze? Morir quiere como mártir.
Vido cerca de sí un gruesso palo, assió dél y dio al santo abad Estevan un tan fuerte golpe en la cabeça que, rompiéndosela, le mató. No consintió la vengadora mano de Dios que la pena merecida por tal culpa se le dilatasse al cruel homicida, como suele en otros delitos, porque, al mismo punto que acabó de hazer el golpe, como si fuera él el herido, cayó en tierra, dava diente con diente y echava espumajos por la boca, mostrava sentir terribles dolores, y con esto acabó su miserable vida. No fue parte semejante portento y castigo para que la furia popular se mitigasse, antes, pareciéndoles agradar al tirano, hizieron crueldades nunca oídas en el cuerpo del santo mártir. Cortáronle las manos, dando con una piedra sobre otra en que estava, desgarráronle los dedos y esparciéronlos por todas partes. Rompiéronle el vientre y sacáronle los intestinos, también derramándolos, y en el vazío donde estavan le pusieron una piedra. Lleváronle arrastrando, y juntándose mugeres y mochachos, cargávanle de piedras, pareciéndoles que era enemigo del emperador el que no tirava la suya. Llegó con un tizón ardiendo un mesonero, y hirióle en el celebro, de suerte que los huessos se le derramaron en tierra. Tornaron a trabarle del cuerpo, y con la misma gritería, ya assiendo uno dél, ya otro, le llevaron a una cueva que era sepulcro de paganos, y le echaron dentro. Estava el cielo assossegado y, de repente, de la parte donde el monte Auxenciano estava, que era su habitación, vino a la ciudad una nuve con tanto rui- do | de truenos y rayos que no poco espanto ponía. Ni fue sólo espanto, porque cayó della tanto granizo y tan grande que causava admiración, y fue cerca del palacio del emperador, poniendo a muchos en peligro de perder las vidas. Este sentimiento hizo el Cielo en la muerte de tan santo varón, y escrivióse en este Discurso su martirio por ser ocasionado de religión y culto divino, siendo por la adoracion de las santas imágines.

[64] En la Vida de San Preiecto Mártir, obispo de Arbernia , escrita por Surio en el tomo primero, se dize que por hazer bien y rectamente su oficio de pastor vino a ser aobrrecido y perseguido de gente mala y facinorosa. Entre otros contrarios, pues, que tenía, señalávase un hombre principal en la ciudad llamado Agricio. Éste persuadió a otros que matassen a Preiecto, su prelado, el cual, estando con el abad Amarino, amigo suyo, a quien sanó de calenturas, en un lugar que se dezía Volónico, entró de repente con grande ruido y bozería una escuadra de hombres facinorosos. Oídos por los dos santos varones, derribáronse de rodillas para recibir con prompta voluntad la muerte. Sus ministros huyeron, excepto dos, que se pusieron a los lados del santo Pontífice Preiecto, desseando morir con él. Quisiera salir a ellos Amarino y aplacarlos, mas detúvole Preiecto, diziendo:
-No quieras, padre amantíssimo, perder la corona que se nos ofrece al presente, la cual será possible no poder otra vez alcanzar.
Detúvose con esto Amarino, y entrando dos de aquellos malhechores, matáronle, y pensando que fuesse Preiecto, ívanse, contentos con sola su muerte. Mas visto por el santo Pontífice Preiecto, levantó la boz desde el lugar donde estava orando, y díxoles:
-Mirad que aún queda vivo el que venistes a matar. Bolved y hazed lo que pretendéis.
Oído esto por ellos, bolvió un saxón llamado Radeberto, y hirióle en el /(440r)/ pecho con su espada. Viéndose herido el santo mártir, y bañado en su sangre, levantó sus ojos al Cielo, y dixo con el bendito mártir Estevan:
-No les imputes, Señor, esto a pecado, porque no saben lo que se hazen.
Oyendo esto el sacrílego, hirióle de otro golpe en su cabeça, de modo que aquella alma santa, libre de las ataduras del cuerpo, acompañada de millares de ángeles, subió a los Cielos. También fue muerto uno de los ministros de San Preiecto, cuyo nombre era Elidio. Estavan allí cerca dos senadores, llamados Vodo y Plácido, los cuales eran cómplices y consentidores en aquel sacrilegio. Éstos vieron de improviso sobre aquella casa tres estrellas resplandecientes, de las cuales la una excedía en claridad a las dos otras. El sacrílego Radeberto, que quitó la vida al santo Pontífice Preiecto, murió comido de gusanos. Salía a caça uno de los que fueron participantes en la muerte del santo Pontífice Preicecto, llamado Ursio. Cayó de un cavallo y quebrósele el braço derecho, y cuando, quebrantado en todos sus miembros, llamó médicos y hechizeros para que le curassen, y los unos no le aprovecharon, y los otros le dañaron, porque cada día se sentía peor, bolvió sobre sí, y conoció que le venía este daño por el que hizo a Preiecto. Comunicólo con su muger y, de acuerdo de ambos, fue ella a visitar su sepulcro, y con lágrimas pidió remedio a Dios por intercessión de su santo para su marido. Ardía una lámpara delante el sepulcro del mártir, tomó un poco de aquel olio para untarle el braço y miembros debilitados y, hecho esto, quedó con perfecta salud. Viéndose sano Ursio, muy confundido y arrepentido de su pecado, embió un vaso de plata de peso de diez libras para servicio de aquella iglesia de San Preiecto. Y publicado este milagro entre los demás que avían sido consentidores en la muerte del santo prelado, fueles motivo para que hiziessen penitencia de aquel pecado, y embiassen pa- ra | satisfación dél vasos de plata y de oro al lugar de su sepulcro.

