ACLARACIONES A MIS PÁGINAS DE FILOSOFÍA

Casualmente he encontrado un foro en internet en el que se hacía algunas referencias a mis páginas de filosofía. Comento aquí algunas afirmaciones, no tanto por replicarlas como para evitar en lo posible que otros lectores puedan caer en las mismas malinterpretaciones.

Página 1:

Esto me parece un texto que ni siquiera merece la pena ser leído, me parece simplista en sus clasificaciones, y reduccionista al máximo, persiguiendo con sus ejemplos un solo objetivo: demostrar que todo lo que no es ciencia no vale para nada. Pero vamos, no sé si el tipo que escribió esto sabe mucho de ciencia. Para mí esto es evidentemente falso:
Que Escipión venció a Aníbal en Zama es una afirmación tan científica sobre el mundo como que las cargas eléctricas del mismo signo se repelen.
Vamos no sé, no hay ningún laboratorio donde se pueda realizar un experimento para comprobar que Escipión venció a Aníbal en Zama. Si acaso, la gente puede remitirse a una labor de investigación en antiguos escritos que serán más o menos fiables segun quién los haya escrito, y de ahí sacar alguna conclusión, pero de ciencia yo ahí veo 0,0.

La frase está sacada de contexto. El párrafo entero dice:

Lo que produce la razón cuando se enfrenta honestamente al mundo es lo que llamamos ciencia. Aquí empleamos el término en sentido amplio, para recoger todo saber que aporte información sobre el mundo, lo que no sólo incluye a la física, la química, la biología, la psicología, etc., sino también la historia o la geografía. Que Escipión venció a Aníbal en Zama es una afirmación tan científica sobre el mundo como que las cargas eléctricas del mismo signo se repelen.

Vemos aquí que lo que digo es que, en lo sucesivo, emplearé la palabra ciencia en un sentido amplio, que, ciertamente, es más amplio que el habitual. Es evidente que si llamamos ciencia a todo saber [racional] que aporte información sobre el mundo, entonces Que Escipión venció a Aníbal en Zama es trivialmente una afirmación científica. Decir que es falso equivale a afirmar que no aporta información sobre el mundo (o que no tenemos razones suficientes como para darlo por hecho), y eso sí que es evidentemente falso. No es serio juzgar la verdad o falsedad de una frase atribuyendo a una palabra un sentido distinto del que tiene en dicha frase. Otra cosa es discutir sobre la conveniencia o no de usar la palabra ciencia en un sentido tan amplio, que es lo que voy a hacer a continuación:

El conocimiento más elemental que podemos tener sobre una faceta del mundo es un conocimiento meramente descriptivo: Una noche alguien mira al cielo y descubre que hay una estrella nueva que antes no estaba. No se sabe por qué ha aparecido ahí, pero ahí está. Esto es un suceso, un dato. En el uso ordinario de la palabra ciencia, no se considera que un dato, o siquiera un cúmulo de datos que describan una faceta del mundo (por ejemplo, el estado de la bóveda celeste) constituya un conocimiento científico. Éste aparece desde el momento en que disponemos de una teoría que explique esos datos, en el sentido de que nos permita deducirlos de principios generales, o hacer predicciones, etc. En suma, la ciencia, en el sentido usual de la palabra, es un conocimiento organizado. Así, una teoría científica en torno a una estrella que aparece de repente puede consistir en determinar que se trata de una explosión estelar, y la teoría será mejor aún si es posible explicar por qué explotan algunas estrellas, lo que supone tener un buen conocimiento de cómo funciona una estrella, etc.

En este sentido usual, es evidente que "las cargas eléctricas del mismo signo se repelen" es una afirmación científica (un principio general que forma parte de una teoría que permite explicar numerosos fenómenos), mientras que Escipión venció a Aníbal en Zama no lo es, ya que sólo es un dato integrado en una enumeración de datos llamada "Historia" de la que difícilmente se pueden extraer leyes generales y mucho menos hacer predicciones fiables.

