EL REFERÉNDUM DE LAS LENTEJAS
Rafael Pla López

El viejo refrán del refranero castellano, "esto son lentejas: si quieres las tomas o si no las dejas" remite a situaciones en las que se da una falsa capacidad de elección sin una verdadera alternativa.

El franquismo nos tenía acostumbrados a tales referéndums. Y tras su muerte Suárez nos ofreció un tal referéndum "de la Reforma Política" para excluir las propuestas de la oposición democrática, no dejando más opción en contra que seguir con la leyes franquistas. Naturalmente, la oposición democrática se negó a participar en dicho juego y llamó a la abstención, aun una mayoría de la ciudadanía prefirieron agarrarse al clavo ardiendo que les ofrecía Suárez.

La elaboración de la Constitución de 1978 pareció contar de entrada con una perspectiva más amplia, en la que los partidos de la oposición pudieron introducir algunas de sus demandas, en particular sobre libertades políticas. Pero sobre otros temas, como la monarquía o la negación de derecho de autodeterminación, los llamados "poderes fácticos" excluyeron cualquier alternativa, de modo que el referéndum sobre la Constitución condujo a la opción de las lentejas, de nuevo como única opción para no seguir con la legislación franquista.

El referéndum de Felipe González sobre la OTAN, con la complejidad de su pregunta, apuntaba el mismo método, de modo que puediera pensarse que votar no era votar no a determinadas condiciones para permanecer en la OTAN (como la posteriormente incumplida por el PP de no integración en su estructura militar o participación en misiones lejanas). Pero el movimiento contra la OTAN tenía suficiente impacto como para que millones de personas utilizaran la papeleta para votar No a la OTAN, y Felipe González tuvo que recurrir a la incertidumbre sobre la gestión del No para no perder su referéndum.

Quizá la consulta que se ha alejado más del método de las lentejas ha sido la consulta "soberanista" de Catalunya, con la doble pregunta que permitía elegir en seguir como hasta ahora, optar por la independencia u optar por una relación diferente (federal o confederal) en el marco de España.

Y ahora la dirección de Podemos, encabezada en su oposició a una candidatura de unidad popular para las elecciones generales, se ha sacado de la manga un típico referéndum de las lentejas en el que votar sí suponía restringir los acuerdos a formaciones de ámbito autonómico subordinadas a Podemos, y votar no suponía rechazar cualquier acuerdo. Del escaso entusiasmo generado por tal referéndum da muestra la escasa participación del 11%, es decir que un 89% no ha querido entrar en dicho juego lentejero. A no ser, claro, que el censo esté exageradamente hinchado para impedir que peticiones internas alcancen el porcentaje requerido para obligar a hacer referéndums reales.

En cualquier caso, tales referéndum de las lentejas no pueden cerrar debates reales, como el de la construcción de una Unidad Popular que debe ir más allá de una convocatoria electoral y de la actuación dentro de las instituciones.