“RITMOS

                            FACULTAD DE PSICOLOGÍA                                                                        FREUDIANOS”.

      ASIGNATURA: INTRODUCCIÓN AL PSICOANÁLISIS.            La página psicoanalítica abierta

                                        PROFESOR: José Guillermo Martínez Verdú.                     a todas las formas y estilos.

 

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ANALIZABILIDAD. Alcances y límites del

Psicoanálisis freudiano*.

                                                                                                                 Carlos Alberto Paz Carrillo**.

 

         Ya en el año 1904, Sigmund Freud nos previno con valor y sabiduría que "La naturaleza del método psicoanalítico crea indicaciones y contraindicaciones, tanto por lo que se refiere a las personas a las cuales ha de aplicarse el tratamiento, como también por el cuadro patológico que presente el posible paciente.

         Decimos que Sigmund Freud tuvo gran valor al escribir estas afirmaciones, limitantes en alguna medida de su naciente método, desde el comienzo mismo de su creación y agregamos que lo hizo con sabiduría, por cuanto lo esencial de sus afirmaciones de 1904, conservan hoy gran parte de su vigencia. Recorremos juntos en este capítulo el largo y complejo camino que las indicaciones y posibles contraindicaciones de la terapia psicoanalítica han ido experimentando desde ese comienzo de siglo con el nacimiento del psicoanálisis, hasta este cuasi fin de siglo.

         Pero el estudio de ese largo y complejo camino, requiere hoy en día múltiples aclaraciones, y también precisiones, a fin de hacer comprensible y abarcable por Vds. la mayor parte de los términos a emplear en esta revisión sintética. Para comenzar hemos de preguntarnos juntos, ¿que es "psicoanálisis hoy en día y quién es psicoanalista"?  No cabe duda que al plantear Sigmund Freud en 1904, las indicaciones y las contraindicaciones del método psicoanalítico, sabía y también lo podemos saber hoy, a que tipo de psicoterapia se refería. Esta certidumbre acerca de la teoría y la técnica en cuestión, fueron reafirmándose y definiéndose con mayor detalle en la evolución del pensamiento freudiano. Si bien es cierto que en 1914-1916, el desarrollo de su Metapsicología, o en 1920 la introducción de la pulsión de muerte, en "Más allá del Principio del Placer" introducen matices diversos en sus teorizaciones, podríamos afirmar que hasta la muerte de Freud era claro que se entendía por "psicoanálisis freudiano” y lo que eran otros métodos analíticos desprendidos de él, tales como el método jungiano o las técnicas adlerianas.

         Pero a partir de la muerte de Freud ya no resultó tan fácil discriminar que era psicoanálisis y quien era psicoanalista".

         Dentro de la teorización y la técnica freudiana fueron surgiendo diversas escuelas, que diciéndose seguidoras del creador introducían sin embargo variaciones teóricas y técnicas que modificaban partes esenciales del esquema freudiano, y sobre todo repercutían de manera evidente en este problema de los alcances y límites del psicoanálisis. Las certidumbres y los interrogantes acerca de a quienes tratar con psicoanálisis se habían complicado grandemente, al par que los mismos, destinatarios posibles de estas técnicas, parecían haber modificado de manera sensible las características y síntomas de sus patologías. Apasionante problema este, el de la aparición de patología desconocidas o ignoradas hasta entonces, entre ellas las denominadas personalidades narcisistas, casos borderline, personalidades autistas, patologías psicosomáticas) y la -disminución de las neurosis clásicas: histeria y neurosis obsesiva, obligó a reconsiderar cuales eran los alcances del método freudiano, tal como fue concebido, y de hecho cuales eran los límites que la patología mental le imponía. De paso quiero destacarles la incorporación a este terreno de investigación y polémica, de las enfermedades psicóticas: esquizofrenias, psicosis maníaco-depresivas, psicosis histéricas, etc., las que Sigmund Freud había estimado inaccesibles al psicoanálisis e incapaces de transferencia.

         Y a este panorama, ya de por sí difícil y confuso, se ha agregado en los últimos treinta años otro factor de complejidad, el desarrollo por parte de Jacques Lacan de una teorización y una técnica que postuladas como una vuelta a Freud han introducido variantes teóricas y técnicas de tal magnitud que no vacilaría en denominarlas: "otro psicoanálisis". La difusión amplia de sus enseñanzas, unida a la división de sus seguidores a la muerte de Lacan, con las consiguientes diferencias entre ellos, y sobre todo las aparentes facilidades concedidas por estas técnicas a los posibles pacientes: duración del tratamiento, frecuencia de las sesiones, etc., hacen necesaria mi referencia breve y clarificadora en la medida de mis posibilidades, a estas técnicas de amplia difusión en nuestro medio.

