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DESPENALIZAR LA PIRATERÍA

El derecho a recibir y difundir informaciones, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión, está reconocido en el artículo 19 de la Declaración Universal de Derechos Humanos de la ONU y en el artículo 20 de la actual Constitución Española. Ciertamente, esta última contempla limitaciones por el respeto al derecho al honor, a la intimidad, a la propia imagen y a la protección de la juventud y de la infancia. Pero pretender limitar la libertad de información por el derecho a la propiedad de la misma conculca el núcleo de tal libertad: la información, en todo aquello que no atente contra la intimidad de las personas, debe considerarse pública, y no propiedad de nadie.

Además, los que tanto gustan apelar a la "objetividad" de las leyes económicas caen en una contradicción si se olvidan de éstas en el terreno de la información: poner un precio a una información que supere el coste de su reproducción y difusión es sencillamente inviable a medio plazo. Por ello, las normas que pretenden impedir la reproducción "pirata" de libros, música, vídeo o programas informáticos son como pretender poner puertas al campo. Y más todavía en la era de Internet, que facilita la transmisión inmediata de información por encima de cualquier frontera.

El problema de fondo es que la economía de la información es directamente contradictoria con las reglas básicas de la economía de mercado: la misma noción robertiana de "valor", medido por el tiempo de trabajo socialmente necesario para la producción/reproducción de un bien, es inaplicable en este caso. Y todas las críticas que los economistas "burgueses" hacían al llamado "socialismo real" por "forzar" las leyes económicas con medidas políticas les son aplicables a las leyes que pretenden encajar la "propiedad intelectual" en el marco del capitalismo.

La solución, claro, es superar el capitalismo y construir el socialismo, en el cuál los trabajadores intelectuales, los escritores, músicos, programadores, etc., podrán encontrar el reconocimiento social de su trabajo sin necesidad de querer encajar con fórceps sus productos en las leyes del mercado. De este modo, la penalización de la piratería acompañará a la propiedad privada de los medios de producción colectivos en el museo de la historia...