[65] En la Vida de Venceslao, Duque de Bohemia , referida por Surio en el séptimo tomo, se dize del mismo Venceslao que favorecía y honrava cuanto le era possible a los sacerdotes. Acompañávalos cuando los divinos oficios se celebravan y, al tiempo que dezían Missa, él servía de darles vino y agua, y el incensario, y sabiendo de algunos que estavan enfermos, visitávalos y proveíales de lo necessario a la vida, para que tuviessen salud. También iva de noche a los templos, y assistía con los mismos sacerdotes a los maitines, y, siendo imbierno, llevava los pies descalços. Acompañávale un privado suyo, llamado Podivino, el cual, con ir calçado y bien abrigado, sentía el frío grandemente, y afirmava que, estando el suelo nevado, siguiendo a su señor, que iva descalço por la nieve, cuando acertava a poner el pie donde él le levantava, sentía calor y refrigerio. Éstos eran los exercicios de Venceslao, a quien su madre, llamada Drahomira, crudelíssima muger, le perseguía y desseava la muerte, porque el estado de Bohemia viniesse a Boleslao, otro hijo suyo y bien parecido a ella en costumbres, y al cabo se la dieron con esta ocasión. Vivían los dos en una tierra llamada Boleslabia, de la otra parte del río Albis. Avíase casado Boleslao, y nacióle un hijo. Parecióles, con ocasión de celebrar fiesta por su nacimiento y Baptismo, embiar a llamar a Venceslao, que estava con su corte en Praga. Hiziéronlo assí, con intento de dalle allí la muerte. Embiáronle un mensage con palabras de mucho regalo, suplicándole que fuesse a se holgar con ellos, pues era razón, por aver nacido heredero en la casa de Bohemia, siendo assí que, no teniendo él voluntad de casarse, passava el estado al hijo que avía nacido a su hermano Boleslao, por lo cual era bien que todo el /(440v)/ linage se gozasse y hiziesse fiesta en su nacimiento. Oído el mensage por Venceslao, dado que avía siempre evitado la contratación de su madre y hermano, y tuviesse ocasión de recelarse dellos, por no ir contra su generosa costumbre de honrar y hazer bien a todos, respondió que iría a la fiesta, aunque primero se confessó y recibió devotamente el Santíssimo Sacramento del Altar. Con esta preparación fue a verse con su madre y hermano, los cuales le recibieron con tanto amor y afabilidad cuanta era la traición que tenían ordenada contra él. Aquella misma noche le combidaron a cenar sumptuosamente, regalándole el hermano y madre todo lo possible, los cuales procuravan de alargar la cena, y que durasse grande parte de la noche por hazer más al seguro su hecho. Mas Venceslao, viendo que era la media noche, despidióse de todos, y púsose en orden para ir a un templo a assistir a los maitines, como era su costumbre. Estando en la iglesia, no consintió la inicua Drahomira que más se dilatasse el negocio, y assí hizo a Boleslao que fuesse allá y le matasse. Fue él acompañado de gente facinorosa y mala, y, hallándole orando, desembainaron las espadas, y Boleslao tiró con la suya un fiero golpe. Mas la turbación le hizo que fuesse en vano, y que se le cayesse la espada. Tornó a tomarla, y hizo otro segundo golpe sobre el que estava desarmado y no tenía voluntad de se defender, viendo la ocasión de su muerte. Y deste golpe le dexó muerto, aunque le dieron otras heridas los que ivan con el tirano. Y el día siguiente, como si ninguna cosa huviera sucedido, baptizó su hijo y hizo grande fiesta. El castigo que embió Dios en la perversa Drahomira fue (como se tocó en el Discurso de Castigo) que iva un día por cierto campo donde estavan muchos cuerpos de sacerdotes cristianos, a quien su hijo y ella mandavan matar, y vedavan que fuessen sepultados. Parecía cerca de allí una | ermita, y sonando la campanilla que se tañe cuando levanta el Sacramento en la Missa el sacerdote, oído por el que guiava un coche en que iva Drahomira, saltó dél y fue a adorar a Jesucristo. Ella por esto le echó grandes maldiciones, y llegando a esta sazón al lugar donde los cuerpos de aquellos católicos estavan, abrióse la tierra, tragósela viva en el coche y cuantos en él ivan, que sólo el cochero se libró por la ocasión que se ha dicho de aver ido a adorar el Sacramento. También acabaron en mal todos los que fueron participantes en la muerte de Venceslao, unos, perdiendo el juizio, se despeñavan de lugares altos y morían, otros, con las mismas espadas que desnudaron para herir al santo se mataron. Boleslao, apoderado del reino, mandó llevar el cuerpo de Venceslao a Praga, no por honrarle, sino por quitarle de su presencia y ver a sus ojos en Boleslavia, donde residía de ordinario, los milagros que Dios por él hazía, como de ciegos, coxos, sordos, y otros enfermos que sanavan, y todo le era muerte. Quiso que fuesse el negocio secreto y que llevassen el cuerpo y le sepultassen en la iglesia de San Vito, edificada por el mismo Venceslao, donde, si sanassen algunos enfermos, atribuiríase a San Vito, y no a Venceslao. Pusiéronle de noche el cuerpo en un carro y mandaron al carretero que antes que amaneciesse llegasse a Praga, para hazer lo que les era mandado. Mas sucedió de otra suerte, porque los cavallos guiavan al carretero, y no el carretero a los cavallos. Avía en el camino dos caudalosos ríos que passar, y el carretero guiava los cavallos para las puentes, mas ellos passaron por medio del agua, mojándose solamente los pies. Llegaron hasta la cárcel que está junto al castillo de Praga, y allí pararon sin poderlos mover un passo, hasta que fue día claro, y se supo en toda la ciudad como estava allí el cuerpo de Venceslao. Fue gente en grande nú- mero /(441r)/ a verle, y aunque primero lo negavan los que le traían, mas después fue público y sabido de todos. El santo cuerpo permaneció junto a la cárcel, y no fue possible llevarle de allí hasta que los presos que estavan presos en ella fueron sueltos. Descubrieron el cuerpo antes que le sepultassen, y vídose entero y sin mal olor, aunque avían passado ya tres años después de su muerte. Solamente le faltava una oreja, la cual halló Premislava, hermana del mismo Venceslao, a la puerta del templo donde fue muerto, y teníala guardada en una pequeña arca, y, descubierto el secreto, fue traída la oreja, y juntándola a su cuerpo, quedó fija y pegada.

