Político y filantrópico valenciano. Hablar del marqués de Campo es narrar la historia política y económica valenciana del siglo XIX, de la industrialización y del mundo financiero. Diputado, senador y Alcalde de Valencia, José Campo poseía una importante formación económica y financiera fruto de sus viajes por Europa que le valieron su ascendencia como Alcalde de la ciudad, cargo que mantuvo hasta 1847, para dedicarse de pleno a sus actividades mercantiles en Valencia. Así, en 1846 fundó la Sociedad Valenciana de Crédito y Fomento, el primer banco español de inversiones. Promovió la Sociedad de Conducción de Aguas Potables, el alumbrado de gas, y el adoquinado de la ciudad. Pero fue la empresa de ferrocarriles la que le llevó más tiempo y dinero, y para la que contó con la inestimable ayuda de la Real Sociedad Económica de Amigos del País, de la que era socio, y que aportó ayuda financiera y asesoramiento a tan magna empresa. Fue en 1850 cuando el marqués de Campo entró en el floreciente negocio de los ferrocarriles, comprando los derechos de la línea del Mar a Xàtiva y en 1852 constituyendo la Sociedad de Ferrocarriles del Grao a Játiva, primer ferrocarril valenciano. Por estos años adquiere el diario La Opinión, donde coloca al joven Teodoro Llorente, y consigue la concesión del ferrocarril de Valencia a Tarragona. En 1864 funda la Sociedad Central Española de Crédito. La crisis financiera de 1866 le lleva a liquidar sus Sociedades de Crédito valenciana y española, y a ceder la cabecera de su periódico, que a partir de ahora se llamara Las Provincias. Su activismo político le granjeó importantes problemas durante el Sexenio revolucionario, la República, hasta la Restauración de Alfonso XII que le concedió el título de marqués de Campo. Es por entonces cuando consigue el apoyo del Partido Conservador y de importantes amigos, como Navarro Reverter, con el que fundará en 1878 la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Valencia, y en 1881 la fundación del Banco Peninsular Ultramarino con el objeto de financiar sus negocios en las colonias, donde obtuvo en 1881 la concesión del Correo del Seno de Méjico, que unía Cuba y Puerto Rico con Veracruz y otros puntos del Golfo, creando para ello una importante flota de vapores que actuaron en América, y en diversos puntos de Asía y el norte de África.