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Las mujeres en el medievo, las eternas secundarias

La historia medieval está escrita alrededor de hombres, nunca de mujeres. Analizamos el papel de las mismas en este periodo

17 de junio de 2016

Las mujeres en la historia han sido relevadas a un segundo lugar y en casi todos los libros de historia comunes ni se les nombra como personajes relevantes de ninguna época. Si se les nombra, normalmente, suele ser por su conexión con referentes masculinos, es decir, se les nombra por ser “hijas de”, “mujer de”, “descendiente de”, “madre de”, etc.

Sí que hay más mujeres que se conocen por ser “viuda de” y entonces asumen el papel de protagonistas. La mayoría de historias que han llegado hasta nuestra época que tratan sobre mujeres viudas las muestran como personajes que deciden tomar las riendas de su vida: suelen ser de clase acomodada y deciden que tras la muerte de su marido van a tomar el control de su hacienda. Es lo que hizo la duquesa de Gandía, María Enríquez, que tras la muerte de su segundo esposo –Juan de Borja- y con todos los requerimiento que le imponía su suegro para contraer nuevo matrimonio, decidió permanecer en su status de viuda y hacerse cargo del ducado que posteriormente tendría que traspasar a su hijo. Así lo cuenta Frederic Aparisi es este artículo del Grup Harca.

En esta historia vemos como la mujer es protagonista por la ausencia de una figura masculina que puede desempeñar la labor que finalmente le corresponde hacer a ella. Debe hacerse cargo del ducado hasta que pueda hacerlo su hijo: la mujer es un “parche”, que está disponible hasta que un nuevo hombre vuelve a ocupar las riendas de la familia. O al menos así es como nos lo han contado. La ausencia de mujeres en las fuentes escritas con las que se ha trabajado hasta la época nos dejan una imagen muy difusa de las mujeres medievales. Solo conocemos de ellas a través de los escritos eclesiásticos, que la representa de dos formas posibles: como Eva o como la Virgen, es decir, como una pecadora o como pura y casta.

Volviendo al ejemplo de la duquesa de Gandía, María Enríquez (que ilustra esta noticia), vemos como la mujer disponía de suficientes conocimientos como para manejar los dominios familiares pero este papel no se les dejaba asumir a menos de que no hubiera ningún hombre en la casa. En las contadas ocasiones que las mujeres asumieron las riendas está claro que no tomaban las decisiones de una forma autónoma, sino que contaban con la supervisión de los familiares más cercanos y del círculo de amistades del hombre. Otra vez vemos como los hombres siempre están presentes ya que la historia medieval está escrita conforme a su posición y sus actos, nunca desde la perspectiva de una mujer.