EL EJÉRCITO QUE VIENE


Rafa Ajangiz, KEM-MOC de Bilbo

"El Movimiento de Objeción de Conciencia se congratula de que por fin se haya decidido acabar con la mili y de haber colaborado decisivamente a la erradicación de tan indeseada e inaceptable servidumbre". Declaración pendiente, inaplazable. Si alguien puede apuntarse el tanto, ese alguien somos nosotr@s. Pero aquí seguimos, bien calladit@s, como si dudáramos de nuestro protagonismo, o nos angustiara nuestra evidente responsabilidad sobre este desenlace.

Empecemos por la duda. Hay quien dice que el fin de la mili era inevitable, independientemente de lo que hiciéramos 1@s antimilitaristas; que los ejércitos cambian para adaptarse a los tiempos que corren y que no hay espacio para los soldaditos de reemplazo. Bien, pues tiene razón, parte de la razón.

Lo predijimos hace cuatro años. Bélgica, Holanda, Francia, España... no hacen más que remedar lo que funciona: es decir, el modelo anglosajón. Una razón de eficacia: es el mejor modelo para hacer valer los "intereses nacionales". Lo dice el ministro británico Douglas Hurd: "Los ingleses deben conocer cuáles son sus mejores cartas en las relaciones internacionales y emplearlas con más firmeza. Sus cartas son el idioma, las Fuerzas Armadas y las instituciones políticas y financieras." Y el Clinton: "Hoy necesitamos una nueva estrategia para proteger y promover los intereses norteamericanos. La política exterior norteamericana se edifica sobre tres pilares: La promoción de la democracia en otros países, la modernización de nuestras Fuerzas Armadas y la prosperidad económica como nación. Y para poder prosperar en una economía global hay que ser capaces de competir."

La OTAN es eso, siempre lo ha sido: sostener con firmeza la bota del Norte sobre el Sur. Aquí lo que importa es la pela, el negocio, el Mercado con todas sus cartas sobre la mesa. Y cada vez lo dicen con mayor desvergüenza, aunque todavía hagan uso de algunos artificios ideológicos. Por ejemplo, eso de "riesgos potenciales" y "seguridad global" (traducción: que las cosas se queden como están, que nadie se mueva), que reemplaza a la "amenaza" y la "defensa de la integridad territorial" de antes. Hoy, para "defender" el territorio se bastan los cuerpos policiales y parapoliciales, en plena expansión. El Ejército, a "defender" los "intereses nacionales" donde y como haga falta. El francés es un buen ejemplo, el "gendarme" de África le llaman.

Este es el cambio que quieren para el Ejército español. "Las Fuerzas Armadas deberán ser más ligeras y flexibles, con gran capacidad de inteligencia para la recogida y utilización de la información, y dotadas de medios que les permitan el rápido despliegue en zonas apartadas para participar en operaciones diferentes de la tradicional defensa aliada. La reforma implica una reducción de medios y una mayor eficacia en el desempeño de sus misiones, lo que, en suma, implica disponer de un armamento sofisticado, basado en la alta tecnología, y la acción conjunta como principio básico de su doctrina." (RED nº 103, 54).

Aznar y Chirac

Vale ya. La intención está clara. Hablemos ahora del cuándo y del cómo. Comparemos los planes de Chirac y Aznar y veamos si hay paralelismo. Ambos se marcan un plazo igual, el 2002, seis años. En Francia prevén reclutar 46.000 soldados voluntarios, es decir, un esfuerzo del 18% si tenemos en cuenta que el total de efectivos previsto se sitúa en 257.000. En España quieren reclutar 69.000 soldados voluntarios, un esfuerzo del 53% para el total previsto de 130.000. Una ligera diferencia. Claro, el español es un ejército que se construye sobre el reclutamiento forzoso, como el italiano o el griego, y el francés es un ejército mixto que se limita a integrar lo forzoso en una estructura completamente profesional, como el holandés, el belga, el danés, el alemán...

