FACULTAD DE
PSICOLOGÍA
Asignatura:
INTRODUCCIÓN AL PSICOANÁLISIS.
Profesor:
José Guillermo Martínez Verdú.
Tema 5: ASPECTOS TÉCNICOS.
Apartado
5: Puntuación, Interpretación, Construcción .
ESPECIFICIDAD DE LA INTERPRETACIÓN
PSICOANALÍTICA. Subversiones
freudianas.
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JOSÉ GUILLERMO MARTÍNEZ VERDÚ**.
“Pero no hemos afirmado sin buenas razones
que todo hombre posee en su propio inconsciente un instrumento con el que puede
interpretar las manifestaciones de lo inconsciente en los demás”
(Sigmund
Freud)
“Lo que ‘se sabe’ del paciente no tiene más
consecuencias... Lo único importante es lo desconocido”.
(Wilfred
R. Bion)
“Es preferible pensar las paradojas que
actuarlas”.
(Luís
Fernando Crespo)
1.
Introducción: Siempre “Más allá...”.
Que la interpretación como labor de
traducción de lo inconsciente a lo consciente queda tempranamente relegada de
la cura, es algo que Freud (1920) evidencia
en Más allá del principio del
placer: “Veinticinco años de trabajo
intenso - dice Freud - han hecho que las metas inmediatas de la
técnica psicoanalítica sean hoy por entero diversas que al empezar. En aquella
época, el médico dedicado al análisis no podía tener otra aspiración que la de
colegir, reconstruir y comunicar en el momento oportuno lo inconsciente oculto
para el enfermo. El psicoanálisis era sobre todo un arte de interpretación (deutung). Pero como así no se
solucionaba la tarea terapéutica, enseguida se planteó otro propósito
inmediato: instar al enfermo a corroborar la construcción (konstruction)
mediante su propio recuerdo. A raíz de este empeño, el centro de gravedad
recayó en las resistencias... Después, empero, se hizo cada vez más claro que la meta propuesta, el devenir-consciente de
lo inconsciente, tampoco podía
alcanzarse plenamente por este camino. El enfermo puede no recordar todo lo
que hay en él de reprimido, acaso justamente lo esencial. Si tal sucede, no
adquiere convencimiento ninguno sobre la justeza de la construcción que se le
comunicó. Más bien se ve forzado a repetir lo reprimido como vivencia presente,
en vez de recordarlo, como el médico preferiría, en calidad de fragmento del
pasado”.
El comentario que de este párrafo
hiciera el Profesor Arensburg en su Seminario de 1996-97, nos sitúa frente a la
imposibilidad de una interpretación que realizara cualquier tipo de traducción
de lo inconsciente a lo consciente: “En
primer término se puede sostener que la
textualidad del inconsciente es irreproducible: solo puede recogerse en
otro texto: verbal, marcado por el a posteriori,
reflejo, sugestivo, afectivo, etc. Se trataría en todo caso de reformulaciones
de la representación inconsciente que implican una resignificación y una
distinta representancia de la otra escena
- marcada, además, por el a
posteriori, vale decir, por las
circunstancias actuales de su emergencia -
reinvestidas en el otro sistema que no tiene el mismo código para
transmitirlas... Creo que la
interpretación en traducción directa no hace consciente lo inconsciente sino
que genera una segunda inscripción, una consciencia intelectual sugerida y
aceptada por sugestión y sometimiento o rechazada por resistencia, vale
decir siempre tocada por la resistencia en los dos casos. El sistema de traducción directa es funesto,
nefasto y usa las más inadecuadas de las metáforas en esa traducción. La crítica de Lacan respecto al pasaje de lo
imaginario a lo imaginario en las interpretaciones transferenciales directas es
altamente pertinente: es como decir ‘good morning = buenos días’. El paciente habla de una
situación en la cual está implicado lo que podemos figurar como una metáfora
del pecho bueno, digamos, y lo ataca; y el analista dirá: ‘yo soy el pecho
bueno y Vd. me está atacando’. No se ha
progresado ni un ápice con esa interpretación. Simplemente se ha quedado pegado
a un ‘good morning, buenos días’, en el cual el paciente lo único que
puede tener es un enfoque descriptivo de una transformación lingüística neutra
y nada más. Y las dos cosas - concluye
Arensburg - se sitúan en lo imaginario,
tanto el enunciado del paciente como el del analista”
Si la textualidad del inconsciente es
irreproducible y no es cronológica su temporalidad, entonces se aprecia la
índole constructiva de toda interpretación. Y no por el hecho de que Freud en
este texto parezca utilizar los dos conceptos como sinónimos sino en tanto ese
“adivinar lo inconsciente oculto para el enfermo, reunirlo y comunicárselo en
el momento debido” implicaba ya en los albores del psicoanálisis una labor de
“construcción” por parte del analista.
Por tanto, si aparentemente la interpretación parece suponer un
desciframiento de lo inconsciente (en el mismo sentido que el propio Freud
podía ejemplificar con el desciframiento de un texto o un jeroglífico), lo que
detrás se evidencia es toda su dimensión creativa como construcción. De modo
que, más allá de la Deutung: la
Konstruction. Dicho de otro modo:
para Freud se impone un límite a la labor deconstructiva de la interpretación
porque, al tiempo que lo recordado mismo quedará signado a posteriori por la fantasía como recuerdo encubridor, algo no va a
poder ser recordado al quedar fuera del registro del principio del placer,. Es
precisamente ese “más allá” el que va a solicitar la construcción.
2. De un
Inconsciente radical.
