Extractos del libro de Carlos M. Beristain
"LA INSUMISION ENCARCELADA"

Virus editorial, 1992. Barcelona. ISBN 84-88455-00-3.
  • Presentación.(Completa)
  • Primera parte.
  • La historia de tantas: Imágenes y testimonios de los insumisos en la cárcel.(Trozo)
  • La prisión militar.(Extractos)
  • La cárcel "civil".(Extractos)
  • Segunda parte.
  • Un año, cuatro meses y un día: mis primeros tres meses de cárcel.(Índice y trozo)
  • La insumisión en casa.(Solo presentación)
  • La experiencia de un grupo de apoyo.(Solo índice)
  • Historia de un entrenamiento sobre la cárcel.(Solo índice)
  • Desobediencia civil y cárcel: aportaciones de un debate compartido.(Completo)
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  • Presentación


    Este libro es una obra colectiva. En él se recogen los testimonios y experiencias de siete insumisos, también de algunos familiares y miembros de grupos de apoyo, que han estado en la cárcel por negarse a hacer la prestación sustitutoria o la mili, en los últimos dos años.

    La idea, o mejor la necesidad, de escribir esta historia surgió de la propia dinámica de preparación para enfrentar la cárcel, que se llevó a cabo en forma de entrenamientos dentro de la lucha de la insumisión. Esta historia es, por tanto, parte de esa lucha.

    Los procesos judiciales y las condenas posteriores han obligado a los insumisos, a las familias, a los grupos antimilitaristas y muchos colectivos y grupos sociales, a afrontar una realidad para muchos desconocida: la cárcel. En este libro, la voz de los insumisos presos es también un testigo de esa realidad.

    Pero este libro no es neutral: habla de los valores que tratamos de defender y vivir, en los que lo político y lo humano son dos aspectos de la misma vida, de la diversidad de experiencias personales y colectivas de la misma lucha. La experiencia y desafíos de estas personas, representan también la de otras muchas que en las últimas décadas han sufrido penas de cárcel en el Estado español por negarse a participar en el ejército.

    Pero la insumisión encarcelada es además un reflejo de los límites que trata de poner el sistema. Los límites de la ley y del castigo ejemplar que, en este caso concreto, criminaliza la lucha por la desmilitarización social.

    Nosotros no podemos aceptar esa criminalización, no le damos ese poder al Estado. Entendemos el poder como la capacidad de hacer y cambiar la propia vida, y por eso no esperamos. Si estuviéramos esperando a que cambiaran las leyes aún las mujeres no podrían votar, los obreros no habrían conquistado tantos derechos para todos, la ecología sería solo una asignatura de la universidad, no habría ni una sola ley ni derecho a la objeción de conciencia en el mundo, muchos países esperarían, como esperan otros, su autodeterminación, y los millones de muertos de hambre no cuestionarían este desorden mundial.

    Condena que algo queda.

    En los últimos dos años, y hasta la fecha (Nota: cifras de 1992), doce jóvenes han sido condenados por insumisión a penas de cárcel entre los 9 meses y los dos años y cuatro meses. Alguno ha sido absuelto. Globalmente sólo 4 de cada mil insumisos han sido juzgados y condenados.

    El gobierno por su parte, está empeñado en pedir, a través de las órdenes remitidas a los fiscales, las penas máximas para los insumisos juzgados. Igual conducta ha exigido para los delitos relacionados con bandas armadas y narcotráfico.

    Pero el problema no está sólo en el gobierno, ya que es un problema en el que están implicados además los poderes militar, judicial y legislativo.

    El estado no sabe qué hacer con los insumisos, cómo tapar esta brecha entre la sociedad y él mismo, ni las discrepancias entre algunos sectores del Estado. En los últimos meses ha surgido un debate incluso entre esos sectores, a partir de la lectura 'ligth' de la ley que han hecho algunos jueces y fiscales para superar su propia contradicción, por lo que consideran desproporcionado o bien completamente absurdo.

    La huida hacia adelante consiste en reafirmar el poder del Estado por encima de todo, y criminalizar y castigar la discrepancia. El objetivo es que el castigo sea ejemplar, y esto quiere decir aquí dos cosas. Por una parte, que disuada a otros de seguir la misma acción, porque esa desobediencia cuestiona las bases y el propio ejercicio del poder de coacción del Estado. Por la otra, ejemplar quiere decir en este caso que es selectiva, que se eligen algunos insumisos para ser castigados delante de los otros y de toda la sociedad. El castigo es así público y su función claramente simbólica.