Pero sigamos, repasemos ahora las dos premisas necesarias para reclutar voluntarios: presupuesto y atractivo de la profesión militar entre aquell@s a quien se dirige la oferta. Pero, ¿el ejército puede ser atractivo? Pues si, el francés lo es: buenos sueldos, prestigio. Comunión con la potente idea de estado-nación de Francia, "la grandeur...". Nadie se cuestiona el ejército en Francia. Lo militar es una profesión más. Igualito que en España, donde la historia es una losa en el imaginario colectivo. Curas y militares. Aún estarían fracasando en eso del voluntariado especial si no fuera por la intervención en Bosnia. Bosnia es su mejor carta. De ahí que tengamos cascos azules hasta en la sopa. ¿El paro? También. Pero, con todo, tienen que reclutar 15.000 por año para cumplir el programa y este año, de momento, no se han atrevido a pasar de los 3.000.

Gasto militar.

El presupuesto es la clave principal. El gasto militar francés es uno de los mayores del mundo. No en vano lleva décadas por encima del 3% del PNB. El equipamiento militar es moderno y el armamento es irreprochable. Francia acaba de reeditar su poderío nuclear. Su mejor argumento para defender los "intereses nacionales" (¿se ve ahora la relación entre lo de Mururoa y el fin de la mili?). En resumidas cuentas, la profesionalización total les sirve para deshacerse de una mili caduca y además se ahorran el dinero que les cuesta. Y todos contentos.

Un pelín diferente lo nuestro. El actual gasto militar español (1.6% del PNB desde 1984) no llega ni para conservar lo que hay. La cruda realidad. El Gobierno esta comprando las nuevas fragatas y tanques a crédito, amortizables a partir del 2002. Así que para pagar los sueldos de los nuevos soldados (que cobran, por otra parte, la mitad que en Francia), asumir el coste del nuevo armamento, hacer más maniobras, etc., hay que incrementar sustancialmente e1 gasto militar, multiplicarlo por dos según el PP. ¿Está la opinión pública dispuesta a sufrir recortes en otros capítulos del presupuesto, todo para "no ser diferentes de los países de nuestro entorno"?

Precipitación

Suma y sigue. Aznar no parece haber previsto que su anuncio electoral del fin de la mili ponía en marcha la operación "tonto el último". La objeción, recursos y otras filigranas redujeron a la mitad el plazo previsto tanto en Bélgica como en Holanda, dos años en vez de cuatro. Hoy tienen dificultades para completar la tropa profesional. Chirac ha decidido no hacer mas llamamientos y salvar el tipo con los que ahora tienen mas de diecisiete años. También sabe que, al igual que EEUU y Gran Bretaña en su día, tendrá problemas con el reclutamiento voluntario. Lo ha tenido en cuenta. Más aún, estamos hablando de países (Francia, Bélgica y Holanda) donde nadie se cuestionaba el reclutamiento forzoso y donde la objeción de conciencia era marginal, un 2% en el país vecino. La insumisión, inexistente. Los datos de aquí son de sobra conocidos.

En resumidas cuentas, todo apunta a que Chirac se va a salir con la suya y todo parece confirmar que Aznar ha metido la pata. El PSOE se lo montaba mejor, aguantar todo lo que se pueda mientras se va apuntalando la profesionalización. Y el PP se ha dado cuenta: las declaraciones de Serra son una marcha atrás, que si se ampliara el plazo, que si hay que estudiarlo mejor... Es decir, que de lo que dije, dije Diego. Pero el mal está hecho. Hoy la hipótesis más probable es que el Ejército español se quede sin soldados de aquí a tres o cuatro años a lo sumo. Antes, si conseguimos comunicar esta previsión.

