LOS NUEVOS PARAISOS. HISTORIA Y EVOLUCION DE LOS PARQUES TEMATICOS.

Antonio E. Ten

Instituto de estudios documentales e hist�ricos sobre la ciencia

(CSIC � Universidad de Valencia)

Facultad de Medicina

Av. Blasco Ib��ez 17 E-46010 Valencia

Art�culo publicado en la revista ARBOR, del Consejo superior de investigaciones cient�ficas (Espa�a), vol CLX, pp. 109-131, (1998).

Este trabajo se ha realizado en el marco del proyecto de investigaci�n COM96-2780 de la CICYT. Una primera versi�n se public� en la revista Arbor, editada por el Consejo Superior de Investigaciones Cient�ficas, en Madrid, en el n�mero 629, de Mayo de 1998, correspondiente al vol�men CLX, pp. 109-131

RESUMEN

Europa est� descubriendo en los �ltimos a�os una moda cuyas ra�ces arraigaron primero en su territorio pero cuyo florecimiento se produjo en los Estados Unidos de Norteam�rica. La actual proliferaci�n de parques tem�ticos y su indudable impacto cultural y econ�mico, los convierte en un fen�meno social digno de estudio. Pese a ello, la bibliograf�a a ellos dedicada es todav�a muy escasa.

El presente art�culo describe los or�genes de este fen�meno de nuestro tiempo, desde los primeros jardines y exposiciones universales, que pueden considerarse como sus antecesores, hasta los grandes parques de atracciones de principios de este siglo; resalta el car�cter educativo no formal que distingue la filosof�a de los parques tem�ticos y destaca el papel de la industria del entretenimiento americana en su popularizaci�n.

Por fin, como una de las v�as de evoluci�n actual del concepto, se presenta la noci�n de "parque tem�tico abierto" y se estudian sus posibilidades en los �mbitos del ocio y de la educaci�n del siglo XXI.

SUMMARY

Europe is discovering in the last years a mode whose roots rooted first in its territory but whose bloom was produced in the United States of North America. The current theme parks proliferation and their certain cultural and economic impact, converts them into a worthy social phenomenon of study. In spite this, the bibliography to them devoted is still very scarce.

The present article describes the origins of this phenomenon of our time, from the first gardens and universal expositions, considered as their ancestors, until the large amusement parks of this century; emphasize the "not formal" educational character that distinguishes the philosophy of the theme parks and points out the role of the American entertainment industry in their popularizaci�n.

Finally, as one of the current evolution process of the concept, is presented the notion of " open theme park" and are studied its possibilities in the areas of leisure and education of the 21th century.

LOS NUEVOS PARAISOS. HISTORIA Y EVOLUCION DE LOS PARQUES TEMATICOS.

El para�so, para cualquier religi�n que lo incluya entre sus creencias, es el lugar de la felicidad absoluta. A�n con grandes diferencias sobre lo que significa "la felicidad", las mayores religiones del planeta han procurado difundir entre sus fieles im�genes de ese fant�stico lugar destinado a las personas virtuosas. Para el hinduismo, as�, el para�so representa la fusi�n con la divinidad, mientras que el budismo lo imagina como el estado supremo y eterno de inmutabilidad y paz. Para el cristianismo, la felicidad suprema es la contemplaci�n de Dios y esa es la �nica tarea a realizar por los bienaventurados que alcancen su para�so. El Islam, m�s gr�fico y menos metaf�sico, ofrece a sus fieles varones, por fin, un para�so dibujado como un bell�simo jard�n en el que ning�n placer sensual ni espiritual ser� negado a quien lo alcance.

Lamentablemente, para llegar a tal lugar, todas estas religiones exigen al ilusionado creyente el desprenderse de los impuros ropajes que le acompa�an en esta vida y abandonar el corrupto y tentador mundo material en el que vive. Es decir, morirse.

Pero, pese a los consuelos que para el tr�nsito han ido acumulando los m�s brillantes representantes de unas y otras, el com�n de los mortales no parece haberse conformado a esperar la recompensa a su virtud tras tan desagradablemente reconocido acontecimiento. En la medida de sus posibilidades, todas las culturas han tratado, pues, de ofrecerse anticipos, quiz� m�s prosaicos pero sin duda m�s reales, de tan et�reo futuro. As�, civilizaci�n tras civilizaci�n ha dejado en la historia su modelo del para�so terrenal aqu� y ahora.

�D�nde est�n los para�sos de la civilizaci�n actual? �Cu�les son los para�sos terrenales de esa cultura occidentalizada que cada vez se impone m�s como el modelo mundial de referencia? Existen sin duda para�sos "naturales", tierras v�rgenes rec�nditas, casi todas ya con noticiario de la CNN, cobertura de telefon�a m�vil, olor a crema bronceadora y m�quina dispensadora de Coca-Cola. Existen tambi�n rec�nditos para�sos artificiales para minor�as, tan refinados e inclasificables como los gustos particulares de las mismas. Pero ni a unos ni a otros puede aplic�rseles con propiedad el calificativo de para�sos. �En una sociedad democr�tica todos deben tener derecho a un para�so!..., a poca virtud econ�mica que demuestren. Y a juzgar por la atracci�n que suscitan y el n�mero de visitantes que reciben, por votaci�n popular los para�sos terrenales de nuestra �poca son sin duda los cada vez m�s conocidos... "parques tem�ticos". Este art�culo trata de ser una introducci�n a la historia y a la riqueza conceptual contenida en los actualmente llamados "parques tem�ticos"

PARAISOS A LA CARTA.

La historia de las creaciones humanas organizadas en torno a un tema, a una idea, puede remontarse en el tiempo hasta los mismos or�genes de la civilizaci�n. Pero, aunque todo tema puede dar lugar a un parque tem�tico, en la definici�n de este concepto intervienen elementos que restringen sus contenidos sem�nticos. En general, puede afirmarse que, en el momento actual, un parque tem�tico es cualquier espacio de ocio y comunicaci�n de masas, construido en torno a un "tema", que sirve de gui�n y nexo de uni�n al conjunto de ofertas que este espacio presenta a sus visitantes. Cualquier tema susceptible de interesar a gran cantidad de gente, desarrollado con fines de comunicaci�n �educaci�n en el sentido que veremos- y diversi�n, puede, pues, convertirse en el "leit motiv" de un parque tem�tico. Quiz� el �xito medi�tico de la pel�cula de Steven Spilberg "Parque jur�sico", en que los dinosaurios se convierten en el "tema" del parque, ha sido uno de los mejores propagandistas del concepto, pero pueden encontrarse en el mundo parques tem�ticos en torno a estos famosos animalitos, a Mickey mouse o Bugs Bunny, a alguna famosa batalla con miles de muertos, a las aventuras de un simp�tico e invencible galo, bajito y con bigotes, a la religi�n, al sexo... e incluso a los parques tem�ticos.