Ahora bien, que ese “más allá” está
presente ya en la Traumdeutug (y
mucho antes) es algo que nos ocupamos, junto a Bernardo Arensburg (1999), de
mostrar a propósito del ombligo del sueño: Ese “lugar insondable” del sueño, “ombligo por el que se conecta con lo no conocido” nos da una visión del
inconsciente no ya como un archivo cerrado y lleno de inscripciones (o como -
podríamos decir hoy en día - un
directorio del disco duro lleno de archivos ocultos, sea en Windows o en el
Dos) al que se trataría de abrir para revelar y transcribir a la consciencia un
contenido latente a partir del manifiesto mediante interpretaciones y
construcciones, sino como de un inconsciente
radical (Szpilka) con el que cada interpretación del contenido latente no
cesaría de convertirse de nuevo en un contenido manifiesto tras el que habría
otro contenido latente y así sucesivamente, “sin clausura alguna” - para utilizar los términos de Freud - y sin terminar nunca de agotar la
significación.
De ahí, la siguiente afirmación
freudiana: “La experiencia mostró pronto que la conducta más adecuada para el
médico que debía realizar el análisis era que él mismo se entregase, con una atención parejamente flotante, a su
propia actividad mental inconsciente, evitase en lo posible la reflexión y la
formación de expectativas conscientes, y no pretendiese fijar particularmente
en su memoria nada de lo escuchado; así
capturaría lo inconsciente del paciente con su propio inconsciente[1]... Por lo demás, en el
análisis de hoy - concluía Freud en 1923, año de introducción de
la segunda tópica - se la practica de igual manera
(a esta técnica), sólo que con el sentimiento de una mayor seguridad y con una
mejor comprensión de sus limitaciones”.
3. De la Verdad
en lógica y en psicoanálisis.
En Una “Mesa redonda sobre Construcciones en psicoanálisis”
realizada en la A.P.M. en 1986 y publicada al año siguiente, es notorio como a
la hora de abordar este tema, tanto en la mesa como en el coloquio
subsiguiente, los autores son llevados a incursiones de índole epistemológica.
Así, López Peñalver habla de la
necesidad de “combinar el método deductivo de la reconstrucción con el
inductivo, más cercano a la construcción” (Pg. 25).
El Profesor Rallo hará notar la
presencia en Freud de una “vertiente
idealista, subjetivista... en contrapunto con un empirismo crítico, sin renuncia a la realidad material que mantiene
a lo largo de toda su obra” (Pg. 52).
Por su parte, Carlos Padrón se referirá
a Kant y sus concepciones del tiempo
y el espacio (como “condición general
de la receptividad del conocimiento humano”) y las categorías (“conceptos puros del entendimiento”) en tanto
“condiciones de la posibilidad de la experiencia” (Pg. 68). Padrón se basa entonces en el Freud de La negación (que “plantea las fases
libidinales como etapas secuenciales de organización de categorías de
conocimiento, tras una primera fase de ` juicio ´”) para concluir que “la interpretación es la puesta en claro del
método personal de organización de las categorías del conocimiento que se han
ido estructurando a lo largo del desarrollo libidinal”. (Pg. 69).
Carlos Paz interviene interesado por
criterios de verdad y falsedad. Y en su preocupación por la verdad rebate las
afirmaciones freudianas sobre “la inocuidad de las construcciones incorrectas”:
“Nosotros creemos, por el contrario, que los riesgos son múltiples, desde que
la falsa construcción sea utilizada al servicio de las resistencias, sea que el
paciente use aplacatoriamente un sometimiento confirmatorio de nuestra “
`verdad ´ ilusoria”, orientándonos aún más por el falso camino; pero el riesgo mayor lo colocaríamos en la
influencia perturbadora en nosotros mismos de espejismos constructivos que
distorsionen y alimenten nuestro `supuesto saber ´ ”(Pg. 76).
No se trata aquí del amor a la verdad
en el sentido ontológico de los filósofos griegos sino de cuestiones de gran
relevancia técnica. En efecto, el
concepto lacaniano de “supuesto saber” es utilizado por Paz para dar cuenta de
los riesgos de ubicarse el analista en una posición de omnipotencia con todo lo
que conlleva de extravío (el “falso camino” de la razón ilusoria), cuando no de
cínica impostura.
A lo que Paz está apuntando es a una
cuestión eminentemente ética. Hay en él
un profundo respeto hacia el discurso del paciente, pues los problemas en el
uso y formulación de construcciones “disminuyen apreciablemente - dice -
si nos ceñimos estrictamente al material emergente del proceso y es
integrado escrupulosamente a la transferencia” (Pg. 76).
Es como que para Paz, lo que condujera
a la emisión de una construcción (o interpretación) verdadera o falsa no
dependiera tanto de la historia que el paciente nos trae como de la posición que el analista ocupe con su
escucha frente a esa historia, pues desde ya que si la falsa construcción es
utilizada por el paciente al servicio de las resistencias, eso es así porque de
entrada el analista realizó esa falsa construcción al servicio de las
resistencias (si no, cuando menos habría permanecido callado) y si el paciente
usa aplacatoriamente un sometimiento confirmatorio, tal vez sea porque ya
estuviera implícito en la confección de la falsa construcción una demanda
narcisista, por parte del analista, de tal sometimiento (bien para aplacar su
propia ira, bien por su inexperiencia).
Es esta una gran novedad que, como
sugiere Lacan (1963-64), aporta Freud con la noción de una interpretación
constructiva: el énfasis es puesto en el
papel del deseo del psicoanalista. La interpretación no como del contenido de un
inconsciente dado a revelar (lo que sería más propio de una hermenéutica
pre-freudiana) sino de un inconsciente dinámico, que se produce con efecto retardado, a posteriori (nachträglich) en el mismo momento del
acto interpretativo.
Si no es
así, no se podría entender el uso que Carlos Sopena hace en este coloquio del
término “ficción” al aplicarlo a las construcciones: “La construcción es una hipótesis o una
sugerencia que más que pretender reproducir una realidad vivida es una ficción
propuesta con la finalidad de movilizar la palabra del paciente... La verdad aparece entonces como promesa, como
abertura a un futuro más que como un retorno a un pasado para arrancar la
revelación al olvido” (Pg. 37).
