Departamento de Pediatría Obstetricia y Ginecología

                                       

Factores protectores a nivel familiar

A Redondo Romero
Pediatra. Alicante

"Si no se siembra una semilla, no crece una planta. Si ésta no se cuida durante su crecimiento, no lograremos que se consolide como árbol y pueda dar frutos de calidad "

                   Indice

          

1.Introducción

2.El riesgo

3.La protección y la resiliencia

4.¿ Porqué proteger?

5.Factores de riesgo y factores de protección

6.Se puede proteger desde...

7.La protección desde...

8.Cómo proteger

9.Bibliografía

1. Introducción

La familia es la única institución que permanece a lo largo de la historia de la humanidad. E.Dulanto define a la familia como un grupo humano unido por lazos de consanguinidad o sin ellos, y que reunido en lo que considera su hogar, se intercambia afecto, valores y se otorga mutua protección. De ahí que reconozca a la familia como el centro primario de socialización infantil y juvenil,

A lo largo de su proceso de crecimiento y desarrollo un hijo se puede encontrar acompañado, sobreprotegido o abandonado cuando se tenga que enfrentar, en algún momento, con la realidad cotidiana y los riesgos que ésta trae consigo. La familia ejercerá un papel insustituible y podrá ser la guía que acompañe a un hijo desde el nacimiento hasta que logre su autonomía plena, al final de la adolescencia.

Al leer la opinión de los jóvenes adolescentes en el "Estudio: Jóvenes 99" (González Anleo) se observa que la familia sigue estando "de moda"; cuando ellos hablan sobre el valor de las familias, el 92% creen que "el niño necesita un padre y una madre para crecer felizmente", "que la familia proporciona la estabilidad que no se halla en otros ámbitos" (86%), y que el "tiempo dedicado a la educación de los hijos es la labor más importante de los padres aunque ello suponga ganar menos dinero"(82%).

Al preguntarles por los lugares donde se dicen las cosas más importantes sobre "las ideas y las concepciones del mundo" se encuentra la familia en primer lugar con un 53% (en 1994: 50%) seguido de los amigos con un 47(en 1994: 35%). A continuación valoran la influencia que ejercen los medios de comunicación (34%), los libros (22%), los centros de enseñanza (19%) y la Iglesia (3%).

A título individual, por su origen genético, cada niño posee una determinada fuerza biológica y ciertas vulnerabilidades; pero es a nivel familiar donde va a poder desarrollar una adaptación entre sus características personales y las necesidades y capacidades de los padres, ambos como individuos y como pareja.

Aunque en teoría todo parece muy sencillo, no lo es tanto, y mucho menos en la actualidad que existe tanta diversidad de familias. Si en un principio se hablaba de familias extensas (grupo familiar residente en un sólo hogar, y compuesta por tres generaciones biológicas), semiextensas y nucleares, hoy hay que reconocer multitud de variantes entre las que están aquellas que tienen padre trabajador y madre dedicada a su hogar, o bien padres y madres trabajando fuera de casa; con padre que colabora o no en las tareas de casa; que tienen padres autoritarios o permisivos; puede ser padres separados o divorciados, con hijos adoptivos, familias "mosaico" (hijos de una pareja, hijos de otra,...), monoparentales, integradas por inmigrantes, formadas por homosexuales, parejas de hecho; e incluso familias que viven en medio rural o en el plena ciudad, bien en el centro o en barrios dormitorio.....y cada una de ellas es familia. Pero así y todo cualquier familia, puede y debe tener su protagonismo en la educación de sus hijos, para aportarles protección ante los riesgos que se presenten en su entorno.

Ser padres, como dice Inés Alberdi, es algo más que traer hijos al mundo y tanto los padres como las madres comienzan a sentirse responsables del bienestar de sus hijos y esta responsabilidad se va acrecentando hasta cubrir no solo las necesidades económicas básicas de supervivencia sino otras necesidades de educación, de preparación para la vida y de demandas afectivas. La razón de ser de la familia actual, además de dicha supervivencia y protección, es la búsqueda de la felicidad.

Cuando llega la adolescencia son frecuentes las inquietudes paternas y maternas, y ante las cuales y no saben, muchas veces, cómo actuar.: Desconocen que es frecuente una sublevación leve en la adolescencia temprana y media; pero que si es marcada puede ser indicativo de disfunción familiar. Les desespera su forma de perder el tiempo, especialmente el soñar despierto, cuando esto corresponde a una etapa normal en el desarrollo adolescente. Los cambios en su estado de ánimo, los problemas en la escuela, los comportamientos de riesgo, la experimentación con drogas o la actividad sexual no controlada, preocupan seriamente a muchos padres, y ellos precisan herramientas para poder enfrentarse en su "día a día" a la "nueva" situación.

