MANZANA DE LOS JESUITAS (entre C. Gaspar Bono y Gran Via Fernando el Católico).

  El espacio de la capital valenciana en el que se desarrollaron las experiencias educativas más innovadoras fue el Colegio de San José, incautado a los Jesuitas. En dicho edificio se ubicaron, de manera simultánea o sucesiva el Instituto-Escuela, la Escuela Normal de Magisterio y el Instituto-Obrero.

Fotografías actuales de los Jesuitas

Instituto Escuela

Comenzó las clases en el curso 1932-33, siguiendo el modelo de los ya creados por la Institución Libre de Enseñanza en Madrid y Barcelona. Con sus grados de primaria y secundaria, hace realidad una escuela unificada, activa, laica e integral. Entre sus objetivos se propone “dar al niño la posibilidad de desarrollar su personalidad de manera que al abandonar este Centro tenga una sólida conciencia social, una inteligencia cultivada y pronta a la comprensión, y un cuerpo fortificado por los juegos y deportes realizados en campos adecuados”.

Instituto Blasco Ibañez
Antes de trasladarse a su ubicación definitiva (Almirante Cadarso) iniciaría en este recinto su andanza educativa este Instituto, que se inscribe en el proyecto educativo republicano.

            Instituto para Obreros de Segunda Enseñanza 1936-1939
Del discurso inaugural del Instituto Obrero de Valencia, por el Ministro de Instrucción Pública Jesús Hernández Tomás, Murcia 1907- México 1971.

“Ved, pues, con cuanta alegría se me presenta la oportunidad de servir a los que están en la fabrica, en el taller, en la mina y en el campo, con qué afán, con qué cariño, con qué gozo y con qué fe, no he de bajar a bucear allí, para extraer de entre aquellas mentalidades las que pueden constituir la savia de una España nueva.”

“… esta necesidad tan sentida por nosotros de los Institutos para Obreros.”

En plena Guerra Civil, el Gobierno de la República inició un ensayo pedagógico encaminado a formar a los mejores estudiantes entre los trabajadores y trabajadoras mayores de quince años, que superaran unas pruebas de aptitud, demostrando capacidad para asumir un bachiller concentrado en dos años, divididos en cuatro semestres.
Se trataba de cumplir con un mandato constitucional, en el sentido de utilizar la herramienta de la cultura para transformar la sociedad hacia la verdadera democracia.
Los estudiantes, además, obtenían unos ingresos económicos iguales a los justificados antes del ingreso en el Instituto. Estos jóvenes debían de cumplir, como requisito para su selección, el estar avalados por un sindicato obrero antifascista.
El Instituto de Valencia, reunía unas características particulares por la situación creada por la contienda bélica (llegada de miles de evacuados y refugiados a la ciudad), que enriquecieron la vida del centro. Un excelente Claustro de profesores impartía docencia y compartía su experiencia conviviendo en régimen de internado con los alumnos; la metodología utilizada era heredera del pensamiento de la Escuela Moderna, de la I.L.E., se fundamentaba en una educación renovadora, investigadora, participativa, laica y basada en la coeducación, animaba el espíritu de cooperación y solidaridad entre el alumnado. Una visión de la educación y la cultura que fue enormemente renovadora y progresista, con la esperanza puesta en un futuro mejor para todos los ciudadanos.
La totalidad de los alumnos en España fue de 806, divididos entre los institutos obreros de Valencia, Sabadell y Madrid.

 

 

Fotografías de los alumnos del Instituto Obrero, realizando diferentes actividades

ESCUELA NORMAL DE MAGISTERIO

La tradicional división de las Escuelas Normales de Magisterio en masculina y femenina quedó superada durante la IIª República, estableciendo el régimen de coeducación del alumnado y un profesorado mixto. La deficiente instalación de la escuela de Magisterio en Arzobispo Mayoral, se vio paliada por su traslado al edificio del antiguo colegio San José, incautado a los jesuitas. En el nuevo edificio impartieron sus clases profesoras renovadoras en el ámbito pedagógico y comprometidas con el cambio social como María Villén, Concepción Tarazaga, Carmen García de Castro, Angelina Carnicer y profesores como Julio Cosín. La inauguración del Instituto Obrero supuso el traslado de la Normal y su peregrinaje por diferentes espacios de Valencia. Fue, sin duda, la etapa de su estancia en la Gran Vía la más fructífera e inolvidable de su historia.