Ahora bien, no sé si el "tipo" que escribió la objeción anterior sabe mucho de ciencia, porque, si yo —advirtiéndolo debidamente— uso la palabra en mis páginas de filosofía en un sentido más amplio de lo habitual, él —sin advertencia previa— la usa en un sentido mucho más restrictivo de lo razonable. No es admisible restringir el concepto de ciencia a aquellos conocimientos verificables mediante experimentos en un laboratorio. No existe ningún experimento de laboratorio que pueda confirmar, por ejemplo, la teoría de la evolución, o la teoría de la deriva continental, o la teoría sobre la evolución de las estrellas, o el comportamiento de los volcanes, etc. Todas estas teorías están basadas en observaciones, que no son lo mismo que experimentos. Un experimento supone crear una situación controlada a ver qué pasa, mientras que uno observa lo que se deja observar y gracias, sea una estrella, sea un fósil, sea un pergamino.

La diferencia entre lo que se entiende por un conocimiento científico y un conocimiento no científico no tiene que ver con la posibilidad de experimentar, sino, tal y como hemos explicado, con la posibilidad de articular y organizar los hechos observados. Tanto es así, que habitualmente se cuenta como ciencia a la matemática pura, que es pura organización, sin datos empíricos que organizar.

Ahora bien, no es esta noción usual de ciencia, que incluye a la matemática pura y excluye a la historia, la más adecuada para adentrarse en la teoría del conocimiento. La razón es que cualquier pregunta sobre cómo es el mundo en cualquiera de sus facetas es igualmente legítima, con independencia de las posibilidades que tengamos a la hora de responderla. Tan legítimo es preguntarse qué pasaba en el mundo en el siglo III a.C. como preguntarse qué pasaba en el mundo hace 3.500 millones de años. En ninguno de los dos casos es posible encontrar respuestas mediante experimentos de laboratorio (y, pese a ello, todos menos un "tipo" admiten como ciencia el estudio de los orígenes de la vida en la Tierra); pero en ambos casos tenemos datos que nos permiten sacar conclusiones racionales. Es verdad que, sobre lo que pasaba hace 3.500 millones de años, estos datos nos permiten bosquejar una teoría que podemos llamar científica en el sentido usual (con lagunas, porque 3.500 millones de años son muchos años), mientras que, sobre lo que pasaba en el siglo III a.C., los datos sólo nos permiten deducir qué pasó, es decir, describir sin más los hechos; pero ello no se debe a que las dos preguntas sean de naturaleza distinta, sino a que, en cierto sentido que puede chocar a algún que otro ingenuo, la química orgánica y la biología son más sencillas que la historia. Especular sobre cómo se comportarán unas moléculas orgánicas o unos microorganismos en unas circunstancias dadas es, con toda su complejidad, mucho más simple que especular sobre cómo se comportarán unos seres humanos en unas circunstancias dadas.

Así, ante una pregunta legítima sobre qué pasa o qué ha pasado o qué pasará en el mundo, podemos encontrarnos con que el problema es tremendamente complicado, hasta el punto de que no podemos aspirar a más que averiguar cuáles son los hechos, sin posibilidad de explicarlos o hacer predicciones a partir de ellos; o bien con que el problema es de dificultad intermedia, con lo que podemos explicar los hechos, pero no hacer predicciones; o con que el problema es lo suficientemente simple como para explicar los hechos con una teoría general que permite incluso hacer predicciones. Desde el punto de vista de la teoría del conocimiento, estas diferencias no son significativas. La situación es la misma en los tres casos: tenemos unos datos y deducimos de ellos todo lo que somos capaces de deducir. Un paleontólogo usa los fósiles que encuentra para conjeturar los pasos que siguió la evolución de la vida en la Tierra y un historiador usa los documentos que encuentra para conjeturar los pasos que siguió la evolución de la humanidad. Usarán técnicas distintas, como también son distintas las técnicas de un médico de las de un físico, pero, en cualquier caso, son las técnicas que se consideran más eficientes para el fin que se persigue.