De acuerdo con los modelos citados, parecer�a que el �nfasis de este tipo de instalaciones se pone en la idea de "ocio" y, en efecto, este requisito, en una civilizaci�n definida como la "civilizaci�n del ocio", es sin duda el componente fundamental del �xito de los parques tem�ticos actuales. En su car�cter de para�sos, los parques tem�ticos son, sin duda y en primer lugar, espacios de diversi�n. Sin embargo, la realidad que se esconde bajo el concepto es mucho m�s rica y compleja. Lo que distingue a un parque tem�tico de un circo, feria de pueblo o parque de atracciones, es un inter�s "educativo" y cultural, que lo individualiza respecto de esos conceptos pr�ximos, a partir de los cuales ha evolucionado.

En efecto, los parques tem�ticos actuales pueden considerarse los herederos de dos tradiciones anteriores, de las que han extra�do sus mejores ideas.. La primera es la de los bien conocidos "parques de atracciones" orientados al puro ocio y que, estables o temporales, a�n pueden encontrarse en cualquier ciudad. La segunda tradici�n es la de las exposiciones "universales", nacionales, regionales o conmemorativas, que siguen tambi�n en plena vigencia y que peri�dicamente se anuncian en los medios de comunicaci�n.

Mas o menos cerca de cada uno de estos polos puede situarse cualquiera de los modelos existentes, pero el parque tem�tico actual ha explorado caminos propios que, si bien apuntados en modelos de cada una de las dos tradiciones citadas, han hecho de �l un ente nuevo. Como hemos se�alado, un parque tem�tico es tambi�n una manifestaci�n cultural, m�s o menos impl�cita, de unas determinadas sociedades y, m�s a�n, una verdadera propuesta educativa de nuevo g�nero. Deteng�monos por un momento en esta idea de educaci�n.

EDUCAR SIN ESCUELA

Todav�a, para la mayor parte de la gente, la primera idea que viene a la mente cuando se oye hablar de "educaci�n" es "escuela", que a su vez se representa como un lugar cerrado y aburrido en el que un maestro autoritario exige aprender cosas in�tiles. Quiz� en algunos casos esta imagen no se aleja demasiado de la realidad, pero, sin duda, los conceptos de educaci�n y escuela, como todos los conceptos realmente vivos, son conceptos din�micos y en nuestra �poca ambos han asumido una riqueza conceptual mucho mayor de la que contiene aquel apriorismo. As�, ya es bien reconocido que por "educaci�n", o mejor, por "acci�n educativa" no puede entenderse solo el tipo de instrucci�n que tradicionalmente ha venido imparti�ndose en los centros escolares, de cualquier nivel que se consideren.

Pueden distinguirse en este �mbito, al menos, tres contextos o situaciones diferentes que adjetivan, y enriquecen conceptualmente, lo que puede llamarse la "situaci�n educativa": Junto a la idea de "educaci�n formal", tomada como sin�nimo de situaci�n educativa escolar, coexisten situaciones educativas que han dado en llamarse "educaci�n no formal" y "educaci�n informal", cuya importancia en la sociedad actual y para la instrucci�n de sus ciudadanos, es cada vez m�s reconocida.

En efecto, en toda situaci�n educativa pueden distinguirse cinco elementos constitutivos: un "contexto" socioecon�mico y cultural inmediato, unos "contenidos", un "emisor", un "receptor" o aprendiz y un "espacio" en el que interactuan los elementos anteriores. La mayor o menor relaci�n entre ellos permite individualizar las tres situaciones educativas indicadas.

As�, en la situaci�n educativa formal estos elementos tienden a presentarse, pese a las dificultades que cualquier an�lisis fino pondr�a de manifiesto, como voluntaria y expl�citamente separados. Un emisor perfectamente definido �el profesor-transmite unos contenidos perfectamente definidos por normativas generales, a unos receptores bien clasificados por niveles �los alumnos-, en un espacio singular �la escuela- cuyo dise�o y estructura poco tienen que ver, en las sociedades avanzadas y en la mayor�a de los casos, con las caracter�sticas el entorno en que se ubica.

La situaci�n educativa no formal tiene una estructura menos r�gida. En ella los receptores no tienen por que estar r�gidamente organizados por niveles instruccionales ni por un calendario de actividades reglado. A�n cuando por su propia din�mica tienden a agruparse en grupos homog�neos, se producen importantes interacciones entre estos grupos que enriquecen su estructura. Emisor y contenidos -con objetivos instruccionales perfectamente definidos pero no directamente explicitados- se funden en una �nica entidad, materializada en diferentes tipos de escenarios, para actuar sobre los receptores, o como ya puede llam�rseles m�s precisamente, "p�blicos objetivo". Al mismo tiempo, el contexto y el espacio educativo propiamente dicho, a�n siendo diferentes, se acercan.

Los parques tem�ticos, como los museos o las manifestaciones culturales, son buenos ejemplos de situaciones educativas no formales. Un cuidadoso estudio de p�blicos objetivo, de sus intereses y expectativas permite definir objetivos alcanzables, que se plasman en propuestas de comunicaci�n -los contenidos dise�ados para que act�en de emisores- lo suficientemente atractivas para captar a los colectivos a los que van dirigidas. El espacio educativo se materializa en una escenograf�a en la que se integran las propuestas de comunicaci�n y que representa contextos reales o imaginarios coherentes con las mismas.

En la situaci�n educativa informal, por fin, contexto, espacio educativo y emisor se aproximan hasta hacerse pr�cticamente indistinguibles. Para que se produzca una situaci�n educativa informal se requiere de un dise�o de contenidos, tendente a alcanzar unos objetivos de comunicaci�n espec�ficos, culturales, sociales o comerciales, que puedan emitirse por objetos, estructuras o situaciones presentes en la vida cotidiana. El mismo dise�o y los objetos que hacen de emisores, seleccionan en primera instancia sus p�blicos objetivo, que a su vez seleccionan, consciente o inconscientemente, los objetivos de comunicaci�n que m�s excitan su curiosidad y se sit�an, as�, en una situaci�n educativa informal.

Las estructuras familiares, los medios de comunicaci�n, la distribuci�n de unos grandes almacenes, los escaparates de las tiendas de una ciudad, la arquitectura de un barrio, los mecanismos que resuelven necesidades cotidianas, la misma din�mica de relaciones sociales que crea un espacio determinado, constituyen, en su relaci�n con los receptores, ejemplos de situaciones educativas informales.

Un parque tem�tico bien concebido, explota intensivamente esta forma de educaci�n en su dise�o. Como espacio ideal, en el que desde la construcci�n de edificios al dise�o de las v�as de comunicaci�n o la apariencia de los espacios interactivos, est�n creados espec�ficamente para interaccionar con el visitante, el parque tem�tico es todo un espacio de educaci�n informal. De la especificidad e idoneidad de los objetivos educativos empleados y de los mensajes subliminales que los diferentes contextos emiten, depender� en �ltimo caso la eficacia de su labor educativa.

Pero un parque tem�tico no es solo un espacio de ocio y comunicaci�n. Un parque tem�tico es tambi�n, en una dimensi�n superior a la de los parques de atracciones o las exposiciones universales, un fen�meno social y econ�mico de primer orden, una aventura infraestructural y econ�mica importante para sus promotores y para el territorio que lo alberga. Como fen�meno de masas, el parque tem�tico va m�s all� del simple negocio para convertirse en un agente econ�mico y social que modifica sustancialmente su entorno. Como tal, asume una importancia sociol�gica, administrativa e incluso pol�tica que lo configura como uno de los elementos definitorios de la cultura occidental actual.