    Desde este planteamiento, las personas que han dado el paso de mantener su propia coherencia frente a la exigencia de la conscripción, cometen según el Estado, un delito. Por lo tanto, se recurre a la vía judicial y penal para intimidar a todo un sector social frente a una conducta que considera peligrosa.

    Se opta por la vía judicial para resolver un problema político y para ello se escuda en la razón de la ley. Pero la ley es aquí solo el escudo del Estado. La razón es de los insumisos.

    La razón del disparate.

    En el Estado español hay unos tres mil insumisos (Nota: cifra del 92, hasta agosto del 94 eran exactamente 10.746) al militar (quitemos lo de "servicio") y a la prestación que lo sustituye.

    Si la respuesta a este fenómeno social fuera la aplicación de la ley existente, nos encontrariamos con que habría 3000 (Nota: en agosto del 94 habría 10.746) presos más en las cárceles españolas, es decir, casi un 10 % de los presos que hay actualmente (Nota: en 1992). La insumisión sería, en número de presos, el 3er tipo de delito, detrás de los robos y hurtos y los delitos contra la salud pública.

    La pena que el gobierno quiere aplicar a los insumisos es la máxima contemplada en la legislación: 2 años 5 meses y un día. Esto supondrá que la juventud deberá pagar al Estado español una factura de 7.000 años de cárcel (Nota: contando una pena de 2 años-4 meses-1 dia, en agosto del 94 la factura subía a 25.074 años de cárcel) por su negativa a aceptar la prestación militar y la prestación sustitutoria.

    Como por cada insumiso hay 4 personas autoinculpadas de incitarle y apoyarle en su "delito", y por tanto -según el código penal- cómplices y agentes del mismo, el monto de la factura social sería de 28.000 años (Nota: 100.296 años en agosto del 94) más los 7.000 anteriores. Total 35.000 años de cárcel (Nota: 125.370 años en agosto del 94). Los presos por delito de insumisión serían entonces 12.000 personas (Nota: 53.730 personas en agosto del 94), es decir, la tercera parte de los/as presos/as totales.

    Tiene razón una ley así ?

    La deslegitimación deslegitimada.

    Durante muchos años, los objetores y gentes del movimiento antimilitarista, hemos conocido los tribunales militares, los consejos de guerra, las prisiones militares. Ahora también los tribunales y cárceles "civiles". El objetivo que el estado pretende con este cambio no es, sin embargo, disminuir el poder militar, sino neutralizar la acción antimilitarista y diluirla en un sistema judicial-penitenciario que tipifique el comportamiento desobediente como un delito más.

    Pero la insumisión encarcelada ha ganado fuerza y comprensión y lo único que se deslegitima es la respuesta penal y el sistema que la cárcel representa. De todo ello es testigo este libro, en la voz de sus protagonistas.


    Primera Parte.


    La historia de tantas: Imagenes y Testimonios de los Insumisos en la Carcel.

    (...) IV
    Los motivos por los que nos encarcelaron han vivido aquí con nosotros. Nos han ayudado a resistir. Y sobretodo han crecido y nos han ayudado a crecer. Pero ahora además tenemos otro, él que nos mueve a escribir para romper la invisibilidad de la cárcel, para abrir la conciencia a este olvido y al silencio que con ella nos quieren imponer. (...)

    La prisión militar.

    Por Fernando Egido y Quique Martínez

    En general la experiencia de cárcel, si no positiva, si fue interesante, aunque haya sido también en cierto sentido una experiencia dolorosa. Tengo la sensación de que me ha ayudado a conocer ciertas realidades mucho mejor y me ha aportado muchas cosas.

    Por una parte ha estado la experiencia política y la más individual, es decir, lo que me ha supuesto a nivel personal, psicológico. Aprendí que la libertad no está en los muros, sino dentro de nosotros/as mismos/as. Realmente uno empieza a perder su libertad no cuando está en una prisión sino cuando empieza a aceptar que está en prisión y empieza a obedecer. De alguna forma eso ha sido mi experiencia en prisión. (...)

    (...) Siempre podemos tener claro a nivel teórico que el militarismo nos controla, pero tal vez no lo vivimos de una forma muy inmediata y de alguna forma, el estar en prisión militar, supuso la experiencia de estar bajo el control de los militares. La prisión trata de que tú dependas para todo de lo militar. Todas las facetas de tu vida dependen de ellos: las relacciones, tu ropa, tu cepillo de dientes, ...todo depende de ellos.