Ello nos muestra que la ficción no está
reñida con la verdad. Que algo pueda ser
ficticio no quiere decir que vaya a ser falso o incorrecto, como sobradamente
han argumentado los lógicos. Tomemos un
silogismo categórico clásico: Si “todos
los hombres son mortales” y “Sócrates es un hombre”, entonces “Sócrates es
mortal” (Si todo S es P y M es S, entonces M es P). Siendo verdaderas las dos premisas mayor y
menor del antecedente del condicional, el consecuente del condicional, o sea,
la conclusión, es también verdadera desde el punto de vista formal. Pero eso no está reñido con la verdad de una
promesa de inmortalidad: “Sócrates es
inmortal”, desde el punto de vista del “nombre propio” y del lugar que su
pensamiento ocupa en la historia de la filosofía. Es decir que una proposición atributiva no
dice acerca de los valores de verdad o falsedad por sí misma.
De hecho, si se plantea la proposición
atributiva de que “todos los hombre son mortales” es porque se supone la
existencia de unos seres - los dioses
- que son inmortales; si no, no tendría
sentido la afirmación de la mortalidad de los hombres; entonces, también es
verdadera la siguiente ficción: “todos los dioses son inmortales”, lo cual no
implica para nada que “Sócrates es un dios”, porque es la inmortalidad atributo
de los dioses, pero no los dioses atributo de la inmortalidad.
Entonces, vale decir, Sopena con
Paz: “Con la construcción ya no se trata
de llegar al recuerdo, sino de aproximarnos al núcleo más inaccesible de lo inconsciente (Pg. 37). Y Carlos Padrón: “Lo que el analizando nos aporta es su propia
construcción , y la interpretación del analista ha de intentar poner en claro
los sistemas personales del analizando (íntimamente ligados a lo que llamamos
“mecanismos de defensa”), que a su vez son el resultado de las primeras
adquisiciones frente al mundo”(Pg. 69).
4. Bion y las “transformaciones” de Das Ding.
En
la misma línea, dice W. Bion (1962): que para llegar a una interpretación, el
analista debe construir un modelo y descubrir cual es el modelo usado por el
paciente y ponerlo al descubierto. Es
decir, que por un lado tenemos un trabajo de descubrimiento y, por otro, uno de
construcción. Como que a la descubierta interpretación y construcción de los
hechos realizada por el paciente, se confrontara la interpretación y
construcción realizada por el analista.
Estas consideraciones dan cuenta de
toda la dimensión creativa que las
interpretaciones psicoanalíticas encierran para Bion, ya que en ellas se trata
de transformaciones de la realidad
original - O - es decir, del noumeno o “Cosa-en-sí-misma” (Das Ding an sich) que es incognoscible e
imposible de aprehender por la sensibilidad y que Kant opone al fenómeno, en tanto atributos
perceptibles de la cosa. Se trata de transformaciones en Cero, que se contraponen a las transformaciones de
Cero y que difieren sustancialmente (Lorén, 1992), de los otros tres grupos de
transformaciones que Bion describiera en su libro de título homónimo, es decir,
las transformaciones en alucinosis, las proyectivas y las rígidas.
Así se expresan Carlos Paz y Teresa Olmos
(1992) en el Simposio sobre “Transferencia e interpretación”: “ayudamos al paciente a descubrir lo que no
sabe, y éste va encontrando y descubriendo un sentido, a lo que nunca lo tuvo
para él”. Este “descubrir lo que no
sabe” exige un trabajo de construcción por parte del analista y este encuentro
y descubrimiento de un sentido es una producción nueva, puesto que ese sentido
“nunca lo tuvo para él” (el sentido no estaba antes ahí ni para el paciente ni
para el analista), sublimación en la
transferencia (Martínez Verdú, 1997), ya que se trata de un decir nuevo,
fruto del trabajo analítico y distinto
del decir con el que se dice lo que se puede decir (Szpilka).
Cuando
Paz y Olmos hablan de la necesidad de “combinar la función continente con la función
metabolizadora”, esa “metabolización”, o sea, ejercicio de la función alfa bioniana, es un verdadero
trabajo de creación y simbolización por parte del analista que está enfrentado
a la ausencia de sentido, de lo que es indecible justamente porque se dice, del
vacío de lo real de la Cosa en donde cualquier nuevo sentido que surge es un
intento de (re)presentación de ese vacío
- que en sí es irrepresentable -
a partir de representaciones de sus bordes. Excepto que cayéramos en una versión
empirista del análisis que supusiera un objeto mundano ya dado, con una
temporalidad lineal y mundana[2],
a la espera de ser descubierto en la concepción de “porque se dice se puede
decir”.
“Lo
que ‘se sabe’ del paciente - dice
Bion (Cogitaciones 1967) - no
tiene más consecuencias; es falso o irrelevante. Si ‘lo conoce’ tanto el
paciente como el analista, está obsoleto. Si ‘es conocido’ por uno de ellos,
pero no por el otro, interviene la defensa señalada en la categoría 2 de la
Tabla. Lo único importante es lo desconocido.
N o debe permitirse que nada distraiga la intuición
de ello. En toda sesión tiene lugar una
evolución. Algo se desarrolla a partir
de la oscuridad informe... Esta evolución es lo que el psicoanalista debe estar listo para interpretar”.
Lo cual no
quiere decir que sea posible interpretar siempre así (a partir de “sin memoria
ni deseo”); y aquí puede ser válida la distinción que hace D. Meltzer (1973)
entre “interpretación rutinaria” (descriptiva, explicativa, descifrante,) e “interpretación inspirada”(que no puede
ser realizada sólo por el intelecto consciente y está basada en la intuición),
ya que en relación a esta última, dice que “debe ser el tipo de experiencia que
le ocurre cotidianamente a Bion..., (quien) probablemente arriesga todo, y pocos
podríamos realizar esto muy a menudo”.
