BERNARDO
ARENSBURG*.
SEMINARIO
SOBRE “MAS ALLA DEL PRINCIPIO DEL PLACER”**.
Clase Nº
1 (1/10/1996).
- TEXTO DE FREUD:
“En la teoría psicoanalítica adoptamos
sin reservas el supuesto de que el decurso de los procesos anímicos es regulado
automáticamente por el principio de placer.
Vale decir: creemos que en todos los casos lo pone en marcha una tensión
displacentera, y después adopta tal orientación que su resultado final coincide
con una disminución de aquella, esto es, con una evitación de displacer o una
producción de placer. Cuando consideramos con referencia a ese decurso los
procesos anímicos por nosotros estudiados, introducimos en nuestro trabajo el punto
de visa económico. A nuestro juicio, una exposición que además de los aspectos
tópico y dinámico intente apreciar este otro aspecto, el económico, es la más
completa que podamos concebir por el momento y merece distinguirse con el
nombre de "exposición metapsicológica”.
[ FREUD, S.: Mas allá del principio
del placer. O.C. Ed. Amorrortu, B.Aires,1979.
T.18, Pg.7, Párrafo 1º ].
- COMENTARIO DE BERNARDO ARENSBURG:
Freud comienza por afirmar la primacía
-aceptada hasta este trabajo, puesto que este trabajo la pondrá en duda- de la
vigencia, prevalente en la teoría, del principio del placer, definido cómo lo
que rige el curso de los procesos anímicos.
Es importante destacar en el párrafo un desenvolvimiento temporal: se
inicia en una tensión displaciente que cursa luego como una vectorización
hacia:
a) El evitamiento del displacer y
b) La producción de placer.
Estoy tratando de desmontar el
enunciado definitorio respecto al principio del placer. En esto está implícito el displacer como
motivo inicial para las mociones psíquicas y como una condición que el aparato
psíquico tiende a evitar, vale decir, que el displacer adquiere una jerarquía
motivacional primaria y que el nódulo del placer como fin es en sí es un
efecto, una orientación teleológica a los procesos psíquicos cuyo fin es
eliminar el displacer, evitarlo. Esta
frase inicial, es clave en el sentido general que abre y define un espacio
terórico y clínico que podríamos considerarlo como una postulación antimasoquista;
pero al mismo tiempo un inicio de toda noción psíquica en el dolor como
displacer. Pero en un sentido amplio,
displacer no implica necesariamente dolor, tiene una extensión semántica más
amplia que el del puro dolor, malestar, desasosiego, carencia, disconformidad,
inquietud, pérdida y un largo etcétera.
Es decir que la oposición placer versus dolor es distinta que la
oposición placer versus displacer. El
displacer sería el punto inicial de toda noción psíquica y el fin
teleológicamente, el objetivo no sería la obtención de placer sino la
eliminación del displacer, lo que es muy diferente. Es distinto decir "perseguimos el placer" en el
principio del placer, que "perseguimos la eliminación del displacer"
en el principio del placer.
Yo no se si Vds. alguna vez se han parado a reflexionar...
A. LL: Si el punto final del displacer no es el placer, ¿qué es? Es la reducción de esa tensión, pero ¿qué
es?
B. ARENSBURG: Reducción de esa tensión. Hasta este punto,
yo les diría, es la reducción de esa tensión displaciente.
A. LL.: Sí, ¿pero cómo?... si no se
puede formular como placer.
B. A.: Yo te diría que se puede
formular por ejemplo como indiferencia, neutralidad, cero, como por ejemplo en
el dormir, o en los estados ataráxicos por los cuales las personas pasan. El placer es un plus, es una prima, pero no
es una condición necesaria del principio del placer. No se si logro transmitirlo, es muy importante esto: tú puedes
percibir la eliminación del displacer a través de cosas que no son
necesariamente placer, que simple y llanamente la anulación del displacer y la
obtención de un estado en el cual el placer o el displacer no cuentan,
simplemente. Estados de absoluta
neutralidad... Casi surgiría la pregunta ¿en el coito, qué es más importante el
momento del orgasmo o la eliminación de la tensión displaciente de una
excitación?. Yo diría primero que nada
que muy probablemente el incremento de la tensión erótica no es displaciente
por necesidad; y segundo que el orgasmo no es un requisito necesario para la
eliminación del displacer de una tensión erótica. Ya me explayaré más adelante al respecto.