[66] En el año de mil y trecientos y noventa y nueve passó de Francia a Italia un hombre que se mostrava religioso, con grande acompañamiento, vestidos todos de blanco, y davan vozes pidiendo misericordia a Dios para los hombres. Dávanles en todas partes liberalmente la comida, y por su ocasión dexavan enemistades y vandos muchos que los oían. Llegaron a Viterbo, y el Papa Bonifacio Nono, de secreto, hizo prender a la cabeça y principal desta gente, al cual después hizo quemar en Roma por herege. Dízelo Fulgoso, libro primero.

[67] Renato de Barri, conde de Lotoringia, trayendo guerra con Antonio, conde de Baldemonte, fue preso por soldados de Felipe, duque de Borgoña, diole libertad, tomándole juramento que bolvería a la prisión siempre que fuesse por él llamado. Murió Luis, rey de Nápoles, su hermano, y llamávanle para darle la corona y possessión de aquel reino. Pretendíale don Alonso de Aragón, y concertóse con el de Borgoña que requiriesse al Renato que bolviesse a su prisión, como tenía jurado. Requirióle de la buelta, declaróle el Papa Eugenio Cuarto que no estava en tal sazón obligado a bolver, y, no obstante esto, bolvió, y su contrario se | apoderó del reino de Nápoles. Y aunque le dieron por libre de la prisión, fue tarde y quedó sin él. Antepuso la religión de guardar el juramento a la possessión de aquel reino. Refiérelo Fulgoso, libro primero.

[68] Rebelóse contra el rey Bamba de España un facinoroso hombre, llamado Paulo Greco y, entre otras tiranías que hizo, fue que robó en Girona una rica corona, que el mismo rey Bamba avía dado a San Félix. Vino a que el rey le huvo a las manos. Trúxole a Toledo, donde le coronó con una corona de pez. Sacóle los ojos, y, puesto sobre un camello al revés, con insignias de deshonra, siendo tenido de todos por cosa de ludibrio y locura. Refiérelo Bautista Fulgoso.

[69] Muy contrario a la religión se mostró Vitisa, rey de godo en España, porque entre otros malos hechos que hizo, fue uno de escándalo y sacrilegio, haziendo fuerça a los clérigos que se casassen, contra los decretos y mandatos de concilios y lo determinado por los Sumos Pontífices de Roma, usado y guardado desde tiempo de los Apóstoles en la Iglesia Católica. Por este delito del rey permitió Dios que se levantassen enemigos en el reino, especialmente Rodrigo, deudo suyo, a cuyo padre el Vitisa avía sacado los ojos. Vino el negocio a que en una batalla el sacrílego rey fue desbaratado y preso, y por orden del mismo Rodrigo, que quedó con el reino, le sacaron los ojos, y murió en prisión miserablemente. Es lo dicho de las Corónicas de España; refiérelo Fulgoso, libro primero.

[70] Don Rodrigo, arçobispo de Toledo, dize en su Corónica, libro sexto, capítulo sexto, que por los años de Cristo de mil y catorze, andando a caça el rey don Sancho el Mayor, en la ribera del río Carrión descubrió un jabalí y, siguiéndole, por verse la bestia acosada, encerróse en una cueva. El rey entró siguiéndole, /(441v)/ y vido que la cueva era iglesia, y que el puerco se avía arrimado al altar. Y con codicia de matarle, sin tener respeto al lugar, levantó el braço para herirle con un venablo, mas de improviso el braço quedó perlático, sin le poder menear. Este castigo del Cielo fue medio para que el rey advirtiesse su culpa de no aver tenido respeto al lugar donde estava, y con mucha contrición, visto que la iglesia, por imágines que tenía, era de San Antolín Mártir, se encomendó a él y pidió a Dios perdón. Con esto, le fue restituido su braço, y como agradecido del beneficio recibido, informado que el lugar era el sitio de la antigua Palencia, destruida por los moros, dio orden como se reedificasse la ciudad, diole franquezas, privilegios y tierras, y restauró la iglesia en aquella cueva, dotándola magníficamente y restituyéndole la silla obispal que antiguamente tuvo.