 

2. El riesgo                                                                                                           subir

Si bien "riesgo" es un término biomédico, que casi siempre se lee en clave de morbilidad o mortalidad; en la actualidad interesa un concepto mucho más amplio y que abarque todo el contexto psicosocial. Como al riesgo van unidas siempre la vulnerabilidad y la exposición al peligro, se debe tener presente que las circunstancias se pueden modificar según el desarrollo de cada uno y a las condiciones del entorno en cada momento.

En muchas ocasiones una misma conducta puede tener efectos negativos o positivos según la situación, promoviendo o impidiendo el desarrollo del niño o adolescente. Estas situación se debe aprovechar, ya que ese riesgo potencial puede ayudar a actuar con anticipación, evitando o modificando el riesgo.

 

3. La protección y la resiliencia                                                                            subir

Una persona –cualquiera- será menos frágil cuanto mayor sea la resistencia que presente ante una agresión. Cada persona, niño o adolescente, puede influir en su propio destino, teniendo presente los nuevos marcos de referencia a los que se encuentra expuestos durante su desarrollo, unos de ellos disfrazados de factores de riesgo y otros de protección; en estos últimos la familia juega en papel protagonista.

Rutter tomó el término "resiliencia" de la física, y se refería a la capacidad que tiene un cuerpo de resistir, de ser fuerte y no deformarse. Adaptando este término al ser humano, resiliencia sería la capacidad de prevalecer, crecer, ser fuerte y hasta triunfar a pesar de las adversidades. Ciertas características o condiciones personales o del entorno son capaces de neutralizar o moderar los efectos de la exposición al riesgo, siendo objeto de estudio el porqué algunos individuos que crecen en situaciones adversas parecen vivir de forma saludable y productiva, mientras otros no parecen poder superar nunca las adversidades experimentadas durante los primeros años.

La resiliencia irá en función de los factores protectores con los que cuenta cada persona, mientras que la vulnerabilidad dependerá de los aspectos deficitarios personales y de su entorno. Las experiencias sensibilizantes o endurecedoras que va ofreciendo la vida será la mejor forma de enfrentarse ante las experiencias adversas que puedan aparecer. Fue de nuevo Rutter quien demostró que la resiliencia no se adquiere evitando riesgos, sino mediante el control de la exposición a los mismos.

4. ¿ Porqué proteger ?                                                                                                subir

En la literatura se encuentran numerosos estudios que justifican la eficacia de poner en marcha en las familias, u otros entornos, distintas estrategias de protección.

Se ha podido comprobar que cuanto más relajada y acogedora sea la primera persona que cuida de un niño, mayor es la probabilidad de consolidar una unión segura. Esa "unión segura" será el único y más fuerte factor que puede favorecer los resultados positivos del desarrollo hasta el final de la adolescencia; de ahí la importancia de que un hijo sea o no deseado.

Si por determinadas circunstancias se afecta la relación con esa primera persona que cuida de un niño, habitualmente la madre, una unión segura con el otro miembro de la pareja puede ayudar a compensar la otra unión insegura.

Rutter encontró que, en general, los jóvenes que planificaron su vida tuvieron más probabilidades de tener una adolescencia sin problemas. Incluso para niños que vivían en medios desfavorecidos, las experiencias positivas vividas en la escuela hicieron posible esta planificación de su vida.

Hay muchos factores sociales que pueden representar riesgos importantes afectando el ajuste o el desarrollo del niño o adolescente, mientras que otros pueden protegerlo y neutralizar los riesgos individuales o familiares.

Por ejemplo la pobreza, y especialmente la pobreza crónica, es un factor de riesgo de toda la vida para la salud, tanto física como mental. Si además hay circunstancias de marginación e injusticia se intensifican los efectos corrosivos de esa pobreza en el desarrollo infantil y en la salud mental. Más de un estudio han mostrado que hijos de padres pobres preocupados por sus hijos evolucionan tan bien, y en algunas ocasiones mejor, que niños de clase media o alta que tienen padres despreocupados. Las situaciones difíciles que atraviesan las familias sumidas en la pobreza minan frecuentemente la relación paternal agravando el conflicto y la violencia familiar, el abuso de sustancias y los problemas de salud mental; a su vez estas condiciones obstaculizan el desarrollo y contribuyen a aumentar los resultados adversos para niños y jóvenes pobres.