Por ello en mis páginas llamo ciencia a todo saber que aporte información sobre el mundo, con independencia de que seamos capaces de organizar esta información en una teoría profunda o de forma meramente superficial, porque en la teoría del conocimiento se trata de determinar el valor que hemos de dar a los datos empíricos y a las teorías que podemos extraer de ellos, con independencia de hasta qué grado de profundidad seamos capaces de llegar. Es evidente que los escritos en que se basan los historiadores serán más o menos fiables segun quién los haya escrito, del mismo modo que la datación de un fósil puede ser más o menos fiable según su estado de conservación, según si el terreno en que se ha encontrado fue removido, destruyendo la ordenación de los sedimentos, etc. Ser historiador no es creerse todo lo que uno lee, del mismo modo que ser paleontólogo no es coleccionar fósiles. Con todo, es mucho más probable que una determinada teoría paleontológica se venga abajo antes que un descubrimiento revolucionario pruebe que Escipión no derrotó a Aníbal en el siglo III a.C.

Debo matizar aquí esta frase de la página 7:

Para empezar vamos a particularizar en un ejemplo las consideraciones que hemos hecho hasta ahora sobre la ciencia, para dejar claro que estamos llamando ciencia exactamente a lo que cualquier científico entiende como tal.

A continuación viene un ejemplo sobre microbiología. Evidentemente, lo que quiero decir es que, si hablamos de biología, la "ciencia" en el sentido que yo le estoy dando al término es exactamente lo mismo que entiende un biólogo. Si, por el contrario, hablamos de historia, entonces "ciencia" distingue entre lo que es una investigación histórica seria, basada en un análisis riguroso de los datos, de lo que es una mera fantasía de alguien que dice lo primero que se le ocurre o lo que más le conviene sin importarle que tales o cuales datos refuten sus conclusiones. Igual que puse un ejemplo sobre el estudio de los microorganismos, podría haber puesto un ejemplo sobre el estudio de la persona de Cristóbal Colón. ¿Es que acaso interesarse por lo que hace un paramecio es más serio que interesarse por lo que hizo Colón?

Es necesario entender (y asumir) que el significado que en mis páginas tiene la palabra ciencia es éste y no otro para poder valorar frases como: persiguiendo con sus ejemplos un solo objetivo: demostrar que todo lo que no es ciencia no vale para nada. ¿Quién ha dicho eso? Veamos una pequeña lista de conocimientos que no pueden calificarse como ciencia en el sentido amplio que le estoy dando a la palabra:

¿Cómo voy a decir yo que las matemáticas no sirven para nada, que el derecho no sirve para nada, que la gramática no sirve para nada o que saber tocar el piano es inútil? Y observemos además que el hecho de que excluya a las matemáticas, al derecho, o a la gramática del concepto de ciencia de cara (única y exclusivamente) al análisis que hago en mis páginas, no está reñido con que, tanto las matemáticas, el derecho o la gramática puedan (y deban) ser abordadas racionalmente. En el caso de las matemáticas no hay mucho que aclarar. De hecho, mis páginas contienen algunas consideraciones sobre la naturaleza del conocimiento matemático, que hay que separarlo en parte del conocimiento científico del mundo porque hay diferencias significativas en cuanto a la naturaleza de ambos. En cuanto al derecho, es posible construir una filosofía (racional) del derecho, sólo que su planteamiento tendría poco o nada que ver con la teoría del conocimiento, y ésa es, simplemente, la razón para excluirla (aquí) del concepto de ciencia, en ningún caso se trata de un juicio elitista según el cual la física sea más importante, más digna o más nada que el derecho. Algo parecido se puede decir de la gramática. En cuanto al piano, creo que todo el mundo coincidirá en que no sería razonable abordar racionalmente lo que ha de entenderse por "tocar bien el piano", aunque esto podría dar pie a una discusión que nada tiene que ver con lo que aquí nos ocupa. Luego diré algo más sobre esto.