Bajo la apariencia, pues, de estos espacios, se esconde, como podemos ya intuir, una realidad muy rica. Hay, y puede haber muchos tipos de parques tem�ticos. Parte del objetivo de este art�culo es contribuir tambi�n a explorar esta riqueza y, en alguna medida, ampliarla.

Recorramos brevemente algunos de los hitos de la historia de aquellas tradiciones que han contribuido a configurar el actual fen�meno social de los parques tem�ticos, de los nuevos para�sos para las masas.

JARDINES PARA EL PUEBLO

Para las culturas m�s cercanas al mundo occidental, asentadas en terrenos �ridos en los que la abundancia de agua, siempre acompa�ada de vegetaci�n y comida, era uno de los componentes fundamentales de la felicidad, el referente m�s inmediato del para�so era sin duda el jard�n. En el jard�n del Ed�n, m�tica y fertil�sima llanura, encerrada entre r�os e imaginada ya por sumerios y acadios, de quienes proviene el nombre, sit�a el libro del G�nesis el para�so de Yaweh, dios de Israel y a su trav�s ha llegado hasta nosotros. Jardines, pues, han sido la primera materializaci�n del para�so que han creado quienes pod�an concederse tal anticipo de ultraterrenales expectativas.

En parte por el mito y en parte tambi�n por la necesidad de proteger tan preciada posesi�n de m�s impuras e indignas manos, el para�so terrenal nace y se mantiene cerrado. En nuestra tradici�n cercana, el jard�n medieval encarna perfectamente este ideal del jard�n aislado del mundo exterior, a salvo de peligros y amenazas, protegido incluso por recios muros como el que describe Guillaume de Lorris en su Roman de la rose (ca. 1220)

Pero el jard�n medieval es a�n un jard�n espiritual, en el que sobrias l�neas rectas y plantas escogidas m�s por su utilidad que por su belleza, contribuyen poco a la excitaci�n de los sentidos. El renacimiento y su exaltaci�n de los goces de la vida terrena, rompe con la monoton�a e introduce la curva audaz tras la que se esconde la sorpresa. La humilde acequia cede el paso a la sensual fuente y escondidas entre la vegetaci�n aguardan oscuras grutas y espectrales ruinas que hacen vibrar de emoci�n los corazones. El jard�n barroco italiano crea los modelos en que se mirar�n quienes en el siglo XVII aspiran a rendir la naturaleza a los pies del hombre.

Su continuador, el jard�n franc�s imaginado por Le Notre, el creador de Vaux-le Vicomte y Versalles, crea una nueva metaf�sica en la que el para�so ya es, indudablemente, de este mundo. Uno y otro pugnan por transformar la naturaleza y "completarla" con fuentes animadas, grutas, m�quinas, juegos y artificios: el a�orado para�so se convierte en un parque de atracciones.

Si al principio los parques son cerrados y reservados a sus afortunados propietarios, nuevas clases comerciales y ciudades libres embellecen sus ocios y sus espacios con para�sos p�blicos. Bakken, en Klampenborg, al norte de Copenhague, que a�n existe como parque p�blico con atracciones y ostenta as� el status de patriarca de los parques de atracciones actuales, abre sus puertas al p�blico en 1583. El Prater, de Viena, acoge a sus visitantes desde 1766. Ya en el siglo XIX y en un contexto social y econ�mico diferente, se inaugura, en 1843, el famoso parque de atracciones Tivoli, erigido por el escritor y arquitecto Georg Castersen (1812-59) y que ha dado origen a multitud de parques hom�nimos por todo el mundo. Junto a estos, otras muchas ciudades europeas, americanas e incluso japonesas mejoran su polic�a urbana y la salud f�sica y mental de su poblaci�n a lo largo del siglo XIX, promoviendo jardines semejantes.

El jard�n paradis�aco se configura as� como un ancestro de los parques de atracciones actuales. Si no la felicidad absoluta, cuando menos s� proporciona un escape del ambiente cotidiano y sus problemas y un acceso a un mundo de fantas�a. Pero esta fantas�a, en la segunda mitad del siglo XIX, es una fantas�a transida de "nuevas "tecnolog�as. La era del hierro, del vapor y de la electricidad modela un mundo nuevo y una parte de ese mundo se dedica a la diversi�n. El dominio de la naturaleza y el control de sus fuerzas abrir�an a finales del siglo la moda de las atracciones que desde entonces se mantienen como las m�s populares: las basadas en la velocidad y la fuerza centr�fuga. Con la creciente riqueza de las sociedades europea y norteamericana aparece la civilizaci�n del ocio y con ella la era dorada de los parques de atracciones.

En Estados Unidos, el pa�s que con mayor �mpetu desarroll� la moda de los parques de atracciones, esta era dorada comenz� tras la guerra civil. El proceso de urbanizaci�n de las zonas del noreste, industrialmente m�s desarrolladas como consecuencia de los esfuerzos de la guerra, dio lugar a la aparici�n de las primeras compa��as de tranv�as el�ctricos, que deseosas de utilizar su material tambi�n los fines de semana, comenzaron a instalar parques de picnic, restaurantes y atracciones al final de sus l�neas. El �xito de dichos parques pronto se extendi� por toda Am�rica, generando una cultura de ocio cada vez m�s popular. Junto a los muchos parques de vida ef�mera, de los 36 grandes parques abiertos en el siglo XIX y que a�n contin�an operando, 22 son americanos, por 8 ingleses, 2 japoneses, un dan�s, un sueco, un h�ngaro y un espa�ol, el Parque del Tibidabo, en Barcelona, que abri� sus puertas en 1899.

Sin duda los parques m�s populares en el cambio de siglo, fueron los ubicados en los alrededores de las ciudades de Chicago y Nueva York. En el marco de la exposici�n universal colombina de 1893, celebrada en Chicago, apareci� la famosa "noria" del ingeniero Ferris. La noria, de 73 metros de di�metro y 9 de anchura, con una capacidad de 1440 personas, se convirti� en un �xito inmediato. Tras el fin de la feria, al a�o siguiente, el capit�n Paul Boynton, recuperando materiales e ideas de la exposici�n universal, abri� el primer parque de atracciones de una nueva era: las Boynton's Water Chutes, al sur de Chicago, creando el modelo que seguir�a hasta la actualidad.

Inspirado por el �xito de Chicago, Boynton extendi� la idea a una de las playas m�s famosas de la costa este, bien conocida por sus hoteles: el 4 de Julio de 1895 abri� sus puertas el �rea de recreo m�s conocida de Am�rica hasta la llegada de los parques Disney: el parque de Coney Island, al sur de Brooklin, en Nueva York. El establecimiento de Boynton, el famoso "Sea Lion Park", pronto fue acompa�ado por otros parques de atracciones, de los que los m�s famosos fueron el "Steeplechase Park" y el "Luna Park", verdaderos mitos del g�nero. A finales del siglo XIX, pues, el modelo estaba firmemente establecido. El siglo XX lo completar�a con m�s y m�s tecnolog�a al servicio de la diversi�n pura. Aparecer�an los famosos "rides" y "roller coaster", las conocidas "monta�as rusas", y las atracciones basadas en los efectos de la aceleraci�n sobre el cuerpo humano. Una nueva manera de divertirse, apoyada en una tecnolog�a tan compleja como invisible, se impon�a. Los nuevos para�sos hab�an nacido.