  • Es un "sobrevenido" y le han dado entonces el trato "especial" que dan a los sobrevenidos que consiste en no pasarles una. En mi experiencia y lo que he visto en los demás, con los insumisos tratan de que no haya problemas, pero a los sobrevenidos los consideran desertores y les tratan con más rigor.
    A Carmelo, en cuanto se quitó el uniforme le llevaron a aislamiento, no le dejaban que nos viera ni siquiera en el patio. Le tuvieron en calzoncillos durante unos cuantos días, y estuvo al final mucho más tiempo en la cárcel que nosotros.

  • Tratan de imponer su autoridad, de hacernos ver que estamos bajo su control. Y nosotros tratamos de demostrarles que no. Cuando ven en cuestión su autoridad, tienen necesidad de reafirmarla. Constantemente dan órdenes absurdas, que no vienen a cuento y que nunca hubieran impuesto a un preso normal.
    Hoy un sargento no nos quería dejar hablar durante la comida, con el consabido argumento de "porque lo mando yo" pero no nos convenció. (...)
  • La cárcel "civil".

    Por Francisco Rojas Batres, Clemente García Domínguez, Antonio Oriol Vallés y Joseba Lazkano

    (...) Para mí, a supuesto, en primer lugar, conocer una realidad que desconocía y difícilmente imaginaba. Como supongo contaré más tarde, a supuesto descubrir un ámbito más de represión por parte del sistema y en su forma, tal vez, más cruda y dura. Una estructura más en la cual el militarismo es su más árido sentido, se torna en realidad y contra la cual creo que hay que articular formas de lucha. Por otra parte es duro rehuir el servicio militar para llegar aquí y encontrarse con las mismas actitudes y el mismo sistema de valores.(...)

  • El ser estudiante y el haber pasado seis años de mi vida estudiando una carrera, lo que supone muchas horas en una habitacion día tras día, crea mucha templanza en uno mismo y enseña que el tiempo es relativo, qué son dos o tres meses en toda una vida si lo que pretendes es un objetivo que consideras bueno para ti mismo?. Intentas pensar en positivo y simplemente sacar provecho a tus limitaciones, hacer cosas que te satisfagan, aceptar la situación. Y mientras el tiempo transcurre fuera sin ti, intentas prepararte para reengancharte al mundo lo más fuerte y enriquecido posible.
    Creo que cuando salga, esta experiencia habrá supuesto para mi un mayor conocimiento de mí mismo, un tiempo en el que espero no cambie mucho el mundo, un mayor conocimiento del planteamiento antimilitarista y, en general, una larga reflexión sobre la vida.
    Seguramente cambiará mi vida por un tiempo. Los valores que la rijan, habrán cambiado su posición en mi escala moral: el amor, la amistad, la coherencia, la libertad sin duda variarán su valor.

  • Antes de la presentación, hicimos un encierro. Durante ese fin de semana trataron de detenerme. Yo me tuve que esconder, y no quería esconderme de nadie.
    No podía estar tranquilo, se me aceleraba el corazón. Me notaba en tensión, pero sin un origen en concreto. Sentí mucho apoyo esos días. Tengo muy buen recuerdo de su apoyo, pero no recuerdo sus rostros y ahora me gustaría devolverles el abrazo.
    Fuimos de la Facultad al Juzgado. También tengo un mal recuerdo, el peor de todos. Mi padre venía a mi lado. Al llegar al Juzgado dos policías se metieron con mis padres:
    - Quítese viejo!.

  • Ayer fue la presentación. Fuimos al Gobierno militar, y durante el camino me quisieron detener. Hubo muchos palos por parte de la policía y cuando me detuvieron la gente se sentó alrededor del coche. Toda la situación que se dio es bastante representativa del trabajo y de la lucha que estamos haciendo.

  • (...)Llegamos a la cárcel. Es un pedazo de edificio viejo y cutre. De repente la idea de la carcel tiene imagen y esta habla bastante de lo que es. Me cuestan mucho todos estos cambios continuos, la comisaría, la conducción, ahora esto. Aquí uno empieza a saber lo que es sentirse solo.(...)

  • (...)Desde que estoy aquí me he encontrado tres tipos de funcionarios. Un grupo de ellos entiende que no es justo que esté aquí y me tratan como una persona, el trato es normal. Otros me tratan como a cualquier otro preso, con todas las distancias, con todas las precauciones, pero son los menos. Otro grupo de funcionarios te hacen saber que no están de acuerdo con tu opción y que tienen derecho a machacarte: si has entrado aquí, por algo será, no serás un niño bueno, las leyes están para cumplirlas y tú te las saltas...

