DISCURSO SÉPTIMO. DE AVISO DE DICHOS Y HECHOS


Mal consejo es querer perder por aver perdido, y locura es no querer aprovechar por aver desaprovechado. Si no puedes salvarte por la innocencia, procura salvarte por la penitencia. Si no puedes ser Catarina o Cecilia, trabaja por ser María Magdalena o Egipciaca. Si perdiste la juventud, no quieras perder la ve- jez. | Si hasta aora biviste en el golfo del mar, trabaja por morir en el puerto. Este Discurso trata de Aviso de dichos y hechos.


[EJEMPLOS DE LAS SAGRADAS ESCRITURAS]


[1] Abraham, passando en Egipto, mostró mucha prudencia y aviso en dezir de Sara, su muger, que era hermana suya, porque, siendo como era muy hermosa, pretendieran los egipcios matarle por quitársela. Y no mintió en dezir que era su hermana, por /34r/ ser costumbre entre los de su nación llamarse hermanos los parientes cercanos, y Sara era sobrina de Abraham. También se mostró avisado cuando vido que se levantavan pleitos y diferencias entre sus pastores y los de Lot, su sobrino, en hazer que se apartassen unos de otros. Y lo mismo cuando ya se vido viejo, en repartir con sus hijos parte de su hazienda y dexar lo principal a Isaac, escusando de esta manera entre ellos pleitos y rebueltas que pudieran suceder en su muerte sobre lo que a cada uno pertenecía. Es del Génesis, capítulo doze, treze y veinte y cinco.

[2] Rebeca tuvo grande aviso para procurar que Jacob, su hijo, alcançasse la bendición que le pertenecía por el mayorazgo. Y después le hizo que se ausentasse de aquella tierra hasta que la ira de Esaú, su hermano, que tenía contra él, cessasse. Es del Génesis, capítulo veinte y siete.

[3] Pretendía Laba servirse de la industria y trabajo de Jacob con poco o ningún premio. Y bastó su aviso y discreción para se pagar bien, poniendo baras descortezadas a la vista de las ovejas cuando concebían, siendo suyos los corderos manchados que ellas parían, que eran los más y mejores. También tuvo aviso cuando salió a él Esaú, su hermano, a la buelta que bolvía a su tierra, y entendió que le tenía enojado y le podía venir dél daño, que le embió dones y dividió sus mugeres y hijos, porque de una vez y con ímpetu no lo perdiesse todo, y poniendo en más seguro lugar lo más precioso y estimado dél. Es del Génesis , capítulo 30 y 32.

[4] Josef sapientíssimo se mostró en declarar a Faraón su sueño, y muy avisado aconsejándole el remedio que devía procurar contra la hambre que se esperava. También mostró aviso con sus hermanos en el modo que tuvo para reprehenderles el mal que hizieron en procurarle la muerte y en venderle. Refiérese en el Génesis , capítulo cuarenta y uno, y cuarenta y cuatro.

[5] Rigiendo Josué el pueblo hebreo y haziendo guerra a la gente que estava en la Tierra de Promissión, fue roto su exército por los vezinos de la ciudad de Hai algunas | vezes. Él consultó el negocio con Dios y usó de grande aviso, porque puso cinco mil hombres en una celada de la otra parte de la ciudad, y acometió a los enemigos. Salieron a él; él dio muestra de que tenía temor y ívase retrayendo. Los de Hai, acostumbrados a vencer, salieron en su alcance hasta que los tuvieron retirados de la ciudad, que levantó Josué en alto un hielmo y, visto por los que estavan en celada, que era ésta la seña que esperavan, entraron en la ciudad y, apoderándose della, pusieron fuego en diversas partes, y levantado el humo y la llama, viéndolo los vezinos en la batalla dónde estavan, desmayaron y huyeron. Los hebreos rebolvieron sobre ellos y mataron en el campo y dentro de la ciudad doze mil personas. El rey fue preso y Josué le mandó ahorcar y echar su cuerpo en una hoya, y sobre él mucha piedra. Hízose este castigo en aquella gente mereciéndolo sus pecados. Iva el mismo Josué con grande vitoria, apoderándose de la Tierra de Promissión, poniendo temor a los que eran señores della; entraron en este número los gabaonitas y usaron de grande astucia para quedar en sus casas sin perderlas con las vidas, como sucedía a los vezinos. Nombraron algunos dellos por embaxadores a Josué y, fingiendo que eran de tierra muy distante, dándole assí a entender sus vestidos y aparato de campo, vistos y oídos por Josué, y creyendo que no eran de los encartados, como él desseasse tener por amigos a los que no le avía declarado Dios por enemigos, a los cuales por su mandado quitava las tierras, fácilmente hizo paces con ellos, y confirmólas el pueblo con juramento. Mas, siendo descubierto el engaño, usó Josué de aviso, que les guardó las vidas como estava obligado por el juramento, mas quiso que sirviessen de esclavos. Es del Libro de Josué, capítulo octavo y noveno.

[6] Viendo Jetro, suegro de Moisés, el inmenso trabajo que tenía averiguando pleitos de los hebreos, en que todo el día se ocupava, aconsejóle que señalasse algunos varones temerosos de Dios, verdaderos /34v/ y bien entencionados, a los cuales ocurriessen los negocios de menor peso, viniendo a él los graves y de importancia. Es del Éxodo, capítulo diez y ocho.

[7] Eglón, rey de Moab, con tiranía y fuerça grande sujetó al pueblo hebreo por diez y ocho años, tratándolos cruelmente. Dieron vozes a Dios y proveyólos de un valiente hombre llamado Aod, para que los librasse de aquel tirano, como los libró con un hecho que hizo de mucho aviso. Fingióse embaxador de los hebreos, y con un buen presente fue al rey Eglón, y, aviéndosele dado, dixo que le quería hablar en secreto. El otro, ciego con el interesse recebido, hizo salir de su aposento toda la gente. Quedó Aod con él, el cual llevava de secreto una daga, y con ella hirió al rey, que era gruesíssimo de carnes, y se la dexó dentro del cuerpo. Y, quedando muerto, salió por una puerta y púsose en cobro. La tiranía de Eglón mereció esta muerte, y con ella el Pueblo de Dios cobró su libertad. Dízese en el capítulo tercero del Libro de los Juezes.

[8] El aviso con que Gedeón venció a los madianitas, de las hachas que puso encendidas dentro de los cántaros, y el sonar las trompetas, fue dado de Dios, y mandóle usar dél, como parece en el capítulo octavo de los Juezes.

[9] Grande fue la maldad y pecado que cometieron los de la tribu de Benjamín, que, hospedándose cierto levita con su muger una noche en su ciudad, hiziéronles fuerça, a él queriendo matarle y a ella quitándole su honra. Y fueron tantos los que la oprimieron por toda la noche que murió la muger. Su cuerpo dividió el marido en partes, repartiéndole por las demás tribus, declarándoles el caso; por donde tomaron armas contra aquella tribu y le hizieron guerra, defendiéndose ellos maravillosamente y quedando dos vezes con vitoria. Mas a la tercera usaron los hebreos de un buen aviso con una celada encubierta, incitándolos a la pelea, en la cual fueron vencidos los de Benjamín, y a los que huían diéronles lugar los hebreos para que fuessen a dar en la cela- da | que estava cerca de la ciudad de Gabaa. Mas, siendo descubiertos, tuvieron otra refriega, donde murieron muchos. Entraron los hebreos en la ciudad y destruyéronla a fuego y a sangre, donde también murió gente, y fue el número de los muertos de la tribu de Benjamín veinte y cinco mil personas. Y quedaron con vida solos seiscientos hombres y la tierra toda asolada. Es del capítulo veinte del libro de los Juezes.

[10] David muchas vezes y en diversos trances se mostró avisado, aunque excedió a muchas otras una, en que, hallándose en presencia del rey Aquis y siendo conocido que era el que mató al gigante Goliat, y grande perseguidor de los filisteos, vido David que corría riesgo su vida; fingióse loco y hizo cosas de loco, por lo cual se libró de aquel peligro, despreciándole el rey como a hombre sin juizio. Es del Primero de los Reyes, capítulo veinte y uno.

[11] Quiso argüir Natán Profeta a David de su adulterio y homicidio, y trúxole con grande aviso un exemplo de dos hombres, un rico y otro pobre. El pobre no tenía más de una oveja, que regalava y echava en su propria cama, y la hazía comer a su mesa; el otro, rico de ovejas, vino a quitar al pobre aquella sola que tenía. Oído por David juzgó que merecía muerte quien tal delito cometió. El profeta le declaró ser él mismo y le provocó a contrición y penitencia. Es del Segundo de los Reyes, capítulo 12.

[12] Estando en desgracia de David Absalón su hijo, por la muerte que dio a Amnón, su hermano, una muger tecuites entró a hablar al rey, y las razones que le dixo fueron tan prudentes y eficaces que salió con el perdón en la mano para el infante. Y lo que no hizo antes el afeto de padre, ni pudo hazer todo el reino, que pedía a David, solicitándolo Joab, su capitán general, que perdonasse al moço Absalón, todo lo acabó el aviso de aquella discreta muger. Es del Segundo de los Reyes, capítulo catorze.

[13] Abigail, muger de Nabal Carmelo, prudentíssima fue en remediar el daño que su marido hizo tratando mal a los mensajeros de David, por lo cual venía él con intento de asso- lar /35r/ la casa y no perdonar a persona. Mas ella, que se le traslució, con un buen presente le salió al camino, y supo dezirle tales palabras que le aplacó, y quedó tan acreditada con él que, muriendo desde a poco su marido, David la recibió por muger, y, siéndolo antes de un ganadero, después vino a ser reina. Es del Primero de los Reyes, capítulo veinte y cinco.