EXPOSICIONES UNIVERSALES.

Pero estos primeros grandes parques americanos que consiguieron superar su car�cter local y atraer visitantes de �reas alejadas de su lugar de ubicaci�n, ten�an una cosa en com�n: El salto desde lugares de picnic, con atracciones de feria y circo m�s o menos tradicionales a lugares de emoci�n, con verdaderas aventuras que ofrecer al precio de unos pocos c�ntimos, se dio en aquellos en que por otras razones, se reun�a una gran cantidad de p�blico, predispuesto a encontrarse con innovaciones de todo tipo. La historia de los parques de atracciones se un�a a la de las "exposiciones universales".

Esta historia comienza el 1 de Mayo de 1851, cuando abre sus puertas en Londres la "Gran exposici�n de los trabajos industriales de todas las naciones", la primera de las exposiciones universales digna de tal nombre. Sus or�genes e historia son bien conocidos. Concebida en una �poca en que el dominio de la ciencia y de la t�cnica estaba revolucionando la vida cotidiana de grandes masas de ciudadanos, propiciada por los �xitos ingleses en este �mbito y poco ocultos deseos de propaganda comercial e industrial, la Gran Exposici�n fue decididamente impulsada por el pr�ncipe Alberto de Sajonia-Coburgo, esposo de la reina Victoria. Formalmente la exposici�n pretend�a recoger bajo un mismo techo los mejores avances tecnol�gicos e industriales de los pa�ses participantes. En la pr�ctica, junto a estos, la exposici�n acogi� desde los �ltimos modelos de armas de guerra hasta las mejores obras de los artistas contempor�neos. Por primera vez, las masas encontraban un espacio en el que pasar revista a las innovaciones que estaban cambiando su mundo, de "aprender" muchas cosas sobre un tema, fuera de las escuelas tradicionales.

Si la Gran exposici�n, que cerr� sus puertas el 11 de Octubre del mismo a�o cre� un modelo de exposici�n tem�tica, tambi�n lo cre� por la singular arquitectura del edificio expresamente construido para albergarla. Obra del ingeniero Joseph Paxton, el Cristal Palace, un gigantesco edificio de acero y cristal de 563 metros de longitud y cerca de 70.000 metros cuadrados de superficie, constituy� un alarde tecnol�gico que impuso a las exposiciones que la seguir�an la obligaci�n de presentar, tanto en sus edificios como en las atracciones anejas, alardes de ingenier�a que sirviesen por si mismos de reclamo publicitario de la exposici�n en su conjunto. Las exposiciones tem�ticas se convertir�an en verdaderos parques de atracciones.

El �xito popular, comercial y pol�tico de la exposici�n londinense de 1851, con una media de 42.831 visitantes diarios, fue el mejor acicate para la continuaci�n de la idea. Un grupo de industriales norteamericanos comenz� a promover una nueva "Exposici�n de industria de todas las naciones", que abrir�a sus puertas en Nueva York el 14 de Julio de 1853. Otra exposici�n internacional se inaugurar�a en Dubl�n el mismo a�o y a estas seguir�a, sobre el mismo modelo, la Exposici�n de Munich de 1854.

Las exposiciones se convirtieron inmediatamente en cuesti�n de prestigio nacional. Francia organiza en Par�s, en 1855 la "Exposici�n internacional de productos de la industria", con la participaci�n de 34 naciones. Si las exposiciones anteriores, siguiendo la moda impuesta por la de Londres de 1851, se celebraron en un recinto espectacular y �nico, el inevitable Palacio de Cristal, con la de Francia aparece el concepto de "parque de la exposici�n". Tres pabellones principales, el de la Industria, el de las M�quinas y el de Bellas Artes, se unen entre s� mediante jardines y atracciones diversas. A la exhibici�n tem�tica destinada a informar y educar, se unen nuevos goces para el cuerpo y el esp�ritu.

Londres responde a Par�s en 1862, diez a�os despu�s de la Gran Exposici�n, con una nueva Exposici�n Universal. La idea funciona y nuevos pa�ses ven en ella una oportunidad de promoci�n de su cultura y sus productos. En 1863 se celebra la Exposici�n Universal de Constantinopla, seguida, en 1865, por otras dos "exposiciones universales", las de Oporto, en Portugal, y Dubl�n, de nuevo. Dos a�os m�s tarde abre sus puertas la gran Exposici�n Universal de Par�s.

La exposici�n de Par�s de 1867 representa un cambio de escala en este tipo de acontecimientos. La exposici�n se celebra en un parque gigantesco, con el Gran Coliseo como su edificio m�s emblem�tico. En el parque, junto a los espacios de exposiciones en que participan m�s de cincuenta mil expositores, se ubica, para solaz de los visitantes, un verdadero parque de atracciones. A las razones de prestigio, industriales y comerciales, que configuran un parque tem�tico dedicado a los avances de la t�cnica y de la sociedad de consumo, se une definitivamente el objetivo de divertir a sus visitantes. El modelo de Par�s ser�a copiado en pr�cticamente todas las exposiciones posteriores.

Desde esta �poca hasta 1889, en que, de nuevo en Par�s se celebra una exposici�n universal para conmemorar el centenario de la revoluci�n, se suceden a ritmo creciente las exposiciones, siempre con el tema de la ciencia y la tecnolog�a como nexo entre las exposiciones industriales, los actos culturales y las atracciones de masas. Cada pa�s quer�a tener la suya y la opini�n p�blica clamaba por ofrecer esta nueva forma de cultura a los ciudadanos. En el a�o 1888 llegan a celebrarse �cinco exposiciones universales!, entre ellas la de Barcelona.

La exposici�n de Par�s de 1889 marca un nuevo hito en el g�nero. En el n�mero 9 de la revista La linterna japonesa, con fecha 22 de Diciembre de 1888, firmando con el seud�nimo "Virginia Lebeau", el m�sico Erik Satie escrib�a: "Hacia la mitad del a�o que viene, 1889, habr� una exposici�n universal en Par�s, pero pasar� desapercibida por culpa de la torre Eiffel". En efecto, manteniendo el leit motiv industrial, la exposici�n de Par�s se convirti� toda entera en un gigantesco parque de atracciones, a mayor gloria del progreso tecnol�gico. La torre Eiffel, la culminaci�n del parque, lo fue tambi�n de la atracci�n del p�blico, que sub�a encantado los casi trescientos metros de escalones por el placer para contemplar vistas in�ditas de la Tierra. La torre Eiffel signific� la definitiva uni�n del parque de atracciones y la exposici�n universal. El estudioso de la t�cnica, el industrial interesado en los avances del progreso, ced�a el paso al p�blico curioso, �vido de nuevas experiencias.