  • - Y tú tío, por qué estás aquí?
    - Pues ya ves, por no querer hacer la mili.
    Se ríen, se ríen mucho.
    - Que estás en el talego por no hacer la mili? Venga tío... Pues yo no he hecho la mili.
    - Ni yo.
    - Ni yo... -dijeron unos cuantos-.
    - Y desde luego no nos han metido en el talego por eso. Nos hemos buscado la vida.
    - Bueno, está bien, pero yo quiero que eso cambie, que no haya mili, que no haya ejército, y entonces me he negado a ir.

    Esa es su primera reacción

  • Hoy estaban unos cuantos presos hablando en la galería:
    - Es por sus ideas -decia uno-.
    Y a mí hay algo que me recorre por dentro. Los presos me tienen en palmitas. Hay una relación mutua de respeto y apoyo.

    Esa es la otra reación.

  • - Hola!
    - Hola!
    - Tu eres el insumiso, no?. Yo soy el maestro.
    Estoy de acuerdo con eso de no hacer la mili, y es una putada esto de la carcel. Tu no tendrías que estar aquí.
    Hoy hemos vuelto a hablar, pero yo ya no quería charlar de la insumisión, sino de la cárcel, y tampoco de mí sino de él, y de otros como él que deberían de hacer un montón de cosas por los presos y sin embargo son personas pasivas.

  • Hay veces que uno piensa que está aquí solo. Luego piensas en la gente cercana, y te das cuenta de que no. Y luego, hay otras veces que te das cuenta de que están también los que no salen en los periódicos, a los que nunca se les escucha su palabra no dicha que es tambien un silencio no escuchado.
    Los conceptos de pueblo o gente, a estas alturas olvidados o pasados de moda, de repente tienen cuerpo en algunos rostros que no conoces. Hoy una mujer me ha escrito diciendo: soy la madre de un chico que se está pensando eso de la insumisión. Ayer recibí otra carta: soy una chica de trece años que te escribo para darte ánimos... y yo me hablando y me reafirmo.
    Estas cartas me llenan de lo único que llena. Esa gente inesperada que incluso un día que piensas que no está y sin embargo luego está ahí, me llena de esperanza.

  • Por qué a unos les clasifican en tercer grado y a otros no, si a ambos les corresponde según la ley?
    Por qué se recurre siempre a la sanción, al autoritarismo?
    Por qué no se respetan los derechos de los presos?
    Están jugando con la libertad de otros, están machacando a algunas personas.
    Yo iba tejiendo mis preguntas y recogiendo experiencias de otros presos que me habían dado permiso para plantearselas al Director. El Director me enviaba globos sonda. Un funcionario me decia: él quiere hablar contigo. Y otro día: tiene mucho interés...
    Y yo esperaba y tejía las críticas, pero claro él no llamó.

  • Poder salir a la calle.
    Han pasado cuatro meses. La primera tarde no quiero salir. Hoy he ido a dar un paseo. Tenía ganas de ir a casa tranquilo. La gente de fuera había preparado una movida en la calle, pero a mí me pilló de improviso, fue un cambio muy brusco.
    De repente las distancias se me desbarataron. Todo me parecía muy lejos. Miraba al horizonte ensimismado. Tenía ganas de ir a casa, pero había olvidado el camino. A veces el olvido es un mecanismo de defensa.

  • Mi hermana me dice:
    - Ahora escapas de todo el mundo.
    - Yo ?
    - Sí, tú. Ayer hemos venido a verte y no estabas. Hoy hemos venido a tu casa y has escapado como un cohete...
    Y yo pienso que necesito tiempo. Que aún tengo que darme cuenta de que empiezo a estar fuera. Que tengo que buscar de nuevo mi sitio.
    Estos días pienso en lo que aún me queda por pasar: que voy a ser yo cuando termine la prisión ? Y me respondo: quiero ser el de antes. Y tengo miedo a no ser el de antes.

  • Segunda parte.


    De vuelta
    Nadie se atreve a hablar. O mejor, todo el mundo habla para no hablar. Me doy cuenta de que a la gente le da miedo preguntarme cómo he vivido toda esta historia. Hay interés en apoyarme, pero creo que no saben muy bien cómo. Y yo, que ahora me doy cuenta de esto, cuento cosas y más cosas como se cuentan batallitas.
    Hasta ahora no ha habido el espacio para compartir todo esto, ni para evaluar, porque ha estado siempre entre todo lo demás, en un pasillo, en un ya me imagino, en un qué tal.