La obtención de placer es un efecto
probable pero no único del principio del placer. Lo esencial es el evitamiento del displacer. Esto permite
comprender el carácter aleatorio del placer: el placer es una prima
suplementaria pero no única del principio del placer. Es una prima que el
principio del placer te puede otorgar pero te puede también no otorgar y
cumplirse, y cumplirse incluso bajo la forma de castigo...
A. LL.: ¿lo puede explicar más?
B. A.: Mira: En la práctica
clínica tu lo ves constantemente: ¿Por qué el paciente opta por un síntoma que amarga
su existencia? En principio él te va a decir que el síntoma es lo más aflictivo
que lo aqueja, pero a poco de ahondar tu te das cuenta que hay algo en el
síntoma que posterga un dolor mayor o una culpa absolutamente intolerable o que
tiene un secreto goce de tipo masoquista o de tipo regresivo.
A. LL.: Cuando tu dices que el placer
no es el objetivo de la reducción de la tensión -o a ver si no lo he
comprendido yo- sino que puede ser una
prima pero no necesariamente es lo que se tiene que lograr.
B. A.: ¡No!
A. LL.: Cuando tú pones ese ejemplo,
¿el placer puede seguir siendo placer pero estaría explicando que en diferentes
estructuras de la personalidad el placer es distinto, porque eso, a lo mejor,
daría satisfacción al paciente en un síntoma? ¿Se puede explicar de esa manera
o no?
B. A.: No, no. Yo te voy a
decir que no.
A. LL.: Porque los placeres que se
puedan dar superyóicos pueden ser a lo mejor...
B. A.: Bueno, es que Freud
llama a eso... Freud ejemplifica ese problema, lo ha abordado en las Lecciones
introductorias. Y él habla de los sueños de castigo que son distintos de
los sueños traumáticos, entre paréntesis. El sueño de castigo es un sueño en el
cual efectivamente hay un castigo y un dolor y una molestia y ansiedad; y Freud
lo explica diciendo que no se puede abordar el principio del placer desde el
ángulo única y exclusivamente de la pulsión, que el principio del placer se
conecta también a complacer -que no es lo mismo que tener placer- a complacer a
otras instancias psíquicas, por ejemplo al Superyo; con lo cual tú puedes
comprender que el principio del placer no puede ser formulado en puros término
de placer o dolor, o de displacer y dolor, o de displacer versus placer, o de
dolor versus placer; sino que también tiene que ser enunciado o percibido en la
clínica a la luz de una especie de circulación intersistémica. ¿Qué es lo que
logra que alguien evite el displacer y tenga al mismo tiempo placer?: Un
acuerdo intersistémico; un acuerdo entre el yo y el ello, por decir así, una
coordinación, una transacción entre el Yo, el Ello y el Superyo o, si tú
quieres, en términos de la antigua tópica: una transacción entre consciente e
inconsciente. La angustia a nivel preconsciente de un elemento sustitutivo que
permita cruzar desplazadamente o condensadamente la pulsión. En ese sentido, la
palabra placer pierde sentido y, desde esa perspectiva, tú ya no puedes hablar
de placer.
E. P.: ¿Y cómo se engarza el deseo con
todo esto?
B. A: El deseo, muy frecuentemente, es la fuente del displacer. Diría que primariamente es la fuente del
displacer y que Freud lo repite hasta el cansancio, cuando dice retiradamente
que la pulsión es vivida como un peligro por el yo, es vivida como una amenaza.
Remito ahí a Inhibición, síntoma y angustia en la cual esto está
repetido hasta el cansancio. Es decir, que el deseo desde el ángulo de la
circulación intersistémica del principio del placer constituye más que ninguna
otra cosa el principal peligro del sujeto desde el punto de vista de una
psicología del inconsciente.
E. P.: Lo primero que sucede frente a
ese displacer sería la alucinación producida por la ausencia, que sería la
evitación del displacer.
B. A.: Exacto, la evitación del
displacer, la evocación, entonces, de la experiencia, la evocación de la huella
mnémica de la experiencia de satisfacción. Fíjate que no es la experiencia de
satisfacción es la evocación de la huella mnémica de la experiencia de
satisfacción.
E. P.: Pero hay un momento en que eso
se inhibe.