[14] Avisada y discreta se mostró Noemí, suegra de Rut, en darle consejo que fuesse a espigar al campo de Booz Patriarca, y el modo que tuvo con él hasta ganarle por marido y quedar con honra y hazienda, y después con hijo y generación, que era lo muy preciado entre los hebreos. Es del Libro de Rut, capítulo segundo y tercero.

[15] La reina Saba, por presumir de avisada y sabia vino del cabo del mundo a ver lo que Salomón alcançava en este particular y, estando con él, en las preguntas que hizo se mostró más sabia que algún sabio en dar respuestas, y cuanto más en esto alcançó, más se admirava de lo que sabía Salomón. Y no era mucho que se mostrasse Salomón sabio, pues tuvo a Dios por Maestro, sabiendo dél lo que supo por ciencia infusa y dada graciosamente del Cielo, sin atravessar Escuela de Atenas, ni aver entrado en General de París o Salamanca. Aunque de lo mucho que supo aprovechóse poco para sí, pues anda su salvación en opinión en las escuelas, donde él no anduvo, y uno dize: «Sí, en el Cielo está», otro dize: «No, sino que se condenó». No lo aya Dios permitido por su misericordia, que hombre que fue instrumento del Espíritu Santo, escriviendo tantas verdades católicas, se condenasse. De la reina Saba se haze mención en el Tercero de los Reyes, capítulo 10, y por San Mateo, capítulo 12, y por San Lucas, capítulo 11.

[16] Viniendo a tratar del mismo Salomón, es de saber que pidió a Dios sabiduría, siéndole dado libre escoger para lo que quisiesse demandar. Y assí se le concedió, como pareció luego en un maravilloso exemplo, porque, viniendo a pedirle justicia dos mugeres de ruin nombre y peor vida, refirieron en su presencia que cada una te- nía | su hijo, y que, muriéndosele a la una el suyo, le avía llevado a la otra, viviendo ambas en una casa, y puéstosele muerto a su lado, y llevádole el suyo vivo. La otra negava que fuesse sino suyo el hijo que traía en sus braços. Visto por el rey que faltava prueva y que no avía por qué creer más a la una que a la otra, mandó que el hijo vivo se dividiesse en dos partes y se diesse a cada una su parte. La que de veras era su madre enternecióse, y pidió al rey que se le diesse vivo a la otra, la cual dezía obstinadamente:
-No ha de ser sino que lo mandado por el rey se cumpla.
Visto por él, y saliendo con lo que pretendía en aver mandado dividir el niño vivo, que era para saber la verdad, dio por sentencia difinitiva que se diesse el hijo a la que defendía que no muriesse, porque era afeto de verdadera madre. Esta sentencia tan avisada agradó a todo el pueblo, y alabaron a Dios por averles dado rey tan sabio. Es del Tercero de los Reyes, capítulo tercero.

[17] Roboam, hijo de Salamón, viniendo a le hablar de parte del reino, pidiendo que les disminuyesse los tributos y pechos que su padre les avía impuesto, que tenían por intolerables, no quiso tomar el consejo de los viejos y prudentes, que le aconsejavan que concediesse con ellos y no los exasperasse, porque pedían razón y era él nuevo en el reino. Siguió el parecer atronado de otros, moços como él, respondiéndoles ásperamente y diziendo que si su padre los avía açotado con açotes de cuero, él los açotaría con açotes de hierro. Reveláronse de doze tribus, que era todo su reino, las diez, que ni él ni alguno de los que le sucedieron tuvo más mando en ellos, sino que eligieron rey de por sí y se quedaron con él. Es del Tercero de los Reyes , capítulo doze.

[18] Levantó Dios a Jehú, capitán valeroso, para destruir la casa del rey Acab, idólatra, y a los sacerdotes del ídolo, Baal. Cumplió Jehú con lo primero en Samaría, no dexando persona alguna de aquella casa. Y para cumplir lo segundo mandó pregonar un solemne sacrificio a Baal, echando fama, y que dezía el mismo Jehú: «Acab le honró poco, yo quiero honrarle mucho». Puso pena /35v/ a cualquier sacerdote de aquel ídolo o ministro de su templo si faltasse el día que señaló para esto, y assí se juntaron todos en su templo. Mandólos que se vistiessen los ornamentos con que acostumbravan hazer sus sacrificios. No faltó hombre, el templo estava lleno. Entró el rey y passeóse de un cabo a otro; encargó a los principales que mirassen bien si estava dentro alguno que no fuesse de su vando y, hechas estas diligencias, salió el rey fuera y puso ochenta hombres de su guarda valientes y bien armados a la puerta, y díxoles:
-Si uno destos se os va de las manos sin que muera, al que se le fuere pagará con la vida.
Complido con el sacrificio, mandó el rey a sus soldados y exército, que era grande en número, que fuessen entrando y matando cuantos estavan dentro, teniendo siempre guarda a la puerta para que ninguno saliesse y se librasse. Estavan señalados con los vestidos de su ídolo, ninguno pudo esconderse ni defenderse. Y de una vez acabó con aquella mala casta, no quedando quien adorasse a Baal. También truxo la estatua del mismo Baal de otra parte y la quemó allí, y derribó el templo y hizo en él casa y lugar de inmundicia. En todo lo cual se mostró avisado y prudente, cumpliendo en este particular lo que de parte de Dios le fue mandado cuando se entronizó en aquel reino. Refiérese lo dicho en el Cuarto Libro de los Reyes, capítulo décimo.

[19] Prudente y avisado se mostró el rey Ezequías en vedar que ninguno de los hebreos que residían en Jerusalem se pusiesse a platicar ni respondiesse a los mensajeros del rey de Assiria que estavan fuera de los muros, diziendo blasfemias contra Dios, porque con infieles y herejes es peligrosa toda plática y conversación. Hállase lo dicho en el Cuarto de los Reyes, capítulo diez y ocho, y en la Profecía de Isaías, capítulo treinta y seis.

[20] Josabet, hija del rey Joram y muger de Joyada, Sumo Sacerdote, visto que Atalia procurava la muerte a los hijos de Joram, su padre, con particular aviso procuró | aver en su poder a Joás, hermano suyo, quitándole de las manos de la cruel hembra. Y crióle escondidamente Joyada hasta que, después de seis años que se conservó en su tiranía Atalia, Joyada, también con aviso y discreción hizo que la gente de guerra le reconociesse por rey. Y fue puesto en su silla y coronado, siendo violentamente muerta la cruel muger. Es del Segundo del Paralipomenon , capítulo 23.

[21] Nehemías se mostró avisado y prudente en edificar los muros de Jerusalem, repartiéndolos por estancias entre personas particulares y dando orden como no lo impidiessen los de la comarca, que les pesava de que la ciudad tornasse a se fundar, y assí los perseguían, siéndoles necessario a los edificadores con la una mano entender en la obra y con la otra tener espada o lança con que defenderla y defenderse. Aunque al cabo la ciudad quedó con su muro y cerca, por la buena industria y aviso de Nehemías. Es de su Libro, capítulo segundo y siguientes.

[22] Avisado se mostró Zorobabel en probar con razones fortíssimas su opinión contra otros dos criados del rey David de Persia. Porque el uno dixo que lo más fuerte en el mundo era el vino, otro dixo que el rey; él dixo que era más fuerte que el vino y que el rey la muger, aunque, sobre todo, lo más fuerte era la verdad. Provó su intención en lo primero de que la muger era más fuerte que el vino y que el rey, pareciendo que no avía más que hablar sobre lo dicho. Mas, tratando de la verdad, quedó el vino y el rey, y quedó la muger flaca y sin fuerças en su comparación, y por ello, como avisadíssimo, fue premiado del rey. Es del Libro Tercero de Esdrás, capítulo 3.

[23] Tobías dio muy avisados consejos a su hijo siendo viejo y, entre otros, le encargó mucho que siempre tomasse consejo de hombre sabio. Es de su Libro, capítulo 4.

[24] Judit, honestíssima viuda, bien se mostró sabia y prudente en presencia de Holofernes. Tanto, que dezían sus privados, viéndola y oyéndola, con admiración grande:
-No ay tal muger sobre la tierra, /36r/ en vista, en hermosura, y en aviso y sabiduría de palabras.
Es de su Libro, capítulo 11.

[25] Daniel, desde niño se mostró avisado y prudente, convenciendo con sus razones a los dos malos viejos, y provándoles que avían dicho falso testimonio contra la inocente Susana. Después, en los sueños y visiones que vido Nabucodonosor altamente declaró su sabiduría y aviso, y que era dado del Cielo. Y aunque Josef Patriarca hizo mucho en declarar el sueño de Faraón, parece que passó adelante Daniel, pues a Josef propuso Faraón el sueño de las espigas flacas y granadas y de las vacas gruessas y macilentas, y él declaróle. Mas a Daniel sólo le dixo Nabucodonosor que avía tenido un sueño, y él le refirió el sueño y declaró lo que significava. Aunque convino que fuesse assí, porque si a Josef le dixo el sueño y él le declaró, vídose dentro de catorze años que su declaración fue cierta y verdadera, aviéndose en todo cumplido. Mas a Daniel convenía que él dixesse el sueño y la soltura, porque, aviendo de passar muchos años primero que se cumpliesse lo significado en la estatua de diversos metales, que eran diversas monarquías que unas sucederían a otras, declarando cuál fue el sueño sin dezírselo Nabucodonosor, vídose que como en aquello dixo verdad, la diría en su interpretación. Es del Libro de Daniel , capítulo segundo, cuarto y treze.

