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A pesar
luego de áspides
volantes, sombra del sol y tósigo del viento, |
420 |
de
Caribes
flechados, sus banderas, siempre gloriosas, siempre tremolantes, rompieron los que armó de plumas ciento Lestrigones el istmo, aladas fieras, el istmo que el Océano divide |
425 |
y,
sierpe
de cristal, juntar le
impide la cabeza, del Norte coronada, con la que ilustra el Sur cola escamada de antárticas estrellas. |
Observemos cómo Góngora no deja de poner
a la Codicia en el fondo de sus versos (en este caso, otra vez en
un
posesivo),
de mismo modo que estaba detrás de las conquistas.