B. A.: Se inhibe en el momento
en que ya la alucinación no basta, por así decirlo. Es lo que Freud enuncia en
el capítulo 7º de La Traumdeutung
como el pasaje de la identidad de percepción a la identidad de
pensamiento, que será reformulado n veces -por ejemplo, en el pasaje del
principio de inercia al principio de constancia, en los pasajes pertinentes de El
yo y el ello, en términos de una repetición de esa situación inicial de la
identidad de percepción versus la identidad de pensamiento, el pasaje del
principio del placer al principio de realidad.
J.L. G.: Tú colocas el punto central del principio del placer en el evitamiento del displacer.
B. A.: ¡Claro!, el evitamiento del displacer es el
movimiento inicial. La secuencia es: displacer - nociones de evitamiento del
displacer - evitamiento del displacer. El desenlace es el evitamiento del
displacer en sí que puede llevar consigo una prima de placer puede ser, pero no
es necesariamente así. El concepto de
GOCE -jouisance- en Lacan, por ejemplo, tiende a dar cuenta de esto,
pretende dar cuenta -desde un punto de vista que a mi juicio es demasiado
éllico- en términos de que sería como la postulación de que en todo síntoma, en
toda situación sintomática habría un goce secreto que podemos presumir como un
goce masoquista en la medida en que se acompaña de dolor. Y Freud lo dice muy claramente, por ejemplo
en El hombre de las ratas, cuando el H.R. relata el terror y el
desagrado frente a la exposición de la tortura china por el capitán cruel.
Freud dice: "Un brillo de goce en su mirada" o algo por el estilo,
"esto fue dicho con un brillo de goce en su mirada"; no usa la
palabra placer, curiosamente, sino que usa la palabra goce que es la que Lacan
retoma. Hay un goce, dice él. Ahí podríamos equiparar goce con placer y decir
que se trata de un placer masoquista; pero yo no suscribiría el planteo de
Lacan. No se trata de una situación estrictamente masoquista; puede tratarse de
una situación moral, por ejemplo; puede tratarse de algo ligado al narcisismo
que exige no un placer sino una eliminación de los malos pensamientos
displacientes, por así decir, lo que no produce placer sino que produce un
alivio frente al sentimiento de pecado o al sentimiento de malestar con el
propio ideal del yo o con el Superyo.
Se entiende que independientemente de
la obtención de placer podría bastar con las transacciones que evitan el
displacer o lo impiden pero que en sí no implicarían placer. Las formaciones
reactivas tan poco placentera y tan generales son un ejemplo paradigmático de
esta afirmación. Frente a la mayoría de los pacientes nos vemos confrontados
con intensas formaciones reactivas. ¿Qué tienen las formaciones reactivas de
placentero? Tu tienes que escarbar
mucho para encontrar la vertiente de lo placentero en una formación reactiva.
Curiosamente te diría que en las formaciones reactivas lo placentero de la
pulsión siempre cursa oculto y en un desplazamiento extremadamente desviado, en
un residuo, si tu quieres, por ejemplo, de lo masturbatorio: el guardar un
secreto, la soledad con que se ejecuta un acto, en fin, cosas de ese tipo,
jirones; pero en sí la formación reactiva no apunta hacia ningún placer: apunta
simple y llanamente hacia un beneficio primario de mantener la represión que en
su retorno produce displacer.
JOSE GUILLERMO MARTINEZ VERDÚ: Pero entonces ¿no estaría ahí la dimensión
de satisfacción sustitutiva?... Por ejemplo, tomando un síntoma obsesivo que
parte de una formación reactiva: lavarse las manos veinte veces al día, que
parte primero de una formación reactiva contra ensuciar y hay un desplazamiento
al síntoma.
B. A.: Termina siendo un secreto placer, un secreto
goce diría yo más bien que placer; porque Lady Mcbeth, cuando se lava y se lava
las manos para sacarse la sangre no tiene evidencia de placer, no sabe que esa
es la realización en acto de una fantasía masturbatoria de tipo sádico en la
cual ella mata al padre. Ella lo ignora por completo; ella se está lavando
una sangre alucinada en su psicosis
postparricida. Que eso lo podamos considerar como un equivalente masturbatorio
y un placer sustitutivo lo podemos hacer desde nuestra posición de analistas y
desde la relación que como analistas guardamos con el inconsciente, pero el
protagonista del síntoma no lo vive como placer lo vive como algo profundamente
aflictivo. Freud se da cuenta de que en última instancia todo ceremonial
obsesivo es un equivalente masturbatorio, pero el protagonista no vive el
placer de la masturbación ni tiene el orgasmo masturbatorio. Lo que el vive es
la aflicción de no poder librarse de esa compulsión que lo asalta, tal como
Lady Mcbeth cuando se lava las manos.