Y ahora, díganme, ¿quién le ha obligado al PP a precipitarse, a arriesgarse a sufrir lo que hoy es un fracaso anunciado, a decidir la profesionalización sin un mal estudio previo de viabilidad? ¿Acaso Martínez Inglés o Herrero Brasas como ellos mismos se autoatribuyen? ¿Acaso las propuestas de nuestros amigos pacifistas de lo posible? ¿Quién ha conseguido que la abolición de la conscripción se convierta en un debate público, entre en la agenda política, y muestre su rentabilidad electoral? ¿Quién ha forzado tantas decisiones administrativas para combatir la deslegitimación de lo militar, clave de cualquier reforma de las Fuerzas Armadas? ¿Quién ha entorpecido el funcionamiento normalizado de la Prestación Sustitutoria, abriendo así una vía de escape a la mili? ¿Quién ha alimentado el conflicto desde que eclosionó públicamente en 1989? ¿Quién ha protagonizado el conflicto? Camaradas, sin insumisión seguiríamos teniendo mili hasta el 2020, por lo menos. O nos pasaría como en Bélgica, Holanda y Francia, que tendríamos que cerrar el chiringuito porque no pintamos nada en esta movida. No es el caso, afortunadamente.

Las cosas cambian

Aclarada la duda, espero, pasemos a la angustia. Hay quien lamenta el protagonismo y la eficacia de la insumisión para acabar con la mili porque, dice, va a redundar en un fortalecimiento de lo militar. Es posible. Pero también es posible lo contrario. El mejor momento para intervenir es, textualmente, cuando las cosas cambian. Es evidente que ell@s quieren construir una fortaleza militar más alta, más resistente y más bonita, con puerta blindada electrónica incluida, que sustituya a la obsoleta y magullada realidad de hoy. Este proyecto es una invitación para que l@s fatalistas confirmen sus augurios. Pero para convertirlo en realidad tienen que quitar la puerta y desmontar parte de la fortaleza actual. Lo que es una invitación para que los realistas metamos mano, codo, pie, nariz y lo que haga falta.

Por lo tanto, cambiemos el chip. Esta crisis multiplica nuestras posibilidades de interferir, influir, hacer daño, condicionar el futuro del Ejército. Y es muy probable que mañana no tengamos una coyuntura más favorable para el trabajo antimilitarista. Más aún, no es nada descabellado pensar que es "la oportunidad" de nuestra vida. Que la coyuntura actual es al trabajo antiejército lo que la puesta en marcha de la Ley Orgánica de Objeción de Conciencia fue al trabajo anticonscripción.

Es el momento de elevar la voz y reiterar nuestra plática de progresiva desaparición del Ejército, de los ejércitos. En el contexto de crisis actual (sin ir más lejos, el título del curso de Defensa de este verano era "reinventar la defensa"), este pregón, antes una utopía y nada más, ahora es algo viable a largo plazo (hay países donde ya es un proyecto a medio plazo), una posibilidad a tener en cuenta. Y frente a frente quedan su propuesta de un ejército profesional y nuestra alternativa de abolirlo. Así lo presentan ellos, militares y gobernantes. Y a lo tonto, haciendo de extremo izquierdo, vamos ayudando al personal a preferir la vía intermedia, por ejemplo un redimensionamiento de las Fuerzas Armadas a, digamos, 30.000 ó 40.000 efectivos. Y pasito a pasito...

La propuesta es embarcarnos en una guerra de desgaste, con resultados a medio plazo. Se trata de promover tantas líneas de acción como debilidades tiene el plan gubernamental siguiendo el principio de aumentar los costes de cada capítulo hasta que el montante total sea insoluble. Adrenalina a tope: "pero, pero, pero si con el plante no...". La angustia aparece de nuevo, paralizando ahora a quien se siente pequeño, sin energías, ante semejante desafío. Un plan demasiado ambicioso, dicen. Y sonrío. He vivido esto antes. La insumisión también era un desafío imposible y aquí estamos, más fuertes que en los ochenta.