[26] Entre todas las puras criaturas, quien tuvo más discreción y aviso fue la Virgen Sacratíssima, Madre de Dios y Señora Nuestra. Y dio alguna noticia desto en el coloquio que tuvo con el Arcángel San Gabriel. Turbóse al principio oyendo el modo como la hablava. Preguntó después el orden que se tendría en aquella obra y cómo podría ser madre permaneciendo donzella. Al cabo, dando el consentimiento con palabras de suma humildad. Después, cuando visitó a su prima Isabel, mucho descubrió deste soberano talento. Engrandecióla Isabel con sumos loores; llamóle Madre del Señor. Y a todas estas grandezas salió con alabar Ella al | Señor, y dixo las más altas razones, las más delicadas, las más corteses y bien miradas que supiera dezir el Serafín Supremo, como parece en el Cántico de la Magnificat, que compuso esta benditíssima Princesa. Son bien contadas las palabras suyas que se escriven en todo el Evangelio, y en mugeres, y más siendo donzellas, sumo aviso es saber callar. Hállanse otras dos palabras desta Señora. Una, cuando siendo Jesucristo de doze años se quedó en Jerusalem; buscóle dos días y al tercero hallóle en el templo entre doctores. Siendo visto por ella, preguntóle:
-Hijo, ¿por qué lo avéis hecho assí?
Y proprio es de sabios preguntar, que porque preguntan saben, y el necio, porque no pregunta, que le parece que se lo sabe todo, quédase necio.
Otra fue el milagro de las bodas, que bolvió por la necessidad en que vido a sus parientes, y que les fuera afrentoso faltarles el vino.
Lo dicho es de San Lucas, capítulo 2, y de San Juan, capítulo 2.

[27] La sabiduría de Jesucristo fue infinita, y descubrió mucho della en todo el discurso de su predicación, que fueron como tres años, hablando cuando convenía y lo que convenía, y callando cuando y adonde era conveniente. Aver de tratar con los escribas y fariseos, gente letrada, maliciosa y que le aborrecía de muerte, predicarles, reprehenderles y convencerles, mucho saber era. Tráenle una muger hallada en adulterio y dízenle:
-Cometido ha este delicto. Moisés dize que muera; a Ti, ¿qué te parece?
Avía aquí suma malicia, porque si dixera «vaya libre», como transgressor de la ley las piedras que traían para la muger descargaran en Él. Si dixera «sea apedreada», parecía perder el crédito con la gente popular, que le tenían por piadoso y misericordioso. Y las mugeres en particular parece que tomaran ojeriza con Él, viéndole tan riguroso con una, por aquella flaqueza en que cayó. Y libróse fácilmente destas angustias diziendo:
-El que de vosotros está sin pecado tírele la primera piedra.
Fue dezir: «Yo no digo que muera ni que sea libre, lo que me parece equidad digo, que, pues merece una /36v/ muerte por la ley, no se la den los que merecen muchas, y assí apedreen los que están sin pecado, no los cargados dellos. No es tolerable que apedree el adúltero a la adúltera, que açote el ladrón al ladrón, que ahorque el homicida al homicida. Ahorque al homicida el que nadie mató, açote al ladrón el que nunca hurtó, apedree a la adúltera el que no cometió flaqueza, sino que es honesto». Oyendo al Salvador los que venían a calumniarle, fuéronse avergonçados, conociendo cada uno sus culpas. También cuando le preguntaron si era lícito dar a César el tributo traía la pregunta consigo grande engaño y malicia, pues si dixera «no es lícito», echáranle la mano los mismos cogedores dél, que estavan presentes, y le pusieran en aprieto con el rey Herodes, que era el interessado; y si dixera que era lícito, el pueblo se indignara de muerte con Él, porque todos pagavan de mala gana y por fuerça aquellos pedidos, diziendo que era gente libre y no los devía. Libróse de todo el Salvador pidiendo la moneda y preguntando cúya era la imagen y letrero, y, oído que de César, dixo:
-Pues dése a César lo que es de César y a Dios lo que es de Dios.
Las respuestas que dio al demonio en el desierto cuando vino a tentarle también fueron dignas de su saber, porque con ellas derribó todas las torres de viento que traía Satanás, quedando perdida su pólvora y munición, y él sin saber lo que pretendía acerca de Cristo quién fuesse. Todos los demás hechos que hizo, toda la doctrina que predicó, todo pregona altamente como era eterna sabiduría del Eterno Padre.

[28] El mismo Redemptor Nuestro alabó la sabiduría de un mal mayordomo, que, viéndose perdido y que le quitavan el oficio, en tanto que no le rebocavan sus poderes y valía su firma, fue de un deudor en otro y dio cartas de pago de lo que no recebía, con intención que a él poco daño le vendría añadir esto a lo de que primero devía a su señor, pues con todo se avía de quedar, y obligava a éstos que le diessen parte después de lo que él les hazía gracia. | Este aviso y saber para su provecho alabó el Señor, y refiérelo San Lucas en el capítulo diez y seis.

[29] Santa Isabel, madre del gran Baptista, bien puede contarse en el número de las muy discretas, pues supo callar por seis meses lo que otra que lo desseara menos que ella lo publicara más antes, y era el estar preñada de un mayorazgo que se presume sería de diez o doze mil ducados de renta. Y cuando la visitó la Madre de Dios tuvo assí mismo grande discreción para conocerla, y aviso para darle el apellido más alto que tiene suelo o cielo, después de lo que es ser Dios y Cristo, Dios y Hombre, que es ser Madre de Cristo, verdadero Dios, y assí dixo la santa anciana y preñada:
-¿De dónde merecí yo que la Madre de mi Señor viniesse a visitarme?
Es de San Lucas, capítulo segundo.

[30] María Magdalena, si supo mucho de mundo, también supo mucho de Dios. Con grande aviso se ponía a sus pies, adonde alcançó perdón de sus pecados y la vida a su hermano Lázaro, muerto de cuatro días, y oía palabras de divina sabiduría. Es de San Lucas, capítulo séptimo y décimo, y de San Juan, capítulo undécimo.

[31] Estavan açotando un día al Apóstol San Pablo, y los que le mandavan açotar y executavan aquel rigor eran romanos, y quien gozava deste nombre tenía grandes privilegios, y era el no ser castigado con açotes, que era castigo de esclavos y gente baxa. Pues como San Pablo fuesse natural de un pueblo que gozava de los privilegios de los romanos, viéndose açotar, dixo con mucho aviso:
-Pregunto: ¿es lícito açotar y sin culpa a un romano?
Oyendo esto los verdugos y juez, con temor grande si los avían de acusar por quebrantadores de las leyes de los romanos, dexaron libre al Apóstol. Otra vez se vido assí mismo San Pablo cercado de judíos que le querían mal de muerte y que procuravan dársela; no era possible librarse de sus manos, mas usó de un aviso digno de su ingenio. Vido que avía allí de las dos sectas desta gente, unos eran fariseos, que confessavan aver otra vida, /37r/ avía saduceos, que la negavan. Levantó la voz y dixo:
-Yo soy fariseo, confiesso que ay otra vida, que ay alma y premio para los buenos y castigo para los malos. ¿Por esto me quieren matar?
Oído por los fa- riseos, | aunque estavan mal con él, viéndole de su vando buelven la hoja y favorécenle, de suerte que se libró de aquel peligro con este aviso. Es del libro de los Hechos de los Apóstoles, capítulo 23.

Hasta aquí es sacado de la Escritura Sacra.


[EJEMPLOS CRISTIANOS]


[1] San Atanasio, obispo de Alexandría, padeció grandes persecuciones y vídose en grandes peligros. De lo cual todo se librava favoreciendo Dios a su aviso y discreción, que era grande. Como pareció en que, embiando a prenderle Juliano Apóstata y llegando de improviso sus ministros donde estava, no tuvo otro remedio sino de entrar en una barca por el río Nilo. Y aviendo navegado en ella algún tanto, entendiendo que le ivan siguiendo en otra sus enemigos y que no podía huyendo librarse de sus manos, dio buelta con su barca al contrario de donde iva. Y, encontrándose a poco con los que le buscavan, preguntáronle si avía visto a Atanasio. Respondióles él mismo:
-Poco ha que le vi, y no va muy lexos de aquí.
Con esto, ellos siguieron adelante y él se bolvió a la ciudad y pudo librarse desta persecución. Refiérese en su Vida.

[2] Ustazanes, eunuco y muy privado del rey de Persia Sapor, porque no quiso adorar sus ídolos mandóle cortar la cabeça. Y, queriendo los ministros del rey executar la sentencia, rogóles que esperassen un poco, porque primero quería embiar al rey un mensaje. Y llamado otro eunuco amigo suyo fiel, pidióle que fuesse al rey y le dixesse de su parte: «Bien sabes, señor, que toda mi vida empleé en servicio de tu padre y tuyo; pues por premio de mis fieles servicios te pido, atento que no quiero que alguno piense de mí que me mandas matar por aver cometido traición contra ti o contra tu reino, que vaya comigo un pregonero que diga en voz alta que se me da la muerte, no por otra causa, sino porque soy cristiano y no quiero negar la adoración a Cristo, siéndome mandado por el rey que lo haga». Sapor lo concedió, y mandó que assí se hiziesse, y fue cosa a am- bos | muy gustosa. El rey gustó dello porque, viendo otros que a Ustazanes viejo, que avía sido ayo suyo y que era dél tan favorecido, le quitava la vida porque no negava a Cristo, temiessen y dexassen semejante adoración. A Ustazanes le dio gusto y contento grande que se publicasse que moría por Cristo, y assí se saldasse un pecado que primero cometió en adorar al Sol por agradar al rey, que se lo pidía; donde los que se escandalizaron y acobardaron viéndole idolatrar, aora se edificassen y esforçassen viéndole morir por Cristo, siendo aviso grande este hecho. Refiérese en la Vida de San Simeón Mártir, obispo de Selencia , escrita por Surio en el segundo tomo.