Cuando
W. Bion introduce la tabla en 1963 (Elementos de psicoanálisis), lo hace en
referencia al tema de la Interpretación.
Previamente, en Aprendiendo de la
experiencia, había tratado de establecer las condiciones epistemológicas
del surgimiento del pensamiento a partir de la concepción kantiana de la “cosa
en sí” (Das Ding an sich).
Toma
Bion a las interpretaciones como “Enunciados” que, según sus cualidades va
ubicando en las distintas casillas de la tabla; así, en el “eje de usos”
tenemos interpretaciones como “hipótesis definitorias” (1, en la tabla),
resistenciales (2, columna de Tiresias), como “notación” (3), como “atención”
receptiva al hecho seleccionado (4), como “indagación” - y aquí define Bion a la interpretación como
“una teoría para investigar lo desconocido” -
como indagación esclarecedora (5) y, finalmente, la interpretación como
“acción” (6), aclarándonos Bion que “para el analista la transición que se acerca
más a la decisión y traslación del pensamiento en acción es la transición del
pensamiento a las formulaciones verbales”.
Seguidamente
y tras señalar que esta “clasificación” puede ser aplicada tanto a los
enunciados del paciente como a los del analista, pasa Bion a las hileras o “eje
genético” donde da una teoría de la génesis del pensamiento, válida igualmente
para la génesis de una interpretación, mostrando que las interpretaciones de un
psicoanalista pueden haber recorrido el camino que va desde los “elementos
Beta” (A, en la tabla), hasta el “Sistema deductivo científico” (G); y que,
dependiendo del funcionamiento psíquico de paciente y analista en un momento
dado, éstas pueden ser ubicadas en cualesquiera de las casillas de la tabla.
Pongamos
un ejemplo: no es lo mismo el momento creativo en que M. Klein (1930) inventa
una representación para su paciente Dick (ejemplo: “Tren papito” y “Tren Dick”
o “La estación es mamita; Dick está entrando en mamita” o “Dentro de mamita
está oscuro. Dick está dentro de mamita oscura”) en donde hay todo un recorrido
desde los elementos Beta (A) hasta el concepto (F),en las hileras; y desde la
hipótesis definitoria (1) hasta la acción (6)
- y, por tanto, ser ubicable en F6
- eso no es lo mismo que un
escolástico que haya aprendido de memoria las teorizaciones kleinianas - aquí se aprecia una clara apelación al
saber establecido - e interpreta un
ataque sádico al cuerpo de la madre cada vez que se siente cuestionado en la (contra)transferencia,
lo que habría que ubicar en cualquiera de las casillas de la columna de
Tiresias si de esa interpretación hace un uso defensivo más o menos
elaborado(como puede ser el caso del ejemplo de la traducción directa - good morning = buenos días - que mencionaba Arensburg), o en la casilla A6,
si se trata de una burda evacuación (identificación proyectiva mediante) de
elementos beta (A) que no ha podido contener ni ensoñar (reverie) por su paciente: En el primer caso se trata de la
confrontación con el vacío de lo real que une a paciente y analista y que es
enfrentado y bordeado al emitir la interpretación. En términos de la “teoría de
las transformaciones” diríamos que se trata de una “transformación en O” (“KàO”, es la fórmula que utiliza Bion).Mientras que en el
segundo se trata de una “transformación de O”, es decir, una huida frente a
ese vacío innombrable e insoportable de la Cosa y de una utilización defensiva
de la teoría y el simbolismo aprendido que, por otra parte, no haría sino
convertir el diván analítico en lecho de Procusto.
5. De una
imperiosa necesidad hermenéutica.
Preguntémonos ahora sobre la especificidad de la interpretación
psicoanalítica, apelando a intervenciones interpretativas exteriores al
campo psicoanalítico.
El término “interpretación” de raíz
latina (Interpretatio) procede la
palabra griega “hermeneia” que
significaba palabra, habla, don de la palabra; interpretación, explicación, así
como enunciado de un pensamiento o de un mensaje. De hecho el dios Hermes, el de los pies alados, guarda
una relación muy estrecha con este concepto, pues es en la mitología el enviado
de los dioses encargado de transmitir a los mortales sus mensajes. Recordemos el gran papel que juega en La
Odisea como transmisor a Ulises de los designios de Atenea, su diosa
protectora, por ejemplo, cuando le da las hierbas que le protegerán de Circe.
Desde tiempos prehistóricos han
necesitado los hombres a sus chamanes mediadores entre el mundo sobrenatural y
el natural (Bataille, Eliade...) pues se ha podido comprobar por las pinturas
rupestres repartidas por toda Europa la práctica de rituales mágicos y
religiosos encaminados a esta comunicación.
Nos referimos al arte de las grutas
profundas que existió casi exclusivamente en Europa durante el Paleolítico,
desde los Urales hasta Andalucía, con una increíble unidad estilística y de
contenidos, ¡nada menos que durante un periodo de 25.000 años! (entre –35.000 y
–10.000): Según las hipótesis más
actuales de los antropólogos (Langaney et
al), las grutas constituyen el lugar de comunicación con el mundo de los
espíritus y el arte allí plasmado representa
las alucinaciones y delirios del trance de los chamanes; trance en el
que supuestamente recibían los mensajes del mundo supranatural que eran luego
transmitidos a la comunidad.
Volviendo a los griegos, donde estas
cuestiones nos son ya más próximas, resulta que como los dioses se comunican de
forma oscura, estos chamanes - hermeneutas no tenían como función una
traducción simple de enunciados, o eventos, sino que debían realizar todo un
esfuerzo traductor, interpretativo de gran complejidad, para ser lo más
fidedignos posible frente a los mandatos divinos. En la antigüedad fue el oráculo de Delfos,
con su “omphalos”- ombligo del mundo, centro de la Tierra, para
los griegos - el principal lugar de
consulta a los dioses; y sus pitias y prophetes
algunas de las figuras chamanísticas de aquellos tiempos.