         Planteadas así las cosas desde este presente, 1994, volveremos a Freud para saber en detalle cual era la utilidad del psicoanálisis y cuales sus límites, los que Freud mismo visualizó entonces.

         En 1904 señala como los casos más favorables para el psicoanálisis las histerias y las neurosis obsesivas; descarta los casos leves y los casos agudos. Asimismo estima inaccesibles los estados narcisistas y las psicosis. Valora el factor edad, considerando como casos más favorables los pacientes menores de cincuenta años; la buena inteligencia y la cultura favorecerían el proceso. Las deformaciones graves del carácter y los elementos constitucionales pueden contraindicar el método psicoanalítico, y las defensas paranoides pueden hacerlo inviable. Destaca desde el primer momento como cofactor esencial de analizabilidad, el interés suscitado en el analista por el posible paciente. El propio Freud ejemplificó la importancia de este punto, al analizar al "Hombre de los Lobos (1917), su Historial Clínico más famoso, saltándose al coger en análisis a Sergio Pankejeff, los límites que él mismo acababa de enunciar. Este paciente evidentemente no cumplía la mayor parte de los requisitos exigidos, y el interés de Freud y su afán investigador primaron en esta circunstancia. De paso subrayaré como el espíritu investigador de Freud le permitió fijar con claridad y justeza límites para su técnica pero no quedar prisionero de dichos límites, impidiendo la profundización y expansión del psicoanálisis. El problema de la analizabilidad preocupó permanentemente a Freud así es como nos dice en 1932: "Los fracasos que sufrimos como terapeutas nos plantean una y otra vez nuevos problemas técnicos". "Debemos examinar su eficacia y hasta donde llega esta. El psicoanálisis tiene sus triunfos y sus fracasos, sus limitaciones y sus indicaciones. "Es el más penoso y prolongado de los métodos psicoterapéuticos y no se deberá aplicar en casos leves. Con él se ha hecho posible, en los casos adecuados, suprimir trastornos y producir modificaciones a un punto tal que ni siquiera se podía imaginar, pero sus límites son muy sensibles y sabiamente nos previene: "La esperanza de poder curar todo lo neurótico, me inspira la sospecha de ser una derivación de aquella creencia profana según la cual es posible in-fluir intensamente sobre todas las perturba iones neuróticas cuando logramos apoderarnos de los motivos históricos de la enfermedad y de los factores accidentales, lo que nos ha hecho descuidar los factores constitucionales". Y agregó Freud otros factores tales como "la petrificación psíquica" dado que no todo ase deja reanimar y algunas modificaciones parecen definitivas, corresponden tal vez a cicatrices de procesos terminados". Asimismo agregó como otro determinante de la accesibilidad analítica de un paciente los procesos de escisión yóica, estudiados y valorados por Freud en sus obras últimas. Cuadros clínicos como el fetichismo o las psicosis le permitieron ahondar en estos mecanismos primitivos. Dando por establecido que consideró imprescindible para el progreso psicoanálisis el estudio científico del tema analizabilidad, pensamos que Sigmund Freud estableció tres conjuntos de elementos para enfocar este estudio. El primer rasgo básico de estos planteos lo constituye el encararlo como un interjuego de variables interrelacionadas como son la forma psicopatológica del cuadro a tratar, en segundo lugar la personalidad del sujeto a analizar, y en tercer termino la persona misma del psicoanalista. El segundo rasgo está constituido por factores intrínsecos del paciente: su edad, su nivel cultural e intelectual, sus factores constitucionales, la motivación propia o el hacerlo por imposición familiar, el nivel ético del posible paciente. El tercer rasgo básico estaba constituido en sus primeros planteos por la exclusión de las psicosis, fundamentada en su incapacidad transferencial; relativiza en "Construcciones en Psicoanálisis" (1937) esta inaccesibilidad, y agrega en esos mismos años a la estructura y estado del Yo. "La Escisión del Yo en el Proceso Defensivo" (1938) y "Análisis Terminable e Interminable" (1937) nos muestran como factores cruciales para posibilitar o imposibilitar el psicoanálisis, a los diversos trastornos del Yo.

         Ya hemos señalado que gran parte de lo afirmado por Freud ha conservado valor y ha ordenado los criterios de analizabilidad de la escuela freudiana durante gran parte de este siglo. Aportaciones trascendentales, como las de Melanie Klein y su escuela han modificado en gran parte estos límites, ampliando por el contrario las indicaciones y posibilidades del método, que bien es cierto sufría al mismo tiempo modificaciones teóricas y técnicas, de amplia repercusión en la clínica. Pero revisar en detalle estos hechos des-bordan nuestras posibilidades, y prefiero examinar con Vds. mis propias ideas en este terreno.