    Un año, cuatro meses y un dia: mis primeros tres meses de carcel.

    Por Joseba. Iruñea 1992

  • La detención.
  • La entrada: la cárcel por dentro.
  • Montártelo dentro: Adaptarse para sobrevivir.Afirmarte para vivir.
  • La relación con los otros presos.
  • Los funcionarios y la institución.
  • Mi verbo preferido: comunicar. (Completo)
    Otra cosa que es de gran ayuda es el contacto con el exterior: cartas, escribir para seguir manteniendo el contacto y poder desahogar tus agobios... y que los que escriban sepan qué contarte; visitas; vis a vis; el poco teléfono que dejan; visitas del abogado; y en mi caso un espació radiofonico diario de cinco minutos por parte de la gente del grupo de Iruñea, etc. Es imprescindible mantener el contacto con tu mundo, la rotura del aislamiento es vital.
    Las visitas son algo inportantísimo, y junto con los telegramas suponen el más inmediato contacto con el mundo que has dejado fuera. En las visitas yo me esforzaba en mostrar que estaba bien, que era fuerte, que no había por qué preocuparse. Consideraba importante que mis familiares y amigos, además de mi pareja, no dramatizaran demasiado el tema ni se montaran historias raras, ya que además no estaba tan mal.
  • El tercer grado.
  • La familia.
  • El grupo antimilitarista. El grupo de apoyo.
  • Cuando el entrenamiento no es deporte.
  • La insumisión en casa.

    Entrevista con Aurelia Quesada y Miguel García. Cartagena 25 de Junio de 1992.

    Las mujeres nos enseñaron que los sentimientos y la política van más juntos de lo que pensábamos. Los presos y presas saben que sus familias comparten la pena de cárcel. Esta entrevista cuenta lo que viven los padres y madres de uno y tantos insumisos.

    La experiencia de un grupo de apoyo.

    Entrevista con Tomas Sancho. Zaragoza, mayo 1992.

  • Cómo se creó el grupo.
  • Antes de la detención.
  • La detención.
  • Después de la detención.
  • La asamblea ciudadana.
  • El funcionamiento del grupo.
  • La relación con la familia.
  • Los apoyos.
  • El futuro.
  • Historia de un entrenamiento sobre la cárcel.

    Madrid, 25 y 26 de enero, 1992.

    El entrenamiento se planteó como un espacio de encuentro de los insumisos de distintos grupos antimilitaristas, que ya han sido juzgados o que tienen juicios próximamente. En él se trató de aclarar dudas, compartir experiencias, plantear estrategias de resistencia y mejorar la preparación de cara a la experiencia de cárcel.

    Sabado 25

  • Resistencia individual y colectiva frente a la cárcel.
  • 1.Tener claro por qué se está ahí.
  • 2.Mantener una postura activa.
  • 3.Conocer los métodos y la dinámica de la cárcel.
  • 4.Preservar la autonomía.
  • 5.Afirmar otra realidad.
  • 6.Afrontar el miedo.
  • Domingo 26.
  • Relación con los funcionarios.
  • Relación con los otros presos.
  • Relación con otros insumisos presos.
  • Comunicación con familia / g. de apoyo.
  • Evaluación del entrenamiento.
  • Desobediencia civil y cárcel: aportaciones de un debate compartido.

    Por Clemente García Domínguez, Antonio Oriol Vallés, Fernando Egido y Antonio García Quesada.18 de julio de 1992.
  • 1.Consecuencias a nivel personal de la cárcel.