En mi página estoy señalando las diferencias entre las distintas actitudes que los distintos seres humanos adoptan cuando se plantean preguntas sobre el mundo y buscan respuestas. Y afirmo que, de entre las distintas respuestas que distintas personas dan a las mismas preguntas, hay algunas que son racionales y otras que no lo son. Las primeras son las que propiamente podemos llamar ciencia, siempre en el sentido amplio que ya hemos discutido, y todas las demás son, o nada (en el caso del escepticismo), o fantasías (en el caso de las respuestas dogmáticas). Pero nunca he dicho que no valgan para nada. Un ejemplo:

De vez en cuando, mientras vigilo un examen, me encuentro con alumnos que tienen sobre la mesa una estampita de una virgen o de un santo. Yo siempre las cojo y compruebo que no tengan nada escrito por detrás, porque ya se sabe que entre los santos hay mucho sinvergüenza, pero si están "limpias" no pongo ninguna objeción. Obviamente, los alumnos que tienen esta costumbre tienen esta creencia sobre el mundo:

Si pongo una estampita sobre la mesa, mis probabilidades de aprobar el examen aumentan.

Tenemos aquí una concepción irracional del mundo, pero eso no significa que sea inútil. Incluso es posible que tenga algo de cierto, pero no por el motivo que el alumno imagina (a saber, que el santo en cuestión lo ayuda de algún modo), sino porque puede aportarle una tranquilidad y una seguridad que no tendría si yo, por ejemplo, decidiera prohibirle que tuviera el papelito sobre la mesa.

Más en general, las creencias religiosas, aun siendo irracionales (sea por contradecir a la razón, sea por quedar fuera de sus límites) son muy útiles. Sin ellas, mucha gente acabaría suicidándose por considerar que su vida carece de sentido. La distinción entre racional e irracional es meramente teórica y descriptiva. Nunca he tratado de extraer de ella consecuencias prácticas sobre utilidad, conveniencia, bondad, etc.


Por ejemplo, si partimos de la premisa

En verano hace calor
podemos deducir que si no hace calor es porque no es verano, pero no es correcto deducir que si no es verano entonces no hace calor.

Dudo bastante que podamos deducir de la frase inicial "que si no hace calor es porque no es verano". A ver, defina verano y calor, de manera precisa, para saber si podemos hacerlo o no.

Éste es un error garrafal: no es necesario definir verano o calor de forma precisa, ni de ninguna forma en absoluto, para determinar si podemos deducirlo o no. También podría haber dicho que, si partimos de la premisa En X hace Y, podemos deducir que Si no hace Y es porque no es X, pero que no es correcto deducir que Si no es X entonces no hace Y. La lógica subyacente no depende para nada del significado que puedan tener X o Y: Si no hace Y, podemos concluir que no estamos en el tiempo X, ya que estamos suponiendo que en el tiempo X hace Y; por el contrario, si suponemos que no es X, entonces no podemos decir si hace o no hace Y, ya que la premisa sólo habla de lo que sucede en el tiempo X, pero no dice nada de lo que sucede cuando no es X.

Tampoco sería admisible que alguien rechazara el argumento alegando que no es necesariamente cierto que en verano tenga que hacer calor. Nadie ha afirmado que en verano haga calor. Lo único que hemos afirmado es que, si es cierto que en verano hace calor, entonces podemos afirmar con seguridad que si no hace calor es que no es verano. Esto, y nada más que esto, es la lógica.

Hay quienes piensan que esta "lógica" sólo vale para las matemáticas, pero no para el "mundo real". Pero eso sólo es la típica excusa que ponen los que patinan en un momento dado por falta de capacidad de abstracción. Es verdad que los matemáticos usan conceptos como "si" o "o" en un sentido ligeramente distinto al habitual, pero ello sólo genera a veces una necesidad de traducción que no puede ser literal, sin perjuicio de que la lógica subyacente sea la misma. La única diferencia es que las situaciones que abordan los matemáticos son infinitamente más sencillas que cualquier situación referente al "mundo real", lo que obliga a ser mucho más cauto en el segundo caso; pero la lógica es la lógica, y es parte de lo que entendemos por razón, de modo que si alguien desconfía de la lógica es ilógico y, en particular, irracional.

La afirmación (puramente lógica) "De En X hace Y se sigue que Si no hace Y es que no es X" es verdadera sobre cualquier mundo posible, en particular sobre el mundo real. Sería otro error no menos garrafal pensar que no habla sobre el mundo real sólo porque no sólo habla sobre el mundo real, sino de éste y de cualquier otro mundo posible.