         Hemos intentado definir la analizabilidad: "como una noción referida al grado en que un paciente determinado y un psicoanalista puedan comprometerse en un proceso analítico, en el cual el paciente pueda evolucionar y eventualmente curar, sin someterse a riesgos o sufrimientos excesivos, y el psicoanalista a su vez se gratifique en su tarea específica: la investigación e interpretación del in-consciente. No creemos que pueda ser un concepto absoluto que permita dividir a los pacientes en analizables o inanalizables de acuerdo a sus estructuras psicopatológicas, como lo han sustentado di-versos autores. Para mí, es un concepto relativo que surgirá de una consideración multidimensional, que deberá abarcar ineludiblemente la paciente, al posible analista y al ambiente total de ambos.

         Se trata pues de una noción que variará ampliamente de acuerdo a las distintas concepciones de un proceso analítico, de sus limitaciones, de sus expectativas de curación, de los distintos momentos evolutivos y vitales del paciente y del analista, y de sus diferentes circunstancias ambientales. Es así como la posición que sus-tentará cada analista en esta materia estará indisolublemente unida y se apoyará, en sus ideas y experiencias concretas acerca de los límites del psicoanálisis, los riesgos que este puede ofrecer y lo que se considere y espere como cambio o curación. Todas las escuelas psicoanalíticas operan con un criterio de analizabilidad explícito de manera formal o implícito . Estos criterios no podrán ser los mismos para quienes consideren que las experiencias vividas por un lactante hasta los seis meses de vida no son susceptibles de modificación posterior alguna en un tratamiento analítico, y por el contrario este puede ser peligroso, o aquellos que creen que estas vivencias y fantasías son alcanzables y susceptibles de modificación analíticas, como lo representan la escuela Kleiniana, o también Donald Winnicott con un enfoque original y propio este último.

         Otro importantísimo cofactor de analizabilidad lo constituyen los elementos culturales. Durante largo tiempo pareció que estas condiciones poco o nada tenían que ver con las posibilidades de efectuar una terapia analítica. Curiosamente Freud incluyó este factor al considerar las aptitudes analíticas del Hombre de los Lobos, destacando sus singularidades, propias del carácter ruso. Personalmente puedo decirles que mi experiencia clínica en Valencia, me ha mostrado con toda claridad la importancia de estos factores culturales. Y en consonancia con esto les diré que mis experiencias e investigaciones en este terreno en Buenos Aires y en Valencia me han permitido jerarquizar distintos factores de analizabilidad en uno y otro medio. El peso del medio familiar y los sentimientos de culpa por desdiferenciarse del mismo en un proceso analítico adquieren en este medio una importancia mucho mayor que en Buenos Aires. En este mismo orden de cosas jerarquizaría la influencia enorme de la formación religiosa, aunque el sujeto no sea religioso, inclusive se diga ateo. Los dinamismos y el procesamiento de la afectividad, emociones y sentimientos, son radicalmente diferentes, afectando de manera singular las analizabilidades en uno y otro medio.

         Más adelante al revisar los cofactores personales de analizabilidad volveré a estas diferencias marcadamente culturales.

         Y ahora muy rápidamente examinaremos los distintos elementos que en nuestro criterio debe tomar en cuenta un psicoanalista al decidir si coge en análisis a determinada persona. Personalmente hemos organizado este indispensable estudio en tres áreas: área del posible analizado, área del psicoanalista y área de los medio ambientes del psicoanalista y del futuro paciente.

         Área del paciente: Está constituida por una serie de elementos de distinto nivel, y han surgido de lo sostenido e investigado desde los criterios de Freud hasta hoy, junto a mi propia experiencia en este terreno. El primer ítem que valoro es la edad del paciente; recordaran Vds. que Sigmund Freud estimaba los cincuenta años como un límite razonable para las posibilidades de cambio analítico en un sujeto, en razón de la "petrificación psíquica" y la rigidez caracterológica acentuada por la edad. Mucho ha cambiado desde entonces, aunque subsisten para mí hoy en día ciertas reservas al estimar las posibilidades de real cambio profundo por encima de esa edad, pero es indispensable sopesar este factor en relación con la gravedad de la patología y el grado de frustraciones vitales y conflictos no resueltos que nos muestre la persona en estudio. Que duda cabe que será mucho más difícil alcanzar una sexualidad satisfactoria en un hombre con impotencia o una mujer frígida, ambos con cuarenta o más años y que nunca hubieran logrado superarlo. Dependencias patológicas de los padres a esas edades son otro serio problema; tanta o igual dificultad puede ofrecer en esas edades el descubrir y asumir el sufrimiento y la frustración vital causadas por una profesión o un trabajo insatisfactorio, impuestos el uno u el otro por voluntad de los padres. Me atrevería a afirmar que la edad ideal para encarar un proceso analítico está situada entre los 25 y los 40 años, cosa que podrá variar, sobre todo en circunstancias de decidir un reanálisis.

