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ESTROFA XIII | SIGUIENTE |
Ninfa, de Doris hija, la más bella, adora que vio el reino de la espuma. Galatea es su nombre y dulce en ella el terno Venus de sus Gracias suma. Son una y otra luminosa estrella lucientes ojos de su blanca pluma: si roca de cristal no es de Neptuno, pavón de Venus es, cisne de Juno. |
Observemos cómo las dos disyunciones (separaciones de elementos coordinados) que hay en los cuatro primeros versos sitúan en posición tónica las palabras más descriptivas: la más bella,... terno ... Venus, ... Gracias ... El ritmo de toda esta estrofa es el que le imprimiría un andaluz como Góngora a una sucesión de piropos.
Los cuatro últimos versos son una obra de ingeniería poética. Góngora transforma la metáfora típica "Sus ojos son estrellas" en la revolucionaria "Sus estrellas son ojos". Para ello se vale de una doble acepción de la palabra "ojos", que también es el nombre dado a las manchas de colores de las plumas del pavo real. Así, da por sentada la metáfora ojos-estrellas y dice que las estrellas de Galatea [=sus ojos] son como ojos [= lunares] sobre su piel, que parece una pluma blanca. Al mirar a Galatea no sabemos si nos recuerda más a un cisne por la blancura de su piel o a un pavo real por la forma en que sus ojos resaltan sobre su piel blanca, que recuerda a los ojos del pavo real resaltando sobre su plumaje. Esta reflexión queda condensada en la genial hipálage doble del último verso:
pavón de Venus es, cisne de Juno.
El público de Góngora sabía perfectamente que Venus no tiene
pavos, sino cisnes, y que Juno no tiene cisnes, sino pavos, por
lo que la aparente contradicción de este verso obliga a
reflexionar sobre su significado (Galatea tiene la belleza del
cisne y la elegancia del pavo real), y el resultado final es que
el lector no sólo queda con la imagen de que Galatea es
hermosísima, sino que ha tenido que llegar a deducir por sí
mismo los matices de su hermosura, lo que vuelve mucho más
vívida e impactante su imagen.
Estos versos constituyen además una pincelada sobre la
psicología de Galatea: podría pasar por un pavo del agrado de
Venus (y a Venus le agrada lo bello) o por un cisne del agrado
de Juno (y Juno era una diosa enérgica, guerrera y de mucho
carácter). Así Góngora apunta que Galatea es muy hermosa, pero
también de carácter fuerte y autosuficiente.
La alternativa a estas dos posibilidades (pavo de Venus o cisne
de Juno) es que Galatea pudiera ser una roca de cristal de
Neptuno, es decir, una roca de cristal del agrado de Neptuno (el
dios del mar) o una roca selecta de cristal marino. La piel
blanca se compara a menudo con el cristal traslúcido o la
porcelana porque deja entrever las venas. Pero la comparación
también puede verse en un plano psicológico: Galatea es dura
como una piedra, insensible a los muchos pretendientes que, como
se verá luego, la acosan continuamente.
Notemos la estructura lógica: "si no es roca... es pavo ... [o]
es cisne...", equivalente a "es roca o pavo o cisne".
Cuando alguien ve a Galatea se plantea: ¿qué es esto que estoy
viendo? Y concluye que tiene que ser una roca de Neptuno, un
pavo de Venus o un cisne de Juno. Si no es lo primero, tiene que
ser lo segundo o lo tercero, pues no cabe otra posibilidad que
explique tal visión. A la vez, con ello sugiere que ninguna de
las metáforas es suficiente para describir a Galatea.