[71] Don Alonso Cuarto, rey de León, en el quinto año de su reinado dexó las insignias reales y encerróse en un monasterio, donde tomó el hábito, quedando con el reino su hermano don Ramiro. Mas, cansándose en poco tiempo de ser fraile, menospreciando el hábito y la religión, pretendió bolver al reino. Mas su hermano le prendió y hizo sacar los ojos, encerrándole en el monasterio. Y el que antes con vista pudiera servir a Dios en la religión, después, sin ella, a su despecho le hizieron servir al convento y monges, hasta que, apesarado, murió. Refiérelo Bautista Fulgoso.

[72] Traían guerra sangrienta en España un hijo con su madre, don Alonso y doña Urraca. Ésta avía tenido el reino que le venía de derecho, heredándole de su padre; aquél dezía que era muger y no devía reinar, siendo él hijo suyo, y teniendo como tenía edad competente para regirle y governarle. Sobre esta pretensión, la madre, por no perder los deleites que trae el reinar, de que avía gustado, el hijo, por gustar dellos, pareciéndole que eran grandes, andavan a las puñadas. Faltóle a la madre el dinero. Parecióle, como a algunos les ha parecido, aunque siempre con su daño, que lo podía quitar del altar para tal empresa. Entró en San Isidro de León, en Castilla, donde, por las mercedes de los reyes, sus antecessores, y de fieles devotos, avía buena cantidad de joyas y preseas de oro y plata. Tenía ya hecha la presa y salía muy contenta, mas a las puertas del templo rebentó, y acabó sus días y disignios. Es de las Historias de España , y refiérelo Fulgoso, libro primero. Y puédese juntar con esto lo que oímos a nuestros padres que sucedió en esta ciudad de Toledo, cuando las rebueltas de las Comunidades, en que los pueblos, mal contentos con los ministros que su rey y señor natural les ponía para su govierno, que eran estrangeros y amigos de dinero, y les cargavan con pedidos y demandas que con dificultad podían pagar, por este inconveniente cayeron en otro mayor, donde muchos perdieron del todo sus haziendas y las vidas. Fue cabeça entre todos deste motín y rebilión Juan de Padilla, bien nacido, natural desta ciudad de Toledo y cavallero de grandes prendas, como oí dezir a mis padres, aunque nunca les pareció bien el rebelarse contra su rey; en lo demás era de nobilíssima condición, porque si en la ciudad avía diferencias entre sus naturales y vezinos, él lo allanava todo; era padre de pobres, de huérfanos, viudas y aflixidos. Estas y otras virtudes y dotes, assí del ánimo como naturales y del cuerpo, manchólas malamente, rebelándose contra su rey y señor natural. Y fue más culpa en él que en otro; assí porque su linage y él fueron favorecidos de los reyes, como por ser muy sabio y entendido, estava obligado a entender y evitar esto, que era malo y aborrecido de Dios y de todo lo que es nobleza y lealtad. De sus in- tentos /(442r)/ se dize que tuvo grande culpa doña María Pacheco, su muger, la cual era de inquieto y belicoso ánimo. Avía estudiado y sabía letras, preciándose dellas y de tener tan buena librería como la tuvo hombre estudioso en su tiempo, y algunos de sus libros, con su nombre y firma, han venido a mis manos. Ésta, pues, teniendo altos pensamientos, y aun se dixo que se los alentava una esclava que tenía consigo, preciándose un poco de hechizera, diziéndola que su marido sería rey de Castilla, y ella, reina, parecióle que no era de perder el lance, y que si se ha de ir contra las leyes y derecho, según el parecer de Julio César, que ha de ser por reinar, solicitava al marido, el cual con color que bolvía por agraviados y que sólo lo avía con los ministros que imbiava el rey don Carlos, que después fue emperador y a la sazón residía en Flandes, con esto sustentava la comunidad y rebelión en Toledo, como otros hazían lo mismo en Segovia y en Sevilla, aunque el muy docto Pedro Mexía, en la Historia que començó y no acabó del emperador don Carlos, por descargar su patria, carga las agenas, y en la verdad, ni Toledo tuvo tanta culpa, ni la que allí nombra creo que tan poca como él dize. Yo oí diversas vezes a mi padre (y era hombre que se preciava de verdad), y sin él, a otras personas que lo vieron, que en Toledo, si no eran dos o tres cavalleros, los demás, con muchos canónigos y gente rica, se avían ido a bivir en lugares libres destos escándalos. Y muchos de los principales andavan en el campo con los que seguían la boz y apellido de los governadores, y todos dezían: «Biva el rey», añadiendo los reveldes: «Y la Comunidad». Y al mismo tiempo que Juan de Padilla se mostrava rebelde a su rey y señor natural, Gutierre López de Padilla estava en su servicio dentro de su casa y le sirvió con grande amor y lealtad a él y a el rey don Felipe, su hijo, nuestro señor, hasta que mu- rió | el Gutierre López. Y el mismo padre de ambos reprehendió diversas vezes al Juan de Padilla por las deslealtades y atrevimientos en que andava. Y aviéndole derribado sus casas, que son junto a San Román, puesto allí un pilar con letras que denotavan su delito, atento que el padre era bivo, no averlas heredado el Juan de Padilla, por pleito sacaron los herederos del hermano que las casas se redificassen y el pilar se passasse a otra parte, como se hizo. Los culpados en Toledo, los que mandavan y rebolvían la tierra, eran algunos holgazanes que no tenían qué perder, porque a río buelto robavan y comían, y éstos hazían fuerça a muchos otros que no pudieron dexar sus casas para que siguiessen la Comunidad, y algunos se fingían enfermos, y otros con dineros redimían su vexación porque los dexassen en paz. Y bien estuvo advertido desto la magestad del emperador, que con justo y piadoso pecho concedió después el perdón, con que solos algunos destos reboltosos fuessen justiciados. De modo que no merece la culpa Toledo que le atribuye Pedro Mexía, pues no todos, sino los menos, fueron los culpados. Andando, pues, estas rebueltas, y haziéndose fuerças y agravios, quiso doña María entrar, como entró, en el sagrario de la santa iglesia de Toledo con gente de guerra. Fue en ocho días de otubre del año de mil y quinientos y veinte y uno, y aviendo hecho vexaciones y fuerças, prendiendo a unos y amenazando a otros, se llevó una custodia de plata, que pesó trecientos y veinte y ocho marcos, y tres lámparas de plata, de las cuales, la una avía dado el infante don Fernando, que ganó a Antequera y estava la misma ciudad de Antequera hecha de vulto y maçonería en la vazía. Llevó candeleros y otras pieças de plata, hasta valor de un cuento y diez y nueve mil maravedís para pagar su gente, con que sustentó su boz y rebelión. Este sacrilegio cometió, y pagó su culpa, porque su /(442v)/ marido Juan de Padilla, en una batalla que dio a los governadores del rey en Villalar, cerca de Valladolid, fue preso, y por sentencia degollado, y ella se vistió una noche en hábito de aldeana y salió disimulada hasta la vega, donde la esperavan dos escuderos, que fueron con ella a Portugal, con un hijo suyo pequeño, donde los tuvo consigo el arçobispo de Braga, y allí murieron, el hijo, de poca edad, y la madre, con mucho quebranto y miseria. Otros sacrilegios cometieron los comuneros en iglesias particulares, llevándose las campanas para hazer artillería. De San Lucas llevaron una, y otra, de Santa Tomé, la cual derribaron de la torre, y cayó a la boca de una calle, que hasta oy se llamó de la campana, porque no se quebró del golpe, sino se soterró mucha parte en tierra. Y no quedaron sin castigo, porque los que en esto más se señalaron fueron acuarteados, perdiendo honras y haziendas, y no fue zelo del bien público lo que hizieron, aunque le davan este nombre, sino atrevimiento muy culpable, porque si los reyes o sus ministros hazen agravios a los súbditos y inferiores, con buen término, y precediendo ruegos y aun lágrimas se ha de pedir el remedio, y no con armas y fuerças, que al fin son débiles, y llueve al cabo todo sobre los mismos inferiores y súbditos. La entrada de doña María en el sagrario escrive en sus Epístolas don Antonio de Guevara, obispo de Mondoñedo. Lo que yo digo saqué de una relación original autenticada del mismo hecho en la cual estava una cédula firmada de su propria mano de doña María Pacheco, en que se obligava de bolver toda la plata que sacó de allí, aunque oy está por cumplir.

