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Del
himno
culto dio el último
acento fin mudo al baile, al tiempo que seguida |
945 |
la novia
sale de villanas ciento a la verde, florida palizada, cual nueva Fénix en flamantes plumas matutinos del sol rayos vestida, de cuanta surca el aire acompañada |
950 |
monarquía
canora,
y, vadeando nubes, las espumas del rey corona de los otros ríos, en cuya orilla el viento hereda ahora pequeños no vacíos |
955 |
de
funerales, bárbaros trofeos que el Egipto erigió a sus Ptolomeos. |
corderos mil que los cristalesEl ave Fénix viste los rayos del sol en sus plumas flamantes, es decir, sus plumas son tan brillantes que es como si los rayos que despiden fueran los mismos rayos rojos del sol al amanecer. Notemos que "flamante" significa del color del fuego. El rey de los otros ríos es el Nilo, en cuyas orillas están los vacíos que dejaron las antiguas pirámides (que en tiempos de Góngora se creían desaparecidas), bárbaros (paganos) trofeos funerales que Egipto erigió a sus reyes. Esos vacíos son una herencia para el viento, que es el que actualmente ocupa el lugar de las pirámides. Está de más aclarar que Góngora llama Ptolomeos, por antonomasia, a los reyes de Egipto, si bien sabía perfectamente que no fue esa dinastía griega la que construyó las pirámides.
vistan del río en breve, undosa lana;
Esta larga frase de catorce versos marca una transición
entre dos escenas. Es una especie de intermedio exótico que
contrasta
con lo que le precede y lo que le sigue, pero no está fuera de
lugar:
en efecto, la novia es como el Fénix, que al casarse ha nacido a
una vida nueva. No está fuera de lugar que un espectador cuyos
horizontes
vayan más allá de la vida campesina, un observador como
el
peregrino, haga una reflexión como ésta al ver salir a la
novia rodeada de sus amigas y aprovechando que los invitados tal
vez se
hayan descuidado de él por unos instantes mientras se levantan y
salen a la empalizada hablando entre ellos.