No nos confundamos, nuestra fuerza no es el número de insumisos que hacen plante o que hacen suyas las decisiones más arriesgadas. Tenemos que darnos cuenta de que el contrario ha aprendido a zafarse de nuestras apuestas a una carta y de que estamos atrapados en ese tornillo sin fin que es pivotar sobre la represión, cada vez más invisible.

Nuestra fuerza es nuestra habilidad para acercar lo imposible jugando a lo posible con nuestr@s compañer@s de viaje. La insumisión es el mejor ejemplo de que sabemos hacerlo muy bien. Y nuestro mejor capital, además de nuestra capacidad para organizar una desobediencia civil, es nuestra autenticidad, nuestra credibilidad. Se puede confiar en nosotr@s. Así que disfrutamos de una posición envidiable para convencer y facilitar esta campaña multiforme, global. Nadie más puede hacerlo.

Un pequeño esbozo

Está lo del gasto militar. Buen espacio para los sindicatos, l@s defensor@s de las pensiones, la sanidad y la educación públicas, las gentes que trabajan la exclusión social, etc. El sentido común está de su/nuestra parte. Las gentes del 0,7% y más, de la solidaridad internacional y el comercio justo pueden meter mano a la producción y comercio de armamento, otro de los pilares del Ejército del futuro. L@s ecologistas pueden dar caña a los campos de tiro y las maniobras e instalaciones militares son terreno abonado para ayuntamientos. Y el secreto y el control informativo (la guerra del futuro será ante todo una guerra de información; el Golfo y Bosnia no pasan de ser rudimentarios ejemplos) es terreno de periodistas y navegantes de Internet.

La Prestación Sustitutoria, sigue siendo clave en los planes del Gobierno, de momento mientras reclutan tropa profesional y después quien sabe, si les sale bien igual hacen como los alemanes. Pero su desbordamiento es fácil de aumentar, 300.000 pendientes todavía y la mili se puede acabar en tres años; correr la voz es labor, entre otros, de las oficinas de información y consejos de juventud. Desde sus mayores, los partidos políticos, se presiona para que el fin oficial de la mili no se demore, que lo prometido es deuda. Y mientras, el reclutamiento de tropa profesional bien merece un control a cara de perro para que no haya engaños como en EEUU, una exigencia de sueldo digno, etcétera; para eso están las oficinas del defensor del soldado.

Por otro lado, ya es hora de que el Ejército dé la cara y deje de esconderse detrás del Gobierno y l@s jueces: pongamos nuevamente la pelota en su tejado. Que nos llegue la realidad profunda de lo militar. Se palpe su autoritarismo, su incompetencia y su corrupción. Buscarles las cosquillas y evidenciar su parasitismo social es cosa nuestra; mejor sin militares. Ello incluye entrar a saco en lo de Bosnia y la intervención "humanitaria", que es nuestro ta1ón de Aquiles (¿para cuando un debate a fondo?) y su ba1ón de oxígeno; hay mucha basura oculta que las ONGs conocen de sobra.

Etcétera. ¿Vale como propuesta para los próximos diez o veinte años? Pues entremos a debatirla con todas las consecuencias. También las relativas a nuestra propia organización: nuestra posición de levadura para que todo cuaje y se mezcle bien, nos hará ser un poco menos organización de afectados por la conscripción y un poco mas red de gente decidida a desmilitarizar la sociedad. Hasta es posible que se pierda el nombre. Pero mejor eso que perder los papeles, como les ha pasado a nuestr@s amig@s ingles@s: "Hoy en día no se puede decir nada en contra del Ejército; nuestros chicos en el Golfo, nuestros chicos en las Malvinas... Verdaderamente disfrutan de una gran consideración. L@s antimilitaristas nunca nos hemos sentido tan aislad@s como ahora"...

Nota

1.- En Alemania el gobierno estudia implantar un Servicio Civil Obligatorio.

[Publicado en Mambrú, núm. 56, invierno de 1997]


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