Reflexiones en torno a la participación de las mujeres en la
ciencia y la tecnología
Charo Álvarez
Artículo
de referencia: Ciencia, Tecnología y Género
Marta I. González García y Eulalia Pérez Sedeño
http://www.campus-oei.org/revistactsi/numero2/varios2.htm
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Marta
I. González García es investigadora del Instituto
de Filosofía del CSIC de España. Eulalia Pérez
Sedeño es Catédratica de la Universidad del País
Vasco y Presidenta de la Sociedad Española de Lógica
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En
las últimas décadas, la teoría feminista ha
mostrado una capacidad creciente para analizar y desafiar la ciencia
y la tecnología desde perspectivas específicas, que
remarcan la contradicción interna entre un mundo generalizado
y la supuesta neutralidad entre la ciencia y la tecnología.
Echevarria[1] inscribe los estudios sobre ciencia y género
en el marco general de los estudios sociales sobre la ciencia, considera
una anomalía la escasa presencia de las mujeres en la práctica
científica y subraya la aportación de estos estudios
a los debates que cuestionan los valores epistémicos de neutralidad
y objetividad. (Echevarria 1998:29)
El
feminismo está basado en un presupuesto ético –
Que existe la subordinación de las mujeres y que está
debe de ser superada- las preocupaciones analíticas se han
orientado a mostrar una paradoja: evidentemente aunque ciencia y
tecnología constituyen potenciales positivos para el desarrollo,
en estos momentos funcionan como fuentes de autoridad en nuestra
sociedad androcéntrica y por consiguiente legitiman el estatus
de subordinación[2] .
El
artículo de Marta I. González y Eulalia Pérez
Sedeño recoge los aspectos fundamentales en cuanto a la discusión
feminista de la ciencia y la tecnología , esta discusión
deberá de ser tenida en cuanta en las propuestas éticas
para “el tercer entorno”, no solo desde la perspectiva
de las brechas digitales, en cuanto al acceso diferencial por razones
de género, también, respecto de las barreras representadas
en la metáfora del “techo de cristal”.
Las
autoras del texto seleccionado nos recuerdan que las aportaciones
de los estudios de género y tecnología desde la perspectiva
histórica han constatado la invisibilización de las
aportaciones de las mujeres a la ciencia y la tecnología:
“La
historia de las científicas y sus logros escrita por historiadoras
de la ciencia sensibilizadas con la exclusión de la mujer
ha producido resultados sorprendentes. Cuando se habla de mujer
y ciencia, la reacción inmediata es la de indicar la ausencia
de mujeres en el desarrollo de esa actividad a lo largo de la historia”
La interacción entre la sociedad y las actividades científico
tecnológicas pasa, como claramente explicitan las autoras
de este texto, por el reto de abordar con seriedad la reforma educativa,
porque es en los procesos educativos donde se transmiten los estereotipos
de sexo/genero.
No
es lo mismo decir que las mujeres han estado ausentes de la actividad
científica y de ello deducir que no les interesa, que a las
niñas no les interesan los ordenadores o que los videojuegos
son cosas de chicos; que explicar que: “La historia de las
mujeres tecnólogas tiene sus propios problemas y dificultades.
Entre ellos está el ocultamiento sistemático de las
mujeres que, en muchos casos, ha sido promovido por la legislación
sobre patentes. Al no tener la mujer derecho de propiedad, es el
padre o el marido o algún otro hombre el que aparece en los
registros de patentes como responsable de invenciones hechas por
mujeres “ y contar la historia de Rosalind Franklin.
El
texto seleccionado expone con claridad los aspectos históricos,
sociológicos y pedagógicos asociados a la invisibilidad,
así como la persistencia de barreras explícitas e
invisibles. Las autoras insisten en la necesidad de abordar reformas
educativas radicales; la educación que Echevarria[3] propone
considerar, respecto de los contextos en la actividad científica,
al mismo nivel que la innovación, la evaluación y
la aplicación.
“
Los procesos de educación científica marcan profundamente
nuestra comprensión de lo que son las teorías y prácticas
científicas, además de ser esenciales para la constitución
de las comunidades científicas, y por ende de los paradigmas
científicos” ( Echevarria 2002: 217)
Educar
en valores es una expresión que estamos acostumbrados a utilizar,
¿en que valores?. En la mayor parte de los mensajes que recibimos
está presente la dicotomía mujer/varón y las
diferencia en el sistema de valores , también, en el sistema
educativo. Los procesos de enseñanza y aprendizaje “Siendo
procesos cognitivos, son acciones sociales, por lo que habrá
que analizar el diseño de las acciones educativas y los valores
que guían dichos diseños” ( Echevarria 2002:
219)
“Desde
el punto de vista de la génesis del conocimiento científico
en los individuos, la enseñanza de la ciencia es el primer
gran ejemplo de que la actividad científica tiene efectos
reales sobre el mundo, al transformar las mentes de las personas
y estructurarlas conforme a los contenidos, reglas metodológicas
y valores que caracterizan a la ciencia. Además la enseñanza
de la ciencia modifica profundamente las capacidades de acción
de las personas” ( Echevarria 2002 : 218).