[3] Efrén Abad, viniendo a la ciudad de Edessa a visitar las iglesias y participar de los Divinos Sacramentos, pidió a Dios con grande instancia que fuesse para edificación suya la primera persona que viesse entrando en la ciudad. Entró en ella y vido una ramera, cuyos vestidos profanos pregonavan su mala vida. Vista por Efrén, entristecióse, pareciéndole que su oración no avía sido oída. La muger, advirtiendo que la mirava aquel monge con çeño y sobrezejo, miróle de la misma traça y tuvo en él fixos los ojos, mostrando desengaño. Quiso Efrén avergonçarla y díxole:
-¿Por qué, muger, no te avergüenças de mirarme siendo hombre? Baxa tus ojos y ponlos en tierra.
Ella, con grande libertad, notándole a él de lo que a ella notava, respondió:
-A mí, que soy muger, me está bien mirar al varón, porque salí dél y fui formada de su costilla; mas a ti, que eres varón, te está mejor mirar a la tierra de que fuiste formado.
Oyendo esto Efrén fuera de su esperança, dio gracias a aquella muger y bendixo a Dios, porque de su razón po- día /37v/ sacar no pequeña utilidad y provecho. Detúvose desta vez en Edessa algunos días, y uno dellos, estando en una casa adereçando cierto manjar para comer, tenía por vezina una muger de mala vida, la cual, incitada por el demonio, púsose en cierta ventana y desde allí, con meneos deshonestos, díxole:
-Échame, abad, tu bendición.
Él, con mucha modestia, dixo:
-El Señor te bendiga.
Replicó ella con una risa desvergonçada:
-¿Qué piensas que falta a esse manjar?
-Tres piedras y un poco de barro -dixo él- para tapiar essa ventana.
No paró en esto la plática de aquella muger. Añadió y dixo:
-Porque comencé yo la plática te muestras altivo. Con todo esso, no quiero dexar de combidarte a que duermas comigo. Mira si quieres acetarlo.
-Si acetaré -dixo Efrén- con que sea donde yo señalaré.
-¿Y dónde señalarás tú? -preguntó ella.
-En medio de la plaça -replicó él.
-No es lugar esse conveniente -dixo la ramera-, porque seremos vistos de muchos hombres en confusión y vergüença nuestra.
Esperava el santo varón a este punto, y por esso no avía acortado la plática, para confundirla con sus proprias palabras. Y assí le dixo:
-Pues si te avergüenças, oh muger, de ser vista de los ojos de los hombres, que son polvo y tierra, ¿por qué no te confundes de ser vista de Dios, a Quien no ay cosa encubierta, sino que todo lo vee y nada se le encubre. Y, no encubriéndosele tus torpezas, sino viéndolas, está claro que las ha de castigar con pena eterna. Por tanto, mira cómo vives, enmienda tu vida y llora tus pecados, que no es el negocio de condenarse o salvarse de poco más o menos, y que si una vez se pierde puede remediarse otra. No va menos en ello sino gozar de Dios para siempre o arder en el Infierno para siempre.
Bastaron aquellas razones para que, consideradas atentamente por aquella muger, favoreciéndola Dios con dolor grande de su mala vida y propósito firme de enmendarse, fue y se derribó a los pies del santo varón Efrén, pidiéndole consejo en lo que devía hazer. Él se le dio, y fue parte para que se encer- rasse | en un monasterio de religiosas, donde vivío y murió santamente. Refiérese en la Vida del mismo Abad Efrén, escrita por Simeón Metafraste.

[4] Serapión Sindonio, monge, peregrinando por diversas partes, llegó a Atenas, y estuvo tres días sin comer cosa alguna, porque nadie se lo dava y él ni tenía dineros ni vestidos que vender, más de una sabana con que cubría su cuerpo, de donde tomó nombre de Sindonio, que era la sábana. Al cuarto día sintió grande hambre y, viéndose fatigado, púsose en una plaça y començó a dar vozes, diziendo:
-Favorecedme, atenienses, que me matan; libradme, que me quiero quitar la vida en vuestra presencia y delante de vuestros ojos.
Ocurrió gente y, viéndole solo, preguntaron quién le quería matar. Serapión dixo:
-Yo soy natural de Egipto, mi profesión es de monge. Después que salí de mi tierra caí en manos de tres enemigos, que son avaricia, fornicación y gula. Libréme de los dos, esto es, de la avaricia y fornicación, porque ni tengo oro, ni gozo de algún deleite, y assí anme dexado estos dos enemigos. Mas el tercero, que es la gula, házeme guerra y amenázame con la muerte terrible, de modo que quien me mata es la hambre.
Oyeron esto algunos filósofos y creyeron que era algún gran sabio. Diéronle una moneda de oro. Serapión la tomó y llegó a un panadero, y diósela, no queriendo dél más de un pan, estando presentes los filósofos, y con esto se fue de Atenas. Pagaron el pan los filósofos y cobraron su moneda, quedando admirados de Serapión, juzgándole por muy avisado y sabio. Es de su Vida, escrita por Paladio.

[5] Arsenio Ermitaño contó de cierto monge viejo que le habló un ángel y le dixo:
-Levántate y ven comigo; verás lo que passa en el mundo.
Siguió el viejo al ángel, y llevóle a cierto lugar, donde le mostró un etíope que estava cortando leña y, aviendo juntado un haz grande provó a levantarle, y no pudiendo cortó más leña y, juntándola con el haz, tornava a le- vantarle /38r/ sin poner término en esto. Dixo el ángel:
-Lo que haze aquel etíope hazen los que han cometido muchos pecados y en lugar de hazer penitencia dellos cometen otros de nuevo.
Fue una matrona desde Roma a Egipto por ver al mismo abad Arsenio, llevada de su fama y, viéndole, díxole:
-Ruégote, siervo de Dios, que ruegues por mí a Dios y te acuerdes de mí.
Respondió Arsenio:
-Yo ruego a Dios que nunca de ti me acuerde.
Avía estado Arsenio en casa del emperador Teodosio, y llevó de allí al hiermo un mal modo, y era que, estando assentado, ponía la una rodilla sobre la otra, y aunque esto estando solo se permitía, mas cuando se hallavan otros monges con él parecía mal. Nadie osava reprehendérselo, hasta que un monge llamado Pastor, muy avisado, concertó con otros que, estando juntos y presente Arsenio, él se pondría de aquel mal modo, y que ellos le reprehendiessen en público, diziendo que no les diesse mal exemplo con aquella manera de assiento. Hízose assí, advirtiólo Arsenio y enmendóse en adelante. Refiérese en su Vida, escrita por Simeón Metafraste.

[6] Fue un día el abad Daniel del desierto al poblado para vender el trabajo de sus manos y del precio proveer su templada comida. Visto por un hombre casado, cuya muger era estéril, rogóle que fuesse a su casa y hiziesse oración porque pariesse. El santo viejo, importunado fue a aquella casa, hizo oración por la muger y concibió. Sabido por sus vezinos y parientes que estava preñada, juzgavan falsamente que el ermitaño era padre de lo que naciesse. Tuvo nocicia dello Daniel, aguardó al parto y, llegado, vino a aquella casa y hizo que se juntassen los parientes y vezinos, y en su presencia tomó al niño en sus braços, siendo de veinte días, y preguntó:
-Dime niño, ¿quién es tu padre?
Y respondió que aquél, señalando al que de verdad lo era. Y los presentes quedaron confusos. Es del Prado Espiritual, capítulo ciento y catorze. |

[7] El abad Cosmas Escolástico tenía una celda, y en ella no otra cosa sino un banco, una mesa y algunos libros. Siempre que le visitavan, o le hallavan orando, o estudiando, o escriviendo contra la seta de los judíos, desseando y procurando mucho convertir aquella gente. Visitóle Mosco Evirato, el autor del Prado Espiritual, y preguntóle qué tanto tiempo se avía exercitado en las tres cosas, de orar, estudiar y escrivir. Hazíasele dificultoso; al cabo declaró que treinta años. Tornó a preguntarle qué provecho avía sacado para su alma en este tiempo. No quería dezirlo, mas, afirmándole que se lo preguntava para edificar su alma, respondió que tres cosas avía aprendido: no jurar, no mentir y no reír. Es del Prado Espiritual, ciento y setenta y dos.

[8] Vino un monge anciano del desierto a Alexandría a vender espuertas de palma, que era su trabajo, y del precio comprar su sustento. Vido otro monje moço en una taberna y bodegón, de lo cual mostró sentimiento y pena. Aguardó a que saliesse, llevóle a un lugar apartado y díxole:
-¿Echas de ver, hermano mío, que traes hábito angélico, que eres moço, que los lazos del demonio son muchos? ¿Consideras que los monges, assí por la vista como por el oído, por diversas figuras y trajes, estando en la ciudad son ofendidos y lastimados? Si esto es assí, ¿cómo te atreves a entrar en lugar semejante, donde oirás lo que no querrías y verás lo que no devrías, estando en compañía y a una mesa comiendo y beviendo entre mugeres y hombres libres y poco honestos? No quieras, hijo mío, no quieras, yo te ruego, hazer cosa semejante, sino huye al desierto, donde con el favor de Dios te podrás salvar.
Respondió el monge y dixo:
-Buen viejo, cessen tus razones, que son escusadas, pues Dios no quiere sino el coraçón limpio.
Levantó al Cielo ambas manos el santo viejo, y dixo:
-Gloria a Ti, Señor Mío, porque yo he passado en el desierto escítico cincuenta y cinco años y no tengo limpio enteramente mi coraçón, y tiénele éste frecuentan- do /38v/ tabernas y bodegones.
Refiérese en el Prado Espiritual , capítulo ciento y noventa y cuatro.

