Agenda UV

Nos complace presentar un elenco de las preguntas que los arqueólogos y arqueólogas se formulan actualmente respecto al pasado, acompañado por las respuestas obtenidas, o en vías de solución, desde el Departament de Prehistòria i Arqueologia de la Universitat de València. El objetivo de esta exposición es llegar a la ciudadanía valenciana para explicar quiénes somos, cómo investigamos y dónde estamos centrados, aprovechando el programa de divulgación del Vicerrectorado de Participación y Proyección Territorial. El gran público conoce mejor la arqueología de ficción que la profesional que, incapaz de competir con aquella, solía desatender la difusión científica hasta hace poco tiempo. Con los paneles que ahora ofrecemos esperamos trasmitir algunos de los descubrimientos y de los tesoros de nuestra práctica cotidiana, basada en datos reales.

Desde una tradición enriquecedora, el panorama valenciano pasa por tener no solo yacimientos fundamentales para contemplar las vivencias de los grupos humanos del Mediterráneo europeo, entre el 350.000 a.n.e. hasta el final de la Antigüedad, sino también equipos de investigación aptos para promocionarlos. La selección de algunas páginas, diversas y discontinuas, de tan larga historia tiene en común la aplicación de una metodología rigurosa y competitiva para su lectura, la consideración de planteamientos ecológicos para su interpretación y la voluntad de hacer partícipe a la sociedad de un patrimonio exclusivo en apoyo de su sostenibilidad, con el convencimiento de que solo la apreciación y el disfrute colectivo pueden contribuir a mantenerlo.

La obtención de conocimientos del pasado es hoy en día muy compleja, pues la revisión de lo establecido treinta años atrás ha venido acompañada por la multiplicación de las fuentes de estudio y por la exigencia de someterlas a analíticas de última generación, que ya no es posible obviar cuando se persiguen resultados científicos. Una vez formulada una hipótesis, el método profesional arranca con la prospección de los paisajes, tras la que se inicia, selectivamente, el ritmo cadencioso de las campañas de excavaciones arqueológicas o la catalogación de los restos, emplazados en los lugares idóneos, dentro o fuera de nuestro entorno. Siguen clasificaciones interminables, tratamiento específicos de determinados hallazgos, muchas horas de consultas y de ensayos en laboratorios, así como el cotejo de una bibliografía y de una documentación gráfica no siempre fáciles de reunir. El trabajo concluye con la interpretación histórica de los datos. Y entonces la satisfacción del descubrimiento científico persiste, a modo de recompensa intelectual, cuando las conclusiones indican un avance del estado de la cuestión susceptible de ser reconocido, cuanto menos por la comunicad científica.

Pero tan importante como el éxito académico es la participación de quienes, sin ser especialistas, se identifican con su pasado, se enorgullecen de su patrimonio arqueológico, lo tutelan y lo consideran. Por ello es conveniente salir de las aulas y de los laboratorios, explicar al gran público por dónde va la investigación y escuchar lo que le interesa y preocupa, de modo que pasado y futuro, ampliando horizontes, lleguen a ser compatibles.