El éxito en un determinado contexto, como el escolar, transmite a las personas sentimientos positivos de autoestima y eficacia, que ayudan a tener la suficiente confianza para enfrentarse, y salir airosos, de las pruebas que la vida les depare en otros contextos. Vale tener en cuenta que esas experiencias positivas en la escuela, no tienen porqué tener relación con éxito académico, pudiendo ser muy variadas, desde el éxito en el deporte, la música, las artes y los oficios, hasta las posiciones de responsabilidad social dentro de la escuela.

Elder estudió adultos que fueron jóvenes durante la gran depresión económica en Norteamérica, y descubrió que aquellos que habían asumido responsabilidades les había ido muy bien; mientras que otros más jóvenes, que no pudieron asumirlas, sufrieron consecuencias negativas.

Robin estudió varones con trastornos de conducta y pudo demostrar, comparando con un grupo control, que sufrían más desempleo, más pérdida de amistades, más divorcio y más pobreza.

Hay poca duda de que, además de los rasgos temperamentales, la inteligencia, la atracción física, el tamaño, la habilidad atlética, las destrezas sociales, el sentido del humor, la capacidad de resolver problemas de modo efectivo, y lo que se llama de "perspectiva resiliente"- o la falta de estos factores- puede ayudar a movilizar soporte en tiempos de estrés o a exponer el niño a mayor riesgo.

El niño con dicha perspectiva resiliente será aquel que tiene un sentido de significado y un objetivo, que permanece optimista delante de dificultades, tiene confianza, amor propio y el deseo de vencer dificultades iniciales y la habilidad de rebotar y de perseverar delante de una derrota inicial.

Y otra justificación para proteger se encuentra con sólo ver cómo las conductas de riesgo de nuestra población juvenil están aumentando de manera alarmante. El Dr. R. Florenzano de la Facultad de Medicina de la Universidad de Santiago de Chile explica éste incremento basándose en los siguientes factores: la turbulencia sociopolítica de algunos países y el rápido cambio sociocultural de nuestras sociedades, la falta de coordinación entre los sistemas educativos y el mundo del trabajo y la desestabilización de la familia como institución; no sólo se trata de las crecientes tasas de separación y divorcio, sino de la necesidad de recurrir a los parientes para resolver problemas, las dificultades de comunicación de los padres entre sí y con sus hijos, y muchas otras alteraciones de la dinámica familiar. Es palpable la estrecha relación entre la disfunción familiar y la aparición de conductas de riesgo en los adolescentes.

 

5. Factores de riesgo y factores de protección                                                     subir

La preocupación tradicional de los estudios sobre riesgo psicosocial se centraban en reducir las influencias adversas o factores de riesgo; siendo éste un objetivo fundamental, la misma trascendencia deberían tener los factores de protección (o resiliencia), ya que estos son capaces de mejorar la resistencia a las adversidades psicosociales y a los peligros a los que están expuestos todos los niños, y de forma especial, los adolescentes.

Entre los riesgos se puede trabajar sobre situaciones globales ( pobreza, estrés, disputas diarias, eventos de la vida y/o crisis vitales, familias sin hogar, con abuso o alcoholismo, con enfermedades crónicas o discapacidades) o en aspectos específicos según la población. Cuando se reduce al grupo de adolescentes y se puede identificar a los más expuestos a sufrir daños (accidentes, intentos de suicidio, embarazo y maternidad, ETS, delincuencia juvenil, abuso de sustancias, etc..) se podrá actuar con medidas selectivas, facilitándose así la prevención.

R.Blum clasifica el riesgo y la resiliencia en factores predisponentes, familiares y externos. Entre los familiares podríamos encontrar riesgo si existe bajo nivel de educación materna, falta de vínculo madre-hijo, presencia de familia numerosa, disarmonía familiar o alto nivel de estrés materno; igualmente si hay presiones, pobreza, enfermedad mental en la familia o un ambiente familiar caótico. En cuanto a los factores protectores que la familia puede ofrecer, Blum recomienda "conexión" con, al menos, uno de los padres, mantener cohesión familiar, favorecer la familia estructurada y potenciar la unión entre hermanos.