6.
Una eficiente cura chamánica.
Recientemente nos fue comunicada una
cura chamanística realizada hace unos años en una capital africana: Se trata de
un tour operador que se ocupa de organizar viajes por el África ecuatorial.
Natural de la misma ciudad (N) en que se desarrollará la cura, cursó estudios
universitarios en París y domina varios idiomas, lo que le llevó a obtener un
importante cargo en una conocida empresa europea. Casado con una compatriota
resulta ser impotente en la noche de bodas y en las semanas sucesivas. Enterada
la familia, le hace ir al sanador del barrio, no sin bastante reticencia por su
parte, pues su educación universitaria y la vida en Europa le habían hecho
cuestionar y olvidar sus viejas creencias a las que juzgaba como supersticiones
y charlatanerías. Pero ¿por qué no
probar?, si es tan grande la confianza depositada por toda la familia en este
viejo chamán al que siempre han acudido. Después de todo ya se ha hecho visitar
por los más prestigiosos médicos de N., incluido un especialista en urología,
como habría hecho en París.
La cosa no tiene explicación. Nunca se
sintió tan enamorado y su familia había bendecido este matrimonio, aliviada del
riesgo de ruptura de lazos que anteriormente pudo conllevar su compromiso con
una mujer europea con la que convivió varios años; lo que para nuestro héroe
supuso toda una fuente de conflictos familiares pero en ningún caso de impotencia
sexual.
En presencia de los allegados, el
chamán escucha atentamente la
historia de su paciente y entra en alguna especie de trance; realiza entonces
un pequeño ritual consistente en la entonación de un cántico y el recorrido de
sus manos por el cuerpo del paciente, y le hace una sola interpretación: “Tu esposa tuvo anteriormente un pretendiente al
que despreció; éste, celoso de tu suerte, te ha hechizado con el mal de ojo.
Aléjate de él durante un mes, perdónale porque es tu amigo y nunca te dañaría
intencionadamente. Ve con tu esposa y consumad vuestra unión, pues yo ya te he
sanado alejando de ti el embrujo”
Efectivamente, el sujeto volvió a casa
y como por arte de magia, mejor dicho, por
arte de magia, vio desaparecida su impotencia.
Si lo analizamos detenidamente, se
aprecia que este acto chamanístico (que guarda todas las características que
Malinowsky describiera[3]
en1925) es un acto terapéutico en toda regla; hasta podemos decir que se trata
de un buen acto psicoterapéutico, incluso mejor y más eficaz que algunos de los
realizados por los actuales representantes de las Ciencias Psi...
En lo que a la interpretación toca
podemos apreciar su carácter mutativo y eficaz
- utilizando, impropiamente, términos de Strachey: Hay una escucha y hay
una teoría sobre la envidia y el mal de ojo, es decir un saber al que el chamán apela y desde el cual da su interpretación
de los hechos. Seguidamente, la
indicación de alejamiento preventivo de la supuesta fuente del mal (lo que
constituye una acción eficaz, en la medida en que se otorga credibilidad a la
interpretación). Después, una acción
sugestiva (“perdónale porque es tu amigo y nunca te dañaría intencionadamente”)
que resultará desculpabilizante en relación al incesto (pero eso es ya una
interpretación que nosotros podemos hacer desde la teoría psicoanalítica, no
desde la chamanística, porque el chamán no se piensa como “yo auxiliar” ni como
ocupando el lugar del Superyo de su hechizado, sino que él piensa en la
realidad del hechizo, así como que su teoría le dice que éste puede ser
involuntariamente realizado hasta por un amigo). Y, finalmente, una sugestión
directa (“Ve con tu esposa y consumad vuestra unión, pues yo ya te he sanado
alejando de ti el embrujo”) donde el “yo ya te he sanado” apela directamente a
la creencia (transferencia positiva, podríamos decir nosotros) del paciente en
el sanador y de éste en su propio poder.
7.
De un Supuesto pero Imposible Saber (Levi-Strauss, Lacan).
Dice
Levi-Strauss (1949) que “la eficacia de la magia implica la creencia en la
magia, y que ésta se presenta en tres aspectos complementarios: en primer lugar, la creencia del hechicero en
sus técnicas; luego la del enfermo que aquel cuida o de la víctima que persigue
en el poder del hechicero mismo; finalmente, la confianza y las exigencias de
la opinión colectiva, que forman a cada instante una especie de campo de
gravitación en cuyo seno se definen y se sitúan las relaciones entre el brujo y
aquellos que él hechiza”.
En La
ciencia y la verdad, J. Lacan (1966) lo comenta del siguiente modo: “Sobre
la magia, parto de este punto de vista que no deja nebulosidades sobre mi
obediencia científica, sino que se contenta con una definición estructuralista.
Supone el significante respondiendo como
tal al significante. El significante en la naturaleza es llamado por el
significante del encantamiento. Es movilizado metafóricamente. La Cosa en cuanto que habla, responde a
nuestras reprensiones...la magia es la verdad como causa bajo su aspecto de
causa eficiente. El saber se caracteriza
en ella no sólo por quedar velado para el sujeto de la ciencia, sino por
disimularse como tal, tanto en la tradición operatoria como en su acto. Es una
condición de la magia”.