    La influencia que está teniendo la cárcel en los insumisos presos, depende de la cárcel en concreto, ya que cada una es distinta, de las características y situación personal, así como del grado de apoyo exterior. Todas estas variables mediatizan la vivencia de la experiencia de cárcel.
    Creemos que es necesario que los insumisos presos midan los pasos a dar y el grado de confrontación o implicación que pueden mantener. Es muy importante que la experiencia de carcel no queme a las personas, y ya que la prisión está pensada para eso, que los insumisos y sus grupos de referencia actúen de forma que se disminuya ese impacto.
    Hemos conocido algunos casos de personas las que, especialmente en la condición de preventivo y en las cárceles militares, la carcel les ha afectado y se han desmovilizado posteriormente. En esta cuestión han influido al menos estas tres cuestiones: gente que no tenía claro el tema de la cárcel; otros que tuvieron poco apoyo exterior, en una situación en la que tal vez se habían idealizado las posibilidades de movilización; y la necesidad que todos tenemos, posteriormente, de tener tiempo para reintegrar la experiencia de cárcel en nuestra vida.
    Respecto a los insumisos presos hemos observado en nuestra propia experiencia, un riesgo de autopercepción como el "centro" del mundo, y esta percepción aunque sea normal dada la situación de inseguridad y aislamiento de la carcel, puede mediatizar la relación con la gente y la interpretación de lo que se está haciendo fuera.
    En una situación así es posible que el preso eche mano de justificaciones ("yo estoy preso...") y que aumente su postura crítica respecto afuera, sin tener en cuenta el contexto que se da en el exterior. Por nuestra parte, hemos observado desde el exterior, en algunas ocasiones, una sobreprotección respecto al preso, que nos desplaza e impide una mejor valoración de la realidad.
    La necesidad humana de sentir una valoración positiva de nuestra postura está también relacionada con lo que se haga en el exterior. El insumiso preso necesita recursos, para afrontar la historia a nivel personal, que le permita una vivencia positiva, aunque dura, de la experiencia. Desde dentro, uno se hace siempre la pregunta del sentido o rentabilidad de nuestra postura y la respuesta es, en este caso, personal y colectiva. Y son también los recursos personales y colectivos, los que tienen que hacer frente a esta experiencia.

  • 2.Consecuencias a nivel de movimiento.

    Creemos que la experiencia de carcel está siendo útil para ampliar el horizonte de la lucha antimilitarista. Le está dando más coherencia y amplitud, ya que no se trata sólo de luchar por la libertad de los insumisos, sino de hacer una crítica de la carcel como sistema militarista.
    En este sentido se ha avanzado algo en la estrategia de la insumisión: hay un aumento de sensibilidad, aunque muchas veces sea sólo a nivel local, frente al tema de la carcel y la situación de los presos y presas. Esta situación ha sufrido también un cambio, desde la condición de preventivos a condenados que se han dado en este tiempo, y han cambiado también la postura dentro y la propia vivencia de la cárcel.
    La limitación de los derechos y la arbitrariedad de la carcel, se está conociendo un poco más en el exterior a partir de la experiencia de los insumisos en prisión. Esto está contribuyendo a que se conozca mejor la situación de los presos/as y a que aumente la crítica social a la carcel.
    La represión selectiva que se está sufriendo está dirigida a producir cansancio en la lucha. Nosotros tenemos también la sensación de un cierto estancamiento, una focalización en lo judicial, y una falta de debate, que vienen dadas por la propia situación y las respuestas que están siendo más bien locales.
    La carcél está suponiendo un desafío para el movimiento antimilitarista y para otros muchos grupos. Ese desafío ha contribuido a eliminar debates superfluos, excesivamente ideologizados o puntillosos, y ha servido para aclarar posturas.
    Se ha pasado también de unos primeros momentos de apoyo selectivo -cada grupo a "sus" presos-, a un apoyo más global y positivo. A nivel personal desde dentro hemos visto también la estupidez de sentirse "de un grupo" y la necesidad de una amplitud de miras en el trabajo antimilitarista. Es positivo favorecer la interrelación de los grupos y una visión más amplia y compleja de la sociedad.
    Pero esos desafíos que plantea la cárcel son distintos para el propio preso, para la gente que apoya, y para el movimiento. A veces estas diferencias llevan a incomprensiones respecto a las posturas mantenidas, a no ver otras realidades, o incluso a una vivencia de que en algunas cosas se vuelve para atrás y que cosas que se pensaba que estaban claras, a la hora de la verdad no lo están tanto.
    La gente se ha movilizado en favor de la insumisión, y los movimientos se han activado mucho localmente, aunque posteriormente el grado de implicación haya sido el mismo. Esta situación no es sólo, ni fundamentalmente, propia de la insumisión, sino del contexto social que, salvo en algunos lugares, es poco participativo.
    Creemos que es importante aprovechar y profundizar en la brecha abierta por la insumisión y evitar una cierta tendencia a lamentarse de que se pierde contenido o una focalización en los problemas: se han abierto muchas perspectivas y es nuestra tarea afrontar esta nueva realidad de forma constructiva.

  • 3.La insumisión encarcelada en la sociedad.