[72] Por aver hecho mención del sagrario de la santa iglesia de Toledo, quiero dezir, pues toca a la Religión y Culto Divino, de que trata este Discurso, el modo de su progresso y servicio. Ay en ella un | arçobispo, que es Primado de España, y aunque otras iglesias y sillas della han pretendido esta primacía, no tienen más fundamento de que por estar esta imperial ciudad en poder de moros, faltando en ella arçobispo, faltava también Primado, y la que más le parecía que valía, atribuíasele a sí. Yo tuve en mi poder un processo autenticado de casi dozientas hojas firmadas todas de notario apostólico, y era entre don Juan, arçobispo de Toledo, y los de Çaragoza y Taraçona, sobre la primacía y el poder llevar cruz levantada el de Toledo, por los districtos déstos y de toda España. La sentencia se dio en favor del arçobispado de Toledo, y por muchas bulas de Sumos Pontífices, cuyos traslados allí estavan, se confirmava la sentencia. Este processo presenté al ilustríssimo señor cardenal y arçobispo de Toledo, don Gaspar de Quiroga, estando en Madrid, el año de mil y quinientos y ochenta y seis, y quedó en su poder. Digo, pues, que esta santa iglesia de Toledo tiene un arçobispo, catorze dignidades, cuarenta canónigos, cincuenta racioneros, más otros veinte canónigos extravagantes, cuarenta y ocho capellanes del Coro, treinta y ocho sacerdotes salariados, pocos más o menos, que assisten a las horas de noche, y cuarenta clerizones, y ciento y noventa y cuatro capellanes, sacristanes y clerizones de diversas capillas. Para los cantores no ay número cierto. Obreros seglares de diversos oficios de la iglesia, que llevan salario ordinario, son ciento y cuarenta, y otros ministros, que por todos clérigos y oficiales serán seiscientos; cosa singular en el mundo.