J.G. M. V.: Ahí sí que habría goce
pero no placer.
B. A.: Goce pero no placer, en el sentido lacaniano
habría goce pero no placer, jouisance, que es una manera de decir que el
goce... El goce, por otra parte, yo diría que salvo cuando es un goce masoquista
puedo equipararlo con el placer: es una gozada comerse un buen plato de comida,
es una gozada tener un hallazgo sentimental, pero el sentido que Lacan le da a
la palabra jouisance en relación a las formaciones sintomáticas a mi me
parece que es algo absolutamente secreto en lo cual no hay una conciencia de
goce. Ahora, lo que sí tú percibes, quiérase que no en un momento dado del
trayecto de tu relación con el paciente y de sus enunciados es que hay una
alianza encarnizada entre él y el síntoma; en la medida en que el síntoma
acarrea un beneficio primario -como dice Freud, a partir de Inhibición,
síntoma y angustia- que es la reducción del displacer, pero no la obtención
del placer.
Tres: Lo que permanece sin decir pero
que es evidente es que este carácter aleatorio de la obtención del placer
apunta hacia un espacio psíquico que se opone tanto al placer como al displacer
y orienta hacia una exigencia de reconocer una dualidad que no es lo mismo que
un dualismo. --Entre paréntesis: el uso por Freud de la palabra dualismo es de
una ambigüedad extraordinaria, porque el concepto "dualismo" es un
concepto básicamente ontológico, y el concepto de Freud nunca tiene
implicaciones ontológicas, sino que tiene implicaciones en la existencia de dos
fuerzas, de dos modalidades de funcionamiento psíquico que se oponen entre sí.
En ese sentido él habla más de una dualidad; él dice "yo siempre he
defendido una posición dualista". "dualista" ahí no puede ser
elido en un sentido ontológico, como es el dualismo en teoría etiológica. Ahí
es más bien una cuestión dialéctica de un juego opuesto, de oposiciones.-- Una dualidad que no es lo mismo que un
dualismo, vale decir que lo que es placer para una parte del aparato psíquico,
es displacer para otra. Esto define un conflicto intersistémico. Freud lo dice
ya en la correspondencia con Fliess y que reconstruye tentativamente lo que
sostengo: lo que es placer, dice, para el inconsciente es displacer para el yo.
Debo decirles que el yo de la correspondencia con Fliess no es el yo metonímico
de El yo y el ello, es el yo metáfora del sujeto, es un yo metafórico en
el sentido de Laplanche; ahí Freud considera que conciencia, yo y sujeto son
una sola cosa y que en lo que constituye al síntoma, lo que se hace
inconsciente es una representación caída de esa unidad, un deyecto; y que el
objetivo terapéutico es reconquistar para la unidad ese pedazo caído.
A. LL.: ¿Puede explicar esto?
B. A.: Freud comienza su pensamiento en el contexto
de una psicología que es esencialmente una psicología asociacionista, a la cual
no le queda más remedio que plegarse en cierta forma. Cuando el habla de la representación, malamente traducida al
castellano por "representación incompatible" puesto que, en realidad,
es "representación insoportable" -en alemán, unerträglich. El comienza -como decía- en el contexto de
una psicología asociacionista que no reconoce el inconsciente, para la cual no
existe el inconsciente: existe la unidad sujeto-conciencia-yo; Yo, conciencia y
sujeto son una sola cosa para el asociacionismo. ¿Qué es lo que sería la
representación insoportable, insostenible o incompatible, como se traduce al
castellano?: algo que no puede ser mantenido en esa unidad y que es, por así
decir, expulsado de esa unidad. Y ¿en qué consiste la cura?: en recuperar la
unidad, en retraer esa representación con su cara sensorial, mnésica y
afectiva, con lo cual se obtendría la cura; cosa que nosotros nos damos cuenta
claramente hoy en día y que Freud percibió también muy claramente como
inadecuada, en tanto teoría de la cura, y desde Recuerdo, repetición y
elaboración, en más, sabemos que la cosa no es así y que es mucho más
compleja que el recuperar un caído, como quien dice una idea de ángel caído o
una cosa por el estilo.