Las
autoras del texto nos recuerdan que existe el denominado “currículum
oculto” de forma que, consciente o inconscientemente se potencian
las capacidades de los niños, a quienes se considera inteligentes,
mientras que el esfuerzo se asocia las niñas, lo que pone
en evidencia lo enraizados que están los estereotipos de
género.
La
reproducción de estos estereotipos y dicotomías sexo/genero
en el 3E es, sin duda, motivo de preocupación. Lo masculino
y lo femenino son dimensiones de las personas más allá
de cualquier planteamiento dualista, cuando reflexionamos respecto
de las identidades, sus representaciones y las interacciones conviene
recordar que “ Diversidad e identidad no pueden entenderse
más que desde una visión dialéctica aprehendida
e interpretada de acuerdo con el principio de complementariedad
y reciprocidad, puesto que las personas – hombres y mujeres-
no somos espéculos simétricos genéricamente
sino complejas <mezclas> de las características alistadas
a lo masculino y a lo femenino y por lo tanto personas hombres y
mujeres que van realizándose en su masculino y femenino dentro
del marco de la enorme complejidad del fenómeno humano”
[4](M.J.Prieto 2001: 338).
Respecto
de los aspectos epistemológicos en los estudios de ciencia
tecnología y género, las autoras del texto que comentamos,
agrupan los estudios ( siguiendo la clasificación de Harding
)[5] - Usos y abusos de la ciencia y la tecnología- especialmente
en el campo de las prácticas y políticas reproductivas
y en – Los sesgos sexistas y androcéntricos- donde
el lenguaje y el uso de las metáforas están cargados
de estereotipos.
Las
distintas posiciones, en general, cuestionan la perspectiva de las
razones y el conocimiento auténtico, aunque el enfoque que
M.J. Gonzalez y E.Perez denominan “empirismo ingenuo”
no pone en cuestión las normas, sus criticas se centran en
las aplicaciones incorrectas la “mala ciencia”.
El
enfoque más próximo a la línea de los intereses
está vinculado a epistemologías postmodernas “La
ciencia es una empresa de intereses mas bien que de búsqueda
de verdades”. Esta corriente está sometida a tensiones
y contradicciones debido al compromiso político y social
del feminismo, su representante mas visible Haraway[6] lo expresa
así:
“Un
camino importante para reconstruir las políticas feministas
socialistas es a través de la teoría y la práctica
dirigida a las relaciones sociales de ciencia y tecnología,
incluido los sistemas de mito y de significados que estructuran
nuestras imaginaciones” (Haraway 1995:279)
Las
epistemologías feministas mantienen diversidad de posturas
pero tienen en común:
“
Frente a la epistemología tradicional, donde el sujeto es
una abstracción con facultades universales e incontaminadas
de razonamiento y sensación, desde el feminismo se defiende
que el sujeto del conocimiento es un individuo histórico
particular cuyo cuerpo, interés emociones y razón
están constituidos por su contexto histórico concreto,
y son especialmente relevantes para la epistemología:”
La
perspectiva del conocimiento situado al que se refieren las autoras
de este texto, no es exclusiva del feminismo. En palabras del profesor
Francisco Álvarez[7] al analizar las propuestas sobre la
objetividad relativa a la posición, en su ponencia “Mujeres
y filtros informativos”, dice: “ Este concepto puede
ayudarnos a entender el lugar de la crítica feminista en
el seno de la epistemología contemporánea y la aportación
feminista en el plano de la reflexión ética, ecológica
u otras. Solo pretendo señalar que adoptar un punto de vista
objetivo dependiente del género, es decir, objetivo pero
consciente de que siempre es relativo a una determinada posición-
en este caso posición de género- puede producir y
hacer manifiesta cierto tipo de información que habitualmente
podría resultar descartada. Aspectos muy diversos de esta
crítica, como es el caso de la conocida idea de la no presencia
femenina, la <invisibilidad> de la mujer, se pueden entender
en estos términos de filtro informativo” ( Alvarez
2001: 521)
A
las relaciones entre género y tecnologías, las autora
le dedican un apunte final, argumentando que los enfoques y reflexiones
en torno a la ciencia son generalizables al análisis de las
tecnologías. Pero, al referirse a los intentos de participación
directa en las practicas a través de las que se construye
la ciencia y la tecnología, enumeran una serie de áreas,
y no nombran ninguna relacionada con el desarrollo de las “tecnologías
de la información”.
