• Prosificación: Los dulces, fugitivos miembros bellos de la peneida virgen desdeñosa no abrazó Apolo más firme, más estrechamente, en la reciente corteza que ellos abrazaron con nudo triplicado las duras basas de una y de otra meta gloriosa. Dudo que Alcides, árbitro en sus ramas, decidiera el caso bien que su menor hoja fuera un ojo del lince más agudo.
  
  
• Notas: Apolo perseguía a Dafne, hija de Peneo, y la ninfa, viéndose perdida, pidió ayuda a Gea, la Tierra, y cuando Apolo logró abrazarla se encontró con que se había convertido en un laurel.
  
  
• Observaciones: Apolo no abrazó los miembros de Dafne más firme y estrechamente en la reciente corteza [en que se habían convertido] que los tres corredores abrazaron los troncos de los dos olmos que hacían de meta. En el verso 1061 hay que entender: "Si Alcides hiciera de Árbitro [situado] en las ramas de Alcides [= de los olmos]", es decir, situado en la posición más privilegiada para juzgar, dudo que llegara a un dictamen aunque cada una de sus hojas fuera un ojo. Fijémonos que Alcides es primero el personaje mitológico, pero luego en los dos posesivos "sus ramas", "su menor hoja", Alcides son los olmos por metonimia.

Una vez más Góngora sabe encontrar la mejor descripción de la vehemencia con que los tres corredores abrazan los árboles: la imagen de Apolo abrazando con pasión lasciva a Dafne recién convertida en laurel, antes de percatarse de la transformación.