    La cárcel ha puesto en cuestión la respuesta el Estado de la insumisión. Esta ha cobrado un protagonismo social mayor, y ha aumentado en los últimos años la comprensión hacia nuestra actitud y los motivos que nos mueven. En la actualidad, hay una mayor reivindicación social de la insumisión, de sus valores.
    Los intentos, por parte del Estado, de criminalizar la insumisión no han resultado, y a las contradicciones generadas, hay que añadir las que existen dentro de los propios sectores del Estado y la política institucional. Esas contradicciones están empezando a plantearse también en el propio sistema penitenciario, dada la actitud crítica y de favorecer el conocimiento social de la carcel que tratamos de mantener. Esta crítica cuestiona el propio sistema penitenciario, y es coherente y enriquecedor a nivel político y humano.
    La insumisión no ha sido tampoco encuadrable dentro de un partido o grupo político, y esto es algo que la gente ha percibido. Esta transversalidad de nuestra postura favorece la implicación de distintas personas y grupos sociales, así como la comprensión de los horizontes de la lucha.
    Ya que no ha podido disminuir la conciencia social favorable a la insumisión, el Estado trata ahora de disminuir el número de insumisos con algunas medidas legales y judiciales. La cárcel es utilizada entonces como elemento que transmita la imagen de que existe una penalización grave de la insumisión, y que esto haga que los jóvenes tengan miedo. A veces nuestra propia experiencia de cárcel puede ayudar a potenciar esa función simbólica que tenemos que tratar de relevar.
    Observamos una utilización o derivación de la crítica al reclutamiento forzoso hacia una tendencia en boga que pregona el ejército profesional. Creemos que, en este sentido, hay que dar pasos más adelante que cuestionen a nivel social este ejército y planteen otras alternativas y críticas al modelo y planteamiento de la "defensa" militar.
    La lucha antimilitarista se encuentra ahora con algunos desafíos, para introducir elementos de cambio en su propia práctica, a partir de lo aprendido y las perspectivas abiertas en estos años. Estos desafíos incluyen la necesidad de ampliar el discurso, de involucrar a gente nueva, y de innovar las acciones y formas organizativas.

  • 4.Nuestro análisis de la cárcel.

    La experiencia de la cárcel nos ha dado la oportunidad de conocer mejor esa realidad y la función que está cumpliendo en esta sociedad. El militarismo se ve más globalmente desde la cárcel, porque ésta es también una institución emblemática del militarismo en la sociedad: en las relaciones que están establecidas, en la función que cumple, y en los valores por los que se rije y trata de inculcar.
    Hay muchas cuestiones que reflejan esta realidad: la división en grados que son una especie de estratos sociales dentro de la cárcel; los presos con categoría de semifuncionarios; la estructura de la cárcel que es una especie de mini-Estado; la dependencia absoluta del preso con respecto a la institución; el funcionamiento jerárquico en el que el Director es el vértice de una pirámide en la que tiene el poder absoluto; la prepotencia y provocación de algunos funcionarios y la demostración continua de poder sobre ti; la obediencia ciega, la uniformización, la búsqueda de salidas individuales que se trata de inculcar; la indefensión del preso frente a la Junta de Régimen; la arbitrariedad en la aplicación de la ley, etc.
    Todas estas cuestiones son parte de la realidad que hemos vivido. En la carcel tampoco hay posibilidad de disidencia dentro de los que participan en la institución, todas las sanciones se ponen por unanimidad. Frente al discurso de la reinserción social y el tratamiento que se debe dar en la cárcel, nosotros hemos visto que las medidas de régimen, la seguridad y la disciplina establecida, priman sobre cualquier medida asistencial e incluso sobre la propia legalidad. Si reivindicas un derecho, en contra de la opinión de un funcionario o la cárcel, prima su valoración negativa de tu comportamiento como desobediencia sobre la reivindicación que haces de tus derechos. La única defensa que tienen los presos en la cárcel es externa, depende de la voluntad y criterios del Juez de Vigilancia, que en ocasiones es garantía y en otras muchas no.
    La cárcel utiliza unos sistemas de control interno que son muy sutiles pero más "efectivos", y se han ido modernizando los sistemas de control, que funcionan para el mismo fin. En ésto, cárcel y ejército se parecen bastante, son dos instituciones que se complementan y se rijen por normas y valores muy similares.
    El tratamiento penitenciario sencillamente no existe: no interviene para facilitar la resocialización, no estimula un cambio. La actuación de los Equipos de Tratamiento es más bien inquisitoria o informativa, pero en general no educativa o facilitadora de esa integración. La única integración que existe es la adaptación al propio medio carcelario, con lo que en vez de una acción resocializadora, que en nuestro caso tampoco tendría ningún sentido, prima el aprender a evitar el castigo y la adopción de conductas ficticias.
    Estar presos nos ha ayudado a conocer desde dentro cuales son las funciones que está cumpliendo la cárcel: la dosificación y reproducción de un tipo de delincuencia (delincuencia convencional); la generación de un estigma, que lleva a la gente a adquirir una nueva identidad de preso-delincuente; el círculo de la marginación y "droga" que en la cárcel se cierra y reproduce.
    Todas estas cuestiones llevan a poner más abismos donde debería de haber puentes. La cárcel tiene la función de proteger a la sociedad frente a lo que considera que amenaza, frente al comportamiento desviado y frente a la disidencia. En nuestro caso, los motivos que nos llevaron a la carcel son distintos a la mayoria de los presos, que tienen una causa económica, pero en los dos casos hay una ruptura con lo establecido. Frente a la disidencia política, la cárcel es el emblema de miedo como forma de control.
    Socialmente la imagen que tiene la cárcel está en relación al discurso de la seguridad, pero nosotros tenemos que contribuir a criticar esa falacia: el creciente número de presos no genera más seguridad y la reinserción social no se facilita sino que se hace mucho más dificil. La cárcel es el ambíto de la exclusión social y aunque es dificil que este mensaje cale en la gente, nuestra experiencia y paso por la cárcel tiene que servir para cuestionarlo.