Al considerar la delincuencia como un factor de riesgo en adolescentes, valdría la pena repasar el estudio sobre el desarrollo del comportamiento violento en los niños (de sexo masculino) que se llevó a cabo, a partir de 1984, por la Unidad de Investigación sobre Inadaptación Psicosocial de niños de la Universidad de Toronto, para identificar maneras de predecir y evitar esa desviación del desarrollo. En las conclusiones se puede reconocer que el riesgo de estar en el 8 % de los niños considerados "más delincuentes" entre las edades de 10 y 14 años, fue 9 veces mayor para aquellos niños de Escuela Infantil catalogados como "agresivos" por dos o más profesores, en comparación con los otros que nunca fueron considerados como tales. Cuando fue un sólo profesor quien lo consideraba "agresivo", la probabilidad de ser delincuentes llegó a ser cinco más que sus compañeros que no habían tenido esa catalogación.

Otras formas de comportamiento en la Escuela Infantil (además de la agresión) fueron usadas para pronosticar comportamiento delincuente a partir de las edades de 10 a 13 años: se consideró la hiperactividad como mejor pronosticador, seguido de la falta de ansiedad y la falta de comportamiento altruista. Tener estos tres últimos factores cuadruplicaba el riesgo de "seria delincuencia" en el inicio de la adolescencia, pero el factor protector más fuerte -la presencia de comportamiento altruista -en si mismo disminuye el nivel de riesgo en 80 %. La asociación de estos factores en los niños de Escuela Infantil fue un pronosticador más fuerte de "abuso de sustancias" a la edad de 13 años, que el hecho de tener "malos compañeros" en la preadolescencia.

 

6. Se puede proteger desde...                                                                               subir

Cuanto antes mejor.

Muchos científicos apoyan la teoría de que la edad 0 a 6, e incluso la de 0-3 años, son las óptimas, ya que ven menos eficacia cuando se hace la intervención próxima a la adolescencia, ya que puede ser tarde para intervenciones remediables.

Muchas familias saben ir protegiendo durante los primeros años de la vida,; pero a medida que sus hijos van cumpliendo años, los padres van "dimitiendo" y quieren recuperar el diálogo perdido cuando se inician los "nuevos" problemas, pretensión muy difícil de lograr si habían abandonado la comunicación habitual.

En casos concretos, y en familias con elevada disfunción o con el estrés de vivir en comunidades violentas y alienantes, siempre habrá algunos hijos que necesitarán la intervención inicial y el manejo posterior, a lo largo de su infancia y juventud, a fin de llegar a lograr protección positiva.

7. La protección desde..                                                                                          subir

El comienzo ha de ser la familia en la que cada hijo nace; luego tomará un nuevo impulso al llegar a la escuela, y de ninguna manera se ha de omitir el gran papel que debe hacer toda la sociedad, sin olvidar a los medios de comunicación.

Como cada etapa del desarrollo tiene unas características específicas, la labor de protección puede recorrer de una amplia variedad de escenarios: escuelas, grupos de ocio supervisados, cambiando una vecindad violenta y alienada en una comunidad de apoyo, modificando determinada programación televisiva, apoyando a grupos de padres, etc.

8. Cómo proteger                                                                                                     subir

Cuando se conocen los elementos que colocan a un niño, a un adolescente o a un grupo, en situación de riesgo, o si se conoce qué factores pueden disminuir los efectos negativos de ese riesgo, la familia puede estar en una posición inmejorable para poner en marcha estrategias que favorezcan la protección y minimicen ese riesgo.

Desde esa privilegiada situación que tiene la familia, E.Dulanto admite que los valores transmitidos a través del ejemplo se asimilan con más eficacia que los que lo han sido a través de sermones, diálogo o recomendación.

Si se parte de la base de que la mayoría de los jóvenes ya han sido educados en la cultura de los valores familiares, y tienen un sentido de cómo vivir los valores de acuerdo a su experiencia infantil, y sabiendo que las personas que practican valores no los suele imponer a otra por mucho que signifiquen para sí mismos, se deben respetar los valores de los jóvenes y sus familias; pero Además se puede estimular el deseo para que encuentren nuevos valores y vivan con ellos. Entre los valores que habría que promover, Dulanto destaca templanza, prudencia, triunfo y derrota, esperanza, justicia, trascendencia, libertad, amor, autoridad, respeto, tolerancia, responsabilidad y honestidad.