En particular, puesto que cualquier teoría científica puede ser rechazada en un futuro a la luz de nuevas experiencias, nadie sensato puede pretender que la ciencia posee la descripción última y verdadera del mundo. El concepto de verdad, a este nivel, se vuelve metafísico e inaccesible. La ciencia, en un momento dado, es la mejor descripción del mundo que la razón ha logrado destilar hasta ese momento de las experiencias disponibles, y esto basta para que pueda ser presentada como lo que debe creer sobre el mundo cualquier ser que quiera tenerse a sí mismo, y ser tenido por los demás, como ser racional.

Esto es para tirarlo a la basura sin pensárselo, fe en la ciencia. Por lo tanto, si quieres ser tenido por los demás como ser racional debes dejar de creer en el progreso de la ciencia y, por lo tanto, si todos actuaran así quedaría estancada para siempre. Entonces si una teoría cientifica en un futuro es rechazada es algo irracional ¿no?

La verdad es que me cuesta entender cómo puede interpretarse así este párrafo, pero, por si acaso, lo aclaro. "Fe en la ciencia" es como "círculo cuadrado", una contradicción perfecta. Supongo que el equívoco surge de lo que debe creer, que parece negar el derecho a discrepar. Lo importante no es si alguien discrepa o si no discrepa de la ciencia, sino de qué modo discrepa. Imaginemos que alguien se levanta un día y, sin motivo alguno, se le ocurre que una determinada teoría científica puede ser falsa, y se le ocurre otra alternativa que podría ser preferible. Hasta aquí todo es normal. Esto ha pasado muchas veces en la historia. Tal vez no tantas haya pasado "sin motivo alguno", pero es posible. No hay nada de irracional en ello, al contrario, es irracional dejar de explorar cualquier indicio que tenga visos de llevar a un progreso, porque esas exploraciones son uno de los principales motores que permiten el avance de la ciencia.

Ante esta situación, lo que debe hacer esta persona si quiere "tenerse y ser tenido por racional" es plantearse qué hechos observables podrían confirmar, directa o indirectamente, su teoría nueva y refutar la antigua. Si no hay tales hechos, entonces su nueva teoría es metafísica y no aporta nada al conocimiento del mundo; si los hay, lo que procede es experimentar, observar, buscar, lo que se pueda hacer según las circunstancias y la naturaleza del problema, hasta encontrar un hecho significativo (o muchos, si es posible) que permitan tachar de irracional el seguir manteniendo la teoría vieja o bien el empeñarse en mantener la nueva. Tan irracional es negarse a cambiar de teoría si los hechos lo exigen, como sostener la nueva contra viento y marea si los hechos la desmienten. Ser racional es dejarse conducir por los hechos y no por prejuicios. Y si, por definición, llamamos ciencia a las conclusiones a las que llegan quienes se dejan conducir por los hechos, entonces es lógicamente imposible tener fe en la ciencia, porque tener fe en algo es creer en ello a pesar (o al margen) de los hechos.

No sé si entiendo la última frase: Entonces si una teoría cientifica en un futuro es rechazada es algo irracional ¿no? ¿Es irracional la teoría o es irracional rechazarla? Como ya he explicado, es irracional sostener una teoría que los hechos exigen rechazar, precisamente porque la teoría se vuelve irracional, porque pasa a contradecir los hechos. La física de Aristóteles era en su día el summum de la racionalidad, pues explicaba todo lo que Aristóteles sabía del mundo, pero sostener la física de Aristóteles después de los experimentos de Galileo se convirtió en el summum de la irracionalidad, porque la física de Aristóteles no podía explicar algo tan simple como el movimiento de una bola que cae.


Y bueno, ya la ultima frase, en plan épico, ¡¡nos dice lo que DEBEMOS creer si queremos ser considerados y considerarnos como seres racionales!! Lo tendré en cuenta: ¡¡cree en la ciencia y serás racional, religión, mala, mala!! es de irracionales... Suena un poco como lo de no creer en Dios es de pecadores, no creer en la ciencia es de irracionales...

Pues, no es que suene un poco, es que es lo mismo: Desde el marco de una religión, no creer en Dios es pecado, indiscutiblemente, por la propia definición de pecado; desde el marco de la razón, adoptar creencias sobre el mundo distintas de las que la razón extrae de los hechos (y esto es, por definición, la ciencia, lo que yo estoy llamando ciencia en todo momento) es irracional, por la propia definición de irracional (= contrario o ajeno a la razón).