Este salto cualitativo se muestra en toda su amplitud en la siguiente gran exposici�n universal: La Exposici�n Universal Colombina, que se celebr� en Chicago en 1893 y que ya hemos citado en relaci�n con la gigantesca noria de del ingeniero Ferris, signific� el comienzo de las grandes atracciones mec�nicas, expl�citamente dedicadas a divertir, que tan populares han seguido siendo hasta la actualidad. Tras la exposici�n de Chicago, y por efecto ya de avispados empresarios, los parques de atracciones se convirtieron a su vez en templos de la tecnolog�a dedicados a la diversi�n de las masas. Las siguientes exposiciones universales se convirtieron en verdaderos semilleros de parques de atracciones, que nac�an a su lado aprovechando el reclamo de su popularidad, al tiempo que liberaban al cuerpo de las exposiciones de la obligaci�n de proyectar espacios de pura diversi�n para centrarse en los objetivos fundamentales de este tipo de manifestaciones. Otra nueva era comenzaba

�XITO Y DECLIVE DE LOS PARQUES DE ATRACCIONES

Los siguientes veinticinco a�os son la era dorada de los parques de atracciones. El �xito de los parques de Coney Island despert� entre los capitalistas e inversores la fiebre de aprovechar el rico fil�n descubierto. Nuevos y cada vez m�s arriesgados "riders" y "roller coasters", pugnaban por satisfacer el deseo de emociones m�s y m�s fuertes que demandaban los visitantes. Con Europa inmersa en las cat�strofes de la guerra, Am�rica, inmersa en una burbuja de prosperidad, se convirti� en un entero para�so para la industria de los parques de atracciones. En 1919 se contaban alrededor de 1.500 parques en su territorio.

Una verdadera industria de nuevo tipo surgi� para atender las demandas de los propietarios por tener la mayor y m�s emocionante atracci�n. Ingenieros especialistas se hicieron famosos por sus incre�bles construcciones. La historia de los parques de atracciones debe rendir tributo a figuras como la de August John Miller, de Homewood, Illinois, EEUU, inventor de revolucionarias innovaciones en este �mbito y que han sido continuadas por las espectaculares realizaciones actuales. Al mismo tiempo, los accidentes, y su consiguiente publicidad negativa, dieron lugar tambi�n a instituciones de control de seguridad, cuyas especificaciones sirvieron en campos muy diversos de la industria. El entramado econ�mico e industrial en torno a los nuevos centros de diversi�n se retroalimentaba.

Pero la burbuja estall�. Am�rica entr� en la Gran Depresi�n en 1929. Las alegr�as de los a�os veinte en todo el mundo terminaron y la industria del ocio demostr� cuan ligada estaba a la situaci�n socioecon�mica por la que atravesaba la sociedad en que se desarrollaba. En 1935 sobreviv�an solo 400 parques de atracciones. El p�blico comenz� a abandonar los viejos para�sos, que solo en aquellos lugares que ofrec�an formas de ocio complementarias lograban sobrevivir. Hac�an falta nuevas ideas y que estas hicieran vibrar al p�blico al que iban dirigidas.

Un ejemplo paradigm�tico es el del parque Knott's Berry Farm, en Orange County, California, el primer parque tem�tico americano digno de tal nombre surgido tras la Depresi�n, que naci� casi por casualidad, impulsado por p�blicos ansiosos de nuevas experiencias. Knott's Berry Farm tuvo su origen de un puesto de mermeladas de bayas junto a una carretera en Buena Park, en Orange County. Walter Knott, hijo de un granjero, se hizo famoso cultivando un tipo de baya llamado "boysenberry", del nombre de su creador, Rudolph Boysen, quien la obtuvo cruzando moras, frambuesas y frambuesas americanas. Walter Knott abri� un puesto de venta al pie de los campos, dentro de su finca. El inesperado �xito popular de la mermelada, con riadas de coches que se desplazaban los fines de semana a comprar mermelada y a divertirse con los otros compradores, le condujo a la creaci�n de varios restaurantes para atender a los compradores y ofrecerles nuevos servicios. Para singularizarlos se le ocurri� decorarlos con diversos temas del m�tico Oeste americano.

De los restaurantes "tem�ticos", el instinto de Walter Knott lo impuls� a la creaci�n, a partir de 1936, de escenificaciones de la vida del Salvaje Oeste y la vida de sus pioneros. Aparecieron ciudades enteras como Gosth Town, completadas con representaciones de episodios de la historia americana, trenes hist�ricos, recorridos en torno a la historia natural del oeste americano y actividades did�cticas para ni�os y mayores. Tiendas especializadas, restaurantes y espect�culos contribuyeron a crear un mundo ficticio de m�s de 60 hect�reas visitado por millones de turistas. Knott's Berry Farm contin�a atrayendo visitantes actualmente

La idea mostr� sus potencialidades. Tras el par�ntesis de la segunda guerra mundial, la bonanza econ�mica reaviv� temporalmente los viejos parques de atracciones para, ya en los a�os cincuenta volver a decaer. La televisi�n, los coches, la degradaci�n de las ciudades y el crecimiento de suburbios residenciales, junto con un cambio de necesidades de ocio y cultura de las nuevas clases sociales surgidas del desarrollo econ�mico y la universalizaci�n de la sociedad de consumo, generaron nuevas demandas que los viejos parques de atracciones ya no pod�an satisfacer.

EL FENOMENO DISNEY

La industria del entretenimiento y de ella su parte m�s din�mica, la conectada con el cine y la televisi�n, consciente de la crisis, comenz� a buscar nuevos modelos que conectasen con las necesidades del p�blico. La palabra m�gica fue la fantas�a. En 1952 Walt Disney forma la compa��a Walt Disney Incorporated, para desarrollar la idea de un "parque familiar" que se llamar�a Disneyland. En octubre de 1954, la cadena de televisi�n ABC, asociada con Disney, comienza a emitir el "Disneyland TV Show", con la difusi�n del documental "The Disneyland Story". Treinta millones de americanos comenzaron a imaginar un nuevo para�so. Disneyland, se inaugur� en Anaheim, California, un 17 de junio de 1955, abriendo sus puertas al p�blico el d�a siguiente.

A�n cuando muchas de sus ideas se encontraban ya en otros parques y pueden encontrarse algunos precedentes inmediatos, en su imagen global, convenientemente reforzada por una excepcional campa�a de marketing y publicidad a trav�s de la televisi�n, Disneyland era un nuevo concepto de parque de atracciones. En vez de los aparatos t�picos y t�picos de los parques anteriores y de espect�culos circenses siempre iguales, unidos por puestos de palomitas y helados, el visitante pod�a trasladarse, a su elecci�n, a cinco mundos de fantas�a diferentes en el espacio y en el tiempo y construidos con todo el realismo posible, personajes de carne y hueso incluidos. Estos espacios, de los que el componente principal era la fantas�a del visitante, llevaban los sugerentes nombres de Main Street, U.S.A.; Fantasyland; Tomorrowland, Frontierland y Adventureland, con m�s de veinte atracciones y espacios de animaci�n separados, organizados tem�ticamente . Dichos espacios y atracciones, que en los a�os sucesivos llegaron a ser m�s de sesenta, convert�an al predispuesto espectador, con la colaboraci�n de actores bien entrenados, en un participante m�s en la aventura.