Para R. Blum se podría actuar, amén de otras intervenciones, potenciando la autoestima y la autoeficacia (reconocerse hábil para acciones positivas) utilizando para ello sus propias relaciones personales, las nuevas experiencias y el aprendizaje para enfrentarse a los desafíos. Reconoce como fundamental, en la creación de habilidades para la vida, la participación de escuela, familia y comunidad.

En la vida familiar determinados hábitos no se van a consolidar ni con sobreprotección, ni con abandono; va a ser preciso educar desde muy pequeño en actitudes de colaboración en el hogar y con ciertas "obligaciones", siempre adaptadas a la madurez de cada hijo. Si no es así, de adolescente no va a poder pedírsele que asuman responsabilidades "más serias", planifique su futuro, sepa distanciarse de los focos de riesgo o aprenda a cultivar su independencia.

T.Silber ha propuesto varias posibles resiliencias y sugiere desarrollar la intuición o hábito de hacer preguntas peligrosas y dar respuestas honestas; la independencia como capacidad de establecer unos límites cuando los propios padres están perturbados, manteniendo una distancia emocional y física; la interacción, como posibilidad de establecer asociación íntima y satisfactoria con otras personas, manteniendo un equilibrio entre las propias necesidades y la empatía y la capacidad de dar a otra persona; la iniciativa para hacerse cargo de problemas, ejercer control y tener placer de ponerse a prueba; ideas, creatividad, humor, llegando incluso a descubrir lo cómico en lo trágico; la capacidad de transformar experiencias preocupantes, los sentimientos interiores en belleza, dándoles orden y dirección, y el respeto a la ideología personal y moralidad.

Volviendo a los adolescentes, y siguiendo a P.Steinhauer, los objetivos de prevención en ésta edad podrían incluir: prevención de evasión prematura de la escuela, ya que si no se completa la etapa escolar, se duplica el tiempo en que esa persona quedará desempleada y dependiente del gobierno por toda la vida; prevención de delincuencia y/o parar la progresión de delincuencia menor para criminalidad adulta grave y a largo plazo; prevención de embarazo de adolescentes que, si no es apoyado por la familia de la joven madre, frecuentemente ponen a ambos, madre e hijo, en una situación de dependencia para toda la vida; prevención del hábito de fumar, alcoholismo y/ o abuso de otras sustancias; prevención de suicidio; preparar a los jóvenes para el paso con éxito de la escuela al trabajo; la prevención del desempleo; la prevención de comportamientos de riesgo (con drogas, con sexo sin protección, con vehículos a motor, con el uso de armas): prepararlos para ser padres responsables en la vida adulta y para lograr una autonomía con éxito.

La familia es, en resumen, donde debe tomarse la iniciativa para evitar o neutralizar las conductas de riesgo de los hijos adolescentes. Los padres, en circunstancias familiares normales, están en condiciones de dejar sentado lo que se pretende de los hijos y las normas que regirán su actitud parental. Desde un punto de vista práctico y ante las situaciones de riesgo de los hijos, se debería tener presente que:

  1. Asumir riesgos constituye un rasgo importante (aunque preocupante) del desarrollo adolescente.

  2. Los padres y los hijos adolescentes deben tener una información adecuada.

  3. La familia debe adoptar el modelo de vida que se desea transmitir a los hijos.

  4. Cuando se comentan los riesgos de una acción que un hijo va a emprender, hay que procurar llegar a un acuerdo para que dicha experiencia resulte relativamente segura.

  5. La negociación puede lograr un compromiso para que el hijo acepte no asumir un riesgo mayor.

  6. El adolescente debe ser capaz de manejar, sin ayuda, la mayoría de los riesgos; al tener claro los límites ante situaciones concretas debe saber que si se sobrepasan los padres actuarán con energía.

  7. El objetivo a perseguir es tener un hijo adolescente que sepa dirigirse a sí mismo, manejando con autonomía su propia salud y su propia vida.

Al fomentar los vínculos de respeto y cariño mutuos, la familia puede ayudar a prevenir las conductas de riesgo del adolescente, planteando sólidas exigencias sociales y morales, seleccionando con cuidado las reglas que se vayan a aplicar, siendo coherente y mostrándose persistente, explicando con razones las reglas y la disciplina que se va a aplicar y otorgando responsabilidades y total confianza al hijo.

