- Prosificación: Acis, aún
más vigilante [que Galatea] de aquello que dispensa la brújula
del sueño, esté la ninfa alterada o suspensa, es [un] Árgos
siempre atento a su semblante, [un] lince penetrador de lo que
piensa, cíñalo bronce o múrelo diamante, que [el] Amor ciego
introduce fuego en sus [de ella] paladiones sin romper muros.
- Notas: La brújula de un
arma de fuego era una ranura que se usaba como punto de mira,
tal y como se ve en la fotografía. Por ello Góngora llama
"brújula del sueño" a los párpados apenas abiertos de Acis,
que le permiten observar a Galatea mientras finge estar
dormido.
Argos era un rey mitológico con cien ojos, de los cuales siempre tenía abiertos al menos la mitad.
El Paladión era una estatua de Palas que los troyanos tenían por sagrada y protectora de la ciudad. La caída de Troya se produjo después de que Diomedes y Ulises robaran el Paladión. Por extensión, se llama paladión a cualquier amuleto protector.
- Observaciones: Cuando se
apunta con un arma de fuego, mirando a través de la brújula,
se cierra un ojo y el otro se entorna. Así, los primeros
versos afirman que Acis no tiene los ojos completamente
cerrados, sino que mira por un resquicio (la brújula del
sueño) y observa con atención lo poco que así puede ver.
Acis trata de deducir qué está pensando Galatea, o sea, qué pasa por el interior de su cabeza. Desde su punto de vista, la piel de la ninfa no es cristal o una pluma o unos lirios, sino un muro de diamante, y su cabello no es oro, sino un casco de bronce, pero, a pesar de estas defensas, Acis puede advertir que, sin romper estos muros, el Amor ha quemado los paladiones de Galatea, es decir, la ha dejado indefensa y está a punto de sucumbir ante él como cayó Troya.
Comentarios:
Observemos el contraste entre la confusión de la estrofa
anterior y la claridad de ésta. Galatea está hecha un lío,
mientras que Acis domina la situación.