[73] Zelo fue de la religión cristiana el que tuvieron los Reyes Católicos, don Fernando y doña Isabel, con que el año de mil y cuatrocientos y noventa y dos echaron de España multitud grande de judíos, y aunque eran provechosos a las rentas reales, miraron más los reyes el bien de /(443r)/ las almas, a cuales eran éstos muy perjudiciales. Y porque algunos desta casta se baptizavan y hazían cristianos antes que fuessen desterrados, y tornavan a su maldita seta, dieron los mismos reyes orden como con autoridad del Sumo Pontífice, junto con la suya real, el Santo Oficio de la Inquisición procediesse contra ellos, siendo un remedio venido del Cielo para que, con el castigo de unos, otros teman, y se vea España tan limpia como se vee de hereges y heregías, pues si ay algunos, o judaizantes encubiertos, no quiere Dios que mucho tiempo se encubran, sino que, descubiertos, sean castigados. Donde el bien que de aquí resulta es incomparable, y dévense las gracias, después de Dios, al zelo santo que estos católicos reyes tuvieron a la religión cristiana.

[74] No quiero dexar de entretexer aquí un hecho particular a mi juizio acerca de lo que voy tratando, y fue del cardenal y rey de Portugal don Enrique, príncipe cristianíssimo, del cual por relación verdadera se sabe que, estando una vez en el campo, se entró en una ermita, y pidiendo un jarro de agua, no la quiso bever hasta salir fuera de la ermita, por la grande reverencia que tenía a la casa de Dios. Dízelo el muy religioso padre Francisco Antonio, de la Compañía de Jesús, en el libro que escrivió de Avisos para soldados, en el capítulo nueve.

[75] Para dexar con buen dexo este Discurso de Religión y Culto Divino quiero hazer mención de lo mucho que en esto siempre se preció el católico rey don Felipe, Segundo deste nombre, el mayor señor que ha tenido España desde que es señoreada de católicos y se libró de la sugeción que tuvo un tiempo al Imperio Romano. Y el dezir poco en este particular, pudiéndose dezir mucho, haze libre la narración de toda lisonja. Ha sido siempre su magestad devoto cuanto encarecerse puede de honrar y engrandecer cuerpos y reliquias de santos, siendo esto | prueva cierta y verdadera de lo mucho que engrandeze y honra al Santo de los Santos, Jesucristo, Dios y Señor Nuestro. Parece lo dicho en diversas translaciones que por su orden se han hecho, assistiendo personalmente a ellas. Testigo soy yo de vista de dos, porque las vi y me hallé en ellas. Una fue en el año de mil y quinientos y sesenta y cinco, en diez y ocho días de noviembre, que se trasladó el cuerpo de San Eugenio, mártir y primer arçobispo de Toledo, de Francia a España, y de París, del monasterio de San Dionisio Extramuros, a la misma ciudad y iglesia santa de Toledo, donde fueron recibidos los santos huessos, con tanta magestad y fiesta cuanto se sabe de otra en memoria de gentes. La segunda, y no menos autorizada y regozijada que la primera, fue en el año de mil y quinientos y ochenta y siete, en veinte y seis de abril, que se trasladó el cuerpo de Santa Leocadia Virgen y Mártir, patrona también de Toledo, del monasterio de San Gislen de Monsdehenao de Flandes, y se puso en la misma santa iglesia desta ciudad. Ambas transladaciones se hizieron por orden del rey don Felipe. En ambas le vi yo asido de las andas donde venían las santas reliquias: en la de San Eugenio, cuando entrava en la ciudad, y en la de Santa Leocadia, cuando entrava en la iglesia, y en ambas conocí en su magestad la singular devoción y reverencia que tiene a la religión y honra de los santos. También se hizo otra trasladación por orden del mismo católico rey don Felipe de San Justo y Pastor, de Huesca en Aragón, a Alcalá de Henares, donde avía sido su martirio, quedando parte de sus reliquias en Huesca, y fue muy solene y festejada assí mismo esta trasladación. La cabeça de San Hermenigeldo, rey y mártir, trasladó de un monasterio antiguo de monjas a San Lorenço el Real. Dio muestra también el católico rey de su mucha religión en dar honra a sacerdotes y re- ligiosos, /(433v)/ con los cuales siempre guardó particular modo de recibimiento y trato diferente de otras gentes y estados. Y en eligir entre ellos para dignidades y prelacías fue único, pues sin acepción de personas, ha escogido siempre lo mejor y más digno para tales dignidades. Sobre todo lo cual, en lo que más ha mostrado su religión y zelo al culto divino ha sido en el Real Monasterio de San Lorenço del Escurial, que fundó desde la primera piedra, y le vido acabado por muchos años, y sin duda que es una fábrica y edificio que puede contarse por otava de las Siete Maravillas del Mundo, y tener el primer lugar en ellas. Yo vi el año de mil y quinientos y ochenta y ocho la iglesia por de dentro, el claustro y casa real, y vi de fuera todo el edificio a modo de parrillas desde lo alto de la sierra, junto a la cual está fundado, y juzgué lo que digo, que entre las Siete Maravillas del Mundo puede tener el primer lugar. Y cualquiera persona que la viera, y aya leído y entendido bien historias, juzgará lo mismo, porque la traza de todo el edificio es admirable. Viendo la iglesia por de dentro, es el dibuxo más bivo y natural que en la tierra se puede ver del Cielo, porque aun allí en lo alto del coro de los frailes está pintado bien al proprio; ver la custodia del Sacramento de piedra, sin precio, porque con la costa pudiera hazerse de oro, y por ser de lo que es está libre de toda codicia humana; ver todo el retablo y miembros particulares dél, los colaterales | y otros muchos altares y retablos repartidos por el ámbito de la iglesia y capillas, cielo y suelo, instrumentos de órganos y campanas; las reliquias tan particulares, tantas y tan preciosas, entre las cuales es sumamente de estimar la que del famoso y ilustríssimo mártir San Lorenço se halla, el cual tuvo por bien que gozasse esta real casa della, pues desde el Cielo, donde está su alma, señaló la que de su cuerpo quiso que de Roma a ella se truxesse; los cálices y otros vasos de oro y plata para el servicio del altar, los ornamentos, que con ser de grandíssimo precio, les excede y aventaja las hechuras; los libros, tan exquisitos y raros, y aun algunos que son originales escritos por sus autores, que fueron santos; el claustro principal, con tantas pinturas y debuxos; las fuentes repartidas por toda la casa; el patio primero y entrada a la iglesia, con tanto ventanaje, y las figuras de piedra de los reyes, tan grandes y monstruosos, que están en la frontera y sobre el portal y entrada de la iglesia; y lo que luce y resplandece, la mucha santidad acompañada de buenas letras de los religiosos del Orden del beatíssimo padre San Hierónimo, que residen en él, y le tienen por propria casa y assiento; con los sepulcros de personas reales, casa real, adornos y pinturas della; todo muestra grandeza y todo dize y pregona la mucha religión de su fundador, el católico rey don Felipe, y zelo grande al culto divino. |