         Diagnóstico clínico: Tradicionalmente se ha adjudicado el mayor grado de accesibilidad analítica a las psiconeurosis clásicas: histerias, fobias y neurosis obsesiva, frente a las psicosis, los transtornos caracterológicos, las psicopatías las perversiones o los cuadros narcisistas y los sujetos borderline. Personalmente diría hoy que la analizabilidad disminuye cuanto más cerca esté el paciente de los niveles psicótico y psicosomático. Pero en este sentido debemos destacar la importancia del factor analista y de los factores ambientales, como posibilitadores o no de procesos analíticos en estos niveles tan alterados. Hoy afirmo basándome en experiencias personales que es posible el tratamiento psicoanalítico de pacientes borderline, de personalidades narcisista y de psicosis esquizofrénicas, melancólicas e histéricas. Pero también creo que existen estructuras psicopatológicas difíciles o imposibles de analizar, por la intensidad de sus componentes masoquistas y autodestructivos. Daremos un ejemplo de esta situación insoluble para el psicoanálisis. Tratábase de una paciente soltera, de treinta años, egresada brillante de Filosofía; con una estructura melancólica y el antecedente de nueve intentos suicidas de distinta gravedad. En la primera entrevista diagnóstica mostró un rechazo total al psicoanálisis, encerrándose en un orgulloso y narcisista mundo de superioridad, desde el cuál lo más que nos concedía a mí y su familia era aceptar el psicoanálisis, pero no sintiéndose comprometida en el mismo. Este panorama se modificó grandemente en una segunda entrevista, mostrándose más accesible y aceptando su necesidad de ayuda. Iniciamos su análisis a razón de cuatro sesiones semanales, al tiempo que aceptó medicación antidepresiva controlada por su psiquiatra. Lamentablemente este ser tan brillante solo pudo tolerar un mes de análisis y este corto proceso me mostró de manera innegable la existencia de estructuras psíquicas escasa o nulamente analizable. La vi sufrir y desgarrarse hasta la piel de sus manos durante las sesiones, junto a una destrucción melancólica de su autoestima, todo eso potenciado por conflictivas situaciones familiares y dificultades económicas reales. Junto a esto y de manera paradojal su entrega fue máxima, al traer a sesión su angustioso y dramático diario íntimo, no confiado a nadie hasta entonces.

         A pesar de este gesto, de su capacidad para una inteligentísima introspección, la evidente empatía contratransferencial y una aceptable transferencia positiva, resultó imposible para ella aceptar la dependencia terapéutica. Interrumpió el análisis alegando no querer perturbar económicamente a sus hermanos que pagaban su análisis, y realizó un mes después se décimo intento suicida, del cual se consiguió salvarla por escaso margen.

         Pocas veces he podido observar, en mi ya larga experiencia, tal grado de autodestructividad en una persona no inmersa en una psicosis clínica, y en quién no se visualizaban situaciones vitales insolubles ni situaciones traumáticas infantiles o adultas graves. Este ser tan valioso humanamente, me mostró durante un mes los límites de la analizabilidad, contenidos esencialmente en su propia estructura mental. Pero afortunadamente este es un caso extremo, junto a ellos, como indiscutible realidad, encontramos muchos casos difíciles con mayor grado de analizabilidad.

         Estructura del Yo: De lo dicho hasta ahora se desprende sin duda la importancia de las características de esta instancia psíquica en función de la analizabilidad, tema investigado en profundidad por el propio Freud. Solo les destacaré entre las funciones a tener en cuenta, las perceptivas, las mnémicas, los procesos de pensamiento y el nivel de inteligencia, junto al juicio d e realidad y al sentido de realidad que nos habitan para aprehender las realidades externas e internas. El contacto con la realidad es un esencial cofactor de analizabilidad, y lo es sobre todo para permitir los necesarios procesos regresivos que el proceso analítico conlleva. El paciente analizable tolerará estas regresiones, recuperando su sentido de realidad al finalizar cada sesión. La capacidad de introspección y sobre todo una cierta capacidad de insight son variables importantes para aconsejar y asumir la responsabilidad de comenzar un tratamiento psicoanalítico.