[9] San Antonio Abad, aunque fuera sin letras humanas, enseñado del Cielo dava algunos documentos a sus monges de grande aviso, y dellos se referirán aquí algunos, sacados de su Vida, escrita por San Atanasio:
«Nadie (dize) quede satisfecho de lo que ha hecho por Dios, parézcale todo poco, trabaje de acrecentar siempre su caudal. No piense el religioso que hizo mucho en dexar el mundo, pues tarde o temprano todos lo han de dexar. No entró el religioso en la religión a holgar sino a trabajar. No espanten las obras de virtud que más facilidad tienen que muestran. Este mundo es como una casa de locos, uno llora, otro ríe. Algunos eclesiásticos son como el cuervo marino, que anda todo el día debaxo de la agua y, en saliendo della, con una sacudida de alas queda enxuto; assí, aunque estén mucho tiemrpo los eclesiásticos en el oficio divino y en oración, en dexándola, con pequeña ocasión pierden la devoción. Como los peces mueren fuera de la agua, assí los religiosos, apartándose por mucho tiempo de la celda o conversando con seglares se atibian en los santos propósitos y en la aspereza de la vida».
Refirió que avía visto en visión el mundo lleno de lazos y, espantado, pidió a Dios le dixese quién se podría librar dellos. Y fuele respondido que el humilde.

[10] A Santa Heduvige, duquesa de Polonia, reprehendía una vez Egidio, arcediano de Vratislavia, por lo poco que comía. Ella dixo:
-Yo como lo que me basta, y la comida ha de ser como la medicina. El xarave ni la purga, no porque en cantidad sea mayor dará más salud, sino lo que pide la ocasión. Assí, la comida ha de ser conforme a la necessidad, y no al apetito o gula.
Usava calçado cuando iva fuera de casa, mas en ella siempre andava descalça. Viviendo el duque, su marido, vino de repente a casa y, no teniendo lugar de calçarse, vídose en confusión por entender dél que lo llevaría ásperamente. Mas proveyó | Dios con un calçado que pareció en sus pies hasta que el duque fue ido. Después de viuda, mandóle su confessor que truxesse calçado y proveyóle dél. Ella, por obedecer, tomóle, y trúxole algunos días debaxo del braço, y al cabo del año se le bolvió tan sano como se le dio, diziendo que antes le era embaraço que provecho. Refiérese en su Vida, escrita por Engelberto, monge de Cistel. Y tráelo Surio en el tomo quinto.

[11] Laurencio Justiniano, patriarca de Venecia, dixo muchas sentencias de grande aviso, como éstas: Que los siervos de Dios no sólo avían de evitar pecados graves, sino los muy livianos; que lo uno era proprio de seglares y lo otro de gente dedicada a Dios. Que por estar uno flaco y descaecido no deve dexar la abstinencia, si no es con daño de su salud; antes éste es el fin que se pretende en ser abstinente. Que la humildad es como arroyo, que en imbierno lleva grande avenida y, en verano, pequeña; assí esta virtud más se ha de mostrar en tiempo adverso que próspero. Que tres cosas devía procurar el monge, desseo, moderación y gracia, sin las cuales no era possible aver perseverancia, y que ninguna cosa avía de mirar que le arrebatasse el desseo. Dezía más, que no gozar de Dios pudiendo era indicio de amarle tibiamente. Querer ser casto viviendo en regalo, afirmava que era como para matar un grande fuego echar en él mucha leña. Que el valor de la pobreza no le alcançava sino el varón dado a la contemplación. Que era providencia divina no entender todos el bien de la religión, porque el mundo no se quedasse hiermo. Que ninguno sabía bien qué cosa era humildad sino el que avía alcançado de Dios ser humilde, y que en cosa alguna tanto se engañavan los hombres como en conocer la verdadera humildad. Que la cierta y propria sabiduría era saber que Dios era todas las cosas y nada el hombre. Es de su Vida, referida por Surio, tomo primero.

[12] No pequeño, sino muy grande fue el aviso de una princesa española, hija del /39r/ rey don Alonso el Sexto (que fue el que ganó a Toledo de moros), porque, aviéndoles dexado la mezquita mayor, que es oy la santa iglesia, por concierto que hizo cuando le dieron la ciudad después de muchos años de cerco, estando el rey ausente, concertáronse la reina y el arçobispo (que era a la sazón llamado Bernardo) de quitársela por fuerça a los moros y consagrarla en iglesia, como lo avía sido antes, siendo los godos señores de España. Hiziéronlo como lo acordaron. Vino luego a oídos del rey, y sintióse mucho, porque le avían hecho venir a menos su palabra. Tomó el camino a grandes jornadas para la ciudad. La reina doña Constança -que assí se llamava- y el arçobispo temiéronse de muerte. Entraron en la iglesia y suplicavan devotamente a la Madre de Dios que fuessen libres de aquel peligro, pues por servicio suyo se avían puesto en él. Cuando ya el rey llegava cerca, salió una processión de la ciudad a su encuentro por aplacarle, y que perdonasse a la reina y arçobispo. Al cabo della iva la princesa de poca edad, vestida un saco y derramada ceniza sobre su cabeça. Llegó el rey, apeóse y adoró la Cruz. Y cuando llegó su hija y la conoció, con voz alterada dixo:
-¿Qué disfraz es éste? ¿Piensas que tengo de aplacarme? Por mi corona te juro de no hazer cosa que me pidas.
La sabia donzella, enseñada de Dios, dixo:
-Lo que pido, padre y señor mío, es que pues la reina y el arçobispo os ofendieron, que mueran por ello.
Oído esto del rey, quedóse envelesado, no sabiendo qué hazerse ni qué dezirse. Mas ordenó Dios que llegaron a este tiempo algunos de los moros principales y pidiéronle que perdonasse a la reina y perlado, que ellos le alçavan la palabra. Cuando el rey los vido venir, díxoles en voz alta:
-Amigos, a mí se hizo la ofensa; yo la vengaré y os satisfaré.
Ellos persistieron en que hiziesse aquel perdón, y fue avisadamente, porque consideraron que el rey con enojo mataría a la reina y al arçobispo, y se arrepentiera presto, y su enojo y rabia sería contra ellos. Y cuando él | callasse, los parientes de los muertos se vengarían en ellos. Pidiéronle que trocasse la obligación que tenía de darles la mezquita, ya hecha iglesia, en otras cosas que a ellos les estavan bien. Lo cual el rey concedió muy de gana, y les agradeció su mensaje, porque junto con recebir gran contento y ver que era merced de Dios, en que la mezquita quedasse por iglesia, quería bien a la reina y no mal al perlado, y estúvole todo a cuenta lo sucedido. Refiérese lo dicho en diversas Crónicas de España. Y parte dello viene en el Oficio proprio de Nuestra Señora de la Paz, fiesta que celebra la Santa Iglesia de Toledo en veinte y cuatro días de enero, aprovado por el Papa Gregorio Décimo Tercio.

[13] El primer General después de Santo Domingo en su Orden de Predicadores fue el maestro Jordán, santo y discreto varón. El cual, predicando en París y alegando la Escritura, que dize que el pecado es la puerta del Infierno, dixo:
-Si viéssedes un estudiante que está muchos días a la portería de nuestro convento, diríades y con verdad: «Éste entra fraile en esta casa». Assí el que está mucho tiempo en pecado mortal, entiéndesse claramente que entrará en el Infierno, pues tanto persevera a la puerta.
Acusó un fraile a otro que avía tocado la mano a una muger. Escusávase diziendo que la muger era buena. Fray Jordán le reprehendió con estas palabras avisadas:
-La agua que cae del Cielo es buena, la tierra es buena, y juntándose la agua con la tierra se haze lodo.
Al mismo fray Jordán, siéndole preguntado qué era mejor, rezar o estudiar, respondió:
-Ni siempre se ha de comer, ni siempre se ha de bever.
Refiérelo San Antonio de Florencia en su Segunda Parte Historial.

[13] Dio en una melancolía cierto hombre, que fue dezir que estava muerto, y porque los muertos no comen ni beven, ni quería bever ni comer. Passó en esto algunos días, y estava para dar la alma. Visto el caso por un discreto médico, usó deste aviso: concertóse con otro hombre que dixesse que estava muerto, y púsole en otra cama /39v/ junto a la del melancólico y, aviendo platicado los dos y convenido en que ambos estavan muertos, el del concierto pidió de comer, y truxéronselo. El otro dixo:
-Pues, ¿y los muertos comen?
Respondió el otro:
-Sí, que de algunos días a esta parte se usa que coman y bevan los muertos.
Con esto comió y bevió, estándole mirando el melancólico, el cual dixo:
-¿Luego también yo puedo aprovecharme de essa nueva costumbre y comer?
-Sí- dixo el otro.
Y con esto comió y bevió, y a pocos días estuvo sano. Dízelo Pontano, libro cuarto, capítulo undécimo, De Prudencia.