Metáfora del sujeto, decía, diferenciación establecida por
Laplanche y que supone una unidad entre yo, conciencia y sujeto. En este texto
está dicho cómo el dolor histérico es placer. Freud dice en Más allá del
principio del placer, en este artículo: "el dolor histérico es
placer". ¿Es placer de qué?: es placer de la pulsión. Pero es displacer
para el yo, lo que obliga curiosamente a eliminar la pulsión que sería la
fuente del placer y crear un síntoma que es doliente o que se trata con bella
indiferencia histérica, en el caso de la histeria; y el síntoma en sí se hace
inimportante, lo importante es la queja respecto al dolor, "me duele mucho
pero lo sigo teniendo, y ojalá no lo descubras nunca, y ojalá no lo elimines
jamás". Y todo intento tuyo de
abolir ese síntoma encuentra una resistencia encarnizada de una defensa negra
por parte del protagonista: no le importa el síntoma, lo que le importa es
mantener ese dolor. Vale decir,
satisfacción secreta de la pulsión. Ello lleva inescapablemente a postular que
el principio del placer tiene exigencias de acuerdo intersistémico, ya sea que
ellas se postulen en términos de la primera tópica o de la segunda. Este
funcionamiento intersistémico del Pr. placer es fundamental de comprender en la
clínica.
J.L. G.: En lo que tú dices del dolor histérico, tampoco hay una
conciencia de ese placer.
B. A.: No hay ninguna conciencia del placer. El
paciente jamás te va a decir que disfruta de su síntoma. Es displacer también,
y de ahí que te consulte. Curiosamente, fíjate que se cumpliría una especie de
circuito en el cual el displacer de la pulsión inicia la represión, como un
modo de librarse del peligro de la pulsión y, por ende, del displacer que se
gesta por el retorno de lo reprimido; pero eso se hace con un dolor que a su
vez instaura un displacer secundario en el aparato psíquico o en el sujeto,
bajo la forma del dolor histérico del cual él trata de deshacerse, en primer
término porque no sabe que es placer, en segundo término porque no sabe que es
importante cómo beneficio primario y, muchas veces, incluso cómo beneficio
secundario. Y se pone en tratamiento creando una situación extremadamente
paradojal en la cual tú te conviertes en el defensor de la pulsión y él en el
defensor de su síntoma a pesar del dolor que le produce, con lo cual es como
que te movieras en un campo de contradicciones que llegan hasta el absurdo.
Fíjate que él vino con un dolor que es un secreto eliminador del dolor psíquico
y busca en ti a alguien que elimine lo que él no quiere que se elimine, con lo
cual te conviertes en una especie de Don Quijote combatiendo contra molinos de
viento; especialmente cuando se llega a esas situaciones de impass. El impass
es un momento fundamental en todo análisis, es el momento de la verdad, en
donde o tú dejas al paciente o el paciente se va o luchas a brazo partido como
un Quijote hasta llegar a un cierto grado de porosidad, permeabilidad que,
entre otras cosas, solamente puede ser soportado por la transferencia, porque
si no el paciente se iría o tú te declararías vencido: "¡Que se vaya, que
le den morcilla, tío!, ¡Que se quede con su síntoma, ya que tanto se agarra a
él!
Retomando: Ello lleva inescapablemente
a postular que el principio del placer tiene exigencias de acuerdo intersistémico,
ya sea que ellas se postulen en términos de la primera tópica o de la segunda.
Este funcionamiento intersistémico del Pr. placer es fundamental de comprender
en la clínica. No es lo mismo el Pr.
placer en el perverso que en el neurótico. La histeria es el negativo de
la perversión, dice Freud, con razón, en los Tres ensayos... En suma, el Pr. placer implica
inescapablemente una diferenciación sistémica y lo que está más allá apunta a
una no diferenciación sistémica.
J.G. M. V.: ¿No está muy cuestionado ese enunciado de Freud de que "la neurosis es el negativo de la perversión"? En el sentido de que son estructuras distintas...
