En el Mundo Obrero de junio expresábamos nuestro apoyo a la
campaña "
todos
contra el canon" frente al proyecto de reforma de la ley llamada de
"propiedad intelectual". En julio nos encontramos con la desagradable
noticia de que no sólo la
reforma
se había aprobado, sino que IU había, sorprendentemente,
votado a favor. En vez de reiterar los argumentos que expusimos en su
día, vamos a centrarnos aquí en cuestionar el mismo
concepto de "propiedad intelectual", con argumentos que tomamos
prestados de Richard M.Stallman, del proyecto GNU por el Software Libre
(
http://www.gnu.org/philosophy/words-to-avoid.es.html#IntellectualProperty
):
"
La expresión «propiedad
intelectual» conlleva una asunción oculta:
que la forma más normal de pensar respecto a todas estas
cuestiones
dispares es análoga a pensar en objetos físicos y en
nuestras ideas
de propiedad física.
Respecto a la copia, esta analogía descuida la diferencia
crucial
entre objetos materiales e información: la información
puede
copiarse y compartirse casi sin esfuerzo, mientras que los objetos
materiales no. (..)
la
expresión «propiedad
intelectual» (...)
lleva
a la
gente a centrarse en un solo y pobre aspecto común a estas leyes
dispares (que es que se establecen monopolios que pueden
comprarse y venderse) y hace que ignoren su esencia, todas las
restricciones
que imponen al público y las consecuencias que provocan.
(...)
Así, cualquier
opinión sobre «propiedad intelectual» será
casi seguramente
una estupidez".
Una cosa es poseer un libro, un disco o un cuadro, y otra pretender una
"propiedad" sobre palabras, sonidos o formas. Dícese que cada
cuál es dueño de sus silencios y esclavo de sus palabras.
Pretender, por el contrario, que alguien sea propietario de sus
palabras (o sus sonidos, o sus formas), hasta el punto de cobrar por su
reproducción, sólo puede entenderse desde el sinsentido
de un capitalismo que pretende convertir todo en mercancía,
desde las ideas hasta los cuerpos humanos, haciendo de la
prostitución de unas y otros el culmen de su sistema.
Ciertamente, parecería surrealista que cualquiera que haga
declaraciones en un medio público (sea la prensa impresa o
Internet) reclame la posesión privada de las mismas. Pero, en
otra perversión del lenguaje denunciada desde el proyecto GNU,
algunos individuos no se conforman con ser "autores", sino que se
autotitulan "creadores", autodivinizándose como si no se
limitaran a dar forma a una materia preexistente, en línea con
la confusión señalada entre objetos materiales e
información. Y correlativamente, los "usuarios" potencialmente
activos de dicha información se verían reducidos a
"consumidores" pasivos...
Pero por mucho que hayan conseguido confundir incluso a algunos
diputados de izquierdas, leyes como la mencionada están
condenadas a la inoperancia en la medida en que pretendan restringir la
libre circulación de la información en la era de
Internet, cosa que es como pretener poner puertas al campo del
ciberespacio.