         Estructura del Superyo: Cuanto más integrado y menos persecutorio sea el superyó, más favorables lo consideraremos. Cuanto más disociado, cruel y persecutorio más dificultará un análisis. Igual importancia asume el ideal del yo del sujeto pues sus exigencias exageradas, la búsqueda de metas irreales o inalcanzables, condicionan la autoestima personal. Estas áreas guardan íntima relación con pautas, costumbres y tradiciones culturales. Valores tradicionales, en pugna y contradicción con ideologías y actitudes asumidas conscientemente, pueden convertirse en verdaderos baluartes resistenciales frente al descubrimiento de conflictivas inconscientes, que problematizarían al analizado en el campo social. "No tengo dudas que de llegar a la conclusión de que es inevitable para curar mis síntomas separarme de mi mujer, dejaría el análisis". Esta frase, dicha en una segunda entrevista anticipaba la opción ya decidida por este sujeto internamente, y mostraba las limitaciones impuestas al proceso analítico, limitaciones potenciadas en el futuro por la esposa, cuestionadora constantes del análisis del marido. De tal manera las inevitables resistencias al análisis, estarían actuadas no por una, sino por dos voluntades. Y he de decir que así se dieron los hechos, abandonando este paciente el análisis frente a la convicción de las incompatibilidades insolubles con su esposa.

         Sexualidad y manejo de la agresión: Estudiamos aquí el nivel psicosexual del posible paciente y su vida sexual presente y pasada. Por ejemplo, la masturbación genital, como actividad episódica la diferenciaremos de su presencia como satisfacción habitual o como única posibilidad de descarga. La homosexualidad configura actualmente un problema muy especial en relación con la analizabilidad, ya que no existe unanimidad en la teorización psicoanalítica de esta conducta sexual tanto en hombres como en mujeres. Desde el estimarla como una perversión con estructuraciones psicopatológicas graves hasta visualizarla como una particular elección de objeto sexual, existen diversos matices en medios psicoanalíticos. Mi experiencia concreta me ha mostrado la necesidad de planteos muy amplios en este terreno, pues me han consultado personas que vivían culposa y conflictivamente su homosexualidad y esperaban que el análisis les ayudara a resolver esta conflictiva junto a personas con asunción conciente y firme de su identidad homosexual, y que padecían de diferentes síntomas neuróticas, fobias u obsesiones por ejemplo. Creo que en estos casos el analista debe saber muy claramente si puede o quiere iniciar un tratamiento que inevitablemente movilizará las identificaciones sexuales de esa persona. Y sobre todo creemos indispensable hacérselo saber al futuro analizado.

         La agresión plantea dificultades también complejas. Valoramos el grado en que esta fuerza esté al servicio del yo, en actividades constructivas o al servicio de su autodefensa, racional y necesaria. Los montos de sadismo y masoquismo los estimamos como desfavorables. En ambientes donde los mecanismos de negación, renegación, escisión y supresión de estos impulsos sean instrumentados culturalmente para frenarlos y hasta hacerlos desaparecer de la conciencia y la conducta, inclusive de sus representaciones y articulaciones preconscientes, se crea un difícil problema. Sucede que al reestablecerse contacto con estos impulsos inconscientes, encontramos posibles actuaciones y descontroles fulminantes que complican la analizabilidad, dentro y fuera del análisis.

         Dentro, será muy compleja y a veces imposible la tarea de analizar la transferencia negativa, fuera, el medio familiar, de trabajo o de amistades descalificará fácilmente a quién ven distinto.

         Ansiedades y mecanismos de defensa del Yo: El tipo y monto de ansiedad condicionara en gran medida el porvenir analítico del candidato a analizarse. La presencia de ansiedades libres y concientes, la estimamos como favorables, siempre que se tolere su existencia, y no se sobrevalore el bienestar relativo y engañoso de la supresión defensiva de la ansiedad, expresión y sello sin duda de los conflictos que vive el sujeto. La ausencia de ansiedad frente a traumas severos, pérdidas o fracasos, nos preocupa sobremanera, por cuanto nos alerta acerca de una dispersión y encubrimiento de sentimientos y emociones profundas. La derivación al cuerpo-somatización constituye otro baluarte, máxime si trae al sujeto claros beneficios secundarios, los que se tornan incontrolables en el inicio de un análisis. En cuanto a los mecanismos defensivos del Yo frente a la ansiedad es imprescindible valorarlos exhaustivamente pues serán puestos a prueba constantemente. El predominio de mecanismos primitivos exige prestar especial atención ala experiencia del psicoanalista con estos casos y a la tolerancia del medio familiar a las inevitables regresiones de ese familiar en tratamiento analítico.