[EXEMPLOS ESTRANGEROS]


[1] San Ambrosio, en el libro tercero De Virgines , dize que, estando sacrificando Alexandre, rey de Macedonia, cayó a un moço que le servía de le dar lumbre para el sacrificio una ascua sobre el braço, y que se dexó quemar, sin moverse ni manifestar su dolor, dando algún gemido, hasta que por el olor de carne | chamuscada se descubrió el caso. Tanta reverencia tuvo a no quebrar el silencio en el sacrificio que venció a naturaleza.

[2] Bien sabido es cuán molesto y enojoso fue el rey Antíoco Soter de Siria a la nación hebrea, y con todo esso, teniendo cercada a Jerusalem, viniendo el tiempo que se celebrava la fiesta de los tabernáculos /(444r)/ en aquella ciudad y siéndole pedido que no les fuesse molesto en tanto que la celebravan, no sólo se lo concedió, sino que embió un toro con los cuernos dorados y algunos vasos de oro con encienso a los sacerdotes, rogándoles que lo ofreciessen a Dios en su nombre. Refiérelo Fulgoso, libro primero.

[3] Los mismos hebreos, haziéndoles guerra el Magno Pompeyo y teniéndolos cercados en Jerusalém, defendieron la entrada los días que se detuvo en llegar su sábado y fiesta, en el cual, poniendo las espadas en vainas, fuéronse al templo y començaron sus sacrificios. Lo cual entendido por los contrarios, entraron por los muros sin aver quién los defendiesse, passean la ciudad sin salir a estorvárselo, llegan al templo, veen la gente amontonada, rebuélvense contra ellos, hieren, matan, derriban sin aver quién se defendiesse ni aun quién huyesse. Los sacerdotes veían llegar los soldados, las espadas sangrientas; ellos tenían los cuchillos sangrientos de los animales que matavan para los sacrificios, sin bolver el rostro a ver las espadas que se descargavan sobre ellos. Ellos se apresuravan a matar primero el animal que tenían delante, sin tener en tanto perder las vidas como el ser impedidos de sus sacrificios, y assí se juntava sangre con sangre; sangre de las víctimas y sangre de los sacerdotes. Refiérelo Fulgoso, libro primero.

[4] Ganada por Alexandre Magno la ciudad de Milesia, atreviéronse algunos de sus soldados de robar el templo de Ceres, que estava en ella, y al tiempo del robo vino una llama que los dexó a todos ciegos. Es de Valerio Máximo, libro primero.

[5] Embió Cambises, hijo mayor del rey Ciro, cincuenta mil hombres a que robassen el templo de Júpiter Amón. Robáronle y abrasáronle. Bolvían contentos con las riquezas que hallaron en él y, llegando entre los amonios, en unos grandes | arenales hizieron alto para comer, y estando comiendo levantóse un recio torvellino y derribó sobre los sacrílegos tanta arena que los dexó sepultados vivos, sin que persona dellos se librasse. Desto dieron noticia algunos que bivían en lugares cercanos. Dízelo Sabélico, libro cuarto.

[6] Hizo también Cambises guerra en Egipto, y aviendo conquistado la provincia, viendo un buey consagrado al ídolo Apis, por menosprecio del ídolo, hirió al buey en una pierna y matóle. Rebelóse luego contra él Sinerdis, hombre valeroso, y haziéndose mal el uno al otro, sucedió que Cambises, subiendo depriessa en su cavallo en cierto rencuentro, cayósele la espada y hirióle en una pierna, y en el proprio lugar donde él hirió al buey del ídolo Apis, y de la herida vino a morir. Y aunque era idólatra Cambises, y se desmandó contra ídolo falso, mas el verdadero Dios se mostró ofendido en que aquél se desacatasse contra el que adorava por Dios, y assí le castigó, para que entiendan los hombres que en todo tiempo y en toda religión aborrece Dios a los sacrílegos. Es del Evorense.

[7] Laocón, sacerdote de Apolo Timbreo, como celebrasse sus bodas y las consumasse en el mismo templo y capilla donde estava el ídolo, salieron a él serpientes que le despedaçaron y comieron. Dízelo Brusón.