Uno de las grandes preocupaciones de los padres de adolescentes surge cuando aparece el fantasma del consumo de sustancias. El Dr. R. Du Pont, ex director del Instituto Nacional de Abuso de Drogas de EUA, publicó las "Diez reglas para la prevención en consumo de sustancias" donde la familia vuelve a ser un pilar fundamental.

  1. Establecer un patrón de conducta familiar acerca del uso de sustancias.

  2. Establecer consecuencias por no cumplir reglas

  3. Dedicar una parte del tiempo de cada día para conversar con los hijos acerca de sus vidas, sus sentimientos , sus ideas.

  4. Ayudar a los hijos a que establezcan objetivos personales.

  5. Conocer a lo amigos de los hijos.

  6. Ayudarles a que se sientan bien con sí mismos y sus éxitos, pequeños o grandes.

  7. Debe haber un sistema establecido para la resolución de conflictos.

  8. Hablar el futuro de los hijos desde una edad temprana y frecuentemente.

  9. Los padres deben disfrutar de la presencia de los hijos.

  10. Ser padres "metidos" en la vida de los hijos.

Numerosas familias siguen pidiendo "fórmulas mágicas" o "recetas" que les facilite la difícil labor de educar a sus hijos. Y si cualquier etapa es compleja, la adolescencia no se queda atrás.

Si hay un adolescente muy joven en casa han de saber que es frecuente que no tenga ganas de participar en alguna de las actividades de la familia y que de repente rete la autoridad de los padres. Aunque cumpla algún año más, es conveniente decidir con él lo que puede hacer por sí mismo, incluido el hecho de estar sólo en casa. Las normas familiares deben quedar claras, procurando favorecer de forma progresiva el incremento de su autonomía y su responsabilidad. Igual de nítidos han de ser los límites, como las consecuencias que trae consigo el hecho de saltarse estas normas. Como padres han de mostrar interés por las actividades del adolescente en la escuela, resaltando la importancia de la misma. Se debe potenciar la autoestima del adolescente, elogiándole y reconociendo sus conductas positivas y sus logros, a la vez que se minimizará la critica, reprimendas, comentarios ligeros y otros mensajes que rebajan su dignidad. Al adolescente hay que dedicarle tiempo, mucho tiempo, y respetar su necesidad de intimidad.

Cuando el adolescente ya se va convirtiendo en un adulto joven precisa el apoyo de sus padres para buscar su independencia, para tomar decisiones cuando sea necesario y para comentar sus planes para vida independiente (manejo del dinero, cuidados de salud, preparación de la comida, educación, trabajo, carrera).

Al terminar estas líneas se sigue viendo a la familia como principal responsable de la educación de sus hijos, pequeños o adolescentes, como primeros "educadores informales" que especialmente educan en esos momentos en que no piensan que lo están haciendo. Ellos les pueden brindar numerosos factores de protección que se debe dar a todos, pero más para los que más lo necesiten. Y todo para lograr, al final, un hijo responsable, autónomo y feliz.

9. Bibliografía                                                                                                            subir

Alberdi I. Nuevos contenidos en los valores de la familia española.13-20 Libro de ponencias. XI Congreso Sociedad Española de Medicina de la Adolescencia. 2000

Blum R. Riesgo y resiliencia –Conceptos básicos para el desarrollo de un programa . Adolescencia Latinoamericana 1414-7130/1997/1-116-19

González-Anleo.J. Actuación ante los conflictos. Los valores 21-27 Libro de ponencias.XI Congreso Sociedad Española de Medicina de la Adolescencia. 2000

Dulanto.E. Familia y Adolescencia. 239-253 El adolescente. 2000

Dulanto.E . Sugerencias para lograr una buena formación en valores familiares desde la

adolescencia. 266-277. El adolescente. 2000

Neinstein L. Inquietudes comunes de los adolescentes y sus padres 821-822, Salud del Adolescente1991

Redondo A.M. El papel del pediatra como educador de padres 51- 53. Anales Españoles de pediatría. Libro Ponencias X Congreso Sociedad Española de Medicina de la Adolescencia. 2000

Silber T. Resiliencia Factores de protección en una época de riesgo 47-48 Anales Españoles de pediatría. Libro Ponencias V Reunión Nacional de la Sección de Medicina del Adolescente AEP. 1994

Steinhauer P.D. Aplicaciones clínicas y de servicio de la teoría de la resiliencia con referencia en particular a los adolescentes. Adolescencia Latinoamericana Abril 2001.

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Autor                                                                                                                                     

Antonio Redondo Romero

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