Ahora pongamos un poco de imaginación y
supongamos que este paciente hubiera buscado a un psicoanalista que se
encontrara por aquellas tierras en labores humanitarias con alguna ONG, tipo
“Médicos o Psicólogos sin fronteras”; y que siendo inviable la realización de
una Cura tipo, se decidiera por una intervención psicoterapéutica puntual. Podría muy bien haber apelado a las teorías
aprendidas, explicarle al paciente algo sobre el significado de los síntomas
así como de lo de “hacer consciente lo inconsciente” y - por qué no, ya que la jungla no anda
lejos - realizado algunas
interpretaciones “salvajes”, que condensamos así: “Sucede que para tu inconsciente, tu mujer es
como si fuera tu madre y has entrado en rivalidad con tu padre y con tus
hermanos, lo que te ha creado un sentimiento inconsciente de culpa y un temor
de castración que te ha producido el síntoma de la impotencia sexual, etc.
etc., etc...” Y cuando el paciente
protestara diciendo que no le sucedió con su novia extranjera, entonces se le
diría que ésta quedaba, para su inconsciente, más alejada de lo incestuoso de
una imago materna.
Lo que es lo mismo que contarle la
historia del pequeño Hans: “Antes de tu nacer, yo ya sabía que habría un
Juanito que amaría mucho a su mamá y odiaría a su papá, etc., etc., etc...”
El caso es que con un poco de suerte y
mediando la formación europea y la transferencia positiva del paciente, esta
interpretación podría haber resultado igualmente eficaz en cuanto a la
desaparición del síntoma.
Levi-Strauss (1949) cita a W. B. Cannon,
quien en sus trabajos estudia los mecanismos psicofisiológicos sobre los que se
basan los casos de muerte por conjuración o sortilegio, verificados en muy
diversos y numerosos lugares del planeta.
Así. Arthur Morley atestigua del siguiente caso: “Un indígena
australiano, víctima de un encantamiento de este género en Abril de 1956, fue
transportado en agonía a un hospital de Darwin. Colocado en un pulmón de acero
y alimentado por medio de sonda, se restableció progresivamente, convencido de
que “la magia del hombre blanco es la más poderosa”.
Se ve como de lo que se trata es de la
puesta en juego de la apelación al saber y al poder de la sugestión otorgada
por la transferencia, es decir, que tanto el caso real (magia chamánica) como
el imaginado (magia del hombre blanco) son especies de similar estructura. De hecho la misma palabra “chamán”, que
proviene de un grupo étnico de Siberia, significa en su idioma “el que
sabe”. El término chamán quedó acuñado
en antropología para designar a personajes, brujos, hechiceros, sanadores, etc.
que aparecen por doquier en culturas muy diversas y fundamentalmente de
concepciones animistas (Eliade, 1951), para los que las diversas nominaciones
que reciben implican siempre el hecho del saber: es siempre un representante
del Saber, se los nomina como “el que sabe”, “el que posee conocimientos”...
8. De la ausencia de sentido original, y nachträglichkeit o “porque se dice no se
puede decir”.
La interpretación
freudiana viene a romper con la ilusión de la posibilidad de encuentro de
un sentido original. No hay posibilidad
de realización de la identidad de percepción. Se trata siempre de un objeto
profundamente perdido y faltante. Y, por más que uno quisiera empeñarse en una
búsqueda cronológica, apofántica y empírica, la sucesiva serie de
inscripciones, transcripciones y retranscripciones (Carta 52) haría ya
impensable la existencia de un supuesto primer objeto de la satisfacción que
siempre sería míticamente construido en el a
posteriori, es decir, en un tiempo lógico (que no cronológico) que es el
tiempo propio del inconsciente: temporalidad de la nachträglichkeit que establece un “algo que antes no era y que
después no puede ser” (Szpilka).
Se podría aducir que el Freud de la Traumdeutung descubre un sentido nuevo:
el sentido sexual. Pero justamente por ser sexual lleva en sí la impronta de la
sobredeterminación - que ya hace
imposible a una interpretación totalizante - , la impronta de la interdicción
edípica que instaura al ser como mito retrospectivo de la palabra y la impronta
de ese lugar de lo desconocido, ombligo del sueño que se evidenciará en Más allá..., núcleo de un inefable real
que, precisamente por la existencia afanísica de la palabra (la pérdida de
significado que implica), hace vana la ilusión de llegar a decirlo todo.
La
interpretación no es para Freud, por tanto, revelar una verdad desde un saber o
discurso establecido, menos aún es una labor de traducción que, como en la
hermenéutica antigua (así en la exégesis de textos sagrados), restableciera el
significado original de una inscripción primera de la Cosa (ya divina, ya
inconsciente) en un tiempo primero que no deja de ser mítico, sino que, en
tanto “porque se dice no se puede decir”,
solo resta producir precisamente algo del orden de lo desconocido, del orden de
la invención, y por tanto intraducible:
la creación de un algo faltante que por el mismo hecho de la palabra, antes no
era y después no puede ya ser, esto es, la creación de un algo que abra vías a
nuevas asociaciones, evitando el cierre a la significación. En términos de
Szpilka: “producir un decir distinto al decir con el que se dice lo que se
puede decir”, “producir lo inconsciente en lo consciente” (1989,1990).
9. Heráclito y Parménides o Freud y la filosofía.
Ésta es la novedad que aporta Freud (“protagonista de la sospecha” junto a
Nietzsche y Marx, al decir de Paul Ricoeur en el coloquio de Bonneval) en el
campo de la interpretación, se trata de la ruptura con toda la tradición
hermenéutica que durante siglos dominó en la filosofía y pensamiento
occidentales desde Parménides, Platón y Aristóteles, en detrimento de Heráclito
de Éfeso. Si para esta tradición el ser es y el no ser no es, entonces el
ser es interpretable, traducible, nombrable, por su inmutabilidad. En Freud, en
cambio, resulta que para el proceso primario no rige el principio de no
contradicción ni el tiempo cronológico, sino otra lógica y la otra ya tratada
temporalidad del a posteriori. En el
trabajo de 1925 sobre el bloc maravilloso
muestra Freud el origen de la representación del tiempo a partir de la
discontinuidad en el sistema Percepción-Consciencia, producida por la acción
tentaliante del inconsciente [4].