B. A.: Exacto, lo que no niega
el hecho de que las fantasías perversas en la histeria son de una frecuencia y
una incidencia grande. La neurosis no es el negativo de la perversión, es otra
estructura. Eso lo sabemos perfectamente hoy en día, pero el núcleo del placer
"perverso", entre comillas, está quiérase que no en toda neurosis. Y
digo "entre comillas" perverso porque no es simplemente perverso, yo
diría que es básicamente infantil. Nunca acaba con la satisfacción, Por otra
parte, la pulsión nunca tiene satisfacción. El perverso encuentra una
satisfacción, una satisfacción que también es aleatoria porque esta en la
medida en que está en juego la pulsión el perverso no llega nunca a una
satisfacción resolutoria, y el perverso puede seguir y seguir y seguir y seguir
y seguir y seguir buscando esa satisfacción y reeditando esa satisfacción, y no
va a estar nunca satisfecho; el único límite de su satisfacción es la puerta
del bar que se cierra, el burdel que ya no trabaja, las calles que se vacían o
el hecho de que el tío ya se cansó tanto que cae muerto de fatiga, o el límite
que le pone la estructura social en términos de que se lo llevan preso por
exhibicionista, por ejemplo. Pero que él encuentre una satisfacción
resolutoria, en la medida en que está en juego la pulsión, no la va a encontrar
jamás. Lacan dice que quienes más se acercan a la realización de la pulsión son
el perverso y el místico. Yo diría que se acercan, pero que nunca la alcanzan;
por una razón muy sencilla: que la satisfacción de la pulsión no es alcanzable.
No hay nada resolutorio respecto de la pulsión, es totalmente distinta que el
instinto, en ese sentido. El instinto sí encuentra una satisfacción, pero la
pulsión no la encuentra jamás y la compulsión de repetición la podemos
comprender desde esa perspectiva y no desde la perspectiva de una tendencia a
la repetición masoquista.
J.G. M. V.: En relación a lo mítico que hay en la satisfacción
¿sigue enfocando el texto de Mas allá del principio del placer de manera
similar a como lo hacía hace años cuando las conferencias sobre la pulsión de
muerte, es decir, como un mito?
Recuerdo que hablaba que así como en Tótem y tabú hacía Freud el
mito de la filogénesis, apreciaba en Más allá... como hacía el mito de
la ontogénesis...
B. A.: El mito de la
ontogénesis, sí, de la ontogénesis y más que de la ontogénesis: de una feliz filogénesis
absoluta, en la medida en que lo que se situaría más allá del principio del
placer se apoyaría en una metáfora que es la metáfora del retorno a la materia
inanimada, es decir, algo que no tiene vida que es, por así decir, mineral,
geológico..., que no sabemos muy bien qué es lo que quiere él decir cuando dice
retorno a la materia inanimada. La materia inanimada sería la materia sin vida,
que no es lo mismo que muerte, entre paréntesis. Es distinto el concepto de
muerte que el concepto de inanimación. La muerte es el fin de una condición
biológica, lo inanimado no tiene condición biológica alguna y en la materia
viva la muerte no termina con la estructura biológica: simple y llanamente
implica un cambio en el estado biológico del organismo en cuestión que sigue
siendo un organismo vivo, vivo en otro sentido en la medida en que vive en él
una serie de movimientos enzimáticos, de putrefacción, de alimentación de
bacterias, etc.; es decir que la muerte no es el fin de lo biológico, es el fin
de una circunstancia, de una modalidad de funcionamiento biológico determinado.
A. LL.: Bernardo, decías que lo que está más allá apunta a una
indiferenciación sistémica...
B. A.: Lo que está más allá del principio del
placer apunta a una no diferenciación sistémica... La abolición del conflicto,
la abolición del objeto, la abolición de toda diferencia, incluso de la
conciencia de sí mismo, en cierta forma. En última instancia, la pulsión de
muerte se reduce a una ataraxia, término que Laplanche usa muy afortunadamente
en su artículo La pulsión de muerte, pero que lo descuida
inmediatamente, lo deja completamente de lado. Yo lo he tomado como un concepto
fundamental, el concepto de "ataraxia" en relación a Más allá...
y a la pulsión de muerte. Creo que es una cosa que ha cambiado desde que di
esas tres conferencias hasta ahora.
J.G. M. V.: Pero sigue tomando Más allá... como un mito, como un sueño
que en su contenido manifiesto biológico hay que buscar el contenido latente
psicológico, decía entonces...