El �xito fue inmediato y sorprendi� a los hasta entonces patrones de la industria de los parques de atracciones que no imaginaban que el p�blico pudiese prescindir de las grandes m�quinas y toboganes de la generaci�n anterior. En septiembre de 1955 se alcanz� ya la cifra de un mill�n de visitantes Disneyland realiz� un excepcional esfuerzo por conectar con las necesidades de nuevos tipos de "p�blicos objetivo" cuyos intereses hab�an evolucionado. La idea base, simple tras haber constatado su �xito, consist�a simplemente en crear mundos completos de fantas�a, en los que cualquier visitante, de cualquier edad, tuviese satisfechas todas sus necesidades, pero con un toque cultural bien dosificado y adecuado a sus posibilidades. El visitante se divert�a y adem�s aprend�a. Pod�a hablar de nuevos mundos, recordar episodios de su historia, aprendidos en la escuela, y contar a sus amistades nuevas impresiones e interesantes, aunque superficiales, nuevos conocimientos. La propaganda m�s eficaz, el "boca-oreja", extendi� r�pidamente las excelencias del invento. El nuevo para�so para los americanos de la postguerra acababa de abrirse y todos quer�an entrar en �l.

Ciertamente, junto con la bondad del producto y su conexi�n con las expectativas del p�blico, el �xito de Disneyland fue en buena parte motivado por la fama de su creador. Walter El�as Disney (1901-1966), Walt Disney en el mundo de la comunicaci�n, era ya bien conocido de los americanos. Nacido en Chicago, Illinois, el 5 de diciembre de 1901, dibujante precoz, Disney mostr� pronto su originalidad creadora. Alistado en la Cruz Roja durante la guerra, su ambulancia llevaba como camuflaje dibujos y tiras c�micas. En 1920 comenz� su carrera como dibujante profesional, traslad�ndose en 1923 a Hollywood junto con su hermano Roy. Entre ambos comenzaron la producci�n de dibujos animados para la industrial del cine y en 1928, Walt cre� su personaje m�s universal: Mickie Mouse. El rat�n Mickie fue el primer protagonista de una pel�cula sonora de dibujos animados. "Steamboat Willie". En 1932 gan� su primer premio de la Academia de las Artes Cinematogr�ficas por la pel�cula "Flowers and Trees".

Con la presentaci�n, en 1937, del primer largometraje de dibujos animados "Blanca Nieves y los siete enanitos", Disney alcanz� la fama mundial. Durante los siguientes cinco a�os produjo otros cl�sicos del g�nero: Pinocho, Fantas�a, Dumbo y Bambi. La compa��a Disney era ya una instituci�n en Estados Unidos y en todo el mundo.

Pero Walt Disney no era solo un hombre del espect�culo, con gran sentido comercial. Su preocupaci�n pedag�gica a trav�s de la diversi�n lo introdujo muy pronto en el campo de las series de pel�culas-reportaje sobre la vida animal y la conservaci�n de las especies, donde gan� varios premios de la Academia. Pionero tambi�n en el mundo de la televisi�n, sus pel�culas y dibujos animados pasaron a formar parte de la vida diaria de los americanos de los a�os 50. Cuando Disneyland abri� sus puertas en 1955, el Pato Donald, Dumbo, Mickie Mouse y Minnie recib�an a los visitantes. Junto a la sensaci�n de aventura, los americanos ten�an tambi�n la de sentirse en casa.

LA INDUSTRIA DE LOS PARQUES TEMATICOS

La semilla cay� en tierra abonada. La industria del entretenimiento pronto descubri� las excelencias y los peligros de la nueva f�rmula. El 19 de junio de 1960 abri� sus puertas Freedomland, la respuesta a Disneyland en Nueva York: Freedomland, construido con la forma de los Estados Unidos, ten�a como tema la historia americana. Freedomland solo permaneci� abierta cuatro a�os. Falta de un buen marketing y una buena direcci�n, sin comprender la necesidad de una atm�sfera cultural, el tema del parque cambi� ya en 1962. Se abandon� la historia y el parque se convirti� en un parque de atracciones m�s, con roller coasters, coches de choque y espect�culos de animaci�n. El 15 de septiembre de 1964 se declar� en quiebra. Su espacio fue ocupado por un gran complejo de apartamentos.

En 1961 abri� sus puertas el primero de la familia de los parques Six Flags: Six Flags over Texas, que pasar�a a manos de la Warner Bross y actualmente del conglomerado de empresas Time-Warner, explotando los personajes de dibujos animados de la empresa cinematogr�fica. En 1964, Universal Studios, recuperando una tradici�n de cuarenta a�os atr�s, volvi� a abrir las puertas de sus estudios de cine en Hollywood a los visitantes, esta vez como un parque tem�tico dedicado al cine. Reconstrucciones de los escenarios de sus pel�culas m�s famosas, escenificaciones de sus m�s celebrados pasajes y los escenarios de las pel�culas que se estaban rodando en esos momentos, junto con fugaces visiones de los actores m�s famosos, serv�an de atracci�n principal al parque. Universal Studios Hollywood pronto comenz� a completar su oferta con aparatos de parque de atracciones y la f�rmula se mostr� tambi�n adecuada. Con la misma f�rmula, la Universal abri� tambi�n Universal Studios Florida. La industria del cine mostraba el camino de la nueva industria del ocio.

El camino, como Disney comprendi� bien, parec�a aclararse: la formula ideal aprovechaba las ideas de los parques tem�ticos: fantas�a y educaci�n, completadas con la emoci�n de los nuevos aparatos surgidos para los parques de atracciones. Preocupado por la ecolog�a, que se reflejaba m�s y m�s en sus pel�culas y documentales para la televisi�n, al menos desde 1963, Walt Disney hab�a decidido abrir un nuevo parque en la costa este, en Florida, en el que el entretenimiento fuese tambi�n motivo de reflexi�n sobre la Am�rica y el mundo del futuro. Desde principios de 1965 comenz� a dirigir el dise�o de un Experimental Prototype Community of Tomorrow (EPCOT). El 15 de noviembre de ese a�o, Walt y su hermano Roy desvelaron por fin, tras casi dos a�os de compra de terrenos en secreto, el proyecto del nuevo parque en Orlando, Florida. El proyecto incluir�a un parque de atracciones tem�tico, tipo Disneyland y dos ciudades, una tradicional y una futurista, con una inversi�n inicial de 100 millones de d�lares.

