La paciencia del Ejército


Juan José MILLÁS

[Publicado en Diario de Ibiza el 9-12-98].

Digámoslo rápido: Un canalla como Dios manda no se hace en un día. Es preciso estudiar. Sin embargo, vivimos en un mundo en el que se valora por encima de todo el triunfo rápido, el ascenso vertiginoso, la eyaculación prematura. Ahí tienen a Miguel Ángel Rodríguez, que en apenas dos años ha logrado fracasar como secretario de Estado y como novelista. Ahora quiere hundirse también como director de una agencia que le han regalado sus protectores políticos. El afán de sufrimiento de este hombre no tiene límites, pero lo que más llama la atención es la velocidad con la que va de quebranto en quebranto. En ninguna desgracia profundiza: por eso no será nunca nadie, nada, aunque nade en la abundancia, que hoy por hoy cuesta su silencio. En este sentido, jamás nos cansaremos de ponderar las virtudes de la milicia. El Ejército sabe que un Miravete no se hace en un año ni en dos. Para construir un Miravete capaz de cargarse sin escrúpulos a un soldado de reemplazo hay que tener la constancia de un artesano, la tenacidad de un investigador, la firmeza de un monje. Ahora mismo nos acabamos de enterar de que a Paulino Pérez Ruiz, un cabo de la Primera Bandera de la Brigada Paracaidista, con sede en Alcalá de Henares, se le ha renovado el contrato pese a agredir sistemáticamente a los soldados que caen bajo sus manos o pezuñas propiamente dichas. Este cabo ha sido denunciado por golpear con el Cetme a sus subordinados o súbditos, para ser exactos. A veces utiliza los puños también, pero no renuncia a dar patadas a coces, por hablar con propiedad. Todo un hombre, en fin, lleno de virtudes castrenses o castrantes, según se mire. El Ejército podría haberle expulsado de sus filas por no golpear con la eficacia de Miravete, pero el Ejército sabe que un miravete no se construye en dos semanas, ni siquiera en dos años. Hay que tener paciencia: se empieza golpeando en la cabeza al soldado con la culata del fusil y cualquier día se le dispara en el pecho a bocajarro. No se ganó Zamora en una hora. Pues eso es lo que queríamos decir. Arriba España.


El affaire Millás

El 9 de diciembre aparecía publicado en las páginas de opinión del Diari de Girona —al igual que en las de otros diarios locales, entre ellos el Levante— un articulo firmado por Juan José Millás, "La paciencia del Ejército". Poca, muy poca gente, hubiera podido imaginarse la intensa polémica que esas agudas líneas iban a generar a lo largo de la segunda mitad de enero. El que menos, el propio periodista y escritor. El 18 de diciembre, en las mismas páginas, una carta del comandante militar de Girona, el general Fernando López de Castro y Fa, respondía a Millás: "Efectivamente, en el Ejército hay mucha paciencia, pero no para lo que Millás apunta, sino para encajar, una y otra vez, injurias como la suya". "Injurias" por las que el periodista sería denunciado por el Ministerio de Defensa un mes después, a iniciativa precisamente del citado general. El Tribunal Superior de Justicia de Catalunya admitió a tramite la denuncia y citó a Millás para declarar con lo que el escándalo estaba servido. "Me sorprende ver cómo el ejército es tan lento para tratar casos de maltrato hechos por oficiales o suboficiales y, en cambio, reacciona muy rápidamente por un artículo que les puede gustar o no, pero no tiene materia de delito", declaraba el periodista al día siguiente. Por supuesto, las muestras de solidaridad y los artículos de opinión se sucedieron a lo largo de los días que conducían a su declaración. El Ministerio de Defensa también salió a escena. Aseguraba que la iniciativa de la denuncia no había partido del ministerio y, además, el caso estaba siendo aprovechado por los "sectores más radicales y antimilitaristas", de los que las Fuerzas Armadas viene soportando "de manera ejemplar", críticas "a veces exacerbadas e injustas". Como era de esperar por la dimensión alcanzada por la polémica, tras la declaración de Millás el pasado 28 de enero, que se presentó acompañado por Maruja Torres y el decano del Colegio de Periodistas de Catalunya, la denuncia fue archivada.


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