En general, ante un cambio de situación externa que nos afecte (presión) se desarrolla en

una reacción orgánica (tensión). Así cuando cualquier estímulo exterior supone un factor de desequilibrio que trastorne la estabilidad de nuestro medio interno, se produce un estado de alerta, de preparación para controlar este cambio de situación. A este estado se denomina RESPUESTA AL ESTRÉS. Esta reacción consiste en un aumento de la activación fisiológica y psicológica y constituye un mecanismo para preparar el organismo para una intensa actividad motora, un procesamiento más rápido y potente de la información disponible y una mejor selección de las conductas adecuadas para hacer frente a las demandas de la situación.

Las conductas que adoptamos usualmente, suelen incluirse en estas cuatro formas:

Las conductas Adaptativas suelen ser las más aconsejables para mantener el equilibrio interno ya que implican la resolución de los problemas que nos plantean las demandas de la realidad Un determinado grado de estrés estimula al organismo y permite que éste realice su objetivo, volviendo después a la "normalidad" cuando el estímulo ha cesado. Por ejemplo, si somos atletas e intentamos conseguir una buena marca en una competición, estaremos sometid@s a un estrés que implicará un aumento de la actividad muscular (mayor frecuencia cardíaca,  mayor irrigación) y nos ayudará a correr más deprisa, pero cuando volvamos a casa y el estímulo (presión) haya cesado se producirá un descenso de las constantes y el nuestro organismo volverá a su estado inicial.

 ¿qué ocurre cuando se mantiene el estado de presión y se entra en un estado de resistencia?..

Nuestro organismo presenta una respuesta fisiológica al estrés, experimentamos secreciones hormonales "anómalas" que nuestro cuerpo suele activar en puntualmente en situaciones de peligro o amenaza:

     Se movilizan las defensas del organismo

     Aumenta el ritmo cardíaco

     Se contrae el bazo, liberándose gran cantidad de glóbulos rojos.

     Se redistribuye la sangre que abandona sitios menos "importantes" como la piel o las vísceras para concentrarse en  las "zonas de acción"( músculos, cerebros y corazón).

     Aumenta la capacidad respiratoria.

     Se dilatan las pupilas

     Aumenta al coagulación de la sangre

     Aumenta el número de linfocitos, que son las células de defensa
 

En una situación de estrés se produce una reacción psicosomática que se caracteriza por la presencia de un estado de tensión excesiva, en el que se mezclan un cansancio físico y psíquico que puede conducir incluso al agotamiento.

Sin embargo la consecuencia estrella del estrés, su núcleo fundamental es la ansiedad: siempre que haya estrés, aparecerá la ansiedad..

A diferencia del miedo (temor específico y concreto, determinado y objetivo), la ansiedad es una manifestación afectiva que se caracteriza por el temor ante algo inconcreto y difuso, carente de objeto exterior, en la que la persona tiene una impresión de indefensión. Esta ansiedad va a provocar una gran alteración de toda la psicología del sujeto que se proyecta
en una percepción particular de la realidad:

     Una situación que el individuo no puede controlar, que le supera.

     Sensación de incertidumbre, de peligro.

     Un miedo ante una amenaza que se hará efectiva en el futuro.

     Una angustia y una impotencia ante la espera de un peligro indeterminado.

          No hay que olvidar que cierto grado de ansiedad es adaptativo (si su intensidad no es excesiva) ya que nos  ayuda a enfrentarnos a los requerimientos de la vida diaria. Cuando este proceso de adaptación a la realidad  tiene éxito, la tensión que provoca es vivida por la persona como motivadora y satisfactoria. Sin embargo, si la  ansiedad es muy intensa y/o dura mucho tiempo, se producen manifestaciones físicas importantes, que, a la  larga, constituyen el núcleo de la patología psicosomática