B. A.: Hay que formularlo en términos psicológicos,
en términos de cuál es el efecto a posteriori respecto al deseo que tiene Mas
allá... o que tiene la pulsión de muerte. La pulsión de muerte es deseante,
es deseante de algo que es la abolición del deseo de lo pulsional.
E. P.: El “deseo de no deseo” de Piera Aulagnier...
B. A.: El “deseo de no deseo”, frase que Piera
Aulagnier retoma pero que yo se la oí por primera vez a Jacques Lacan - entre paréntesis, mucho antes de que Piera
Aulagnier estuviera en el circuito de Lacan -
“le désir du non-désir”, dicho por Lacan en 1953 o 52 o 54, en la
época en que yo estaba en su seminario. Era una de las primeras frases de Lacan
que me impactó muchísimo, como esa otra de “¿quién ha visto alguna vez un
instinto que se satisfaga con una zapatilla?” -[risas]-, que es una frase
genial.
E. P.: Retomando lo que decía de la no diferenciación sistémica, en la
medida en que se va diferenciando el yo y el ello se estaría produciendo una
ligazón...
B. A.: Se daría una resignificación, diría yo, más
que ligazón. El concepto de "ligado - desligado" para mí es un
concepto bastante criticable. Creo que es mucho más importante hablar de cómo
la representación -que es el núcleo fundamental de toda la cuestión, en
términos psicológicos- debe de ir evolucionando hacia nuevas modalidades de
significarse; alguna a nivel imaginario, pero de significarse. En todo caso
dejo en suspenso esto de que Más allá apunta a una no diferenciación. El pr.
placer siempre funciona intersistémicamente, y tiene que haber diferencia para
que haya pr. del placer.
Sobre el segundo postulado del texto,
que se refiere básicamente al aspecto económico del pr. placer, quiero
adelantar que el enfoque económico cómo pura postulación de distribución de
energía sin adjetivación cualitativa es absolutamente carente de valor teórico
y clínico: sin la metapsicología completa, económica, tópica y dinámica, los
conceptos psicoanalíticos cojean y esto es un problema que reencontramos tanto
en los artículos de la Metapsicología como en este trabajo en
particular, que es tanto la continuación lógica de la Metapsicología como
de la Introducción al narcisismo, desde una perspectiva que tiene poco
de económica y mucho de tópica y dinámica, pero, sobre todo, de evolutiva; lo
que no es homologable a genético. Es distinto decir "evolutivo" que
decir "genético". La evolución de los procesos psíquicos no está
genéticamente signado ni en la filogénesis ni en la ontogénesis. Hay una serie de evoluciones que no tienen
mucho que ver con la biología y que están íntimamente ligadas a los sentidos,
no a los sentidos de lo sensorial sino que a los sentidos en términos de
adquisición de ciertos sentidos para el sujeto que las vive, que las vivencia.
La evolución gira alrededor de ciertos
momentos estructurales que serían, por así decir, típicos dentro del complejo
de Edipo, pero que son resignificados en el a posteriori
(nachtraglich,
a pres coup), que en el momento estar siendo tienen un sentido
completamente distinto del sentido que adquieren a lo largo de la evolución. Y
eso no es genético, eso está muy ligado a las reacciones individuales del
sujeto en términos de las significaciones que asigna a sus vivencia. Aspecto inescapable y cuarto pilar freudiano
de un abordaje metapsicológico del desenvolvimiento del devenir psíquico hacia
la constitución del sujeto.
Doy aquí por cerrado el comentario de
la primera frase, y comienzo con el párrafo siguiente:
"No presenta interés alguno para nosotros investigar
hasta que punto nos hemos aproximado o agregado con la fijación del principio
del placer a algún sistema filosófico determinado e históricamente definido. Lo
que a estas hipótesis especulativas nos hace llegar es el deseo de describir y
comunicar los hechos que diariamente observamos en nuestra labor. La prioridad
y la originalidad no pertenece a los fines a los que tiende la labor
psicoanalítica y los datos en los que se basa el establecimiento del mencionado
principio son tan visibles que a penas si es posible dejarlos pasar
inadvertidos. En cambio nos agregaríamos gustosos a una teoría filosófica o
psicológica que supiera decirnos cuál es la significación de las sensaciones de
placer y displacer para nosotros tan imperativas. Pero desgraciadamente no
existe ninguna teoría de sete género que sea totalmente admisible".