         Relaciones objetarles y funciones de comunicación: El narcisismo marcaría el extremo de una amplia escala; a medida que disminuye el narcisismo en favor de la relación objetal mejora la analizabilidad. No debemos desestimar sin embargo la necesaria transformación del narcisismo infantil, y su contribución a la autoestima normal. la competencia y las realizaciones creativas. Desde el punto de vista comunicacional es necesaria la existencia de un Yo observador, que pueda tolerar la regresión, discriminando el "como sí" de la sesión analítica. Una buena correlación entre el len-guaje verbal y no verbal y una metacomunicación adecuada favorecen el análisis. Un importantísimo factor comunicacional lo constituye en nuestro medio, el bilingüismo, ya que una parte esencial de los recuerdos, emociones y vivencias profundas conservan una fuerte y natural adhesión a la lengua en que fueron experimentadas. Las personas con práctica cotidiana u habitual del valenciano junto al castellano pueden encubrir inconscientemente partes esenciales de su funcionamiento psíquico al analizarse con un analista castellano parlante. Es aconsejable tomar muy en cuenta este punto en pacientes de difícil analizabilidad, como asimismo investigarlo constantemente en todo análisis.

         Sueños: Sigmund Freud estableció sin duda alguna la importancia de los sueños como la expresión más directa y acabada de nuestro funcionamiento inconsciente, así como de los conflictos psíquicos y de la configuración del aparato mental. Creo además que la exploración sistemática y minuciosa del índice onírico nos permite trascender más allá de la cronificación de una dolencia psíquica, de artefactos y condicionamientos culturales o de posibles terapias previas. La exploración onírica, junto con la capacidad y el deseo de introspección, constituyen hoy en día mis variables privilegiadas en trances de estudiar la analizabilidad.

         Situación familiar, nivel profesional y situación laboral: Considero aquí las características del vínculo con el grupo familiar, la estabilidad y madurez lograda en esta relación, o por el contrario la profundidad y gravedad de los conflictos, manifiestos o encubiertos que el sujeto trae. El nivel de formación profesional y cultural alcanzado, y el grado de satisfacción obtenido nos permiten justipreciar su capacidad sublimatoria. La situación laboral actual y pasada adquiere importancia, ya que será riesgoso enfrentarse con posibles recuperaciones de capacidades y potencialidades latentes. Esta recuperación analítica podría enfrentar con sufrimientos o imposibilidades, a seres con escasa o nula autonomía. Pensamos que estos aspectos no pueden ser dejados de lado por un psicoanalista responsable. El psicoanálisis posibilita cambios pero también debemos evitar sufrimientos.

         Área del ambiente familiar: Por razones de tiempo solo enunciaremos los distintos índices que tratamos de valorar en este terreno, donde se juegan importantes cofactores de la analizabilidad individual. 1) Grado de salud o enfermedad del grupo familiar. 2) Grado de participación o depositación de los conflictos familiares en el paciente y grado de aceptación de este mecanismo por su parte. 3) Situación de dependencia económica o de independencia del paciente. 4) Actitud del grupo familiar ante la enfermedad del paciente y ante el posible análisis.

         Área del psicoanalista: También por razones de tiempo les enunciaré los cuatro índices que incluyo en este aspecto, de excepcional importancia frente a la decisión de iniciar un tratamiento analítico. 1) Capacidad y experiencia del analista. Es este un índice difícil de determinar, solo el conocimiento del colega concreto puede facilitarlo, pero es un índice sujeto a amplias variaciones temporales. Por ejemplo hace doce años escribí: "El esfuerzo que los casos psicóticos y borderline demandan excede mis disponibilidades actuales, y estimo como positiva esta autoconciencia y recomendable como meta a alcanzar. 2) Interés en el caso a tratar. 3) Reacciones contratransferenciales frente al posible paciente. Cuanto más empática y sintónica sea nuestra reacción frente al paciente en estudio, más favorable estimamos este índice; cuanto más desagrado o rechazo nos provoque más desfavorable lo estimaremos. Nuestras reacciones son anticipos muy exactos del grado de stress al que aceptaremos estar sometidos al tomar en análisis un caso con patología muy severa y con especial impacto en nosotros. A menudo un paciente desagradable para un analista puede no serlo para otro, lo que facilita su derivación a un colega. Asimismo es esencial tomar en cuenta la reacción transferencial que se produce en el posible paciente, cosa que puede investigarse desde las entrevistas iniciales, y explorarlo intencionalmente, aunque no lo interpretemos necesariamente. 4) Situaciones ambientales personales del analista: Incluyo aquí todo tipo de situaciones permanentes o transitorias del analista que influyen según mi experiencia en la analizabilidad de una determinada persona, por la coincidencia o cercanía a conflictos del paciente.

