Dedicatoria al duque de Béjar | SIGUIENTE |
Pasos de
un
peregrino son, errante, cuantos me dictó versos dulce Musa, en soledad confusa, perdidos unos, otros inspirados. ¡Oh tú, que de venablos impedido, |
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muros de
abeto, almenas de diamante, bates los montes que, de nieve armados, gigantes de cristal los teme el cielo, donde el cuerno, del eco repetido, fieras te expone que, al teñido suelo, |
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muertas,
pidiendo términos disformes, espumoso coral le dan al Tormes!: |
Góngora dedicó las Soledades a don Alonso
Diego López de Zúñiga y Sotomayor, duque de
Béjar,
el mismo a quien Cervantes había dedicado la primera parte
del
Quijote.
La estructura de la dedicatoria es la misma que la de la
Fábula
de Polifemo y Galatea, que a su vez sigue un esquema ya
clásico:
invoca al dedicatario en una escena de caza, le pide que escuche
sus
versos
y le promete cantar sus alabanzas. Aunque la extensión de
esta
dedicatoria
es comparable con la del Polifemo
(37
versos en las Soledades, 24 en el Polifemo) ambas son formalmente
muy
dispares.
Las tres octavas reales de la dedicatoria del Polifemo la
descomponen
en
tres auténticos párrafos independientes con varias
frases
en cada uno (excepto la primera, que contiene una única
frase).
En cambio, la dedicatoria de las Soledades tiene solamente tres
frases,
la primera de cuatro versos, la última de cinco, y entre
ambas
un
gigantesco periodo de 28 versos, mayor que cualquier otro periodo
del
poema
propiamente dicho. Parece que Góngora quiso alardear en la
dedicatoria
de las posibilidades que le brindaba la estructura más laxa
de
la
"soledad confusa".