La
construcción de “Telépolis” tiene como
referencia a los individuos en su intimidad y los ámbitos
doméstico pasan a ser mediadores en las pretendidas formas
de universalidad, la participación de las mujeres, su intervención
en el tercer entorno es fundamental. El espacio domestico, el privado,
es el lugar que se asocia con la cultura “femenina”,
precisamente por que en él se han venido desarrollando las
actividades consideradas de menor rango, las privadas, que en el
3E adquieren una nueva dimensión. [8]
En
el desarrollo del tercer entorno o de la sociedad red, la implicación
y participación de las mujeres está siendo un objetivo
preferente para los movimientos de mujeres y organismos institucionales.
En la red encontramos multitud de proyectos dirigidos a apoyar la
participación de las mujeres en el desarrollo del “tercer
entorno”, impulsados por las administraciones públicas
en el marco de las directrices que emanan de las organizaciones
internacionales.
No
obstante puede que el fenómeno responda mas a una estrategia
de los nuevos podes hegemónicos, que a un cambio real de
mentalidad respecto de las tendencias a la perpetuación de
los estereotipos de sexo/género. Una economía globalizada
por las redes tecnológicas no es posible sin la participación
de las mujeres, tanto en los espacios del primer mundo en cuanto
que sujetos consumidores, como en los espacios del mundo menos desarrollado
en cuanto que agentes estratégicos de desarrollo.
En
este sentido las expectativas, sin duda positivas, que están
generando los proyectos de internet dirigidos a generar una red
global de sensibilización de las mujeres para el uso de las
nuevas tecnologías que a su vez, está tejiendo una
red de solidaridad entre las mujeres, no deberá desviar nuestra
atención del modo como sé esta produciendo y de los
intereses del los nodos hegemónicos, de los “señores
del aire”, que configuran el entramado del poder en la red,
con el apoyo de los centros de investigación tecnológica
en los que la participación de las mujeres es mas bien escasa,
como han demostrado los estudios de género.
Respecto
de la cuestión de las identidades en el “tercer entorno”,
en un primer momento se pensó que la no visibilidad física
en la comunicaciones mediante CMC, y por lo tanto la no presencia
de la identidad del emisor, significaba eliminar todas las huellas
de información respecto de sexo, clase social etc..y que
el nuevo medio era inherentemente democrático e igualitario,
sin embargo la opinión de anonimato en cuanto al sexo no
se ha sostenido, como apuntan investigaciones posteriores.
En
los años 80 podemos decir que se produjo un optimismo teórico
respecto de las potencialidades de Internet, se creía que
era un espacio intrínsecamente democrático que facilitaría
el desarrollo de los grupos más subordinados. En los años
90 las Mujeres empiezan a introducirse en un dominio que hasta ese
momento era masculino y aparecen los estudios sobre el medio con
perspectiva de género que contrastan las expectativas optimistas.
¿Cómo es que en un medio anónimo se reproducen
las diferencias entre hombres y mujeres, las de género?
Esta
es la pregunta con la que se plantea un problema ético a
resolver en el tercer entorno: que sobre la pluralidad de identidades
no prevalezcan las dicotomías sexo/género y los valores
y estereotipos asociados. [9]
--------------------------------------------------------------------------------
[1]
ECHEVARRIA, Javier (1998): Filosofia de la Ciencia, Madrid, AKAL
[2]
SÁNCHEZ, Ana (2000): Coeducación en Ciencia, tecnología
y Sociedad. Arxius de Ciencies Socials, vol 4, Valencia, Afers
[3]
ECHEVARRIA, Javier (2002): Ciencia y valores, Barcelona, Destino
[4]
PRIETO, María José (2001): El problema de la identidad
femenina y la nueva autocomprensión de la ciencia. Ponencia
presentada en el I Congreso Multicisciplinar <Ciencia y Género>
( Madrid 1996). Ponencias editadas en 2001 por la Universidad Complutense
de Madrid
[5]
HARDING, Sandra (1996): Ciencia y Feminismo, Madrid. Morata
[6]
HARAWAY, Donna (1995): Ciencia Cyborgs y Mujeres. La Reinvención
de la Naturaleza. Madrid, Colección Feminismos. Ed. Cátedra.
[7]
ÁLVAREZ, Francisco (2001): Mujeres y Filtros informativos.
Ponencia presentada en el I Congreso Multicisciplinar <Ciencia
y Género> ( Madrid 1996). Ponencias editadas en 2001 por
la Universidad Complutense de Madrid
[8]
ÁLVAREZ, Francisco, ECHEVARRIA, Javier (1999): Valores y
Éticas en el Tercer Entorno, (UNED)
[9]
Un resumen del estado de la cuestión fue publicado en The
CPSR Newsletter Volume 18, bajo el título “Gender in
the Internet Age” http://www.cpsr.org/publications/newsletters/issues/2000/Winter2000/
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