Hasta aquí hemos examinado como convendría que un psicoanalista eligiera los casos que puede o quiere analizar. Pero si ahora nos preguntáramos: "¿Y como puede o debe elegir psicoanalista una persona que decide emprender un tratamiento analítico?  Comenzaré por una afirmación genérica y muy amplia: antes que nada debería tomar el recaudo de informarse sobre la seriedad de la formación de su posible analista y acerca del nivel de experiencia de dicho profesional. Excluyo de esta indicación a todas aquellas personas que fueran derivadas a un psicoanalista por su médico tratante o por psicólogos clínicos. Como miembro de la institución psicoanalítica fundada por Sigmund Freud, la Asociación Psicoanalítica Internacional, creo válido jerarquizar a la formación técnica impartida por sus sociedades componentes, en el caso de España la Asociación Psicoanalítica de Madrid y la Sociedad Española de Psicoanálisis con sede en Barcelona. Junto a esto corresponde enfatizar como condición sine qua non, el haberse sometido a una cura psicoanalítica, para poder ser llamado psicoanalista. Junto a esto se estima imprescindible haber realizado una adecuada formación teórica y técnica en los Institutos de Psicoanálisis dependientes de las sociedades componentes de la Asociación Psicoanalíticas Internacional.

Lo dicho se refiere a que condiciones debería reunir un psicoanalista para ser considerado como tal, pero quiero destacar muy especialmente la importancia que tienen la selección de su futuro analista de acuerdo a la experiencia del futuro analizado en su conocimiento y contacto humano con este.

         Teniendo en cuenta el carácter tan íntimo y personal del vinculo a establecer como asimismo la duración habitual de un proceso psicoanalítico queremos enfatizar la importancia de la relación transferencial que se establezca; como se sienta y como se viva al futuro analista son parte fundamental en este tema de la analizabilidad. La elección de analista requiere por parte de la persona que decida analizarse, la máxima valoración de su propio juicio y de sus sentimientos y reacciones frente a ese otro, en quién depositará su confianza y sus esperanzas por un largo período de su vida.

         Dicho esto me parece conveniente, y me atrevería a decir obligado efectuar algunas aclaraciones suplementarias a puntos que me formulé como grandes interrogantes al comienzo de mi exposición. "¿Qué es psicoanálisis hoy en día y quién es psicoanalista?, me preguntaba al comenzar, acompañando esta primera pregunta con una afirmación "A partir de la muerte de Freud ya no resultó tan fácil discriminar que era psicoanálisis y quién era psicoanalista". Pienso que tanto la pregunta como la afirmación obligan al que habla a bordar un tema sin duda polémico y altamente conflictivo. Es una realidad innegable en el mundo actual, por lo menos en las culturas occidentales la existencia de gran cantidad de profesionales denominados "psicoanalistas" y que no pertenecen, ni se han formado en Institutos Psicoanalíticos de la Asociación Psicoanalítica Internacional (es conveniente aclarar que existen también psicoanalistas formados en dicha Asociación que han dejado de pertenecer a ella por diversas razones). Con respecto a ese importante grupo de psicoanalistas, que en el caso de los seguidores de Jacques Lacan se consideran los auténticos continuadores de la enseñanza y la práctica freudiana, son necesarias algunas puntualizaciones.

         De las prácticas de raigambre lacaniana y en función de mi experiencia de muchos años, diré que la modificación del encuadre tradicional en lo que hace a la duración de las sesiones, habitualmente realizadas en 50 o 45 minutos, su reducción a sesiones de 10 o 15 minutos, regladas por el criterio y la decisión exclusiva del analista, resultan insuficientes y favorecen la idealización y el sometimiento del paciente. Mi criterio se basa en lo observado en gran número de pacientes que realizaron este tipo d e terapia. Con respecto a los resultados alcanzados con técnicas lacanianas no puede ni debo emitir juicios que vayan más allá, reconociendo la importancia y la verdadera revolución que las ideas y los escritos de Lacan han significado en el mundo de la cultura. Fuera de este importante sector existen grupos de psicoterapeutas que se denominan psicoanalistas. Algunos de ellos han realizado análisis personales serios y se han formado con interés y rigor en la teoría y la técnica psicoanalíticas. Este grupo profesional no ha completado su formación psicoanalítica oficial por diversas razones.

         Como balance y resumen de estos puntos he de decir, que hoy en días existen en nuestro medio psicoanalistas formados dentro de la Asociación Psicoanalítica Internacional y psicoanalistas formados fuera de ella. Con absoluta franqueza he de decir coincidente con mi propia ideología psicoanalítica que estimo a los psicoanalistas agrupados en la Asociación Internacional como seriamente formados y con la suficiente amplitud de criterios para permitir la existencia de escuelas y tendencias no coincidentes en muchos aspectos de la teoría. Asimismo no puede dejar de señalar la inclusión de muchos aspectos de la teorización lacaniana en los planes de estudio de sus Institutos, cosa que no me consta que se de por igual en la formación lacaniana.