Otro aspecto importante es que no soy yo el que hace las asociaciones "religión-mala (porque) es de irracionales".  Es cierto que, en el lenguaje usual, "irracional" tiene un significado peyorativo, que podría asimilarse a bruto, estúpido, ignorante, etc., pero, quien quiera leer mis páginas y enterarse de lo que yo pienso (y no imaginarse sus propias teorías que no son las mías) deberá tener el cuidado de entender cada palabra en el sentido preciso que yo pretendo darle, que no tiene por qué ser el mismo que tenga en el lenguaje usual. Ya hemos comentado el caso de la palabra ciencia, y ahora parece suceder otro tanto con irracional. (Si alguien considera de mal gusto eso de ir modificando el significado de las palabras, debería darse cuenta de que es imprescindible si queremos hablar con precisión partiendo de un lenguaje común en el que cada palabra acumula numerosos sentidos distintos. Nadie se queja de los físicos cuando emplean "fuerza", o "energía", o "trabajo" en un sentido muy preciso que puede diferir notablemente de muchos usos habituales de estas palabras.)

Ante todo, hay que recordar que una cadena es tan débil como el más débil de sus eslabones. No es irracional (únicamente) quien es tan estúpido que no puede hilar dos pensamientos coherentemente, sino todo aquel que introduce en sus planteamientos al menos un elemento irracional, por pequeño que éste sea, aunque el resto del planteamiento esté sólidamente argumentado.

No es raro oír la opinión de que "hay cosas que la razón no puede abarcar". Bien, es una opinión. No me choca. Lo que sí me choca es que alguien sostenga esto y, al mismo tiempo, se ofenda si le digo que es irracional. ¡Pero si lo está diciendo él mismo! Yo sólo lo estoy resumiendo en un único adjetivo. No le estoy llamando bruto, ni estúpido, ni ignorante; le estoy diciendo que, sobre determinadas cuestiones (ésas que considera que no pueden abarcarse con la razón), llega a conclusiones que no son producto de la razón (ya que si llegara hasta ellas mediante la razón, no diría que son inabarcables para la razón, es de perogrullo).

Un católico afirmará que Dios es uno y, a la vez, es tres. Esto es irracional. Los católicos lo expresan diciendo que es un misterio, pero eso es una forma fina de decir que es irracional. Puedo entender que uno sea católico y crea en la Santísima Trinidad, pero me cuesta más concebir que lo haga sin ser consciente de que su creencia es irracional. No sé exactamente cuál es la postura oficial de la Iglesia Católica, si es que la hay, a este respecto, pero muchos teólogos católicos han admitido que la razón no puede justificar todos los dogmas católicos. Dicho en otras palabras: al menos una línea doctrinal, admitida en el catolicismo, reconoce que la doctrina católica es irracional. No estúpida, ni ignorante, ni mala etc. Eso se podría discutir, pero ni los teólogos ni yo hablamos de eso. Yo sólo digo que es irracional (= contraria o ajena a la razón). ¿A qué viene tanto discutir las tautologías? ¿Lo próximo será discutir si los que tocan el violín son violinistas?

Quizá sea oportuno discutir aquí la opinión: "Hay cosas que la razón no puede abarcar". En sentido estricto es cierta: lo que la razón no puede abarcar se llama (o, lo llamo en mis páginas) metafísica, y precisamente una de las finalidades de mis páginas es delimitar dónde acaban las posibilidades de la razón y dónde empieza la metafísica. Pero quienes afirman esto no piensan necesariamente en cosas tan abstractas, sino en otras mucho más cotidianas. Por ejemplo, alguien puede decir que la razón no sirve para comprender la belleza de una poesía. Eso sólo es una verdad a medias, pero lo que tiene de verdadero lo tiene también de capcioso:

Que una persona juzgue hermosa una poesía (y deplorable otra) es una consecuencia del funcionamiento de su cerebro. Teóricamente, si tuviéramos un buen conocimiento del funcionamiento del cerebro de una persona podríamos predecir si un poema dado le parecerá hermoso o deplorable. En la práctica se trata de un problema demasiado complicado para abordarlo en términos científicos, y es más sencillo echarle un vistazo al poema y ver qué nos parece. Pero esto no hace de la poesía algo irracional, sólo algo demasiado complicado para ser analizado objetivamente.