  • 5.Nuestra postura frente a la cárcel.

    No podemos pasar por la cárcel de puntillas, entrando casi como presos "de confianza" o convertirnos en una élite de presos de lujo. La solidaridad pasa aquí por el trabajo con los que más necesitan de ella, los que sufren la arbitrariedad y la ilegalidad de la cárcel. Tenemos que tratar de asumir esa realidad en nuestra propia práctica.
    En la relación con los otros presos es importante valorar los efectos de la denuncia que se puede hacer fuera, manteniendo unos criterios claros y una actitud de escucha, apoyo y ánimo en la reivindicación de sus derechos. Desde el principio es importante conquistar tu espacio vital, en el que, siendo uno más, mantengas tu propia identidad como persona y en relación al resto de los presos.
    La cárcel no trata de "reinsertarnos", sino de castigarnos por nuestra postura e intimidar a otros para que no ejerzan su opción. Pero creemos que no podemos quedarnos sólo en cuestionar el tratamiento penitenciario respecto a nosotros, sino tambien en relación al resto de los presos. Es un problema más estructural de la cárcel y no solo coyuntural en relación a los insumisos.
    En estos procesos creemos que hay que facilitar la comunicación con el exterior y con otros grupos que trabajan respecto a la problemática social de la marginación, de forma que las denuncias o reivindicaciones puedan apoyarse a partir de la estancia dentro de insumisos.
    Respecto a la cárcel, hay que tratar de abrir procedimientos judiciales que apoyen conquistas básicas, reivindicando el cumplimiento de la legalidad y los derechos, de forma que se puedan ir abriendo espacios de libertad frente a la tendencia asfixiante de la propia institución. En este sentido, es importante valorar y definir las posibilidades de desobediencia, en la conquista de esos espacios que reafirmen nuestra posición como personas, y limitando los efectos o castigos duros de la cárcel. Para buscar y abrir esos espacios, puede ser útil la discusión y contraste de nuestras experiencias en el propio movimiento, de forma que se conviertan en puntos de referencia para nuestra acción.
    Por último, es importante valorar aspectos positivos o negativos de los beneficios penitenciarios y Tercer Grado. Para ello hay que valorar la situación personal, la situación exterior, y el impacto político que debe tener nuestra estancia en la cárcel, teniendo claro en todo momento un compromiso básico, como hemos planteado antes. No creemos que se puede plantear la postura frente a estas cuestiones, como un liston a superar o una imagen a imitar. Es importante integrar las distintas experiencias y desafíos que la cárcel nos está planteando, dentro de una misma opción de lucha antimilitarista.


  • El libro:


    Estos textos estan extraidos de la primera edición, Septiembre de 1992 del libro
    LA INSUMISION ENCARCELADA de Carlos M. Beristain.

    Virus Editorial,1992
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    Tlf/fax: 93 / 329 06 43
    I.S.B.N.:84-88455-00-3
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    Puedes pedirlo en la editorial,librerias o en el MOC-València.