[14] Otro enfermo de fiebre, no pudiéndose acabar con él que dexasse de bever vino, un discreto médico mandó tomar una olla nueva de varro tosco y, calentándola, dexarla por un poco de tiempo que se empapasse en muy buen vino y, sacado de allí y estando vazía, puso en ella cierto xarope o bevida, conveniente para la enfermedad de aquel hombre. El cual al olor del vino de la olla tomó la bevida, y con ella la salud. Refiérelo San Juan Crisóstomo al fin del Primero Libro del Sacerdocio.

[15] Fue al rey don Alonso de Aragón y de Sicilia una esclava cierto día a pedirle justicia contra su señor, diziendo que estava dél preñada y que por ley de Aragón era libre. Llamóse el amo de la esclava y negávalo. Visto que no avía provança para averiguar el pleito, usó el rey de un muy discreto aviso, y fue que mandó se vendiesse lo que pariesse la esclava y se le aplicasse para su rescate. Oído por el señor, y viendo que se mandava vender por esclavo su hijo o hija, siendo cierto lo que la esclava dezía, confessó la verdad y pidió que se le diesse lo que naciesse y quedasse libre la esclava. Es de Baptista Fulgoso, libro séptimo.

[16] En el año de mil y trecientos y ochenta y seis, el rey don Juan de Portugal, entrando con gente de guerra en Castilla, puso cerco sobre Coria. A la cual un día, aviendo dado un bravo combate y no la pudiendo entrar, refieren las Historias Portuguesas que dixo el rey:
-De verdad, falta | han hecho aquí los buenos cavalleros que comían a la Mesa Redonda.
Respondió a esto con valeroso ánimo Menrodrigez de Basconcelos:
-Por cierto, señor, que no hazen aquí falta, porque está presente Martín Vázquez de Acuña, tan bueno como Galván, y Gonçalo Vázquez de Acuña, tan bueno como don Tristán, y Juan Fernández Pacheco, tan bueno como Lançarote.
Y, aviendo comparado a otros que allí estavan a los demás de la Tabla Redonda, dixo por sí mismo:
-Veisme aquí a mí, que valgo tanto como cualquiera dellos.
Y añadió luego y dixo:
-No hazen ellos aquí falta, sino que faltó a nosotros el rey Artus, su señor, que, conociendo los buenos cavalleros y sus servicios, les obligava con muchas mercedes a que holgassen de servirle.
Oyendo estas razones tan libres el rey, y viendo que se avían sentido los cavalleros que allí estavan, echólo todo en risa. Refiérese lo dicho en el Compendio Historial. Yo lo pongo entre los exemplos de dichos y hechos avisados, porque fue tal la respuesta deste valeroso portugués. Y también lo fue el hecho del rey en llevarlo a risa, aviendo dado primero ocasión con sus palabras inconsideradas a que se levantara por ellas grande polvareda y fuego, saltando ya dél centellas.

[17] Filipo, rey de Francia, llamado el Hermoso, hazía guerra a su cuñado Edoardo, rey de Ingalaterra, y érale muy superior. El inglés usó deste aviso: mandó guardar los lugares fuertes de su reino y, sin hazer muestra de guerra, estávase quedo en Londres. Un día, como razonasse con la reina, su muger, que era hermana del francés, dixo:
-Lástima tengo al rey de Francia, que quiera lo ageno y pierda lo proprio.
La muger le hizo grandes caricias y halagos porque le descubriesse la verdad. Él le dixo que los grandes de Francia estavan hechos a uno para levantarse contra él, en viendo que se detenía en Ingalaterra. La reina escrivió esto a su hermano, el cual, creyendo ser assí viendo el descuido del inglés en defenderse, bolvió a Francia con toda la prissa del mundo; y con esto /40r/ cessó la guerra sin sangre, por el aviso de Edoardo. Dízelo Ludovico Dominichi en su Historia varia.

[18] Guido, conde de Montefreltro, estando cercado en la ciudad de Forli en tiempo del Papa Martino Cuarto, ordenó que ciertos vezinos del pueblo se carteassen con los contrarios de darles la ciudad una noche. Hízose el concierto. Avía dos puertas; estava el conde en la una, muy a punto con toda la gente de guerra que tenía, y, viendo que los enemigos entravan por la otra puerta, él salió al campo adonde estava el medio exército contrario, bien descuidado de tal caso. Dio en ellos, matando a los más y haziendo huir a los otros. Juntó luego su gente y bolvió a la ciudad, donde halló a los que avían entrado, que andavan robando de unas partes en otras sin concierto ni orden, a los cuales venció y mató fácilmente, quedando con la vitoria y con la ropa por usar de tan buen aviso. Dízelo Ludovico Dominichi en su Historia varia.

[19] Francisco Esforcia, duque de Milán, | tuvo aviso que el rey don Alonso de Nápoles estava sospechoso de fidelidad de dos principales cavalleros de su exército, el uno llamado Troilo, y el otro, Pedro Brunoro. Traía guerra con él, y parecióle que disminuiría su exército quitándole aquellos dos cavalleros. Escrivió una carta para ambos con estas palabras: «Procurad que presto se haga lo que entre nosotros está concertado, porque de mi parte está todo a punto». Tuvo modo como la carta fuesse a poder del rey, el cual los prendió y embió a Xátiva, en el reino de Valencia de España, donde estuvieron diez años presos, y su hazienda fue dada a saco de los soldados, teniéndolos por traidores hasta que después se supo la verdad. No se alaba aquí el hecho, sino el aviso en su provecho de Francisco Esforcia. Dízelo Domenichi en su Historia varia.


EXEMPLOS ESTRANGEROS


[1] Estando ofendido Alexandre Magno de los vezinos de la ciudad de Lampsaco, determinó de destruirla, y fue allá con su exército. Era natural della Anaxímenes, filósofo y maestro suyo, el cual salió a él con intento de rogarle por su patria. Siendo visto por Alexandre, dixo en voz alta:
-Doyte mi palabra de no hazer lo que me dixeres.
El filósofo respondió con grande aviso:
-Señor, lo que te digo que hagas es que destruyas esta ciudad sin perdonar cosa della, que bien lo merece por averte sido rebelde.
Quedó confuso Alexandre y, visto que no podía hazer otra cosa, perdonó la ciudad. Dízelo Valerio Máximo, libro séptimo.

[2] Fuele dicho a Alexandre por un agorero que le convenía en cierta jornada a que iva, luego que saliesse de casa, ver lo que le salía a él al encuentro, y sacrificarlo. Hizo la salida y vido lo primero un | labrador detrás de un jumento. Hízole prender y declarar su intento, para que se cumpliesse el oráculo. El labrador, que le hizo ser avisado el peligro en que se vido, dixo:
-Si es assí, oh poderoso emperador, yo quedo libre de muerte, porque lo primero que te ocurría a la vista fue el asno que iva delante de mí.
Diole mucho gusto a Alexandre el dicho del labrador, alabóle y acetóle; mandó que el asno fuesse muerto y él viviesse, a quien hizo paga bien bastante del jumento. Y es de alabar en el mismo rey Alexandre su mansuetud, que se contentó con lo que le pareció que cumplía y bastava para aplacar aquel oráculo, que según su religión era negocio de mucho momento. Refiérelo Valerio Máximo, libro siete.

[3] Helinando refiere de Platón que, viendo la primera vez a Dionisio, tirano de Sicilia, muy acompañado con la gente de /40v/ su guarda, con alabardas y partesanas, dixo:
-Grandes maldades deves de aver hecho, pues tienes necessidad de tanta guarda.

[4] Dándole la primera vez la corona para que se la pusiesse en su cabeza a cierto rey, túvola un poco en las manos y dixo:
-Más que dichosa prenda, si enteramente fuesses conocida, los cuidados y afliciones que traes contigo, los peligros y miserias que te cercan, sin duda que no abría quién del suelo te levantasse.
Refiérelo Valerio Máximo, libro siete.

[5] Viendo Cineas Filósofo a Pirro, rey de los Epirotas, ganoso de passar en Italia a hazer guerra a los romanos, conjeturando que de allí le sucedería mucho mal -como le sucedió-, confiado de su ingenio y buen aviso, y que podría apartarle de aquel designio, hablóle un día estando solo, en esta manera:
-Oído as dezir, oh Pirro, de los romanos, que son gente belicosa, y que han alcançado grandes vitorias de diversas gentes y naciones. Pregunto: si fuesse tan grande tu fortuna que los venciesses, ¿qué harías luego?
-Si yo los venciesse una vez -dixo Pirro- procuraría hazerme señor de toda Italia, y passar en Sicilia y hazer lo mismo.
Replicó Cineas:
-Y ganadas essas plaças, ¿qué harás luego?
-Passaré -dize Pirro- en Africa y, no aviendo quien nos resista, apoderarémonos de aquella tierra.
Cineas passó adelante y dixo:
-Cuando ya seas señor de Africa, ¿ay más que hazer?
-Sí -dixo Pirro-, serlo de España.
-Y si lo fuesses -añadió Cineas-, ¿estarías contento o quedaríate más que hazer?
-No otra cosa -concluyó Pirro- sino holgar y tomar contento, celebrar fiestas y hazer juegos, de suerte que sea la vida un perpetuo regozijo y júbilo.
-Pues si esse es tu fin -dixo Cineas-, ¿quién te lo estorva, que sin tan grandes y excesivos trabajos, sin poner en peligro tu persona y estado, desde luego gozes la misma vida que desseas? ¿Y por qué entras en tantas dificultades, siendo tan poderoso rey como eres?
Con aviso y delicadeza arguyó el filósofo al ambicioso rey sus impertinentes desseos, y se podría de- zir | lo mimo a muchos, que se ponen a perder la vida con los peligros y trabajos en que andan, pretendiendo lo que sin cosa déstas podrían desde luego gozar, acortando un poco los desseos y codicia, contentándose con lo que es justo y razonable. Es de Fulgoso, libro séptimo.