Comparemos el caso con el comportamiento de un ordenador. ¿Alguien puede predecir qué acabará haciendo un ordenador si lo ponemos a ejecutar un algoritmo sofisticado, completamente determinista? En la práctica, la única forma de saberlo es ejecutar el programa a ver qué pasa, y esto no convierte en irracional al ordenador, ni al algoritmo ni al resultado de los cálculos. Nuestro cerebro es como un ordenador "incorporado" que tenemos. Echamos un vistazo a un poema, y nuestro cerebro nos dice si es hermoso o no, sin informarnos de los detalles del proceso que ha empleado para llegar a tal juicio.

Es cierto que lo último que se me hubiera ocurrido al tratar de explicar en mis páginas la belleza de la poesía de Góngora sería hablar del funcionamiento del cerebro, es decir, es cierto que sería una locura tratar de abordar la poesía de Góngora desde un punto de vista "científico", no en el sentido en el que algunos críticos literarios se las dan de científicos, sino en el sentido de tratar de desarrollar una teoría de la belleza fundada en la fisiología humana. Pero es erróneo deducir que eso supone un fracaso de la ciencia o de la razón frente al sentimiento o a la irracionalidad. La ciencia es incapaz de describir los sentimientos humanos a un nivel operativo, que permita hacer predicciones, pero lo mismo sucede cuando intenta hacer lo propio con la sismología o, sin ir más lejos, cuando intenta calcular dónde caerán exactamente cien canicas arrojadas al suelo de forma totalmente controlada. Es imposible predecir el modo en que rebotarán y chocarán entre sí hasta que queden en reposo, y esto no las convierte en irracionales, ni mucho menos en sentimentales.


Se dice que el hombre es un animal racional, y es evidente que esto lo dicen los hombres, porque si no, no se explica que alguien lo diga. No cabe duda de que todos los hombres son animales, pero sólo algunos son racionales o, más exactamente, sólo algunos son racionales en ciertas ocasiones.

Además cuando dice que somos animales "racionales" (o que no lo somos) vamos, debería recordar la panda de "irracionales" que crearon la matemática (muchos de ellos eran creyentes en Dios y otras "irracionalidades").

Ante todo, no sé si es necesario aclarar que aquí "animales" sólo tiene su sentido puramente biológico, aséptico, no el sentido vulgar ofensivo que lo equipara a "bestias" o "brutos". Por lo demás, la observación es un buen ejemplo que confirma el final del párrafo: sólo algunos son racionales en ciertas ocasiones. La racionalidad no es un don que se tiene o no se tiene, sino que una misma persona puede ser racional en unas ocasiones (por ejemplo, a la hora de hacer matemáticas) e irracional en otras (a la hora de formarse una idea sobre si existe un Dios, con o sin barbas). Por otra parte, hay que tener presente algo que ya he comentado: una concepción del mundo puede ser racional en un contexto dado y dejar de serlo a la luz de nuevos datos. Por ejemplo, hace un siglo y pico, alguien podría afirmar razonablemente que no se conocía ningún mecanismo natural que pudiera originar los seres humanos sin la intervención de una inteligencia portentosa y muy poderosa, lo que convertía la existencia de Dios (al menos, en un sentido de la palabra Dios que no tenga mucho que ver con ningún venerable anciano barbudo, uno y trino) en una teoría racional, en cuanto a que podía ser considerada como la mejor explicación posible de la existencia del hombre; sin embargo, aun sin conocer con todo detalle los mecanismos evolutivos naturales que han posibilitado la aparición del hombre, existen suficientes evidencias para afirmar que tales mecanismos existen, de modo que empeñarse en mantener el argumento hoy en día es luchar contra los hechos en lugar de guiarse por ellos. En suma, es ser irracional.


Para cualquier réplica o nuevas observaciones: carlos.ivorra@uv.es

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