Y en el trabajo del mismo año sobre Die
verneinung nos da entender como la negación produce una presentación del ser bajo la forma del no ser (Hipolite,
Lacan). Aquí Freud se ubicaría, pues, más del lado heraclitiano.
En Parménides de Elea (540-470 a.C.) el
ser es algo fijo, estático, inmóvil: se trata de la Unidad, lo inmutable: el ser es y el no ser no es, el ser, lo
que existe, es lo idéntico a sí mismo, lo que constituye el principio de identidad, matriz y
fundamento de toda la lógica clásica (A = A) o principio de no-contradicción, cuya fórmula lógica se escribe así: ¬ (p ˄ ¬ p). Para el logos parmenideo una cosa no puede
ser ella misma y su contrario o ella misma y su negación como sí lo es para el
inconsciente freudiano.
Hacia la misma época, Heráclito de
Éfeso (544-470 a.C.) plantea algo radicalmente distinto: “No es posible meterse
dos veces en el mismo río ni tocar dos veces una sustancia mortal en el mismo
estado; a causa de la velocidad del movimiento todo se dispersa y se recompone
de nuevo, todo viene y va... No veo más que devenir. ¡No os dejéis engañar!
Vuestra miopía, y no la esencia de las cosas, es lo que os hace ver tierra
firme en ese mar del devenir y del fenecer. Ponéis nombres a las cosas como si
éstas subsistieran, pero no os podéis bañar dos veces en el mismo río”.
La realidad, para Heráclito, es un
constante cambio. Todo fluye, por tanto nunca el ser podrá ser un ser idéntico
a sí mismo porque nunca tendrá una fijeza o inmutabilidad como Parménides
supone, sino que se encuentra en perpetuo devenir. Si A está en constante
cambio ya no existe más un A = A, pues A podría ser igual a B, a C, a D, a E o
a no A (A = ¬ A). Es el principio del devenir o principio de sí contradicción (p ˄ ¬ p).
Pero, escuchemos la opinión de
Nietzsche: “El devenir único y eterno, la radical
inconsistencia de todo lo real, como enseñaba Heráclito, es una idea
terrible y, perturbadora, emparentada inmediatamente en sus efectos con la
sensación que experimentaría un hombre durante un temblor de tierra: la
desconfianza en la firmeza del suelo”
Que los principios heraclitianos fueran
desechados por Platón y Aristóteles, que el Organon
aristotélico, con su Hermeneia
(tratado que se ocupa de los juicios y las proposiciones y que sería traducido
al latín como Perihermeneias o De interpretatione) fuese asumido por
los escolásticos medievales como la gran vía de la verdad y el conocimiento, es
algo que condicionó durante siglos y siglos el modo de pensamiento occidental
basado en el principio de no contradicción.
Todo intento hermenéutico, ya fuere de
la realidad, ya de los textos sagrados, ya de mensajes divinos, no podía
constituirse sino en una búsqueda de identidad (A = A) de un ser inmutable,
donde la interpretación se reduce a la traducción de lo idéntico por lo mismo.
Es la adequatio rei et intelectus.
Así lo enunciaban los escolásticos en su definición del concepto de
verdad., lo que quiere decir que la Verdad es la adecuación entre el
entendimiento y la cosa conocida (adequatio
= igualdad)[5].
Habrá que esperar a la gran ruptura epistemológica operada por
Nietzsche, Marx y Freud (con antecedentes en Gracián[6],
Descartes y Kant, que denuncian la subjetividad en el acto cognoscente, y en
Hegel, que introduce la contradicción en su “lógica dialéctica”) para que se
subvierta el orden de esta adequatio rei
et intelectus que pasará al mundo contemporáneo, fundamentalmente a través
de los empiristas y positivistas.
10. Epílogo: Inadequatio
rei et intelectus.
Para terminar, transcribiremos, por su claridad, la
respuesta dada recientemente por Jaime Szpilka en el Aula Sigmund Freud de la
Universidad de Alcalá de Henares a una pregunta nuestra sobre esta cuestión:
“El concepto de verdad que emerge desde
el proceso secundario y desde una lógica del sentido común del mundo que
intenta negar la existencia del inconsciente es una lógica de verdad que tiene
que ver con la adequatio rei et
intelectus. ¿Qué quiere decir? Verdad es correspondencia entre el logos y
el ser, correspondencia entre el pensamiento de la cosa y la cosa...: adequatio rei et intelectus, dirían los
escolásticos, diría toda una rama donde la verdad se define por adecuación y
correspondencia. Pero Freud creó una
historia de la verdad que va más allá de la adecuación. Freud vendría a decir
que con la adequatio rei et intelectus
se puede mentir: se puede mentir con la verdad... Esa verdad que yo aduzco para justificar mi
existencia y mi ser, también puede ser algo que sirve para mentir, ¿para mentir
qué? Para mentir algo de mi deseo de ser
que va más allá que la mera existencia de esta adecuación con lo real...,
porque la existencia real de las cosas no da cuenta de lo que implica la
maldición que se gesta en mi ser por el efecto del habla, o sea, yo puedo
mentir con la verdad porque mi deseo inconsciente transciende el orden de los
acontecimientos empíricos externos, transciende el orden de los acontecimientos
objetivos (llamados por esa adecuación ‘reales’); por eso se puede mentir con
la verdad, porque hay algo en el deseo inconsciente que va más allá; y por eso
abandonó Freud su teoría traumática de las neurosis por el concepto de fantasía
inconsciente y deseo inconsciente: Lo que hace entonces es, justamente,
abandonar la verdad en términos de una adecuación rei – intelectus. Porque Freud dice: con la verdad se puede mentir.
¿mentir sobre qué?: sobre el deseo inconsciente”.
RESUMEN.
A partir de Más allá del principio del placer, examinamos la índole
constructiva de toda interpretación.