Walt Disney muri� en diciembre de 1966, pero sus ideas ya hab�an enraizado. En abril de 1969 comienza la construcci�n del Magic Kingdom, que se inaugura el 1 de octubre de 1971. Desde 1972 se suceden las aperturas de los complejos que formar�n Disney World, hoteles: campos de Golf, villas de vacaciones, la gran reserva zool�gica de Treasure Island, posteriormente llamada Discovery Island, Lake Buenavista Shopping Village, ahora Downtown Disney Marketplace y, por f�n, EPCOT. EPCOT, el paradigma de los parques tem�ticos educativos, comienza a construirse en octubre de 1979 y abre sus puertas el 1 de octubre de 1982, con las �reas que lo convierten en la atracci�n m�s espectacular de Disney World: Future World, Horizons, Space Ship, con la famosa Geosphere, The Land, The Living Seas, Universe of Energy, Wonders of Life... y los espacios dedicados a la vida y maravillas naturales y culturales de diversas naciones. El nuevo mundo imaginado por Disney ha conseguido, con EPCOT, acercarse a la filosof�a de las exposiciones universales, mientras que sus mundos de fantas�a se situaban cada vez m�s pr�ximos de los parques de atracciones.

La d�cada de los setenta fue sin duda la era de expansi�n de los parques tem�ticos en EEUU, como los ochenta lo fueron en el resto del mundo. Magic Mountain, en Santa Clarita Valley, California, abri� el 29 de Mayo de 1971, con buena parte de sus espacios ocupados por aparatos de parque de atracciones. En 1972 se inaugur� Opriland, en Nashville, Tennesee, con la m�sica country como eje tem�tico. A Opriland siguieron otros parques musicales como Dollywood, en Pigeon Force, Tennesee, Conway Twitty Entertainement Complex, tambi�n en Nashville, Loreta Lynnn's Dude Ranch, en Hurricane Mills, Tennesy o George Jones's Country Music Park, en Colmesneil, Texas. En 1977, los predicadores televisivos Jim y Timmi Faye Bakker, promovieron Heritage USA, en Forth Mill, South Carolina, al que calificaron de "Disneylandia espiritual".... Cualquier tema que pudiese arrastrar un p�blico numeroso ten�a ya a principios de los a�os 80 su parque espec�fico.

En los a�os 80, la f�rmula se extendi� por todo el mundo. Europa y Asia se sumaron a la idea y los parques tem�ticos comenzaron a florecer fuera del continente americano. Los viejos parques de atracciones realizaron un esfuerzo por reconvertirse en parques tem�ticos y la frontera entre ambos comenz� a difuminarse. Actualmente, y seg�n cifras de la propia industria, se acercan a novecientos los parques tem�ticos/de atracciones existentes en Estados Unidos, por doscientos cincuenta en Europa, ciento cuarenta en Centro y Sudam�rica, 39 en Pr�ximo Oriente, 36 en Extremo Oriente y seis en Africa.

Por n�mero de visitantes, Tokio Disneyland es el m�s visitado, con 17 millones de entradas en 1995, seguido por Disneyland con 15 millones de visitantes, por Magic Kingdom con casi 14 millones y Epcot y Disneyland Paris con m�s de 11 millones. Los cincuenta primeros parques del mundo tienen un rango de visitantes que va de los 17millones al mill�n en el a�o 1995. Las grandes corporaciones surgidas de la industria cinematogr�fica, Disney, Metro Goldwin Mayer, Universal Studios, Time Warner, y Paramount, dominan ampliamente el mercado y est�n orientando de nuevo la industria hacia la filosof�a de los parques de atracciones. El �xito de p�blico �de los 25 primeros parques por n�mero de visitantes, 20 pertenecen a las corporaciones citadas- parece mostrar las preferencias de los a�os noventa. Junto a ellas, contin�an floreciendo parques tem�ticos m�s espec�ficos, desde los Sea World y los parques acu�ticos a los cada vez m�s abundantes parques hist�ricos y naturales.

La industria actual parece pues orientarse en dos direcciones principales: la vuelta al entretenimiento puro y la explotaci�n de recursos muy espec�ficos. Si la historia ha mostrado la dependencia de la primera de la situaci�n socioecon�mica mundial y el car�cter c�clico de esta filosof�a, todav�a estamos en el primer ciclo de los parques tem�ticos "puros".

Las enormes y cada vez mayores inversiones necesarias para poner en marcha parques del primer tipo, limitar�n necesariamente su expansi�n y reducir�n el mercado a las pocas grandes corporaciones capaces de asumir la aventura econ�mica que representa la construcci�n y explotaci�n de los mismos. El fracaso de algunos de los parques que se aventuraron en esta l�nea, muestra los riesgos de la aventura.

Por el contrario, la utilizaci�n de recursos naturales y de infraestructuras existentes, en una �poca en la que el turismo cultural est� en alza, puede mantener el explosivo ciclo ascendente de los parques tem�ticos puros. Sin duda, esta es una de las l�neas de estudio prospectivo que pueden tener repercusi�n sobre la sociedad del ocio que se avizora en el siglo XXI.

UNA NUEVA GENERACION DE PARQUES TEMATICOS. LOS "PARQUES TEMATICOS ABIERTOS".

Abstrayendo lo esencial de los ejemplos existentes, un parque tem�tico es, pues, una propuesta de comunicaci�n y ocio, simple y f�cil de captar por sus p�blicos objetivo potenciales, en torno a uno o varios temas. Dicha propuesta se concreta en una serie de infraestructuras e instalaciones en las que se materializa el "tema" del parque y que se presumen atractivas para sus p�blicos objetivo. La mayor o menor explicitaci�n del proyecto did�ctico de base y el balance entre ocio y educaci�n, establecen una gradaci�n de los parques tem�ticos, que va desde los parques de atracciones puros a los museos tradicionales.

Los parques tem�ticos que hasta ahora ha construido la iniciativa privada son, necesariamente espacios bien cerrados y acotados, de car�cter permanente, en los que es f�cil el control de visitantes y el cobro de derechos de entrada por el acceso a sus instalaciones. Como aventuras econ�micas a gran escala, su viabilidad solo es posible si pueden mantener durante largo tiempo, un flujo considerable de usuarios y si se consigue que, adem�s, los visitantes consuman mayoritariamente los servicios complementarios que el parque pone a su disposici�n, especialmente en el campo de la restauraci�n y la oferta de objetos propios.

Los grandes parques cerrados, la experiencia lo demuestra, "agotan" pronto el territorio y el mercado disponibles, distribuy�ndose, necesariamente por zonas de influencia nacionales y en muchos casos internacionales e incluso continentales. Su n�mero est� limitado, m�s que por sus contenidos tem�ticos posibles, por la considerable inversi�n a realizar y por el potencial demogr�fico de su �rea de influencia. Los parques tem�ticos menores existentes hasta ahora, o bien explotan recursos de temporada, como los parques acu�ticos, o bien est�n ligados a caracter�sticas f�sicas o hist�ricas que hacen popular su emplazamiento, o bien coinciden con singularidades culturales de la zona en que se ubican. En cualquier caso, hasta ahora, la gran mayor�a de los parques existentes se han enfocado prioritariamente como estructuras empresariales cuya viabilidad econ�mica pasa por obtener la amortizaci�n de las inversiones realizadas, adem�s de lograr beneficios de explotaci�n semejantes o superiores a los de otras alternativas de inversi�n.