         Jerarquizo como puede desprenderse de mis palabras, a los psicoanalistas pertenecientes a la IPA como profesionales formados con seriedad y coherencia, pero no puedo ignorar la existencia de otros profesionales dedicados a la práctica psicoterapéutica y que se denominan psicoanalista. Esta situación difícil de encarar científica y profesionalmente me obliga a remarcar que mi examen de la analizabilidad, y por consiguiente mis estimaciones de esta alcanzan de manera particular a mis colegas formados en los Institutos de Psicoanálisis dependientes de la Asociación Psicoanalítica Internacional, sin abrir juicio sobre los restantes profesionales dedicados a la práctica de la psicoterapia.

EL PANORAMA DE LA ANALIZABILIDAD EN 1994

         A estas alturas me parece conveniente presentar a Vds. que podemos pensar hoy en cuanto a la accesibilidad analítica de los distintos cuadros patológicos y cuales son los resultados alcanzables. Antes que nada caracteriza este campo una amplia y constante búsqueda de los límites de la analizabilidad. Asimismo la introducción generalizada del análisis infantil como también del análisis de adolescentes han abierto nuevas perspectivas a esta delimitación del valor y los alcances del método freudiano.

         En el adulto ni las psicosis ni los cuadros narcisistas constituyen contraindicaciones del psicoanálisis, tampoco lo son las patologías psicosomáticas, aunque unas y otras planteen interrogantes a en cuanto a evolución y resultados u obliguen a especiales recaudos técnicos, lo psicosomático es un buen ejemplo de todo lo dicho.

Personalmente he verificado la concreta y real analizabilidad de cuadros psicóticos (esquizofrenias u psicosis histéricas) asimismo he comprado la posibilidad de un análisis exitoso en pacientes borderline.

         Podemos pues concluir que la analizabilidad, noción planteada ya que 1904 por Sigmund Freud, es objeto hoy en día de una constante profundización, lo que nos habilita a los psicoanalistas actuales a indicar o desaconsejar un tratamiento psicoanalítico con una amplísima experiencia internacional y con fundamentos teóricos más sólidos. Asimismo como creo haberles mostrado a Vds. en este capítulo hemos incorporado en nuestros pronósticos de analizabilidad conceptos originados en el estudio de los grupos familiares o investigaciones en teoría de la comunicación. Espero que mi exposición contribuya a presentarles como científicamente válida y como respetuoso acto humano la indicación del psicoanálisis freudiano por parte de un psicoanalista en 1994.

BIBLIOGRAFIA

Freud Sigmund (1904): El método psicoanalítico de Freud. Obras Completas. Vol. VII. Ed. Amorrortu. Bs. As.

Freud, Sigmund (1905): Sobre psicoterapia. Obras Completas. Vol. VII. Ed. Amorrortu. Bs. As.

Freud, Sigmund (1914-16): Trabajos sobre Metapsicología. Obras Completas. Vol. 14. Ed. Amorrortu. Bs. As.

Freud, Sigmund (1917): De la historia de una Neurosis Infantil. El hombre de los Lobos. Vol. 17. Ed. Amorrortu. Bs. As.

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Freud, Sigmund (1932): Aclaraciones, aplicaciones y observaciones. Conferencia Nº XII de Nuevas aportaciones al Psicoanálisis. Obras Completas. Vol. 22. Ed. Amorrortu.

Freud, Sigmund (1937): Construcciones en Psicoanálisis. Vol. 23. Obras Completas. Ed. Amorrortu. Bs. As.

Freud, Sigmund (1938): La escisión del Yo en el proceso defensivo. Vol. 23. Obras Completas. Ed. Amorrortu. Bs. As.

Freud, Sigmund (1937): Análisis Terminable e Interminable. Obras Completas. Vol. 23. Ed. Amorrortu. Bs. As.

Paz, Carlos A. (1971): Analizabilidad. Alcances y límites del psicoanálisis. Ed. Paidós. Bs. As.

Paz, Carlos A. y col. (1980): Analizabilidad y Momentos Vitales. Alcances y límites personales y sociales del psicoanálisis. Editorial Nau Llibres. Valencia.

 

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* Este trabajo se corresponde con el capítulo 5 del volumen “Freud. Divulgación cultural del psicoanálisis. 2º ciclo de conferencias 1993/94”.  Agradecemos al Dr. Carlos Paz, así como a D. José Pascual y D. José Vicente Pascual, editores de Promolibro, la gentileza de habérnoslo confiado para su publicación en Ritmos Freudianos, facilitando así su acceso a los estudiantes de la Asignatura de “Introducción al Psicoanálisis”, de la Facultad de Psicología de Valencia y al público en general.

** Carlos Alberto Paz Carrillo (APM). C/ Félix Boix, 6. 6º D. 28003 - Madrid. Tel.: 913 50 97 39. E-mail: carlospaz@retemail.es .