[6] Mostrando el emperador Constantino a Hormisda Persa la ciudad de Roma, su grandeza de sitio, la magnificencia de edificios, su multitud de pueblo y todo lo demás que se podía ver en público, preguntóle después de bien visto y considerado qué sentía por Roma. Respondió que también en ella se mueren como en otras partes. Con esta breve y avisada razón dio el peso y medida a la vanidad de las miserias humanas. Es de Fulgoso, libro séptimo.

[7] Regían el Imperio de Persia siete sátrapas o capitanes y, visto que nacían algunas diferencias y dificultades por ser a las vezes diversos los pareceres y sentencias, acordaron que sólo uno dellos lo mandasse todo, y fuesse emperador y monarca. Dieron y tomaron en el modo como sería y acordaron que fuessen todos siete en sus cavallos una mañana por cierta parte y, llegando a un paso señalado, el cavallo que primero relinchasse diesse a su amo el señorío. Uno de los siete sátrapas era Darío, hombre de alto entendimiento y avisado; éste se concertó con un fiel criado suyo, y que iva a su lado, en que al tiempo que saliessen en sus cavallos él se llegasse a una yegua con la cual su cavallo se avía careado, y le llegasse su mano y se la refregasse a cierta parte de su cuerpo. Hízolo assí el criado y, avisado del mismo Darío, en llegando al puesto donde se ganava el estado hizo como que llegava al freno del cavallo de su amo, y refrególe la mano por las narizes. Resintió el cavallo el olor de la mano y començó a relinchar. Luego los otros seis sátrapas se derribaron de sus cavallos y reverenciaron por monarca y rey a Darío, y quedó con aquel amplíssimo estado de Persia, ganado con su industria y aviso. Dízelo Valerio Máximo, libro séptimo. /41r/

[8] Traían guerra Eumenes Cardiano y Antígono. Hizo echar Antígono en el real de Eumenes algunas cartas, en que prometía grande suma de dinero al que le matasse. Sabido por él, hizo juntar sus soldados y, juntos que fueron, dioles gracias porque ninguno con codicia de aquel dinero le avía muerto. Añadió más con grande aviso y discreción:
-También os quiero dezir que estas cartas que han sido halladas en el real, yo las hize echar para provar vuestra fe y lo que en vosotros tenía.
Con esto, que fue invención suya, proveyó que en adelante sus soldados no diessen crédito o a mensajeros o a cartas echadizas, temiendo si era por orden de Eumenes, su rey, para provarlos. Es de Fulgoso, libro 7.

[9] El emperador Aureliano era amigo de derramar sangre humana. Tenía un liberto y criado llamado Mnesteo y, recibiendo dél cierto deservicio, amenazóle para la buelta de Persia, adonde iva a hazer guerra. El criado, que conocía bien la condición del señor, que ni livianamente amenazava ni menos perdonava, procuró librarse de aquel peligro, y fue con un aviso maravilloso. Escrivió ciertas cartas y puso en ellas los nombres de algunos cortesanos poco gustosos a su señor, y entre ellos puso también su nombre. Vídose con los contenidos en ellas y, tomándoles juramento del secreto, mostróles las letras diziendo que se le avían caído de la mano al emperador, queriéndolas dar a los tribunos para que a todos los matassen. Vistas por ellos, y bueltos como en desesperación temiendo perder las vidas, procuraron assegurarlas con dar la muerte al tirano, y diéronsela el día siguiente, con que Mnesteo fue libre de su peligro. Dízelo Baptista Fulgoso, libro séptimo. El aviso se alaba y no el hecho, que fue muy malo.

[10] A este mismo emperador Aureliano le vendían un cavallo, que se averiguava correr en un día cien mil passos y que le durava esto por ocho o diez días continuos. Él dixo:
-Semejante cavallo llevádsele a un cavallero covarde y no al valiente que presume de honra, que no ha menester huir.
Díze- lo | Brusón. El cual también refiere de Andróclidas Espartano que, re prehendiéndole por qué iva a la guerra siendo coxo, respondió:
-Porque llevo intento de pelear, y no de huir.

[11] En las guerras que Aníbal truxo con los romanos sucedió que se le passaron de su campo al contrario algunos cartagineses, y para vengarse dellos usó deste aviso: sabía que en su real tenían espías los romanos; hizo que con industria públicamente nombrassen los que se avían passado de su campo al del enemigo, y que los llamassen traidores. Él dixo:
-No ay por qué les deis este nombre, siendo como son muy leales y valientes, y por esto los he yo embiado a que sepan lo que pretenden nuestros contrarios y me avisen dello.
Oyeron esto los espías y dieron aviso dello. Prendiéronlos los romanos, y cortándoles las manos los echaron de su campo. Dízelo Frontino, libro tercero, capítulo 16.

[12] Tenían guerra los sardos con los de Esmirna, cercáronles la ciudad y pusiéronlos en grande aprieto. Embiáronles a dezir que dexarían el cerco si les entregassen por algún tiempo sus mugeres para usar mal de ellas. Estavan en si concederían esta demanda tan infame cuando una criada hermosa y honesta de Filarco, principal hombre de la ciudad, les dixo:
-Vestid con los adereços de las señoras a las criadas, y embiadlas a vuestros contrarios.
Hízose assí. Los sardos se entretuvieron en suziedades un día y, visto por los esmírneos que estarían descuidados y aun sin fuerças para pelear, salieron con grande ánimo y mataron a unos y prendieron a otros, dexándolos destruidos y deshechos. Dízelo Dositeo, libro tercero de los Hechos de los Lydos, y Plutarco, capítulo cincuenta y seis de los Paralelos.

[13] Viendo Sócrates a Alcibiades, que tomava grande presumpción y sobervia porque tenía en el campo muchas possessiones y labranças, llevóle donde estava un mappamundi y díxole que bus casse allí a Atenas, que era la ciudad donde ambos residían y estavan de presente. Alcibiades la buscó y se la mostró. Añadió Sócrates:
-Mira si están ahí tus tierras y pos- sessiones. /41v/
Miró Alcibiades y, no hallándolas, dixo:
-Yo no las veo.
Replicó Sócrates:
-Pues ¿de qué te ensoberveces, o Alcibiades, con possessiones que no se echan de ver en la tierra?
Es de Eliano, libro tercero De varia historia.

[14] Sentenciaron los atenienses a muerte, acelerada e injustamente, a Sócrates Filósofo. Él no mudó el rostro, sino con fuerte y valeroso ánimo pidió la bevida venenosa, que era lo que disponía la sentencia. Bevióla y, apartado el vaso de la boca, oyó a Xantipe, su muger, que llorava fieramente y dezía en voz alta que le matavan sin culpa. Él dixo:
-Mejor es que morir culpado.
¡Oh aviso y sabiduría grande, que ni en el fin de la vida pudo olvidarse de sí! Dízelo Valerio Máximo, libro séptimo.

[15] Bías Filósofo, siendo ganada de enemigos la ciudad donde vivía y era su patria, llamada Priene, los ciudadanos que pudieron huir della, cargando de lo más y mejor de su hazienda, guiaron su camino, siguiéndolos él sin llevar cosa alguna. Preguntado de otros por qué no llevava consigo sus bienes y hazienda, como todos hazían, respondió:
-Comigo va todo, sin dexar parte al enemigo.
Entendía de la sabiduría que tenía por propria hazienda, y llevava en su pecho, no en los ombros y a vista de ojos, no de suerte que pudiessen los enemigos robársele; consigo la tenía en paz, y no dexava de acompañarle en la guerra. Es de Valerio Máximo, libro siete.

[16] Preguntado Tales Filósofo si veían los dioses los hechos de los hombres, respondió:
-Y aun los pensamientos.
Y por lo mismo dize:
-Nos conviene que las obras sean buenas y los desseos no sean malos, porque de todo avemos de dar cuenta.
Es de Valerio Máximo, libro séptimo. ¡Qué más pudiera dezir este filósofo si estuviera bañado con la agua del Baptismo, si como dixo dioses, dixera un solo Dios!

[17] Anacarsis Filósofo dezía que las leyes de los superiores eran como telas de arañas, las cuales detienen moscas y mosquitos, y otras savandijas de poca fuerça, mas animales de gran cuerpo rómpen- las | y passan. Assí los pobres son luego castigados si se encuentran con las tales, mas los poderosos, aunque cometan contra ellas graves delitos, rómpenlas y passan sin castigo. Dízelo Valerio Máximo, libro séptimo. Hablava este filósofo de lo que passava en su tiempo; en el nuestro bien se guarda justicia y paga si la haze el poderoso como el flaco.

[18] Dezía Séneca en sus Proverbios que el juez quedava condenado cuando dava por libre al culpado.

[19] Dezía Anaxágoras que con dificultad se allegan las riquezas, y que con mayor se conservan y guardan. Es de Eliano, libro 4.

[20] Epicuro Gargecio dezía: «A quien poco no basta, lo mucho no aprovecha». Añadía que como él tuviesse agua y pan, se juzgaría por tan dichoso como Júpiter. Y siendo sentencias éstas de Epicuro, agravio le hazen los que juzgan dél que fue por estremo glotón. Es de Eliano, libro cuarto.