Cuestiones epistemológicas son tratadas a partir de Construcciones en psicoanálisis, acercándonos al problema de la
“verdad” en lógica y en psicoanálisis y a la temporalidad propia del
inconsciente fundamentada en la nachträglichkeit. Intentamos dar cuenta de la dimensión
creativa de toda interpretación, como transformación de Das Ding. Con una imperiosa
necesidad hermenéutica nos encontramos en la búsqueda etimológica que nos lleva
a una incursión por el Paleolítico y el Oráculo de Delfos. A través del relato de una cura chamanística
actual nos acercamos a la cuestión de un supuesto pero imposible Saber. La interpretación no es para Freud revelar
una verdad desde un saber o discurso establecido, sino producir lo inconsciente
en lo consciente. Confrontando a
Heráclito y Parménides, un breve paseo por la filosofía nos conduce a la gran
ruptura epistemológica operada por Sigmund Freud (Inadequatio rei et intelectus o, “porque se dice no se puede
decir”).
PALABRAS
CLAVE.
Psicoanálisis, interpretación,
construcción, temporalidad, epistemología, creación, antropología,
hermenéutica, filosofía.
SUMMARY.
As of Beyond principle of the pleasure, we examine the constructive
nature of all interpretation.
Epistemological problems are treated as of Constructions in psychoanalysis and we try to get closer to the
problem of the “truth” in logic and in psychoanalysis and to the temporality of
the unconscious based on the nachträglichkeit.
We attempt to realize the creative dimension of the psychoanalytical
interpretation, as transformation of “the thing” (Das Ding). With an imperious
hermeneutic need we find ourselves in the etymological search that drive us to
an incursion by the Palaeolithic and the Oracle of Delfos. Through the story of
a current shamanistic cure, we approach ourselves to the question of a
supposing but impossible “Knowing”. The
interpretation is not for Freud to reveal a truth from a knowledge or
established speech, but to produce the unconscious in the conscious. Confronting to Heráclito and Parménides, a
short ride by the philosophy leads us to the great epistemological rupture
operated by Sigmund Freud (Inadequatio
rei et intelectus or, “because it is said, it can not be said”).
KEY
WORDS.
Psychoanalysis,
interpretation, construction, temporality epistemology, creation, anthropology,
hermeneutic, philosophy.
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FREUDIANOS.
** José Guillermo Martínez Verdú (A.P.M.). Dirección: C/ Dr. Gómez Ferrer, 13, 19ª. 46010 Valencia. Tel.: 963614594. Email: J.Guillermo.Martinez@uv.es .
[1] En 1912, había utilizado Freud la metáfora del auricular telefónico: “El médico... debe volver hacia el inconsciente emisor del enfermo su propio inconsciente como órgano receptor, acomodarse al analizado como el auricular del teléfono se acomoda al micrófono. De la misma manera en que el receptor vuelve a mudar en ondas sonoras las oscilaciones eléctricas de la línea incitadas por ondas sonoras, lo inconsciente del médico se habilita para restablecer, desde los retoños a él comunicados de lo inconsciente, esto inconsciente mismo que ha determinado las ocurrencias del enfermo.”.
[2] En el sentido en que Heidegger (1927) señala que “la experiencia vulgar del tiempo solo conoce inmediata y regularmente el ‘tiempo mundano’ ”. “La caracterización vulgar del tiempo como una secuencia de ahoras irreversible y que pasa sin fin brota de la temporalidad del “ser ahí” (dasein) que cae... Es inherente a la forma de ser cotidiana del “ser ahí” y a la comprensión del ser inmediatamente dominante”.
[3] En Magia, ciencia y religión, Malinowsky menciona las siguientes características: “participan siempre algunas palabras que se dicen o cantan, tienen lugar algunas acciones y siempre hay un ministro o ministros de la ceremonia... la fórmula, el rito y la condición social de ejecutante”.
[4] “Sería como si el inconsciente, por medio del sistema PCc, extendiera al encuentro del mundo exterior unas antenas que retirara rápidamente después que estas tomaron muestras de sus excitaciones. Por tanto, hago que las interrupciones, que en la pizarra mágica sobrevienen desde afuera, se produzcan por la discontinuidad de la corriente de inervación; y la inexcitabilidad del sistema percepción, de ocurrencia periódica, reemplaza en mi hipótesis a la cancelación efectiva del contacto. Conjeturo, además, que en este modo de trabajo discontinuo del sistema P-Cc se basa la génesis de la representación del tiempo” (Freud, 1995, a).
[5] Al mismo tiempo, es está la lógica que regía la concepción lineal del tiempo cronológico, con un antes que fue, un presente que es y un después que será, basados en principio y fin: “Cuando se le preguntó a San Agustín: ¿Qué hacía Dios antes de que creara el universo?, Agustín no respondió: estaba preparando el infierno para aquellos que preguntaran tales cuestiones. En su lugar, dijo que el tiempo era una propiedad del universo que Dios había creado, y que el tiempo no existía con anterioridad al principio del universo” (Hawking, 1988). La vivencia del tiempo en San Agustín es función de la intentio animi, pero el tiempo no puede ser una propiedad divina, en tanto Dios es tan “atemporal” como el Inconsciente. Verbo creador, entonces, donde se manifiesta la perdida omnipotencia infantil y que nos abre a pensar el concepto mismo de tiempo como mito retrospectivo de la palabra.
[6] Queda pendiente el estudio de la influencia de Baltasar Gracián en Sigmund Freud; influencia indirecta pero evidente a través de Schopenhauer y Nietzsche. En la medida en que el genial aragonés fundamenta el conocimiento en el concepto ingenioso y no en la razón ni en el juicio, su lógica escapa tanto a los principios escolásticos como a los racionalistas, fundando una lógica relacional en tanto el Ingenio es definido como la facultad de crear relaciones entre las cosas más heterogéneas. Y el artificio (siempre creacionista) necesario para la agudeza que expresa dichas relaciones, deja al margen cualquier consideración en la línea de la adequatio rei et intelectus.