DEFENSA TIENE COMPROMETIDAS COMPRAS DE ARMAMENTO POR CASI DOS BILLONES DE PESETAS. EL GRUESO DE LA FACTURA DE ARMAS, A PAGAR DESDE EL 2003.


[Noticia aparecida en portada de EL PAÍS, 4 de septiembre de 1998.]

Miguel González, Madrid.- El moderado aumento del presupuesto de Defensa, en torno al 4% para 1999, y la necesidad de contratar soldados profesionales para cumplir con la promesa de suprimir el servicio militar en cuatro años han obligado al ministerio que dirige Eduardo Serra a posponer el pago de los programas de armas. Los compromisos adquiridos por Defensa para la modernización de las Fuerzas Armadas suman cerca de dos billones de pesetas. El grueso de esta cifra habría que pagarlo entre el año 2003, coincidiendo con el final de la mili, y el 2015. A principios de este año, según datos de Defensa, los compromisos firmes derivados de la compra de armamento ascendían a 300.146 millones de pesetas, a pagar entre los años 1998 y 2010. Esta cifra incluye los programas plurianuales en curso, como el Sistema Conjunto de Telecomunicaciones, el Sistema de Guerra Electrónica y la Red Básica de Área, entre muchos otros. A esta cantidad hay que sumar, sin embargo, 1.604.231 millones de pesetas correspondientes a las tres grandes inversiones de las Fuerzas Armadas: el avión EF-2000, la fragata F-100 y el carro de combate Leopard. Ninguno de estos programas figura en el actual presupuesto ni en el próximo, pues está previsto pagarlos entre el 2000 y el 2015.

Defensa ha recurrido a una nueva fórmula para financiarlos. En vez de empezar a pagar durante la fase de producción, es el Ministerio de Industria el que adelanta el dinero a las empresas mediante créditos reembolsables, que este año ascienden a 96.700 millones de pesetas. Cuando Defensa reciba los productos y los pague, las empresas devolverán a Industria el dinero anticipado.

DÉFICIT POSPUESTO.- Este procedimiento permite que los programas avancen sin que su coste figure por ahora en el presupuesto de Defensa y que tampoco generen déficit en la industria, al tratarse de créditos reembolsables. La Oficina Presupuestaria, que dirigía el profesor José Barea hasta su cese el pasado 31 de julio, advirtió de la necesidad de que estos gastos se tuvieran en cuenta a la hora de computar el déficit público, ya que en la práctica lo que se hace es demorar su imputación hasta el año 2000. El problema radica en que no se sabe cuál será la situación económica durante la próxima década y, por desfavorable que sea, Defensa no podrá dejar de atender unos pagos que o están comprometidos por contrato o llevarían de incumplirse a la quiebra de las empresas, que no devolverían los créditos a Industria.

Para hacerse una idea del volumen económico de este compromiso, la compra del avión EF-2000, la fragata F-100 y el carro de combate Leopard supondrá 141.121 millones anuales entre el 2006 y el 2009, en pesetas constantes de 1998, lo que supone 13.811 millones mís que todo lo gastado este año en modernización de las Fuerzas Armadas. Los llamados programas especiales no agotan, sin embargo, el gasto en armamento. Las previsiones de Defensa incluyen otros 854.386 millones de pesetas entre este año y el 2015 destinados a atender lo que denomina "inversiones ineludibles para mantener la operatividad y hacer frente en lo posible al objetivo de constitución de reservas de guerra".

Finalmente, esta cifra, que sumada a las anteriores alcanza en total 2.758.763 millones de pesetas, ni siquiera incluye "los créditos correspondientes a inversiones en equipos, buques, aeronaves, etc. necesarios para relevar a aquellos que por su antigüedad, durante el periodo de tiempo considerado 1998-2014, se queden obsoletos, y su reemplazo esté previsto en el Objetivo de Fuerza Conjunto y en el Plan Estratégico Conjunto". Entre otros, alude a la adquisición de nuevos submarinos, de helicópteros de ataque y del futuro aviónde transporte FLA. Tres programas cuyo coste total supera los 300.000 millones y que de no realizarse dejarían a las Fuerzas Armadas sin dichos sistemas de armas.

La paradoja radica en que el presupuesto de Defensa apenas está creciendo durante estos años de bonanza económica, mientras se acumulan los compromisos que habrá que atender a medio plazo, en una situación no tan boyante. El ministro Eduardo Serra ha defendido la necesidad de que los gastos militares aumenten hasta llegar en el año 2002 a 1,2 billones, equivalentes al 1,3 del Producto Interior Bruto (PIB). Pero este año su crecimiento ha sido del 3,2% y para 1999 rozará el 4%, cinco puntos menos del 9% que reclamaba Defensa. El incremento previsto, unos 36.000 millones, apenas servirá para afrontar la contratación de 17.500 nuevos soldados profesionales, el aumento de los gastos de personal y el necesario sostenimiento. El pago de la modernización se pospondrá, como una letra a cuatro años, a la espera de tiempos mejores. O peores.


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