[Corresponde, con diferencias, al
párrafo 2º, pg.7, T.18 de la traducción de Amorrortu].
Freud tiene razón en sus dudas
respecto a la relación de sus hipótesis sobre el principio del placer y la
relación con una filosofía. Esto no
quiere decir que no haya una relación probable entre el psicoanálisis y alguna
corriente filosófica, pero en lo que se refiere al Pr.Pl., si alguna conexión
se pudiera establecer sería tal vez con el hedonismo; pero tal aproximación es
ingenua y reduccionista. Lo fundamental
en el Pr.Pl. no es la obtención de placer -como ya sostuve anteriormente- sino el
evitamiento del displacer intersistémicamente condicionado, con efectos
manifiestos de dolor o, por lo menos, de no-placer. Ello sitúa el Pr.Pl. lejos
de todo reduccionismo al hedonismo...
No puedes reducir algo que produce
dolor al hedonismo. Yo diría que tal vez si algo como corriente filosófica se
acerca a Más allá del principio del placer y no al Pr.Pl. es el pensamiento de
los estóicos. Es lo más cercano que puede haber. Pero cuando tú buscas una filosofía del Pr.Pl. es muy improbable
que encuentres una respuesta: el hedonismo, desde ya, no es una respuesta
porque el Pr.Pl. se conjuga con el dolor y se manifiesta frecuentemente bajo la
forma de dolor, con lo cual no puedes reducirlo al hedonismo. Lo que pasa es
que no hay una filosofía del inconsciente y en ese sentido es absolutamente
imposible encontrar una respuesta filosófica absoluta a los planteos freudianos
y a los conceptos freudianos.
J.G. M. V.: Pregunta sobre el estoicismo y las filosofías orientales.
B. A.: Yo me pregunto si las filosofías orientales no
son más ideologías que filosofías... o posiciones vitales, tomas de posición
respecto a la vida y la muerte. Pero no hay una construcción filosófica de tipo
reflexivo de las filosofías occidentales en las cuales existe una exigencia de
una lógica que está íntimamente ligada a los procesos secundarios y que no
puede dar nunca cuenta del proceso primario. Ni tan siquiera Ricoeur se acerca
a una respuesta filosófica adecuada. Ignoro si lo hace Heidegger...
M. D. B.: Pregunta sobre las filosofías orientales y el Nirvana como
búsqueda de displacer en una posición de dominio y de control donde no habría
el dolor... un estado de pasividad que no tiene que ver con lo inorgánico,
donde un dios que es energía en potencial necesita unirse a una diosa o principio
para convertirse en energía creativa...
B. A.: Acabas de tocar un punto importante. La
diferencia que pueda haber entre una teogonía - la filosofía oriental está muy
unida a mitos teogónicos- una ideología y una filosofía y alguna posición
frente a la vida que no es particularmente reflexiva: Yo opto por tal y tal
condición y valores de vida... Los
elementos axiológicos entran de un modo muy importante. Y es distinto de la
ideología en ese sentido.
Retomando: Ello sitúa -decía más arriba- el Pr.Pl lejos de todo reduccionismo al hedonismo. Sin embargo -y ello lo veremos más adelante cuando hablemos de la pulsión de muerte y su significación ataráxica que nos acerca más a una posición estoica (o a las ideologías -más que a las filosofías- orientales) que promueven la búsqueda del Nirvana (Pero ahí ya estamos en el terreno del más allá del pr.pl., en algo que es anterior a la instauración de este pr.pl)- ese tipo de filosofías no dan cuenta del Pr.Pl. Ni el hedonismo ni el estoicismo ni tampoco las filosofías orientales. Se acerca mucho más a Más allá del pr. pl. el estoicismo y las filosofías orientales. Por otra parte cabe hacerse la pregunta ¿Qué filosofía da cuenta del inconsciente? Puede ser que exista, pero personalmente lo dudo desde mi ignorancia de la filosofía. Me adelanto aquí, además, a las respetuosas referencias que hace Freud a las postulaciones económicas de Fetchner. Ellas tampoco dan cuenta ni del inconsciente ni de la economía del Complejo de Edipo ni del ser humano como especie singularmente escindida. Porque Fetchner es citado a continuación por Freud como fundamentación del Pr.Pl.
Desgrabación y correcciones::
- Isabel Hurtado
Serrano.
- José Guillermo
Martínez Verdú.
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