�Existen otras v�as por explorar en el mundo de los parques tem�ticos? Conocida a grandes rasgos la historia y la filosof�a de los parques tem�ticos, su indudable �xito en nuestra sociedad y su utilidad como espacios de comunicaci�n, sugiere que el concepto y las t�cnicas de marketing que en ellos se emplean, se extiendan a �reas de actividad humana organizadas naturalmente en torno a un "tema" y susceptibles, o necesitadas, de "comunicar" su existencia y actividades.

Una de las m�s prometedoras extensiones, entre las que pueden entreverse en este momento, es la que se encierra en la idea generatriz de lo que pueden llamarse "parques tem�ticos abiertos"

En esencia, un parque tem�tico abierto es una propuesta de comunicaci�n, dirigida a p�blicos objetivo espec�ficos, que utiliza, uni�ndolos mediante una o varias l�neas tem�ticas, edificios e instalaciones ya existentes, dedicadas a fines diversos dentro de un contexto com�n y no concebidas, en principio para este fin y dot�ndolas de un proyecto de educaci�n no formal. Dicho contexto es, naturalmente, el que proporciona las l�neas tem�ticas sobre las que construir la propuesta de comunicaci�n.

Adaptar as� mundos reales como parques tem�ticos, contempl�ndolos como objetivos de comunicaci�n y de educaci�n a trav�s del ocio, en vez de construir mundos ideales, permite abaratar dr�sticamente los costes, sobre todo teniendo en cuenta que las costosas infraestructuras necesarias en un parque cerrado, existen ya a disposici�n de todos en el �rea en que se ubicar� el parque tem�tico abierto. Adem�s, al no tener que amortizar infraestructuras, los parques tem�ticos abiertos pueden ser permanentes o temporales y aprovechar coyunturas espec�ficas para potenciar as� sus objetivos de comunicaci�n. Las necesidades de financiaci�n son, por tanto, mucho m�s reducidas y ello se traduce en unas menores exigencias de rentabilidad econ�mica y en una mayor flexibilidad de dise�o.

Impl�citamente, dichos parques tem�ticos ya existen. Es m�s, contemplados desde esta perspectiva son abundant�simos: Playas de moda, cascos antiguos y barrios singulares de ciudades hist�ricas, estaciones de esqu�, espacios naturales, grandes instituciones o empresas que admiten visitantes, deseosas de mejorar su imagen... han ido convirti�ndose, intuitivamente, en verdaderos "parques tem�ticos abiertos", en torno al tema que hacia ellos atrae a sus visitantes. Al socaire del tema de turno aparecen servicios, espacios de ocio, tiendas especializadas... que se van a�adiendo m�s o menos an�rquicamente. Salvo en contados casos, sin embargo, la inexistencia de una filosof�a de comunicaci�n y servicios integrada, no les ha permitido aprovechar el c�mulo de posibilidades que su atractivo natural ofrec�a.

As� pues, para abrir m�s este c�mulo de posibilidades, el paso siguiente es ya inmediato:

...una ciudad, una instituci�n, una empresa... se convierte en un verdadero parque tem�tico.

Naturalmente, la realidad no es tan simple. La p�rdida de la "atm�sfera" que los parques tem�ticos comerciales crean f�cilmente en su interior, debe compensarse con una redefinici�n de las estrategias de marketing y publicidad y con una planificaci�n de actividades y gesti�n de flujos de visitantes m�s espec�ficas. En un parque tem�tico abierto, con propuestas de comunicaci�n dispersas espacial y temporalmente, el visitante necesita sentirse m�s apoyado en sus posibles recorridos que en un parque cerrado. Problemas como la informaci�n, la se�alizaci�n, la circulaci�n de visitantes entre espacios de comunicaci�n m�s o menos alejados entre s�, la confusi�n entre mensajes del parque y de su contexto, las reservas a los espacios con limitaci�n de capacidad, la atenci�n a particulares y grupos... requieren de �rganos de gesti�n especializados.

La formaci�n de estos �rganos de gesti�n configura, sin duda, un reto para el candidato a parque tem�tico abierto y es un punto crucial para su �xito. Afortunadamente, la historia de los parques cerrados y de sus progenitores los parques de atracciones y las exposiciones tem�ticas, proporciona valiosas lecciones. Asimismo, las experiencias, positivas y negativas, que pueden obtenerse del estudio de manifestaciones asimilables, como grandes conmemoraciones y aniversarios, hitos culturales globales como capitalidades culturales, eventos deportivos como olimpiadas y campeonatos internacionales, celebraciones festivas masivas... proporcionan al atento estudioso algunas de las claves para alcanzar adecuadamente los objetivos propuestos

La onda actual de los grandes parques tem�ticos se orienta prioritariamente hacia el ocio y sin duda la moda conocer� reflujos como los del pasado. Los parques tem�ticos menores explotan expectativas puntuales de sus p�blicos potenciales y se mantendr�n mientras dichas expectativas se conserven. La cultura del ocio y la comunicaci�n hacia la que se dirige la sociedad occidental en el siglo XXI valorizar� sin duda los parques tem�ticos abiertos cuya flexibilidad y econom�a los convertir�n en potentes armas para instituciones y empresas que quieran conectar mejor con sus potenciales visitantes y consumidores y cuyas expectativas de rentabilidad vayan m�s all� del beneficio econ�mico inmediato.

NOTAS Y BIBLIOGRAF�A.


Los links de internet se han dejado intactos respecto de cuando se public� el art�culo, en el a�o 1998. Actualmente no funcionan en su mayor�a.

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POLSSON K. (1995-6) Chronology of Events in the History of Disney. http:// www.islandnet.com/~kpolsson/disn1950.htm. Las atracciones de cada uno de los mundos dan buena idea de su contenido tem�tico. Como muchas de ellas ya han cambiado o desaparecido, quiz� sea interesante para el lector recordar su contenido, con los mismos nombres que les dio su creador. En Main Street U.S.A se encontraban las siguientes: Disneyland Rairoad, Horse-drawn Streetcars, Horse-drawn Fire Wagon, Main Street Cinema, Horse -drawn Surreys y la Main Street Shooting Gallery. Fantasyland estaba compuesta por los siguientes espacios: King Arthur Carrousel, Peter Pan Flight, Mad Tea Party, Mr, Toad's Wild Ride, Canal Boats of the World, Snow Withe's Adventures, Casey Jr. Circus Train, Dumbo Flying Elephant y el Mickey Mouse Club Theatre. Tomorrowland inclu�a Autopia, Circarama (con la "A Tour of the West", proyectada sobre una pantalla de 360 grados), Space Station X-1, Monsanto Hall of Chemistry, Phantom Boats, Rocket to the Moon, Flight to the Moon, , 20.000 Leagues Under the Sea y el Flight Circle. Frontierland diuspon�a de las siguinetes atracciones: Stage coach, Mules Pack, Mules though Nature's Wonderland, Mark Twain's Steamboat, Golden Horseshoe Revue, Conestoga Wagons y los Mike Fink Keel Boats. Adventureland, por fin, escenificaba un crucero por la jungla. En los a�os siguientes fueron retir�ndose las atracciones menos apreciadas e introduci�ndose otras nuevas. Una informaci�n sobre estos cambios puede encontrarse en: FORTY Years od Disney land Adventures Fact Sheet (1997) http:// www.disney.com/disneyland/index.html.

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