[21] El mismo Eliano, y también en el libro cuarto, dize que si alguno oye nombrar a Calias, luego forma en su imaginación un borracho; si a Ismenias, un músico; si a Alcibiades, un sobervio entonado; si a Crobilo, un cozinero; si a Demóstenes, un varón elocuente; si a Epaminondas, un capitán valeroso; si a Agesilao, un rey magnífico; si a Foción, un varón bueno; si a Arístides, un justo; y si a Sócrates, un varón sabio y avisado.

[22] Viendo Sócrates en un mercado mucha gente que andavan comprando, unos, uno, otros, otro, dixo:
-¡Oh, qué de cosas yo no he menester!
Refiérelo Laercio en su Vida.

[23] Preguntado Tales Milesio qué era la cosa más fácil de hazer, respondió:
-Dar buen consejo.
-¿Y la más difícil?
-El conocerse uno a sí mismo.
Dízelo Laercio en su Vida.

[24] Eliano en el libro cuarto dize que las palabras de afrenta no lo son más de como tiene el ánimo el que las oye. Sócrates, diversas vezes era nombrado en las comedias que se hazían anatemas. Oyéndolas sabios y no sabios, y pretendiéndole los representantes afrentar, él se levantava en pie donde estava assentado, para que todos le /42r/ viessen, y se reía de lo que dezían. Al contrario de Poliagro que, oyéndose afrentar, tomó un lazo y se ahorcó. Éste era necio y de ánimo apocado, aquél avisado y de ánimo generoso.

[25] En el libro décimo De varia historia dize assí mismo Eliano que la razón porque en tocando al puerco gruñe y se resiente más que otro animal es porque ni tiene lana que dar como la oveja, ni leche como la cabra; teme que es para matarle, pues para otra cosa no es bueno. Assí, los tiranos recélanse de todos, porque temen que todos les procuran la muerte, siendo en vida a todos aborrecibles.

[26] Marco Catón solía dezir que de tres cosas le pesó siempre que las hizo: una, si descubrió secreto de importancia a muger; la segunda, si, haziendo algún camino y pudiendo ir por tierra, fue por mar; la tercera, si se le passó algún día en el cual por negligencia dexó alguna buena obra que pudiera hazer. Refiérelo Fulgoso, libro séptimo. El mismo dezía que eran de más provecho los necios a los sabios que los sabios a los necios, porque de ver el sabio los defetos del necio corrigía su vida, y el necio ninguna cosa tomava del sabio, por estorvárselo su necedad.

[27] Arquitas Tarentino, como dize Eliano, libro décimo, afirmava que por grande diligencia que se ponga no se hallará pece alguno que carezca totalmente de espinas, y que assí, por mucho que se busque, no se hallará hombre que no tenga algún repelo o azedia.

[28] Agesilao, rey de Lacedemonia, descubrió una noche cierta conjuración peligrosa contra su República. Prendió las cabeças della y, como le dixessen que las leyes de Licurgo guardadas en aquella ciudad vedavan el darse sentencia de muerte contra ciudadano alguno, sino haziéndose primero muchas diligencias, viendo que avía peligro en la tardança, hizo juntar los que bastavan para esto en la misma noche y pronunció un auto, en que hasta la mañana él suspendía las leyes de Licurgo, por convenir assí al bien de la República. Y, hecho esto, senten- ció | a muerte y executóla en los conjurados presos. Y, venida la mañana, las leyes despertaron en su vigor, y la ciudad quedó sosegada y sin temor de rebelión. Es de Valerio Máximo, libro séptimo.

[29] Descubriendo el rey Pites algunas minas de oro, mandó a todos los oficiales de su reino que entendiessen en labrarlas y beneficiarlas. Entretenidos en esto, no avía quién cultivasse los campos ni sembrasse, por donde sucedió grande carestía por aver de proveerse de muy lexos. Rogavan al rey que remediasse este daño, y no dava oídos a ello; tan codicioso estava de oro. Fueron de parte del reino a la reina, que era muger prudente y avisada, y ella habló con el rey, mas hizo lo que de primero. Concertóse la reina con unos plateros (que éstos permanecían en su oficio por ser tocante al oro al que sólo el rey tenía atención) que le labrassen de fino oro unos peces y otras cosas que el rey solía comer, y, hecho, viniendo él un día cansado de visitar sus minas y pidiendo de comer, la reina le puso en la mesa los peces de oro. Holgó el rey de verlos y alabó la obra, y pidió de comer otra vez. Sacáronle otros guisados, también de oro; pareciéronle bien, mas dixo con algún enojo a la reina:
-Quédese esto para después, y aora sáquenme que coma, que tengo grande hambre.
La prudente señora dixo:
-¿Qué quieres, oh rey, que te den a comer, que por andar en tus minas se ha dexado de sembrar y cultivar la tierra? ¿Qué provecho te puede traer el oro a ti y a tu reino, faltando la comida?
Con estas prudentes y avisadas razones de la reina cayó el rey en la cuenta, y dexó el demasiado cuidado de las minas, dando lugar a que la gente trabajasse en otras cosas y procurasse los frutos de la tierra. Refiérelo el autor de la Poliantea, libro octavo.

[30] Presentóle a Lucio Sila, ditador romano, un nuevo poeta ciertos versos muy malos. Leídos por él, diole algunos dineros, con condición que no hiziesse otros en su vida. Dízelo Cicerón, Pro Archia.

[31] Ismenio Tebano fue por embaxador de parte de su República de Tebas al /42v/ rey de los persas y, al tiempo que se avía de presentar a su vista, dixéronle que se humillasse, reverenciándole antes que le hablasse, porque era ley de los persas ésta, y que si no lo hazía le sucedería mal dello. Ismenio, viendo que afrentava a toda Grecia si hazía semejante reverencia al rey y, no haziéndola, su ida era en balde, pues no se le dexarían hablar, imaginó un aviso, y fue que, llegando cerca del rey dexó caer en el suelo un anillo que llevava; y, baxándose por él, cumplió con la humillación que le pedían y con su honra y estima, baxándose en efeto por su anillo. Advirtiólo el rey, y diole tanto gusto que le otorgó cuanto le venía a pedir. Es de Eliano, libro primero De varia historia.

[32] Prendió la gente de Alexandre Magno a un cosario y, teniéndole en su presencia, reprendióle ásperamente porque robava el mar, y que merecía muchas muertes. El cosario con libertad y aviso, respondió:
-Reprehéndesme Alexandre porque robo el mar, y no te reprehendes a ti porque robas la tierra, yo con un navío y tú con un exército. Mira quién merece mayor castigo: un ladrón pequeño, que soy yo, o un ladrón tan grande como tú eres.
La libre y verdadera respuesta acompañada de grande aviso le hizo a Alexandre que le dexasse libre. Refiérese en su Vida.

[33] Saladino, rey de Assia y Egipto, mandó en su muerte que tomassen la camisa que en tal sazón tuviesse vestida y con que se avía de enterrar y, levantada en una lança, la llevassen por todos sus reales, y en voz alta dixesse un pregonero: «Saladino, señor de Assia, lleva de todas sus riquezas sola esta camisa». Cayó en la cuenta, aunque tarde, con este hecho de lo que es y vale el ser señor y mandar en el mundo, y si a él no le aprovechó, sería possible que su exemplo aproveche a otros. Refiérenlo los que escriven Origen de los Turcos.

[34] Bien parecerá un niño avisado entre tantos varones avisados. Éste fue Papirio Pretextato, el cual, entrando en el Senado de Roma con su padre, por ser orden de ro- manos | para que assí se acostumbrassen desde pequeños a lo que era expediente y bien de la República viéndolo allí manijar entre los senadores, y tomávaseles juramento que no publicarían lo que allí se tratasse en secreto; sucedió que, tardándose un día más de lo acostumbrado en el Senado, preguntóle a Papirio su madre la ocasión; callóla él sin querer dezírsela. Ella, más ganosa de saberla, porfiava y amenazóle si no se lo dezía. Para librarse destas angustias, el niño fingió una novela y dixo:
-Sabed, madre, que se ha propuesto en el Senado que, atento a las muchas guerras que tiene nuestra República y que se van consumiendo los naturales de Roma en ellas, que conviene para que se multiplique la gente, o que las mugeres tengan dos maridos, o que los maridos tengan dos mugeres. Altercóse oy cuál sería mejor, y mañana se ha de determinar.
Creyó lo que dezía Papirio su madre, por llevar alguna sombra de verdad. Habló a otras matronas, y aquellas a otras, y en poco espacio estava estendido por toda Roma el negocio entre mugeres. Las cuales, hechas un tropel, van otro día al Senado, y a la puerta davan vozes que no se permitiesse que los hombres tuviessen dos mugeres; que ya que era forçoso para lo que se pretendía de que se aumentasse la gente, que más conveniente era que las mugeres tuviessen dos maridos, porque si no del uno, del otro tendrían hijos. El Senado no sabía el origen desta farsa -parecía que las mugeres todas en un día oviessen perdido el juizio, assí por lo que dezían, como por las bozes con que lo dezían- hasta que Papirio lo declaró, y fue el remate todo risa, despidiéndolas con que se haría lo que pedían. Fue alabado el aviso de Papirio y, aunque era de menor edad, le concedieron la vestidura pretexta, que era de mucha honra entre senadores, y della tomó llamarse Papirio Pretextato. Diose orden que en el Senado no entrassen niños de poca edad, excepto el mismo Papirio. Es de Baptista Fulgoso, libro séptimo.
Fin del Discurso séptimo, de aviso de dichos y hechos. /43r/