[8] Marco Crasso, capitán romano, iva con grande exército contra los partos y, entrando de camino por Jerusalem, robó el templo, y por este sacrilegio quiso Dios que perdiesse la batalla y fuesse muerto. Donde, hallando los enemigos su cabeça, derritieron oro y derramáronselo en la cabeça, diziéndole que se hartasse de lo que tanto avía codiciado. Es de Fulgoso, libro primero.

[9] Filomelo, Onomarco y Faillo, con mano armada fueron al templo de Apolo Délfico y robáronle, y siendo ley /(444v)/ entre los griegos que los sacrílegos muriessen o despeñados, o enterrados bivos o quemados, sin que les fuesse dada alguna destas penas por manos de hombres, siendo poderosos, al cabo vinieron a padecerlas, porque Filomelo murió quemado, Onomarco fue enterrado bivo y Faillo, precipitado. Dízelo Fulgoso, libro primero.

[10] Alcançaron los atenienses una insigne vitoria por medio de Diomedonte, su capitán, y por cosas que le levantaron mandáronle matar. Al tiempo, pues, que le querían dar la muerte, diziéndole de parte del Senado si quería alguna cosa, dixo:
-Quiero que se cumplan algunos votos que hize a los dioses cuando me concedieron la vitoria.
Dízelo Valerio Máximo.

[11] Dionisio, tirano de Sicilia, cometió graves sacrilegios diziendo donaires. En Locris robó el templo de Proserpina y, bolviendo con próspero viento, dixo riyendo a los que ivan con él:
-Mirad, amigos, qué próspera navegación nos conceden los dioses por el servicio que les avemos hecho en quitarles de su templo cosas superfluas.
Hierón Tirano, de un despojo que uvo de los cartaginenses, avía dado un vestido de oro a Júpiter Olímpico, y quitósele Dionisio, poniéndole otro de lana, diziendo:
-En el verano el vestido de oro es pesado, y en imbierno, frío; más acomodado es el de lana para un tiempo y otro.
Vido a Esculapio en Epidauro con una barba grande de oro. Quitósela diziendo que no era conveniente traer barba teniéndose por hijo de Apolo, que le pintan sin ella. De Grecia llevó de otro templo unas mesas de plata en que estava escrito que eran bienes de los dioses, y dixo que se quería aprovechar de aquellos bienes, pues los dioses no tenían dellos necessidad. Vido en otro templo algunos ídolos que tenían estendidas las manos y, en ellas, coronas de oro y tazas que llamavan vitorias suyas. Todo esto | llevó Dionisio, diziendo:
-Si queremos que nuestros dioses oigan nuestras oraciones, razón será que tomemos los dones que liberalmente nos ofrecen.
Y aunque de todos estos sacrilegios no llevó luego la pena y castigo, porque muchas vezes la ira de Dios viene con passo tardo, mas recompénsala con ser más grave el castigo, y assí sucedió en Dionisio, que fue castigado en sus hijos con todo rigor, siendo ya él muerto, por lo que en vida mereció. Lo dicho es de Valerio Máximo, y llama sacrilegios los hurtos de Dionisio por ser en los lugares que él y los demás gentiles tenían por sagrados, estando en ellos los ídolos que adoravan.

[12] Escrivió Marco Varrón del Senado romano que tuvo en tanto los negocios tocantes a la religión que siempre se anteponían a los de la república y particulares, aunque fuessen gravíssimos y de mucha importancia, de manera que no se tratava destos hasta averse determinado lo que se devía hazer en aquéllos. Y Claudio Nerón, su príncipe, dado que fue vicioso y malo, mas en lo tocante a su religión, aunque falsa, tuvo cuidado en que se truxesse a Roma una estatua de Ceres Eleusina de Atenas para darle honores divinos. Y en Sicilia reedificó un solene templo de Venus Ericia. Y Vespasiano, también príncipe de aquella república, bolviendo de Oriente, visto que el templo de Júpiter Capitolino con guerras civiles estava malparado y caído, hízole reedificar, y él mismo, quitándose las insignias de emperador, con sus proprias manos assentó algunas piedras del edificio. A cuyo exemplo, Tito, hijo y heredero suyo en el imperio, edificó en Roma diversos templos. Y en una hambre que huvo en su tiempo, para el remedio de la, puso tanta diligencia en ofrecer sacrificios a sus falsos dioses como en traer de diversas partes provisión. Y Alexandre Severo, que también fue em- perador, /(445r)/ queriendo los cristianos (que ya en su tiempo se señalavan en Roma) edificar cierto templo, contradezíanlo los paganos, pidiendo algunos dellos aquel sitio para un bodegón y taberna; fueron a pleito delante del emperador, pareciéndoles que contradixera los intentos de los católicos por ser él gentil, y no lo hizo, antes mandó que la iglesia se edificasse, diziendo que se devía anteponer la religión y culto divino al bodegón y taberna. El mismo Alexandre Severo nunca | contradixo sentencia o parecer dado por pontífice o ministros de su religión, diziendo que la magestad del imperio deve dar la ventaja a la autoridad sacerdotal. Puede añadirse a lo dicho de Aurelio, también emperador, que en las guerras que tuvo Roma con Zenobia, reina en Europa, sabiendo que en la ciudad de Palmira, quedó destruido un templo del sol, hizo que se reedificasse muy mejor que antes estava y le adornó de diversas joyas de oro y perlas. Lo dicho es de Fulgoso, libro primero. |